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Biocombustibles: ¿el tanque o la comida?

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Hasta hace muy poco sonaba como un tema de laboratorio hasta que se transformó en el común denominador de las relaciones geopolíticas Norte-Sur. Las meditadas jugadas de ajedrez de la diplomacia mundial colocaron a los biocombustibles en el centro de la escena. Ahora, Greenpace, el titular del INTI y el Movimiento Campesino Indígena advierten sobre los riesgos de dedicar el cultivo intensivo de maíz, soja y caña de azúcar a producir otra cosa que no sea comida. Un ejemplo palpable: la relación que se tiene este tema con el precio de la carne.

 

El mes pasado, Néstor Kirchner se reunió con su par brasileño, Luis Inácio Lula Da Silva para impulsar con este énfasis las relaciones bilaterales. George Bush ya había visitado Brasilia con la misma intención. Y hace dos semanas, Al Gore -el ex vicepresidente demócrata de los Estados Unidos- se estrechó en un abrazo con el vice vernáculo, Daniel Scioli, en una fugaz visita que hizo a Buenos Aires con el fin de promocionar su idea de combatir el calentamiento global. Todas estas demostraciones de preocupación por el medio ambiente tuvieron una misma intención: estrechar lazos con los posibles países productores de maíz, soja o caña de azúcar, materia prima indispensable para el ahora llamado “biocombustible”.

A pesar del énfasis que Gore puso en su exposición, admitió que el riesgo de la bioenergía –que reduciría las emanaciones de gases que provocan el efecto invernadero- es que el precio de los alimentos suba exponencialmente y que bosques extremadamente valiosos para el ecosistema sean destruidos innecesariamente. Lo mismos peligros plantea la filial argentina de la organización ambientalista Greenpeace en el informe que acaba de publicar.

“Es necesario –sugiere el trabajo- prestar atención en el potencial riesgo que los biocombustibles empujen los precios de los insumos alimenticios, una tendencia que puede ser atractiva para los agricultores pero desastrosa para la mayoría de la población y los sectores más empobrecidos”.

 

Las lecciones de México

Greenpeace acompaña la recomendación con una descripción de lo que sucedió en México, un país con 107 millones de pobres cuya alimentación está basada en el maíz. Allí, el valor de la harina empleada para elaborar las famosas tortillas se duplicó a fines de 2006 debido a que Estados Unidos -segundo productor mundial de etanol y exportador del 80 por ciento del maíz que reciben los mexicanos-aumentó de 2,80 a 4,20 dólares la fanega. El principal motivo del aumento habría sido la especulación y la acaparamiento que generó en el mercado de granos el anuncio formulado por George Bush de que su país destinará el 50 por ciento de las plantaciones de maíz para producir etanol.

En México, el fenómeno ocasionó rápidas repercusiones políticas y culturales . El presidente Felipe Calderón debió intervenir y fijar topes a los precios de los productos elaborados a base de maíz, mientras que los periodistas especializados acuñaron un neologismo para referirse al tema: etanoinflación.

“Buena parte del sector productivo agrícola ha puesto gran interés en el desarrollo de los biocombustibles al considerarlos una oportunidad para mejorar la cotización de su producción. Es claro que la demanda por biocombustibles hará que los cultivos energéticos se valoricen, tendiendo a precios mucho más altos que los que originalmente se pagaban por esos mismos cultivos cuando su destino era la industria alimenticia”, explica el trabajo ambientalista.

 

Hipótesis argentina

En el informe, Greenpeace proyecta las consecuencias que podría traer a la Argentina un acelerado proceso de inversiones en biocombustible como consecuencia a la presión externa para que el país se convierta en proveedor de biodisel o bioetanol. Además del potencial aumento de precios en alimentos, señala que el incentivo a la expansión de las actividades agrícolas sobre ecosistemas naturales traería aparejado una masiva destrucción de bosques nativos tanto en el noroeste como en el noreste. Además, las mayores extensiones de siembras de maíz y soja intensificarían la falta de diversificación de los cultivos y los actores involucrados serán cada vez más concentrados. “Se generará una nueva etapa de un perfil agropecuario de gran escala y expulsor de población rural”, subraya el trabajo.  El estudio pone en duda, también, que con los biocombustibles se cumpla con el objetivo de asegurar un suministro energético autónomo:  “Estaremos exportando combustibles (los utilizados en la producción de biocombustibles) cuando nuestra disponibilidad de reservas fósiles comenzará a ser crítica poco después del 2010. Argentina va camino a ser un país importador de crudo y gas. Además estaremos exportando un combustible limpio (el etanol) que generará  reducciones en los países importadores habiendo consumido energía local para producirlos y habiendo realizado emisiones de gases que producen efecto invernadero localmente.”

La ONG ecologista también cuestiona que la elaboración de este tipo de combustibles sea una solución a los problemas de cambio climático en los países productores: “Debemos tener en cuenta que, por ejemplo, cada hectárea desmontada en Brasil equivale a una emisión de 500 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera. Las reducciones de emisiones que pueden generar los biocombustibles producidos en tierras desmontadas demandarán decenas o cientos de años para compensar las emisiones generadas en los desmontes. La desaparición de montes y selvas para generar tierras cultivables no sólo genera problemas en materia de biodiversidad y para las comunidades locales, también contribuye en agravar el problema del cambio climático”, sostiene el informe.

 

El costo social

“La producción y el uso de la bioenergía –advierte el trabajo- no deberían ampliar las desigualdades sociales, especialmente entre países desarrollados y en desarrollo. Las necesidades locales deberían tener prioridad por sobre el comercio global. El comercio en materia de bioenergía no debe resultar en impactos negativos en materia ambiental ni social ni debilitar la seguridad alimentaria y la soberanía.”

A pesar de todos estos cuestionamientos, Greenpeace considera que la bioenergía es parte de la solución para combatir el cambio climático. Pero propone utilizar otra materia prima para elaborarlos: residuos de aceite de cocina, restos de caña de azúcar o de la actividad forestal. “Esta forma no presenta grandes problemas”, asegura el informe.

 

La solución es el problema

A principios de año, el titular del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, Enrique Martínez, también había elaborado un informe cuestionando a los biocombustible como remedio al mal del cambio climático. La primera objeción que Martínez planteaba sobre la producción de etanol también tenía que ver con la cuestión alimenticia. Sostenía que para conseguir un reemplazo significativo de combustibles fósiles por etanol se necesitaría afectar a una superficie tan  extensa  que deberían dejarse de utilizar tierras cultivadas para producir alimentos en favor de la fabricación de energía, en un momento donde la población mundial se expande de manera vertiginosa. El prestigioso ambientalista estadounidense Lester Brown, presidente del  Earth Policy Institute, sacó una cuenta que no deja de sorprender: para producir el etanol suficiente para llenar un tanque de combustible de cien litros se necesita la cantidad de granos que una persona come a lo largo de un año. “Como la tierra es finita, estaríamos generando un problema en vez de una solución: dejaríamos a millones de personas sin comer”, opina Martínez.

“Este planteo no es teoría pura. –explica- En la Argentina prácticamente no se produce etanol, sólo hay proyectos. Sin embargo ya tenemos instalado el problema por el contagio de las subas de precios del maíz por la expansión de los biocombustibles en los Estados Unidos: en los últimos dos años aumentó un cien por ciento. Hoy el Estado argentino está subsidiando a los productores de pollo, cerdos y ganado lechero porque el maíz subió por la gran cantidad de hectáreas que Estados Unidos dedica al cultivo del cereal para producir etanol. La estampida de la carne se debe, en parte, al aumento del alimento balanceado, que sube el precio porque se disparó el maíz”.

 

Subsidios sin fin

Este aumento geométrico de precios que Martínez caracteriza como un problema, los productores del campo y el gobierno lo ve ven como una ventaja competitiva. De hecho, hoy una de las principales fuentes de recaudación que tiene el Estado son las retenciones a los exportadores y cuanto más cueste el maíz, más dólares recibirán la Argentina. “Pero el Estado ya empezó a devolver ese dinero en subsidios a productores ganaderos para que engorden a sus animales –argumenta el presidente del INTI- . Después deberá subsidiar a los pobres y también tendrá que comprarles comida. Cuando se haga el análisis del ciclo de vida, que implica estudiar un tema desde que empieza hasta que termina, la Argentina se dará cuenta que con el etanol pierde plata.  Pero mientras tanto, unos van a ganar mucho y otros todo lo contrario. Estas cuestiones deben analizarse a escala de toda la comunidad. Hoy todos los diarios hablan de la gran oportunidad que vive el país porque sube el maíz. Es una oportunidad para hacer mal las cosas, para que aumente la brecha hacia el interior de la sociedad.”

“Lo que en verdad intenta Estados Unidos no es reemplazar el petróleo por etanol, sino  controlar el valor del crudo. Nunca podría reemplazar más del 10 ó el 15 por ciento, pero eso alcanzaría para presionar sobre el precio del barril, que había superado todos los récords. Lo que permite el etanol, también, es no modificar las estructuras de poder.  Si se produce nafta o etanol, se necesitan los mismos caños y las mismas estaciones de servicio para distribuirlo. Si, en cambio, se incentiva la energía eólica, solar o la generada por pequeñas centrales hidráulicas permitiría una producción descentralizada que podría distribuirse  de manera local, prescindiendo de las grandes destilerías.”

Además de las objeciones políticas a la producción de etanol con maíz, Martínez realiza también cuestionamientos técnicos. Señala que existen especialistas de la Universidad de Cornell que aseguran que la producción de este biocombustible arroja un balance de energía negativo. Esto quiere decir que se gastaría más energía en cultivar, cosechar y transformar el cereal en combustible que lo que devolvería después el etanol dentro de un motor. «El nivel de conversión de energía del maíz es muy bajo. Aún los defensores de la idea a ultranza, que aseguran que la ecuación es positiva, dicen que apenas llega a obtenerse un 50 por ciento más de lo que se gasta. Además, el etanol sería un pésimo negocio para Argentina: gastar energía para producir otra que se utilizará fuera del país”.

 

Nuevo impulso

Hoy en  Argentina se producen 160.000 toneladas de etanol, una cifra muy marginal para lo que representa el consumo total de combustibles. Para producirlo, se utiliza como materia prima el bagazo de la caña de azúcar, un desecho que no tiene valor calórico alguno. Estos tipos de emprendimientos surgieron durante el gobierno de Raúl Alfonsín, que se había propuesto impulsar esta tecnología. Pero hasta hoy, la industria del biocombustible en la Argentina no prosperó.

El nuevo impulso dado por los efusivos gestos diplomáticos parece indicar un peligroso cambio. Para alertar sobre sus consecuencias el Movimiento Campensino Indígena –integrado por 15.000 familias agrupadas en organizaciones campesinas de siete provincias argentinas- también elaboró un documento donde plantea su posición sobre un tema que los afecta en forma directa. Allí plantean:

  • “La expansión de los cultivos afectará a los alimentos, que serán más caros; a los suelos, que se degradarán por el uso de agroquímicos; e impulsará aún más el monocultivo para alimentar las plantas de etanol.”
  •  “Es falso que el etanol beneficie en materia ambiental. Si no cambia el modelo de derroche energético, seguirá la producción de gases de invernadero, principal responsable del cambio climático.”
  • “El papel de la región será suministrar energía barata a los países ricos, a través de políticas de como las de la colonización: apropiación de territorio, de bienes naturales y de trabajo, lo que representa mayor concentración de tierra, agua, renta y poder.”
  • “La producción de agrocombustibles pondrá en peligro la soberanía alimentaría y agravará el problema del hambre en el mundo. En México, por la exportación del maíz para etanol, hubo un aumento del 400 % en el precio del maíz.”
  • “Con los cereales que se necesitan para llenar el tanque de una camioneta se puede alimentar una familia por mucho tiempo. La mayor parte de la energía producida se consume en el cultivo y el procesado -en petróleo, riego, maquinaria, transporte-.  Hasta se puede dar saldo negativo de energía.  Y más negativo aún, si se suma la destrucción de los bienes naturales y la contaminación que las refinerías causan en las comunidades cercanas.”
  • “Las industrias y gobiernos del Norte necesitan que la producción sea en el Sur, porque no disponen de tierra o no quieren usarla para esto, y porque asumen que en esos países los problemas ambientales son obviados por gobiernos ávidos de «inversión» extranjera y de promover la agricultura intensiva de exportación.”
  • “Es un proyecto de Estados Unidos para disminuir su dependencia de las naciones petroleras, pero además, un interés propio de sus empresas de agronegocios, petroleras y automotrices, para hacer nuevos y grandes negociados.”
  • “Usar los alimentos para llenar millones de autos o para millones de estómagos. ¿Usted que elige? “

 

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

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Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
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Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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