Nota
8 N: encuentros cercanos de algún tipo
¿Qué es la seguridad? ¿Cómo es la historia argentina? ¿Qué es la libertad? Algunas respuestas sorprendentes pudieron conocerse ayer en la marcha que copó el centro porteño exhibiendo su rechazo al actual gobierno como tema unificador, evento que confirmó que lo masivo, lo popular y lo diverso pueden ser cosas bien diferentes. Además de recorrer el acto, lavaca entrevistó a integrantes de movimientos sociales y comunitarios argentinos. Algunos apuntes sobre Clarín y de qué modo se entienden los temas cruciales de la actualidad, cuando se razonan y sienten las cosas lejos del monocultivo temático de los medios y la agenda política porteña.
Escena 1: queremos libertad
El hombre canoso y dos mujeres caminan con unas remeras en las que se lee en grandes letras: “Queremos libertad”.
¿En qué consiste su reclamo?
(Sorprendido ante la pregunta que pensé obvia) Bueno, la libertad tiene muchos aspectos. Es muy amplio ¿no?
¿En qué no se respeta su libertad?
Bueno, cuando me cercenan en qué puedo usar mi dinero. Si quiero comprar o vender un departamento, hacer una inversión, estoy cada vez más restringido. Libertad es poder circular por el país.
¿Y usted no puede?
Pero aparece un piquete, un acto.
Este es un acto, aquí no circulan los autos.
Pero es distinto cuando te invaden, cuando un piquete cercena tu libertad. Libertad es que puedas decirle a las autoridades policiales que hagan algo si no quiero que me limpien el parabrisas. Y si no le das una moneda terminan insultándome o escupiéndome. Eso es falta de libertad.
Julio asegura que es docente, y que el problema es que la libertad se convirtió en libertinaje. (Siguiendo el razonamiento, acaso la cuestión no esté en la docencia sino en el docentaje). “Nunca hubo una libertad tan restringida como ahora”. Le recuerdo que para hacer inversiones –su tema- hubo un momento complicado llamado corralito. Y que, en general, hubo otro momento espinoso para la libertad, llamado dictadura: “Ah, no, pero yo en política no me meto”.
¿Pero usted se manifestó por la libertad en esos momentos?
Yo creo que me quejé, pero tampoco era como hoy tan manifiesto lo restringido de la libertad.
Pero por lo que veo, usted se expresa con total libertad.
Bueno, es cierto. No sé el día de mañana. A veces te presionan. Y si te presionan, hoy hay libertad, pero mañana no sé.
Fin de la charla, me declaro incompetente.
Escena 2
Liliana y Mariana reclaman en un cartel: “Si defienden el derecho a voto a partir de los 16 años, defiendan el derecho de los ciudadanos a que se castigue a los menores cuando cometen un crimen”.
-Señora, ¿los ciudadanos tienen que castigar a los menores?
-A ley pareja nadie se queja.
-Qué piensa cuando hay chicos de sectores vulnerables desaparecidos en esta época, como Luciano Arruga, Iván Torres, Diego Duarte, Daniel Solano?
-(Mira la propaganda de Pepsi) Mire, si es por vulnerables, tendríamos que hablar de la gente que habita el país desde sus comienzos, que no está protegida.
-(Con perplejidad HD) ¿Usted me está hablando de los pueblos originarios, los mapuche?
-Y bueno, respetemos también a los mapuche.
Mariana clarifica la antropología:
-Y a los prefectos y a los gendarmes.
Escena 3
Un grupo de unas 20 personas tienen remeras negras que reclaman por la Fragata Libertad. “Somos un grupo político, pero no tenemos nombre”, me dice uno de ellos. Le digo que no entiendo (mi estado habitual a esta altura). “Somos ciudadanos independientes, hacemos política de acuerdo a lo que pensamos”. Miro bien la remera, el hombre me muestra que hay una firma en todas ellas, a la altura del ombligo. Jorge Garayalde, del Pro: nueva sastrería de ciudadanos independientes.
Respetemos a la clase media
“Para ayudar a las clases bajas, respetemos a la clase media”, dice el cartel de Matías, 28 años, trabaja en una empresa de Internet en digitalización de sonido. “Tiene que haber reglas. La gente se rompe el culo y después te joden con el dólar, se ve perjudicada la clase media trabajadora”.
¿En qué te perjudica?
Hay inseguridad.
Pero me hablabas del dólar.
Pero también hay inseguridad. Y si por ejemplo quiero viajar a Chile de vacaciones, no puedo comprar dólares. Este es un gobierno socialista que pierde el respeto a las reglas de juego. Le dan plata a las clases bajas, pero perjudican a las otras.
Oferta de pizza
Ejemplo de lo que decía Martín: pasa un joven y me da un volante de pizza a 22 pesos. Se ríe mirando a la gente. Su nombre es Matías. ¿Qué te parece la marcha? “Todo bien, pero la verdad es que en mi barrio en Florencio Varela, nadie dio tantas cosas como Cristina: trabajo, educación. Ni ahí quiero que la echen estas personas. Que compren pizza y se queden tranca”.
Pasa otro muchacho con un cartel: “Gobierno + 8 N = Argentina”.
Dos rarezas
Veo un muñeco que tiene el emblema de La Cámpora, y los de Barrick Gold, Cargill, Monsanto, IRSA. Detrás llevan una bandera donde se lee “Barrick se escribe con K”. Martín Lerena explica: “Somos Bastión, un grupo juvenil nacionalista. No somos ni de izquierda ni de derecha. No estamos con Macri ni con Cristina. Queremos que no le sigan regalando todo a las multinacionales. En minería, tiene que ser sustentable, estatal, y la renta que quede aquí. No somos esbirros de la derecha ni serviles liberales”, dice con jerga de otras primaveras. “También estamos contra la soja. Queremos una patria justa, libre y soberana”.
Un poco más allá Marcela se presenta como feminista del grupo Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución. Su cartel plantea: “Las desaparecidas no tolerarían las violaciones a los derechos humanos que hoy comete el Estado. La lucha continúa”. Le digo que mucha de la gente que marcha no parece inspirada en los derechos humanos. “Pero bueno, es una marcha diversa. Para nosotras es importante que se hable de desaparecidos y que se sepa que el Estado comete violaciones”.
Raúl Castells con su Movimiento de Jubilados y Pensionados había sido el más veloz para captar a las cámaras planteando justamente la cuestión jubilatoria. Había llegado en un viejo Ford Sierra con altoparlantes y cumbia. Se quedó con el rating inicial del acto.
Lejos de Plaza de Mayo, qué piensan del 8N: Esquel, Iberá, Neuquén
Marta Sahores integra la Asamblea No a la mina, de Esquel. Desde allí dijo a lavaca: “Hay temas de la actualidad que son positivos, como la ayuda por hijo y el juzgamiento por temas de derechos humanos. Nosotros hemos decidido no acompañar esta protesta. No estamos de acuerdo con el gobierno, pero no por eso vamos a marchar con la derecha y grupos golpistas como Cecilia Pando. Seguimos defendiendo la tierra, el agua, el medio ambiente, la vida de las futuras generaciones, y vamos a pedirle a este gobierno que escuche la voz del pueblo, pero no por eso estamos del lado de esta gente”.
Dos demonios
Marta no deja por eso de cuestionar a la Presidenta: “Da la imagen de soberbia, se lleva todo por delante, tiene una forma que parece autoritaria. Yo diría que se merece estas reacciones, en el sentido de que no se cuida –el gobierno, no sólo ella- de escuchar a los demás. No todo el que discute es gorila. Terminás en una teoría de los dos demonios. Y hay gente bien intencionada que me ha dicho: ‘el reclamo es la única forma de expresar mi descontento’. Y algo de razón tiene el que piensa así”.
Clarín
Marta Sahores, de Esquel: “No me cabe la menor duda de que Clarín debe estar atrás de todo esto, serían tontos si no lo hicieran. Pero quien da pie a que mucha gente apoye estas medidas es el gobierno. La Presidente y su equipo dejan en la vereda de enfrente a gente que hasta la votó. O sea, Clarín hace lo suyo, pero el gobierno tiene responsabilidad”. En todo caso, oficialismo y oposición mediática coinciden en ignorar la enorme movilización social generada en Esquel y en otros puntos del país contra el avance minero. “Clarín fue este año a Famatina, pero no es que nos apoye sino que le convenía para jorobar al gobierno”.
Lo masivo y lo popular
Desde Concepción, en Corrientes, Emilio Spataro comparte ideas: “El 8N no existió en la Argentina profunda. No es parte de la realidad ni la agenda ni las conversaciones. Lo que distingo es que no todo lo masivo es popular. No me sorprende que la derecha, que no tiene partidos, se vea impulsada por los medios grandes. Pero es triste que compañeros que han estado del lado de los movimientos sociales supongan que se puede emparentar esto con el 2001”.
Piquetes vs piquetes
En todos los casos, lo que parece en juego es el derecho a manifestarse libremente. Emilio: “Lo que yo distingo es la legitimidad. Como pasó en 2008 y los piquetes de la Sociedad rural. Una cosa es un piquete en una población desesperada y sin herramientas para hacerse oír. Algo muy distinto es un piquete de un sector económico que quiere mantener sus privilegios”.
Rural; ¿te copás?
Spataro no habla en defensa del gobierno: “Pero tengo claro dónde están los enemigos. Por eso no puede haber unidad de acción. Es cierto que la calle es de todos, la queja ante el gobierno puede ser de todos, pero no hay un programa contra el gobierno. No tenemos nada que compartir con ese sector. Queda seguir construyendo nuestro propio sueño. No va a decirle a la Rural ‘¿te copás con no avanzar con la soja, no eliminar bosques y no ser tan capitalista?”
Centro y periferia
Viviana Vaca es asambleísta de Loncopué, donde este año un referéndum minero obtuvo el 83% de los votos prohibiendo la megaminería.
“Es importante que todos se manifiesten. Pero creo que los reclamos de la gente de las ciudades son distintos que los del interior. Hay una oposición, una polarización, donde todo se mueve entre el 8 N y el 7 D pero, entre los que están con Clarín o con el gobierno, pero hay un montón de ciudadanas y ciudadanos que no estamos en eso. Yo creo que es buenísimo que haya una ley de medios que democratice la información, pero tampoco quiero que saquemos a un monopolio, simplemente para que haya otro”.
Sobre la Presidenta: “Es inteligente, le haría muy bien reconocer y decir que hay inflación, y vamos a pelearla. En cambio negar el problema genera bronca”. Para Viviana el problema del modelo va más allá: “El modelo extractivo no es un problema de los K sino del país. Ningún un político plantea algo diferente. No digo que sea fácil, pero volvemos a lo anterior: al menos reconocerlo. Pero no, todos se dan la mano. Propaganda oficial minera y propaganda de Barrick, y Clarín en sintonía. Ahí están los monopolios: empresas multinacionales que vienen por una segunda colonización”.
¿Y quiénes se oponen? “Las comunidades, aunque ni los gobiernos ni los medios las tengan en cuenta. Al final siempre son las comunidades las que plantean cómo es que se pueden pensar y hacer las cosas de un modo distinto”.
Nota
Campaña: Encontremos a las/los nietos de Oesterheld
Nota
Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
Nota
5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.
Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
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