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El femicidio de los lápices

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No fue una marcha. Fue un duelo a cielo abierto, que se convirtió en político frente al Congreso y social por las más de 1.500 personas que acompañaron a las amigas y compañeras de Anahí Benítez. Adolescentes que tomaron el acto en sus manos y dejaron una lección sobre estos tiempos y una advertencia al Estado y a la prensa: “Nadie está actuando. Nosotras vamos a hacer algo por nosotras mismas”.
El femicidio de los lápices
Las amigas y compañeras de colegio de Anahí Benítez, 16 años, habían organizado esta marcha desde la 9 de Julio hasta el Congreso para exigir que las escucharan. Desde que se enteraron de su desaparición sabían que estaba pasando algo grave y sabían algo más importante: por dónde tenían que comenzar a buscarla.
No las escucharon.
Ni la policía, ni la justicia ni nadie.
Durante toda la semana estuvieron casi sin dormir haciendo lo que nadie hacía: interrogando al barrio y al colegio con volanteadas, charlas y acciones, intentando que se filtrara el dato que sospechaban. Estudiantes, padres, profesores y autoridades del secundario Antonio Mentruyt (ENAM), de Lomas de Zamora, estuvieron durante siete días y siete noches haciendo lo imposible por encontrarla. Pero la noticia de la aparición del cuerpo de Anahí le dio hoy a ese acto otra connotación y a la consigna que están cantando ahora otra resonancia:
“Queremos justicia/ Nos van a escuchar/ Por Anahí hoy venimos a marchar”.

El femicidio de los lápices

Foto: Lina Etchesuri


Tal como sintetizó el director de la escuela, con lágrimas y parado frente al Congreso Nacional: “Si la policía en lugar de entrar a los colegios como entró hace tres meses al nuestro, de prepo y con la excusa de buscar a supuestos delincuentes entre chicos y chicas que estudian, se dedicara a hacer lo que tiene que hacer hoy Anahí estaría viva”. Ese es el sentimiento generalizado que gobierna las lágrimas de estas muy jóvenes, muy dolidas, muy lastimadas almas: están convencidas de que si las hubieran escuchado cuando señalaban al profesor de Matemáticas hoy no tendrían que estar ahí, en la calle y a los gritos, insultando a la policía, al Estado y a la prensa, sin metáforas. “Si es cierto que la tuvo viva 3 o 4 días es claro que podrían haberla salvado”, dirá Dalila, una de sus amigas, con la mirada húmeda y la cara crispada.
La bandera la hicieron en una sábana deshilachada. Es para una cama de una plaza y dice “Basta de violencia”. Con ese pequeño trapo encabezaron la marcha que recorrió Avenida de Mayo, desde la 9 de Julio hasta el Congreso. Detrás, el cartel del Centro de Estudiantes y una gran bandera roja y azul, los colores del colegio. No quisieron que en esa cabecera estuviera nadie que no fuera familiar, amigo o compañero de estudios, pero sí acomodaron en lugar central a familiares de otras impunidades: la mamá de Nadia Rojas (14 años), desaparecida mientras estaba en un refugio a cargo del Estado y de Luna Ortiz (19 años) cuya muerte no fue siquiera investigada, entre otras.
Durante el recorrido comenzaron los tironeos con la prensa, que se quejaba por el cordón que habían armado estudiantes y familiares porque los alejaba de los primeros planos de esos rostros llorosos, quebrados. “Lo que tienen que hacer…”, comenzaron a reclamarles. No fue un intercambio cordial: la respuesta fue a los gritos e indignada: “Nos mataron a una amiga, respeten el dolor y dejen de darnos órdenes”, clamaban. Al mismo tiempo y en el mismo lugar, había fotógrafas que cumplían su labor con lágrimas. A ellas, las chicas y muchachos las llamaban por su nombre: “Compañeras”.
El femicidio de los lápices

Foto: Lina Etchesuri


Al llegar al Congreso, la cabecera se quedó en absoluto silencio. Fueron largos, insoportables minutos de jóvenes plantados con el pequeño trapo, sin nada que decir más que eso: acá estamos. En ese silencio se escuchaban los sollozos, con gritos ahogados y con abrazos para esconder de las cámaras el dolor. Dejaron así en claro que no era un acto, sino un duelo a cielo abierto, convertido en velatorio político por el escenario del Congreso y social, por hacerlo junto a otras, a otros, que acompañaron el silencio. El dolor quebró el cordón y la prensa se acercó a registrar esas escenas desgarrantes en primerísimo plano. Fue entonces cuando alguien les sugirió a los jóvenes que tenían que hacer alguna declaración y así fue como el primer orador fue el presidente del Centro de Estudiantes. “Anahí era una chica comprometida, que participaba porque le importaba lo que pasaba. Si queremos mantener su memoria viva, tenemos que seguir luchando juntos por eso por lo que ella luchaba. Si éramos 500, hoy somos 499, pero tenemos que seguir siendo uno y queriendo lo mismo”. El llanto lo quebró y tomó la palabra otro estudiante, que también a los gritos y sin micrófono puso en palabras lo que a esa altura se había convertido en el tema central de esta marcha. “En la cara y mirándolos a los ojos, les digo a ustedes, a la prensa: cuando apareció el cuerpo y todavía no había ni llegado la policía científica al lugar, ya habían anunciado que era Anahí. Tuvimos que llorar dos veces: cuando lo escuchamos en la tele y cuando, seis horas después, lo confirmó la policía. ¿Y todo para qué? ¿Para qué hagan plata? Váyanse a la mierda”.
Una multitud aplaudió.
¿Por qué no hablan las mujeres?, le reprochó una periodista a los que se habían convertido en voceros. “Porque no podemos hablar y llorar”, le respondió una de las compañeras de Anahí. Otra intentó responder al desafío. Dijo en alta voz: “A mí hoy me robaron un pedacito de felicidad…”
No pudo seguir.
Otro joven intentó recordar en voz alta a su compañera: “Anahí era una gran artista y murió…”. Una voz de mujer, fuerte e imperativa, lo corrigió a los gritos: “No murió: la mataron. Cuiden un poco el discurso, muchachos…” .
El chico estaba llorando.
Sus amigos lo alentaron para que termine. Solo pudo agregar: “El arte no muere”. Y se abrazó a otro, derrumbado.
Una chica intentó responderle a la mujer: “Si la tenés tan clara explícame qué fue lo que hiciste tan bien como para que tengamos que estar hoy nosotras acá”.
Irritado, el cuarto adolescente comenzó a gritarle a los bombos que, de lejos, interferían con su batucada: “Un poco de respeto, por favor….” les reclamó. Fue entonces cuando uno de los trabajadores de Pepsico –que mantienen su carpa frente al Congreso y estaban presentes con cartulinas que reclamaban “Justicia para Anahí- comprendió lo que había que comprender y reaccionó como había que reaccionar: corrió a buscar un equipo de sonido.
El femicidio de los lápices
Ya con micrófono, más a tono con lo que los demás reclamaban a estas adolescencias violentadas que hacen escuchar públicamente su voz, tomó la palabra una chica para decirnos fuerte y claro: “Si hubieran escuchado a las compañeras el primer día, Anahí estaría viva. Marchamos una vez el 3 de junio. Y dos veces más después para gritar: “Ni una menos, vivas nos queremos”. Pero todavía hoy no hay ningún solo lugar funcionando en nuestros barrios a donde ir en casos de violencia. Nadie está actuando y nos siguen matando. Entonces, nosotras mismas vamos a hacer algo por nosotras. Y si tenemos que romper todo para que nos escuchen, les aviso: lo vamos a romper:”
Eso es lo que tienen para decirnos estas jóvenes, estos jóvenes, hoy.
Sobre esta época y sobre sus consecuencias.
Escuchemos su mensaje, porque marca un hito y una advertencia.
Podríamos llamarla “El femicidio de los lápices” y no es solo una noticia: es Historia.
El femicidio de los lápices El femicidio de los lápices El femicidio de los lápices
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El femicidio de los lápices

Foto: Lina Etchesuri


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El femicidio de los lápices

Foto: Lina Etchesuri

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Condenan a cadena perpetua al ex sargento de la Bonaerense Ricardo Panadero por el femicidio de Natalia Melmann

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El ex sargento de la bonaerense Ricardo Panadero fue encontrado culpable de secuestrar, violar y asesinar a Natalia Melmann cuando tenía 15 años: el Tribunal Oral en lo Criminal n°4 de Mar del Plata, conformado por los jueces Néstor Conti y Juan Galarreta, y la jueza Mariana Irianni, lo condenó por unanimidad a cadena perpetua. 

La sentencia llegó 22 años después del femicidio. Natalia fue secuestrada la noche del 4 de febrero de 2001 en Miramar. Su cuerpo se encontró cuatro días después en el vivero municipal. La autopsia reveló la presencia de cinco perfiles genéticos distintos en su cuerpo. 

Un año después, en octubre de 2002 los policías bonaerenses Oscar Echenique, Ricardo Anselmini y Ricardo Suárez fueron condenados a perpetua por privación ilegal de la libertad agravada, abuso sexual agravado y homicidio triplemente calificado por ensañamiento, alevosía y en concurso de dos o más personas para asegurar el resultado. En ese juicio también fue condenado a 25 años Gustavo “Gallo” Fernández, por su participación en el secuestro, pero la pena luego fue reducida a 10 años de prisión.

Condenan a cadena perpetua al ex sargento de la Bonaerense Ricardo Panadero por el femicidio de Natalia Melmann
Familiares de víctimas de femicidios acompañaron la lectura de la sentencia por el femicidio Natalia Melmann. Fotos: Campaña Somos Lucía

La sentencia a Ricardo Panadero tardó mucho más tiempo en llegar: en el proceso de 2012 la justicia lo había sobreseído. Recién en 2018 fue juzgado en el Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de Mar del Plata integrado por los jueces Jorge Peralta, Fabián Riquert y Juan Manuel Sueyro: también lo absolvieron. Sin embargo, ante una presentación de la familia Melmann el Tribunal de Casación en 2020 decidió anular el fallo y ordenó hacer un nuevo juicio: así llegó Panadero a ser condenado. 

Hoy, finalmente, el TOC 4 lo encontró culpable del delito de privación ilegítima de la libertad agravada por el uso de violencia, abuso sexual agravado por acceso carnal calificado por la participación de dos o más personas y homicidio doblemente agravado por la participación de dos o más personas y criminis causa, todos en concurso material entre sí.

Su detención fue pedida de manera inmediata así como su traslado a la Unidad Penal Nº7 del complejo penitenciario Batán. 

La búsqueda de justicia continúa: hay un quinto perfil genético que aún no pudo ser identificado. Por eso Gustavo sostuvo después de la sentencia: “Ojalá que nos alcance la vida para poder condenar a todos”.

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Natalia Melmann: 22 años después, el ex sargento de la bonaerense Ricardo Panadero llega a juicio por el femicidio

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Natalia Melmann fue secuestrada la noche del 4 de febrero de 2001 en Miramar: su cuerpo se encontró cuatro días después en el vivero municipal, con cinco perfiles genéticos distintos en su cuerpo. Por el hecho fueron condenados a cadena perpetua tres policías bonaerenses, y un cuarto cómplice del secuestro a 10 años de prisión; pero el sargento Ricardo Panadero, acusado de secuestrar, violar y asesinar a Natalia, había sido sobreseido en dos intancias. Por la lucha familiar mañana se sentará en el banquillo par ser juzgado por el Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de Mar del Plata: tanto la fiscalía como la querella piden perpetua. Las palabras de Gustavo Melmann en la antesala de este nuevo proceso, a 22 años de la muerte de su hija, y cómo es la construcción de justicia «víctima a víctima» y en la calle.

Gustavo Melmann mañana se va a levantar temprano, va a buscar la misma camisa que usó durante todo el juicio y antes de salir va a ponerse el perfume que usaba su hija Natalia: Mujercitas. “Son mis rituales”, describe en la antesala de conocerse la sentencia en el juicio al ex sargento de la bonaerense Ricardo Panadero, acusado de secuestrar, violar y asesinar su hija, Natalia Melmann, cuando tenía 15 años. 

“Estamos con cierta angustia, más viejos y desgastados”, dice Gustavo a lavaca.

Habla en plural, como familia,pensando en Laura Calampuca, con quien tuvo 4 hijos y 5 nietos. Es el tercer juicio que toda la familia Melmann atraviesa por el femicidio de Natalia.

Natalia Melmann: 22 años después, el ex sargento de la bonaerense Ricardo Panadero llega a juicio por el femicidio
Gustavo Melmann, papá de Natalia, durante el segundo juicio por el femicidio de Lucía Pérez: «Construimos víctima a víctima». Foto: Lina Etchesuri

El caso

Natalia Melmann fue secuestrada la noche del 4 de febrero de 2001 en Miramar. Su cuerpo se encontró cuatro días después en el vivero municipal. La autopsia reveló la presencia de cinco perfiles genéticos distintos en su cuerpo. 

Un año después, en octubre de 2002 los policías bonaerenses Oscar Echenique, Ricardo Anselmini y Ricardo Suárez fueron condenados a perpetua por privación ilegal de la libertad agravada, abuso sexual agravado y homicidio triplemente calificado por ensañamiento, alevosía y en concurso de dos o más personas para asegurar el resultado. En ese juicio también fue condenado a 25 años Gustavo “Gallo” Fernández, por su participación en el secuestro, pero la pena luego fue reducida a 10 años de prisión.

El ex sargento de la bonaerense Ricardo Panadero, que ahora llega a juicio, no estuvo en aquel proceso; la justicia lo había sobreseído previamente. Recién en 2018 fue juzgado en el Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de Mar del Plata integrado por los jueces Jorge Peralta, Fabián Riquert y Juan Manuel Sueyro: también lo absolvieron. Sin embargo, ante una presentación de la familia Melmann el Tribunal de Casación en 2020 decidió anular el fallo y ordenó hacer un nuevo juicio: así llega Panadero nuevamente a ser enjuiciado. 

“Esperamos que realmente se resuelva mañana”, sostiene Gustavo sobre la espera y las dilaciones. La sentencia está anunciada a las 10.30 horas. 

Natalia Melmann: 22 años después, el ex sargento de la bonaerense Ricardo Panadero llega a juicio por el femicidio
El exsargento policial Ricardo Panadero, cuarto efectivo acusado por el abuso sexual y el asesinato de Natalia Melmann.

22 años después

El juicio, que empezó el último 5 de mayo, estuvo a cargo nuevamente del Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de Mar del Plata, esta vez integrado por los jueces Néstor Conti y Juan Galarreta, y la jueza Mariana Irianni. La fiscal del proceso, Ana Caro, pidió prisión perpetua para Panadero durante los alegatos, la misma pena pidió el abogado de la familia. Agrega Gustavo: “Nuestro abogado pidió también que se miren las pruebas con perspectiva de género y desde las ciencias vinculadas a la niñez: Nati tenía solo 15 años”, recuerda.

La sentencia llega 22 años después del crimen. Para Gustavo el entramado de impundad se dio porque son policías los involucrados, “de haber sido otra gente la involucrada se hubiera resuelto mucho antes”, sentencia. Por eso al crimen lo describe así: “El de Nati fue un femicidio en manos del Estado”.

Mañana desde las 9 horas organizaciones y familias de víctimas estarán acompañando en la calle de los tribunales marplatenses. Gustavo resalta que durante todos estos años estuvieron acompañados por familias de víctimas, organizaciones feministas y organizaciones vinculadas a la lucha contra la violencia institucional.

Construimos víctima a víctima, hay un montón de cosas que son iguales, que se repiten, y hay una necesidad de buscar justicia en conjunto y cambiarlas en conjunto también”. 

Gustavo sabe que después de conocerse la sentencia la lucha sigue: hay un quinto perfil genético que aún no pudo ser identificado. 

Mañana va a colgarse en el pecho la misma foto de su hija que plastifica una y otra vez hace más de dos décadas, y va a volver a salir a la calle para pedir justicia.

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Perpetua para los femicidas de Iara Rueda 

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Dos condenas a perpetuas y una declaración de responsabilidad penal con remisión al juzgado de menores para que se le establezca pena: así fallaron las juezas María Margarita Nallar y Ana Carolina Pérez Rojas, y el juez Mario Ramón Puig, por el femicidio de Iara Rueda -16 años- asesinada en septiembre de 2020 en Palpalá, Jujuy.

Por Natalia Aramayo desde San Salvador de Jujuy

Pasadas las 17.25 de la tarde, mientras un centenar de mujeres aguardaban en la puerta del Tribunal Oral en lo Criminal N°3 atentas a lo que iba conociéndose, se escuchó leer a la secretaria de juzgado Silvana Anún la sentencia a los tres acusados: 

  • «Declarar penalmente responsable a Fernando Tomás Fernández, por el delito de homicidio triplemente agravado por el vínculo, por alevosía y de una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género. Dado que al momento del hecho era menor de edad se pidió remitir la copia de la sentencia a la jueza de menores de turno en el momento del hecho.
  • Declarar a Raúl Arnaldo Cachizumba y Mauricio Esteban Abad como autores penalmente responsables de los delitos de homicidio doblemente agravado por alevosía y de una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género; con pena de prisión perpetua».

Ahora cabe esperar que el juzgado de menores dicte la sentencia a Tomás Fernández y se conozcan los fundamentos del fallo que dictó la perpetua para Cachizumba y Abad. 

El abrazo en la calle

Pocos minutos después de conocerse la sentencia, abrazada de su esposo Juan José Rueda, Mónica Cunchila, la mamá madre de Iara, entre lágrimas, dijo: “Es lo que estábamos esperando, pero aún falta más, aquí hay complicidad y vamos a seguir trabajando en eso. Hoy mi hija tuvo justicia, mi hija está acá conmigo”. Mónica se mostró conforme con lo que dijo el Tribunal, el fiscal, el abogado. “Me han escuchado, ha sido duro, en el camino hemos ido aprendiendo muchas cosas de cómo se maneja la justicia”.

Relató emocionada también que en Palpalá, donde viven, siempre le deja flores en la tumba de su hija: “Se marchitaban rápido y ahora no, hoy me acerqué y sus flores estaban como el primer día, son señales».

Al preguntarle qué significaba para ellos el abrazo de toda una provincia, todo un país que los acompañó durante todo este tiempo, Mónica respondió: «Es muchísimo porque toda la sociedad nunca nos dejó, toda la gente de la provincia nos apoyó con mensajes que decían que no bajemos los brazos, nos daban aliento. Porque esto le puede pasar a cualquiera. A veces miramos para otro lado y ahora me tocó estar de este lado de la vereda. Se hizo justicia por Iara, y esto no tiene que pasar con ninguna mujer, no queremos nunca más una Iara, no queremos otro femicidio. Le agradezco a cada uno y a todos los medios de prensa, porque no hay que naturalizar la violencia y menos un femicidio”. 

En la calle Mónica y José se fundieron en un abrazo con Florencia, mamá de Monica y abuela de Iara, para luego encontrarse con la cientos de personas de la Multisectorial de Mujeres de Jujuy y organizaciones sociales que, como cada jornada, esperaron atrás de las vallas del juzgado a la familia. Además también los esperaban madres y padres de la Asamblea Nacional de Víctimas de Femicidios que viajaron desde distintos puntos del país. 

Mónica: «Hoy se hizo justicia, hoy terminó un juicio que veníamos mendigando durante casi tres años en las calles, soportando que me echen de Casa de Gobierno, soportando la lluvia, el sol, pero nunca baje los brazos por mi hija. Les agradezco a todas por el apoyo, por que es eso también lo que no me dejo bajar los brazos: la familia, los amigos, los vecinos y ustedes». 

Cómo se sigue

Después de la sentencia, dijo Mónica que el desafío es empezar como familia a reconstruirse, “y pensar en las otras chicas, porque Iara son todas, como yo siempre digo Iara dejo esto, para que su mamá siga, no fue fácil lo que aprendí en el camino, pero vamos a seguir por cada una de las que necesiten, vamos a estar presentes ahí».

Además está vigente la denuncia penal que la familia de Iara presentó por “abandono de persona” contra los funcionarios policiales que no buscaron a la joven como lo indican las legislaciones vigentes. Sobre la denuncia dijo Mónica: “Se esperaba a que termine este juicio y ahora hay algunos informes que se elevan en contra de ellos, la elevación a juicio para los 8 policías que tiene que ser en estos meses”.

Juan José Rueda: «Fueron 30 meses en la calle mendigando justicia y por fin llegó. Iara puede descansar en paz, ser libre, y nosotros tener un poco de paz. Me acuerdo que me decían ‘se tienen que preparar para el juicio porque es duro’, y ustedes nos preparaban para este momento, el acompañamiento, las marchas, las charlas nos prepararon para este día. Nuestra hija, junto a ustedes, nos daban esa fuerza, esa fortaleza para que hoy estemos de pie, firmes. Les agradecemos de todo corazón y esto no se termina acá, falta la cúpula policial y faltan los cómplices y los encubridores: vamos a llegar hasta las últimas consecuencias”. 

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