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Deuda externa, deuda ecológica y sobreexplotación humana y natural: donde pierde la vida y gana el dinero

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“Los pobres son mantenidos en un estado de subdesarrollo sostenible que tanto desde las izquierdas como desde las derechas ha sido mantenido de una u otra forma a través del tiempo”, escribe Walter Pengue, entre muchas otras cosas en este artículo especialmente para lavaca.org. La deuda externa y la deuda ecológica (de la que no se habla) como caras de una misma moneda. La explotación humana y territorial, el consumismo, las claves para entender la época. Pengue es ingeniero agrónomo, doctor en Agroecología, miembro científico del Panel Internacional de los Recursos (Resource Panel) del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, integra el GEPAMA (Grupo de Ecología del Paisaje y Medio Ambiente de la Universidad de Buenos Aires), es profesor de Economía Ecológica en la Universidad de General Sarmiento, e integra el equipo docente del Diplomado Dr. Andrés Carrasco de Periodismo y Comunicación Ambiental de lavaca.
«No temo tanto a los de afuera que nos quieren comprar, como a los de adentro que nos quieren vender”,   Hipólito Yrigoyen
Walter A. Pengue
Deuda externa, deuda ecológica y sobreexplotación humana y natural: donde pierde la vida y gana el dineroUno de los problemas más serios que hemos venido enfrentando recurrentemente en la sociedad moderna reside en especial en la distinta y distorsionada mirada que la economía tiene sobre lo natural y la ceguera sustancial que la misma expone frente a los innumerables servicios a la vida dada por el entorno que rodea y provee a las sociedades: el sistema natural.
Basada en este nacimiento antinatural del sistema económico, subyace la enorme desproporción en la forma en que se utilizan los recursos naturales, el verdadero valor de los mismos y el fuerte impacto causado por el modelo, en especial el sistema capitalista occidental (pero también el modelo comunista actual, por ejemplo el chino), sobre la naturaleza y por supuesto también sobre muchas sociedades humanas.
Para la sociedad el dinero “vale”. Y vale también en función del tiempo. Y por su uso, se pagan tasas. No obstante, la naturaleza que tiene tasas de renovabilidad (para los recursos naturales renovables), o de reposición (para los recursos naturales no renovables), jamás puede emular a las tasas de mercado.  Generalmente estas son más altas y cuando más elevadas, más presión se ejerce sobre los recursos naturales.
En la mirada convencional, se someten a los recursos naturales a la silla eléctrica, se los transforma en dinero y estos fondos se colocan en el mercado financiero. Las tasas financieras elevadas son la cuchilla con la que cortamos la cabeza del sistema natural. Es imposible sostener la vida frente a un sistema ávido sólo de dinero.
Cuando en este dilema, además, incursionamos en un endeudamiento creciente a tasas leoninas, sabemos que estamos hipotecando la vida – todo tipo de vida – en beneficio de la circulación del papel, físico u electrónico y promovemos una enorme transferencia de recursos y la destrucción sistemática de otros.  Argentina, nuevamente se vuelve a enfrentar a este dilema y parece volver a repetir sus errores, cada vez, con un ambiente más y más degradado.

Una deuda odiosa

Las ventajas comparativas (recursos naturales) han sido para las economías emergentes, sus sociedades y en general sus administraciones gubernamentales, un salvavidas de plomo que más que permitir el verdadero desarrollo sustentable, las convirtió en polo de atracción – por sus recursos naturales disponibles (suelo, agua, energía y biodiversidad) y trabajo barato – de los países más desarrollados y en general sus grupos corporativos multinacionales.
La globalización abrió un proceso importante de acceso a estos bienes naturales, el uso de los servicios ambientales y la apropiación del espacio vital que lejos de terminar se ha intensificado en especial, en América Latina y África.
Mientras una parte del mundo -algunos pocos gobiernos se muestran realmente preocupados y otros hipócritamente se exponen como azorados, a pesar de tener mucha responsabilidad en ello-  frente a las migraciones internas y externas niega aún la consecuencia emergente del fracasado modelo global de crecimiento, ahora en la región sur volvemos a enfrentarnos a una nueva crisis financiera, económica, social y ecológica, que derivará consecuentemente en nuevas migraciones y enormes flujos transaccionales de recursos naturales estratégicos.  
Y ciertamente en la consecuente pérdida de vidas, ilusiones y sufrimiento para la parte más débil de una sociedad, recurrentemente golpeada.  Antes fueron las economías de Asia, África y América Latina. Luego les tocó las políticas de ajuste a las propias economías europeas como en Portugal o Grecia y ahora, nuevamente nos llega la cuestión a nosotros.  
Cuando en Abril del año 2002, escribía en Le Monde Diplomatique, “Lo que el Norte le debe al Sur: Comercio ecológicamente desigual y deuda ecológica” (Pengue 2002), advertíamos sobre los enormes costos históricos, ecológicos y sociales que la deuda externa estaría produciendo sobre los cuerpos y territorios de los países del tercer mundo, entre ellos por supuesto, la Argentina.  En la portada del mismo periódico se destacaba que “El establishment apuesta al caos”, en clara alusión al verdadero juego que practica el sistema financiero local e internacional.  Veinte años de diferencia, pero los mismos procesos de apropiación y posiblemente una mayor destrucción socioambiental.  Nos sigue dominando el establishment y no la producción sustentable y la mirada de mediano y largo plazo.  
Patricia Adams, una economista del Banco Mundial, renunciada luego de ver tantos atropellos y sinsabores, sumando con claridad a la forma en que se construyó una deuda ilegítima en muchas economías emergentes, lo advertía con claridad: son “deudas odiosas”.  Se preguntaba y nuevamente podemos preguntarnos ahora, porqué en este caso los argentinos, que declamamos derechos de manera incuestionable y somos capaces de movilizaciones masivas que nos enorgullecen y logran objetivos por algún tema específico, nos sometemos tan pasivamente, a los arbitrios de una ominosa deuda externa, construida tanto interna como externamente, sin cuidar ni preocuparnos, con el mismo compromiso, por nuestra gente, nuestros ancianos, nuestros niños y menos aún por nuestro ambiente. Un ambiente que venimos destruyendo sistemáticamente desde hace décadas de forma más intensiva.  Y aunque no degradamos nuestro entorno por malicia, lo aceptamos con la intrepidez de un pavo.  Si ningún agricultor sueña con dejar a sus hijos un campo destruido, con su capa fértil lavada, el agua contaminada y el terreno cubierto de cárcavas, ¿porqué permitimos tal destrucción de un modelo agotado? Si ninguna comunidad se somete voluntariamente a un desgaste azaroso, ¿por qué las sociedades toleran el cautiverio de la deuda externa, aun cuando su origen es distante de su cotidianeidad (Adams 1993) y alejadas además, de su responsabilidad?
Los investigadores y las miradas profesionales parciales también son responsables.  Objetivando el problema desde una perspectiva monocriterial, se soslaya siempre el impacto de las otras perspectivas. Recuerdo aún con tristeza una conferencia plenaria muchos años atrás, en un Congreso Regional de Ecología en Bariloche, donde un prestigioso ecólogo, pleno de lauros bien ganados,  respondía a una pregunta del público sobre su presentación acerca de las perspectivas futuras y los distintos escenarios frente a diferentes contextos económicos globales, que bueno, eso no es un tema nuestro, eso se lo dejo para los economistas”. 
Y así, académicos destacados, sea por impericia, desconocimiento o desprecio a una disciplina a veces considerada menor, dejan a veces de lado, en manos de muy pocos “expertos”,  los principales problemas que incumben a las sociedades actuales y a sus recursos: el impacto del sistema económico sobre todos los procesos, que son en primer lugar, complejos.  Una pena, pues desde allí se forman a generaciones de jóvenes que a veces escuchan con avidez, esperanza y respeto, a sus “sabios”.
Por otro lado, las recurrentes discusiones monetarias, ascensos y fracasos y de las economías y sus formas de explotación de los recursos, encuentran en la economía ortodoxa, las respuestas más impensadas, desde delirantes a premonitorias, cuando el barco siempre se está hundiendo. Y luego, sobre la destrucción de vidas y haciendas, vuelven a resurgir como el ave fénix, una y otra vez. Si un cirujano, un médico, o un ingeniero, equivocaran su pronóstico, la pena sufrida le sería grave. Cuando el economista previsiona y hasta promueve decisiones que serán desacertadas, impactando a millones de personas, y directamente las vidas de hombres, mujeres, niños y ancianos, sumado nuestro ambiente, el costo que enfrenta es prácticamente nulo. Dice cualquier cosa, o toman decisiones desastrosas, y no hay cargos por responder.  Y es claro además que existe en la sociedad, una prevaleciente mirada economicista por encima de todas las demás, como así sus impactos. Y la inequidad también, desde el vamos.
Sin embargo, es muy llamativo que las sociedades, no comprendiendo a cabalidad lo que se encuentra en juego y en especial, el cómo resolverlo, esperan con avidez la respuesta de algún nuevo gurú, que les llevará nuevamente al fracaso y aniquilará, como ya se ha experimentado el futuro de generaciones actuales y futuras, además de dilapidar recursos naturales renovables y no renovables.
El problema económico no es tal.  Es social y político. Amerita de una nueva perspectiva que incursione en el análisis de la complejidad, que no es propiedad de ninguna disciplina y se resuelve desde un cambio de paradigma, desde un cambio profundo del sistema económico, causante de la recurrencia cíclica de tales males. Y de una mirada especial de la ciencia de la complejidad, que maneja como la incertidumbre, la ciencia postnormal.
La lucha política y social por la apropiación de los recursos (naturales y humanos) y su explotación ha llevado claramente a desbalances permanentes, en los cuales para que unos pocos ganen, sean muchos los que pierdan.  Este sistema capitalista actual es una economía de rapiña y lo que enfrenta Argentina nuevamente es una transferencia brutal de bienes de un sector a otro en una nueva licuación no sólo de su moneda, sino de sus recursos tangibles, que llevan al país hasta el fondo.

Una economía marrón

La economía de rapiña, un proceso de destrucción sistemática de naturaleza, que además explota singularmente recursos naturales y humanos sin considerar el costo socioambiental, es en general promovida en nuestras sociedades, en especial para dar respuesta a la necesidad de ingreso de fondos externos que den cuenta del pago de intereses y capital de crecientes “deudas externas”. La fuerte expansión de un modelo de crecimiento de una economía marrón que por un lado fomentó y promueve el crecimiento y el consumo y por el otro lado, viene acompañado por importantes impactos ambientales y a la salud humana, encuentra en las miradas de las derechas o las izquierdas, de los de arriba y de los de abajo, un inmanente precepto que les sigue uniendo a todas: el de crecer.  Luego recién vendría la discusión de qué y cómo se acumularía y qué se distribuirá y cómo cada uno de los beneficios. De la distribución de costos sociales (externalidades), poco o nada se habla, desde prácticamente ninguna de las aristas políticas.
Ya desde la revolución industrial y actualmente con la nueva revolución consumista, la degradación no se hizo esperar y el sistema económico ha generado tremendos impactos tanto en los países periféricos como en los más desarrollados, con polos de degradación hoy en día imposibles de soslayar. En los últimos cincuenta años, la carrera por la transformación de naturaleza en producto se ha hecho aún mayor. 
El ritmo del crecimiento económico mundial es más acelerado que la propia expansión de la especie humana. Y ese proceso, además promueve una extracción sin precedentes de recursos naturales, en especial potenciado en las economías del Sur, de manera notable. Mientras entre 1950 a 2010 el PBI mundial pasaba de 10 a 80 trillones de dólares, y la población humana lo hacía desde los 3.000 a los más de 7.000 millones, lo que equivale a decir que mientras la economía global se multiplicaba casi ocho veces, la población del mundo solamente se duplicó. Los datos del Departamento de Estudios Económicos y Sociales de las Naciones Unidas informaron que la población mundial alcanzó en Junio de 2017 los 7.600 millones de personas que se proyectan a los 8.600 millones para el año 2030. Las previsiones siguen rondando llegar a 9.800 millones para 2050 y a 11.200 para 2100. Siempre que no se consideren guerras de aniquilación global o pandemias mundiales de enfermedades que incluso hasta ahora desconozcamos.  La tendencia continuaría a un ritmo de aproximadamente 83 millones de personas más cada año, pese a una disminución constante de los niveles de fertilidad. Las nuevas proyecciones (2017) indican, por ejemplo, que China e India seguirán siendo los países más poblados, pero cerca del año 2024, India superará a China, mientras que entre los diez países con más población, Nigeria es el que está creciendo a una mayor velocidad. Por ello, se estima que Nigeria superará en este aspecto a Estados Unidos antes de 2050.
La economía y el consumo (consumismo) de materiales, energía, agua y recursos naturales crecen mucho más que la propia expansión de la especie humana. Para hacer crecer estas economías globales, varios de los países en desarrollo se convierten en meros proveedores de estos materiales y cuando a este abastecimiento, se suman la necesidad por un lado de una demanda de  materiales sin valor agregado real y por el otro, la falta de ideas alternativas para el desarrollo, se potencia la extracción insostenible de los recursos y un creciente endeudamiento externo. Los países poseedores de ventajas competitivas (conocimiento, información, ciencia, tecnología, prospección estratégica) cuentan con la capacidad de apropiarse de estos recursos y pagar por ellos precios relativos cada día más bajos.  Y además, transferir sus pasivos ambientales.
La enfermedad holandesa parece erigirse por estos lares.  Poseemos recursos naturales. Pero no poseemos la capacidad y eficiencia para explotarlos de manera racional. Tenemos ventajas comparativas incuestionables y adolecemos de ventajas competitivas. Argentina, claro lo es, es la última frontera para la extracción de tierras de calidad, energía renovable y minería a gran escala. Y se la está aprovechando, no justamente en beneficio de la propia Argentina. En el país, entre 1970 y 2009 la extracción de materiales pasó de 386 millones a 660 millones de toneladas, con una tasa de crecimiento superior a la de la población misma.                 Esto significa que el aumento en la extracción de materiales no está impulsado por el consumo doméstico (interno en sí mismo) sino fundamentalmente por la exportación de commodities (agricultura, forestal, ganadería, energía y minería). En comparación con otros países exportadores de la región, Argentina tiene la mayor extracción de materiales per cápita: 16.46 ton/cap.

Recursos Naturales y Deuda Ecológica

América Latina, especialmente focalizada en los Andes y la selva amazónica, representa aproximadamente 17 % de las reservas mundiales de hierro, y cuenta con el 20 % de las de estaño, 25 % de la bauxita, zinc y níquel, además de contar con casi la mitad de las de cobre y plata y entre el 60% y el 70% de las de litio, uno de los elementos en los cuales los funcionarios políticos están poniendo muchas de sus expectativas, al verse utilizados no sólo en pilas sino en los autos eléctricos.  Brasil ocupa el segundo lugar como exportador de hierro del mundo y Chile, muy concentrado en minerales como el cobre es el primero. Respecto de nuevos elementos en el mercado mundial, el Brasil con más del 18 % del total mundial es el segundo país luego de China. También es considerado como un centro estratégico de reservas críticas, tanto por los Estados Unidos, China y la Unión Europea, al contar como informa el panel de los Recursos, el 90 % de las reservas mundiales de niobio.
América Latina es una gran reserva de energía. Según el World Energy Council, cuenta con el 22 % de las reservas recuperables de petróleo en el mundo, el 25 % del gs y más del 15 % de petróleo de esquisto y shale-gas.  Vaca Muerta es la nave insignia actual de la Argentina, y uno de los blasones con los que los sucesivos gobiernos de estos últimos tiempos la muestran como el potencial elemento dinamizador de una economía alicaída.  En los últimos 5 años, Vaca Muerta recibió u$s 50.000 millones de inversión y espera aún más para la explotación de las 19 nuevas concesiones de gas no convencionales. Evidentemente bastante alejado de la mirada real por energías renovables que recibieron a través del FODER, menos de u$s 500 millones.
En cuanto a la biomasa, América Latina nuevamente es un gran productor y exportador. La biomasa representa el 70% del flujo material, y se compone en un 71% por las pasturas y alimentos para el ganado, en un 2% por pesca y extracción maderera y en un 27% por cultivos.  Entendemos por biomasa a todos los elementos producidos tanto por la agricultura (granos, piensos), como por la ganadería (carnes, huevos, leche), la producción forestal o la horticultura o fruticultura por ejemplo.
Siendo la biomasa un producto muy importante en las cuentas de exportación de las economías latinoamericanas y en especial de Argentina, es llamativo que desde las políticas públicas, como también desde la investigación más integral que incumbe a los territorios, se haya prestado menor atención a los impactos y procesos que derivan en la cancelación de relevantes prestaciones ambientales. Entre estos impactos están los efectos sobre los ciclos biogeoquímicos y la contribución de Argentina y de la demanda mundial a estas alteraciones. Asimismo en un país que basa su desarrollo en el sector agropecuario, no hay reflexión sobre los efectos de contar con un territorio de altísima calidad productiva que es a la vez muy susceptible a las transformaciones.
La actual crisis de la deuda, que tiene a maltraer al actual gobierno, se suma a la escasa mirada que se tiene sobre los efectos invisibles de la extracción de esta agricultura minera. Si bien luego de la sequía enfrentada en la pasada campaña los principales granos sembrados (soja, maíz, girasol, sorgo, trigo, cebada y otros) pasarán de una superficie de 36,1 millones de hectáreas a 37,2 millones, los costos ambientales que les acompañan son crecientes.  En Argentina, un 37.5 % del territorio (unos 105 millones de hectáreas) está afectado por procesos de erosión hídrica y eólica, que movilizan a su vez, millones de toneladas de nutrientes. 
La sequía puede ser un problema climático, derivado o no de efectos antrópicos. El mal manejo de los recursos, la sobreexplotación del suelo, la monocultura minera, no lo es. Responde a la avidez privada y la promoción pública por este único modelo. La falta de ideas y la no construcción de alternativas, tiene enormes costos, que aquí ya también comenzamos a mensurar. Tener las métricas, deberían servir a los políticos, para cambiar sus miradas, y no repetir incertezas brindadas por actores interesados. A los que igualmente siguen.
Un proceso continuo de agotamiento de nutrientes del suelo ha estado en curso desde  los últimos 55 años de la dinámica de extracción de nutrientes. Los nutrientes estimados cosechados de 1961 a 2015 se mantuvieron en 113 Tg (Teragramos) de NPK (76 Tg N, 11 Tg P, 26 Tg K), igual a una extracción nacional promedio anual de 64 kg N ha-1, 9 kg P ha-1 y 22 kg K ha-1 (Pengue y otros 2018). Este agotamiento del suelo representa un «costo oculto» o intangible ambiental, ya que la exportación de nutrientes de los suelos como capital natural permanece sin contabilizarse (Pengue 2017). Esta compensación ecológica debe conciliarse para minimizar los impactos ambientales, evitar la degradación del suelo y mantener la capacidad del paisaje para producir alimentos.
En el último cuarto de siglo, fue la erosión hídrica la que más creció, pasando de 30 a 64,6 millones de hectáreas, lo que significa por otra parte, que la erosión eólica está alcanzando ya los 41 millones de hectáreas. Ambos procesos, son disparados especialmente por cuestiones antrópicas, sostenidos en el actual sistema de agricultura industrial.   A su vez, las regiones áridas y semiáridas del país, que cubren alrededor del 75%, albergan ecosistemas frágiles, vulnerables a la desertificación. Un 10% de la superficie de estas regiones, que abarcan el oeste y sur del territorio nacional, se ve afectado por una desertificación clasificada como muy grave, mientras que en un 60% ésta es de moderada a grave, a causa del pastoreo excesivo y el sobreuso de los recursos naturales.
La economía convencional ve sólo a los recursos, cuando estos ingresan en el sistema económico. Y le sostienen (Diagrama). No obstante, la economía se ha ido desprendiendo, alejando de sus tangibles físicos y la especulación financiera ha entrado con fuerza en el actual proceso económico. De una economía de la producción, sostenida en los recursos naturales, se ha pasado a una economía de la especulación, que sostiene y fundamenta la existencia de la economía financiera. “En Dios confiamos”, dice la moneda emblema, el dólar. Y sí, mientras, el mundo “crea”, la especulación se sostendrá.  Las tasas altas, “inventadas” o que responden a cuestiones sociales especulativas, matan la vida y sostienen solo al dinero. Que lamentablemente para los economistas, aún no es comestible.
Las tasas de la economía, sus tasas financieras, no son las tasas de la naturaleza. Por ello, esa “burbuja” que observamos en el diagrama es tal, puesto que lo financiero, meramente especulativo, está muy separado de los bienes físicos.

Deuda externa, deuda ecológica y sobreexplotación humana y natural: donde pierde la vida y gana el dineroLa Economía de los Recursos Naturales y la Economía Financiera (Pengue 2008)

La actual situación, enfrentada por la Argentina frente a la recurrente y creciente deuda externa, pone sobre el tapete, una desesperada presión interna, sostenida por la voracidad externa, por la extracción de recursos naturales y subvaluación y explotación de recursos humanos, que afecta a la generación actual y endeuda para siempre al menos, a tres generaciones de argentinos.  Esta destrucción del capital socioambiental del país, se enmarca entonces, en el actual concepto de deuda ecológica.
Desde la perspectiva Sur-Norte se puede definir la «Deuda Ecológica» como «aquella que ha venido siendo acumulada por el Norte, especialmente por los países más industrializados, hacia las naciones del Tercer Mundo, a través de la expoliación de los recursos naturales por su venta subvaluada, la contaminación ambiental, la utilización gratuita de sus recursos genéticos o la libre ocupación de su espacio ambiental para el depósito de los gases de efecto invernadero u otros residuos acumulados y eliminados por los países industrializados» (Donoso, 2000). La Deuda Ecológica podría entenderse también, como la obligación y responsabilidad que tienen los países industrializados del Norte con los países del Tercer Mundo, por el saqueo y usufructo de sus bienes naturales: petróleo, minerales, bosques, biodiversidad, bienes marinos; a costa de la energía humana de sus pueblos y de la destrucción, devastación, y contaminación de su patrimonio natural y las propias fuentes de sustento.
Entre la Deuda Externa y la Deuda Ecológica, existen relaciones todas, que incumben a enormes costos sociales y ambientales. Además de la convencional supeditación de la economía nacional a los designios del capital financiero internacional y las economías más poderosas, que implican un fuerte programa de ajuste estructural, que equilibre la balanza de pagos, garantice la devolución de capital y especialmente intereses, brinde acceso a recursos estratégicos del país (tierra, agua, energía, empresas), privatice la educación y los sistemas de investigación, debilite los avances en los beneficios sociales, pulverice las jubilaciones y sostenga solamente a aquellos activos que permitan mantener hacia el exterior el flujo de capitales.
Deuda externa, deuda ecológica y sobreexplotación humana y natural: donde pierde la vida y gana el dinero               

                Fuente: Modificado de Pengue (2008).

La fuerte degradación ambiental en el Sur sostiene incluso a la protección ambiental en el Norte, y esto se nota por ejemplo en los números que muestran cómo estos últimos ahorran tierras y restauran sistemas degradados y los países del sur, de manera permanente aumentan sus extensiones para la producción creciente de biomasa (Pengue 2012). El intercambio ecológicamente desigual es un hecho, que al no medir los invisibles, las externalidades, no permiten que mensuren estos impactos (Pengue 2008).

Las retenciones ambientales y los recursos naturales

Los recursos naturales, renovables y no renovables, se han convertido a la luz de la enorme presión extractiva de las últimas décadas, en recursos agotables. Así la minería, el petróleo o la agricultura, los dos primeros,  no renovables y la tercera,  renovable, se transforman en las banderas de la extracción sin resarcimiento por daños en la Argentina.  Lejos estamos del cambio de mirada y de una matriz productiva nacional, cuando la coyuntura ciega la perspectiva política y falta una importante discusión sobre escenarios de desarrollo por al menos, las próximas dos décadas.
Las externalidades generadas por estas industrias extractivas van desde la propia licuación de montañas, hasta la contaminación por productos químicos y agroquímicos varios.  Impactan sobre el ambiente, sobre la salud y sobre las propias economías locales.  Una deuda ecológica social que a la luz de los planes de endeudamiento, y la única perspectiva en pagarse, al menos en sus intereses, con productos primarios, no cambiará.
En la década pasada, la desindustrialización del país dio pie a una intensa reprimarización de todo el sistema económico, apoyada casi exclusivamente en la soja y la minería.  Nuevamente hoy, la reprimarización de la economía argentina es un ejemplo de la dependencia del país por la explotación, prácticamente sin valor agregado, de sus recursos naturales. Extraemos, transformamos poco y exportamos.  Pero nadie reconoce, la relevancia de al menos resarcir en parte los daños producidos por esta degradación. En especial, la aplicación de impuestos a la exportación a estos recursos naturales extraídos, de manera diferencial, podrían al menos contribuir por un lado a un ordenamiento prolijo de su uso y a reinvertir estos fondos en otras prácticas sostenibles, hasta ahora no implementadas. En la gestión anterior, estos impuestos a la exportación, conocidos como retenciones, no fueron utilizados para reordenar un sistema degradado y su recuperación, sino que se implementaron para dar gobernanza y el sostenimiento de planes y programas asistenciales (pero sin perspectivas de mejora social real),  en lugar de inversiones productivas de fuerte impacto social.  La gestión actual redujo los porcentajes aplicados en el sector rural y quitó directamente las retenciones a la minería, bajo la equivocada premisa de aumentar su recaudación a través del impuesto a las ganancias.  Pero ambos, con sus decisiones alejadas del desarrollo sostenible, promovieron con sus prácticas, la única industria que lamentablemente les sostiene: la fábrica de pobres.
Por ello, en primera instancia, los países basados en recursos naturales como la Argentina, en donde es aún relativa, la mirada sobre la creación de riqueza a través del conocimiento y sigue esperanzada en la exportación de un commodities, es importante considerar en casos específicos, de manera relativa, la aplicación de una retención, que permita resarcir el daño ambiental y reordenar la forma en que los recursos naturales, son utilizados.
Las retenciones ambientales no son un impuesto a la renta extraordinaria obtenida por la explotación (¡o sobreexplotación!) de algún recurso, sino que deben considerarse como un monto leído en valores crematísticos para capturar parte de la renta ambiental obtenida por un determinado operador económico, que hace uso de un recurso no reconocido o “libre” hasta hoy, pero por el que más tarde o más temprano deberá también reconocer en su pago.
En nuestros días existe una “captura” por parte de sectores parcializados del mercado que se apropian de un bien ambiental, sin reconocer el valor intrínseco que tiene ese recurso. La retención ambiental es un concepto novedoso, que viene a obligar a reconocer el uso y abuso de bienes ambientales, no reconocidos por las empresas, pero de los que dependen sus ganancias.
La sobreexplotación de los recursos del suelo, del agua, de la biodiversidad, del paisaje, de los espacios productivos en territorios templados del mundo, ameritará un reconocimiento por su uso hasta hoy pobremente valorado. Dada la globalización actual, la aplicación de retenciones ambientales, pueden ser útiles para capturar y de alguna manera “regular”, la extracción de un determinado recurso natural.
Hoy en día la sobreexplotación del recurso es la moneda de cambio con la que se paga esta intensificación direccionada.  La pérdida de biodiversidad es un fenómeno creciente que amenaza a la mayoría de las ecorregiones argentinas. La biodiversidad es una propiedad de los ecosistemas y de las sociedades que es necesario preservar y utilizar en su beneficio conjunto. Los problemas de contaminación de los acuíferos, son un tema de preocupación especialmente en un país donde la intensificación de la agricultura industrial es un hecho exitoso, justamente porque no incluye ni paga ninguno de los costos ambientales y sociales que genera.
El acceso a las fuentes de agua y su utilización es otro problemática importante en tanto y en cuanto, unos capitales las quieren apropiar para sí y para su disfrute privado (nacientes de ríos patagónicos, humedales) o bien para utilizar los cuerpos de agua como receptores de contaminación, como el caso de las pasteras. Ambos conflictos han generado una fuerte respuesta social que superó y de alguna manera enseña caminos a funcionarios y técnicos.
La sobreexplotación de los recursos forestales y la pesca, genera conflictos socioambientales en distintas regiones del país por efecto generado por la desaparición del recurso, la contaminación del ambiente, efectos a la salud y el empleo.
La contaminación agroquímica en pueblos y ciudades nuevamente es un factor que hecho que varias comunidades se organizaran incluso por encima de sus decisores políticos, que por error u omisión u otros intereses menos santos, miran para otro lado.
Peor aún es la contaminación y depredación provocada por las minas a cielo abierto que nuevamente tienen a las asambleas y actores sociales como emergentes reaccionarios de este nuevo ecologismo de los pobres y los no tan pobres.
La extracción de recursos minerales, prácticamente subsidiados por legislaciones que atentan contra el país, lo mismo que las formas de producción y explotación de otros recursos no renovables como el petróleo o el gas, ameritan una profundización de los análisis y conocimiento de los temas por parte del Estado.
Evidentemente que estas cuestiones no se resuelven con más comercio. Sino, solamente con más justicia y democracia.
Todos los casos mencionados implican una importante renta ambiental, hasta hoy día pobremente estudiada y menos aún considerada en las cuentas y los cálculos de los economistas. Estos cálculos no sólo se sostienen por balances monetarios, sino por cuentas de mejoras o pérdidas del bien ambiental y en definitiva del sustrato o la base de recursos de estos bienes que detenta el país.
Es sobre renta esta ambiental, sobre el usufructo de un recurso que trasciende a la propiedad de un privado, sobre el que deberían calcularse las retenciones, y ser vistas no como un elemento único para apropiarse de una mejora coyuntural de precios internacionales, sino como un resarcimiento al país de la extracción del bien, de la remediación de parte de sus daños y, especialmente, muy especialmente, como una medida de restitución de fondos para el sostenimiento de un modelo productivo en el tiempo.
La aplicación correcta de una retención ambiental podrá ayudar a poner orden en el desproporcionado abuso de los recursos naturales (en general ubicados en territorios de países pobres que hasta ahora no tienen presión y poder suficiente para hacerse respetar) por parte de los países ricos y de los grupos corporativos que hoy expolian el planeta (Pengue 2008).
La discusión por el reconocimiento y pago de las retenciones ambientales, tiene especial repercusión en los análisis de los flujos globales de recursos naturales, utilizados hoy mundialmente por las economías sin reconocimiento alguno. Queda claro, que el sostenimiento y el crecimiento de la economía de los países en vías de desarrollo viene de la fuerza y la apropiación con que estos defiendan el uso de sus recursos naturales.
Los actores del mundo global (países desarrollados y grupos corporativos) han detectado hace tiempo esta capacidad de países como la Argentina, de producir bienes y de obtenerlos a costos bajos.
Los decisores de políticas (ambientales, agropecuarias, energéticas) de la Argentina, poco han tenido que ver, respecto de la instalación en la agenda nacional e internacional del país, de una línea que defienda y haga valer los bienes que nuestras economías exportan y las empresas o traders “toman a costos cero”. Lo mismo hacen hoy día, los grandes grupos financieros, devenidos en inversores en bienes tangibles como los alimentos o la energía.
O acaso, se valúan en las cuentas de nuestros bienes exportables (granos, carnes, leches, maderas, petróleo, gas, minerales), los recursos básicos sobre los que estos han sido producidos o extraídos, como el paisaje, el medio natural transformado, la extracción de los ricos nutrientes de suelos aún algo ricos de la tierra pampeana y chaqueña, el agua virtual, la irradiación solar por unidad de área o el clima que permite duplicar cosechas en el mismo tiempo.
Así como se escuchan los campos de sirena sobre las bondades de muchas nuevas tecnologías, algunas serán veraces y otras tantas, solo falacias habrá que escuchar aún con más atención, las consideraciones en este siglo XXI sobre el valor de nuestros recursos naturales (no sólo de los bienes exportables en el mercado mundial ¡!!), sino la base de estos recursos que les sostienen, y hasta ahora (sólo hasta ahora no hemos considerado).
Tampoco las economías más ricas, los grandes grupos económicos y los traders de los negocios agrícolas o energéticos, pagan a las naciones pobres, cuota alguna por este “alquiler” de su espacio vital. Pero es claro, que lo utilizan.
El pago de retenciones ambientales es un derecho de la nación a hacer valer y reconocer, el resarcimiento por el daño ambiental producido. Pero su producto, no puede derivar en el uso para cualquier fin, como otrora se hiciera, sino en rigor para resarcir, al menos en parte los daños ambientales producidos. Y por otro lado, regular, la forma en que se usan los recursos.

Problemas significativos y falta de miradas

Históricamente, unas sociedades, al mejor estilo parasítico, se nutrieron y crecieron en detrimento de otras. Desde el fondo de la historia, hemos enfrentado estos procesos. En realidad fueron escasos los países que sostuvieron los designios de su desarrollo solamente a través de la explotación de los recursos naturales propios. La economía colonial se nutrió de los recursos foráneos y la sangre de millones de seres humanos explotados tanto en África como en América Latina. El crecimiento de Europa se debió y debería agradecerlo más, a esta irracional explotación. Fueron también muy pocos países cortaron el nudo gordiano de apoyar su crecimiento con la sobreexplotación de materias primas para reincidir solamente en más deuda y dependencia. La mayoría nunca alcanzó a financiar su propio desarrollo, por falta de verdaderas políticas independientes. Por la recurrente dependencia y endeudamiento externo.  En las crisis anteriores de la deuda externa, como por ejemplo, las de 1875 y 1890, Argentina pudo salir con una combinación de pago de aranceles y aumento de los precios internacionales de la lana, pero nunca, ni en sus años dorados, ha podido o querido financiar su propio desarrollo.  Si antes fue la lana, en la primera década del presente siglo lo fue la soja, que por su valor de mercado internacional, permitió por un lado un viento de cola y una acumulación de recursos económicos que dieron gobernabilidad al gobierno anterior y que por otro lado, no permitió vislumbrar una salida distinta a la mirada de la explotación convencional de los recursos naturales como la tierra, bajo una perspectiva economicista que fue similar tanto desde las miradas de izquierdas como de derechas, solo diferenciadas de alguna manera en la forma en que se tensaba la discusión por la distribución de las migajas. Promovidas las retenciones a las exportaciones, las mismas sirvieron para sostener una alicaída, improductiva e ineficiente economía de la primera década y por el otro, fomentaron una mayor aún sobreexplotación de recursos naturales, tanto en las regiones productivas convencionales como en aquellas ecorregiones alejadas de la producción sojera.
Expresados en dinero, los componentes de esta «deuda ecológica» (Pengue 2002), responden a los enormes costos generados por la sobreexplotación de recursos renovables exportados y convertidos en agotables por sobreexplotación, los daños a la vida humana por el uso indiscriminado de agrotóxicos y fertilizantes, las contaminaciones con metales pesados, el relave de minas, la licuación de montañas, la apropiación del agua superficial y subsuperficial o el uso directamente del espacio vital de los ciudadanos con fines meramente monetarios por encima de la vida misma.  A ello se agregan por ejemplo, la enorme presión sobre las especies no humanas, cuya desaparición prácticamente nos enfrenta a una segunda extinción.
Otro costo no reconocido por los países desarrollados es el de los servicios ambientales. Un ejemplo es el proceso de cambio climático, debido a las emisiones de gases de efecto invernadero hacia la atmósfera, del cual son esencialmente responsables los países desarrollados. Los daños a la producción y economías de todo el mundo, la inestabilidad e incertidumbre sobre sus futuras e impredecibles consecuencias (desertización, inundaciones, daños a la biodiversidad), no son tenidos en cuenta.
Pero el más gravoso de todos, es el permanente sostenimiento y crecimiento, como he destacado,  de la fábrica de pobres. No es menor, que el único compromiso real con el capital internacional, sea el de al menos, garantizar la gobernabilidad a través del mantenimiento de planes sociales que atentan contra la dignidad y la vida plena misma. Los pobres son mantenidos en un estado de subdesarrollo sostenible que tanto desde las izquierdas como desde las derechas, ha sido mantenido de una u otra forma a través del tiempo y es lo único que se garantiza en los nuevos acuerdos condicionados a planes de ajuste estructural, se sostendría: Hay que garantizar la gobernanza de un modelo insostenible.
En Argentina, entre 1976 y el 2018 la deuda externa pasó de 7.600 a 350.000 millones de dólares, mientras que la pobreza pasó y osciló entre el 6 % en 1976, 11 % en 1985, 50 % en el 2005, 30 % en el 2013 y ahora y creciendo al 30 %. El trabajo permanente y preciso del ODSA de la UCA, nos da cifras aún más acertadas y alerta ciertamente sobre los enormes costos sociales de estos programas de crecimiento que estamos teniendo.
La cuestión que enfrentamos entonces es que cuando utilizamos las mismas recetas los resultados fueron los mismos: mayor degradación ambiental y pérdidas demostrables en la calidad de vida de los argentinos.
La deuda ecológica y la deuda externa, dos caras de una misma moneda, tienen dentro de sí al enemigo más oculto y que nadie quiere ver: la creciente e imparable deuda interna.
El problema grave que enfrentamos, no lo resolverán ni unos ni otros, con las mismas recetas. O con diatribas disonantes y bajo la construcción de una discordia premeditada.  Sufren y mucho, los pobres, la sociedad toda, el ambiente y las otras especies, siempre olvidadas, pero impactadas y desaparecidas para siempre.
El problema, como lo destacaba para su querida Colombia, el prestigioso académico Don Julio Carrizosa Umaña en su Colombia Compleja, necesita de una mirada y perspectiva de análisis desde la complejidad. Y aquí los científicos, quitados de sus ropajes disciplinares, pueden aportar desde la transdisciplina, desde la complejidad, un aporte que muchas veces es dejado de lado.
Como también ha sido dejado de lado, detrás de la coyuntura, la importancia de la educación de calidad y en todos los niveles. Amplia, diversa, plural, pero educación en calidad y profundidad. Solamente de esta forma, con una formación integral, tanto apoyada desde los sistemas formales como informales, lograremos una sociedad que pueda decidir por sus destinos y no sea llevada por las narices de la coyuntura.
La coyuntura nos ha traído a que, en este año 2018, a cien años de la Reforma Universitaria, estemos enfrentando la caída en un endeudamiento externo que prácticamente nos subsumirá en el subdesarrollo por décadas. Es llamativo cómo, a pesar de la gravedad de la situación, la discusión de la sociedad argentina, parece no ver con claridad la seriedad de lo que enfrenta: una creciente deuda ecológica, una destructiva deuda interna y una voraz deuda externa, que en un tris se llevará puestas a nuestras gentes y haciendas. José Ortega y Gasset, nos decía: “Argentinos, a las cosas…”, ojalá estemos a la altura. O si nuevamente no nos atrevemos, y no hacemos nada útil por nuestro país,  ojalá que quienes no lo hagan,  si se hagan cargo de las consecuencias. 

Referencias

  • Adams, P. (1993).  «Deudas Odiosas, Un legado de insensatez económica y saqueo ambiental», Editorial Planeta.
  • Donoso, A. (2000), Deuda externa, mecanismo de dominación y saqueo, Acción Ecológica, Quito, 2000.
  • Pengue, W. A. (2002).  “Lo que el norte le debe al sur: Comercio ecológicamente desigual y deuda ecológica”. Le Monde Diplomatique. Edición Cono Sur. Número 34. Abril, Buenos Aires.
  • Pengue, W.A. (2008). Fundamentos de Economía Ecológica. Kaicron Editorial. Buenos Aires.
  • Pengue, W.A (2012). Los desafíos de la Economía Verde. Kaicron Editorial. Buenos Aires.
  • Pengue, W.A. (2017). El vaciamiento de las Pampas. Editorial FHB. Santiago, Chile.
  • Pengue, W., Gemmill-Herren, B., Balázs, B., Ortega, E., Viglizzo, E., Acevedo, F., Diaz, D.N., Díaz de Astarloa, D., Fernandez, R., Garibaldi, L.A., Giampetro, M., Goldberg, A., Khosla, A. and Westhoek, H. (2018). ‘Eco-agrifood systems’: today’s realities and tomorrow’s challenges. Chapter 3.  In TEEB for Agriculture & Food: Scientific and Economic Foundations. Geneva: UN Environment.

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

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Todo lo que se narra a continuación sucedió mientras, en el Congreso, la policía reprimía a mansalva a jubilados, periodistas –incluido Lucas Pedulla, integrante de lavaca– y personas que se acercan a movilizarse cada miércoles. Fin.

Crónica de Franco Ciancaglini. Fotos de Sebastian Smok.

La historia comienza así: el partido del gobierno La Libertad Avanza organizó un acto de cierre de la campaña del vocero presidencial y candidato a legislador porteño Manuel Adorni, en Plaza Mitre, Recoleta.

El montaje del escenario afirma: “Adorni es Milei”.

Se espera que ambas personalidades estén y hablen hoy.

Pero falta para eso.

Media hora antes de la convocatoria, en distintas esquinas de la avenida Libertador, hay grupos de personas que, muy organizadas, esperan.

En las esquinas la mayoría va vestida de negro pero, en un acto de magia política, luego se las verá llegar a la plaza con la misma remera violeta, puesta arriba de sus verdaderas remeras o incluso de buzos y camperas.

Un notero de TN primero y luego de C5N hablaron con estas personas, que confesaron haber sido convocadas para trabajar en “prevención” bajo la promesa de una paga de 25 mil pesos.
El Whatsapp de la convocatoria, revelado a cámara por uno de ellos, decía: “Ahy (sic) un acto político de 17 a 21. 25 mil pesos. El que quiere se anota”.

Finalmente no era para prevención, sino para “presencia”.

Pero lo peor no es nada de esto, sino que finalmente no les pagaron los 25 mil, sino que quisieron darles 10 mil; ante la presión, algunos recibieron 20 y otros, nada: “Porque no me quiero poner la remera esa sucia no me quieren pagar”, denunció el más sincero ante las cámaras.

Fin.

Lo cierto es que estas columnas de unas 50 personas cada una fueron las que lograron ocupar una plaza Mitre que estaba semivacía.

Temprano, los remera violeta se negaban a hablar con la prensa, aún disciplinados por la promesa de la paga. Luego, ante la deflación de lo prometido descargaron su bronca ante las cámaras dejando en evidencia cómo trabaja el puntero Sebastián Pareja en la provincia de Buenos Aires, de donde provenían estas personas, para el cierre de una campaña porteña.

Alicia es jubilada pero no está marchando alrededor del Congreso, sino que está acá, colándose entre los violetas para saltear unas vallas y pasar más rápido hacia el sector del escenario. Hace un año y medio que se afilió al partido en la Comuna 13 Belgrano, Núñez. Habla de Milei como obnubilada, apurando su paso como ansiosa por la posibilidad de verlo en vivo. Faltan, al menos, dos horas.

Describe a Milei como un “bocho en economía” y se ríe al recordar que en la última elección, hace dos años, votó al actual jefe de gobierno, Jorge Macri. Está claro que no repetirá voto: “Está la ciudad muy abandonada. Mucho linyera, ratas por todos lados. En mis 82 años nunca había visto ratas en la ciudad”. Voto cantado: Adorni, a quien define como “alguien muy correcto”.

Sobre el otro Macri, el Mauricio, dice que “en su momento gobernó bien” pero ahora lo ve fuera de escena. No está al tanto de sus últimas apariciones contra Caputo, Karina y al propio Presidente, o no le interesan.

Alicia prefiere no hablar más y busca un lugar cerca del escenario para ver a su Presidente.

Lucía y Paula, también jubiladas, vinieron de Vicente López y prefieren mirar la escena desde atrás de todo. Es que llevan dos perritos de raza, o de diseño: Coca y Cola. ¿Qué les gusta de Milei? “Te puede gustar o no pero él habla desde el sentimiento. De lo que sentimos muchos”, dice Paula. Lucía suma: “Me gusta porque va a fondo”.

Sobre Mauricio Macri: “Yo lo voté. Ahora, de política no entiendo mucho, pero me da un poco de tristeza porque creo que tienen (con Milei) más coincidencias. Pero tiene que haber una oposición con responsabilidad. Tal vez Macri sea la oposición”.

Marta también es jubilada de 87 años bien llevados. Por qué vino acá (y no al Congreso): “Porque quiero escuchar quiero informarme quiero saber. Son tantos años de lo otro, que esto merece una oportunidad”.

Sigue sola: “El tono no me gusta. Cuando dice malas palabras es un mal ejemplo para la juventud”.

Qué le pedirías al gobierno a nivel Ciudad: “Por favor que saque las villas. La 31 es infernal”. Se pregunta y se responde: “¿Porque avanzaron tanto? Porque les han dado plata”.

¿Marra? “Sí, me gusta. Qué paso ahí, no sé. Me gusta, te soy sincera, pero ahora hay que unir fuerzas”.

¿Está de acuerdo con la medida anti-inmigratoria? “¿Vos te podés hacer ciudadano dinamarqués, o paraguayo? Acá entran todos. Los chorros, los burros. Y si no les gusta que se vuelvan a sus países”.

¿Y la pobreza? Marta cambie el eje: “Basta de decir ‘hagan lío’. Francisco se terminó. Basta de decir la iglesia de los pobres. Pepe Mujica era comunista. Se han hecho ricos con los pobres”.  

Precisamente Mujica pareciera que no. Ella: “No sé. Déjame dudar. Pero basta”.

¿Qué representa para vos Mujica y qué Milei? “Apoyo a Milei y lo nuevo. Y que dios nos ayude”.

¿Y si sale mal? “Creo que ya no voy a estar con vida. Que se arreglen los que quedan”.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Fotos: Sebastian Smok

A su lado hay un joven con una pala gigante. Posa sonriente para decenas de cámaras. Parece haber logrado su objetivo: llamar la atención.

Se llama Santiago y se tomó dos colectivos desde “la zona más fea de la provincia”, Florencio Varela, donde vive. Tiene 21 años, camisa manga larga a cuadros y una enorme mochila roja sobre la que ató un pañuelo celeste.

Cuenta sobre el sentido de la pala: “Hay que trabajar en este país. Nada se puede conseguir gratis. Todo es trabajo en la vida”.

De qué trabaja: “Soy Rappi y Pedidos YA”. ¿Cuánto gana? “Un poco, mi mamá me decía: muy bien Santiago, ese dinero lo sacaste de tus esfuerzos”. No dice números. Y finalmente revela que ahora ya no trabaja.

Al joven de la pala lo interrumpe Franco, otro joven, vestido de traje, que quiere sacarse una foto con el instrumento. Me da la cámara y posa de mil maneras para fotos que luego subirá a su Instagram. Franco Vera, sabré después, es un joven militante que ha irrumpido hace pocos meses en el colegio Nicolás Avellaneda de Palermo –estando él domiciliado en el conurbano- para postularse como Presidente del centro de estudiantes de la institución.

Franco Vera es de estatura pequeña pero en el debate del centro de estudiantes miró a sus contendientes de la lista oficialista, asociada al peronismo, y al ver que eran 8 personas dijo: “Yo estoy solo pero me la aguanto”. Primera gran ovación del público que recién lo conocía en un debate que ganó con comodidad con palabras clave como fútbol, Messi, Dios, diversidad.

Su lista, hasta antes del debate compuesta por él solo, se llama Ruge el cambio.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Franco Vera, candidato a presidente por la lista Ruge el cambio del centro de estudiantes del colegio Nicolás Avellaneda.

Ahora tiene una decena de seguidores, más después de su segunda jugada: hacerle una cámara oculta a la directora. En la cámara, subida a las redes, se ve cómo la mujer lo apercibe por una serie de hechos difíciles de entender desde afuera, supuestas actitudes de Franco desde que llegó al colegio. Es cierto, se lo nota sobre excitado y concentrado en su carrera estudiantil. Y si bien el video no lo muestra, él asegura que el objetivo de la directora es censurar a Ruge el Cambio para que no se presente –y gane- las elecciones del centro.
Así utilizó la cámara oculta para denunciar la censura institucional.

Su historia merece un documental aparte, que no entra en esta nota. Sobre la elección porteña, él no puede votar. Y pese a las preguntas sobre la actualidad él hablará como representante de los jóvenes de LLA en tono candidato y pedirá que sea a través de videos: “Menos Estado es menos peso al sector público. O sea… Si una persona no capacitada no nos sirve, ¿para qué lo vamos a tener como empleado? Necesitamos tener personas capacitadas. Hay que aprender en esta batalla cultural que los que nos gobiernan son personas normales, no son entes superiores, no tienen título de nobleza”.

¿Los Menem no serán parte? A Franco no le entra una bala: “Los jóvenes somos el cambio” responde en casete y mostrando su sonrisa de dientes con aparatos. Corta la charla para seguir sacándose fotos que subirá tanto a su Instagram como al de la agrupación Ruge el cambio, actividad que le sale muy bien: durante la tarde noche logrará cosechar selfies con personajes como el Gordo Dan o el diputado Martín… Menem.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Lila Lemoine apareció vestida de playera de YPF.

Otras celebridades que se llevan las miradas:

El Zorro con la bandera de Argentina.

Mickey Mouse con un cartel que dice “Aguante Adorni”.

Lila Lemoine vestida como playera de YPF.

Una mujer que tiene tatuada en la cara, justo arriba de su ceja, la palabra “Castrate”. Hay que acercarse bien para entender bien de qué va… o no tanto. En su cachete izquierdo amplía las siguientes consignas:

  • Castrá
  • Adoptá callejeritos
  • Educá
  • No compres
  • No + piroctenia

Son tatuajes.

En la cara.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

Franco Carcedo es autor de un libro recién salido del horno que se llama Milei: Conexiones filosóficas. Lo escribió junto a su esposa en La Pampa, donde vive, de donde llegó hoy 7AM y a donde vuelve hoy mismo a las 22. Vino, además de para ver a Adorni y Milei con el objetivo concreto de vender su libro. Lleva 5 ejemplares en la mano, y cuenta que ya vendió otros 5. “Es un camión”, anuncia. Y cuenta sobre su contenido: “El libro relaciona distintos acontecimientos que sucedieron durante la vida de Javier Milei, lo que hizo y muchas veces lo que dijo y dice”. ¿Un ejemplo?

Lo que sigue es literal y no está trucado ni escrito maliciosamente: es parte del libro editado por la editorial Dunken, que cualquiera puede comprar. Dice Franco: “Cuando habla de la felicidad él sin saberlo está hablando de algo que dijo Oscar Wilde en 1888”. ¿Cómo? “Cuando Milei dice que la felicidad es no tenerle miedo a la muerte. Oscar Wilde dice algo parecido”.

La pido mejor hojear el contenido; al inicio hay dos citas. Una de Napoleón que dice: “Los hombres excepcionales son parte de un momento excepcional”. Y otra de Javier Milei: “No seré reconocido como economista sino como rockstar”. Ahí nos vamos entendiendo.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Franco Carcedo y su libro.

En el libro, profundiza Franco, “hay referencias a Nietzche, Maquiavelo, hay cosas de Spinoza… y la frutilla del postre”. Atención: “La cita de Wilde de la felicidad es de 1888. Milei en 1998 funda una banda que se llama Everest. ¿Sabés cuantos metros tiene el Everest? 8848.88”. Ante mi mirada atónita, Franco Carceda prosigue: “Pero hay más. El día que nació Milei se jugó un partido amistoso para homenajear a Arsenio Erico (futbolista paraguayo muy querido en Independiente). En ese partido debutan Bianchi, Carrascosa y César Laraignée. Ese día nació Milei”.

¿Y entonces? Franco Carceda repite: “El día que nació Milei ellos debutan con la casaca argentina”.

¿Pero cuál sería la conexión filosófica: “Es algo piola porque Milei es fanático de Boca y Bianchi es casi el máximo ídolo de Boca, con Riquelme y Palermo, ponele”.

Vuelvo a pedirle el libro. Sobre el nacimiento de Milei, se informa también que nació el mismo día que el guardameta ruso «Araña» Yasín (¡dos arqueros!) y que se editó un álbum del conjunto Jackson 5 de donde saltaría a la fama Michael Jackson.

Fin.

Equivalencias y bebidas.

Una señora envía videos a un grupo y le responden “como quisiera estar ahí”, “cuidate” y le ponen emojis de un león.

Una nena con la careta de Milei y una motosierra posa para las fotos mientras la mamá, al lado, tiene una careta de Adorni, un caniche y muchos pañuelos celestes atados a la mochila, como si los hubiera llevado para hacerse unos pesos.

Un remera violeta grita “viva la libertad” y otros remera violeta, alrededor, lo miran y estallan en carcajadas. Él también.

Franco Vera me contará luego, orgulloso y dolorido, que le tocó la mano a Milei pero que eso le costó que, literalmente, que los seguridad lo tiraran al piso y le pisaran la cabeza: “Estoy bendecido”.

Suena en el escenario un tema con acordes punk cuya letra asegura que Milei es “el último punk” y “el último superhéroe de la libertad”; eso significa que están al caer el Presidente y también Adorni, a quien nadie parece esperar demasiado. Menos que nadie, los remera violeta.

Aparece más allá otro contingente de remeras violetas que ahora llevan bengalas violetas y tocan bombos violetas, siguiendo a una bandera sostenida por jóvenes prolijos y sonrientes sin remera violeta.

La inscripción de la bandera en la cabecera dice «Jóvenes LLA» y otra atrás “Lugano”. La entrada es de cancha: se canta “el domingo cueste lo que cueste” y “un minuto de silencio para Macri que está muerto”.

Otro de los hits son “El que no salta es radical” y uno que cambia la palabra “Perón” por “León”.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

Un hombre de 40 y pico, vestido de traje, es el que saca las canciones y agita.

Lidera a la barra hasta meterla en el centro mismo del escenario.

Mientras este cronista anota otras cosas, como la presencia de francotiradores en las terrazas de Recoleta y al lado del escenario, se ve que el hombre sale del tumulto, ofuscado.

Le han robado el celular.

Habla con una persona de seguridad, que abre las manos en señal de “no puedo hacer nada”.

El hombre está visiblemente afectado, dice “no lo puedo creer” y pide un celular para “dar de baja las tarjetas”.

Consigue una cómplice, a quien le confesará lo que él cree es la razón del robo:

-Es que está lleno de negros.

Fin.

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Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

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Mario Mainardi (en la foto tomada hoy), uno de los principales sospechosos por el femicidio de Cecilia Basaldúa cometido en Capilla del Monte, Córdoba, hace poco más de 5 años, finalmente fue citado por la fiscalía de Cruz del Eje para realizarle este martes una extracción de sangre. La abogada de la familia Basaldúa, Daniela Pavón, se enteró apenas un día antes de esta citación a Mainardi. El sospechoso (actualmente vive en Santa Fe) había sido encargado de alojar a Cecilia en Capilla, y fue la última persona que la vio con vida, el 5 de abril de 2020. Sobre su presencia hoy en Cruz del Eje, contó la abogada: “Sacó fotos a todo el edificio, selfis con tribunales de fondo y salió custodiado con personal de la policía de Córdoba. Se subió a un móvil y se fue”.

Las irregularidades y desinformación o manipulación en la causa han sido frecuentes en perjuicio de la familia y sus defensores (además de Pavón, el abogado Gerardo Batistón es querellante en nombre de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación). También ha significado un ocultamiento a la prensa. Audiencias para las que los testigos no eran notificados, falsos argumentos policiales para explicar su propia inoperancia, demoras incomprensibles en la causa, todos temas por los que hay iniciada una denuncia de la Dirección Nacional de Protección de Grupos en Situación de Vulnerabilidad de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, en la Dirección de Investigaciones de las Fuerzas de Seguridad. Además se solicitó a la Fiscalía de Cruz del Eje que la policía de Capilla del Monte, ya no sea la que realiza las notificaciones.

Queda pendiente ahora la información que se brinde a la sociedad sobre este trámite, que permitió ver a un sospechoso clave que nunca dio la cara. La causa ha sido siempre un laberinto sacudido en todo caso por numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad. Aquí publicamos la crónica de lo ocurrido hace menos de un mes, al cumplirse 5 años del hallazgo del cuerpo de Cecilia Basaldúa.

Fotos y crónica de María Eugenia Marengo para cdmnoticias.com.ar

25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..

Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.

      – Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.

Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.

–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.

Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.

La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:

Adrián Lúquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género.  Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.

El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.

Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.

Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como  granaderos.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado  notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón  se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso
Susana, Daniel y Daniela Pavón

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar  que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.

 El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.

La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?

Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.

La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el  centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:

 “Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación  y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.

Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.


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