Nota
Centro de Formación Profesional N° 24, de Flores: Los cazafantasmas
“El saber no ocupa lugar y el edificio del Centro de Formación Profesional N° 24 tampoco”. Con esta ironía alumnos, profesores y vecinos de esa escuela de Flores organizaron una jornada para denunciar que el ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich mintió: cuando fue interpelado en la Legislatura aseguró que el nuevo edificio de ese centro estaba terminado. Y en realidad, las obras ni siquiera comenzaron.
La señorial construcción de la calle Artigas 690 es cuidada y mantenida con el esfuerzo de la cooperadora, los alumnos y los profesores. “De a poquito, con el aporte de la gente, se hicieron los baños, se cerró parte del patio y se mantuvo el edificio con el trabajo de los alumnos que cursan los talleres de plomería, gas y electricidad”, cuenta Teresita, una de las encargadas de la administración de la escuela. “En 2001 se abrió una licitación para construir un nuevo. Se hicieron los planos y se aprobaron. Parecía que todo estaba listo, pero en 2006 el gobierno de Aníbal Ibarra nos informa que la licitación se cayó por cuestiones técnicas. En 2008 desaparecieron los pliegos, los expedientes, todo. Y ahora, en 2010, el ministro Bullrich informa que el nuevo edificio está terminado. Esto significaría que acá tendría que haber 3 pisos, ascensores y una obra que justificara el presupuesto de 6. 690.000. Y como verás, no hay nada”. Para hacer ver lo invisible los alumnos organizaron el viernes pasado un abrazo al viejo edificio y se vistieron de fantasmas amarillos. Y este lunes estarán compartiendo su experiencia en el marco de la muestra Ningún pibe nace para chorro, que se realiza en el Centro Cultural Borges y de la cual son también organizadores.
Para conocer mejor el trabajo de esta escuela, reproducimos la nota publicada en nuestra revista MU
La escuela que aprende
El edificio fue recuperado por los vecinos, que le fueron dando sentido a ese espacio en donde hoy se enseñan oficios y otras formas de ponerlos en práctica. Los docentes se preguntan qué significa hoy el trabajo, el mercado y la educación pública. Intentan encontrar las respuestas en la práctica, entre asambleas y milongas.
La historia es larga y arranca a comienzos de la década de los 80, cuando se cierran las puertas de la escuela primaria de la calle Artigas, fundada en el siglo anterior. Una construcción de época, de techos altos, aulas amplias, y con un patio central coronado por una palmera. A dos cuadras de allí, la lógica Cacciatore (aquel nefasto intendente militar) unifica dos colegios en una típica edificación tan cuadrada como la dictadura. Entonces, la vieja escuela pasa a ser, por muchos años, un depósito municipal.
Ya en la década del 90, ese espacio lo ocupa una fundación que brinda cursos de capacitación, en convenio con la unicef, pero el proyecto se cae a la par de la ruina menemista. Cuenta Silvana D’Aversa –secretaria del ahora Centro Profesional– que fue entonces cuando los vecinos hicieron lo que había que hacer: “No quedaba otra que ocupar y dar vida, porque era desolador ver todo destruído. Era la imagen de Argentina del año 2000”.
Vecinos, docentes y alumnos, de a poco, fueron edificando y recuperando el espacio, con trabajo solidario. La Secretaría de Educación de la Ciudad, finalmente, decidió apoyarlos, redireccionando algunos cursos que andaban dando vueltas por sus programas barriales y así comenzó a funcionar formalmente el Centro de Formación Profesional Nº 24.
El director de la entidad, Sergio Lesbegueris –sociólogo y docente de FLACSO– resume así todo este largo proceso: “La gente fue armando un proyecto sólido que hoy ya tiene un nivel de institucionalidad”. El cuento, por supuesto, no termina ahí: lo siguen construyendo todos los días. No sólo en sus formas, sino en sus contenidos, “porque es necesario pensar dónde estamos –explica Sergio–. Por un lado, porque estas instituciones son herederas de una lógica distinta a la contemporánea, pero por el otro, porque en momentos como estos conviene preguntarse cuál es la relación entre la educación y el trabajo”.
Las escuelas de oficios creadas en la década del 50 nacieron para responder con mano de obra a la llamada “sustitución de importaciones”, uno de los ejes económicos del peronismo de entonces. El trabajo, en ese momento, tenía un destino: había cierto desarrollo en la sociedad a nivel productivo que demandaba trabajadores capacitados. Sergio señala que “en esa época, el trabajo era una institución que estaba esperando a la vuelta de la esquina, por eso las escuelas se desentendían del proceso de vinculación con el ámbito laboral”. Hoy esa vinculación es subjetiva, según explica este docente: no existe un mercado laboral que esté esperando gente capacitada, sino todo lo contrario.
La fuga del trabajo
Dentro de la jurisdicción del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires existen treinta y cinco centros de formación profesional. Sólo siete son públicos. La mayoría tienen convenios con sindicatos, “y una lógica emparentada con otro modelo de país –apunta Silvana, secretaria del Centro–. La dinámica que utilizan se diferencia mucho de la nuestra. Nosotros, como escuela pública, tratamos de vincular la educación y el trabajo, pero desde el lugar de la autogestión, desde la toma de decisiones. En ese sentido, lo que nosotros pensamos de la educación tiene que ver con insertarse de otro modo al mercado laboral, a través de microemprendimientos, asociaciones cooperativas o articulando redes, porque los alumnos que asisten a esta escuela han sido expulsados del trabajo tal como se lo conoce”.
La capacitación a cargo de sindicatos funciona para Sergio como un ejemplo claro de cómo se dio, en el pasado, la alianza entre capital y trabajo: el modelo necesitaba de cuerpos útiles para reproducirse. “La lógica actual es otra: la expulsión. Y representa una no-relación social, que domina el imaginario contemporáneo: todos somos latentes expulsados del sistema”.
Sintonizando la época
En el año 2001, comenzó en ese mismo espacio a contarse otra historia. Luego de un proceso asambleario dentro de la escuela, se constituyó la Cooperativa de Trabajo El Profesional conformada por docentes y alumnos de los cursos de oficio. Sergio relata ese nuevo capítulo, señalando las coincidencias inevitables: “El 18 de diciembre fuimos a inscribir nuestra cooperativa en el Inaes. Esa fecha para nosotros es bastante sintomática, porque un día después explotó el país. Ahí entendimos que nuestro proceso asambleario supo captar el clima emotivo que había en el barrio, en la sociedad. Esa intuición hizo también que nos pongamos a pensar alternativas: cómo articular lo que hoy está totalmente desarticulado”.
Silvana aclara cuáles son las reglas de este nuevo juego: el Centro intenta no ser un juntadero de gente, un cursadero, aunque cada alumno va a la escuela llevando una estrategia individual. Comenta que es muy común escuchar: “yo quiero salir del tacho, hago un curso de panadería porque después me junto con mi primo y tratamos de poner un local”. No es la idea que allí se pretende enseñar. Silvana considera que “lo primero es ver qué de esa idea podemos conmover para que aparezca una estrategia grupal. Deseamos que cada alumno y docente pueda sintonizar con otros, encontrarse en un espacio de diálogo. Por eso la escuela vive en un proceso asambleario.” Para encontrar las palabras que resumen lo que allí se propone, recurre a una frase de Azucena Villaflor, la fundadora de las Madres de Plaza Mayo: “Individualmente no vamos a llegar a nada.”
Para Sergio la escuela pública pensada de esta manera, es un territorio donde se puede dar una interesante batalla contra las lógicas del mercado actual. “El capitalismo ni siquiera nos está proponiendo la explotación como relación social. Nos interesa dar vuelta esa ecuación, salir del gesto automático de pensar que esta escuela forja para el trabajo ¿Qué trabajo? Si éste está altamente precarizado. El capitalismo de especulación busca la máxima ganancia y va hacia ese nicho donde se le asegura esas ganancias. Por eso es necesario desestereotipar un montón de cosas que juegan a favor de que siga el mismo estado de cosas”.
La comunidad
En el Centro cada cuatrimestre se anotan cerca de novecientas personas. La oferta de cursos y talleres recorre diversas áreas: informática, gastronomía, artesanía, construcción y estética, entre otras. La escuela permanece abierta casi todos los días, desde las 8 y hasta las 22. Sus responsables creen que más allá de la amplia oferta de actividades, hay algo más que convoca a la escuela. Dice Sergio: “La gente quiere pertenecer y eso no es poco en esta sociedad expulsora, donde los lugares públicos son cada vez menos y no sólo están vaciados económicamente, sino de sentido. La gente ve que hay algo que tiene sentido comunitario y quiere formar parte”. Concluye que eso es ser fiel a la escuela pública porque tiene una razón de ser muy poderosa: la solidaridad social puesta al servicio del trabajo.
Durante 2004 y 2005 la escuela realizó un foro de empresas sociales y eso generó un debate que culminó en un nuevo proyecto: la tecnicatura en cooperativismo. La idea es formar técnicos que ayuden a las asociaciones cooperativas y a los emprendimientos autogestivos que no logran estabilizarse. El objetivo, también, es acompañar esos procesos, añadir valor agregado y lograr un entramado. Silvana cuenta que la iniciativa está aprobada por el Ministerio de Educación, pero que por razones presupuestarias duerme en algún cajón. Sin embargo, ya están pensando en algo que supere el escritorio del funcionario de turno: hacer salir la escuela a la calle. Sergio: “Está sonando muy fuerte la idea de armar una feria itinerante de economía social. Es decir, intervenciones públicas que muestren, que vendan, que contagien. Lo público es un lugar de todos. ¿Por qué no invertir entonces nuestros esfuerzos ahí?”.
El fondo común
Hacia dentro del colegio, los docentes también tratan de generar sus propias estrategias. “Llamamos a los alumnos para que vengan a confirmar la matrícula, pero es una excusa para charlar entre todos –revela Sergio–. Les decimos que la escuela pública no es gratis, que es solidaridad social, que optaron, de entre todas las formas de transmitir conocimiento, la más solidaria de todas. Y que estar dentro de este Centro implica cosas que tiene efectos prácticos, que no es lo mismo estar dentro de un sindicato o una escuela privada. Eso se tiene que notar”. Por eso, a través de un fondo común instrumentado por la cooperadora, se provee de insumos a todos los alumnos, cosa que el Estado dejó de hacer hace tiempo. Silvana explica que ese gesto también se aplica a las prácticas: en vez de hacerlas dentro de un aula, se hacen en la comunidad. “Hay instituciones que necesitan lo que aquí aprendemos a hacer: otras escuelas, el Centro de Gestión y Participación, el hospital Álvarez. Y ahí vamos. Es una manera de devolver algo a la sociedad mientras se va adquiriendo el saber”.
Tiempo de milonga
A partir de la propuesta de un alumno, el Centro comenzó a colaborar con la comunidad educativa de la Escuela Nº 854, del paraje El Portón, en la provincia de Misiones. “Pensamos esta relación no como un padrinazgo, sino como trabajo conjunto –cuenta Silvana–. Dijimos: qué mejor que una escuela de oficios para ayudar en la reconstrucción de una escuela rural. Y pusimos los talleres a trabajar en los baños que se necesitaban, en la torre para poner el tanque de agua, en la instalación eléctrica”. Sergio advierte que no los impulsa un criterio asistencialista: “No es que somos buenos. Un proyecto así nos organiza la energía, sentidos colectivos, que son mucho más potentes que la suma de individuos pululando en una escuela. Eso nos entusiasma, nos da una especie de autorización para ir profundizando estas intuiciones que juegan a favor de lo asociativo, de lo solidario”.
Otra consecuencia inesperada: para financiar este trabajo nació la Milonga de Artigas, un evento esperado por todo el barrio. Toda la escuela se alborota y se moviliza para la milonga, para preparla y disfrutarla. Sergio cuenta que la milonga nació en pleno post-Cromañon, y que se mantiene y que cada vez sale mejor. “El miedo es lo más perverso que tienen estas instituciones, se cierran a las ideas porque ‘puede pasar cualquier cosa’, y terminan en decadencia y amenazadas de muerte porque no logran pensar sentidos contemporáneos.” El Centro, dicen, va encontrando esos sentidos en ese ir haciendo. Y eso incluye estar dispuesto, incluso, a bailar una milonga.
Escuela de Formación Profesional Nº 24
cfp_veinticuatro@yahoo.com.ar
www.cfp24.blogspot.com
Artigas 690, barrio de Flores, Capital
Tel 4611-5374
Nota
Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.
Por Claudia Acuña
Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.
Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.
Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.
A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Hasta lograrlo.
Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.
Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.
Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.
Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.
Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.
Quizá.
Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.
Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.
La presentación
Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.
Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.
Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».
El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.
Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Nota
La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.
Por Francisco Pandolfi
Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.
La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”.
Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».
Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.
Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.
Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”.
En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.
La causa, sin avances
Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.
Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”.
La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.
Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.
Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.
Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.
Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.
Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.
Nota
La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.
Por Franco Ciancaglini.
La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo.
En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso.
“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.
La que habla es una de sus hijas, Paula.
El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10.
Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.
El arma y la palabra
Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.
Es jubilada.
Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.
Tiene tres hijas.
Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.
Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.
Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.
La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.
Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.
El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.
Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.
Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.
Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.
“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.
Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.
Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.
Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.
Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.
La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”.
¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.
La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.
¿Necesitan algo? “Sí: paz”.
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