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ANA: Amor nómade
Tras el éxito de Puto Ezequiel Barrios vuelve a la carga con una perfomance que indaga sobre el amor y el binarismo. Desde la danza e interactuando con el público interpreta películas románticas y abre preguntas para cambiar sentidos. Lavaca estuvo en el ensayo de ANA, que se estrena hoy, y habló con el director y actor.
En su nueva performance de teatro físico, Ezequiel Barrios, bailarin y único artista en escena, pronuncia muchas veces “te amo”. Su anhelo es dedicarle un “te amo” a cada persona mirándola a los ojos. Este bailarín de 37 años protagoniza desde hace tres años su obra anterior, Puto, también de su autoría, que tuvo gran repercusión y lo llevó a realizar una gira por el país, Europa y fue censurada en Brasil.
El nuevo desafío artístico fue bautizado por Barrios como ANA – Artista Nómade Antimonogámico. Como consecuencia del éxito de Puto, Keko armó las valijas y recorrió cientos de escenarios en este tiempo. En el transcurso de ese devenir nómade fue brotando su siguiente creación, gestada en las terminales de ómnibus y aeropuertos. “Estoy viajando todo el tiempo, y la temática se fue dando espontáneamente. Tenía ganas de hablar del amor, empecé a investigar y eso fue deviniendo en ANA. La relación del amor y el capitalismo, el amor y la conveniencia, el amor y las disidencias, el binarismo, tantas cosas que siempre me atraviesan y en esta obra lo que más me resonó es el binarismo. Dando clases de danza afro me decidí a dejar de hablar en femenino y masculino: me di cuenta de la cantidad de veces que lo usaba”.
“Solo soy una chica parada frente a un chico pidiéndole que la ame” le susurra dulcemente Anna Scott a William Thacker – interpretados por Julia Roberts y Hugh Grant en la película Un lugar llamado Notting Hill, en un fragmento repetido millones de veces. Él esboza un rechazo, ella le pide amor. En la película Cuando Harry conoció a Sally, Meg Ryan (Sally) finge un orgasmo en un restaurante ante la atónita mirada de Harry (Billy Crystal) para demostrarle que él no sería capaz de reconocer un orgasmo femenino genuino de uno fingido. Ambos fragmentos son reproducidos en ANA. Ezequiel baila, habla con el público, dice “que los orgasmos sean como la risa: contagiosos” y cuenta que luego de un orgasmo tenemos diez segundos de extrema lucidez. ¿Persiste la idea de que las relaciones de pareja imiten a las de las películas? ¿Continúan forjando nuestro imaginario a la hora de relacionarnos? Ezequiel: “Con la obra tiro más preguntas que respuestas. Las nuevas generaciones vienen con muchos menos límites y con algunas preguntas que nosotros no nos hacíamos. Todavía el amor romántico cala muy hondo y me interesa trabajar las comedias románticas en la obra porque tienen una capacidad de normatividad impresionante. El amor romántico es muy difícil de derribar. El deseo siempre es mucho más personal, en cambio el amor romántico nos propone una cosa idealizada que es la misma para todos. El deseo nos permite hacernos cargo de la carne que somos”.
La obra no tira certezas por la cabeza sino que propone repensar ciertas cuestiones ofrecidas como la única posibilidad a la que se debe aspirar, a mirar desde otra perspectiva determinadas construcciones culturales hegemónicas que quizás sea bueno observar más de cerca y preguntarnos qué vemos cuando las observamos. Ezequiel sigue prefiriendo los signos de interrogación. “Empecé a darme cuenta de que la monogamia no era algo que yo había elegido, sino que había sido una imposición. No lo digo por lo sexual, que pasa a un segundo plano, sino por el mandato de que la mejor manera de vivir es con otra persona y para toda la vida. Se vive a veces la soltería como un periodo de transición, un periodo de no ser, la gente te dice: ya vas a encontrar a la persona. Te dan el pésame por no tener pareja. Todo esto con el nomadismo hacen una conjunción muy fuerte en relación a dos mandatos que tienen que ver con que uno tiene que elegir en esta vida un lugar y una persona y que esa es la mejor manera de vivir. Yo estoy viviendo de otra manera. Me gusta petardear con mi arte cuestionando; ¿quién te dijo que eso es lo mejor? ¿Lo mejor para quién? ¿Es la vida que querés o es la vida que te dicen que es la mejor para vos?”.

Foto: Martina Perosa
A la hora de definir el binarismo, Ezequiel expresa contundencia: “Es una mentira que nos han hecho creer, que la humanidad está dividida en dos tipos de personas totalmente diferentes y opuestas. Basta con una persona trans para que el modelo se caiga. Por eso son siempre tan perseguidas y violentadas, por mostrar la mentira en la que vivimos. Yo en principio soy un hombre cis, gay, maricón. Me gusta siempre tener un signo no binarie para recordar que se puede. Me percibo cada vez más no binarie, sin querer cumplir con exigencias de la masculinidad”.
Con Puto hizo más de cien funciones y recibió muchísimos mails de personas que se sintieron identificadas: “Fue una revolución por el éxito pero también por resignificar lo que puede ser el arte en mi vida y en la de los demás”. Para octubre del año pasado la obra estaba programada en un festival internacional de artes escénicas en Pernambuco y diez días antes le avisaron que la habían dado de baja porque su vida podía correr riesgo: “Fue muy fuerte porque pensé que a mi generación ya no le pasaba este tipo de censura”. ¿Qué implica salir del closet? “Para mí tiene vigencia más a nivel metafórico porque entiendo que un armario es una construcción social, no de la persona. El armario es el que tiene que ser derribado y se lo derriba colectivamente. Si no hay armario, no hay personas adentro, pero si se construyen armarios va a haber personas adentro del armario. Si no hay tabú, no hay armario. Me pasó que había personas que me decían: tu obra es para que los putos salgan del armario. No, yo no le voy a decir a nadie lo que tiene que hacer, si tiene que mostrarse, visibilizarse: eso lo decide cada cual”.
Próximo a estrenar nuevo unipersonal, Ezequiel dará dos funciones y luego se irá de gira. Al regreso, habrá más funciones de ANA. “ANA es una performance que se construye a partir de anécdotas de viaje, de bailes de distintos estilos, es una historia de amor; ANA es puto, es puta, es no binarie, es fiesta, es una noche de amor, pero si la tengo que describir es una perforamance de amor en la que el público es coprotagónico. Es una historia de amor entre un performer y el público”.
ANA – Artista Nómade Antimonogámico
2 de octubre, 20.30 hs
Casa Sofía, Fitz Roy 1327, CABA
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Duración: 4 encuentros de 3 horas cada uno
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Docente:
Mariano Randazzo, comunicador y realizador sonoro con más de 30 años de experiencia en radio. Trabaja en medios comunitarios, públicos y privados. Participó en más de 20 proyectos de podcast, ocupando distintos roles de producción. También es docente y capacitador.




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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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