#NiUnaMás
Diana Sacayán: memoria viva y futuro trava, por Marlene Wayar
Hoy se realiza una nueva audiencia del juicio oral que juzga el travesticidio de Diana Sacayán. La exigencia de justicia es un reclamo social que refleja el legado que dejó la vida de Diana, una de las referentes del movimiento travesti argentino, que ayudó a construir con su claridad y sensibilidad. Para conocer a Diana y a esa vida, conversamos con Marlene Wayar, quien traza con sus recuerdos un perfil político de esa militante y pensadora que todes extrañamos.
Por Florencia Paz Landeira para lavaca.org
Continúan las audiencias públicas por el asesinato de Diana Sacayán. Su legado y la lucha travesti están revolucionando el mundo jurídico con la categoría de “travesticidio”, incorporada en la carátula por el crimen, y también están revolucionando sus espacios. Una vez más, el lunes 19 la Plaza Lavalle se empapeló con afiches con el rostro de Diana y sus principales consignas. El encuentro, los abrazos, un escenario y una radio abierta desafiaron las lógicas de invisibilización que suele atravesar a la violencia contra la población trans. Faltan aún dos audiencias que serán los lunes 26 de marzo y 9 de abril. La búsqueda de justicia lleva ya más de dos años, pero esta instancia de juicio oral se presenta como una nueva oportunidad para repensar la transfobia, el movimiento travesti y, por supuesto, recordar a Diana. En esa lucha se planta firme su compañera Marlene Wayar, activista trans, quien evoca en esta entrevista con lavaca el contexto del travesticidio de Diana, su memoria viva y proyecta, sobre sus bases, los sueños de un movimiento que va en busca de lo imposible.
¿Cómo interpretar el juicio de Diana desde lo jurídico y desde lo político?
Estoy confiada en lo jurídico, me parece que es de esos casos que facilitan que al juez le convenga sentar precedente, hacerse ver y dictar una condena ejemplar. Lo que no quita que en este proceso de visibilizar la búsqueda de justicia aparezcan cuestiones que no están buenas. Por ejemplo, que muchas de las personas que han colaborado en el proceso apelen al currículum de Diana para argumentar que fue un travesticidio. Y el travesticidio es con o sin currículum: la muerte de cualquiera de las chicas es injusta. Que haya gente que cree tener derecho a torturar, a quitar la vida, es espantoso. Son esas estrategias movidas por buenas intenciones, pero que pueden tener efectos contraproducentes. Es como cuando desde el activismo se plantea la estrategia de pedir el plebiscito por el derecho al aborto porque lo vamos a ganar. Pero el punto es que los derechos humanos no se plebiscitan. En este caso es lo mismo. Es aleatorio, es contingente el currículum de Diana; su muerte no vale ni más ni menos por eso. La muerte nunca debería ser un rédito político.
¿Cómo podemos politizar estos crímenes sin entrar en esas mezquindades?
Justo ahora en paralelo sucede lo de Marielle Franco en Brasil. Está bueno que estas muertes nos convoquen, que nos arremetan, que nos muevan, pero hay que tener cuidado con usar a las personas, a su memoria, con cuestiones mezquinas. Ambas son sujetas políticas. No quiero decir que hay que despolitizar, porque sus vidas y sus muertes fueron políticas, pero no cruzar la línea de lo redituable. Nosotras nunca hemos usado a nuestra muertas: solo hemos trabajado por visibilizar la realidad del colectivo. A Lohana le decían mucho: “venís, me tirás las 150 muertas en el escritorio y ahí empieza la discusión política”. Pero eso es así. Ustedes primero nos mataron. Pero en nuestro activismo le damos un giro político a esas muertes que no tiene que ver con regodearse en el victimismo, en lo macabro, en el detalle del suceso. Esta es la realidad y desde acá tenemos que partir, no lo podemos desconocer. Pero hay un respeto por la integridad, la intimidad de las víctimas que hay que sostener.
¿Cómo se cruza la vivencia de este juicio en términos políticos con un plano más íntimo?
Me va exponiendo de diferentes maneras. En primer lugar, podría haber sido yo. Te distraés un minuto porque te gustó una sonrisa y de ahí hasta el calvario no para. Porque las travas estamos condenadas a caminar en el riesgo, como cuando estamos en situación de prostitución, salimos a un campo minado donde puede suceder lo que sea. En general, yo he tenido el aprendizaje, la enseñanza de otras del ojo avizor, de estar conversando con alguien, en los tres o cinco minutos que dura un planteo de las condiciones. Tanta plata, voy acá o voy allá, esto no, esto sí, y mientras tanto saber de qué es capaz esa persona. ¿Me va a pagar o no me va a pagar?, ¿va a querer esto o lo otro?, ¿es un pesado?, ¿está borracho o no? ¿Me va a matar o no me va a matar? Y ese es un aprendizaje muy fino que vas haciendo en el mientras tanto, a través de la experiencia. Hay algo de eso que teníamos nosotras que por lo menos te preparaba, una suerte de transmisión intergeneracional que me parece que se va perdiendo por cuestiones contextuales, epocales, porque estamos más mediatizadas, porque estamos más solas, más aisladas, no son tantas las redes, no convivimos tanto, el medio social te separa, te divide, te fragmenta. Antes estábamos todas juntas, aprendiendo las más chicas de las más viejas. Las distracciones de la tecnología, de la pantalla, te colocan en otra realidad. Que te invita a no ver, a evadirte, a buscar alivio en esa irrealidad. Esto nos perjudica. Todo el tiempo el contexto se quiere mostrar ficcional en cuanto a la inclusión, la aceptación de la pluralidad, de la diversidad, y una quiere convencerse de eso, pero te distrae de estar preparada para un contexto que en la práctica no es así.
¿Cómo se viven en el día a día esas contradicciones entre lo discursivo y la práctica?
Algo tan sencillo como que un día el policía al que siempre le pagás, por algún motivo te puso la droga a vos y en lugar de ir otra presa por una causa armada de droga, caés vos. Porque ese día no hubo otra. En este momento, no tenemos la capacidad para salir comunitariamente de esta falta de horizonte. Esta fragmentación nos hace perder de vista que sigue siendo sistemático y muy complejo. Nuestro colectivo ha desarrollado históricamente estrategias de supervivencia fundadas en la transmisión oral. Las redes sociales no pueden suplir eso. Porque son las instituciones, porque es la sociedad, por hay una sociedad que tiene miedo, que está intervenida por la implementación del miedo, del terror. Y resulta cada vez más difícil tejer alianzas, redes que superen los particularismos. Por otro lado, el problema es que nos llega el marketing de la “Argentina igualitaria” y otros discursos de empoderamiento que te dicen que no tenés por qué soportar una situación de violencia. Y entonces, un día ponés los límites. Pero la verdad es que muchas veces no podés decirle al policía en un lugar oscuro que no le vas a dar el documento, o que se vaya a la mierda, que esta vez no le vas a tirar la goma. Hasta que los discursos no se hagan práctica, no podés exponer tu vida, te deja sola. Esa convicción no puede ser en soledad. La construcción tiene que ser colectiva, no podemos quedarnos en lo individual. Me parece que lo mismo vale para las mujeres. Porque así llega el día en que dijiste “basta”, pero estabas sola. Primero hay que salir corriendo, abrazarse a lo que sea y desde ahí decir basta. Si no, lo que sucede es que estás en una encerrona trágica, porque estás sola, porque somos finitas, porque nuestros cuerpos son vulnerables.
En relación a la lucha contra la violencia, ¿cómo ves las alianzas con el movimiento de mujeres en iniciativas como las del 8M?
Es un desafío muy grande por delante construir esas redes a partir de consensos mínimos, de juntarnos, de pelear por el espacio público como fue justamente en el paro de mujeres. En el 8M, nosotras las travas no teníamos comunitariamente dónde hacer paro. Porque nuestro paro no es visible si no lo transformamos en algo político. No tenemos trabajo, en general no tenemos niños todo el tiempo a cargo, no se nota nuestra ausencia en los trabajos formales ni en los informales, ni en las tareas de cuidado, pero es importante que estamos en el consenso de “basta de violencia”. Porque se trata de construir una estrategia que a futuro nos dé la posibilidad de que toda esta masa nos albergue, nos abrace, nos continúe conteniendo. Creo que Diana y también Lohana fueron grandes articuladoras con grupalidades impensadas en el feminismo, en el campo popular. Y nuestra participación en esos espacios es transformadora, hace que esos movimientos vean algo que no pudieron ver en su momento. Como por ejemplo, con el caso de Sandra Cabrera y otras compañeras que han muerto por violencia institucional o social. Por lo menos, generar la pregunta de por qué no se mueven por nosotras como se movieron por Fuentealba. Por qué una docente no es lo mismo que un docente. Que hoy haya movimientos diversos que sostengan la bandera de justicia por el travesticidio de Diana habla de la riqueza de estas biografías, de lo que han logrado. Pero también de que debemos insistir por que se consigan resultados diferentes. Por ejemplo, preguntarnos por qué no hay un colectivo de madres y padres de travas asesinadas, o de travas en prostitución.
¿Cómo se relaciona esta posibilidad de generar alianzas múltiples con la reflexión sobre la propia identidad en términos complejos, multidimensionales?
Nosotras vivimos muy concretamente la forma en la que opera esa transversalidad, ese cruce del género, con la clase y con la raza. Son marcadores que se van sumando, te van posicionando. Estás parada en otro lado, te pasan otras cosas, tenés distintas posibilidades. Y, por otro lado, porque crecimos con la violencia, la discriminación, el insulto, tenemos mucha capacidad para colectivizar experiencias y necesidades. Diana era un gran ejemplo de eso. No le resbalaba ninguna lucha. Ella era muy consciente de su identidad trava, pero también de su condición de clase, de pobreza, de ver a su madre enfrentarse con muchos hijos al hambre. Era muy consciente sobre los efectos que la pobreza tenía sobre el cuerpo. Los efectos de no tener una dieta equilibrada, los efectos de las intoxicaciones por el agua contaminada por el Ceamse. No le pasaba por al lado, tenía que estar ahí. Porque a pesar de su posición subordinada por ser travesti, Diana nunca renunció a la posibilidad de reclamar. Tenía su perfil fiera, necesitaba hacer, era hacedora, hacer y terminar. No le cerraban los puntos suspensivos. Diana fue la primer trava piquetera. Y en esas luchas, era vocera de toda una comunidad, era ella en quien los vecinos y las vecinas confiaban por su capacidad de analizar la situación, por su capacidad para argumentar un reclamo y por no bajarse del caballo nunca, de estar ahí, discutiendo con cualquiera, sin dejarse meter la impresión de que vos venís de la universidad de la pindonga o que sos del municipio. Y tenía también la posibilidad de acompañar luchas con mucho amor, como la forma en que abrazó la lucha por Luciano Arruga. En la desaparición y la muerte de Luciano se hicieron nudo muchas otras muertes e injusticias. Y también porque le tocaba muy de cerca. El gatillo fácil era algo que no le resbalaba porque le sucedía en su barrio, no tenía posibilidad de distancia. Y, a parte, los pibes como Luciano eran los pibes de los que Diana se enamoraba. Le gustaba el pibe de su barrio, con camperita de jean, con la mochila negra llena de pins, flaquito, pobre como ella.
En relación al deseo y el amor, ¿cómo podemos pensar el nivel de la transfobia ligado a lo afectivo?
Siempre está la posibilidad del enemigo. En nuestro caso no se trata de parejas estables como sucede con las mujeres, son engaños con desenlaces rápidos. Nos interpela a todas. Es muy hipócrita en el sentido de que está fundado en el odio. Pero la raíz última también del otro también es el deseo. De que yo no exista para que no le despierte el deseo a él. Esto que se nos ha inculcado siempre a las feminidades. Por el solo hecho de existir estamos tentando a otro. Somos las demoníacas, el pecado, portamos ese peligro y, en nuestro caso, es doble porque es un deseo socialmente condenado. No quiere decir que no exista. Este deseo les nace y hay un juez-verdugo que es el que te condena a vos mismo. Puede haber toda una sociedad hoy hablando de igualdad, de diversidad, de amorosidad, sin embargo está muy internalizada la condena al deseo y amor que generamos las travas. La única manera en que no sienta este deseo es matando aquello que lo despierta. Y Diana provocaba mucho deseo. Ella tenía un anecdotario amoroso enorme. De los lugares más insólitos e instantáneos. Hasta en televisión. Me acuerdo que una vez la habían invitado a hablar sobre cupo laboral trans y Guido Suller la acusó de estar curtiéndose al camarógrafo detrás de cámara. ¿A quién le importa? Pero nos habla de Diana, de su capacidad de seducción. Seducía donde iba, no desde el artificio, no la drag queen, no la montada, era muy lavada en su maquillaje, hablaba desde su contextura física, desde sus rasgos indios, manejaba la seducción de una manera que a mí muchas veces me sorprendía.
¿Qué recordás de su experiencia con las muxes en México?
Ella fue a las velas muxe en Oaxaca. Allá las muxes no tienen el problema de una severa discriminación social como acá, están más o menos insertas, no están inmunizadas contra el occidentalismo, pero no hay tanta exclusión, la prostitución por ejemplo no aparece como la única alternativa. Pero en ese momento empezaron a reclamar de manera firme poder pensarse en el amor, en las relaciones, porque para ellas no estaría habilitado en Oaxaca el matrimonio. Pueden ser las amantes de cualquier hombre, pero ese hombre va a tener una mujer, y ni la mujer ni la muxe van a poder tener otro amante. Ellas reclaman la posibilidad de ser sujetas de deseo legítimas. Y a Diana eso le cerró un capítulo en su vida, porque en la multiplicidad de relaciones instantáneas, ella sabía de la pasión y del amor que generaba en los demás, que generamos las travas, y lo que hay que superar es esa barrera social. Que puedas ir caminando agarrada de la mano. Ese era el reclamo de ella, a la masculinidad, a tantos desamores.
¿Qué rol cabe demandar a los varones en este proceso?
Va a ser sanador socialmente el momento en que los varones puedan también reconocer el daño que se hacen en tanto víctimas también de este sistema, puedan desarmar y repensar su masculinidad. Y nosotras podremos ayudar desde nuestra experiencia a que procesen el haber sido sistemáticamente humillados y forzados a responder a un mandato de macho. Porque también en un punto entendemos la raíz de que hubiera tipos que salían a la Panamericana a hacer tiro al blanco con las travestis que estaba prostituyéndose, porque tiene que ver con vidas de mierda, que creen que ahí van a conseguir el alivio, que ahí van a poder sentirse machos. Porque están tan impotentes frente a las instituciones, frente otros hombres que manejan las instituciones, frente a los gobiernos, frente a las condiciones laborales… Creen que pueden reconstruir eso que les falta a través del maltrato hacia nosotras, sus parejas, amantes, hijas, etc. Y no es abusando de condiciones puntuales de poder o jerarquía, que vas a construir tu masculinidad. También tenemos la experiencia las travas de que no es gratuito el golpe. Con Diana hablábamos mucho respecto de cierta personas que en la jerga llamamos “esclavitas”, que vienen y te ofrecen mucha plata y quieren que los humilles, que los maltrates. Y en el primer análisis es redituable, te exponés menos. Pero desempeñar ese rol, sobre todo cuando no sos actriz y está tu subjetividad puesta en juego, se lleva puesto mucho en vos. No es algo que elegimos ser, la violentadora. Lo vas cargando. En principio, lo tapás, riéndote de ellos colectivamente, pero terminamos pagando precios carísimos. Terminás haciendo el papel de una toturadora por plata. A mí me tocó en alguna ocasión saber que el otro es militar y empezar a fantasear de alguna forma qué habrá hecho ese otro, qué culpa está pagando conmigo, a qué estoy siendo funcional. Por otro lado pienso, yo soy la puta, necesito esta plata y punto. Pero termina siendo un peso demasiado grande. Pensábamos mucho con Diana por qué teníamos que hacer ese papel, cuánto estoy degradando de mi propia identidad frente a ese otro al acordar ese rol. Es otra expresión de la violencia que padecemos como colectivo.
¿De qué se trata tu proyecto de ley de reparación histórica para el colectivo trans?
Históricamente en nuestro movimiento LGTBI y en el movimiento trans hay como dos posiciones: la de conseguir lo posible y otra, en la que me inscribo, de ir por lo imposible. En mi caso, yo necesito irme de este mundo sabiendo que los niños y las niñas no van a nacer en las condiciones que nací yo ni que nacimos todas nosotras. Necesitamos una ley que nos saque del barro, que nos saque del barro que crea la heterosexualidad. Quiero que este país aprenda, que se empiece a cuidar de las acciones que comete, por las consecuencias que provocan. Esas consecuencias se van a pagar caro. Es un proyecto de ley que yo amasé durante muchísimo tiempo. Lo trabajé a partir de legislación comparada, mirando los resarcimientos a las víctimas del terrorismo de estado y también algo de lo que sucedió con las víctimas del Holocausto en la Alemania nazi. Después me suma Claudia que era más clara la experiencia de afrodescendientes tras la abolición de la esclavitud en EEUU. La intención es establecer una reparación a partir de lo que ha sido un plan sistemático desde el Estado, con gobiernos democráticos y dictatoriales, y con connivencia de la sociedad que hace parte de ese propio Estado. Con distintas responsabilidades, como por ejemplo aquellos que han sido parte de fuerzas de seguridad que nos han perseguido y violentado muy especialmente. Pero implica a todos porque nadie ha sido indiferente al movimiento travesti, que ha denunciado estas cuestiones permanentemente. Una sociedad que desde la infancia nos ha perseguido, invisibilizado y excluido de las instituciones. Que violaron nuestros derechos sistemáticamente. Una sociedad que intentó convencernos de que no somos sujetas deseables, amorosas, vivibles, apreciables, queribles. Desandar todo eso es muy difícil. Con qué van a pagarnos habernos sacado la posibilidad de ser escolta de la bandera, o ser elegida mejor compañera de la clase, o irte de viaje de egresados. El entrenamiento de seguir un estudio sistemático. La condena a una vida expuesta al alcoholismo, la drogadicción, el cansancio, el hambre. No tenemos la memoria, la voluntad, la esperanza, porque nos las han degradado. No hay números para calcular esto. Lo que nos inspira es que haya un cambio, que haya una educación desde la diversidad en todas las escuelas desde nivel inicial hasta universitario. Romper la ESI para ir hacia toda la currícula. Los seres humanos no nos relacionamos solo sexualmente. Que los niños y las niñas puedan disfrutar plenamente de su infancia, de sus deseos, de sus juegos. Quiero que se cuiden de esto. Quiero que empiecen a preocuparse todas las instituciones por tener un cupo trans. Adonde sea que llegue una persona trans, que la reciban como un reina, porque este país nos llevó la vida. Tenemos menos de 40 años de expectativa de vida y no ha sido solo la policía. La policía ha sido solo el instrumento de toda una sociedad. Queremos que de inmediato, de manera urgente, se deje de mutilar a los nenes y las nenas intersex en los hospitales públicos y privados. Que dejen de llenarnos de la palabra hombre y la palabra mujer, que nos dejen vivir la experiencia. Somos las únicas sujetas sobre las que la experimentación médica ocurre continuamente, sin ningún protocolo. Practican con nosotras como si fuéramos cualquier ratita blanca. La ley de reparación para mí tiene que ser compleja, seria, tiene que haber un instituto encargado de monitorear a los organismos públicos, que se ocupe de mantener activa la memoria trans. Y es también necesaria la ley a modo de disculpa pública y colectiva, porque es terrible vivir en el remordimiento: es un obstáculo para la construcción de la política viva, de la cotidianidad.
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Conmovedora acción contra los femicidios en el estadio Maradona
Todas las luces del Estadio Diego Armando Maradona se apagaron. Minutos antes del partido de Argentinos Juniors contra Barracas Central, solo se encendió un reflector: el que iluminaba las butacas de la platea Francis Cornejo. Cada una de las butacas con un nombre.
Tamara
Vanesa
Sheila
Abril
Rocio
Elena
Ana
Los nombres en las butacas del estadio de Argentinos Juniors. Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
Aquí se puede ver la imagen de cómo fue ese momento.
Fue el modo que se utilizó para mostrar los 277 nombres de víctimas de femicidios y travesticidios en lo que va de este año hasta hoy: 25 de noviembre, Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer.
En la oscuridad absoluta la voz del estadio dijo desde todos los parlantes: “Esas butacas vacías, cada una con el nombre de una víctima de femicidio, son un recordatorio doloroso: en lo que va del año 277 mujeres han sido asesinadas por el solo hecho de ser mujer. No son solo cifras, son historias, son ausencias”.
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
Y un aplauso conmovedor y sincero inundó todo el estadio.
La acción fue impulsada por Secretaría de Género de Argentinos Juniors junto al Observatorio Lucía Pérez para visibilizar la violencia machista en nuestro país.
Las integrantes de la Secretaría de Géneros de Argentinos Juniors y del Observatorio Lucía Pérez. Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
“La idea fue dejar un espacio vacío de la tribuna con los nombres de las mujeres asesinadas durante este año, y mostrar así la falta, que ellas hoy no están pudiendo venir a la cancha. Tomamos el mensaje del Observatorio: no son solo cifras, sino que detrás de cada uno de estos nombres , hay una historia”, dice a lavaca Mariel Alonso en la previa al partido mientras se repartían volantes con la invitación a visitar la web de la Secretaría del club y conocer la acción que se estaba por llevar a cabo.
Las camisetas de los jugadores adaptadas para el evento programado por la Secretaría de Géneros del club. Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
Las butacas vacías se iluminaron luego de la entrada en calor de los jugadores, que minutos después salieron a la cancha con un parche en la camiseta oficial que dice 25N, en homenaje a este día. Los suplentes salieron al campo con una remera especialmente diseñada para hoy que en la espalda tenía un dibujo que entre mujeres y banderas dejaba ver dos mensajes: “25N” y “Rompamos el silencio”.
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
“Hacer estas acciones en un club es fundamental”, explica Vanina Sánchez, secretaria de Géneros de la Asociación Atlética Argentinos Juniors. “Los clubes de fútbol no son solamente de fútbol, son también espacios donde las mujeres y los hombres venimos a pasarla bien, a alentar por nuestros colores, y son lugares donde estas batallas hay que darlas. Es súper importante que como institución deportiva podamos dar un mensaje: el de que es importante involucrarnos, defender nuestros derechos, y pedir también justicia por todas las mujeres que ya no están”.
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
El Observatorio Lucía Pérez, que lleva el nombre de la joven asesinada en Mar del Plata, es una herramienta de información, análisis, debate y acción creada por Cooperativa lavaca con el objetivo de generar el primer padrón autogestionado y público de femicidios y travesticidios de Argentina. Toda la información está disponible y es de libre acceso con el objetivo de que aporte así a encontrar una solución frente a la violencia. Toda la info se puede ver acá: https://observatorioluciaperez.org/
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
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No son cifras
La cifra de violencia contra las mujeres registró un nuevo salto: 277 femicidios y travesticidios se produjeron hasta hoy, 25 de noviembre, Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer, según la información del Observatorio Lucía Pérez, primer padrón autogestionado sobre violencia patriarcal. Por esa razón la Secretaría de Género de la Asociación Atlética Argentinos Juniors impulsa junto al Observatorio una acción para visibilizar la violencia machista en nuestro país. Esta noche Argentinos juega a las 21.15 en su estadio Diego Armando Maradona contra Barracas Central.
Se dejarán 277 butacas vacías de una de las tribunas para poner el foco así en todas las mujeres que nos faltan. Además los jugadores saldrán a la cancha con un parche en su camiseta que recuerda la importancia de seguir reclamando por el fin de estos crímenes.
La investigación cotidiana del Observatorio Lucía Pérez elevó el registro de femicidios y travesticidios en lo que va del año a 277 hasta hoy, 25 de noviembre, Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer. Además, a raíz de esos crímenes, quedaron 161 huérfanxs. Como respuesta hubo 288 marchas y movilizaciones en búsqueda de justicia.
El Observatorio Lucía Pérez, que lleva el nombre de la joven asesinada en Mar del Plata en 2016, es una herramienta de información, análisis, debate y acción creada por Cooperativa lavaca con el objetivo de generar el primer padrón autogestionado y público de femicidios y travesticidios de Argentina.
Mediante una docena de padrones que se actualizan diaria y mensualmente se construye una cartografía de la violencia y la descripción de cómo opera el Poder Judicial, la policía y las pocas medidas de protección con la que cuentan las víctimas antes de ser asesinadas.
De los 277 femicidios y travesticidios:
- 25 habían realizado denuncias previamente.
- 70 de ellas tenían hijxs, lo que provoca la cifra de 161 huérfanxs. En muchos casos sus hijxs presenciaron el crimen, como en el femicidio de Rosa Vanesa Mamani Vargas, asesinada el primer día del año; o el de Ramona Isabel Morínigo, asesinada en febrero frente a su hijo de 15 años; o el de Analía Celeste Oliva, cuyos hijos de 11 y 15 años fueron quienes encontraron el cuerpo.
- Tres de ellas estaban embarazadas.
- 30 estuvieron desaparecidas antes de confirmarse que habían sido asesinadas.
- 24 eran menores de edad.
Cada una de ellas no es una cifra, son madres, hijas, hermanas, vecinas, amigas, compañeras, hinchas por las que pedir justicia.
Por eso que en este día la Secretaría de Género de Argentinos Juniors impulsa junto al Observatorio Lucía Pérez una acción para visibilizar la violencia machista en nuestro país. Esta noche, en el partido contra Barracas Central, se dejarán 277 butacas vacías de una de las plateas para poner el foco así en todas las que nos faltan. Además los jugadores saldrán a la cancha con un parche en su camiseta que recuerda la importancia de seguir reclamando por el fin de estos crímenes.
Toda la información generada por el Observatorio Lucía Pérez está disponible y es de libre acceso con el deseo de que aporte así a encontrar una solución frente a la violencia. Se puede ver acá: https://observatorioluciaperez.org/
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Jury a los jueces Gómez Urso y Viñas: sin culpa y con cargo
Absolvieron a los jueces responsables del fallo del primer juicio (2018) por el femicidio de Lucía Pérez, que fue luego anulado por el Tribunal de Casación por la falta de perspectiva de género y la re victimización de Lucía (16 años) y obligó a un segundo juicio realizado en 2023. Ese nuevo proceso, con otros magistrados, sí condenó por el femicidio ocurrido en octubre de 2016 a Matías Farías y Juan Pablo Offidani, quienes además vendían droga en la puerta de la escuela a la que concurría Lucía. Detalles de lo ocurrido hoy y la voz de Guillermo Pérez, el padre de la víctima: “Mensaje más mafioso que este no se me ocurre”.
Por Anabella Arrascaeta
Terminó hoy el juicio político a los jueces Facundo Gómez Urso y Pablo Viñas quienes fueron absueltos de la acusación de “negligencia, incumplimiento de deberes inherentes del cargo y parcialidad manifiesta” por su actuación en el primer juicio por el femicidio de Lucía Pérez. En esa oportunidad ambos –junto al juez Aldo Carnevale que evitó el proceso al jubilarse anticipadamente– firmaron un fallo vergonzoso en 2018 que, en resumen, victimizó a Lucía de su propio femicidio, y absolvió a los acusados. Esa sentencia fue anulada por el Tribunal de Casación, que ordenó un nuevo juicio realizado en 2023 en el que finalmente se condenó a los autores del femicidio.
La llegada a este jury (más allá de su resultado) sienta un precedente histórico sobre el control social y político al Poder Judicial.
El Tribunal que analizó el caso fue encabezado por el presidente de la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Soria, y conformado por integrantes del Poder Legislativo.
No hubo audiencia sino un comunicado leído por el secretario del jury Ulises Giménez de modo virtual, y en contacto con las partes.
La familia de Lucía Pérez tuvo que ver la lectura de la sentencia por YouTube, al igual que los abogados de la querella. No se difundieron tampoco los fundamentos, que se darán a conocer mañana y se enviarán por mail a las partes.
Solo se informó la decisión unánime de absolver a los jueces y de solicitar a su vez a la Suprema Corte “la posibilidad de optimizar la capacitación en materia de género”.
El voto de absolución incluye al propio Daniel Soria y a los legisladores:
- Senador Gustavo Soos (Unión por la Patria).
- Senadora Gabriela Demaría (Unión por la Patria).
- Diputada Maite Milagros Alvado (Unión por la Patria).
- Senador Ariel Martínez Bordaisco (UCR).
- Diputada Susana Haydee González (Unión por la Patria).
Hacia el final, antes de que desconectaran la transmisión, la ex diputada Araceli Ferreyra, una de las impulsoras del juicio político, hizo oír su voz de repudio: “Lucía Pérez, presente, ahora y siempre”.
La familia: “Mensaje mafioso”
Guillermo Pérez, el padre de Lucía, habló desde Mar del Plata con lavaca:
Su primera reflexión: “Estamos asumiendo el cachetazo. Esto no es un mensaje para nosotros, es para la sociedad. Lo veo así. Ahora vamos a aclarar la cabeza, apagar los celulares, intentar dormir un poco. Todavía no hablamos con nuestro abogado”.
Sobre la absolución: “Pienso que los legisladores tienen que pagar el precio político. Los legisladores tanto como el presidente de la Corte estuvieron cuando a los jueces se los suspendió, ahí también fue por unanimidad, y ahora dicen otra cosa. Todavía no sabemos los fundamentos. Pero mensaje más mafioso que este, no se me ocurre”.
La contradicción: “Los legisladores tienen que pagar un costo. ¿Qué tengo que hacer, ir a verlo a Milei? ¿Qué tenemos que hacer? Es una contradicción este fallo, dice que tienen que hacer capacitación sobre violencia y los absuelven. Todavía no alcanzo a entender, quisiera saber los fundamentos de la sentencia”.
Otra reflexión: “Podemos tomar la sentencia, pero políticamente todo tiene un costo porque traicionaron a una sociedad. No nos traicionaron solo a nosotros. Ahora ¿quién les va a creer?”
El fallo
El fallo se dictó de manera virtual –dado que hoy se conmemora aniversario de la ciudad de La Plata y se dispuso asueto administrativo– y se siguió colectivamente en distintos puntos de Mar del Plata, La Plata, y CABA.
La familia de Lucía escuchó la sentencia rodeada de quienes la acompañan en la búsqueda de justicia en La Casa de Lucía, un espacio de encuentro y aprendizaje destinado a prevenir las violencias.
El fallo se dio a conocer un día antes de que se cumplan 35 años de la Convención sobre los Derechos de los Niños, y a menos de una semana del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
“Narcofemicidio“
El jury había comenzado el pasado lunes 11 de noviembre (https://lavaca.org/ni-una-mas/lucia-perez-asi-comenzo-el-juicio-politico-a-los-jueces-que-buscaron-dejar-impune-el-femicidio/).
Durante dos días hubo audiencias presenciales en el salón “Nunca Más” del Senado bonaerense donde desfilaron testigos convocados tanto por la acusación como por la defensa.
Los primeros argumentaron sobre el mal desempeño de los jueces Gómez Urso y Viñas, detallando momentos del juicio en los que atacaron a la familia y a sus testigos, así como los extractos del fallo que, según el representante del Ministerio Público Fiscal, Marcelo Lapargo, “desobedecieron leyes y normativas nacional e internacionales”.
Expusieron también Guillermo Pérez y Marta Montero, los padres de Lucía, quienes describieron el calvario en el que convirtió su vida tras la muerte de su hija y también tras la primera sentencia: “El primer juicio fue una tortura”, resumió Guillermo. Luego declaró Matías Pérez, hermano de Lucía, quien dijo con lágrimas en los ojos: “Lo único que sigo viendo es como se nos sigue pasando la vida pidiendo justicia”.
Luego fue el turno de Gustavo Melmann, papá de Natalia, asesinada, violada y torturada cuando era una niña de 14 años; María Elena Naddeo, ex presidenta del Consejo de los Derechos de lxs Niñxs; Laureana Malacalza que en el momento del juicio era Coordinadora del Observatorio de Género de la Defensoría de la Provincia de Buenos Aires; Natalia Gauna que en el momento del juicio trabajaba en la Defensoría y fue veedora de todas las audiencias; Fernando Fernández y Alejandro Agote, ambos trabajadores judiciales de Mar del Plata.
En esta crónica, la descripción de sus aportes e intervenciones en el jury: https://lavaca.org/ni-una-mas/lucia-perez-asi-comenzo-el-juicio-politico-a-los-jueces-que-buscaron-dejar-impune-el-femicidio/
Flavia Delmas, ex Secretaria de Políticas contra las Violencias por Razones de Género de la Provincia de Buenos Aires, sintetizó en una nota su responsabilidad en el proceso: “Estos jueces, Viñas y Gómez Urso, tuvieron que discernir qué había sucedido entre una niña adolescente de 16 años, estudiante secundaria, y dos personas mayores –uno de 23 años y otro de 41 años– que vendían estupefacientes en la puerta de su escuela. Es decir, dos hombres pertenecientes a una banda criminal que buscaba captar niñas adolescentes para el consumo. La invisibilidad de lo evidente, el afán de extirpar las jerarquías y los estatus que se desplegaron en esas apenas 24 horas previas al femicidio, es una de las principales operaciones de poder que se han producido en el juicio acontecido en Mar del Plata en 2018. Sin lugar a dudas este caso es paradigmático ya que devela un tipo de femicidios que nada tienen que ver con los más extendidos en nuestro país: los de violencia doméstica. Esto implicaba un desafío para los jueces: producir la distinción de un fenómeno creciente, que es el NARCO FEMICIDIO”. Y concluyó: “Ante este desafío, los jueces acusados en el jury tomaron el atajo corto: culpar a la víctima”.
Por su parte, la defensa convocó a tres abogados: al ex abogado de la familia de Lucía, al abogado Esteban Viñas, primo de uno de los jueces imputados e integrante de la Red de Jueces Penales; y a la abogada de Matías Farías, condenado por el femicidio de Lucía Pérez.
El proceso
El jury político que culminó hoy representa un hito de cómo luchar frente a las injusticias. La familia de Lucía Pérez, tras su femicidio, logró la anulación del primer juicio (2018) y realizar un nuevo proceso a cargo de otro Tribunal, en el que Matías Farías fue condenado a cadena perpetua por el femicidio y Juan Pablo Offidani a 15 años de prisión, considerado “partícipe secundario”. Este fallo contrastaba con el primero, que los había condenado solo a 8 años de prisión por la venta de drogas en la puerta de la escuela a la que concurría Lucía.
En el segundo juicio, llevado a cabo en 2023, los jueces Gustavo Fissore, Alexis Simaz y Roberto Falcone determinaron por unanimidad que estaba acreditado el abuso sexual con acceso carnal agravado por el suministro de estupefacientes del que fue víctima Lucía Pérez. Y en el fallo ponderaron a su vez su doble rol de víctima mujer y niña amparado por normativa internacional y nacional y por los parámetros de perspectiva de género.
Nada de esto había sido considerado en el primer juicio. Por eso, el 22 de mayo de 2019 en la Cámara de Diputados de la Nación se anunció la presentación del pedido de destitución a los jueces del Tribunal en lo Criminal N°1 de Mar del Plata: Facundo Gómez Urso, Pablo Viñas y Aldo Carnevale, quien finalmente pidió la jubilación anticipada.
Dos años más tarde, en abril de 2021, la Comisión Bicameral de Normas de Procedimiento para el Enjuiciamiento de Magistrados y Funcionarios bonaerenses resolvió acusar a los jueces Viñas y Gómez Urso por “negligencia, incumplimiento de deberes inherentes del cargo y parcialidad manifiesta”. Desde ese momento fueron preventivamente destituidos y dejaron de cobrar el 40% de sus honorarios.
En paralelo, la Corte Suprema bonaerense aprobó este mismo año una Guía Práctica para que jueces y juezas apliquen la perspectiva de género que justamente cita ese fallo. La guía señala: “La estereotipación debe ser desarticulada” porque “trae como consecuencia la negación de un derecho, la imposición de una carga mayor o degradación, provocando de ese modo la perpetuación de prácticas que entrañan violencia y discriminación desde el Poder Judicial, pudiendo caer en violencia institucional”.
Los argumentos para la destitución de los jueces eran varios. Por parte del Ministerio Público Fiscal, el fiscal Marcelo Lapargo sostuvo en su pedido de destitución: “Si en vez de discriminar por la conducta sexual previa de Lucía, lo hubieran hecho porque Lucía era negra, judía o evangélica, estaría clarísimo, no estaríamos ni discutiendo. El tema es que la conducta sexual parece algo en lo que estamos autorizados a meternos (…) Discriminar no es un hecho menor. Discriminar a una niña, a una menor de edad, no es un hecho menor. Tratar de entender que su valía se ser amparada por las leyes se define por los hallazgos de una autopsia, no es un hecho menor”. Y dijo después a modo de conclusión: “En definitiva los magistrados causaron una grave ofensa a la familia y un grave desprestigio al poder judicial”.
Nada de esto fue tenido en cuenta para la absolución de hoy, que además reintegra a ambos jueces a sus cargos y les restituye la totalidad de sus salarios.
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