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Deudas

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No estás sola, de Claudia Acuña. Una novela con tintes biográficos y de época. Una mujer que borda un tejido social para sobrevivir en medio de la violencia estatal y machista. Una antiheroína y un mafioso que representan el fin de un periodismo digno y el avance de la corrupción judicial. Aquí, la autora cuenta la historia y el contexto de esta aventura que recién empieza.

Deudas

1. Todo comenzó el día que me faltaron seis mil pesos para pagar el sepelio de mi mamá. El señor de la casa fúnebre, que se había mostrado atento y diligente cuando el día anterior contraté sus servicios, esperó el momento oportuno para informarme que el costo del ataúd había aumentado y debía pagarlo al contado, cash. Y ese momento oportuno fue una hora antes de partir al cementerio y el único en el que estuve a solas con él.

Recordé así cómo son las cosas en los bordes de Fuerte Apache, ahí en Ciudadela, del otro lado de la General Paz.

Me reencontré así con la guaraní criada en el conurbano que siempre fui y que los años habían diluido. Y también con las lecciones con las que esas raíces me habían nutrido: la máquina de la violencia se inicia cuando te señalan que todo lo que tenés no alcanza.

Comprendí recién cómo debería haber seguido esta historia el segundo miércoles de febrero de este año, en Plaza de Mayo, cuando la completó Ana, la mamá de Analía Aros, 36 años, asesinada el 21 de marzo de 2017 por su ex pareja: la golpeó y estranguló con un cable de luz. Lo que contó ahí Ana, con la Casa Rosada a sus espaldas, es que para pagar el sepelio del femicidio de su hija tuvo que firmar pagarés usurarios, que la obligan a cancelar durante cuatro años, todos los meses, a costa de su jubilación básica.

Yo tuve más suerte: para conjurar esa deuda escribí una novela.

Nada de esto es parte de su trama, ni el dinero tuvo nada que ver con su origen, aunque sí la necesidad de exorcizar esa escena tremenda, pero le debo al sentimiento que me dejó esa experiencia el tono rápido y furioso que dicta la historia de una antiheroína a la que bauticé con el nombre de mi mamá.

Dos

A eso que llamamos macrismo le debo el contexto. Elegí que la historia se situara en el año anterior a su llegada al gobierno y agradezco ahora que haya podido construir así una oportunidad de revisitar esa escena política y social que ahora se resignifica -espero, deseo y ruego-, para analizar qué lo hizo posible. Soy consciente de que los cuatro años que soportamos de expoliación de los recursos públicos no han hecho más que agravar la impotencia del Estado en dar respuesta a temas urgentes, graves, desesperados, pero hay algo en ese regreso a la escena anterior al crimen que quizá pueda orientarnos en la búsqueda de un horizonte que no sea el de la repetición, la cooptación y la negación, ni tampoco el de la restauración de lo que se está cayendo. El desafío es el de la creación y es enorme, pero no imposible. Imposible es lo que hay, por lo que sobra y lo que nos falta. Y cuando ese imposible se llama realidad nuestra deuda es con la utopía.

Tres 

Te debo al exceso de oferta de libros de teoría la sensación de que escribir en ese formato era sumarle otra viga al techo del feminismo. La ficción nos permite lo que nos falta: un cielo. También una forma de conversar sobre lo que nos debemos: los límites del hacer, ese dilema eterno entre la moral y la ética y aquello que entendemos cada quien sobre lo que cada una significa, sin entrar en el juego de las clasificaciones de valor –tan morales, por cierto- ni en las de la iluminación –tan competitivas, por cierto- ni de la verdad –tan mentirosas, por supuesto- porque si estamos sufriendo este mundo horrible es porque, entre otras muchas cosas, tenemos una deuda con la imaginación, con esa posibilidad de jugar a desarmar y rearmar a ver qué pasa así, como sería si, y sobre todo, qué efectos tienen en el desarme del rompecabezas esas otras piezas que están invisibilizadas, pero forman parte de nuestras formas de hacer y de sobrevivir, ahí donde el agujero negro nos obliga a soportar la administración de las violencias con su exquisito sistema de crueldad, de inequidad y de vergüenzas.

Cuatro

Enorme es mi deuda con el fin del periodismo, un oficio que ejerzo desde hace décadas con pasión y convicción y al que le debo toda mi formación en el difícil arte de no soportar lo insoportable. Es gracias a él que pude llegar hasta esta edad entrenada como una atleta del deseo y como una obrera de la palabra, atea de la inspiración y devota de las horas-culo en la silla, tipeando sin una pizca de fe en mí misma, pero creyendo ciegamente en que la época dicta, ordena, emerge en cada letra. Si estas páginas son necesarias es porque habrá lectoras, lectores, que así lo juzguen, pero han sido para mí imprescindibles para poder seguir mirando de frente la realidad, burlándome de ella como una adolescente. Envejecer es no tener ya deudas para saldar con la vida, con las vivas, y tengo, por suerte, demasiadas.

Cinco

¿Cómo saldar todo lo que le debo a todas las personas maravillosas y sabias que me rodean? Intento con este libro darles el contexto que se merecen para que las miren como yo las veo cotidianamente: seres increíbles que hacen cosas extraordinarias.

Seis

Le debo a lo mucho que leí cada una de las palabras que descargo en estas páginas y a lo último que devoré la explicación de lo que hice. Anoten este nombre. Hito Steyerl. Ella, japonesa nacida en Berlín, artista y docente, escribió acerca del método de analizar un texto literario con la técnica del montaje cinematográfico: cortar un fragmento de eso que llamamos realidad y pegarlo con otro de ficción y luego con otro de realidad y así hasta crear una trama que no es “verdad”, pero sí verdadera. Si lo que he hecho en No estás sola las impulsa a que lean a Hito Steyerl mi misión está cumplida. Ella es la que vale hoy nuestra pena, porque nos explica y nos ilumina.

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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Todos los jueves de agosto, presencial o virtual. Más info e inscripción en [email protected]

Taller: ¡Autogestioná tu Podcast!

De la idea al audio: taller de creación de podcast 

Aprendé a crear y producir tu podcast desde cero, con herramientas concretas para llevar adelante tu proyecto de manera independiente.

¿Cómo hacer sonar una idea? Desde el concepto al formato, desde la idea al sonido. Vamos a recorrer todo el proceso: planificación, producción, grabación, edición, distribución y promoción.

Vas a poder evaluar el potencial de tu proyecto, desarrollar tu historia o propuesta, pensar el orden narrativo, trabajar la realización sonora y la gestión de contenidos en plataformas. Te compartiremos recursos y claves para que puedas diseñar tu propio podcast.

¿A quién está dirigido?

A personas que comunican, enseñan o impulsan proyectos desde el formato podcast. Tanto para quienes quieren empezar como para quienes buscan profesionalizar su práctica.

Contenidos:

  • El lenguaje sonoro, sus recursos narrativos y el universo del podcast. De la idea a la forma: cómo pensar contenido y formato en conjunto. Etapas y roles en la producción.
  • Producción periodística, guionado y realización sonora. Estrategias de publicación y difusión.
  • Herramientas prácticas para la creación radiofónica y sonora.

Modalidad: presencial y online por Zoom
Duración: 4 encuentros de 3 horas cada uno
No se requiere experiencia previa.

Docente:

Mariano Randazzo, comunicador y realizador sonoro con más de 30 años de experiencia en radio. Trabaja en medios comunitarios, públicos y privados. Participó en más de 20 proyectos de podcast, ocupando distintos roles de producción. También es docente y capacitador.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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