Nota
Chau glifosato
(Incluye el programa Decí Mu con las voces que originaron esta prohibición de fumigar glifosato en zonas pobladas, y la nota publicada en Mu sobre el caso San Jorge: Narco soja).
El poder judicial de Santa Fe, en fallo firme del juez Tristán Martínez, y en consonancia con lo plantado por la Cámara de Apelaciones de Santa Fe, prohibió las fumigaciones en el Barrio Urquiza, de San Jorge, a menos de 800 metros de las viviendas, y a menos de 1.500 si se trata de fumigaciones aéreas. Se trata de un precedente inédito, que confirma en qué medida son razonables las denuncias de vecinos y médicos de todo el país, cuando verifican un cúmulo de enfermedades (desde respiratorias y dermatológicas hasta casos de cáncer, abortos espontáneos y malformaciones) que padecen las personas sometidas a estos venenos.
El fallo surge en San Jorge (20.000 habitantes, uno de los riñones sojeros del país) a partir de las denuncias de Viviana Peralta y su marido José Cavigliasso sobre el modo en que cada fumigación afectaba a su hija Ailén (que en mayo cumplirá 4 años) desde que tenía 5 días de vida. Se formó Vecinos Autoconvocados del Barrio Urquiza y Viviana terminó arrojándole ladrillazos a los “mosquitos”, las fumigadoras terrestres que transitaban frente a su casa (ver más abajo). El Centro de Protección a la Naturaleza (Cepronat) acompañó el caso como parte de la campaña nacional “Paren de fumigar”.
“Roundup y otros”
Uno de los fallos del juez Martínez explica: “La toxicidad de los formulados comerciales con glifosato (Roundup y otros) fue documentada en estudios científicos independientes, para distintos organismos que componen la biodiversidad de nuestra región”. La Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Santa Fe había requerido a la Universidad del Litoral y al Ministerio de Producción provincial datos, informes y estudios sobre el impacto de los agrotóxicos para la salud y la biodiversidad. El ministerio no acató esa orden judicial, lo que lleva al juez a lo obvio: “Esa omisión, sumado a que la provincia de Santa Fe no se expidió cuando se le requirió su manifestación en la medida de su interés, comienzan y terminan por dirimir la cuestión por el propio peso de su rol”. Traducción: no hubo informes ni argumentos científicos que defendieran la inocuidad del glifosato.
El caso enfrentó además judicialmente a los vecinos con autoridades tanto provinciales (gobernación de Hermes Binner, socialista) como municipales (intendente kirchnerista Enrique Marucci), que defendieron explícitamente las fumigaciones, mostrando el aval de gran parte de la clase política hacia el negocio sojero. El gobernador Binner criticó también este fallo postulando que “hay que desmitificar la toxicidad del glifosato”, idea que no ha logrado convencer a los vecinos enfermos. Binner sugiere que no hay estadísticas que demuestren el envenenamiento (pero si no las hay, es porque las propias autoridades no han hecho los estudios correspondientes, como lo manifiesta el fallo). Sin embargo la provincia de Chaco si realizó un estudio en localidades cercanas a las fumigaciones, que detectó que en diez años los casos de cáncer infantil se incrementaron en un 300%, y los nacimientos de niños con malformaciones aumentaron en un 400%. Volviendo a San Jorge, el otro principio que rescata el fallo es el precautorio: la prohibición ante el solo riesgo y amenaza para la salud.
Decí Mu en San Jorge: triunfo a pulmón
Bloque 1
[audio:https://media.lavaca.org/audios/decimu-online/decimu2010-32-1.mp3]
Bloque 2
[audio:https://media.lavaca.org/audios/decimu-online/decimu2010-32-2.mp3]
Aquí presentamos la nota de tapa de Mu (Narco soja, El punto límite, de abril 2010), un viaje a San Jorge con la historia de Ailén, Viviana y todo lo que dio nacimiento a este fallo, y el programa Decí Mu: San Jorge, triunfo a pulmón.
Narcosoja
El punto límte
Viviana Peralta comenzó tirándole ladrillos a los aviones que fumigaban el campo de soja vecino, desesperada porque su beba de 5 días no podía respirar. La justicia le dio la razón y ordenó parar el bombardeo de agroquímicos. El fallo fue apelado por todos los que comen de la generosa mano del agronegocio. El caso se convirtió así en una manera concreta de entender, a escala humana, lo que representa hoy la soja dependencia.
“En casos controvertidos
científicamente, se torna
muy relevante considerar las
historias de vida, las experiencias, los saberes y conocimientos de quienes
viven cotidianamente expuestos al
riesgo de que se trate, en este caso los
agroquímicos. Es necesario revalorizar el sentido común debido a que
la ciencia no puede responder
a todos los interrogantes.”
(Del fallo de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Santa Fe, Sala Segunda, que prohibió las fumigaciones con agroquímicos en los campos de soja cercanos al Barrio Urquiza, de San Jorge).
Viviana Peralta, 34 años, seis hijos, tomó dos decisiones científicas:
1) No entró al campo de soja frente a su casa, por el que pasaba un enorme camión fumigador al que llaman “mosquito”, para cuidarse de ser procesada por invasión a la propiedad privada.
2) Como su hija Ailén, un año, sufría un bronco espasmo recurrente (en la propiedad privada de sus pulmones) desde el quinto día de vida, Viviana, del lado de acá del alambrado, comenzó a tirarle ladrillazos al “mosquito”.
Esta historia de octubre de 2008 continuó luego con la organización de los Vecinos Autoconvocados del Barrio Urquiza (ubicado en San Jorge, provincia de Santa Fe, Argentina, América Latina, Planeta Tierra, Sistema Solar, Vía Láctea, Universo). Lo que empezó a los ladrillazos derivó en una inusual sentencia del juez Tristán Martínez, que en marzo de 2009 prohibió las fumigaciones.
Resultó terapéutico: Ailén se curó. Y también los otros chicos y grandes del barrio con síntomas similares, o alergias, diarreas, espasmos, brotes, mareos y toda una enciclopedia de enfermedades que apenas son índice de otras aún peores.
Los sojeros apelaron el fallo, aunque ya no pudieron fumigar en el campo frente a la casa bella y humilde que Viviana y su marido José Cavagliasso construyeron con sus manos, ilusiones y hormonas. También se sintieron agraviados por el fallo y lo apelaron, la Municipalidad de San Jorge (intendente kirchnerista Enrique Marucci) y el gobierno provincial (socialista Hermes Binner). Entre sojeros que fumigan, y familias que denuncian un ataque para la salud pública, los funcionarios actúan judicialmente contra las familias (como lo haría en ese caso el llamado “arco opositor” tan pro sojero como el oficialista).
La Cámara de Apelaciones de Santa Fe ratificó el fallo con argumentos como el que inicia esta crónica, que quiebran la típica criminalización de las víctimas y la tendencia a inclinar la balanza hacia el lado del poder económico.
Síntesis de algunas ideas del fallo:
- Explica que estos conflictos se enmarcan en desinformación interesada, descoordinación en la gestión pública e insolidaridad con los posibles afectados.
- Frente al peligro de daño irreversible, la falta de certeza científica no debe impedir adoptar medidas concretas –en función de los costos– que protejan el medio ambiente y la salud. Plantea al propio poder judicial repensar que “los avances tecnológicos no son poderes que se legitiman a sí mismos”.
- La preeminencia en estos casos no la tienen “los intereses sectoriales de nadie”, sino la salud pública y el medio ambiente.
- Atiende la crítica de biólogos como Lilian Joensen quien sostiene que las clasificaciones internacionales (incluso de la Organización Mundial de la Salud) sobre la toxicidad del glifosato no están basadas en estudios propios o independientes “sino que se trata de de revisiones de estudios no publicados hechos por las empresas mismas”.
- Utiliza el concepto de “paradigma ambiental”, que reconoce como sujeto a la naturaleza, y otorga preeminencia a los bienes colectivos por sobre los individuales.
Rescata la serie de estudios sobre malformaciones, cáncer, alteraciones genéticas, en el sistema reproductivo y otras enfermedades provocadas por el glifosato.
La Cámara invirtió la carga de la prueba: en lugar de que las familias tengan que demostrar que sus padecimientos no son efecto de un curso de arte dramático, otorgó seis meses al gobierno de Santa Fe para que presente un estudio con la Universidad del Litoral, que determine el grado de toxicidad de los agroquímicos. Traducción: deberán demostrar que el glifosato no contamina. Se trata del herbicida sin el cual es imposible cultivar la soja transgénica. En el país más adicto y dependiente de la soja en el mundo –en términos territoriales, empresarios, políticos y mediáticos– todo esto promete ponerse interesante no sólo para el futuro de San Jorge sino de todo un territorio que imagina haber logrado la libertad hace 200 años.
Como no saben muy bien con qué saldrán los gobiernos y los universitarios con sus estudios, Viviana y José siguen ampliando y mejorando la casa, pero les sobran muchos ladrillos. Los grupos transgénicos andan tensos y con combustible: el Cepronat, Centro de Protección a la Naturaleza, denunció que apareció incendiado el auto de David Ercole, uno de los autoconvocados. Mientras varios vecinos empiezan a no entender muy bien cuál es el negocio de la soja, Ailén cumplirá tres años en mayo, respirando tranquila. Por ahora.
Banquinas transgénicas
No es habitual ver banquinas transgénicas, como en la ruta 178 que lleva a San Jorge. Llega casi hasta el asfalto. A 145 kilómetros de la ciudad de Santa Fe, con 20.000 habitantes, San Jorge fue considerada en otra era la Capital de la Industria Alimentaria por la diversidad de sus producciones: tambos, carnes, cereales. La adicción sojera no debe achacársele a San Jorge; se trata de un proceso que impera en la Argentina desde los 90. La rentabilidad de la soja se suma a otro elemento irresistible: “El otro día un productor de 200 hectáreas me contaba que trabaja dos semanas, y de eso vive el resto del año”, relata David, el vecino del auto quemado. El sueño de la riqueza sin trabajo para un sector es el heredero genético, entre otras, de la teoría del granero del mundo, la apertura económica (militares, Martínez de Hoz y lo que luego se llamó patria financiera), endeudamiento externo con estatización de las pérdidas (militares, Domingo Cavallo), privatizaciones, desindustrialización y 1 a 1 (Menem-Cavallo), y otras creaciones de esa estirpe, que se propagandizan a través de las empresas periodísticas con un paquete de justificaciones (incluso “científicas”) que tachan cualquier pensamiento diferente como una negación del progreso, o cosas aún peores. Cuando esas fiestas se derrumban, siempre queda un porcentaje de la sociedad más cerca del abismo.
Cómo reunirse con un intendente
Cerca de la ruta sojizada está el Barrio Urquiza. Frente a la casa de José y Viviana está uno de los campos que fumigaban hasta que en marzo de 2009 se produjo el primer fallo de prohibición. “Mire, en un año volvió a estar verde, y hay pájaros” señala Viviana, a quien le dicen Flaca, mujer morena, con la paciencia ancestral de haber criado seis hijos. Su vecina, Patricia Junco, joven, simpática, tres hijos, agrega algo para enmarcar: “Pero el veneno secó a todos los paraísos, y se cayeron”. Ambas mujeres transmiten: sorpresa, inteligencia, hartazgo y una determinación no negociable a garantizarle la vida a sus hijos.
Desde que nació en 2007, Ailén no había tenido nunca 10 días seguidos de buena salud. “Su mejor período fueron los cuatro primeros días. Al quinto ya le agarró el ataque” describe Viviana. “A mis otros hijos les había pasado, pero no tanto. Y una se va dejando estar”.
Los médicos confirmaban el miedo. “Un neumonólogo de Rosario que me dijo: ‘el 99 % que es por la fumigación, pero no vas a poder hacer nada contra ellos. Te conviene pedirles que te compren una casa en el centro, y te mudás’. Pero esta casa la construimos con mi marido. Ellos hacen el mal, que se vayan, yo no”, cuenta ahora Viviana, que no volvió a ver al neumonólogo.
La pediatra Marcela Crespo ni se sorprendió con los broncoespamos de la beba (y terminaría agregando ante el juez su experiencia clínica sobre el sorprendente crecimiento de abortos espontáneos y malformaciones de bebés).
Patricia también tuvo a uno de sus tres hijos, Alexis Cabral, ahogado por las fumigaciones: “Nos enteramos que a gente de otros lugares les hacían juicio si entraban al campo a parar las máquinas. Llamábamos a la policía y no venía, o tardaba tanto que las máquinas ya se habían ido”.
¿Qué efecto les provocaba a ellas la fumigación? Viviana: “Te da picazón en la cara, en la piel, se te duerme la lengua, la boca queda pesada, los ojos te arden. Cuando iba a la policía no podía hablar bien por eso, pero lo mío es nada comparado con lo de la nena”.
Los vecinos decidieron ir a ver al intendente. “Le explicamos cómo se mueren los animales y se enferma la gente”, cuenta Viviana, que ya tenía un inhalador permanente para rociar a Ailén ante cada ataque, y darle tiempo de llegar corriendo al hospital. “Parecía que se me moría en los brazos. Estaba inflamada por los corticoides, y como morada, negrita”. El intendente escuchó el relato. Patricia: “Sabía todos nuestros nombres, se los había estudiado, y dónde trabaja cada uno. Les interesa saber de la vida de nosotros para tenerte agarrado. Había otro tipo que decía que teníamos como una psicosis”. Viviana se iba poniendo más morada que Ailén, pero de indignación: “El intendente dijo: ‘Hay que ver en qué condiciones vive la nena’, como si fuéramos no sé qué. Pero usted ve cómo vivimos” (A quien le interese: la casa es impecable, toda de material, abrigada, cuidada. Queda para otra vez ver en qué condiciones vive el intendente).
“Yo le dije: mándenos un asistente social. Ni me contestó. Dicen cosas que a uno le duelen, buscan sacarte, para que reacciones. El intendente entonces dijo que si el dueño quería, podía seguir fumigando también con aviones. Y terminó la charla. Una burla. Yo no contesté, porque no agravio ni falto el respeto. Si no, encima después te dicen violento, mal educado, quilombero –con perdón–, o persona no grata. Pero me fui pensando: ‘Vos no sabés a quién le sacaste la lengua’”.
El señor Marucci ya se debe haber enterado.
Amparo y cachetes sucios
Las familias de Barrio Urquiza empezaron a hacer denuncias y algunos vecinos los conectaron con grupos como el Cepronat, de Santa Fe, que además participaba en la campaña Paren de Fumigar. Nació la idea de promover un recurso de amparo, un pedido de auxilio al poder judicial. En Andalgalá (ver mu 32) la asamblea El Algarrobo terminó bautizando Amparo a su perra mascota, por la cantidad de recursos de ese tipo que tuvieron que presentar contra las mineras.
“Fuimos todos a ver al juez Tristán Martínez. Dijo que para hacer un amparo había que poner como garantía una propiedad, una casa” relata Viviana. “Yo me largué a llorar. ¿Qué propiedad, si no tenemos nada? ¿Y si perdemos? Le dije: es medio vieja, pero tengo una moto”. El juez negó con la cabeza. Patricia propuso como prenda todas las bicicletas de la gente del barrio. Tampoco. En la reunión estaba Lucas Baima, del cercano pueblo Las Petacas, que venía denunciando otro infierno, el de los “chicos bandera”, menores usados en los campos de soja para marcarle a los aviones las líneas de fumigación. Viviana: “Lucas me dijo: te doy mi auto como garantía. Le contesté: no, tenemos que resolverlo nosotros mismos” (Lucas falleció tiempo después, y ya es un emblema para los vecinos de la región). Finalmente quedó como garantía el Renault 19 del hermano de Patricia: “¿Cómo no lo voy a poner, si hablamos de la salud de todos ustedes?” le dijo.
El amparo se hizo para que sojeros como Gustavo Gaillard y Víctor Hugo Villarnovo, se alejen a no menos de 800 metros (fumigaciones terrestres) o 1.500 metros (aéreas).
¿Conclusión sobre el juez Martínez? “Para mí es un re capo” define Viviana. Ailén vuelve de jugar con sus hermanos, con la cara sucia. “Desde que pararon de fumigar la nena anda de aquí para allá, en patas, se moja, juega. Nunca más fui al médico por esto”.
El juez no habla con la prensa (“ya tiene demasiadas presiones en contra” dicen quienes lo conocen). El camarista Enrique Müller, cuyo voto fundó el fallo de la Cámara de Apelaciones (con el apoyo de sus pares Armando Drago y María Cristina de Césaris de Dos Santos Freire), aceptó atender a mu telefónicamente, sin hacer declaraciones, salvo una cita de Francis Bacon (1561-1626), que proyecta el sentido de su voto: “No podemos dominar a la naturaleza sino obedeciéndola”.
Glifosato + Viagra
La propuesta más rara que recibió Viviana provino del señor Leonardo Nonino, propietario de otro campo cercano. “Me dijo: ‘como tengo que fumigar, te pago un hotel y te vas un par de días con tu familia’. Le respondí: ‘¿Y el resto del barrio?’ No entienden. No quiero plata, no quiero mudarme, no quiero hoteles, solamente queremos que nos dejen tranquilos”.
La recorrida por San Jorge lleva al club del mismo nombre, que además de todos los deportes tiene cultivada soja en uno de sus predios. Los silos cerealeros están en el medio de la ciudad, por ejemplo, frente a la escuela San José de Calasanz, cuya directora María Angélica Tamone, confirmó a mu que en los últimos años murieron tres maestras de cáncer, sin que nadie logre hacer más que alarmarse y sospechar. La Obra Social del Sindicato de Fideeros y Afines comparte la alarma. Héctor Lombartte, tesorero del gremio: “Le puedo decir que en los últimos tres años, los casos de cáncer que atendemos crecieron entre un 300 y un 400 por ciento. Estamos organizando un encuentro para tratar el tema y ahí daremos a conocer todos los datos. Los sojeros están apoyados por los gobiernos provincial y nacional, que tienen un espíritu puramente recaudatorio. La salud queda en segundo plano”.
Carlos Manessi, del Cepronat, da un paso más: “Queremos que se discutan la contaminación, las enfermedades, pero además todo este modelo de producción que genera desempleo, porque expulsa del campo a gente que termina en las periferias de las ciudades. Son refugiados ambientales. Los gobiernos les dan planes sociales, que financian con la recaudación que obtienen de la soja. Es un círculo vicioso terrible”. David Ercole, bombero voluntario que entendió todo tras ser fumigado por un “mosquito”, lo cual le produjo un espasmo de glotis y diarreas planetarias, agrega: “La gente se va hacinando en las ciudades, sin trabajo, sin educación y así se busca atacar la materia prima que es la neurona”, dice, como si hablara de otra desertificación.
Gerardo y Roxana tienen una casa de decoración frente a la plaza principal, y simpatía hacia el boom sojero: “Hay más dinero, más movimiento. Es cierto que no hay más tambos, ni ganado y hoy si usted va al campo, va a notar que ya nadie vive allí. Pero si no encuentran rentabilidad, van a lo seguro, la soja”. Roxana: “Lo de las enfermedades se nota mucho, pero los productores mismos no sé si se enferman. Claro, viven en el centro”.
Más experiencias. Alicia Boscatto es subjefa del Registro Civil. Por curiosidad personal (y familia con antecedentes) empezó a anotar qué porcentaje de fallecimientos fueron provocados por cáncer en San Jorge. Resultados: en 2008, 16,20 %; 2009, 25,74%. “Y en el primer trimestre de este año, más del 30 %” informa Alicia, “pero lo grave es que en muchas de las otras defunciones, los médicos ponen como causa el ‘paro cardio respiratorio’, sin aclarar cuál fue la enfermedad primaria que lo provocó. Y que a mucha gente la llevan a atender a Rosario y se muere allá. O sea que el porcentaje puede ser mucho mayor”.
El doctor Angel Bracco es médico clínico: “Lo que se ve en el consultorio es que además de las alergias severas, hay cuadros de hipotiroidismo, cáncer de tiroides y de páncreas, por ejemplo, que superan cualquier casuística conocida. Falta ahora establecer la relación entre la producción y las enfermedades. La economía es importante, pero no a expensas de las personas. El estado de la salud pública aquí es inversamente proporcional al enriquecimiento sojero”. Dato sorpresa: “El efecto endócrino de estos herbicidas está demostrado, y genera enormes alteraciones y disfunciones sexuales. A los casos de esterilidad, cada vez mayores, hay que agregarle… mire, la verdad es que el Viagra en San Jorge es lo que más se vende, incluso entre jóvenes de menos de 40 y 30 años. Cuando se estudien estos temas, creo que ahí hay otra patología escondida, en varios casos con el mismo origen”. Bracco no quiere cargar culpas sobre los productores. “Conozco a varios que son responsables, dispuestos a cumplir la ley, pero hay falta de control por parte del Estado. Creo que se vienen problemas de salud pública que van a ser más costosos que todo lo que se obtenga hoy por la soja. Además, la historia enseña que esa tendencia al monocultivo fue siempre una desgracia para todos los países que lo aplicaron”.
El Cepronat y otras organizaciones están juntando firmas para que el gobernador Binner provincialice de algún modo el fallo judicial. En Barrio Urquiza los chicos están jugando afuera. Viviana Peralta reconoce: “Yo no celebro, porque no quiero perjudicar a otros. Pero que no me perjudiquen”. José muestra un proyecto de cartel que imagina con la foto de Ailén y la frase “no me maten”. Enfrente se ve el campo donde ya no hay paraísos, pero donde la biología empieza a hacer lo suyo. ¿Será que toda esta historia (social, política, económica, de ideas y de glándulas) debe leerse como una batalla entre la fertilidad y la esterilidad?
Viviana medita ante el mate dulce: “La soja es oro para algunos pero nosotros, ¿qué somos? ¿Menos que el ganado chino? Todos miran para arriba, para los que ganan plata. Nosotros no importamos”. En la cocina, da de mamar a su hija (otro modo de levantarle las defensas). Y luego postula una idea cuya aplicación sistemática podría mejorar algo del universo conocido. “Vamos a seguir esto hasta el final porque no tienen derecho, con perdón, a jodernos la vida. ¿Sabe qué cambió con todo lo que hicimos? Que ya no tengo miedo. Y que ahora podemos dormir tranquilos”.
Portada
Hasta siempre, Mirta
Lo dijo con una sonrisa, amorosa, y con la mirada encendida, directo a los ojos: “El miedo es para los cobardes”. Fue un jueves de puro sol, cuando le preguntamos si tenía miedo en este contexto, antes de comenzar una nueva ronda que justo ella, con otras trece madres, fundó el 30 de abril de 1977, cuando buscaban con desesperación a sus hijos e hijas.
Mirta Acuña de Baravalle buscaba, además, a un nieto o nieta: su hija Ana María, a quien secuestraron el 26 de agosto de 1976 junto a su compañero Julio César Galizzi, estaba embarazada. Mirta murió este viernes sin saber qué pasó con ellos.
Su despedida será de 16 a 19 en el hall del Municipio de San Martín, el partido donde ella vivía, donde jugaba al scrabble sin cansarse, y donde seguía todos los jueves las rondas de Madres Línea Fundadora por las transmisiones de medios comunitarios, mandando saludos en vivo y recordatorios que una hermana leía sobre otras personas desaparecidas.
Tenía 99 años, la mirada encendida y la sonrisa amorosa, para indicarle a nuevas generaciones que la lucha sigue.
Gracias, Mirta.
Presente, ¡ahora y siempre!
Mirta en las marchas masivas del 24 de Marzo, marchando por la memoria, la verdad y la justicia junto a sus compañeras de Madres Líneas Fundadora. Foto Lina Etchesuri para lavaca
24 de Marzo de 2017. Mirta acompañada por Victoria Moyano, nieta recuperada. Foto Lina Etchesuri para lavaca
Esta foto fue tomada el 29 de febrero de este año y fue el último jueves de ronda donde estuvieron las tres Madres Líneas Fundadora juntas: Nora Cortiñas (fallecida el 30 de mayo), Mirta Baravalle (en el centro) y Elia Espen. Consultada sobre si tenía miedo en un contexto de discursos de odio y negacionistas, Mirta respondió a Lavaca con una sonrisa: “El miedo es para los cobardes”. Foto Lina Etchesuri para lavaca
Nota
S.O.S. Garrahan: el desfinanciamiento del hospital modelo
Un guardapolvo blanco, pintado de letras rojas en el dorso: “Salud en lucha”. Una pancarta naranja, con letras negras, que grita: “El Garrahan es insalubre”. Lo que adorna a las instalaciones del centro pediátrico de referencia en salud pública, gratuito, de altísima calidad y de máxima complejidad donde se atiende a infancias de todo el país, refleja el contexto de lucha: seis paros en diez semanas. Una movilización el martes pasado a Plaza de Mayo. Otros paros por venir. Y un festival que se está organizando para el 8 de noviembre. Seis mil laburantes que dijeron basta, que ya no se puede, que así no se sigue. Los reclamos son tan centrales como diversos: salario, condiciones laborales y presupuesto. Todos, repercuten en un problema tan primordial como poco tenido en cuenta: la salud mental de sus trabajadoras y trabajadores.
Por Francisco Pandolfi
Lo que pasa puertas adentro de esta entidad emplazada al sur de la Ciudad de Buenos Aires llevó a que en 2019 se creara la Comisión de Condiciones de Trabajo Insalubres y Agotamiento Prematuro del Hospital Garrahan.
Ivone Malla tiene 55 años y es, desde hace 12, médica hepatóloga del hospital e integra la comisión desde su nacimiento. Le cuenta a lavaca por qué surgió la necesidad imperiosa de organizarse y de ponerle ese nombre: “En 2019 empezamos a notar la situación compleja en la que estábamos. El grado de sufrimiento que padecíamos por estar expuestos durante tanto tiempo, todos los días, muchas horas por día, bajo una presión insoportable un tercio de nuestra vida. Armamos un grupo de whatsapp, primero entre cinco, seis personas, y en menos de una semana éramos 200. Hicimos reuniones y armamos la comisión con integrantes de distintas áreas del hospital. Y decidimos armar un informe que es contundente por los datos que denuncia. El documento de 40 páginas tiene cifras como estas: “En el Garrahan muere casi un paciente por día. La mayor parte es menor de un año y un cuarto menor a un mes”.
La salud de quienes cuidan la salud
Ivone actualiza algunos datos del informe presentado en marzo de 2020:
–El 26 por ciento de las licencias que se piden en el hospital se deben a trastornos de depresión y problemas de salud mental.
–Hicimos una encuesta y uno de cada 2 trabajadores del hospital toma psicofármacos.
–Otro dato alarmante tiene que ver con la tasa de suicidios. El hospital duplica a la tasa del país, que es de uno cada 12 mil personas por año. En el Garrahan somos 6 mil laburantes y tenemos un trabajador por año que se suicidó. De hecho, cuando empezó este reclamo se mató un compañero. Obviamente este no es un número oficial, porque pedimos el registro a las autoridades y no brindan la información, pero nosotros sabemos bien lo que pasá acá.
Frente a este escenario, desde la Comisión proponen medidas concretas: “Demostramos con datos fehacientes que el trabajo que realizamos afecta nuestra salud física y mental y amerita la aplicación de un régimen especial que contemple las condiciones de trabajo insalubres y/o agotamiento prematuro a los que estamos expuestos, y limite la exposición con reducción horaria sin afectar nuestros salarios (de ocho a seis horas el área médica y de siete a seis la enfermería), licencias por estrés (de cinco a quince días anuales) y reducción de nuestros requisitos jubilatorios (25 años de servicio, mínimo 50 años de edad y 82% móvil).
Ivone sentencia: “Se habla mucho del modelo Garrahan, que la manera de sostenerlo es que pasemos más horas en el hospital y debe suceder todo lo contrario. Un motivo por el que se están yendo muchos profesionales es por los bajos salarios, porque aunque siempre cobramos poco el ajuste de los últimos meses es feroz, pero otro factor es por ese mismo modelo Garrahan que te obliga a quemarte, a dejar la salud, porque te exprime a tal punto de ser expulsivo. No podemos continuar un sistema que no cuida la salud de quienes cuidamos la salud pediátrica de mayor complejidad del país”.
La situación de insalubridad de las y los trabajadores del Garrahan es gravísima.
El sueldo más bajo de la historia
Norma Lezana es la Secretaria General de la Asociación de Profesionales y Técnicos. Tiene 62 años y hace 36 que trabaja en el hospital, cuando ingresó meses después de la inauguración del Garrahan, el 25 de agosto de 1987. “Estudié en la universidad pública y recuerdo cómo mi sueño era trabajar en ese lugar que se estaba construyendo. Yo armé mi vida en paralelo a este hospital de tanto prestigio, que sigue solucionando las enfermedades más graves y raras de los niños y niñas de Argentina, que no son números. Cada historia es un pacientito, un nombre, una familia. Cada caso requiere una reunión, un equipo interdisciplinario detrás, esa siempre fue la intención acá, así nos formamos y así creció el Garrahan”, dice Norma, ya con los ojos vidriosos.
Esa labor en equipo, hoy la replican para otro tipo de lucha: “Ahora nos toca defender la importante misión que tiene esta institución, en un momento en el que quienes trabajamos estamos cobrando el sueldo más bajo de la historia. En menos de un año, la inflación fue de 236% y nuestro salario apenas subió el 100. Este cambio fue de golpe, entonces no hubo manera de acomodarnos, porque no podés de un día para el otro dejar de pagar internet, de mandar a tu hijo al colegio, ya no pagar los impuestos. Es angustiante lo que estamos viviendo. Una compañera el otro día me dijo que empezó a pagar el alquiler con el crédito que te da Mercado Pago, que te cobra mucho interés y en poco tiempo ya no va a tener sueldo. Otra me dijo que no tenía de dónde sacar para el campamento escolar de su hijo. Yo gastaba 5 mil pesos de luz y me vinieron 100 mil. Es muy estresante, esto antes no pasaba”.
Desde las distintas organizaciones que forman la vida política del hospital dan números concretos: los operarios y técnicos no llegan a 500 mil pesos. De enfermería a 750 mil. 900 mil del área médica con aproximadamente 15 años de experiencia. Ivone expresa: “Necesitamos una recomposición salarial del 100% y un sueldo inicial igual a la canasta familiar, que hoy está en 1.500.000 mil pesos”. Completa Norma: “Los sueldos más bajos están bajo la línea de la pobreza y los de la mayoría, salvo los de los médicos más antiguos y los cargos de conducción, tampoco llegan a cubrir la canasta básica. Frente a esto, nuestro sueldo subió un 1 y un 2% en las últimas paritarias, que es lo que firmó UPCN con el gobierno nacional. Por eso denunciamos al sindicato, a la CGT y a la CTA, porque firmaron esto calladitos, como si no se dieran cuenta la situación que vivimos”.
Norma es licenciada en nutrición y pone el foco en lo que compra (o no) la gente y en lo que mira (o no) el Gobierno nacional: “Veo changuitos vacíos, poca fruta, verdura y lácteos. El salario no es algo que nos puedan recortar, porque no es un gasto. Pero este gobierno es insensible, cruel, lleno de mercenarios. Pueden hablar de déficit cero, de que Caputo es el mejor ministro, pero la realidad es que varios enfermeros después de trabajar diez horas, cuando salen a las 7 de la mañana de acá se van a otro trabajo y no a descansar. Puede ser libertario o no libertario, pero si esta es la realidad sólo queda claro que es un gobierno pésimo”.
Mientras tanto, la perspectiva del Ejecutivo: “El Ministro de Salud Mario Lugones acaba de presentar un plan estratégico de recorte del 20% en la salud. Es criminal esta decisión. Y sólo se explica con el lobby que está haciendo la gestión privada. Los funcionarios son sus gerentes y nos están llevando a un retroceso tremendo”.
Hay salarios iniciales que no llegan a los 500 mil pesos.
El éxodo de trabajadores
Josmar Flores Arnéz es licenciado en bioimágenes, tiene 36 años y hace 15 que trabaja en el servicio de neurointervencionismo del hospital. “Desde hace varias semanas luchamos por una recomposición salarial y por mejores condiciones de trabajo. Este año convivimos con un presupuesto congelado que duró los primeros seis meses. El Ministerio de Salud mandó una ampliación de ese presupuesto, pero es insuficiente. Por eso exigimos la apertura de paritarias y un porcentaje acorde que por lo menos nos empate con la inflación. Las categorías más bajas no pueden cubrir ni lo básico, como vestirse, comer, educarse”.
Josmar es delegado de la junta interna de ATE y comparte un dato que refleja la situación extrema: “No nos quisieron decir el número concreto, pero desde la propia Dirección confesaron que en los últimos 9 meses renunció la misma cantidad de profesionales que en los últimos 9 años. Si bien esta situación no empezó con este gobierno, sí la profundizó muchísimo y potenció el éxodo de profesionales. Esa pérdida no se recupera”.
Guido Gromadzyn es neurocirujano y parte de Trabajadores Autoconvocados del Garrahan. Tiene 40 años y desde 2009 recorre estos pasillos. Su cumpleaños de 15 no está siendo el más feliz: “Nunca estuve tan preocupado, porque la salud pública está peor que nunca. El hospital hasta ahora, había sido un oasis al realizarse las técnicas más avanzadas y nunca nos faltó nada. Si bien muchas veces tuvimos conflictos de sueldo, es muy preocupante sentir cómo el hospital de a poco se va debilitando y desmantelando desde el recurso humano, y desgranando todo el trabajo interdisciplinario tan característico del Garrahan. Siempre tuvimos los mejores profesionales y ahora están renunciando porque no llegan a fin de mes, profesionales que tienen alquilar y les es imposible, hipermegaespecialistas que ya no les conviene hacer las jornadas extendidas de 8 horas cobrando un sueldo miserable y entonces se van a trabajar a otro lugar o directamente fuera del país”.
Guido mira el futuro: “Es lo que más me preocupa. Somos un hospital escuela y va a llevar años y décadas formar este tipo de profesionales. Esto va a repercutir directamente en la salud de los chicos y si sigue así va a empeorar, porque muchos compañeros nos dicen: ‘Yo estoy hace 15 años, siempre me puse la camiseta, pero más allá de marzo no aguanto’. Es desesperante saber que en poco tiempo el gobierno está rompiendo todo y que nos va a llevar muchísimo reconstruirlo”.
Sobre el financiamiento freezado, Norma Lezana pone números: “Al presupuesto que teníamos de 60 mil millones del año pasado, que estuvo congelado todo el año y que en junio se acabó, llegó un refuerzo de 90 mil millones de pesos, o sea, un tercio más. Pero eso no tiene nada que ver con la realidad. Solo por poner un caso: el medicamento gammaglobulina aumentó 10 veces, y lo mismo sucede con el resto de los remedios, insumos y obras. Por eso en salud no se puede ajustar, pero el ministro Lugones es el hombre manos de tijera, solo piensa en recorte, recorte y recorte”.
Hay motosierra, licuadora y también organización como defensa de la salud pública.
El ministro que nunca pisó el hospital
El Juan Pedro Garrahan lleva ese nombre por un reconocido pediatra. En cuanto a su sostenimiento, depende un 80% del Ejecutivo nacional y un 20% del gobierno porteño. Cuando a principios de octubre asumió el ministro Lugones, una de sus primeras decisiones fue echar a todos los integrantes del Consejo de Administración, al otorgar un bono por única vez de $500 mil pesos a las y los trabajadores. Contextualiza Ivone: “El bono no fue una dádiva, sino el producto de varios meses de reclamo y además se obtuvo con recursos genuinos que producimos con nuestro trabajo, ya que ese dinero salió de una caja donde va la plata que se recauda de las obras sociales de los pacientes. Esa caja sigue existiendo, pero el mensaje de la patronal fue que ya no se repartirá entre las y los trabajadores”.
Josmar agrega: “Cuando Lugones se reunió hace 15 días con el nuevo Consejo de Administración (presidido por Soraya Anis El Kik) dijo públicamente que el presupuesto del hospital garantizaba su total funcionamiento, pero nosotros sabemos que no es así”. Da un ejemplo: “En una de las terapias especializadas en pacientes inmunosuprimidos donde sí o sí debe haber una determinada ventilación, en estos últimos días de calor los aires acondicionados no funcionaron. Y no funcionan desde hace varios meses porque dicen que no hay plata para arreglarlos. Da otro: “No solamente se nota en las habitaciones de los pacientes, también en los entrepisos técnicos donde está toda la maquinaria, hay mucha precariedad en el ambiente, con paredes, techos y pisos rotos”. Otro más: “En los vestuarios del personal hay humedad, hay ratas, hay baños clausurados”. Y explica el por qué de las palabras del ministro Lugones: “Nunca pisó el hospital”.
A 37 años de su inauguración, sus trabajadores denuncian cómo lo están desmantelando.
La resistencia
Por año, el Garrahan atiende 660 mil consultas. Realiza 12 mil cirugías. Trata el 40% del cáncer infantil del país. Hace más de 100 trasplantes pediátricos de órganos, lo que representa al 50% de toda la Argentina.
Eso, y muchísimo más, es lo que está en juego.
Tras la marcha blanca del martes pasado, donde confluyeron con las clases públicas universitarias, ayer se consensuó en la asamblea del Garrahan continuar el plan de lucha. Se votaron dos paros: el jueves 31 de octubre, con permanencia y distintas actividades. Y el viernes 8 de noviembre, con un abrazo cultural y social en defensa del hospital, y con el cierre de un festival musical.
Guido Gromadzyn: “Hace meses que reclamamos y, aunque esto nos está llevando un montón de desgaste mental y emocional, vamos a seguir organizándonos para que esto le llegue a toda la comunidad y así evitar que esto se desbande aún más. Vamos a seguir, porque aunque este gobierno parezca que nunca escucha, siempre sirve hacer ruido”.
Cierra Norma Lezana: “Hay mucho en riesgo y no sé si la población es consciente de lo que se puede llegar a perder si no hay un cambio de rumbo en un gobierno que no dialoga, que no entiende lo evidente. Acá estamos preparados para resistir, porque si no resistimos nosotros, no lo va a hacer nadie. Estamos fortalecidas y convencidos de que vale la pena defender todo lo que significa nuestro hospital Garrahan”.
Nota
Desalojo a una comunidad originaria en Jujuy: el poder político detrás de la violencia policial
La comunidad originaria kolla de Guerrero, al sur de la provincia, fue desalojada este martes en medio de una violenta y desproporcionada represión policial: “Casi 200 policías para un puñado de mujeres, niños y ancianos”. Hubo detenciones y vejaciones: “Les hicieron sacar toda la ropa; los tuvieron contra una pared con los brazos arriba por tres horas y si querían bajar los brazos, les pateaban las canillas”. La complicidad entre la Justicia y el poder político. La figura del empresario de medios y ex vicegobernador peronista Guillermo Jenefes, cuya familia reclama esas tierras. La voz de la comunidad desterrada, que hace siglos vive en ese territorio: “Pasaron las topadoras por nuestras casas, por nuestra chacra. Arrasaron con todo, no quedó nada”.
Por Francisco Pandolfi
En Jujuy, a la gente originaria la destierran de su tierra, por ejecución de la policía, por orden de la Justicia y por decisión de la política.
Los desalojos de las comunidades indígenas no son una excepción, sino una regla a piaccere de quienes manejan la provincia del norte del país. Fueron moneda corriente en la última parte de la gestión de Gerardo Morales. Y lo son desde que el pasado 10 de diciembre lo reemplazó Carlos Sadir, quien fuera su Ministro de Hacienda y Finanzas. Este martes, cinco familias campesinas fueron arrancadas de su tierra ancestral en la localidad de Guerrero, al sur de la provincia de Jujuy, a 20 kilómetros de la capital, San Salvador. Una comunidad que contaba con personería jurídica desde 2008, otorgada por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) y con el plano catastral que marcaba los límites de su territorio, publicado incluso en el Boletín Oficial de la Nación (resolución 62/2018). Ni ese marco legal impidió un operativo violento y descomunal conformado por más de 150 policías, luego que la jueza Lis Valdecantos Bernal, a cargo del Juzgado 7° de Primera Nominación en lo Civil y Comercial, ordenara el desalojo.
No se trata de un terreno más. Detrás de este desalojo se encuentra la todopoderosa familia Jenefes, que reclama las tierras como propias. Guillermo Jenefes fue vicegobernador de Jujuy entre 2011 y 2015, en la administración peronista de Eduardo Fellner. En ese lapso, nombraron a la Valdecantos Bernal como jueza. Guillermo Jenefes también fue uno de los constituyentes que votó a favor de la Reforma (in)Constitucional que el radical Gerardo Morales impuso el año pasado a espaldas del pueblo. Guillermo Jenefes además es un robusto empresario de medios de comunicación de Jujuy. Juan, su hijo, denunciante de la comunidad indígena, es diputado provincial por el PJ.
Fotos: comatoconvocada.jujuy
Arrasa-miento
Lorena Durand integra la comunidad kolla de Guerrero recientemente despojada. Cuando la contactamos desde lavaca, pidió si la podíamos llamar “en quince minutos” porque estaba entrando al colegio de sus hijos a justificar por qué no fueron a clase esta semana. Se la nota agitada. Con un dejo de agotamiento en el habla y en la respiración, que persiste en el aire cuando termina cada oración. Minutos después, lo primero que dirá son dos palabras, con múltiples significados: “Acá estamos”.
El acá estamos literal es en el portón de ingreso de su comunidad. “Nos acercamos a pedir por nuestros animales. Y a darles agua y comida, pero no nos dejaron. Además de animales grandes, como vacas, caballos y ovejas, quedaron gallinas, gatos y un corderito al que estábamos dándole mamadera. Una abogada proteccionista nos está ayudando y logró que nos los entreguen, aunque por tandas. Ayer nos devolvieron algunas perras, en un estado deplorable, golpeadas, asustadas. De 30 gallinas nos dieron 11, todas muy lastimadas. La Policía demolió nuestras casas, pasaron las topadoras cuando la orden judicial decía solamente desalojar. No deberían haber tocado las viviendas y creemos que en esa demolición aplastaron a muchos animales”.
El acá estamos, Lorena también lo dice suspirando injusticia y una lucha que seguirá, ahora sin un techo donde vivir, y en una abismal desigualdad de condiciones. Habla de corrido, como quien necesita diseminar lo que está pasando lo más rápido y contundente posible. “Los animales grandes no los vamos a sacar, porque sacarlos sería perder nuestra posesión y no lo vamos a hacer”. Y repite, porque cree que hay oraciones que necesitan subrayarse: “Y no lo vamos a hacer. Nosotros acá estábamos en uso y posesión de nuestra tierra, vivíamos, teníamos árboles frutales, nuestra chacra y los animales, que son nuestra principal fuente de ingreso. Todo fue arrasado. Todo. No quedó nada”.
Fotos: comatoconvocada.jujuy
Jenefes, el patrón
De fondo, se escuchan los bocinazos de gente autoconvocada que se acercó a apoyar a las familias. Hay mucho ruido en este desalojo: “Somos una comunidad aborigen con reconocimiento nacional, pero en Jujuy Guillermo Jenefes maneja absolutamente todo: el poder político, la policía, todo, todo, todo. Él quiere sacarnos del terreno para fraccionarlo y venderlo; al resistir estamos yendo contra el gran patrón de la provincia”.
Lorena argumenta: “Nosotros no somos una comunidad improvisada como él nos quiere hacer ver, no estamos fuera de regla. Hasta tenemos personería jurídica otorgada a nivel nacional. Figuramos en el ReNaCI (Registro Nacional de Comunidades Indígenas) y en el ReTeCI (Programa de Relevamiento Territorial de Comunidades Indígenas), además de tener nuestra carpeta técnica aprobada por el Estado Nacional. Desde Buenos Aires mandaron un equipo técnico y corroboraron nuestra existencia y preexistencia en este lugar, donde estuvieron nuestros antepasados mucho antes que cualquiera. Pero hoy, con el poder y el dinero que tiene, Jenefes hace lo que se le antoja”.
Fotos: comatoconvocada.jujuy
Una peli de terror
El martes a la mañana arremetió un operativo encabezado por efectivos del CEOP (policía provincial), con más de diez patrulleros, caballos y armas de fuego. Detuvieron a seis integrantes de la comunidad “por resistencia a la autoridad” y los liberaron algunas horas después. Cuenta Lorena: “Nos pasaron por encima. Vinieron casi 200 agentes para desalojar a un puñado de mujeres, niños y ancianos. A mi nene de 10 años le doblaron los brazos hacia atrás. Fuimos violentados y vulnerados, la situación fue totalmente caótica y traumática. Se llevaron a dos personas mayores de 70 años, sin comida, ni bebida, incomunicados. A mi esposo y a mi primo los golpearon, los vejaron, les hicieron sacar toda la ropa “para buscarles los celulares”; los tuvieron contra una pared con los brazos arriba por tres horas y si querían bajar los brazos, les pateaban las canillas. De terror la violencia que generaron, no hay palabras para describir lo que pasamos”.
Hay más. Clemencia Farfán tiene 99 años y vivió allí toda su vida. Es la abuela de Lorena: “La sacaron de la cama donde estaba, la empujaron a su silla de ruedas y la llevaron afuera, le cerraron las puertas de su propia casa y la pusieron de espaldas a su tierra. Fue terrible lo que hicieron y con muchísima brutalidad”. Su abuelo Carlos falleció hace tres años y está enterrado en su territorio. “El mayor miedo que tenemos es que saquen el cadáver de nuestro abuelo. Nos dieron 72 horas para que lo saquemos. ¿Cómo vamos a sacarlo de su tierra? Ellos están tratando de borrar todas nuestras huellas, causando el mayor daño posible antes de que regresemos a nuestro hogar, porque saben bien que hicieron las cosas mal, que la orden de la jueza está totalmente fuera del orden constitucional”.
Un puñado de kollas
La vocera de la comunidad asegura que la jueza Lis Valdecantos Bernal firmó el desalojo porque Jenefes, cuando era vicegobernador, la nombró en ese cargo. “Le pagó el favor y puso una firma donde no había argumento, pero Guillermo Jenefes mueve los hilos de todas las marionetas: el Poder Judicial, la Policía y el resto de los políticos. Él hace ostentación de su poder, a diestra y siniestra, sin importarle nada”.
La disputa la tierra lleva 17 años sin ninguna resolución: Explican desde la comunidad: “Si Jenefes tuviese algún papel que demostrase que es suya o de su familia, ¿alguien podría creer que el conflicto jurídico seguiría? No, nos hubieran sacado desde un principio. No hay ni un papel que corrobore que el terreno es de él, pero la jueza debió pagar el favor. Este hombre es dueño del canal 7 –la única señal que llega a todo Jujuy– y tiene mucha injerencia en el canal 4, por eso en la provincia no se nos abren los micrófonos”.
Además de un posible negocio inmobiliario, en zona de majestuosas yungas, pura vegetación verde y cerros, Lorena apunta a otro foco de la persecución: “Jenefes es una persona cuyo orgullo no le permite mirarnos como iguales. Odia que un puñado de kollas ose pararse delante de él, mirarlo a los ojos y decirle: ‘Vos no sos mi patrón’. El país tiene que saber que los desalojos a las comunidades originarias están siendo cada vez más frecuentes. Los terratenientes están tomando un impulso que debemos frenar. Lo que nos hicieron debe ser la gota que rebalsó el vaso”. Concluye, desde la puerta de su comunidad, aunque del lado de afuera del portón: “Somos la comunidad aborigen de Guerrero, pertenecientes al pueblo kolla, de piel oscura y estamos orgullosos de serlo. Acá estamos, y acá estaremos”.
Fotos: comatoconvocada.jujuy
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