CABA
Crónica TV: el canal de la sangre, capítulo Riobamba
El periodista Facundo Pedrini pinta este cuadro sobre la legendaria sede de Crónica TV y todo lo que representa su cierre, por la mudanza de los estudios de este noticiero que ya es leyenda. Imágenes de una emisora y de un periodismo que proclama la noticia de su muerte.

El periodista Facundo Pedrini, editor de las legendarias placas de Crónica TV y autor del libro Argentina, una historia en placas.
14 de Febrero de 2004.
La placa roja revienta los tímpanos del Hitachi 14 pulgadas en la estación de servicio de Entre Rios y Humberto Primo:
“Reiteramos / Primicia / Así fue la detención del líder de Damas Gratis”
“Los ratis me reconocieron y cuando vinieron a casa me encontraron algunas cositas. Yo estoy bastante limpio, pero a veces los pibes de la banda están muchos días de gira, por ahí se olvidaron algo en el piso. ¿Y qué? ‘Quieren bajarme y no saben cómo hacer porque este pibito no va a correr. Por eso…”
Se corta el audio.
“8 horas, 50 minutos”.
De repente, una voz del control de transmisión interrumpe el testimonio de Pablo Lezcano:
“8 horas, 50 minutos”.
Nadie entendió el final de la frase que el dueño del pabellón de la cumbia, desde su estudio de grabación de San Fernando, le dirigía a sus fans. Cada 15 minutos, Elvira Bustos, una de sus locutoras insignias, daba la hora y la temperatura suspendiendo por segundos cualquier tipo de transmisión. Porque sí.
Al momento de presentar la segunda parte de la entrevista, Convenio (2001-2015), el perro que los trabajadores del Canal adoptaron de la calle durante un paro, cortó el copete del presentador ladrándole a una gotera en el estudio.
Todo en Riobamba 280, el primer domicilio del canal de la sangre.
Todo junto.
Todo al mismo tiempo.
Porque Crónica vive en el blooper que no se dice.

JOSÉ
Riobamba tenía un bar, una barra con una panchera quemada y un par de snacks vencidos, que supo contener las quejas de la momia blanca con la boca manchada de café por un quilombo de aportes con la hija de Karadagián; a Zulma Lobato en conchero tomando una copa de sidra mientras aguarda al productor de Anabella; al astrólogo Alejandro Holst acomodando su corbata verde mientras repasaba la dieta de la luna; a Joaquín Levinton con campera metalizada 72 horas después de la última vez que pudo dormir y hasta a Tarja Turunen, cantante de la banda de metal sinfónico Nighwish, a quien le quisieron cobrar en 2011 un pebete 50 pesos.
Abierto las 24 horas, como el canal, era atendido por José, su dueño judío; su esposa, una mujer que decidió pegar posters de Rafael Nadal a lo largo de toda la pared del local y un tucumano que no era tucumano.
En el bar, los alegres no podían opinar.
Eran recibidos como tipos a los que todavía no les había llegado la hora de lo irreversible.
Pero también el bar era un lugar ideal para recordar la edad de oro. Ese momento en donde las comisarias llamaban al canal para saber dónde dirigir los patrulleros y la competencia se arrodillaba en maíz con un cuaderno Gloria en la mano para aprender periodismo.
José solía empatar los mejores años de Crónica con sus mejores momentos, o al menos sus mejores ventas.
José no fue productor, ni director, ni sonidista, ni camarógrafo ni editor, pero conocía las internas, las penas, las fechas de las vacaciones, las acrobacias de los sectores para evitar los francos trabajados y el destino de los móviles mucho antes que el resto, en su fiambrera habitaban las historias que él no cubrió, pero sabía de memoria y se adjudicaba como propias: “AMIA fue durísimo, me quede sin mercadería a mitad de mañana”, “Cromagnon fue un infierno, tuve que llamar a mi hija para que me ayude a atender”.
La medida de la tragedia era el stock del bar.
Los ojos de José tenían pesadillas privadas, detrás de las pitadas que ocultaba con el humo de los panchos para huir de las cámaras de seguridad del pasillo, se podía distinguir como los monstruos caían de sus ojos a los pocillos de café recién lavados. A Pocho la Pantera le preparó un tostado de miga con una gaseosa light y le cobro la mitad. Algo andaba mal.
Los teléfonos internos que lo llamaban y le anexaban tartas, milanesas, puchos, infusiones, gaseosas, mapas geopolíticos y hojas de calcar a los pedidos empezaron a marcar el 9 para llamar afuera, algunos compraron su propia pava, mientras agachaban la cabeza cuando el ruido de su bandeja se percibía en las esquinas. La carpeta llena de hojas Rivadavia cuadriculada con las cuentas encolumnadas de lo que iba del mes y en donde José resolvía sus problemas con la AFIP eran cada vez más delgadas, como José.
José cada vez tenía menos.
José cada vez vendía menos.
José estaba muriendo.
Como su bar.
Y de repente se despegaron unos stickers de la pared de las papas fritas y no hizo nada, y de repente nadie cambio una de las lámparas dicroicas que se quemó dejando al mostrador en penumbra, y de repente a una de las banquetas se le rompió la pata. Y no hubo repuesto, porque ya no habia resto.
Una mañana de junio, una máquina de snacks e infusiones varias llegó al entrepiso y fue cortejada con honores de jefe de Estado. Todos admiraban su precisión, su falsa modestia, su capacidad para callar, su tacto para no devaluar, su rapidez inhumana, su fascinación por no entrometerse ni interpelar las caras de culo. Las tazas de José perdían la batalla contra los vasos de plástico y a todo el mundo le cerraba la novedad.
José murió en agosto.
Su bar cerró tres meses después.
Desde ese día, la maquina empezó a comer billetes.

TURCO
2009. El programa de Anabella Ascar termina con su perra Dominga echada en los pies de la conductora, el hombre que denuncia que tiene un chip en la cabeza preguntando por tercera vez donde está el baño y amigacho, personaje que no puede pronunciar la S por volverse vegano, pidiendo “lo suyo” en el pasillo. En la puerta del estudio aguarda Jorge Asis para hacer Poder Vacante, el programa que la señal emite después del segmento más visto y el sorteo de las loterías: hoy recibe a Carlos Menem. Pronto el vehículo del ex Presidente se estacionará en la puerta de Riobamba 280 rodeado de 2 patovicas y 4 custodios. Al cruzar el pasillo, se abrazan con firmeza.
Asis, que se se convirtió en una voz de consulta inexorable ante los alaridos intelectuales de baja intensidad de los últimos años, estaba en otro avión, ese que llega antes porque no lleva bultos, traslada conceptos. Tiene el mentón de esos tipos que abren ventanillas donde el resto ve un baño clausurado. “Para ser peronista sólo basta con decir que sos peronista. Nadie puede decirte que no lo sos”.
Asis lo mira al ex Presidente e interpreta al peronismo como aquella polea de transmisión que conduce a la suite del dominio. Menem sonríe como remate. Asis lo sigue. Tal vez esa risa cómplice involuntaría describa comodidad, tal vez gestión. Menem lo rescató del aplazo de Clarín. El pupilo no olvida ni desparrama vinagre sobre su gobierno, le extiende una toalla limpia. Ahora Asís lo resucita elevándolo a la categoría de disertante sin pasado.
Continúan. “El peronismo es la ideología del poder inevitable, el peronismo es ganar, el kirchnerismo es la prueba que desde el poder se puede llegar al delito pero también que desde el delito se puede llegar al poder, es lo que lucra para la corona, es lo que convierte a una idea en un sistema recaudatorio de acumulación, es el epílogo de la revolución imaginaria, es lo que siempre se impone y lo que ya no fluye”. Enumeran anécdotas omitiendo desastres, dividen al peronismo orgánico del kirchnerismo todopoderoso y mantienen una charla sin cortes comerciales y con niveles de culpa similares a una disertación de dos suizos sobre el calentamiento climático.
21:30. Sorteo del Quini 6.
Menem y Asis aguardan 15 minutos en la sombra a la espera de la emisión de un sorteo que duplica en rating al intercambio turco.
Sale el Quini Tradicional.
Menem pide ir al baño.
Sale la segunda, el Quini revancha.
Asis se acomoda la corbata verde esmeralda.
Sortean el Siempre Sale.
Menem vuelve del baño.
Sale el Pozo Extra.
“Venimos”, se escucha por la cucaracha.
¿Cómo continuar una charla sobre peronismo atravesada por el azar? “¿En que estábamos?, pregunta Asis. Ah, sí, en la autocrítica. Cuando no hay movilidad social, a veces la corrupción es el único método inexorable para el escalamiento. ¿Qué otra manera de ascender hay?
-Ganarse el Quini, sentencia Menem.

DIOS
Placa Negra. Solo números.
16:40
Matar lo que no se puede matar.
16:41
El pueblo espera en silencio que alguien le diga que no es cierto.
16.42.
No hay nada más arriba que esos números.
16.43
Un reloj de números blancos con fondo oscuro y sin música se extendió durante 3 minutos.
La primicia que Javier Diaz, cronista estrella que después regreso como director de Noticias, dio sobre la sobredosis de Diego Maradona en Uruguay después de que Coppola jure que era hipertensión y la propia familia, allegados y cuerpo médico lo hayan negado, era un precipicio imposible de atajar.
Nunca había sido tan terrible tener razón.
La sobredosis era cierta.
El infarto era cierto.
El vacío era cierto.
Vacío de Dios.
Y de repente, el hombre sin tiempo se quedaba sin tiempo.
Alguien pintó una tela apresurada que decía DIEGO VIVE y la colgó en la reja que separa la Plaza de Mayo de la Casa de Gobierno.
Dije alguien, pero quise decir todos.
Nunca un mediodía duró tanto.
A las horas volvimos a tener pulso de nuevo, llegaron los partes médicos, los rostros que hacían gestos a las cámaras, el testimonio de Claudia Villafañe para terminar con los rumores, los especialistas que salían por la radio para decir que el miedo de la muerte ajena espanta porque nos enfrenta al fantasma de la muerte propia, los homenajes de los canales de deportes a todas sus camisetas, los compactos de sus 589 goles y las cadenas de oración en Nápoles con el zócalo: Fuerza Diego.
Las placas de Crónica mataron a todos los actores de la obra. Desde el gobernador de San Juan José Luis Gioja hasta a Pepino el Payaso, el personaje de titanes en el ring que se enteró de su muerte mientras comía spaghetti con su mujer (Luego salió al aire para decir “estoy vivo”), pero no pueden titular la falta de Dios.
La filosofía pudo matar a Dios.
El periodismo no.

ROJO
El suicidio del empresario Alfredo Yabrán, el de Leonardo Simons y el de René Favaloro. La renuncia de Domingo Cavallo como ministro de Economía de Menem. La salida de Guillermo Coppola de la cárcel y el doping de Diego Maradona en Punta del Este. La explosión en Rio Tercero (Córdoba). La muerte de Carlos Menem (hijo). El nacimiento del tercer hijo de Marcelo Tinelli. La grave enfermedad de Sandro. El caso Carrasco, que motivó el fin del servicio militar obligatorio. El repudio a Mario Firmenich en una marcha en conmemoración de los 20 años del padre Carlos Mugica. El motín en la cárcel de Sierra Chica. El accidente de Lapa. La toma de rehenes en el Banco Nación de Ramallo. El crimen de José Luis Cabezas. La tragedia de Cromañon. Las muertes de Néstor Carlos Kirchner, Nicolás Pipo Mancera y Emilio Moyano, uno de los hijos del líder de la CGT. El atentado a la AMIA y el suicidio ante las cámaras del comisario Mario Oscar Malevo Ferreyra y La tragedia de Once fueron primicias apiladas en un edificio vacío, pero él crédito popular se mudó con la marca, como un pibe que lleva el diario íntimo de la casa de la prima, como un campesino que siembra vientos.
Las chapas que escucharon las cosas antes que cualquier hogar son un estacionamiento compartido con un conteiner en la puerta para llevarse las marquesinas y escenografías que más duelen, cuadros con picos de audiencias que murieron hace tiempo y estudios gigantes y fríos donde nadie toca ni alquila. Las anécdotas son el enemigo en casa y todos los personajes que lo hicieron más grande de lo que es son los títeres que dejamos en la última mudanza porque no teníamos lugar para la licuadora.
Ahora ya nadie quiere ponerle una bomba en Riobamba.
Ahora nadie llama a Riobamba.
Los que pasan por ahí ven un edificio sin carteles ni indicadores y no advierten qué fue, QUE FUE. Si un canal argentino un C&A de MODA.
Ya no tiene la culpa de nada. Ya no es responsable de nada. YA NO.
Solo queda una oficina con doble candado, con un genio que extraña el color rojo y mira como las paredes se empiezan a descascarar, porque la pintura también se retira.

Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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