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Atanor, la CIDH y un pedido de informes al Estado por la contaminación en San Nicolás

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En una medida que los vecinos del Barrio Química y el Foro Ambiental de San Nicolás (FOMEA) califican de “inédita” en materia ambiental, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) exigió en una carta dirigida al canciller Jorge Faurie una serie de respuestas sobre los efectos contaminantes de una de las más grandes compañías de agroquímicos del país. Las autoridades argentinas tienen 15 días para responder. Luego, los expertos del organismo deberán decidir si dan lugar a la medida cautelar que presentaron los vecinos para frenar la fábrica de San Nicolás, donde las denuncias llevan años: a través de censos caseros, relevaron al menos 200 muertes en seis cuadras del vecindario. Qué es lo que exige la CIDH. La palabra del abogado de los denunciantes. Y la crónica de MU que fue presentada como prueba ante el organismo internacional.

Un clima de expectativa sobrevuela San Nicolás. En una nota dirigida al canciller Jorge Faurie, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) solicitó al Estado argentino una serie de informes a contestar en un plazo de 15 días por el pedido de una medida cautelar que un grupo de vecinos presentó a fines del año pasado tras las denuncias de contaminación de la empresa Atanor, una de las más grandes compañías de agroquímicos del país. Junto al Foro Ambiental local (FOMEA), los vecinos del Barrio Química exigieron la intervención del organismo ante los hechos “de gravedad y urgencia” que afectan a la población: a través de un censo casero, relevaron al menos 200 muertes en tan solo seis cuadras del vecindario a lo largo de todos estos años.
“Numerosos habitantes de la ciudad de San Nicolás de los Arroyos, puntualmente los vecinos del barrio Química, son severamente afectados en sus vidas e integridad física por la contaminación ambiental que genera la empresa Atanor SCA, perteneciente a la multinacional Albaugh LLC, que en pleno radio urbano elabora productos químicos para la agroindustria: plaguicidas, herbicidas, insecticidas y otros productos de síntesis química de alta toxicidad”, consta en la denuncia que difundió lavaca en noviembre, y que tiene como objeto al propio Estado, ya que “no garantiza el acceso a la justicia dado que ninguna acción judicial contra esta empresa de agrotóxicos tuvo resolución definitiva y eficaz en más de cuatro años de trámite”.

Atanor: vidas y muertes en la denuncia contra el Estado ante la CIDH por contaminación


Por esa razón, la CIDH solicitó a las autoridades argentinas responder en un plazo de 15 días:
1) Las observaciones del Estado acerca de la presente solicitud de medidas cautelares.
2) Si en Atanor y en las zonas residenciales aledañas “habría detectado rastros de agentes químicos contaminantes o peligrosos para la salud humana”. Además, de ser posible, pidió copias de estudios o valoraciones médicas y ambientales recientes.
3) “De ser el caso, si se contaría con un plan de prevención, mitigación o intervención para proteger la salud de las personas supuestamente afectada”.
La nota está firmada por el asesor del Secretario Ejecutivo de la CIDH, Mario López-Garelli.
“Este pedido de informes es un hecho inédito en materia ambiental en relacion a la CIDH y el Estado argentino”, subraya a lavaca Fabián Maggi, abogado de FOMEA y de un grupo de los vecinos denunciantes. “Al menos de las que tengamos conocimiento de acuerdo a lo estudiado de la jurisprudencia de la CIDH, no hemos encontrado antecedentes similares en materia ambiental”.

El silencio que mata

Roberto Pereyra se presenta como un vecino nacido y criado en San Nicolás. Tiene tres hijos –dos con problemas respiratorios- y su mujer, María Victoria Delgado, tiene una constante picazón que ubica con una preocupación latente: la cantidad de fallecidos por cáncer que hay en el Barrio Química. Su esposo también está con una dolencia particular: tiene heptacloro en sangre, un plaguicida prohibido en Argentina y el mundo. “En la Fiscalía me preguntaron a qué distancia vivo de la fábrica. Usted verá a una cuadra”, dijo a MU hace dos años, en una crónica que fue adjuntada como prueba ante el organismo internacional y que compartimos al final de este artículo. Este fue tan sólo uno de los testimonios que advertía la contaminación de un pueblo. Hoy es una de las víctimas que peticionó ante la CIDH.
Atanor pertenece al grupo multinacional Albaugh LLC, con sede en Estados Unidos. En su página web se presenta como “la compañía líder en protección de cultivos”, tras una imagen del Herbifen Advance, que promocionan como un producto “rápido y efectivo” para el control de malezas, además de ser “compatible con todos los glifosatos”. La planta de San Nicolás abarca un área 500 mil metros cuadrados, tiene “108 colaboradores”, y produce herbicidas a base de Ácido 2,4D, Ácido 2,4DB, Ésteres 2,4D y 2,4DB, MCPA, Dicamba, Imazetapir e insecticidas como Cipermetrina y Clorpirifos.
En noviembre de 2016 se produjo un incendio en esa planta, que dos meses atrás había sido clausurada por orden del juez Facundo Puente al comprobar que se arrojaban químicos al Río Paraná. Fue reabierta semanas después para que la Autoridad del Agua (ADA) pudiera extraer muestras, pero el juzgado no dispuso ninguna medida de control: la fábrica siguió funcionando como si las denuncias por contaminación, muertes y enfermedades respiratorias del barrio no existieran.
Por si fuera poco, la petición ante la CIDH detalla que un estudio del Centro de Investigaciones Medio Ambientales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) detectó que San Nicolás tiene valores de contaminación “miles de veces superiores” a las zonas de explotación agrícola.
En 2014, los vecinos presentaron un amparo en la justicia provincial: por allí ya pasaron seis jueces. Maggi: “En materia judicial continúan las mismas situaciones graves que nos empujaron ir a la CIDH”. También hay dos denuncias penales que tramitan en el fuero federal y provincial: allí constan los testimonios de los trabajadores de la empresa que explican cómo enterraban residudos peligrosos en la planta, tal como reveló MU.
Sin embargo, en medio del trámite judicial, los vecinos se seguían enfermando: en julio de 2016, Lina Vallejos murió de cáncer de pulmón y abdomen. Tenía seis años.
Unos días después murió Eduarda Vallejos, su vecina: misma enfermedad.
Ambas vivían al frente de la planta.
Todos esto hechos están documentados en la denuncia ante la CIDH.

La única realidad

Por esta razón, el pedido de informes del organismo al Estado fue bien recibido por los vecinos y el FOMEA. El abogado Maggi a lavaca: “Es una buena noticia. Si bien falta mucho por recorrer, es para reconocer que de noviembre a esta parte, en un período tan breve, la CIDH haya activado el mecanismo legal y haya exigido al Estado la elaboración de información sumaria, pedido a la Corte Suprema qué intervención tuvo y también a los organismos de control ambiental. Es una incógnita cómo resolverán, pero la admisibilidad del planteo es un hecho que nos alienta”.
Maggi espera que la CIDH haga lugar a la medida cautelar y ordene un “tratamiento inmediato” por la urgencia que requiere el caso. Y pone en perspectiva qué es lo que están denunciando: “Sabemos que recurrir a una Corte Internacional es un paso importante, que denunciamos hechos graves, pero a veces parece que el tiempo diluyera las cosas. Sin embargo, hace unos días vino a mi estudio una vecina de un barrio lindero al Química diciéndome que los oncólogos que la trataban la habían mandado a hablar conmigo por el estado público que tomó nuestra denuncia”.
¿Y qué le dijo?
Ella fue la que se animó a venir, pero hay también otros vecinos, y el relato es idéntico al Barrio Química: vecinos enfermos y afectados, elevadas tasas de cáncer en las mascotas, agresiones en las plantas. Todo el cuadro que ya conocíamos, pero ampliado a un barrio lindero. Por lo cual, podemos afirmar un hecho innegable: el tema sigue teniendo una triste y perversa actualidad.

El veneno del barrio

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Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

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En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).

Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.

Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. 

Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.

Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.

Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.

Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.

El video de 3,50 minutos

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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