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Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

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A tres semanas de su asesinato, la familia pudo velar el cuerpo del cooperativista de la CTEP muerto en medio de una represión de la Policía Bonaerense en un intento de toma de tierras en La Matanza. Lo despidieron en su casa en Villa Celina y con una procesión por las calles del barrio. Por qué su muerte desnuda el deficit habitacional en la provincia de Buenos Aires. Crónica y reportaje fotógrafico de un crimen que refleja la doctrina Bullrich sobre las organizaciones sociales en el conurbano bonaerense.

¿De cuántas formas se puede ver la violencia de Estado?
Desde este banco de madera en esta casa del barrio 17 de Noviembre, Villa Celina, La Matanza, surgen algunas imágenes: 57 velas encendidas distribuidas en cuatro bandejas de chapa sostenidas sobre seis cajones de cerveza, entre múltiples coronas acomodadas junto a una pechera de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y una bandera de las Organizaciones Libres del Pueblo (OLP), rodean el ataúd donde descansa el cuerpo de Rodolfo Ronald Orellana, asesinado el 22 de noviembre en medio de una represión de la Policía Bonaerense a un intento de toma de tierras.
Al lado del féretro, Lia Mamani, su compañera, toda vestida de negro, saluda con doble beso a vecinos y vecinas que se acercan y abrazan un pésame. Desde el día en que un llamado la despertó y se enteró que su esposo había muerto, pasaron 22 días.
Tres semanas donde Lía sólo pedía el cuerpo -el cuerpo- para poder despedirlo en paz.

Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


Ahora Lía saluda, abraza y ordena. Entre las 50 personas sentadas en los bancos de madera, pasan mujeres con ollas llenas de cebollas y morrones. Arriba, en un primer piso, otras 20 mujeres cocinan Picante de Pollo en cinco ollas de metal para las 100 personas que están en su casa. El plato -típico en Bolivia- era el favorito de Ronald. Es una costumbre preparar la comida favorita del difunto y dejarla al lado del féretro. Allí también colocaron un plato con hojas de coca -que convidan-, una botella de JB y una sidra, junto con dos fotos, algunos rosarios y una whipala.
Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


Debajo del ataúd hay una perra durmiendo. Es La Chueca, una de las mascotas de Ronald. “Desde que trajeron el cajón, no se movió de ahí”, cuenta una vecina. Se emociona, como si la sensibilidad del animal cacheteara algo del motivo que nos reúne en esta sala. La mujer bebe vino mezclado con Manaos en un vaso de plástico. Se levanta, reza un padrenuestro y vuelca un poco al pie de las velas.
No es la única.
“Es un tributo”, precisa.
Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


Otra mujer sale de la cocina con el Picante de Pollo, humeante, que deja al lado de una Virgen de Luján. “Es la virgen piquetera”, explica un vecino. “Nos acompaña siempre”.
Y un niño con una remera de Boca entra a la casa con un ramo de flores.
Se acerca a Lía.
“Flores para mi papá”, dice el niño.
El hijo de Ronald, entre lágrimas, se acerca al cajón y lo abraza.
Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.

«No puede ser que lo maten como a un perro»

MU visitó la casa de Ronald a una semana de su asesinato, para la crónica que salió publicada en la edición de diciembre de la revista. Allí Lía contó la última vez que vio a su marido con vida: fue el jueves 22 de noviembre, cuando por el barrio se corrió el boca a boca de una toma de predios en la zona de Puente 13, en Ciudad Evita. “Decían que la gente iba a pedir esos terrenos, pero para pagarlos en cuotas. A eso de las tres de la mañana él entró en el cuarto, rápido, agarró un gorrito y una mochila. Yo estaba dormida. ´Me estoy yendo´, me dijo. ´No vayas´, le dije. No tuvimos tiempo para hablar. Salió. Y no volvió más. Después, alrededor de las seis de la mañana, me llaman diciendo que estaba mal. Que la policía no dejaba entrar ambulancias. Lo llevaron al hospital en auto particular. Pero ya estaba fallecido. Murió en el momento, me dijeron”.

Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


Rodolfo Ronald Orellana -37 años, papá de tres varones y dos niñas, cooperativista textil de la OLP que fabricaba 6000 guardapolvos para el Ministerio de Desarollo Social- fue asesinado de un balazo de plomo que le entró por el omóplato y le salió por la nariz en medio de esa represión de la Bonaerense. El diario Clarín publicó que la muerte se había dado por una herida de arma blanca en el marco de un enfrentamiento entre vecinos por la ocupación del predio. El procurador general bonaerense, Julio Conte Grand, lo desmintió al día siguiente: “La autopsia preliminar determina el ingreso de un proyectil de arma de fuego por la zona del omóplato de la espalda y orificio de salida en la zona facial a la altura de la nariz, luego de penetrar el maxilar y la zona dentaria”.
Los vecinos afirman que los disparos salieron de una sola dirección: la Bonaerense. La causa por el asesinato tramita en la Unidad Fiscal de Homicidios Dolosos de La Matanza, a cargo de Jorge Daniel Yametti.
Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


Durante la represión, la Bonaerense detuvo a cuatro personas. Una de ellas es Mirian Calizaya, del merendero Sol y Tierra, de la OLP, que da de comer a 300 niños y niñas cada tarde. Estuvo presa durante cinco días sin que pudiera amamantar a su hija de tres meses de forma regular. La beba tuvo que ser llevada al Hospital Garraham por un cuadro de deshidratación. Ahora enfrenta una causa por “usurpación”. En la edición de MU contamos cuál es la estafa que creció en esos terrenos a costa de la necesidad de los vecinos del barrio, y por qué el crimen de Ronald desnuda el déficit habitacional de la provincia de Buenos Aires: según el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP), en Argentina hay 4400 sitios que involucran villas o asentamientos informales en el que -estiman- viven 4 millones de personas. Casi el 38 por ciento se encuentra en el conurbano bonaerense.
Lía resume: “La policía está para cuidar, no para matar. Tengo miedo de que esto quede en la nada. Tiene que hacerse justicia. Tiene que saberse quién lo mató. Dicen que, al escapar de la represión, mi marido se cayó al correr y que ahí me lo mataron. Directamente. No lo dejaron levantarse. No puede ser que lo maten así como a un perro. No puede ser”.
Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Lia, la compañera de Rodolfo Orellana, durante la procesión. Foto: Nacho Yuchark.

La doctrina Bullrich

Ahora, en Celina, la violencia de Estado también se torna explícita en el momento en que llega el coche fúnebre. Son las 13:27 y seis hombres se organizan en torno al cajón. Lía rompe en un llanto, el mismo que tuvo atravesado hace 22 días. Las cien personas se reúnen en la puerta de la casa y comienza una procesión por las calles del barrio, hundiendo la suela de cada calzado en charcos de barro por la tormenta del día anterior.

Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


Luego, cargan el cajón al coche. En uno de sus laterales lleva la corona de flores que envió el merendero Sol y Tierra.
Dice:

  • «Rodolfo. Q.E.P.D. Vive en la lucha de cada compañero/a”.

Las cien personas se suben a diversos autos y camionetas. El entierro es en el Cementerio de Villegas, en San Justo, ciudad cabecera del partido. Durante el viaje, las vecinas hablan del asesinato de su compañero.

Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


“Nadie es quien para asesinar a alguien”, dice una.
Otra apunta: “Este crimen es parte de una política de Estado”.
Otra, sobre las detenciones: “Es para que no hablen ni declaren. Quieren utilizar el silencio como un arma para que te quedes callado”.
La caravana llega al cementerio a las 14:34. Una banda de músicos acompaña la última parte de la procesión hasta la fosa, que cavan dos hombres con la gorra celeste de la Cochería Ciudad Evita. Por allí caminan -también- el máximo referente de la CTEP, Juan Grabois, y el de la OLP, Pablo Puebla. Una mujer, mientras, lleva en sus manos el plato con las hojas de coca y el JB para enterrarlo junto al cajón.
Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

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Es entonces cuando toda la violencia de estos 22 días -la emergencia habitacional del país, el hambre en los barrios, la represión estatal, la Bonaerense, el balazo de plomo que mató a Ronald por la espalda- se cruzan en una misma imagen.
Las mujeres contienen a Lía.
Los hijos de Ronald se abalanzan sobre el cajón.
“Papá, no”, lloran.
Arrojan flores.
Un cura habla: “Estamos enterrando un cuerpo, pero no su vida. Ronald va a seguir en su familia, en sus hijos. En su lucha. Por tantos que pelean por el techo, por el pan, por el trabajo. Él murió ahí. Para nosotros, va a ser fuerza para poder seguir luchando”.
Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


El cajón queda tapado de tierra y cubierto por las coronas de flores.
Las cien personas salen y forma una larga fila para abrazar y saludar a la familia.
Una de ellas es Brígida, una mujer del barrio Hernández, en Celina, ubicado detrás del Mercado Central. Milita en el Partido Piquetero. “No puede ser cómo esta familia está sufriendo por este Gobierno. No tenía porqué ser así. Esto no tenía porqué haber pasado. Es muy triste todo lo que nos deja Bullrich como política de Estado”.
Mientras la fila avanza en el cementerio de Villegas, la violencia de Estado cobra forma en imágenes y palabras.
Brígida, mientras espera el saludo, lo politiza.
Y sintetiza: “Ahora comienza el momento de pedir verdad y justicia”.
Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

Foto: Nacho Yuchark.


Crimen de Rodolfo Orellana: la despedida familiar y el comienzo del pedido de justicia

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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