Sigamos en contacto

Nota

El Mercosur y la integración regional. Una interminable carrera de obstáculos

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

A trece años de su creación, el Mercosur se expande velozmente pero no consigue resolver los problemas derivados de las profundas asimetrías entre sus miembros, que no sólo persisten sino que -según se desprende de la reciente XXVI Cumbre de Jefes de Estado- tienden a acentuarse. Así lo desarrolla Raúl Zibechi en esta nota en la que -entre otros puntos- analiza la presión de los Estados Unidos y las diferentes realidades de los países que ya sumaron, o se sumarán próximamente, al acuerdo regional. Por Raúl Zibechi.

A trece años de su creación, el Mercosur se expande velozmente pero no consigue resolver los problemas derivados de las profundas asimetrías entre sus miembros, que no sólo persisten sino que -según se desprende de la reciente XXVI Cumbre de Jefes de Estado- tienden a acentuarse. La opción entre profundizar la integración y la incorporación de nuevos países, saltando incluso los límites regionales, se ha visto desbalanceada a favor de esta última opción como consecuencia de la presión de los Estados Unidos para imponer el Alca, que debería entrar en vigor a comienzos de 2005.

Pero el Alca está muerto, tanto en su versión original como en la alternativa «light» ideada para salvar el invento, por la negativa del Mercosur -liderado en esta batalla por Brasil-, la actitud de Venezuela y la reticencia de varios países de la región, con la solitaria excepción de Chile y, en menor medida, México, aliados de Estados Unidos. En su lugar, Washington está firmando con rapidez tratados de libre comercio con Centroamérica y varios países andinos (Colombia, Ecuador y Perú), con el objetivo de aislar y debilitar a Brasil, único país que ha sido capaz de contraponerle una estrategia alternativa, consistente en profundizar los lazos con grandes países del Sur (China, Sudáfrica, India) y establecer alianzas puntuales sobre temas agrícolas, como el G-20.

Alianzas y nuevos socios

En la reciente cumbre, finalizada el 8 de julio en Puerto Iguazú (Argentina), quedó prácticamente establecido el marco de alianzas del Mercosur en la región y las expectativas de acuerdos extra regionales. A los miembros fundadores (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), se le fueron sumando varios integrantes que reciben el estatuto de «Estados asociados» (Chile, Bolivia y Perú), a los que ahora se suma Venezuela, en tanto México quedó como observador hasta que se firme un TLC que le permita adquirir el mismo nivel que los demás asociados.

En breve el Mercosur deberá concluir un TLC con la Comunidad Andina de Naciones (CAN), integrada por Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.

El acuerdo ya está concluido y debería haber entrado en vigor este mes de julio, pero se retrasó debido a dificultades con las listas de desgravaciones. El objetivo para el Mercosur es doble: por un lado, intenta contrarrestar los acuerdos de libre comercio en vías de negociación entre Estados Unidos y Colombia, Perú y Ecuador; por otro, busca afianzar lazos en la perspectiva de avanzar hacia el proyecto de Comunidad de Naciones Sudamericanas, en el que se ha empeñado Brasil, acompañado con diferentes grados de entusiasmo por sus socios del Mercosur. Se trata, en suma, de una carrrera contra reloj para ganar indecisos, en la cual el gobierno de George W. Bush cuenta con aliados sólidos como la Colombia de Alvaro Uribe, en tanto el Mercosur tiene a su favor el entusiasmo latinoamericanista de Hugo Chávez.

La incorporación de Venezuela tiene varias aristas. Una de las más importantes está relacionada con la política doméstica, ya que Chávez consiguió un respaldo en medio de la dura campaña del referéndum revocatorio de su mandato. En ese marco, consiguió además firmar un acuerdo con el presidente Néstor Kirchner para que los buques de la petrolera estatal venezolana, PDVSA, sean reparados y construidos en astilleros argentinos.

El primer paso será la construcción de ocho tanques petroleros; Chávez aseguró que su país importa 5 mil millones de dólares anuales desde Estados Unidos en bienes y servicios, como tuberías y válvulas, y que pretende que «el 25 por ciento de eso se haga en Argentina y Brasil» . Los acuerdos fueron más lejos aún: se anunció la creación de Petrosur, una empresa petrolera interestatal entre Argentina y Venezuela, aunque algunos funcionarios argentinos matizaron la euforia chavista asegurando que se trata apenas de una «expresión de deseo».

Economía y política, por sendas separadas

El caso mexicano es diferente. Uruguay ya tiene acuerdos comerciales sobre productos industriales con México, en tanto Argentina está dando pasos en esa dirección. Brasil, por su parte, se muestra muy reticente a que México se integre como miembro pleno, en parte porque diluiría su papel como líder regional. Otras fuentes estiman que la iniciativa de Vicente Fox es «más retórica que de eficacia práctica». Así lo señaló Mario Marconini, director del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales, para quien el acuerdo es muy difícil ya que el Mercosur debería ajustarse a una economía más abierta como la mexicana. En Brasil no desestiman las razones políticas del intento foxista: desde quienes adivinan un «alejamiento» de México respecto de sus socios del Nafta, hasta los que defienden una lectura «conspirativa» en la que Fox jugaría a «debilitar el Mercosur» . Mientras, Kirchner dijo que se trata de «una unidad política más que una unión económica», para fortalecer al Mercosur ante los países del Norte.

En paralelo, antes de fin de año debería concluirse un ambicioso acuerdo con la Unión Europea. Las dificultades son las mismas que frenaron el Alca: subsidios del Norte a la agricultura y la pretensión de la UE de que los países del Sur abran sus servicios, compras gubernamentales e inversiones a las multinacionales europeas. Las negociaciones vienen avanzando muy lentamente, entre recelos de que se llegue a firmar un acuerdo que lesione la soberanía de los países latinoamericanos. La UE parece dispuesta a flexibilizar la entrada de productos agrícolas, pero en contrapartida exige que los estados abran el rubro «compras gubernamentales», a lo que Brasil se sigue negando de forma tajante. Algunos observadores estiman que hacia fin de año puede llegarse a firmar un buen acuerdo político pero sin la menor trascendencia comercial.

Tanto en el caso del acuerdo con la UE como con la CAN, las consideraciones geo-políticas ocupan un lugar muy destacado. The Financial Times ha señalado que la UE estaría intentado atraerse a Brasil y Argentina para dividir el G-20; en tanto, el canciller brasileño Celso Amorim destacó que el acuerdo con la UE tiene un imprortante perfil político, ya que «queremos reforzar la multipolaridad» . Del mismo modo, en el tablero de ajedrez continental el acuerdo Mercosur-CAN es visualizado como una forma de atascar el avance de Washington en el área andina, que a partir de sus relaciones «carnales» con Colombia comienza a «derramar» peligrosamente su influencia sobre Ecuador y Perú. Se trata de la misma lógica que llevó a Brasil, Argentina, Chile y Uruguay a enviar tropas a Haití para «mantener la paz».

Asimetrías e integración

No es, sin embargo, la presión estadounidense el factor más difícil de sortear para la integración latinoamericana. Avanza a paso de tortuga, si es que avanza. En algunos casos se trata de viejos litigios (como el que enfrenta a Chile y Bolivia por la salida al mar), en otros son problemas derivados de las políticas neoliberales (como el conflicto del gas entre Chile y Argentina, por la nula inversión de las privatizadas argentinas que hace peligrar la exportación de gas). Pero, por encima de todo, aparecen los enfrentamientos derivados de la subordinación de casi todos los gobiernos a las grandes empresas -nacionales o multinacionales- que pretenden imponer sus estrechos intereses.

Uno de estos conflictos empañó la reciente cumbre del Mercosur. Días antes de la reunión, el gobierno argentino decidió restringir la importación de electrodomésticos brasileños que invadieron el mercado desplazando a los fabricantes nacionales. La multinacional argentina Techint realizó presiones en ese sentido, alegando los subsidios que recibe la industria brasileña: el Estado otorga créditos a los exportadores a tasas preferenciales, pero además se venden como de «origen Mercosur» productos armados con piezas ingresadas por la zona franca de Manaos, lo que le da a los fabricantes brasileños grandes ventajas. Pese a ello, existen otras asimetrías: vinculadas a la escasa inversión de los industriales argentinos en el último lustro de estancamiento y crisis; a las diferencias en el tamaño de los mercados internos (180 millones de habitantes Brasil frente a 38 millones Argentina); a la mayor solidez del sistema bancario brasileño y a la baja relación de depósitos en moneda extranjera, frente a la masiva dolarización que sufrió Argentina en los 90.

Ante este conjunto de asimetrías, Techint -que fue una defensora entusiasta del gobierno de Carlos Menem- propuso ante la Unión Industrial Argentina, a fines del año pasado, la necesidad de replantear el Mercosur transformando la unión aduanera en una zona de libre comercio, para recuperar así el terreno perdido durante una década. Las permanentes controversias entre Argentina y Brasil, en las que también suele terciar Uruguay con argumentos similares, están empedrando el camino de la integración. En el caso de los electrodomésticos, Lula y Kirchner decidieron bajar el perfil de la confrontación y abrir un espacio de negociaciones. Pero la actitud conciliadora le valió al gobierno de Brasil un duro editorial del influyente O Estado de Sao Paulo, que el 9 de julio lo acusó de mantener una actitud de «complacencia ante las agresiones de Argentina al libre comercio».

Son apenas ejemplos acerca de cómo los intereses de los grandes empresarios suelen tomar de rehén la integración regional. Buena parte de la política exterior de Lula está guiada por los intereses del agronegocio, sector que apoya el Alca, los acuerdos con la UE y la ampliación del comercio con China, aunque todas ellas -se supone- son opciones políticas diferentes.

¿Libre comercio?

Por último, subsisten graves resquemores entre varios países, pero en especial ante lo que muchos temen sea una actitud de liderazgo, o hegemonista, de Brasil. Al terminar la cumbre del Mercosur, Lula se dirigió a Santra Cruz de la Sierra (Bolivia), donde demandó mayor lealtad y menos intrigas entre los países del Cono Sur, para garantizar el desarrollo igualitario de la región y mayor peso en las negociaciones comerciales con Estados Unidos y la UE. Aseguró al presidente Carlos Mesa, y al grupo de empresarios que lo acompañaban, que Brasil quiere ser «generoso y leal con los países pobres» y que «no habrá un Brasil rico si Bolivia y otros países continúan pobres».

A primera vista, estas declaraciones suenan desconcertantes. Pero la sorpresa se disipa si se tiene en cuenta que el próximo 18 de julio se realiza el referéndum convocado por el gobierno de Mesa y cuestionado por el movimiento social que, siguiendo el camino de la Central Obrera Boliviana, llama al boicot. Bolivia está partida al medio ante la consulta. La oposición social considera que legitimará el control de las multinacionales sobre los yacimientos y las reservas de hidrocarburos (54 trillones de metros cúbicos de gas y 480 millones de barriles de petróleo). Las embajadas de Estados Unidos y España presionaron, con éxito, para que «sus» empresas (Repsol-YPF, Shell, Enron y otras) mantengan sus privilegios hasta 2036, cuando caducan los contratos, más allá de los resultados de la consulta.

Lula hizo exactamente lo mismo a favor de la brasileña Petrobras, que controla la sexta parte de todas las reservas bolivianas, a la que los gobiernos neoliberales le concedieron enormes campos de gas y una rebaja tributaria del 32%. Lula firmó con Mesa -a nueve días del referéndum, cuando el gobierno amenaza con represalias a quien no vote y refuerza la militarización del altiplano- una declaración en la que esperan que «los resultados del referéndum (.) permitan la continuidad de la cooperación bilateral y el desarrollo de nuevos proyectos de interés mutuo, en un ambiente de estabilidad, previsibilidad y seguridad jurídica» . En suma, un fuerte respaldo a Mesa y un balde de agua fría al movimiento social.

En estas condiciones, la integración es o bien imposible o contraria a los intereses de los pueblos. Con razón, el economista brasileño César Benjamin sostiene que «el libre comercio fortalece y profundiza la división internacional del trabajo», que enfrenta pueblos con pueblos . Sobre Lula, es lapidario: «Al presentarse como campeón del ‘verdadero libre comercio’, un poco por deslumbramiento, un poco por ignoracia, un poco por irresponsabilidad, adhiere al discurso hegemónico en los países centrales».

Ahora, a la lista habrá que sumarle la perla boliviana. Faltan las palabras.

Nota

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia


La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas.

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

Seguir leyendo

Nota

Orgullo

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Seguir leyendo

Nota

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente. ©2025 Agencia lavaca.org. Riobamba 143, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa de Trabajo Lavaca ltda. Número de propiedad intelectual: 50682265 - [email protected] | Tel.: +54 9 11 2632-0383

Vistas el día de hoy: 37.089