Nota
Desparecidos en México: así es el día de las madres que buscan a sus hijos
Desde hace 7 años, el día de las madres se conmemora en México con una manifestación por las más de 35 mil personas desaparecidas y las 250 mil asesinadas durante la llamada «guerra contra la drogas». De Ayotzinapa a los 3 estudiantes de cine desaparecidos en Jalisco este año, madres y estudiantes volvieron a marchar y a relatar el horror: «Nos va a llevar tiempo pacificar este país, pero tenemos que empezar ya». Qué dicen del Estado y cómo buscan a sus familiares. Crónica desde Ciudad de México por Eliana Gilet para lavaca.org. Fotos de Ernesto Álvarez.
Hace siete años las mujeres mexicanas convirtieron el día de la madre en un día de lucha: el de la “dignidad nacional de las madres buscando a sus hijos”. Esta vez, a la marcha de mujeres vestidas de blanco, esas que van acompañadas por los otros hijos y algún vecinos, por los tíos y los padres de sus hijos, se le sumaron decenas de estudiantes llegados desde Jalisco, uno de los estados mexicanos de la costa del Pacífico -que ocupa el segundo lugar en registrar la mayor cantidad de casos de desaparición forzada-, donde el 19 de Marzo pasado, tres estudiantes de cine fueron desaparecidos mientras regresaban de filmar un trabajo para su escuela.

Ciudad de México. Bebé frente una intervención con los rostros y nombres de cien desaparecidos durante la marcha por la Dignidad Nacional de las Madres Buscando a sus Hijos.
Foto: Ernesto Álvarez
Jalisco, el nuevo Ayotzinapa
La historia de Javier Aceves, Marcos García y Daniel Díaz -así se llamaban los estudiantes- sacudió México y, a un mes de su ausencia, ante la presión ciudadana que generó el caso la autoridad judicial jalisciense comunicó que habían detenido al supuesto perpetrador, quien había confesado que los estudiantes habían sido asesinados y sus cuerpos disueltos en ácido. El fiscal general de Jalisco, Raúl Sánchez Jiménez dijo estas y otras palabras más en conferencia de prensa, planteando que su investigación los había llevado hasta una casa dónde encontraron evidencias del crimen y restos genéticos de dos de los jóvenes, entre otros veinte perfiles genéticos.
La versión oficial despertó en todos el recuerdo de Ayotzinapa. En aquella ocasión el Estado intentó poner un punto final al caso fabricando una “verdad histórica” que resultó ser falsa: señalaba que los 43 habían sido quemados en el basurero de Cocula, una localidad vecina a Iguala, donde fueron secuestrados por policías municipales en actividad en la noche del 26 de setiembre de 2014 y desde entonces están desaparecidos.
Jesús Medina es presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios de la Universidad de Guadalajara, ciudad capital de Jalisco, y viene en el contingente de los universitarios que se sumaron a la marcha de las madres. Dice que ninguno de ellos creyó en la versión oficial de lo sucedido con sus compañeros cineastas. “La terrible situación que padecieron nuestro compañeros hizo visible la cantidad de familias con desaparecidos que hay en nuestro estado (Jalisco): no son tres, que se cuentan por miles. La cifra oficial dice que son tres mil desaparecidos en este sexenio pero no es cierto, sabemos que la cifra es más alta aún. Hay carpetas de investigación de un hecho dónde desaparecieron tres o cuatro personas de manera simultánea y ellos lo cuentan como un solo caso, cuando las víctimas son más. Sabemos que la cifra de desaparecidos en Jalisco está por encima de las 4500 personas, del año 2012 para acá.”
«La cifra
oficial dice que son tres mil desaparecidos en este sexenio pero no es cierto, sabemos que la cifra es más
alta aún».
Medina señala que a partir del caso de los tres estudiantes se hizo evidente que la justicia no estaba buscando a nadie, pero dada la presión “ahora sí se encargaron de encontrar una hipótesis, pero sin tener pruebas científicas o peritajes concluyentes que sostengan que es verdad lo que plantean. La ley general de desaparición forzada es muy clara: en su artículo 5, fracción 12, dice que mientras la persona siga desaparecida, la autoridad está obligada a buscarla con vida. Ellos quieren cerrar esta tragedia por decreto y eso nos parece inadmisible”.
Cuenta que a pesar de tener contacto previo con dos colectivos de su estado, Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos Jalisco y Por amor a ellos, fue la repercusión del caso la que los hizo tomar la calle. Entiende que las universidades del país, todas, las de mayor prestigio, “se han quedado muy cortas porque todo lo que han mostrado son comunicados, cuando ellos tienen una capacidad de investigadores, tecnológica, logística y operativa deberían estar metidos en este tema que es el principal del país”.
Asegura: “Nos va a tomar años pacificar este país, pero hay que empezar ya. Creo que las madres habían estado solas durante muchos años y hoy llegamos con la idea de decirles a ellas que no están solas. Pero en realidad, los que no estamos solos somos nosotros, porque ellas no se han cansado nunca de luchar por los jóvenes. Apenas lo hemos entendimos y eso hay que reconocerlo”.

Ciudad de México. Mujer en medio de mantas con los rostros de personas desaparecidas durante la marcha por la
Dignidad Nacional de las Madres Buscando a sus Hijos.
Foto: Ernesto Álvarez
No están solas
La marcha termina su recorrido y se instala en las escalinatas que son la base del Ángel de la Independencia, sobre la Avenida paseo de la Reforma en el corazón financiero de la ciudad de México, para leer una proclama conjunta y que luego todas las que lo deseen tomen el micrófono y hablen.
Yolanda Morán, fundadora de la organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México (FUNDEM) es la encargada de ponerle voz al texto común, cuyo centro es denunciar que los últimos dos presidentes del país, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, son responsables de este genocidio, de este desastre nacional y de esta miseria planificada. A continuación detalló las cifras detrás de estas aseveraciones, en las que durante el sexenio de Calderón (2006-2012) se contaron un promedio de 55 ejecuciones por día y 12 casos de desaparición forzada (121603 asesinatos y 26121 desaparecidos) pero para cuando llegó Peña, en 2012, esa cifra explotó. El año pasado, 2017, fue catalogado como “el año más violento jamás registrado” en la historia de México, que se tradujo en casi 80 asesinatos por día.
El año pasado, 2017, fue catalogado como “el año más violento jamás registrado” en la
historia de México, que se tradujo en casi 80 asesinatos por día.
El discurso de las madres resume la contundencia del rol estatal en la máquina de desaparecer personas, así como de la resistencia que se teje en la calle: “Felipe Calderón eres responsable de haber declarado una guerra contra la delincuencia organizada que en verdad se convirtió en una guerra contra el pueblo. Nosotras decretamos esta sentencia histórica, ¡carga en tu conciencia con nuestro dolor! Peña Nieto eres responsable de no haber corregido el error de tu antecesor, a sabiendo de que era un error costoso en sangre y en sufrimiento. Te corrompiste a nivel no imaginables y te comportaste como un mentiroso frente a todas nosotras: no sólo ante los 43 desaparecidos de Iguala, a los de Tamaulipas, ante Jalisco. ¡Estás ante los 50 mil desaparecidos que la nación te reclama! Eres responsable político históricamente de las cifras de horror que superan a las de tu antecesor. Tendrás, como Calderón, la mancha eterna del escarnio, por haber sido un títere de la impunidad, de la estafa maestra, de los socavones físicos y morales, de la venta y remate de todos nuestros recursos naturales, de tus gobernadores corruptos, prófugos y encarcelados».
Las madres también defendieron la Ley General de Desaparición Forzada, que entró en vigencia en enero de 2018 y fue producto de su esfuerzo y pelea durante unos seis años. La ley que se acordó, creó un nuevo tipo penal que antes no existía y que es la “desaparición por particulares” dónde el Estado termina blindado, porque desaparece su responsabilidad de no haber garantizado la seguridad de los habitantes de su país. La otra parte crucial de la ley es la creación de un mecanismo nacional de búsqueda de personas
desaparecidas, para el que a fines de marzo, fue designado Roberto Cabrera Alfaro como el primer comisionado a cargo de estas nuevas estructuras.

Ciudad de México. Familiares de personas desaparecidas se manifiestan en el Ángel de la Independencia para
reclamar por la injusticia y responsabilidad del Estado en cada uno de sus casos.
Foto: Ernesto Álvarez
Cabrera cuenta con el beneplácito de una buena cantidad de madres y familiares pero, como apunta Juan Carlos Trujillo de Familiares en Búsqueda – María Herrera, no hay ley que no deba hacerse cumplir: “La ley ya debería estar aplicándose, pero sabemos que aunque sea muy bondadosa en contenido, una cosa es la parte escrita y otra la aplicación. Tenemos un desfase y estamos lejos de una aplicación que favorezca a las familias y sus búsquedas. Nuestros esfuerzos están puestos en acciones como esta (señala hacia la movilización) que son las que hemos estado haciendo siempre, con ley o sin ella, con Estado o sin él. Las familias tenemos claro que nos toca seguir buscando, haciendo las cosas solos”.
Sobre la designación de Cabrera como Comisionado Nacional de Búsqueda de personas desaparecidas dice estar de acuerdo, ya que tiene trabajo previo realizado con los colectivos de familiares desde su antiguo puesto en la Comisión Nacional de Seguridad, pero señala que “los recursos son el principal defecto de la ley. El mecanismo de búsqueda no tiene presupuesto por sí mismo, depende de lo que le otorgue la secretaría de gobernación y hasta dónde tengo entendido, aún no ha sido asignado. Si le toca poco, sólo va a alcanzar para la estructura y salarios, pero no para el modelo de aplicación”.
Sin embargo y a pesar de su gravedad, este tema no se ha tocado prácticamente durante la campaña electoral en curso, por ninguno de los candidatos que el próximo 1 de julio pelearán en las urnas por un sillón en el gobierno mexicano.
Teresa está parada a unos metros de la concentración, dónde el centro de derechos humanos Fray Juan de Larios, del estado de Coahuila, montó una muestra de fotos sobre las madres en búsqueda. La primera foto muestra a Rosario Ibarra de Piedra, en 1982. Rosario es una de las mujeres históricas en la lucha contra la desaparición forzada, fundadora del comité Eureka y del Frente Nacional contra la Represión.

Ciudad de México. Joven pasa frente a las mantas con rostros de personas desaparecidas durante la marcha por la
Dignidad Nacional de las Madres Buscando a sus Hijos.
Foto: Ernesto Álvarez
Teresa abre la pancarta que muestra la foto de su hermana, Minerva Vera Alvarado, que desapareció el 29 de abril de 2006, a sus 62 años, en la localidad Matías Romero del estado de Oaxaca; y se toma una foto frente a la de Rosario. Cuando viene enrollando el cartel cuenta que su padre, Rafael Vera Crespo, era un sindicalista combativo que formó parte del consejo de la gran huelga ferroviaria de 1959 y las llevaba de niñas, a ella y su hermana, a los actos de Doña Rosario.
Dice: “Ella ya peleaba por entrar a los cuarteles, por una ley que contemplara a los desaparecidos. Cuánto tiempo hemos pedido que la sociedad nos acompañe, que proteste con nosotros, pero sigue habiendo gente que nos ignora. Cuántas veces la escuchamos nosotros a Doña Rosario sin pensar que nos fuese a suceder esto”.
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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