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El vacío que llenó el miedo

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«Que se vayan todos», fue el grito emblemático con el cual los argentinos de la calle quisieron deshacerse de su clase política. Pero fue tal el recelo hacia todo lo que oliera a partidos, tanta la gana de combatir la «farsa electoral», que la contienda presidencial se definiría entre dos de los mejores exponentes «del régimen que llevó el país a la bancarrota»

Por Naomi Klein

Buenos Aires, Argentina. En la mayor parte del mundo, es la señal de la paz, pero aquí en Argentina significa guerra. Los dedos índice y medio, sostenidos en «V», quieren decir, para sus seguidores, «Vuelve Menem». Carlos Menem, icono del neoliberalismo latinoamericano, presidente durante la mayor parte de los noventa, busca recuperar su antiguo trabajo el próximo 18 de mayo.

La propaganda de la campaña de Menem muestra amenazadoras imágenes de trabajadores desempleados que bloquean calles, con una voz de fondo que promete reinstaurar el orden, aunque esto implique llamar a los militares. Esta estrategia le dio una estrecha delantera en la primera vuelta electoral, aunque lo más seguro es que pierda la contienda contra un oscuro gobernador peronista, Néstor Kirchner, considerado la marioneta del actual presidente (y ex vicepresidente de Menem) Eduardo Duhalde.

El 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando los argentinos tomaron las calles y golpearon cacerolas y sartenes, y le dijeron a los políticos «que se vayan todos», pocos hubieran predicho que la actual contienda terminaría en esto: una elección entre dos símbolos del régimen que llevó el país a la bancarrota. En aquel momento, se les perdonaría a los argentinos creer que estaban iniciando una revolución democrática, una que forzó la salida del presidente Fernando de la Rúa y se deshizo de tres presidentes en 12 días.

El blanco de estas manifestaciones masivas era la corrupción de la democracia, un sistema que había transformado el acto de votar en un ritual hueco, mientras el poder real estaba en manos del Fondo Monetario Internacional (FMI), las compañías de agua francesas y las telefónicas españolas, con los políticos locales llevándose una tajada. Carlos Menem, a pesar de estar fuera de la administración durante dos años, era el villano principal de la sublevación. Electo en 1989 bajo una plataforma populista, Menem dio un giro de 180 grados y redujo al mínimo el gasto público, vendió las empresas del Estado y mandó a miles al desempleo.

El hecho de que los argentinos rechazaran estas políticas fue enormemente significativo para el movimiento de la globalización. Los eventos de diciembre de 2001 fueron vistos en los círculos internacionales de activistas como la primera revuelta nacional contra el neoliberalismo, y «Tú eres Enron, nosotros somos Argentina» pronto se adoptó como consigna fuera de los cumbres de comercio.

Y, quizá de mayor importancia, el país parecía estar a punto de contestar a la pregunta más persistente que se le planteaba a los críticos, tanto del «libre comercio» como de las democracias representativas débiles: «¿Cuál es su alternativa?» Con todas sus instituciones en crisis, cientos de miles de argentinos regresaron a los principios básicos de la democracia: los vecinos se encontraban en las esquinas de las calles y formaban cientos de asambleas populares. Crearon clubes de trueque, clínicas de salud y cocinas comunitarias. Cerca de 200 fábricas abandonadas fueron tomadas por sus trabajadores y administradas como cooperativas democráticas. Adonde quiera que voltearas la gente estaba votando.

Estos movimientos, aunque pequeños, soñaban en grande: asambleas constitutivas nacionales, presupuestos participativos, elecciones para renovar cada uno de los puestos en el país. Y tenían una amplia aprobación: una encuesta de un periódico (marzo de 2002) mostró que 50% de los residentes de Buenos Aires creía que las asambleas vecinales eran «un paso adelante, una nueva manera de gobernar».

Un año más tarde, los movimientos continúan, pero quedan escasos rastros de la loca y esperanzada idea de que algún día podrían dirigir el país. En cambio, los protagonistas de las revueltas de diciembre fueron relegados a ser un «problema de gobernabilidad» que debía ser debatido por los políticos y el FMI.

Así que, ¿cómo llegó a suceder esto? ¿Cómo fue que un movimiento que estaba construyendo todo un nuevo tipo de democracia -directa, descentralizada, que rindiera cuentas- entregó el escenario nacional a un par de desacreditados de antaño? En Argentina, este proceso de marginación tuvo tres claras fases, cada una de las cuales tiene mucho que enseñarles a los activistas que esperan transformar la protesta en un sostenido cambio político.
Fase uno: enfada y conquista. El primer golpe a los nuevos movimientos vino de la vieja izquierda, cuando los partidos sectarios infiltraron las asambleas y trataron de hacer avanzar sus propios programas dogmáticos. En poco tiempo ya no podías ver el sol debido a las banderas partidistas rojinegras, y un proceso que sacó su fuerza del hecho de que era normal -algo en lo que tu tía o tu maestro participaban- se volvió algo marginal, no acción sino «activismo».

Miles regresaron a sus hogares para escapar del tedio.

Fase dos: retírate y aíslate. El segundo golpe fue respuesta al primero. En vez de enfrentar de manera directa los esfuerzos sectarios de cooptación, muchas de las asambleas y sindicatos de desempleados voltearon hacia dentro y se declararon «autónomos». Mientras los planes de los partidos se convertían en las Escrituras, algunos autónomos decidieron que no tener un plan era su propia religión: estaban tan recelosos de la cooptación que cualquier propuesta de moverse de la protesta a la política era inmediatamente sospechosa.

Estos grupos aún hacen un asombroso trabajo barrial, construyen hornos de pan, pavimentan calles y retan a sus miembros a que suelten su deseo de ser los salvadores. Pero también se volvieron mucho menos visibles de lo que eran hace un año, menos capaces de ofrecer al país una visión del futuro competitiva.

Fase tres: simplemente no lo hagas. Los gritos y cacerolazos argentinos siguieron y siguieron y siguieron. Justo cuando todos se habían quedado sin voz y estaban exhaustos, los políticos salieron de su escondite para convocar a elecciones. Incrédulos, los movimientos sociales tomaron la decisión de no participar en la farsa electoral, ignorar los ajetreo del Congreso y del FMI y, en cambio, construir «contrapoderes».

Está bien, pero conforme las elecciones cobraron vida propia parecía que las asambleas barriales estaban fuera de la jugada. La gente no podía votar a partir del sentimiento que estaba detrás del 19 y 20 de diciembre, ya fuese a través de depositar una boleta en la urna o boicotear la elección y demandar reformas democráticas más profundas, ya que de aquellas primeras embriagadoras discusiones no emergió ninguna plataforma concreta ni estructura política. Así que dejaron a la legitimidad de las elecciones peligrosamente sin respuesta y al sueño de un nuevo tipo de democracia completamente sin representación.

El eslogan de campaña que ganó la primera vuelta fue asombrosamente vago: «Menem sabe qué hacer, y lo puede hacer». En otras palabras, quizá Nike tenga razón: la gente simplemente quiere hacer algo, y si las cosas están lo suficientemente mal, se conformará con lo que sea.
La política odia el vacío. Si no está lleno de esperanza, alguien lo llenará de miedo

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Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

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“Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”. Con esa consigna trabajadorxs de las artes escénicas salieron a exigir la derogación del decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro y pone en serio riesgo al sector teatral independiente. Hubo color y calor, pese a los tiempos oscuros y fríos. El apoyo de la gente en la calle, el fondo del planteo, y la inesperada reacción de Pluto.

Por María del Carmen Varela. Fotos: Sebastián Smok

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

El público en la calle, sumándose al reclamo en favor del Instituto Nacional del Teatro.

La cita fue en la puerta del cine Cacodelphia, en Diagonal Roque Saenz Peña 1150, desde donde partió la colorida y ruidosa caravana que dobló por 9 de Julio y continuó por Av. Corrientes, hasta llegar a Rodriguez Peña. A las dos de la tarde el tramo de la Diagonal entre Lavalle y Corrientes fue punto de encuentro para actores, actrices, músicxs, bailarinxs, cirquerxs y zanquistas que engalanadxs con trajes de colores, vestidos de puntillas, tapados simil piel y elegantes sombreros le pusieron alegría y movimiento a una lucha que viene desde hace tiempo y se agudizó con el decreto que pone fin a a la autonomía y financiamiento del INT, entre otros organismos afectados. Una de las consignas: “Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”.

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

¿Quién dijo que hace frío?

Al grito de “Señor, señora no sea indiferente, estamos defendiendo el teatro independiente” la caravana de la cultura logró su objetivo. Irrumpieron sobre el carril peatonal de una Avenida Corrientes poblada de gente en plenas vacaciones de invierno y nadie quedó indiferente. Aplausos, bocinazos, brazos en alto y muchas gargantas se unieron al canto. El reparto de volantes con el logo de ENTRÁ –Encuentro  Nacional de Teatro en Resistencia Activa– puso palabras al reclamo:

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

¿Te imaginás la calle Corrientes sin teatros?

Las luces apagadas, las pizzerías vacías

Los artistas callejeros sin público

¡Esta peatonal es orgullo nacional!

Y eso es gracias a nuestro teatro

Hoy, nuestro teatro llena la calle de música y color

en este desfile en defensa del Instituto Nacional del Teatro

que para quienes se pregunten ¿qué es y de qué sirve?

Para fomentar y garantizar que el teatro llegue a todo el país

Hace dos meses, el gobierno firmó el decreto 345 que vacía al Instituto

con argumentos falsos sobre su funcionamiento y financiación

¡Al INT, que con los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar,

produce obras, abre salas, genera trabajo y construye cultura e identidad federal!

¡El Instituto no solo implica poco gasto, sino que genera tanto valor!

¡Defendámoslo!

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Las familias y el apoyo a la creación, al arte y al significado del teatro.

El teatro que habla y Pluto en marcha

Nora es una de las mujeres que no resultó indiferente. Mientras paseaba por Corrientes se topó con la caravana y se sumó con canto y aplauso. “Me resulta muy conmovedor porque están defendiendo lo más precioso que tenemos, nuestra posibilidad de seguir creando. Esta puesta en escena me emociona, es poner en escena el deseo”.

¿Vas al teatro? “Todo lo que puedo, cuando puedo pagarlo”.

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Los besos vuelan.

Las niñeces se sintieron muy atraídas por la caravana y no dudaban en acercarse a saltar y aplaudir. Frente al Teatro General San Martín, hicieron una parada y allí el Teatro habló:

  • Ay, ay, ay, me duele todo
  • Teatro, ¿qué pasa?
  • ¡Me dieron una piña en la cara! Y en la panza y en las piernas. ¡Me tiembla todo!
  • ¿Por qué?
  • ¡Quieren desmembrarme!
  • ¿Quién?
Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor
  • El teatro explicándo por megáfono la situación.
  • El decreto 345 quiere vaciar mi instituto
  • ¿Al instituto  que produce obras y abre salas en todo el país? ¿Al instituto que genera trabajo y construye cultura e identidad?
  • Sí. (El Teatro llora y casi se desvanece)
  • ¡Cuidado el teatro se desmaya!
Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor
  • Al teatro le da un soponcio.
  • Yo les juro, no hice nada, el instituto recauda los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar, pero parece que no sirvo para nada
  • ¿Qué serían las noches sin tus risas y tus lágrimas? ¿Sin tu forma de imaginar? ¿Sin que nos animes a encontrarnos?
  • ¿Alguien vio un teatro? (Señalan a los distintos teatros de calle Corrientes y gritan: ahí, ahí)
  • ¡Quiero vivir! (grita el Teatro).
  • Si, acá estamos y nos organizamos– replican todas la voces.
Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Pluto junto a las familias en la calle, observando y aplaudiendo.

La escena de un Teatro golpeado pero en resistencia, revitalizado por la suma de voluntades que lo quieren vivo, se repitió en la puerta del Teatro Astral, donde mucha gente salía de una función infantil. Una vez más, muchxs se acercaron y acompañaron. Pluto, o la persona con el disfraz del famoso perro creado por Walt Disney, saludaba niñxs a su paso aprovechando la alta concurrencia del Astral.

Una vez finalizada la performance del Teatro que quiere seguir contando historias, la caravana emprendió el regreso hacia el lado del Obelisco. Y hasta Pluto decidió abandonar el teatro comercial y se sumó a la fiesta del teatro independiente, mientras otra mujer con su familia se hacía oír con cuatro palabras: “¡Que viva el teatro!”

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Más allá de tu vereda: un documental sobre personas en situación de calle en CABA

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Más allá de tu vereda.

Así, a secas, es el nombre del documental que acaba de estrenarse. 

No es un documental más. Así se llama el programa de radio de y para personas que viven o vivieron en la calle, que se realiza semanalmente en la organización Sopa de Letras. Esta cobija y aborda la problemática así como la salud mental, desde hace más de 10 años en el barrio porteño de Parque Patricios.

El documental explicita la importancia de la radio, el valor de la comunicación, la potencia de lo colectivo, la necesidad de comunicarse, y que alguien escuche del otro lado, o mejor aún: al lado. Y también refleja la historia de Víctor Rodríguez Lizama, su director, que tiene 64 años y vivió varios en situación de calle.

El Cuervo, como le dicen a Víctor por su fanatismo por San Lorenzo, visibiliza en primera persona junto a otrxs protagonistas lo que se ve a diario, pero no tanto. Lo que se sabe, pero no tanto. 

En Más allá de tu vereda, Víctor entrevista a muchos de los integrantes del programa que se emite en Radio Parque Vida (105.9) desde hace más de tres años.

Marcela dice que antes sólo escuchaba. Y que ahora se animó a decir.

Luciana dice que perdió un poco la timidez. Y que, quizá, eso la ayudó a crear la sección “la música que nos hizo”. 

Cata dice que encontró un espacio para hacer arte. Para animarse a leer sus poesías.

Alicia dice que antes hablaba “poquito”. Y que ahora “habla un poquito más”. 

Lautaro habla cuando llora, emocionado. Dice que no tenía experiencia. Y que ahora se sorprende de sí mismo.

Juan Bautista dice que es el encargado de informar las noticias. Y que ahora sí, alguien escucha su punto de vista.

Cristian dice que está más atento a su alrededor. Tanto, que ahora se anima a opinar.

Víctor dice que hasta no hace mucho, había personas que no agarraban el micrófono. Y que ahora no lo quieren soltar.

Termina el documental, con una última imagen; pantalla en blanco y una sola línea en letras negras.

«A todos los que estuvieron en situación de calle y ya no están».

Hay aplausos, hay felicidad, hay valoración. 

Hay orgullo.

Luego, se abre el micrófono para que quien quiera diga lo que quiera. 

Jorgelina: “Hagamos más radios”.

Adrián: “Podría estar en cualquier otro lado, haciendo cualquier otra cosa en este momento y gracias a ustedes estoy acá, me ayudaron un montón desde lo emocional”.

Cierra Víctor Rodríguez Lizama, con la remera puesta de su San Lorenzo querido y su pelo repleto de canas:

“La finalidad de este documental es mostrar cómo a través de la salud mental podemos llegar a la gente invisibilizada, que está ignorada. Ojalá que se reproduzca en otros lugares, que sirva de herramienta para salir adelante. Hoy hay mucha más gente viviendo en situación de calle. Además de haber vivido mucho tiempo, participé de los censos populares. Recientemente censamos en la comuna 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución) y sólo acá contamos 1480 personas, por donde vos camines están. En la olla popular que hacemos en el Parque Lezama se ve algo similar al 2001. Más personas en calle y más hambre”.

Detrás del Cuervo hay un pizarrón donde se completa al nombre de su documental: 

“Más allá de tu vereda,

hay otra realidad,

atrás de tu puerta”.

Al costado, un mural con un puñado de palabras escritas en letra cursiva: 

“Hasta que no quede ni una sola persona en situación de calle, 

allí seguiremos estando”.

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