Nota
Ciencia, política, infancias y big data: pensando la pandemia de Buenos Aires a Suecia
Segundo intercambio entre Claudia Acuña, fundadora de lavaca, con la dramatruga América Vera Zabala, hija de exiliados chilenos y ciudadana sueca, sobre cómo se vive la pandemia en dos países muy diferentes.

Buenos Aires, Argentina, 23 de marzo de 2020.
Querida América:
Abrazo a tu miedo desde acá, desde el teclado desinfectado. Y te agradezco profundamente tu respuesta, en especial porque hay una frase de tu carta que me ayudó mucho a pensar lo que nos está pasando. Es la que dijo el epidemiólogo jefe de la Agencia de Salud Pública, Anders Tegnell, la principal voz científica al mando de esta pandemia en tu país:” El equilibrio entre política y ciencia en nuestro caso es un poco diferente que en otros países”. Creo que, finalmente, de eso se trata todo esto que padecemos: la relación entre ciencia y política.
Es muy compleja analizarla hoy, porque esa relación depende de cuestiones globales, históricas –en el sentido de qué capítulo se está escribiendo hoy- y locales. Todas influyen muchísimo y cada una en sí misma es una maraña de información de acceso restringido, para expertos, y por eso mismo, parcial y específica. Destejer toda la teleraña es, en medio de una pandemia global, casi imposible. Dependemos de haber estado atentas a esa complejidad, tratando de aprender a desentrañarla.
Escribí dos días antes de los anuncios de aislamiento total un artículo donde describía una imagen que me perturbó: la del Primer Ministro británico recibiendo un informe de una prestigiosa universidad de ciencias que detallaba cómo, de no tomarse medidas extremas, la cifra de muertos iba a ascender al millón de personas. Dije entonces que esa imagen del Primer Ministro inglés nos podía hacer pensar, al mismo, tiempo, en un capítulo de la serie Black Mirrow y/o en el rol estratégico que tienen hoy los llamados “algoritmos”.
Casi una semana después, tras el cuarto día de asilamiento, acabo de leer que nuestro Presidente recibió un informe similar, producido por el Ministerio de Salud de la Nación, que trazaba las perspectivas de acuerdo a tres hipótesis. La hipótesis que partía de no tomar medidas extremas auguraba dos millones de muertos. Ese informe fue determinante para la decisión de imponer el aislamiento social de todo el país.
Es difícil imaginar a un Presidente que obvie semejantes predicciones y mucho menos si se emiten en nombre de la ciencia. Salvo un irresponsable o sin futuro político, aunque por cierto tenemos los tenemos ejerciendo el mando de los países más importantes de la región: Estados Unidos y Brasil, por caso.
La pregunta entonces es si esas proyecciones son certeras.

Este verano estuve leyendo bastante sobre el proyecto de Big Data que alimenta las investigaciones sobre Inteligencia Artificial, que hoy concentra los mayores recursos e interés de las corporaciones globales. Te aconsejo leer, en especial, La silicololización del mundo, del francés Erci Sadin, porque en forma didáctica y a través de un hilo histórico reconstruye el origen, las etapas, el momento actual y también las proyecciones políticas de este proceso. No es fácil sintetizarlo en pocas palabras, al menos para mi, pero rápido y furioso diría: atenti. Acá hay algo importante, determinante y peligroso y ese algo es absolutamente desconocido para todes nosotres, aunque se está llevando a cabo con nuestra colaboración.
Ayer tradujimos un artículo del filósofo coreano Byng Chul Hang que describe exactamente aquello que Sadin nos advierte: cómo el gobierno coreano pudo controlar el coranavirus en base a los sistemas de vigilancia absoluta que ejerce sobre toda la población. No hizo falta decretar el aislamiento social porque ya están asilados. La forma de control que tienen es tal que les permite determinar todo lo que hacen, cómo es su estado de salud, con quién contactan, por dónde andan y hasta con quién comparte el asiento del tren. En este contexto de control absoluto por parte del Estado de cada ciudadano, es muy fácil detectar quién está
infectado y quién no, o quién estuvo en contacto con alguien de riesgo y quién no, y emitir entonces, con un mensaje de texto que te llega a tu celular, la orden de quedarte en casa, bajo supervisión de las autoridades.
Imagino lo que para la política significa este sistema de control poblacional. Tener en sus manos una herramienta increíble, capaz de detectar desde posibles intenciones de votos hasta miradas críticas, para segregarlas, perseguirlas o manipularlas.
Persona por persona.
Otra vez, Black Mirror.
Pero seamos justas: es una herramienta. Se puede usar para el control poblacional, pero también para establecer políticas precisas, eficientes, humanitarias.
Y eso depende de la política, no de la ciencia.
Me divierto pensando qué es lógico que los algoritmos, luego de procesar toda la información disponible sobre nosotres, los humanos –desde las tarjetas de crédito hasta las historias clínicas, y sobre todo, las redes sociales- aconseje nuestro aislamiento social.
Tienen razón: somos el peligro para este planeta.
Quizá llamemos coronavirus al momento en el que las máquinas nos advirtieron: si no paran, millones de personas morirán.
Estocolmo, 24 de Marzo de 2020
Claudia:
Hoy es el 24 de marzo y ayer pensé ¿qué van a hacer y cómo para salir a las calles sin salir? Ya me contaras.
Había pensado contarte sobre el plan económico del gobierno socialdemócrata sueco para enfrentar los efectos del coronavirus, pero cuando llegamos a la casa, después del colegio, los chicos comenzaron a jugar mientras yo me puse a preparar la comida. Sacaron un manta y se sentaron: era una alfombra voladora. ¿A dónde van?, les pregunte. Y como tantas veces antes, me respondieron con mucho entusiasmo:
-A Buenos Aires.
Bertolina, la más chicas de los tres, nunca fue, pero como confía mucho es sus hermanos mayores sabe que Buenos Aires es un sitio muy especial. Por la primera vez les respondí: No, a Buenos Aires no pueden ir ahora porque todo el mundo está encerrado. Entonces Ernesto, el mayor, se me acerca y me explica que ellos pueden ir porque sólo van a volar la ciudad por encima.
¿Hay alguien que vuela por encima de todo esto? De lo que yo puedo analizar a simple vista, ni siquiera los s ricos- que normalmente vuelan por encima- porque ahora están corriendo el mismo riesgo que todos. ¿Es por eso que todo el mundo lo está tomando tan en serio? Porque ahora y muy rápido se han logrado cambios en la vida diaria que el movimiento ambientalista está reclamando desde años. No lo sé, y lo vamos a hablar muchas veces estas semanas y meses que vienen.

Vuelvo a los niños. Mis hijos están bien. Las escuelas y los jardines acá están abiertos, (los gimnasios y universidades sí cerraron). Ante cualquier síntoma de resfrío tienes que quedarte en casa, o te mandan a casa. Los míos están sanos, y felices de ir a sus escuelas. Este domingo Camilo tenía un partido de fútbol y gritó:
-¡No se canceló!
Ni sé si conocía la palabra cancelar antes de esto.
Ernesto está muy triste porque se cancelaron las funciones de la obra en la que actuaba: Esperando a Godot. De alguna manera siento que todos estamos atravesando la situación que cuenta esa obra: esperando.
Me pregunto cotidianamente cómo la están pasando los niños en esta sociedad infectada, si tienen miedo. Ellos, justamente, que desde este país han tomado tanta responsabilidad por movilizar al mundo por el cambio climático, ¿qué sienten ahora?
Me pregunto también qué estarán sintiendo los niños en Argentina, que ni pueden salir. Algo así, para mí suena a pesadilla. No puedo ni imaginarme cómo explicarle a mi hija de dos años una situación de encierro obligado. En Suecia salir a tomar aire fresco es una especie de religión, por eso la Agencia de Salud Pública nos dice que , si estamos sanos, salgamos a caminar, pero manteniendo un metro de distancia. Y ese consejo incluye a los ancianos. Acá todavía hace frio, la primavera está por llegar y la luz ya regresó a iluminar la mayor parte del día, pero esta mañana hacia 3 grados cuando fui caminando hasta mi oficina.
¿Y qué sienten los niños en casas con padres que pierden trabajo, pierden ingresos, en hogares donde existen problemas de alcohol o de droga, o violencia? Suecia que es un país donde al alcoholismo es un problema social grave, por ejemplo. Y me imagino que la angustia del encierro aumenta un problema así. ¿A dónde acudir cuando todo está encerrado?
Ahora voy a regresar a mi casa, caminado por un Estocolmo frio y casi vacío, que es la imagen prejuiciosa que tiene mucha gente que no nos conoce bien y cree que en los países nórdicos como hace mucho frío no sale nadie a la calle.
Las recorro pensado con mucho amor en todo lo que aprendí en Buenos Aires: el valor de la memoria, las Abuelas, la lucha contra el fascismo, el Nunca Más olvidar ni el pasado ni el presente.
Besos,
América.

Nota
Campaña: Encontremos a las/los nietos de Oesterheld
Nota
Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
Nota
5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.
Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
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