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24 de marzo: el día en que el mundo es un pañuelo

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Una multitud desbordó Plaza de Mayo para reafirmar Nunca Más y convertir en histórica una marcha donde los protagonistas fueron las niñas y niños que sus padres llevaron a upa, a babucha y de la mano, con carteles, pañuelos y una decisión: enseñarles así qué es la democracia.
Elena lleva su pañuelo blanco en la cabeza, como siempre. Pero Elena no es una sub-100 o sub-90, como las Madres y Abuelas. Tiene 5 años, y su pañuelo exhibe cuatro flores bordadas, una por cada 24 de marzo que ha marchado a Plaza de Mayo. Francisco, el padre treintañero, la lleva sobre los hombros y dice: “Estar aquí es parte de la educación de la nena”. Nos rodea una multitud, el estruendo de bombos y altoparlantes, el aroma a hamburguesas. Elena sonríe, saluda a la gente. Francisco agrega algo que nunca escuché en años de venir a la Plaza, no sé cuántos (eso pasa por no tener pañuelos con flores bordadas). “Vengo con mis hijos porque esto es un acto de la familia, por eso vas a ver miles de personas con sus chiquitos”.
Detrás hay un poster con fotos de Roberto Santoro, Gustavo Cortiñas, Carlos Mugica y Victoria Walsh, hecho por La Poderosa. Francisco alza a Juliana, su otra hija, que tiene dos flores bordadas en el pañuelo.
La Pirámide de Mayo, con su imagen de la Libertad en la punta, está tapada con lonas porque parece que la están refaccionando. Por ahora es un monumento amorfo, azul y enigmático.
En este lugar y sus alrededores, hace 41 años sólo había militares y policías armados, y la desgracia asumiendo el control del país. Hace casi 40 años, el 30 de abril de 1977, había 14 mujeres.
Esas mujeres tuvieron el grado suficiente de coraje, desesperación, o amor –o todo eso junto- como para plantarse frente a los balcones rosados a reclamar por sus hijos desaparecidos.
La que convocó aquel encuentro de 1977 fue Azucena Villaflor de De Vincenti. Tiempo después fue secuestrada y desaparecida junto a otras dos madres: Esther Careaga y Mary de Bianco, y otro grupo de personas en la Iglesia de la Santa Cruz. Fueron víctimas de los valerosos integrantes de la ESMA, y engañadas por Alfredo Astiz, que se hacía pasar como hermano de un desaparecido. Las cenizas de Azucena están bajo una placa junto a la Pirámide tapada de lonas azules, que en este extraño 2017 está rodeada por Elena, Juliana, Francisco y cientos de miles de personas convocadas por ideas de las que dependen demasiadas cosas: memoria, verdad y justicia.

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Fotos: Nacho Yuchark y Lina Etchesuri


Salió Viva
Desde Congreso a Plaza de Mayo las paredes mostraban afiches con una propuesta económica y cultural: “No compre Clarín”. Los trabajadores de Artes Gráficas Rioplatenses (AGR), la imprenta del diario, tomaron la planta en enero para evitar casi 380 despidos, y acaban de publicar su propia versión de Viva -la revista dominical del diario- en la que explican cómo los despidos masivos se dan en medio de ganancias multimillonarias de la empresa.
Los trabajadores instalaron tres carpas a lo largo de la marcha, vendiendo cada ejemplar de su revista a 50 pesos como aporte al fondo de huelga. Carpa del Congreso, al mediodía: “Ya vendimos como 300”, relatan con sonrisas cautelosas. Dato: “Clarín está imprimiendo sus revistas afuera, incluso en Chile. Lo que buscan es romper la resistencia para precarizar a los trabajadores”.
La multitud se movía lentamente desde Congreso hasta Plaza de Mayo, incluyendo las calles adyacentes y las dos diagonales. Se veían signos de anteriores movilizaciones: convocatorias a la marcha docente, la de la CGT, o pintadas como “macho = facho”.
Lelia con rulos canosos: “Marcho porque no hay que olvidar, y siento que este gobierno está mandando para atrás cosas que se han conseguido”. Hubo diferentes convocatorias para el acto, de organismos de derechos humanos, partidos, sindicatos y miles y miles de organizaciones sociales de todo tipo. Lelia: “Todo es muy válido, pero yo vine por mi cuenta”.
Desde el escenario principal se leían cataratas de adhesiones, se exigía a los gritos que un grupo no arrojara bengalas, se avisaba por chiquitos perdidos, se reclamó una y otra vez contra la arbitraria detención de Milagro Sala en Jujuy, y se pudo escuchar algo que acaso sea un himno: Los Dinosaurios, de Charly García. Había muchas organizaciones con las banderas altas para que se vieran desde el palco y las cámaras, como suele suceder.
Subió al escenario un ex combatiente, quien aclaró que la única guerra que libraron los militares fue la de Malvinas, con los vergonzosos resultados conocidos. Recordó a figuras como Alfredo Astiz y Jorge Acosta  (a) El Tigre, que fueron encarnizados secuestradores de mujeres y hombres y niños indefensos en su propio país, en lo que no fue una guerra sino un genocidio. Pero esos mismos militares se rindieron con alto grado de velocidad y eficiencia durante Malvinas.
En la carpa de AGR de Plaza de Mayo pasan otro dato, con un pulgar arriba: “Hasta ahora, vendimos más de 1.000”.
24 de marzo: el día en que el mundo es un pañuelo

Fotos: Nacho Yuchark y Lina Etchesuri


Manzanas y flequillos
Un poco más allá, dos jóvenes, Andrea y Eliana comen manzanas. Andrea: “Yo vengo siempre. Para mí es una sola convocatoria. No es una cuestión de qué bandera llevás”.
Algunos funcionarios argentinos han puesto en duda la cantidad de desaparecidos, en algo que se ha dado en llamar negacionismo. Eliana: “Yo lo llamaría pelotudez atómica. Es como en Europa, donde los neonazis quieren desmentir el genocidio judío. Es como justificar lo injustificable”.
Sobre las internas y trifulcas en el movimiento de derechos humanos, dice Andrea: “No cambia mi idea de venir a la marcha. Me da una pena tremenda que haya peleas internas que además se hacen públicas, pero bueno”. Eliana: “Estamos en democracia, la internas son válidas. Tampoco vas a estar con quien no querés estar”.
Eduardo, arquitecto, agrega: “Pero si Bonafini piensa que Carlotto es una traidora, y se le ocurre decirlo justo el día antes de una movilización tan importante, ¿qué hace? ¿Suma o resta? ¿A quién le sirve? ¿Y qué hay que hacer? ¿Empezar a preguntarle por Sueños Compartidos?”. Maggie, su mujer, también arquitecta: “¿Por qué vine? Porque aquí hubo un genocidio de Estado programado y planificado con muerte, exilio, desapariciones, terrorismo. Y nos conmueve esto. Y estamos felices por la masividad de esta marcha”.
Sobre Avenida de Mayo una mujer ve pasar la columna de Madres Línea Fundadora y no puede dejar de llorar. Se llama Leticia: “Veo a esas mujeres que iniciaron todo esto, y es muy fuerte. Es una emoción absoluta. Esto va a seguir sin parar, es una herida que no cierra”. A su lado Fernando propone: “Hay que estar en la calle, y juntos. Más en esta época”.
Micaela llegó con su flequillo violeta y un cartel en el que se lee “Son 30.000” de un lado y “Nunca más” del otro, con la letra A mayúscula rodeada con un círculo: el símbolo anarquista. Pero Micaela usa otra palabra, como acostumbra Osvaldo Bayer: “Soy libertaria y apartidaria. Vengo porque las plazas hay que llenarlas más allá de las diferencias partidarias que tengamos. Lo que digo es que somos todos lo mismo, hay que pelear por la justicia, y por la sangre derramada que hay en este piso. Hubo mucha gente que dio su vida para que tengamos el poder de la palabra. Lo que apoyo es que tengamos todos los mismos derechos, creo que hay que repartir lo que tenemos, disfrutar todos de lo mismo, de los derechos básicos. No hablo de asistencialismo, sino de avanzar hacia una sociedad mejor que ésta”.
Soledad y Santiago llegaron con su bebé de 6 meses, Vicente, que observa muy atento todo lo que se mueve alrededor. Les cuento de la pequeña Elena y su pañuelo bordado. ¿Estarán naciendo las niñas y niños de Plaza de Mayo? Soledad: “Sería buenísimo. Yo vengo siempre. Pero ahora además tengo que educar a mi hijo. La educación en serio es desde la cuna. Hoy Vicente es chiquito pero me gusta que nos acompañe. Porque eso también significa que nos estamos comprometiendo nosotros. No como militantes ni nada especial: como personas comunes y corrientes”.
Nada es común ni corriente. Mamá Sol nació el día que terminó la guerra de Malvinas. Su pareja, Santiago: “Venimos a acompañar. Pero no como ovejas, sino como parte de un colectivo. Y el colectivo no es un partido: somos todos los que estamos acá”. Pasa alguien con una pancarta escrita a mano: “Macri = Martínez de Hoz”.
24 de marzo: el día en que el mundo es un pañuelo

Fotos: Nacho Yuchark y Lina Etchesuri


El tren
Mariana tiene 36 años y una señorita llamada Frida en brazos, de 3 meses: “La traje porque está bueno que desde chica ella sea también parte de nuestra historia. Van a ser la nueva generación”.
Volviendo por 9 de Julio, en otra carpa de  AGR informan: “Acá, más de 3.000”. Así en cada puesto, y todavía faltaba un buen rato para el cierre de la jornada.
Una columna lleva la bandera de los Trabajadores Migrantes, pero en realidad no es una columna sino que hacen un trencito bailando bolivianas, colombianas, brasileñas, chilenas, peruanas, paraguayas. Cartel: “Migrar no es delito, discriminar sí”. Y un canto: “Olé olá, soy inmigrante, no criminal, y tu decreto lo vamos a derogar”.
Explica el boliviano Juan Vázquez: “El decreto de necesidad y urgencia número 70 de Macri precarizó la situación de los migrantes. Por eso estamos preparando un Paro Migrante para el 30 de marzo, cuando se recuerdan 11 años de la muerte de 6 personas en un incendio de un taller textil”.
Para Juan hay también una cuestión de memoria: “Estamos recordando que durante la dictadura argentina desaparecieron 9 colombianos, 42 bolivianos y 15 paraguayos, por lo menos. También nosotros hemos participado en ese proceso de búsqueda de la transformación social”. El Paro Migrante incluirá industria textil, ladrilleros, y producción frutihortícola que tiene amplio porcentaje de participación familias migrantes. “El nuestro es un tema de derechos humanos, te pueden deportar en 5 días armándote una causa de la cual ni siquiera fuiste informado. Destrozan vínculos familiares y persiguen a quienes intentan procesos organizativos para defendernos”.
Sigue el trencito y la gente, las familias y las organizaciones empiezan la retirada.
El gran escenario no fue el que se armó cerca de la Pirámide. El gran escenario fue la calle.
El mundo es un lugar crecientemente indefinido e incierto, pero en días como hoy -24 de marzo de 2017- si se escucha y se intenta comprender, algo parece real: el mundo es un pañuelo.
24 de marzo: el día en que el mundo es un pañuelo

Fotos: Nacho Yuchark y Lina Etchesuri


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Fotos: Nacho Yuchark y Lina Etchesuri


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Fotos: Nacho Yuchark y Lina Etchesuri


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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Todos los jueves de agosto, presencial o virtual. Más info e inscripción en [email protected]

Taller: ¡Autogestioná tu Podcast!

De la idea al audio: taller de creación de podcast 

Aprendé a crear y producir tu podcast desde cero, con herramientas concretas para llevar adelante tu proyecto de manera independiente.

¿Cómo hacer sonar una idea? Desde el concepto al formato, desde la idea al sonido. Vamos a recorrer todo el proceso: planificación, producción, grabación, edición, distribución y promoción.

Vas a poder evaluar el potencial de tu proyecto, desarrollar tu historia o propuesta, pensar el orden narrativo, trabajar la realización sonora y la gestión de contenidos en plataformas. Te compartiremos recursos y claves para que puedas diseñar tu propio podcast.

¿A quién está dirigido?

A personas que comunican, enseñan o impulsan proyectos desde el formato podcast. Tanto para quienes quieren empezar como para quienes buscan profesionalizar su práctica.

Contenidos:

  • El lenguaje sonoro, sus recursos narrativos y el universo del podcast. De la idea a la forma: cómo pensar contenido y formato en conjunto. Etapas y roles en la producción.
  • Producción periodística, guionado y realización sonora. Estrategias de publicación y difusión.
  • Herramientas prácticas para la creación radiofónica y sonora.

Modalidad: presencial y online por Zoom
Duración: 4 encuentros de 3 horas cada uno
No se requiere experiencia previa.

Docente:

Mariano Randazzo, comunicador y realizador sonoro con más de 30 años de experiencia en radio. Trabaja en medios comunitarios, públicos y privados. Participó en más de 20 proyectos de podcast, ocupando distintos roles de producción. También es docente y capacitador.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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