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El agua mala, o cómo atacar a vecinos autoconvocados

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La Policía de La Pampa y el secretario de Seguridad de esa provincia cruzaron el límite fronterizo con Buenos Aires para reprimir una protesta de vecinos autoconvocados y lograr la construcción de un canal clandestino que escurriera el agua de campos pampeanos sojeros a pueblos bonaerenses.
Sansinena y Villa Sauze son dos pequeños pueblos del noroeste de Buenos Aires, ubicados en el límite geográfico con La Pampa. En un mapa, son dos diminutos puntitos –no superan los 600 habitantes– que prácticamente rozan la línea que demarca la división política entre ambas provincias.
Que ambas localidades estén en el límite interprovincial no es sólo un dato de color, sino de total relevancia ya que la Policía de La Pampa –con su ministro de Seguridad, Juan Carlos Tierno, a la cabeza– cruzó a la de Buenos Aires para reprimir, fuera de su jurisdicción, un reclamo de los vecinos de los dos pueblos bonaerenses que querían impedir la construcción de un canal clandestino cuyo objetivo era que el agua que inunda los campos sojeros pampeanos producto del desborde del Río V drene hacia territorio bonaerense, con riesgo de inundación y aislamiento para ambas poblaciones.
El saldo de la represión fue de 24 heridos –entre ellos una nena de 6 años y un joven de 25 que aún permanece internado, intentando salvar una de sus piernas– por balas de goma, gas pimienta y bastonazos. El acto brutal fue llevado a cabo por un cuerpo especial de infantería del gobierno de La Pampa liderado por su Ministro de Seguridad, ex intendente de Santa Rosa destituido por abuso de poder y con antecedentes de represión.
El agua mala, o cómo atacar a vecinos autoconvocados
Ministro a los bastonazos
 
El martes pasado, 9 de febrero, los vecinos se autoconvocaron en la intersección de la ruta provincial 2 y el Meridiano V, el camino de tierra que marca el límite entre Buenos Aires y La Pampa, a la altura de la localidad de Villa Sauze (partido de General Villegas).
Estaban anoticiados de que el Gobierno de La Pampa (PJ), en acuerdo con el intendente de Villegas (Cambiemos), habían decidido desviar el agua del Rio V por ese camino, lo que provocaría posibles inundaciones en Sauze y en Sansinena (partido de Rivadavia). Unos kilómetros más al norte, Banderaló (Villegas) ya estaba recibiendo el agua. Lógicamente, querían evitar que abrieran ese canal sin consulta previa.
Los primeros vecinos en llegar se encontraron con máquinas de Vialidad de La Pampa y una gran presencia policial, apostada sobre territorio pampeano.  Entre ellos estaba Emilia de la Iglesia, vecina de Sansinena y directora del grupo de teatro comunitario de Rivadavia y General Pico, La Comunitaria. Su voz del otro lado del teléfono suena perturbada, alerta: urgente. “Estábamos preocupados por la situación. Cuando llegamos, del lado de Buenos Aires estaba la delegada municipal de Villa Sauze y dos policías de la patrulla rural; del de La Pampa, maquinarias para hacer el canal y muchos efectivos”.
Eran las ocho y el sol ya estaba extinguiéndose: se venía la noche.
Los vecinos armaron un cordón para impedir el trabajo de las máquinas y exigir la presencia de las autoridades locales para que el conflicto se resolviese por vías institucionales.
Estaban en eso cuando el ministro de Seguridad de La Pampa, Juan Carlos Tierno, empezó a increparlos: “Vamos a pasar como sea para hacer el canal”, gritó. Los vecinos le respondieron: “Esto es territorio de Buenos Aires y estamos esperando a las autoridades”.
No hubo más diálogo. Las que hablaron a continuación fueron las balas. Y los golpes: la represión.
Emilia enumera los hechos: “Tierno hizo avanzar a los efectivos policiales, todos fuertemente armados. Yo vi al jefe de la Policía, Roberto Ayala, hacer un gesto con la cabeza y ahí se desató la represión. Otros vecinos, además, vieron al propio Ministro agarrando un bastón de policía y dando golpes él mismo”.
Sigue: “Empezaron a avanzar por sobre nuestro cordón. Ninguno pensó que podía pasar esto. Yo estaba en pollera y sandalias, imaginate”. Empezaron a disparar balas de goma indiscriminadamente, a poca distancia y apuntando a los cuerpos de los vecinos: nenes, jóvenes, adultos y personas mayores; las familias que queríamos evitar quedar bajo el agua”, completa.
A David Díaz, un joven de 25 años, le dispararon a sólo un metro de distancia: recibió balazos en ambas piernas y todavía permanece internado a la espera de una segunda operación. Otro vecino recibió un tiro en la frente; Emilia, un balazo en la pantorrilla; otras mujeres en la espalda y en el pecho. En total hubo 24 heridos, incluyendo una nena de 6 años. Todos los testigos responsabilizan a Tierno y hasta coinciden en la frase utilizada por el funcionario a los efectivos policiales: “Metan balas, vamos, metan balas”.
Norberto Gastaldi recibió una herida en el pecho y otra en la frente. Afirma: “El ministro Tierno estaba al frente y de prepo intentó pasar él primero y luego bajó gente de la Policía Montada”.
Néstor Díaz es el padre de David y está con él en el hospital Gobernador Centeno de General Pico (La Pampa), adonde fue derivado por el impacto de las balas. Notablemente afectado, brinda información sobre el estado de salud de su hijo: “Tuvo fractura de tibia y peroné, las balas le cortaron dos tendones y le molieron el hueso. Le sacaron 18 perdigones de bala y luego de la operación le dejaron un hueco en la pierna porque falta carne y músculo para poder coser la herida. Debe esperar que se regenere la piel para someterse a una nueva operación en la que le van a colocar un tutor”.
Un tutor es un fijador externo de metal usado en cirugía ortopédica para fijar el hueso y prevenir el riesgo de fractura. Se compone de dos barras de metal y diversas varillas que penetran en la piel para fijarse sobre el hueso.
El agua mala, o cómo atacar a vecinos autoconvocados
La represión y las topadoras
 
Detrás de la balacera, avanzaban las máquinas. Los autoconvocados habían puesto los autos sobre el Meridiano, cortando el paso. Las máquinas los esquivaron y recorrieron un trayecto en donde comenzaron a realizar un canal de 20 metros para que pasase el agua. Mientras, las fuerzas de Tierno reprimían y armaban un cordón para impedir el paso.
La voz de Emilia se carga de angustia e impotencia, pero no deja de contar: “Estábamos desesperados. Ahí mismo armamos la lista de heridos. La hice yo personalmente. Cuando llegó Javier Reynoso (jefe comunal de Rivadavia), le entregamos la lista de heridos y las más de 40 vainas de balas de goma para que quedara asentado”. “El intendente de Rivadavia –el de Villegas nunca apareció e incluso dejó la zona liberada– llegó con funcionarios y concejales y tampoco lo dejaban pasar el cordón policial. Ahí volvieron a tirar gas pimienta, hasta que lo dejaron cruzar por ser una autoridad, pero no pudo detener el trabajo de la retroexcavadora; sacó algunas fotos para la presentación judicial y llamó a la policía bonaerense”, agrega.
Así se formaron dos cordones de efectivos policiales enfrentados entre sí: uno en territorio bonaerense, otro en el pampeano. Parecía una película de época en la que dos bandos esperan una señal para enfrentarse.
Esa señal no llegó nunca.
Ya eran casi las cuatro y media de la mañana.
Unas horas después, Reynoso y los vecinos realizaron una denuncia penal ante la Justicia Federal por la represión y por el delito de intervenir en una provincia ajena. Denunciaron a Tierno, al jefe de Policía, Roberto Ayala, al secretario de Recursos Hídricos, Javier Schlegel, y al propio gobernador Verna.
Además, la Comisión de Derechos Humanos de Rivadavia –de la que Emilia de la Iglesia es vicepresidenta– convocó a una reunión de urgencia. Tras ella, y con el apoyo de los organismos nacionales, emitieron una declaración en la que reclaman la destitución de Juan Carlos Tierno por la represión; el juicio político al gobernador pampeano “por avalar e instigar los ilícitos” y “usurpar otra jurisdicción con sus fuerzas policiales”; además de solicitar informes al intendente de General Villegas, Eduardo Campana, y a la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, por “haber dejado en estado de indefensión a los vecinos de Villa Sauze y Sansinena”.
 
Ningún Tierno
 
Juan Carlos Tierno es el ministro de Seguridad de La Pampa. Asumió el cargo recientemente, por decisión del gobernador Carlos Verna. El funcionario que ordena reprimir a familias y que también reparte palos él mismo tiene un pasado tan oscuro que en vez de su curriculum lo que hay que detallar es su prontuario.
En 1983 fue asesor letrado del ex gobernador Rubén Marín. Se alejó en medio del escándalo por supuestas golpiza a una novia. Siguió como asesor en el Senado de la Nación. Después fue asesor legal de Oscar Jorge en su paso por la intendencia de Santa Rosa en los años ’90. Asumió como director del Banco de La Pampa en 1997. En 2003 fue nombrado ministro de Gobierno por el gobernador Carlos Verna (que ahora volvió a ser electo gobernador): Tierno fue eyectado del cargo tres años después, envuelto en denuncias por violaciones a los derechos humanos y apremios en comisarías.
Su derrotero siguió como candidato a intendente de Santa Rosa, tras ganar la interna del PJ. Asumió el 10 de diciembre de 2007 y fue destituido 87 después, acusado por abuso de poder. En diciembre fue condenado por la Cámara del Crimen Nº 1 a dos años de prisión y cuatro de inahabilitación, pero apeló la sentencia, que continúa en los laberintos judiciales.
Una ex empleada doméstica fue testigo de la violencia machista de Tierno: “Le pegaba a la mujer delante de los niños”, sostuvo un par de años atrás. La mujer describió que imperaba un ambiente de verdadero terror en la casa que entonces compartía Tierno con su primera esposa y madre de sus dos hijos mayores, hoy ya veinteañeros. Al separase, su ex esposa tuvo que huir por caminos alternativos para evitar que la mano larga de Tierno le bloqueara el paso. En aquel momento, Tierno era asesor letrado del ex gobernador Juan Carlos Marín y a la vez encabezaba una comisión provincial de… ¡defensa de los derechos humanos!
No es la única denuncia por violencia que tiene en su haber: en 1984 una ex novia suya terminó internada durante varios días en una clínica privada, con lesiones y quemaduras de cigarrillos en los pezones y el vientre. El policía provincial que le tomó declaración fue inmediatamente confinado a una lejana seccional del oeste pampeano y el sumario con la denuncia desapareció.
Por si fuera poco, sus parejas no son sus únicas víctimas. En sus 87 días como intendente de Santa Rosa quiso pelearse a golpes con trabajadores mercantiles que habían montado una carpa frente a la intendencia en reclamo de un plus salarial. Además, a los pocos días prohibió que los menores de 12 años circularan en bicicleta, subió un 49 por ciento las tasas municipales, incrementó hasta un mil por ciento el monto las multas de tránsito, prohibió la actividad de limpiaparabrisas y malabaristas en todas las calles y se enfrentó con los empleados del municipio. También creó por decreto una policía propia, cuya sede instaló en el Centro Municipal de Cultura de Santa Rosa, no sin antes expulsar a todos los artesanos que trabajaban ahí. Con esa fuerza policial, solía encabezar operativos nocturnos en los boliches de la ciudad. Ante las primeras protestas que reclamaban “fuera Tierno”, no tuvo ningún reparo en calificar a los manifestantes de “subversivos y sediciosos”.
Frente a la dimensión de cada uno de estos hechos, no sorprende que Tierno haya arrancado a los golpes contra los vecinos que querían detener las obras que afectan sus territorios.
Pero aunque sea un impresentable, Tierno es sólo un exponente –sin dudas importante– de un modelo que prefiere inundar pueblos habitados para salvar la renta de los monocultivos sojeros. Es por eso que los autocovocados se preguntan por qué Verna y Tierno tenían tanto apuro en abrir un canal clandestino en otra provincia, cuando ningún pueblo de La Pampa corría riesgo de inundarse. Los únicos afectados eran los campos de soja de miles de hectáreas.
“Abrir ese paso sin ningún tipo de control afecta a la localidad de Villa Sauze, que tuvo que poner barreras contra el agua, y a Sansinena, que está haciendo un montón de contenciones. Es tremendo porque los pueblos se quedan aislados. Son localidades habitadas por trabajadores rurales de bajos recursos; los que tienen grandes extensiones de tierra viven en las grandes ciudades”, advierten los vecinos.
En ese sentido, señalan: “No se respetó nada y si hubiese sido esa la decisión, los pueblos merecen saber si van a ser destinados a ser un reservorio de agua o no. Es algo muy sensible porque hay muchas familias en riesgo. Los problemas del agua se tienen que resolver salvaguardando a las poblaciones, teniendo en cuenta sus decisiones, y no a los dueños de la soja”.
 
No nos inunden
 
Las inundaciones y los desbordes del Río V son un problema crónico que desde 1979 afecta, sobre todo, a los pueblos de Sansinena, Banderaló y Villa Sauze. Desde entonces, no hubo ninguna solución concreta.
El Río V nace en San Luis y atraviesa el sur de Córdoba, La Pampa y Buenos Aires. Aunque la mayoría de los años está seco, cuando crece el promedio de lluvias, se desborda en la zona del norte pampeano y el noroeste bonaerense. La desforestación y el avance del monocultivo complican el drenaje natural de los suelos. Terraplenes, canalizaciones y desvíos complejizan la trama. La situación genera un conflicto diplomático entre las provincias involucradas, cuyas autoridades participan del juego del gran bonete pasándose uno a otro las responsabilidades. En estos años nunca se construyeron obras definitivas ni funcionó un organismo común entre las partes.
Antes de enviar a su ministro de Seguridad y al jefe de Policía a reprimir, el gobernador Verna había señalado a sus pares de Buenos Aires y Córdoba, María Eugenia Vidal y Juan Schiaretti, por «no responder» sus notas en las que alertaba por la situación. «Creo que si al gabinete de la provincia de Buenos Aires le preguntan por Sansinena, no lo saben encontrar en el mapa», había chicaneado. Además, había amenazado: «Yo no me voy a quedar con agua de la provincia de Buenos Aires. Vamos a bajar el nivel del Meridiano V para asegurarnos que el mismo caudal de agua que entre en la provincia, se vaya». Ésa fue la promesa que Tierno hizo cumplir a balazos y que Verna definió como “una escaramuza».
En 2001, Sansinena fue una de las localidades más afectadas por el desborde del río. En ese entonces, los vecinos hicieron decenas de movilizaciones. En una de ellas, la mamá de Emilia encaró al entonces ministro de Obras Públicas de Buenos Aires, Julián Domínguez, reciente ex presidente de la Cámara de Diputados Nacional. Muy suelto de cuerpo, el polifuncionario sostuvo que Sansinena iba a ser “un reservorio de agua”.
Es por eso que la voz de Emilia se escucha ahora más húmeda y triste del otro lado del teléfono. Esa voz entrecortada dice: “No queremos repetir la historia como farsa. Pasaron 16 años ¿y no pasó nada? No nos inunden de nuevo”.
 

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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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