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8 N: encuentros cercanos de algún tipo

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¿Qué es la seguridad? ¿Cómo es la historia argentina? ¿Qué es la libertad? Algunas respuestas sorprendentes pudieron conocerse ayer en la marcha que copó el centro porteño exhibiendo su rechazo al actual gobierno como tema unificador, evento que confirmó que lo masivo, lo popular y lo diverso pueden ser cosas bien diferentes. Además de recorrer el acto, lavaca entrevistó a integrantes de movimientos sociales y comunitarios argentinos. Algunos apuntes sobre Clarín y de qué modo se entienden los temas cruciales de la actualidad, cuando se razonan y sienten las cosas lejos del monocultivo temático de los medios y la agenda política porteña.
8 N: encuentros cercanos de algún tipo
Escena 1: queremos libertad
El hombre canoso y dos mujeres caminan con unas remeras en las que se lee en  grandes letras: “Queremos libertad”.
¿En qué consiste su reclamo?
(Sorprendido ante la pregunta que pensé obvia) Bueno, la libertad tiene muchos aspectos. Es muy amplio ¿no?
¿En qué no se respeta su libertad?
Bueno, cuando me cercenan en qué puedo usar mi dinero. Si quiero comprar o vender un departamento, hacer una inversión, estoy cada vez más restringido. Libertad es poder circular por el país.
¿Y usted no puede?
Pero aparece un piquete, un acto.
Este es un acto, aquí no circulan los autos.
Pero es distinto cuando te invaden, cuando un piquete cercena tu libertad. Libertad es que puedas decirle a las autoridades policiales que hagan algo si no quiero que me limpien el parabrisas. Y si no le das una moneda terminan insultándome o escupiéndome. Eso es falta de libertad.
Julio asegura que es docente, y que el problema es que la libertad se convirtió en libertinaje. (Siguiendo el razonamiento, acaso la cuestión no esté en la docencia sino en el docentaje). “Nunca hubo una libertad tan restringida como ahora”. Le recuerdo que para hacer inversiones –su tema- hubo un momento complicado llamado corralito. Y que, en general, hubo otro momento espinoso para la libertad, llamado dictadura: “Ah, no, pero yo en política no me meto”.
¿Pero usted se manifestó por la libertad en esos momentos?
Yo creo que me quejé, pero tampoco era como hoy tan manifiesto lo restringido de la libertad.
Pero por lo que veo, usted se expresa con total libertad.
Bueno, es cierto. No sé el día de mañana. A veces te presionan. Y si te presionan, hoy hay libertad, pero mañana no sé.
Fin de la charla, me declaro incompetente.
8 N: encuentros cercanos de algún tipo
Escena 2
Liliana y Mariana reclaman en un cartel: “Si defienden el derecho a voto a partir de los 16 años, defiendan el derecho de los ciudadanos a que se castigue a los menores cuando cometen un crimen”.
 -Señora, ¿los ciudadanos tienen que castigar a los menores?
-A ley pareja nadie se queja.
-Qué piensa cuando hay chicos de sectores vulnerables desaparecidos en esta época, como Luciano Arruga, Iván Torres, Diego Duarte, Daniel Solano?
-(Mira la propaganda de Pepsi) Mire, si es por vulnerables, tendríamos que hablar de la gente que habita el país desde sus comienzos, que no está protegida.
-(Con perplejidad HD) ¿Usted me está hablando de los pueblos originarios, los mapuche?
-Y bueno, respetemos también a los mapuche.
Mariana clarifica la antropología:
-Y a los prefectos y a los gendarmes.
8 N: encuentros cercanos de algún tipo
Escena 3
Un grupo de unas 20 personas tienen remeras negras que reclaman por la Fragata Libertad. “Somos un grupo político, pero no tenemos nombre”, me dice uno de ellos. Le digo que no entiendo (mi estado habitual a esta altura). “Somos ciudadanos independientes, hacemos política de acuerdo a lo que pensamos”. Miro bien la remera, el hombre me muestra que hay una firma en todas ellas, a la altura del ombligo. Jorge Garayalde, del Pro: nueva sastrería de ciudadanos independientes.
Respetemos a la clase media
“Para ayudar a las clases bajas, respetemos a la clase media”, dice el cartel de Matías, 28 años, trabaja en una empresa de Internet en digitalización de sonido. “Tiene que haber reglas. La gente se rompe el culo y después te joden con el dólar, se ve perjudicada la clase media trabajadora”.
¿En qué te perjudica?
Hay inseguridad.
Pero me hablabas del dólar.
Pero también hay inseguridad. Y si por ejemplo quiero viajar a Chile de vacaciones, no puedo comprar dólares. Este es un gobierno socialista que pierde el respeto a las reglas de juego. Le dan plata  a las clases bajas, pero perjudican a las otras.
Oferta de pizza
Ejemplo de lo que decía Martín: pasa un joven y me da un volante de pizza a 22 pesos. Se ríe mirando a la gente. Su nombre es Matías. ¿Qué te parece la marcha? “Todo bien, pero la verdad es que en mi barrio en Florencio Varela, nadie dio tantas cosas como Cristina: trabajo, educación. Ni ahí  quiero que la echen estas personas. Que compren pizza y se queden tranca”.
Pasa otro muchacho con un cartel: “Gobierno + 8 N = Argentina”.
Dos rarezas
Veo un muñeco que tiene el emblema de La Cámpora, y los de Barrick Gold, Cargill, Monsanto, IRSA. Detrás llevan una bandera donde se lee “Barrick se escribe con K”. Martín Lerena explica: “Somos Bastión, un grupo juvenil nacionalista. No somos ni de izquierda ni de derecha. No estamos con Macri ni con Cristina. Queremos que no le sigan regalando todo a las multinacionales. En minería, tiene que ser sustentable, estatal, y la renta que quede aquí. No somos esbirros de la derecha ni serviles liberales”, dice con jerga de otras primaveras. “También estamos contra la soja. Queremos una patria justa, libre y soberana”.
Un poco más allá Marcela se presenta como feminista del grupo Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución. Su cartel plantea: “Las desaparecidas no tolerarían las violaciones a los derechos humanos que hoy comete el Estado. La lucha continúa”. Le digo que mucha de la gente que marcha no parece inspirada en los derechos humanos. “Pero bueno, es una marcha diversa. Para nosotras es importante que se hable de desaparecidos y que se sepa que el Estado comete violaciones”.  
Raúl Castells con su Movimiento de Jubilados y Pensionados había sido el más veloz para captar a las cámaras planteando justamente la cuestión jubilatoria. Había llegado en un viejo Ford Sierra con altoparlantes y cumbia. Se quedó con el rating inicial del acto.
Lejos de Plaza de Mayo, qué piensan del 8N: Esquel, Iberá, Neuquén
Marta Sahores integra la Asamblea No a la mina, de Esquel. Desde allí dijo a lavaca: “Hay temas de la actualidad que son positivos, como la ayuda por hijo y el juzgamiento por temas de derechos humanos. Nosotros hemos decidido no acompañar esta protesta. No estamos de acuerdo con el gobierno, pero no por eso vamos a marchar con la derecha y grupos golpistas como Cecilia Pando. Seguimos defendiendo la tierra, el agua, el medio ambiente, la vida de las futuras generaciones, y vamos a pedirle a este gobierno que escuche la voz del pueblo, pero no por eso estamos del lado de esta gente”.
Dos demonios
Marta no deja por eso de cuestionar a la Presidenta: “Da la imagen de soberbia, se lleva todo por delante, tiene una forma que parece autoritaria. Yo diría que se merece estas reacciones, en el sentido de que no se cuida –el gobierno, no sólo ella- de escuchar a los demás. No todo el que discute es gorila. Terminás en una teoría de los dos demonios. Y hay gente bien intencionada que me ha dicho: ‘el reclamo es la única forma de expresar mi descontento’. Y algo de razón tiene el que piensa así”.
Clarín
Marta Sahores, de Esquel: “No me cabe la menor duda de que Clarín debe estar atrás de todo esto, serían tontos si no lo hicieran. Pero quien da pie a que mucha gente apoye estas medidas es el gobierno. La Presidente y su equipo dejan en la vereda de enfrente a gente que hasta la votó. O sea, Clarín hace lo suyo, pero el gobierno tiene responsabilidad”. En todo caso, oficialismo y oposición mediática coinciden en ignorar la enorme movilización social generada en Esquel y en otros puntos del país contra el avance minero. “Clarín fue este año a Famatina, pero no es que nos apoye sino que le convenía para jorobar al gobierno”.
Lo masivo y lo popular
Desde Concepción, en Corrientes, Emilio Spataro comparte ideas: “El 8N no existió en la Argentina profunda. No es parte de la realidad ni la agenda ni las conversaciones. Lo que distingo es que no todo lo masivo es popular. No me sorprende que la derecha, que no tiene partidos, se vea impulsada por los medios grandes. Pero es triste que compañeros que han estado del lado de los movimientos sociales supongan que se puede emparentar esto con el 2001”.
Piquetes vs piquetes
En todos los casos, lo que parece en juego es el derecho a manifestarse libremente. Emilio: “Lo que yo distingo es la legitimidad. Como pasó en 2008 y los piquetes de la Sociedad rural. Una cosa es un piquete en una población desesperada y sin herramientas para hacerse oír. Algo muy distinto es un piquete de un sector económico que quiere mantener sus privilegios”.
Rural; ¿te copás?
Spataro no habla en defensa del gobierno: “Pero tengo claro dónde están los enemigos. Por eso no puede haber unidad de acción. Es cierto que la calle es de todos, la queja ante el gobierno puede ser de todos, pero no hay un programa contra el gobierno. No tenemos nada que compartir con ese sector. Queda seguir construyendo nuestro propio sueño. No va a decirle a la Rural ‘¿te copás con no avanzar con la soja, no eliminar bosques y no ser tan capitalista?”
Centro y periferia
Viviana Vaca es asambleísta de Loncopué, donde este año un referéndum minero obtuvo el 83% de los votos prohibiendo la megaminería.
“Es importante que todos se manifiesten. Pero creo que los reclamos de la gente de las ciudades son distintos que los del interior. Hay una oposición, una polarización, donde todo se mueve entre el 8 N y el 7 D pero, entre los que están con Clarín o con el gobierno, pero hay un montón de ciudadanas y ciudadanos que no estamos en eso. Yo creo que es buenísimo que haya una ley de medios que democratice la información, pero tampoco quiero que saquemos a un monopolio, simplemente para que haya otro”.
Sobre la Presidenta: “Es inteligente, le haría muy bien reconocer y decir que hay inflación, y vamos a pelearla. En cambio negar el problema genera bronca”. Para Viviana el problema del modelo va más allá: “El modelo extractivo no es un problema de los K sino del país. Ningún un político plantea algo diferente. No digo que sea fácil, pero volvemos a lo anterior: al menos reconocerlo. Pero no, todos se dan la mano. Propaganda oficial minera y propaganda de Barrick, y Clarín en sintonía. Ahí están los monopolios: empresas multinacionales que vienen por una segunda colonización”.
¿Y quiénes se oponen? “Las comunidades, aunque ni los gobiernos ni los medios las tengan en cuenta. Al final siempre son las comunidades las que plantean cómo es que se pueden pensar y hacer las cosas de un modo distinto”.

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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

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Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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