Nota
A 10 días del crimen en Monte: política, encubrimiento, rap y la Bonaerense
¿Cómo reacciona un pueblo ante el crimen de cuatro de sus jóvenes? Lavaca estuvo en San Miguel del Monte: la dinámica de la causa, el rol de la comunidad que evitó el encubrimiento. Los alcances políticos de la investigación; la violencia policial; la corrupción. Este viernes en La Plata habrá marcha hasta la gobernación, de familiares, amigas y amigos del grupo de jóvenes asesinados, mientras Rocío sigue peleando por su vida.
(Fotos: MAFiA)
“Hay un punto de inflexión muy grande. Hubo un montón de cosas que no se dijeron. Esta masacre fue la gota que rebalsó el vaso, porque sufrimos un montón de cosas que nunca nadie dijo. Y aprendimos dos cosas. Primero, que los medios hablan muchas estupideces: cambiaron la versión 500 veces. Y que no hay que esperar a que la policía nos cuide. Nos tenemos que cuidar entre nosotros. Porque si hicieron esto una vez, lo pueden hacer otra. Y capaz les sale mejor”.
En la Plaza Alsina, corazón de San Miguel del Monte, frente a una Municipalidad custodiada por efectivos policiales desde hace una semana y media, les jóvenes se reúnen todas las tardes a rapear, andar en skate, jugar a la pelota y hacer parkour.
Lo llaman el santuario, y ese era el ritual de todos los días de Danilo Sansone (13), Camila López (13), Gonzalo Domínguez (14) y Rocío Guagliarello (13), única sobreviviente de la masacre, en la que también murió Aníbal Suárez (22). Allí se juntaban todos los días.
“Esta es nuestra seguridad”, grafican a lavaca. Nicolás Sansone, hermano mayor de Danilo, explica que el hostigamiento policial era habitual: “Siempre fue así. Se cargaban a los pibes, los llevaban a la comisaría y los cagaban a palos. No sé qué se piensan que son. Pero esta vez les salió mal. La lástima es que tuvo que pasar esto, que se mueran todos los pibes, para que se den cuenta de una vez”.
La plaza que fue escenario de festivales de rap hoy lleva escrita en el cemento de su anfiteatro y de sus bancos, con liquid paper, tiza o fibrón, el peso de este dolor:
- «A los pibes los mató la policía».
- «Justicia por Danilo, Gonzalo, Camila y Aníbal».
- «Fuerza Ro».
Otro banco tiene escrito en fibrón negro una síntesis que congela el corazón:
- «Los policías me arrebataron un amigo».
Esa cartografía de abusos y hostigamientos policiales es la que estos jóvenes revelan que explotó de forma trágica con la brutal persecución de la Policía Bonaerense a sus amigos y amigas. Ese grito es el que este viernes llevarán hasta La Plata.
Los ojos y una tos
Las últimas noticias de San Miguel del Monte tienen que ver con la exhumación del cuerpo de Camila para una re-autopsia, ya que la autopsia original la habían hecho efectivos de la propia Bonaerense, la fuerza investigada, en La Plata.
El cuerpo fue analizado por Rayos X en la Asesoría Pericial de Lomas de Zamora, y la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) confirmó que se corroboró que Camila “no tenía impactos de bala” y que su muerte se produjo por el choque tras la balacera y la persecución. Las autopsias de los otros jóvenes también fueron realizadas en Lomas de Zamora: allí encontraron un impacto de bala en el cuerpo de Gonzalo, en el glúteo.
Sobre Rocío, la única sobreviviente, las autoridades del Hospital de Alta Complejidad El Cruce de Florencio Varela comunicaron que tuvo una leve mejoría, aunque su pronóstico sigue delicado debido a las múltiples heridas con las que había llegado: un traumatismo craneoencefálico y otro de tórax, con contusión pulmonar. Uno de sus familiares se acercó el lunes a la Plaza Alsina, a una semana de la masacre, y contó a lavaca: “Por lo menos abrió los ojitos e intentó toser. Eso ya es mucho”.
El Pipi y los otros detenidos
El pueblo tuvo otra sacudida con la detención del secretario de Seguridad del municipio, Claudio Martínez, y de otros cuatro policías, entre ellos Héctor Enrique Ángel, de 51 años, conocido en la comuna como “El Pipi Ángel”, apuntado por los vecinos por hechos de corrupción. Ya son 13 los detenidos.
- Cuatro policías fueron imputados por “cuádruple homicidio doblemente agravado (por abuso de función y por uso de arma) y tentativa de asesinato”.
- Ocho efectivos están imputados por “encubrimiento agravado y falsedad ideológica de documento público”. Es decir, por ocultar prueba para desviar la investigación. La misma acusación pesa sobre el funcionario Martínez.
- Otros cuatro jefes de la Bonaerense (un comisario general, un comisario mayor y dos comisarios inspectores) fueron desplazados de sus cargos, aunque aún no están involucrados en la investigación judicial.
“La causa está teniendo una dinámica muy importante”, dice a lavaca Marcelo Iafolla, abogado de la CPM, que asumió la representación de la familia de Danilo y de la Camila. “Todos los días se destapan nuevos sucesos. Al principio fue el encubrimiento, pero ahora vemos algo más: la detención del secretario de Seguridad implica el ámbito político además del policial”.
Iaffola y otros integrantes de la Comisión se acercaron el lunes a la plaza a una semana de la masacre. El abogado destaca la participación que tuvieron los vecinos de San Miguel del Monte en la reconstrucción de los hechos: “La propia gente fue clave para evitar el encubrimiento. El coraje que tuvieron hizo que dejaran a todos en off-side”.
Y enumera:
- “El video que muestra una persecución cuando decían que no había una persecución”.
- “La persona que encontró los casquillos de balas y se los dio a un familiar”.
- “Los más de 38 testigos que se acercaron voluntariamente a testificar”.
- “El camionero que no quiso firmar el acta de declaración porque los policías le habían puesto estruendos en lugar de disparos, y se fue a declarar a la fiscalía en Cañuelas”.
Los profesionales de la CPM estuvieron registrando los libros de detenidos y de guardia de la comisaría. “El hecho puntual es gravísimo, pero acá también hay antecedentes respecto a situaciones de violencia. Lo que cuentan los chicos es impresionante. Por eso vinimos: hay que relevar todos esos hechos para ver cómo era la dinámica de funcionamiento de la policía en la localidad, que termina derivando en este hecho gravísimo, y tenía en esos momentos la complicidad de muchos que veían y no decían nada. No queremos solo la foto de este momento, sino la película de cómo se gestó”.
La película, en la Plaza Alsina, la cuentan los propios chicos.

Foto: MAfIA
Imágenes para entender
Rodrigo (16), Tomás (17), Demian (22), Federico (14), William (19), Elena (17) son algunes de les jóvenes que se juntan en Plaza Alsina todos los días. Sus voces individuales componen un registro colectivo de la memoria de sus amigos y amigas, pero también de la violencia policial que padecen de forma sistemática por la policía.
“Los chicos eran como nuestros hermanos. Venían siempre, pasábamos momentos lindos, venían a casa. Lo único que queremos es justicia. Por ellos y por nosotros, porque hay más de uno en Monte que está amenazado”.
Los chicos ubican que esa violencia comenzó a intensificarse desde hace un año. “Siempre había un policía que te trataba mal, que te pechea, que se abusa de su poder”.
Los jóvenes organizaban festivales de rap y freestyle en la plaza. Danilo era uno de los participantes: en una de las últimas ediciones había salido cuarto entre dieciséis. “Era muy bueno: se notaba que le gustaba”. Pero, de a poco, los encuentros empezaron a ser mal vistos por los efectivos: “Decían que nuestros eventos propagaban el odio a la policía, que había alcohol y drogas, pero nunca hubo nada. Nadie borracho, ninguna pelea. Nosotros mismos cuidábamos la plaza. Todo era muy familiar”.
Todo empeoró cuando llegó al pueblo el Grupo de Apoyo Departamental (GAD) de la Bonaerense. “Innecesario, porque somos una ciudad de 20 mil habitantes. Podemos dejar la bici acá que nadie la roba. Dormíamos con la puerta abierta”.
La tranquilidad empezó a desaparecer. “A mí me paraban a identificarme dos o tres veces en el día y en la misma cuadra. Todo por portación de rostro”.
Otro: “Estar e irte de la plaza era sinónimo de hacer algo malo”.
Otro: “Uno de nuestros amigos en común es uno de los testigos. Lo intentaron matar. Lo encerraron en la cuadra de mi casa. Me golpeó la puerta desesperado, muy asustado. Me preocupa, porque lo tenemos que cuidar. Ahora todos nos estamos preguntando cómo estamos, dónde andamos, si llegamos a nuestras casas. Nos tenemos que cuidar”.
Otro: “Están pendientes de que no tengamos a nadie que nos cubra, que estemos solos, sin nadie cerca. Por eso, cada vez que alguien está solo en la plaza, nos comunicamos para que nos empecemos a acercar. Piensan que somos todos chorros, faloperos. Últimamente, cuando empezamos a rapear, se paran dos patrulleros, uno en cada punta de la plaza, y nos miran. Nada más estamos tirando free, disfrutando el tiempo”.
Otro: “En una de las fechas se juntaron 300 personas. Los policías daban vuelta la plaza. Si alguien salía a comprar algo, lo paraban. ´Te vimos consumiendo´, les decían. Todo mentira. A mí un día me encerraron en la zona de la comisaría, me querían meter para adentro. Y a veces tenés que correr. Pero te da miedo. No sabés si quedarte, y que te metan y te caguen a palos, o correr. Fijate lo que pasó”.
Otro: “Un día estaba yendo a la escuela y tenía clase de química. No tenía materiales. Mi primo, que va a la universidad, me prestó tubos de ensayo. Me pararon los policías en la zona de la laguna. Empezaron a decir que era para preparar droga. ¿Sabés qué hicieron? Me tiraron la mochila a la laguna. Perdí todo”.
Otro: “Y ahora te sacan la plata, el celu, y te lo revisan. Te revisan todos los contactos”.
Las denuncias siguen. Esa es la realidad que estos jóvenes viven todos los días. Y ese reclamo, ese pedido de justicia por Danilo, Gonzalo, Camila y Aníbal, el grito de fuerza por Rocío, y ese Nunca Más, llevarán las familias y estos chicos el viernes a La Plata.
Mientras, se preguntan: “¿Qué juventud quieren? La que queremos nosotros es una juventud que se pueda expresar, que haga lo que le guste, como hacemos hoy y hacían los chicos en esta plaza siempre. Esa es la real seguridad”.
Nota
Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Jubilados y jubiladas se movilizaron desde el Congreso de la Nación hasta Plaza de Mayo en una nueva jornada de reclamos y denuncia por los ingresos de pobreza que perciben y el fin de la moratoria previsional, cuya prórroga sigue durmiendo en Diputados. Como siempre, los carteles manuscritos fueron una forma de expresión y creatividad. En uno se leía: «Francisco está feliz. Jubilados haciendo lío!!!»
La marcha comenzó nuevamente con un operativo desproporcionado con las cuatro fuerzas federales -PFA, Gendarmería, Prefectura y PSA- que reprimió la protesta pacífica: la Comisión Provincial por la Memoria contabilizó una persona detenida y 13 heridos por efectos de los gases lacrimógenos, entre ellos jubilados y trabajadores de prensa.
Frente a la Rosada, realizaron un acto donde distintas agrupaciones de jubilados se manifestaron contra el acuerdo con el FMI y cantaron por la salud de Pablo Grillo.
«Hasta el próximo miércoles», saludaron los jubilados y jubiladas.
La próxima semana, la marcha contará con la participación de los gremios de la CGT como previa al Día del Trabajador y la Trabajadora del 1 de mayo.

Foto: Juan Valeiro para lavaca

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.
Nota
Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.
Por Claudia Acuña
Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.
Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.
Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.
A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Hasta lograrlo.
Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.
Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.
Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.
Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.
Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.
Quizá.
Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.
Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.
La presentación
Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.
Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.
Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».
El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.
Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Nota
La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.
Por Francisco Pandolfi
Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.
La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”.
Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».
Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.
Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.
Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”.
En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.
La causa, sin avances
Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.
Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”.
La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.
Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.
Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.
Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.
Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.
Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.
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