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Confluencia Arabia Saudí-Israel: la mano que mece el puñal

La ofensiva militar israelí contra la Franja de Gaza no sucedería sin el apoyo de algunos gobiernos aliados. Washington sostiene con firmeza cualquier iniciativa israelí, así como algunos países europeos. Por Raúl Zibechi.

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La ofensiva militar israelí contra la Franja de Gaza no sucedería sin el apoyo de algunos gobiernos aliados. Washington sostiene con firmeza cualquier iniciativa israelí, así como algunos países europeos. En esta ocasión, sin embargo, el Tsahal contó con el fervoroso concurso de la Casa Saud, empeñada en derribar los gobiernos sirio e iraní. Por Raúl Zibechi.

Confluencia Arabia Saudí-Israel: la mano que mece el puñal
Yo te puedo dar una garantía para proteger los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi. Los grupos chechenos que amenazan la seguridad de los juegos son controlados por nosotros”, le espetó el príncipe al presidente. Siguió alardeando sobre la posibilidad de “armar una estrategia ruso-saudí sobre el precio del petróleo”, para mantener la estabilidad de los mercados mundiales. Vladimir Putin apenas pudo contener la ira hasta el final de la reunión, celebrada en Moscú en agosto de 2013, escribe el periodista estadounidense Robert Parry (consortiumnews.com, 31 de diciembre de 2013).
El estilo patotero, pero frontal y sincero del príncipe saudí Bandar bin Sultan, jefe de la inteligencia y secretario general del Consejo de Seguridad Nacional de Arabia Saudí, fracasó en su intento de que Putin soltara la mano del presidente sirio Bashar al-Assad. En aquel momento, la guerra civil siria comenzaba a dar un giro a favor del régimen gracias al potente apoyo ruso, y toda la estrategia saudí amenazaba con venirse abajo.
Peor aún. Se estaban dando los primeros pasos para el acercamiento entre Estados Unidos e Irán, consolidado en noviembre de 2013, llamado a trastocar el tablero geopolítico de Medio Oriente, dejando toda la estrategia saudí flotando en el aire. Para Riad, el enemigo número son Irán y las masas árabes movilizadas, y cualquier cambio en la posición de Washington significa un tembladeral. Fueron momentos difíciles para la Casa Saud, que la llevó a tomar distancias (relativas) de su más firme aliado, pero sobre todo a buscar nuevas alianzas, hasta encontrar en Israel a su socio más firme para lidiar con una región que, desde el comienzo de la Primavera Árabe, amenaza con dejar a las monarquías en fuera de juego.

REPOSICIONAMIENTO SAUDÍ

La tercera semana de febrero de 2014, una nutrida delegación saudí del área de Defensa viajó a Pakistán. Según el periodista brasileño Roberto Lopes, graduado en el Colegio de Estudios para la Defensa Hemisférica de la Universidad de Defensa Nacional de Washington (Fuerte Leslie McNair), asegura que los saudíes se decepcionaron con los anuncios del gobierno de Barack Obama de retirar tropas de Irak y Afganistán, y sobre todo “con la negativa de Washington a atacar las instalaciones nucleares de Irán y derribar al gobierno de al-Assad mediante bombardeos, como sucedió en Libia” (Defesanet, 2 de febrero de 2014).
Riad negocia la compra a Pakistán de misiles chinos Dong Feng capaces de alcanzar Teherán y Bagdad, de submarinos convencionales que compra a Alemania y quizá de cazas multifunción chinos, para depender menos de los estadounidenses F-15. Las fuerzas armadas saudíes cuentan con 250 mil soldados y 300 aeronaves, siendo uno de los diez mayores compradores de armas del mundo.
Tres meses después Riad realizó un gigantesco operativo de defensa, que involucró a 130 mil militares en todo el país, que culminó el 29 de abril con un enorme desfile militar al que fueron invitadas autoridades de los países del Golfo y Pakistán. Los ejercicios coincidieron con el noveno aniversario de la llegada al trono de Abdullah y en ellos se mostraron, por primera vez, misiles de largo alcance Dong Feng-3, probablemente con ojivas nucleares múltiples, comprados a China en 1987, que tienen un alcance de hasta cinco mil kilómetros.
El director de Defesanet, Nelson Düring, destacó que el desfile sucedió pocos días después de la visita del presidente Barack Obama a Riad, lo que fue interpretado como “un claro mensaje a Washington, al régimen de los ayatolás iraníes y a los rusos, de que Arabia Saudita entró en un proceso de independiente en la defensa de sus intereses contra la continua expansión de armamentos nucleares de Irán”. Finaliza su análisis con lo que ya era un hecho consumado, “una creciente aproximación estratégica con Tel Aviv, que sería impensable hace unos años” (Defesanet, 4 de mayo de 2014).
Aunque no hay datos precisos, se sabe que Arabia Saudí contribuyó en su momento a financiar el programa nuclear de Pakistán con 1.500 millones de dólares, país que ahora podría estar suministrando ojivas nucleares a Riad.

GOLPEAR A HAMAS

Apenas 48 horas antes del desfile militar saudí, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu declaró que la amenaza de las armas iraníes es similar a la que representó el nazismo para los judíos. No dijo una palabra de las armas de Riad. En los hechos, israelíes y saudíes comparten las mismas posiciones en el mundo, lo que Parry denomina como “comunidad de intereses”, que se hizo cada vez más evidente con la Primavera Árabe.
Ambos ven a Irán como su principal adversario, los dos apoyaron el golpe de Estado en Egipto contra los Hermanos Musulmanes, rechazan las reformas democráticas en el mundo árabe y abogan por la caída de Al Assad. La Casa de Saud jugó un papel destacado en la caída del régimen de Muammar al Gaddafi y, de hecho, en buena parte de las acciones ilegales encaradas por Washington. Bandar bin Sultan, el “príncipe favorito de la CIA” según el diario israelí Haaretz, fue una pieza clave en el apoyo a la contra nicaragüense y en la financiación de los muyahidines afganos contra los soviéticos (Haaretz, 25 de julio de 2012).
El ataque a la Franja de Gaza es, de hecho, la primera operación de envergadura conjunta entre saudíes e israelíes. “El ataque a Gaza ocurre por designación de Arabia Saudí”, escribe David Hearst, editor jefe de Middle Easte Eye. Diversas autoridades de Tel Aviv hablan de ello en público, asegurando que “los fondos saudíes y de los Emiratos se utilizarían para reconstruir Gaza una vez que se hubiera neutralizado a Hamas” (Middle East Eye, 20 de julio de 2014).
En su opinión, la alianza entre Israel y Arabia Saudí se debe a que comparten los mismos temores. Tienen los mismos enemigos e idénticos aliados. Comparten, además, métodos muy similares, como lo muestra la carrera de Bandar. “Los saudíes están financiando la muy cara campaña de Israel contra Irán”, señala Middle East Eye, para rematar que “por primera vez en la historia de ambos países hay una cooperación abierta entre dos potencias militares”.
Pese a la nueva alianza, los cálculos de Netanyahu están fallando. Consideró que era el momento de golpear a Hamas porque la consideraba debilitada por la reducción de los flujos financieros iraníes y por el giro derechista en Egipto, porque creyó que los habitantes de Gaza se volverían contra Hamas y que el apoyo de Egipto y Arabia Saudita no tendría fisuras.
Ninguna de las tres suposiciones funcionó. Hearst escribe: “Los habitantes de Gaza, cuando comenzaron los bombardeos, se dijeron a sí mismos que tenían básicamente dos opciones: morir ahora, o una muerte lenta después. Eligieron la primera. La resistencia tuvo una segunda oportunidad, sin importar qué organización la encabeza. Hamas se ha visto impulsada porque es el movimiento mayor y más activo, pero incluso en un lugar tan controlado como Cisjordania, donde las lealtades hacia Fatah son profundas, la resistencia ha vuelto a ser la corriente principal” (Middle East Eye, 5 de agosto de 2014).
Los regímenes de Egipto y Arabia Saudí sufren un fuerte desprestigio luego que Tel Aviv ventilara el apoyo a los bombardeos contra Gaza. Más que rechazo, ambos regímenes siente “humillación” según Hearst. Pero da un paso más, al asegurar que los palestinos fuera de Gaza están reaccionando en una corriente de simpatía con la población de la franja que, como se sabe, tiene un comportamiento político bien distinto a la de Cisjordania y a los palestinos que viven en Israel. “La guerra en Gaza podría estar sentando las bases para otra intifada”, es su conclusión.

PUTIN EN LA MIRA

Pese al griterío inicial, las investigaciones sobre el derribo del vuelo MH17 de Malaysia Airlines va tomando un rumbo contrario al que esperaba Washington. Un periodista bien relacionado con los servicios de inteligencia estadounidenses como Parry, quien reveló el escándalo Irán-Contras en 1985, para financiar a los contrarevolucionarios nicaragüenses a derribar al gobierno sandinista, reveló que quienes dispararon al avión de pasajeros el 17 de julio fueron militares ucranianos, que en realidad tenían en la mira al avión presidencial de Putin, que volaba cerca de esa zona.

Fue un intento fallido por parte de extremistas del gobierno de Ucrania para asesinar al presidente ruso”, escribe Parry citando “analistas de inteligencia” (https://consortiumnews.com/, 8 de agosto de 2014). Los servicios llegaron a esa conclusión al no encontrar evidencia de que Rusia o las milicias pro-rusas de Ucrania estuvieran envueltas en el episodio. Por el contrario, el ejército de Kiev dispone de baterías Buk en el recorrido del vuelo. Pero la evidencia mayor es que en los restos del avión de Malaysia se pueden ver con total nitidez huellas de disparos, lo que indica que el avión fue derribado por un ataque aire-aire, probablemente por parte de los dos SU-25 que fueron detectados a pocos kilómetros de la aeronave.

La inteligencia rusa y la estadounidense estarían apuntando a sectores neonazis a los que el nuevo gobierno cedió varios ministerios o al oligarca Ihor Kolomoisky, nombrado gobernador de la región de Dniepropetrovsk, conocido por su odio a Putin. Incluso la ex primera ministra Yulia Tmoshenko hizo un llamado a “ir a matar a esos malditos rusos junto a su líder” (https://consortiumnews.com/, 8 de agosto de 2014). La pregunta sobre si el saudí Bandar, quien decidió renunciar a su cargo como jefe de la inteligencia pero continúa al frente del Consejo de Seguridad Nacional, estaría relacionado con el derribo del vuelo de Malaysia, inquieta a muchos analistas.

Según Parry, la acción descontrolada de elementos ucranianos abre la “posibilidad de una crisis en cascada fuera del control de los políticos racionales”, que se gestó a partir de la caída del gobierno legal el 22 de febrero. De alguna manera, dice, los políticos occidentales deberían reflexionar sobre las consecuencias que hubiera tenido un atentado contra la vida del presidente de Rusia.

Sin embargo, los estrategas del Pentágono parecen estar viendo el mundo de otro modo. El 31 de julio se conoció un documento elaborado por el Comité de Defensa Nacional titulado “Asegurar una fuerte Defensa de los Estados Unidos para el futuro”, en el que se sostiene la necesidad de hacer frente a cinco o seis guerras simultáneamente, incluyendo a naciones que poseen armas nucleares.

La comisión que lo redactó está presidida por William Perry, secretario de Defensa durante el gobierno de Bill Clinton y John Abizaid, ex jefe del Comando Central , además de miembros de ambos partidos y varios generales retirados además de influyentes civiles. El texto de 84 páginas advierte que los principales peligros que enfrenta el país son “el creciente poder de China y Rusia, seguido de Corea del Norte, Irán, Irak, Siria” (https://www.wsws.org/, 6 de agosto de 2014).

El documento supone un cambio radical en la doctrina de guerra, que desde la caída de la Unión Soviética en 1991 se había propuesto luchar dos conflictos importantes en forma simultánea. El texto destaca que las amenazas que enfrenta el país son mayores, lo que lleva a sus autores a considerar que “la capacidad de combate a escala mundial es la condición sine qua non de una superpotencia y esencial para la estrategia de seguridad nacional”. Entre los lugares donde visualizan posibles combates en el futuro, destaca la península de Corea, los mares del Este y Sur de China, Asia del Sur, Oriente Medio y “probablemente Europa”.

El informe elaborado por las diversas alas de los dos partidos, destaca la prioridad del gasto militar por encima de los gastos sociales, como forma de sostener la potencia militar del país. Una apuesta compleja en un país donde hay más personas dependiendo de las ayudas estatales que las que tienen empleo formal sin restricciones y cuyo sistema de pensiones muestra señales de colapso (Geab N° 86, junio 2014).

EL RETORNO DE LOS HIJOS PRÓDIGOS

El rompecabezas del Medio Oriente se va recomponiendo con rapidez sorprendente. A comienzos de agosto Rusia e Irán alcanzaron un importante acuerdo para reducir las sanciones occidentales a Teherán. Empresas rusas participarán en el sector eléctrico iraní, venderán maquinaria, equipos y bienes de consumo a cambio de petróleo cuya venta actualmente está embargada por Occidente (Russia Today, 5 de agosto de 2014).

Rusia prohibió la importación de productos occidentales en represalia por las sanciones que sufre de Estados Unidos y la Unión Europea y, a la vez, Washington comenzó el ataque aéreo de regiones controladas por el Estado Islámico, iniciando un proceso que Barack Obama vaticinó como de largo aliento.

Arabia Saudí vuelve a jugar un papel central en este complejo escenario. Al igual que a Estados Unidos, los inventos para solucionar un problema se le vuelven en contra al cabo del tiempo: el nuevo vástago de Al Qaida, el Estado Islámico, amenaza a la Casa de Saud. Riad movilizó 30 mil soldados a la frontera con Irak luego que los yihadistas anunciaran que su próximo objetivo es Arabia Saudí.

Después de la campaña del Estado Islámico en Irak se hizo evidente que ni la ciencia militar extranjera, ni los modernos medios de combate, son capaces de frenar los procesos iniciados hace muchos años, incluso por fuerzas influyentes del reino de Arabia Saudí”, reflexiona un periodista ruso (Ria Novosti, 9 de agosto de 2014). Se refiere a la opción saudí de reducir las tensiones internas (insoportables en un país gobernado por una tiranía feudal), exportando a sus portadores. En esa “exportación”, encontraron un apoyo inestimable en la CIA, que contribuyó a mantenerlos ocupados, primero en Afganistán, luego en el resto del mundo.

En mayo pasado Riad reveló una conspiración terrorista ligada al Estado Islámico. Una organización creada para abatir enemigos, amenaza volverse contra el inventor, algo que no es novedoso en ninguna esfera de la sociedad. Para eso es necesario hacer un ejercicio de memoria: en 1979 en el marco del clima creada por la revolución iraní que derribó al sha, 500 extremistas religiosos tomaron la Gran Mezquita en La Meca, exigiendo el fin de la monarquía saudí y la expulsión de los “infieles” del país, entre los que figuraban las grandes empresas occidentales.

En los combates para desalojarla la mezquita fue destruida y 63 terroristas fueron decapitados en público. Uno de los sospechosos, “un tal Mahrous bin Laden”, fue liberado. El príncipe Turki bin Faisal Al Saud, director de la inteligencia hasta diez días antes de los atentados del 11 de setiembre de 2001, le indicó a Bin Laden que se dirigiera a Afganistán para apoyar a los muyahidines. El resto de la historia es más conocido. En 2002, el nombre del príncipe Turki apareció en la multimillonaria demanda de las familias de las víctimas del 11 de septiembre, alegando que pudo haber financiado a los terroristas involucrados en el ataque. El príncipe Turki fue nombrado embajador en Estados Unidos, en el lugar de Bandar bin Sultan, quien había ocupado el cargo durante nada menos que 22 años, incluso durante los atentados a las Torres Gemelas, siendo antes, durante y después, un protegido de la familia Bush y de la CIA.

El último capítulo, por ahora, son los bombardeos al Estado Islámico en el norte de Irak. Con razón, Robert Fisk denuncia la “suprema hipocresía” de la Casa Blanca que no se inmutó mientras los yihadistas asesinaban sirios y chiítas iraquíes, pero ahora se dispone a “salvar” a los refugiados cristianos (La Jornada, 9 de agosto de 2014). Sin embargo, a la vista de la necesidad de Obama de seguir apegado a la Casa de Saud: ¿sería descabellado pensar que los ataques aéreos al Estado Islámico son el modo de salvar, una vez más, a la monarquía feudal de la cual depende desde hace siete décadas, para mantener a raya a los pueblos árabes?

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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

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Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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