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Dengue: la epidemia, los errores, y lo que hay detrás

El dengue ya es una epidemia con miles de casos en el país y unos antecedentes que el ex viceministro de Salud, el sanitarista Mario Rovere explicó a lavaca.dream.press. Desde cuándo se conoce la situación. Reproducción del informe oficial completo. Qué se hizo y qué no. La relación con el zika y chikungunya. El mosquito y los paradigmas con los cuales actuar. El cuestionamiento a las fumigaciones.

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El dengue ya es una epidemia con miles de casos en el país y unos antecedentes que el ex viceministro de Salud, el sanitarista Mario Rovere explicó a lavaca.org. Desde cuándo se conoce la situación. Reproducción del informe oficial completo. Qué se hizo y qué no. La relación con el zika y chikungunya. El mosquito y los paradigmas con los cuales actuar. El cuestionamiento a las fumigaciones.
Mientras las noticias sobre la cantidad de enfermos de dengue estallaban en los medios, sin saberlo aún, en su oficina en la enorme Universidad de La Matanza, el sanitarista Mario Rovere se pone los lentes y teclea en su computadora la URL del Ministerio de Salud. Entre los materiales que ofrece la página abre uno llamado “Boletín Epidemiológico” y se dirige directamente a la página 12: el mapa oficial de la distribución de los 15 mil casos reportados de infección de dengue, publicado el viernes 26 de febrero.
Dengue: la epidemia, los errores, y lo que hay detrás
La escena no es casual: se trata de una nota que lavaca estaba preparando para la próxima MU, y aquí adelantamos.
El Ministerio informa 14.013 casos notificados oficialmente, con 5083 casos autóctonos, 2155 casos descartados y aún 5549 que permanecen en estudio. Un total de 6300 casos confirmados contando 1226 de variantes importadas. Casi la mitad tienen antecedentes de viajes a Formosa o Misiones, los focos nacionales con brote sostenido, y el resto a Paraguay y Brasil.
Distintos médicos epidemiólogos y biólogos consultados por lavaca no dudan: estamos ante una epidemia de dengue. La diferencia que mantienen se da en cuanto a la etapa (inicial o más avanzada), pero todos coinciden en que el riesgo a nivel del clima conjugado con la entrada de virémicos (gente que viaja) provocó una situación diferente este año. Una evidencia: según el informe oficial, ya en las últimas semanas del año se conocieron casos de dengue y el pico fue en la primera de enero, mucho antes que en 2015. “El mosquito llegó antes y a zonas donde antes no llegaba. Para colmo, se queda más tiempo como consecuencia de que se extiende la estación lluviosa y el calor: el mosquito necesita una cría por arriba de los 15 grados”, resume Rovere.
Mario Rovere fue viceministro de Salud de la Nación durante el pasado gobierno, al mismo tiempo que mantuvo su cargo como vicedecano de la Universidad de La Matanza. Hoy tiene su oficina en el edificio de Salud en la UnLaM, mientras cientos de alumnos rinden finales, cursan el ingreso a la facultad y los ayudantes apuran los materiales de estudio.
¿Qué hizo el Ministerio durante 2015 para prevenir la epidemia? Como ex viceministro, Mario Rovere responde: “Nosotros nos preparamos bastante sólidamente para enfrentar el dengue. He visto muchas jurisdicciones con solvencia y profesionalidad. Me parece que nosotros empezamos a advertir a los ministerios tardíamente, porque ocurrió de esa manera”, confiesa.
Rovere fue el único funcionario público de salud que accedió con MU a hablar del impacto de los agroquímicos en la salud. En ese entonces, Rovere habló de la dificultad de abordar el cúmulo y variedad de problemas de salud que el Ministerio recibía, y puso como ejemplo crítico de acción abordar al Aedes Agypti, “mucho antes que los medios hablaran del tema”.
Entonces pudo sonar como un cambio de tema frente a la cuestión de los agrotóxicos, pero pero el tiempo –los meses y el calor– terminaron demostrando la envergadura del problema. Y aquí estamos.
El Aedes Aegypti es el mosquito capaz de portar distintas enfermedades, entre ellas el dengue, zika y la chikungunya, las tres patologías que se plantean como amenazantes hoy en Argentina, según distintos factores desde domésticos hasta internacionales. “Nosotros incluso llegamos a plantear la advertencia cruzada de dengue, zika y chikungunya cuando lo único que existía era el dengue como preocupación”, dice Rovere en referencia a un comunicado que el Ministerio alcanzó a emitir el 5 de diciembre. “Y eso para nosotros fue advertir a las autoridades entrantes que estábamos frente a una situación nueva. En ese momento la gente de Misiones hablaba de sus preparativos; la última reunión en la que yo estuve fue en San Juan, y se habló del panorama de dengue y zika, cuando todavía no estaba en los medios”.
Rovere revela un problema intrínseco de la burocracia estatal en cuanto al abordaje de este tipo de problemas: “Estas enfermedades están entre las áreas de Salud y Ambiente. Cuando uno mira cómo se organiza el tema de salud y el tema de ambiente, muchas veces las instancias gubernamentales están muy separadas. Y de repente Salud se relaja porque consigue que Ambiente pase con un camión fumigando. Entonces lo que parece probable es que necesitemos a futuro una mayor integración entre salud y ambiente siguiendo como trazador todas las enfermedades que se transmiten por vectores”.
Mientras los medios tiraban los flashes sobre el dengue, Rovere advertía que su postura corría riesgo de verse alterada culpa de las comprobaciones científicas y discusiones públicas: su idea es que más que el dengue, hay que poner el foco sobre el Aedes Aegypti. “Porque si el Aedes se ha transformado en un vector capaz de transmitir distintas enfermedades la concentración en dengue puede resultar inadecuada porque yo sigo solamente esa enfermedad. La impresión es que hay que seguir al Aedes porque no deja de sorprender; y cuanto más aumenta la globalización, más chances hay de que pueda transmitir otras cosas”.

Dengue: la epidemia, los errores, y lo que hay detrás

Mario Rovere. Foto: Lina Etchesuri

Fumigaciones y reflexiones

Tras el traspaso de gobierno, y con el mosquito ya instalado, la solución publicitada desde las distintas carteras de gobierno (municipal y nacional, espacio público y salud, etc.) fue la foto de un fumigador. “Cuando fumigamos volteamos mosquitos adultos, pero la fumigación no llega a los huevos”, dice Rovere. “Pero en fase epidémica la fumigación tiene sentido. En etapa no epidémica lo que tiene sentido son las intervenciones preventivas de mejora ambiental, de intervención sobre los espacios de potencial cría del mosquito”.
La Red de Médicos de Pueblos Fumigados y un grupo llamado Voluntarios Civiles en Epidemia salieron a cuestionar a las fumigaciones como método para “atacar” el dengue y zika. En el primer caso, la Red hizo eco de una carta técnica de la Asociación de Salud Colectiva Brasileña en la cual se asociaba la enfermedad del zika con los insecticidas que se encontraban en el agua: https://www.abrasco.org.br/site/2016/02/nota-tecnica-sobre-microcefalia-e-doencas-vetoriais-relacionadas-ao-aedes-aegypti-os-perigos-das-abordagens-com-larvicidas-e-nebulizacoes-quimicas-fumace. Cabe decir que luego Abrasco desimintió esta asociación y el motivo sigue en discusión tanto en Brasil como en el mundo: https://divulgapiaui.com.br/portal/abrasco-nega-ter-relacionado-larvicida-pyriproxifen-a-casos-de-microcefalia/
Voluntarios Civiles en Epidemia, por su parte, abrieron una convocatoria en change.org en la que alertan sobre las probables consecuencias residuales en el neurodesarrollo a causa de las fumigaciones, así como de la inefectividad de la medida y de la “falsa sensación” de haber eliminado el mosquito.
¿Qué proponen en cambio? Distintas conversaciones que mantuvo lavaca con epidemiólogos y biólogos han arrojado una premisa inquietante: la única que puede desactivar el virus es la gente.
Nicolás Schweigmann, doctor en Ciencias Biológicas, investigador del Conicet y parte del Grupo de Estudio de Mosquitos, trae un ejemplo simbólico que sirve para entender la tarea: “Vos no te lavás las manos o cepillás los dientes para combatir las bacterias. Lo que hacés es un acto de higiene básico. El ambiente donde vivimos no necesita que se combata, en cambio necesita es que lo comprendamos mejor”.
Sobre esto, Nicolás y un grupo de seis investigadores de distintas disciplinas de la Universidad de Buenos Aires han abierto un interesantísimo blog llamado DengueInfoAr, en el que todos los días publican una “Reflexión Urbana Ambiental”, cada una abordando el problema en sus distintas complejidades. De esta manera, entre otros ejes, informan que el mosquito que transmite estas enfermedades no existe en ambientes naturales, sino que es producto de la contaminación urbana. Es decir: es producto de cómo vivimos.
Parte de los Voluntarios Civiles en Epidemiología llama entonces a hacerse cargo del problema pero no en un sentido idealista ni mucho menos señalador: usan la figura del “multiplicador” como aquél capaz de replicar y explicar la necesidad de actuar casera y domésticamente para eliminar los focos de cría del mosquito. Para ello, recomiendan los pasos sugeridos por el Ministerio de Salud en su manual.
Dengue: la epidemia, los errores, y lo que hay detrás

La policía sanitaria

Rovere coincide en estos abordajes, y les da contexto y sustento: “En general la salud pública hubo un debate muy importante en la década de los 80: unos decían “salud para todos” y otros “salud con todos”. Ese “para” en cierta manera lo que decía era: dejen que el Estado se ocupe. Hoy en día los países que van más a fondo en esto asumen que el éxito en la lucha contra las enfermedades vectoriales es de la población, y se logra con una alianza estratégica entre el Estado y la sociedad. Fundamentalmente porque atraviesa los límites entre lo público y lo privado. Yo he visto con cierta simpatía las convocatoria a las poblaciones que se están haciendo y, seguido al titular de la convocatoria, la segunda frase ya habla de una amenaza: “hacé esto, hacé lo otro”, mensajes conductistas. Ese juego de si estamos hablando de una convocatoria a la sociedad o de la vieja policía sanitaria se da en el contexto de una transición donde empezamos lentamente a ver que los problemas de salud pública son tan complejos que hoy en día hay que pensar seriamente en alianzas fuertes entre la sociedad y el Estado. Responsabilizar a la población no es la idea, sino convocar, explicar. Y explicar a un nivel que resulte comprensible y atractivo”.
La pregunta es si el Estado argentino está preparado para afrontar ese tipo de estrategia, o sigue teniendo la lógica de la policía sanitaria. “La salud pública, si uno lo piensa en términos focaultianos, tiene una lógica panoptista. Ha sido, desde prácticamente mitad de siglo 19, parte consustancial de la organización del Estado moderno. Pero esa salud pública necesita cambiar porque también ha cambiado el tipo de enfermedades contra las que se lucha. En muchos casos tenemos problemas que no es que la sociedad puede suplir al Estado; pero en algunas dimensiones lo hace definitivamente mejor. Hoy hay grupos de autoayudas vinculados a enfermedades específicas donde el paciente sabe más que el profesional que lo trata”.
Rovere en la Mu 94

El Zika

El virus específico de zika, ¿es un riesgo real en Argentina? “Desde el punto de vista epidemiológico, tenemos riesgo de dengue y no de zika. Pero hay casos de dengue que podrían confundirse y hay zikas que no son clínicos. Podría ser tarde cuando nos enteremos del zika. Cuando una enfermedad te produjo en Brasil 1 millón 500 mil casos, quiere decir que hay zika para rato y significa una bomba de tiempo en el continente”.
El foco sigue estando en el Aedes Aegypti. Rovere: “No puede ser que uno ilumine las problemáticas los espacios periurbanos más degradados una vez cada cuatro cinco años para prevenir una epidemia. Lo concreto es que tenemos una deuda urbana que tenemos que subsanar cuando no tenemos epidemia. Esa sería la solución definitiva”.
El mapa elaborado por el Ministerio, todavía abierto en la computadora, parece darle la razón: además de las provincias fronterizas, los círculos rojos remarcan urbes como Córdoba, Rosario y Buenos Aires.
El informe oficial, en formato PDF

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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La Ley del Cáncer: avanza un proyecto que permite fumigaciones con agrotóxicos a 10 metros de viviendas

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Una Ley Nacional que proviene del sector del agronegocio avanza en la Cámara de Diputados, impulsada por la UCR y la Coalición Cívica. Se trata de la norma que regula, entre otras cosas, la aplicación de agrotóxicos. El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas. La primera reunión informativa contó solo con oradores promotores de la iniciativa y solo dos voces críticas; crónica de esa reunión y la opinión del médico Damián Verzeñassi, la enfermera del Garrahan Meche Méndez, el abogado Marcos Filardi y Sabrina Ortíz, vecina fumigada y abogada que acaba de presentar un escrito para convocar a audiencias públicas y foros de debate para evitar que se apruebe esta Ley que prioriza el negocio a la salud social y medioambiental. FRANCISCO PANDOLFI

Esta semana se presentó en la Cámara de Diputados el proyecto de ley nacional “de presupuestos mínimos de protección ambiental para la aplicación de productos fitosanitarios”. Es decir, de agrotóxicos.

El proyecto fue escrito por la Red de Buenas Prácticas Agrícolas, integrada por más de 80 instituciones públicas y privadas vinculadas con el agronegocio, y dentro del recinto encabezan la iniciativa los diputados Atilio Benedetti (UCR – Entre Ríos), presidente de la Comisión de Agricultura en la Cámara de Diputados, y Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica). La nueva norma ya cuenta con el acompañamiento de 32 legisladores, entre un abanico variopinto que engloba a La Libertad Avanza, Unión por la Patria, UCR, PRO, Coalición Cívica, Encuentro Federal, entre otros partidos. 

El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas.

La Ley del Cáncer: avanza un proyecto que permite fumigaciones con agrotóxicos a 10 metros de viviendas
Atilio Benedetti, UCR-Entre Ríos, principal promotor del proyecto, expone en la reunión del pasado martes.

Exposiciones sin consenso

El martes pasado se llevó a cabo una primera reunión informativa en la cual las y los oradores sólo fueron personas, organismos y corporaciones a favor de la iniciativa.

En la comisión conjunta realizada entre Agricultura y Ganadería y Recursos Naturales y Conservación de Ambiente Humano hubo entidades gubernamentales, de productores, de ingenieros agrónomos, de acopiadores, de empresas de tecnología agropecuaria y ONG a favor de la ley. Maximiliano Ferraro expresó que “el proyecto no tiene una mirada sectorial”. Y que “nace de un diálogo. Un diálogo y consenso, que podemos ampliar”.

Sin embargo, se dijo, no hubo invitaciones a voces disonantes.

Las únicas dos ponencias que no se alinearon al lobby de la producción con plaguicidas fueron el diputado Juan Carlos Giordano (Izquierda Socialista – FIT Unidad) y su par Blanca Osuna (Unión por la Patria). Dijo Giordano: “Deben darle espacio a quienes estamos en contra de esta ley. Hay una lista de un montón de organizaciones que quieren venir a exponer las barbaridades que ocurren por el uso de agrotóxicos. Fumigar a 10 metros de ninguna manera puede ser una buena práctica agropecuaria”. Dijo Osuna: “Es indispensable escuchar voces de otros sectores, estamos en falta si no. Los expertos científicos deben estar acá, están ausentes en este proyecto. Primero debe estar la salud, luego la producción”.

La evidencia del modelo

Tras el encuentro del martes, distintos actores se manifestaron en contra del proyecto. Damián Verzeñassi es médico generalista y es el director del Instituto de Salud Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario, desde donde se hicieron desde 2010 a 2019 más de 40 campamentos sanitarios en diversos pueblos de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba para  relevar puerta a puerta la situación de la salud en localidades fumigadas. ¿Qué demostraron esos resultados? Que en las comunidades rurales se multiplicaban los trastornos endócrinos, los abortos espontáneos, las malformaciones y el cáncer. Opina Damián: “Si se aprueba esta ley permitiría que se fumigue a 10 metros con productos que pueden generar cáncer de mama, cáncer de tiroides, alteraciones endocrinas en las glándulas, disminución de la capacidad de nuestro sistema inmunológico de defendernos. Por ejemplo, el herbicida atrazina está prohibido en 37 países, pero en Argentina está autorizada. Este tipo de cosas avala la ley que quieren aprobar”.

Sin embargo, el diputado por la Libertad Avanza Pablo Ansaloni, que proviene de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) dijo en la reunión informativa: “Desde nuestra actividad, que la vengo ejerciendo durante 30 años, manipulamos el cereal y estamos en contacto todos los días con el fitosanitario. Podemos dar fe que no tenemos ningún enfermo”.

Meche Méndez es enfermera de Cuidados Paliativos del Hospital Garrahan y desde hace años viene dando una pelea (casi en soledad) para que exista una historia clínica ambiental que pueda demostrar la relación de los agrotóxicos con las enfermedades. Le dice a lavaca: “El sistema de salud sigue sin considerar el daño, en muchos casos irreparable, que los tóxicos utilizados desde hace décadas en el modelo extractivo están produciendo en el ambiente, los territorios y por ende en los cuerpos de quienes los habitamos, atendiendo los síntomas y/o la enfermedad una vez producida, pero sin asociarlo cómo posibles causa”.

Sobre el proyecto de ley, analiza Méndez: “Sólo puedo compartir mi absoluto rechazo. Ya está comprobadísimo por la ciencia sin conflicto de interés que la deriva (movimiento de plaguicidas en el aire) no tiene control, que los venenos enferman y matan. Necesitamos medidas aún más protectoras de las que tenemos actualmente y sobre todo dejar de usar esos tóxicos. Hago un llamado urgente a los profesionales de la salud, a las sociedades científicas supuestamente comprometidas con la salud y el ambiente a que se expidan y rechacen esta posibilidad criminal de echar venenos a 10 metros”. Remata: “Se sabe que produce cáncer, malformaciones, daños genéticos, un montón de enfermedades y síntomas. Esto no puede salir de la Cámara de Diputados”.

María Luisa Chomiak, de Chaco, es la única diputada de Unión por la Patria que acompañó con su firma este proyecto. Argumentó: “Lo suscribí porque se necesita tener esta discusión. Toda iniciativa es perfectible y no hay nada más importante que la salud. Si se prioriza esto, celebro que estemos discutiendo este tema”. Sin embargo, en el proyecto no figura que la reducción de las distancias va en sentido contrario al principio de «no regresión en materia ambiental» que establece la Ley General de Ambiente y tratados internacionales como el Acuerdo de Escazú. Ni tampoco informa las pruebas científicas ya demostradas sobre la consecuencia de los plaguicidas: desde los efectos letales del glifosato en embriones anfibios, constatado por el ex titular del Conicet Andrés Carrasco, hasta los estudios de Delia Aiassa en la Universidad de Río Cuarto sobre daño genético, que comprobaron el riesgo aumentado de contraer cáncer. A partir de estas investigaciones hubo fallos judiciales en distintos puntos del país prohibiendo las fumigaciones terrestres a menos de 1.095 metros y las aéreas a menos de 3.000.

Antecedentes que enferman

Una de esas localidades es Pergamino, al norte de la provincia de Buenos Aires. Allí vive Sabrina Ortiz, una de las tantas personas que se enfermó por agrotóxicos. Perdió un embarazo de casi 6 meses y tuvo dos ACV. Sabrina tiene una particularidad notable: como no encontraba abogados que la defendieran, estudió Derecho y se recibió. Fue amenazada; le mataron a su perro como amedrentamiento. Después de años de denuncias y estudios científicos, la Justicia federal confirmó que el 3 de diciembre de 2025 comenzará el juicio oral contra tres productores agroindustriales por delitos de contaminación ambiental, según la Ley de Residuos Peligrosos (N° 24.051). En la causa se documentaron daños a la salud vinculados a la exposición crónica a sustancias como glifosato, atrazina y clorpirifós. 

Sabrina, junto a varios colegas, acaba de presentar un escrito colectivo de abogadas y abogados de Pueblos Fumigados en donde solicitaron a las presidencias de las comisiones de Agricultura y Ganadería y de Recursos Naturales de la Cámara de Diputados de la Nación que convoquen audiencias públicas, foros y videochats de debate antes de tratar el proyecto de ley.

Marco Filardi es abogado especialista en derechos humanos y temas ambientales y es parte de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina de la UBA. Le dice a lavaca: “Esta norma manda un mensaje a todas las provincias de que este (10 metros fumigación terrestre y dron, y 45 metros aérea) es el estándar mínimo, el piso ambiental y eso no lo podemos aceptar. Gran parte de nuestra población está expuesta cotidiana, sistemática y estructuralmente a la aplicación de más de 7.000 formulados comerciales con autorización vigente por el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) en una cantidad de más o menos 500, 600 millones de litros de agrotóxicos al año. Tenemos el triste privilegio de ser el país que más agrotóxicos por persona y por año usa en el mundo y los resultados están en los cuerpos, están en los territorios”.

Desde los impulsores de la iniciativa no contactaron a científicos, ni profesionales de la salud, ni abogados, ni a ninguna de las organizaciones ambientales. Como por ejemplo la coordinadora “Por una vida sin agrotóxicos Basta es Basta”, de Entre Ríos, que se moviliza todos los martes desde 2018 frente a la Casa de Gobierno en Paraná. “La ley nacional es un ‘copy-paste’ de la que ya tenemos acá, aprobada a finales de 2024 y en la que habilitan fumigar a 5 metros de los cuerpos de agua, a 10 de las plantas urbanas y a 15 de las escuelas rurales. Ellos se amparan en las buenas prácticas agrícolas sin basarse en ninguna evidencia científica, a diferencia de todos los trabajos publicados en Argentina y en el mundo donde se demuestra el impacto que tiene el uso de los venenos sobre la salud y los ecosistemas, más allá de la dosis y la distancia. Lo que genera el daño es la presencia del veneno y si hay evidencia científica ya está: no hay más que hablar”.

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