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Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

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A tres semanas de su asesinato, la familia pudo velar el cuerpo del cooperativista de la CTEP muerto en medio de una represión de la Policía Bonaerense en un intento de toma de tierras en La Matanza. Lo despidieron en su casa en Villa Celina y con una procesión por las calles del barrio. Por qué su muerte desnuda el deficit habitacional en la provincia de Buenos Aires. Crónica y reportaje fotógrafico de un crimen que refleja la doctrina Bullrich sobre las organizaciones sociales en el conurbano bonaerense.

¿De cuántas formas se puede ver la violencia de Estado?
Desde este banco de madera en esta casa del barrio 17 de Noviembre, Villa Celina, La Matanza, surgen algunas imágenes: 57 velas encendidas distribuidas en cuatro bandejas de chapa sostenidas sobre seis cajones de cerveza, entre múltiples coronas acomodadas junto a una pechera de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y una bandera de las Organizaciones Libres del Pueblo (OLP), rodean el ataúd donde descansa el cuerpo de Rodolfo Ronald Orellana, asesinado el 22 de noviembre en medio de una represión de la Policía Bonaerense a un intento de toma de tierras.
Al lado del féretro, Lia Mamani, su compañera, toda vestida de negro, saluda con doble beso a vecinos y vecinas que se acercan y abrazan un pésame. Desde el día en que un llamado la despertó y se enteró que su esposo había muerto, pasaron 22 días.
Tres semanas donde Lía sólo pedía el cuerpo -el cuerpo- para poder despedirlo en paz.

Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


Ahora Lía saluda, abraza y ordena. Entre las 50 personas sentadas en los bancos de madera, pasan mujeres con ollas llenas de cebollas y morrones. Arriba, en un primer piso, otras 20 mujeres cocinan Picante de Pollo en cinco ollas de metal para las 100 personas que están en su casa. El plato -típico en Bolivia- era el favorito de Ronald. Es una costumbre preparar la comida favorita del difunto y dejarla al lado del féretro. Allí también colocaron un plato con hojas de coca -que convidan-, una botella de JB y una sidra, junto con dos fotos, algunos rosarios y una whipala.
Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


Debajo del ataúd hay una perra durmiendo. Es La Chueca, una de las mascotas de Ronald. “Desde que trajeron el cajón, no se movió de ahí”, cuenta una vecina. Se emociona, como si la sensibilidad del animal cacheteara algo del motivo que nos reúne en esta sala. La mujer bebe vino mezclado con Manaos en un vaso de plástico. Se levanta, reza un padrenuestro y vuelca un poco al pie de las velas.
No es la única.
“Es un tributo”, precisa.
Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


Otra mujer sale de la cocina con el Picante de Pollo, humeante, que deja al lado de una Virgen de Luján. “Es la virgen piquetera”, explica un vecino. “Nos acompaña siempre”.
Y un niño con una remera de Boca entra a la casa con un ramo de flores.
Se acerca a Lía.
“Flores para mi papá”, dice el niño.
El hijo de Ronald, entre lágrimas, se acerca al cajón y lo abraza.
Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.

«No puede ser que lo maten como a un perro»

MU visitó la casa de Ronald a una semana de su asesinato, para la crónica que salió publicada en la edición de diciembre de la revista. Allí Lía contó la última vez que vio a su marido con vida: fue el jueves 22 de noviembre, cuando por el barrio se corrió el boca a boca de una toma de predios en la zona de Puente 13, en Ciudad Evita. “Decían que la gente iba a pedir esos terrenos, pero para pagarlos en cuotas. A eso de las tres de la mañana él entró en el cuarto, rápido, agarró un gorrito y una mochila. Yo estaba dormida. ´Me estoy yendo´, me dijo. ´No vayas´, le dije. No tuvimos tiempo para hablar. Salió. Y no volvió más. Después, alrededor de las seis de la mañana, me llaman diciendo que estaba mal. Que la policía no dejaba entrar ambulancias. Lo llevaron al hospital en auto particular. Pero ya estaba fallecido. Murió en el momento, me dijeron”.

Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


Rodolfo Ronald Orellana -37 años, papá de tres varones y dos niñas, cooperativista textil de la OLP que fabricaba 6000 guardapolvos para el Ministerio de Desarollo Social- fue asesinado de un balazo de plomo que le entró por el omóplato y le salió por la nariz en medio de esa represión de la Bonaerense. El diario Clarín publicó que la muerte se había dado por una herida de arma blanca en el marco de un enfrentamiento entre vecinos por la ocupación del predio. El procurador general bonaerense, Julio Conte Grand, lo desmintió al día siguiente: “La autopsia preliminar determina el ingreso de un proyectil de arma de fuego por la zona del omóplato de la espalda y orificio de salida en la zona facial a la altura de la nariz, luego de penetrar el maxilar y la zona dentaria”.
Los vecinos afirman que los disparos salieron de una sola dirección: la Bonaerense. La causa por el asesinato tramita en la Unidad Fiscal de Homicidios Dolosos de La Matanza, a cargo de Jorge Daniel Yametti.
Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


Durante la represión, la Bonaerense detuvo a cuatro personas. Una de ellas es Mirian Calizaya, del merendero Sol y Tierra, de la OLP, que da de comer a 300 niños y niñas cada tarde. Estuvo presa durante cinco días sin que pudiera amamantar a su hija de tres meses de forma regular. La beba tuvo que ser llevada al Hospital Garraham por un cuadro de deshidratación. Ahora enfrenta una causa por “usurpación”. En la edición de MU contamos cuál es la estafa que creció en esos terrenos a costa de la necesidad de los vecinos del barrio, y por qué el crimen de Ronald desnuda el déficit habitacional de la provincia de Buenos Aires: según el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP), en Argentina hay 4400 sitios que involucran villas o asentamientos informales en el que -estiman- viven 4 millones de personas. Casi el 38 por ciento se encuentra en el conurbano bonaerense.
Lía resume: “La policía está para cuidar, no para matar. Tengo miedo de que esto quede en la nada. Tiene que hacerse justicia. Tiene que saberse quién lo mató. Dicen que, al escapar de la represión, mi marido se cayó al correr y que ahí me lo mataron. Directamente. No lo dejaron levantarse. No puede ser que lo maten así como a un perro. No puede ser”.
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Lia, la compañera de Rodolfo Orellana, durante la procesión. Foto: Nacho Yuchark.

La doctrina Bullrich

Ahora, en Celina, la violencia de Estado también se torna explícita en el momento en que llega el coche fúnebre. Son las 13:27 y seis hombres se organizan en torno al cajón. Lía rompe en un llanto, el mismo que tuvo atravesado hace 22 días. Las cien personas se reúnen en la puerta de la casa y comienza una procesión por las calles del barrio, hundiendo la suela de cada calzado en charcos de barro por la tormenta del día anterior.

Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


Luego, cargan el cajón al coche. En uno de sus laterales lleva la corona de flores que envió el merendero Sol y Tierra.
Dice:

  • «Rodolfo. Q.E.P.D. Vive en la lucha de cada compañero/a”.

Las cien personas se suben a diversos autos y camionetas. El entierro es en el Cementerio de Villegas, en San Justo, ciudad cabecera del partido. Durante el viaje, las vecinas hablan del asesinato de su compañero.

Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


“Nadie es quien para asesinar a alguien”, dice una.
Otra apunta: “Este crimen es parte de una política de Estado”.
Otra, sobre las detenciones: “Es para que no hablen ni declaren. Quieren utilizar el silencio como un arma para que te quedes callado”.
La caravana llega al cementerio a las 14:34. Una banda de músicos acompaña la última parte de la procesión hasta la fosa, que cavan dos hombres con la gorra celeste de la Cochería Ciudad Evita. Por allí caminan -también- el máximo referente de la CTEP, Juan Grabois, y el de la OLP, Pablo Puebla. Una mujer, mientras, lleva en sus manos el plato con las hojas de coca y el JB para enterrarlo junto al cajón.
Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


Es entonces cuando toda la violencia de estos 22 días -la emergencia habitacional del país, el hambre en los barrios, la represión estatal, la Bonaerense, el balazo de plomo que mató a Ronald por la espalda- se cruzan en una misma imagen.
Las mujeres contienen a Lía.
Los hijos de Ronald se abalanzan sobre el cajón.
“Papá, no”, lloran.
Arrojan flores.
Un cura habla: “Estamos enterrando un cuerpo, pero no su vida. Ronald va a seguir en su familia, en sus hijos. En su lucha. Por tantos que pelean por el techo, por el pan, por el trabajo. Él murió ahí. Para nosotros, va a ser fuerza para poder seguir luchando”.
Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


El cajón queda tapado de tierra y cubierto por las coronas de flores.
Las cien personas salen y forma una larga fila para abrazar y saludar a la familia.
Una de ellas es Brígida, una mujer del barrio Hernández, en Celina, ubicado detrás del Mercado Central. Milita en el Partido Piquetero. “No puede ser cómo esta familia está sufriendo por este Gobierno. No tenía porqué ser así. Esto no tenía porqué haber pasado. Es muy triste todo lo que nos deja Bullrich como política de Estado”.
Mientras la fila avanza en el cementerio de Villegas, la violencia de Estado cobra forma en imágenes y palabras.
Brígida, mientras espera el saludo, lo politiza.
Y sintetiza: “Ahora comienza el momento de pedir verdad y justicia”.
Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


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Foto: Nacho Yuchark.


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Foto: Nacho Yuchark.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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