Nota
Diccionario Mediático Argentino
Por Pablo Marchetti.
cosas (que pasaron)
“Pasaron cosas” fue la frase que eligió un presidente de la Nación para explicar por qué hubo un aumento del dólar de un 40% de un día para el otro, lo que ocasionó un aumento también en los combustibles, en los insumos importados y en el costo de la vida en general. Algo que no tuvo su correlato en los salarios, que sufrieron una violenta disminución en términos relativos. “Veníamos bien pero pasaron cosas”, dijo el primer mandatario. La primera parte del enunciado (”veníamos bien”) puede generar controversias, pues hay mucha gente que cree que las cosas no estaban yendo bien. Pero la falta de certeza del “pasaron cosas” (no se sabe qué cosas pasaron, por qué, quién las ocasionó ni cuáles serán las consecuencias de esas “cosas” que “pasaron”) no fue de gran utilidad a la hora de llevar tranquilidad a una población angustiada por lo que estaba pasando. Que no eran precisamente las “cosas” a las que se refirió el presidente.
devaluación
Clásico argentino como el dulce de leche, el mate, el tango, la ojota con media o la picana eléctrica. Se trata de la pérdida de valor de la moneda local (en los últimos años hubo peso moneda nacional, peso ley, peso argentino, austral y peso) respecto del dólar. Cada devaluación implica que se necesitan más pesos (o la moneda local que fuera) para comprar un dólar. Y como el precio de todo está atado al dólar (el combustible está atado al precio del dólar porque el petróleo tiene precio internacional; entonces todo está atado al dólar), cada vez que hay una devaluación, aumenta todo. Menos el salario. El salario a veces aumenta, pero no de manera proporcional. Cada devaluación implica una pérdida del salario real. En 1985 la moneda argentina pasó a ser el austral. Que, como cada vez que se cambia una moneda, valía 1 dólar. El peso actual se instauró en 1991 y valía un dólar. En el momento de la llamada convertibilidad (un peso=un dólar), el peso equivalía a 10 mil de los antiguos australes. Con el dólar a 40 pesos, hoy harían falta 400 mil australes para comprar un dólar. Por el momento, el dólar viene ganando. Por el momento.
ministerio
Dependencia del Poder Ejecutivo que se ocupa de administrar las políticas de las áreas que un Gobierno considera relevantes. En general, cada Gobierno cambia el sistema de ministerios y crea algunos nuevos como para marcar una agenda. Cuando un Ministerio deja de serlo para transformarse en Secretaría es porque a ese Gobierno el área le importa bastante poco. Pero los ministerios tienen también una contracara: suelen funcionar, sobre todo en sus niveles bajos y medios, como bolsa de trabajo para las estructuras políticas. Esto último, si bien es cierto, también sirve como excusa para quienes quieren despedir gente del Estado, pues cree (o hace creer) que de ese modo bajará el “gasto público” (ver). En realidad, tan cierto como el hecho de que los gobiernos suelen usar los ministerios para favores políticos, es que la incidencia de la reducción de puestos laborales en ministerios no redunda en una baja significativa del “gasto público”. Por no mencionar el hecho de que quienes supuestamente pretenden eliminar puestos laborales de los ministerios, lo que en realidad buscan es reemplazar a esa gente por otra de su propio signo político. De ese modo, los ministerios siguen utilizándose como bolsa de trabajo. Pero con otro color político. Lo cual demuestra que la diferencia entre el populismo y quienes defienden la república es profunda e insondable.
tormenta
Contingencia climática que puede tener efectos nocivos y hasta destructivos. Las tormentas se pueden predecir, pero no prevenir. Algo que diferencia claramente a las tormentas de los ciclos económicos o políticos. Sin embargo, algunos gobernantes le echan la culpa a posibles “tormentas” de cuestiones que son estrictamente políticas o económicas. Como si el aumento del dólar pudiera ser equiparable a la caída de un rayo, por ejemplo. Es curioso cómo la meteorología se transformó en un terreno donde abundan las metáforas para intentar explicar ciclos económicos o políticos. Piénsese en términos como “nubarrones”, “lluvia de inversiones!, “chubascos”, etc. Quizá sea ese el motivo por el cual la gente que se ocupa de dar el pronóstico del clima en los noticieros se transforma en celebridades, trascendiendo el ámbito de lo meramente meteorológico.
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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