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Color esperanza: apuntes sobre nuevo feminismo

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De dónde viene y a dónde va la marea feminista que copa asambleas, calles y paradigmas. Cómo se teje el nuevo paro, la presión por la ley de aborto y qué dice la nueva generación que propone, sin vueltas, mover el culo. Esta nota fue publicada en la edición 121 de MU. ▶ CLAUDIA ACUÑA, ANABELLA ARRASCAETA Y LUCÍA AÍTA

No hay una sola manera de contar esta historia, que es la historia de un triunfo en medio de la tempestad. Tampoco hay una sola manera de definir qué ganamos, ya que allá arriba, en el podio, no hay nada para festejar. Es acá abajo y en los bordes donde se nota claramente que está sacudiéndose el mundo, el nuestro, el que sufrimos todos los días las mujeres. Y cada voz y mirada que exprese lo que representa ese temblor es insuficiente, parcial, sesgada. El cambio, precisamente, es ése: el ontológico. Ya no hay un universal que nos incluya a todos, a todas, a todes. Y entonces las palabras se vuelven insuficientes y se deforman para insinuar, al menos así, alterando los artículos, cruzando con X los sustantivos e inventando verbos, qué representa esto que estamos protagonizando.
Es una mutación.
Lo que estamos modificando es la forma de ser y de estar unas con unas, con unos, y con otres.
Tampoco el término revolución expresa lo que esta mutación representa, gastada como está esa palabra en experiencias que cosecharon lo contrario a lo que prometieron sembrar.
Llamémosle entonces feminismo, porque seguro que así se entiende qué es lo que ya nació y qué es lo que está agonizando.
Estamos hablando, entonces, de una historia larga, silenciada, negada y deformada, que tuvo que construir sus propios canales de comunicación, sus propias formas de nombrarse y sus propias herramientas de pensamiento, práctica y lenguaje. Sólo así se comprende, quizá, por qué cuando decimos feminismo hablamos de autogestión.

Color esperanza: apuntes sobre nuevo feminismo

Foto: Martina Perosa.


La serie
Si esa larga historia fuera una serie, estamos viendo la temporada 41, ponele.
La primera tuvo como protagonista a unas amas de casa desesperadas que se pusieron un pañal en la cabeza e inventaron una técnica maravillosa para enfrentar la violencia de Estado: luchar con los pies.
En las siguientes temporadas fueron personajes centrales unas heroínas con superpoderes capaces de transformar a una víctima en sobreviviente, para ponerse de pie y acusar a sus torturadores.
Y así, cada temporada presentó otra forma de vernos y hacer ver a las mujeres en el espacio público y político, en el ágora cotidiana que todo lo transforma porque nos transforma.
Mientras tanto, arriba se contaba otra historia.
En la temporada 33 sucedió algo que desde entonces se transformó en ceremonia: esas mujeres decidieron juntarse una vez al año para intercambiar saberes y experiencias. Desde entonces, fuera cual fuera la historia que cada edición contara, siempre concluía con la imagen de ese encuentro, que cada vez era más multitudinario, más festivo y más potente.
Estamos ahora en el capítulo en el que esa historia bulle como el agua hirviendo.
Contarla quema.
¿Cuál sería la escena de apertura?
PUNTO G
El galpón de la Mutual Sentimiento tiene una enorme letra G, que es casualmente la letra que denomina el punto erógeno femenino más íntimo y más ignorado.
Imaginemos que esta temporada la serie empieza así, con un primer plano de esa letra, mientras la cámara va a abriendo su mirada hasta que toda la pantalla queda inundada por esa multitud de mujeres, autoconvocadas para producir juntas el Paro Internacional del 8M.
¿Cuál sería el sonido de esta imagen?
Un coro.
Pero no cualquier coro.
Uno de esos coros en el que cada voz canta su letra, a su ritmo.
Cada voz es, a su vez, muchas voces, pero es una.
Y a su vez cada una de esas muchas, son muchas más.
Así escrito suena a ruido, pero cuando se lo escucha en vivo ese coro suena como una delicada melodía que fluye. Y en ese fluir está la armonía.
Funciona.
Sabemos cómo y sabemos por qué.
Ahora mismo lo está explicando una travesti, después lo estará aullando una trabajadora despedida, seguirá con dos chicas de 15 años compañeras de colegio de Anahí, mientras claman justicia por su femicidio; lo harán también las abolicionistas y las bravas putas feministas que exigen ser consideradas trabajadoras, seguidas por las que alegremente reciben subsidios para luchar contra la trata y las que odian recibir un plan para poder comer.
Sí: los adjetivos delatan que la mirada desde aquí abajo tiene puntos de vista propios. Y que puede haber otros porque así es y así será siempre la diversidad.
Vamos a un corte.
Color esperanza: apuntes sobre nuevo feminismo

Foto: Martina Perosa.


La ola verde
Ahora estamos frente al Congreso Nacional. En 5 minutos se agotaron los mil pañuelos verdes que trajeron en las mochilas las integrantes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, un espacio autorganizado que ya lleva 15 temporadas en las calles de todo el país. Hay Pañuelazo y hay muchas chicas muy jóvenes luciendo su triángulo color esperanza en el cuello, la cabeza, el brazo, la panza y hasta una, en cada pie. No hay banderas de partidos políticos, ni organizaciones sociales ni culturales ni de sindicatos ni de nada, pero allí hay mujeres militantes, piqueteras, gremialistas, artistas, desempleadas, estudiantes y amas de casa, de todas partes y de todos lados. En el micrófono está una heroína de la generación verde, apodada Srta. Bimbo, sentada al lado de la abogada Nina Brugo, la más veterana de la Campaña. La imagen en una síntesis de lo que este capítulo muestra: todas allí saben que son hijas de una historia larga. Por eso mismo está también encabezando el plano de los pañuelos verdes en alto, con la cúpula del Parlamento detrás, la diputada Victoria Donda, nacida en la ESMA y firmante primera de un proyecto que el 6 de marzo se presentará por séptima vez en el Congreso. Otra síntesis, otra confirmación de que todas allí saben lo que hay que saber: lo imposible cada vez tarda menos.
Apenas un día después, los medios anuncian que esta vez el Congreso dejará de mirar hacia otro lado: “El Gobierno da luz verde para el debate del aborto”, titula el diario contrainformativo Clarín.
La independencia de poderes, te la debo.
Tanda publicitaria.
La fuga
Ahora estamos paradas en medio de la avenida Callao, cortando el tránsito para una producción de fotos que acompañará esta nota.
Aunque estamos apenas a una cuadra del Congreso y aunque las chicas llevan pañuelos verdes, nos fuimos lejos, muy lejos.
Nos fuimos al carajo, ponele.
El Carajo es aquel territorio a donde se refugió el feminismo en las últimas diez temporadas.
Representa esa fuga hacia los bordes, disparada cuando el centro fue copado por una nueva casta: burocracia de género. Su tarea fue domesticar el lenguaje y darle órdenes al desorden que el feminismo provocaba en la gramática del poder.
Así, durante décadas centrales para la democracia y para disputar la agenda política, los derechos de las mujeres se debatieron con guantes y con bozal: la violencia machista se transformó en “violencia de género”, la explotación sexual en “trata”, las putas en “abolicionistas” vs. “trabajadoras sexuales” y la desigualdad económica en “techo de cristal”.
Poco a poco, la conversación con el poder político, cultural, mediático y social fue concentrada por esas voces “expertas” que tenían la potestad de saber cómo decir arriba aquello que todas nombrábamos de otras formas abajo.
Ni una menos.
Ese fue el murmullo que se convirtió en grito y convocó a los márgenes al centro, en una movilización que fue histórica por sus dimensiones y por sus efectos.
El 3 de junio fue el Día del Carajo, ponele.
El momento exacto en el que se inundó todo, con todas.
Ahora, esa marea está buscando desbordar los diques que contienen, nada menos, las turbias aguas institucionales.
De eso se trata esta temporada: de poderle al poder.
¿Podremos?
La respuesta no está en la tele ni en las redes sociales ni mucho menos en las roscas políticas que juegan el destino de las vidas de las mujeres contando como porotos los votos de una ley. La respuesta se intuye en el cuerpo, como cuando se pone la oreja en el suelo para escuchar la vibración que anuncia la inminente estampida del malón.
A mover el culo
¿Escuchan?
El malón viste medias red, purpurina en los cachetes y shorts enanos.
Color esperanza: apuntes sobre nuevo feminismo

Foto: Lina Etchesuri.


La Pochi -30 años, cocinera- explica: “Esto se llama montarse. Montarse es una palabra que viene de la cultura trans. Nosotras nos montamos cuando nos ponemos pestañas potizas, extensiones de pelo, medias red, brillos. Es una forma de relacionarte con lo que te gusta y lo que no te gusta de tu cuerpo. Para mí, es una forma de relacionarme con mi culo. Ahora lo quiero, pero toda mi vida fue un problema. Imaginate: con este tremendo culo tuve que ir a un colegio secundario en el que el uniforme era jean y remera. ¿Y me querés decir cómo metés semejante culo en un jean? Después llegó la ley de talles y también me fortalecí , me empecé a gustar más, a decirme: ´bueno, no soy rubia, no soy chiquita, pero igual me quiero´. Hoy le pongo purpurina a mi culo, lo muevo, lo sacudo y lo convierto en mi herramienta de expresión, sin atarlo a ninguna de las reglas del mercado. Mi culo es ahora un signo de revolución”.
Estamos escuchando, entonces, a un grupo de mujeres que tienen algo en común: todas son alumnas de la escuela Flow Altas Wachas. Es decir, bailan. Tienen otra cosa en común: todas se definen a sí mismas como feministas. La combinación de ambas cosas es una fórmula que altera las reglas de la gramática hasta colocar las palabras en su justo lugar: el feminismo es el lenguaje de los cuerpos libres. Es ahí donde se expresa su potencia política en una sociedad que somete a los cuerpos femeninos a formas predeterminadas de estar y de ser.
El feminismo es mover el culo.
Moverlo en el sentido de bailar, pero también en sentido de salir del confort de lo ya conocido, de lo permitido y de lo esperado, según sean los destinos sociales previstos de acuerdo a tu clase social, talla de corpiño, número de zapatito y color de pelo. El de Noelia -30 años, de Ituzaingó- es verde y eso sólo ya expresa que estamos ante un malón que ha decidido desteñir a rubias y morochas para liberarlas del patriarcado peluquero.
Dirá Noelia: “Soy la más chica de tres hermanas, pero igual el patriarcado era muy fuerte en la familia. Tuve una infancia violenta y una anulación del autoestima, de mi cuerpo: “Vos no, por gorda; vos no, por mujer”. Crecer toda con eso me llevó a rebelarme, a intentar fugarme de ahí y de todos lados. Pasé por drogas, intento de suicidio, por la búsqueda de la aceptación imposible del otro. Por suerte, con mis hermanas siempre tuvimos mucha fuerza y nos la ingeniamos para ir saliendo de ahí. Las tres lo logramos por el lado del arte. En mi caso, canto y bailo en la murga feminista Baila La Chola, que es una murga estilo uruguayo integrada por 20 mujeres. La murga es toda una organización, con comisiones con tareas específicas -prensa, vestuario- y también asambleas. Todo lo hacemos desde la autogestión. Entrar ahí me cambió mucho la película: construir entre mujeres, encontrarse, abrazarse, dejar de tener un contexto tan áspero y tan agresivo. Porque todo es agresivo: la calle, salir, entrar, te miran, te critican. Construir entre mujeres es como salir del banquillo de la acusada para pasar a estar al lado de todas en un proyecto. Eso para mí fue muy importante, me ayudó mucho a construir mi autoestima, a entender que muchas de las cosas que me pasan no me pasan solo a mí , que no soy un bicho raro que está en el fondo del pozo por algo, sino que estamos todas en la misma y a todas nos pasan casi las mismas cosas. Después, comenzar a bailar me ayudó mucho desde lo corporal. El tema de mi cuerpo siempre fue un problema. Yo no podía nada por gorda y esa me la re creÍ. Todavía hoy tengo mucho para deconstruir, pero vamos bien, voy en una buena. Todo este proceso que estoy llevando me ayudó a aceptar mi cuerpo. Antes, por ejemplo, no usaba shorts, no usaba pollera, siempre de la rodilla para abajo; me hice un tatuaje en la pierna para ver si así me animaba a mostrar más esa parte de mi cuerpo. Así y todo, estaba incómoda siempre. Hoy en día, si hay algo que no me gusta lo intento modificar, pero no desde el lado que siempre se intenta modificar a las mujeres: una cirujía, la prohibición, sentir que querés todo pero no podés nada. Lo hago desde el cariño, desde el entendimiento y desde el conocimiento de mi cuerpo, de una forma no agresiva. En eso me ayudó el feminismo. El feminismo ya lo traemos con nosotras, te entra inevitablemente, no es algo a lo que es díficil acceder y al mismo tiempo, como me marcó tanto el machismo en mi infancia, realmente encuentro mi lucha ahí. Nunca había encontrado algo que me represente de esa forma. Sé que esto es así. Tengo dos sobrinas y dos sobrinos y quiero que ellos vivan otra historia y que generen otra historia, otro pensamiento. Por suerte, eso está sucediendo. Quiero que de una vez por todas dejemos de estar oprimidas. Esto no lo empezamos nosotras, hace años se lucha por esto. Es un abrir los ojos, desnaturalizar toda tu vida, es un preguntarte y repreguntarte. En un momento odiás a todo y a todos porque todo está mal. Yo estoy en una etapa medio intolerante. El tema está en entender que las cosas no son como nos la contaron: yo puedo hacer muchas cosas más de las que me puedo imaginar”.
¿Escuchan?
La que habla ahora es Vico -25 años, acomodadora de un teatro de calle Corrientes-: “Encontrarme con el feminismo fue también encontrarme con mis propios deseos y, al mismo tiempo, encontrarme con las demás. Te empezás a limpiar de ciertas, actitudes, palabras, ideas. Te empezás a dar cuenta que nadie ni nada te tiene que limitar. Y que te tenés que aceptar como sos porque ninguna mujer encaja en el estereotipo que impone del sistema, del capitalismo y del patriarcado. ¿Qué cosas podés alcanzar sobre la base de sentir que tu cuerpo siempre está en falta? El cuerpo es el que te habilita a vivir la vida y si el sistema te dice que ese cuerpo está mal, pero lo que está mal es el sistema. Y hay que cambiarlo. Yo vengo de una familia con un montón de mujeres y, en cierto punto, siento que si yo puedo mos – trar otras formas de ser, estoy habilitándo – les a ellas otras posibilidades. Es como de – cirles: ´si yo puedo, vos también´. El deseo de ser libre no es sólo mío: es de todas. Y por eso en cada paso que damos, estamos am – pliando la capacidad de movimiento de to – das. Las mujeres hicimos y hacemos mu – chas cosas, tenemos conocimientos muy importantes para transmitir, para inter – cambiar y para aprender unas de las otras, siempre compartiendo, nunca compitien – do. Así, avanzamos. La competencia entre mujeres es absurda, nos lleva a todas a un lugar muy triste y muy negativo, que no su – ma ni ayuda a conectar nuestras potencias. El feminismo también es lo que te hace en – tender que no es lindo humillar a la otra y hacerla sentir mal”.
¿Escuchan?
La que toma la palabra es Julia -21 años, estudiante de gastronomía y de Letras en la UNA- que se presenta así: “Toda mi vida la viví con muchísima exigencia, un poco por presión de mis padres, pero también por la forma en que crecí y me desarrollé: siempre quise ser la mejor en todo. Me esforcé hasta el límite y traté de que las cosas que me blo – queaban no me impidiesen hacer lo que yo quisiera hacer. Pero el verdadero límite fue mi cuerpo y eso me llevó a una lucha muy ardua, a todo un proceso de aceptación para el que necesité muchísimo tiempo, porque aceptar el cuerpo es lo más dificil que hay cuando el mundo nos impone cánones de belleza tan estrictos y tan limitados. Es cuestión de entender que si yo no puedo aceptar mi cuerpo, no voy a poder aceptar nada más; todo me va a parecer poco y todo me va a parecer una mierda. Tengo que aceptarme como soy, no solo la parte física sino también como soy como persona. Si me puedo aceptar como persona, de esa mane – ra, es muy probable que luego empiece a aceptar lo que viene con eso: el aprendizaje, la vida en general. Bailar es amigarse con el cuerpo, es una linda forma de empezar a aceptar quiénes somos : si nosotras pudi – mos, es porque hubo otras que nos habilita – ron. Y nos habilitaron desde el feminismo, que es autoestima social, porque justamen – te no tiene carácter individual, no sirve para nada si es individual. Las cosas por las que ahora militamos tal vez no nos sucedieron, pero hay conciencia de que a todas nos pue – den suceder por ser mujeres. Se trata de cui – dar a las que vienen, de habilitar el futuro como otras lo hicieron por nosotras. Que – darte en tu casa mirando la tele mientras las cosas suceden, te sucedan a vos o no, no le sirve a nadie. Eso es hipocresía, egocentris – mo y baja autoestima. Y sí, creo que se puede ser egocéntrico con una autoestima muy baja. Lo egocéntrico es el negocio, el autoes – tima es la autogestión”.
¿Escuchan?
La que habla es Lucía -24 años, estudian – te de arte- que se presenta así: “Para mí esta danza está directamente relacionada con la construcción de la autoestima, con aceptar mi cuerpo, quererlo, y de encontrarme en un espacio solidario. Hice danza a lo largo de mi vida y los espacios me resultaron siempre muy hostiles y crueles, frustrantes, basados en la competencia y el odio hacia tu cuerpo, como muchos de los ámbitos a los que las mujeres nos acostumbramos. Encontrarme en este lugar no es casual. Todas podemos mover el culo, independientemente de la forma que tenga tu cuerpo. Es una cuestión de actitud y para tener actitud, la autoestima es fundamental. La mujer siempre fue objeto de modificación. Siempre nos hicieron creer que todo en nuestro cuerpo -aunque no sólo el cuerpo- estaba mal, siempre te falta un poquito. Si sos mujer, no te quedan muchas posibilidades y formas para ser, y ninguna de esas posibilidades se puede llevar a la realidad concreta y si se lleva, tiene daños serios, físicos y psicológicos. Nos enseñan a no querer a nuestro cuerpo por gordo, por flaco, por peludo, por estrías, por lo que sea. Siempre hay algo para criticar, siempre hay algo que está mal. La mujer parece estar en el lugar del acusado permanentemente y sin presunción de inocencia. Los hombres no conciben cómo es vivir así porque no lo vivieron nunca. De ahí vienen los complejos, defectos que nos inventamos a nosotras mismas, esa conducta de auto-odio que nos queda, como un reflejo después de tantos años de no querernos. Me sigue costando que alguien me diga algo lindo, me cuesta creerlo, me da vergüenza: eso es baja autoestima. El feminismo es lo que te posibilita entender que es nuestra tarea despojarnos de eso, porque la única forma de ser feliz es liberarse de esas condenas”.
¿Escuchan?
El malón que viste medias red, purpurina y shorts enanos acaba de definir la santísi – ma trinidad que nos condena: vergüenza, competencia y miedo.
Feminismo, entonces, es romper esas tres cadenas.
Costó sangre, sudor y lágrimas.
Y mover el culo.
Al ritmo del twerk, nos vamos a un corte.
La otra cara del aborto
Hablar del derecho al aborto es también hablar del derecho al placer.
Eso es feminismo.
No hay posibilidad de comprender cómo esta generación verde alza esta bandera, sin comprender que en cada una se activó no sólo una consigna, sino un deseo.
El malón purpurina lo dirá sin vueltas: Noelia: “Sabemos todas que la realidad es mucho más cruda en las clases más bajas. Aun así, te puede tocar. Por ser mujer, te van a matar, vas a abortar. Por eso estamos a favor del aborto. Mi vieja abortó dos veces. Yo de pedo no aborté”.
Jimena: “Yo aborté”.
Noelia: “Aunque abortes en una clínica privada, andá a tener una mala praxis: te agarrás una infección y no tenés a quién reclamarle”.
Vico: “Pero también se trata de lo que hablábamos al principio: de tomar las riendas de nuestra sexualidad. Dentro de este sistema siempre se nos niega nuestro erotismo”.
Noelia: “Siempre es el erotismo o sensualidad en pos del hombre”.
Jimena: “Para mí el empoderamiento que estamos ganando en este territorio es muy grande. Los primeros diez años de mi vida yo cogí para el otro. Cogí con otro para que otro, hombre, acabe. Nunca me fijé en mí. No me planteaba qué era lo que me hacía acabar, entendía que la mujer era servil desde el lugar sexual, y por ahí tenía suerte y acababa. Es esa construcción la que cambió. La construcción del sexo cambió: la mujer dejó de ser servil. Entendimos que el sexo es de a dos. Creo, también, que incluso muchos hombres lo ven diferente: es más lindo llegar si llegamos juntos. Ahí ganamos todos”.
Vico: “Es un proceso difícil porque implica preguntarse: ¿cómo me gusta? Y esa es una búsqueda que da miedo porque da pudor, por estar acostumbrada y educada para tener una relación heterosexual de una sola forma que conlleva a la penetración como única práctica. La sexualidad femenina pasa por muchos otros lados. En verdad la sexualidad de todos pasa por muchos otros lados y la erótica feminista es la que nos permite ampliar ese juego”.
Lucía: “Y hay miedo a esa apertura erótica que implica el feminismo. Te dicen: ´después no te quejes se te pasan cosas´. Por empezar no ´nos pasan cosas´. Nos hacen cosas los machos violentos que se excitan solo cuando la mujer no puede decidir, está oprimida, calladita la boca y bien abierta de gambas. En el momento en que vos como mujer tenés el control de tu cuerpo, podés decir qué te gusta y qué no porque tenés autoestima, estás desactivando el chip del macho violento. Y activando la hermandad feminista, porque eso se traslada a cómo nos relacionamos ahora entre nosotras. Hay mucha más conexión: nos cuidamos entre nosotras. Antes eso no pasaba. Antes estábamos cada una mirando nuestros problemas desde la victimización”.
¿Escuchan?
Si esto que nos está haciendo temblar nuestro mundo fuera una serie, su éxito sería el de todas las series: la interrumpida continuidad en el aire, que en este caso no es el de la pantalla, sino el que respiramos.
Su éxito, también, es la placa que tecleamos para terminar esta nota: continuará.
Color esperanza: apuntes sobre nuevo feminismo

Foto: Martina Perosa.

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Femicidio de Griselda Blanco: el informe de la comitiva de Periodistas Argentinas de su misión a Curuzú Cuatiá

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La primera delegación de Periodistas Argentinas que viajó a Curuzú Cuatiá entrevistó a los jefes de la Policía Federal y Provincial a cargo de las investigaciones y a la fiscal, y se encontró con los hijos de la víctima. El resultado de la información que chequearon con varias fuentes pone en duda las declaraciones que hizo ante la prensa la fiscal de la causa, que estigmatizan a la víctima y exponen a su familia. ¿Por en una causa con secreto de sumario, y a una semana del crimen, no puede la funcionaria a cargo de investigar afirmar hechos que todavía no están probados? Los tres giros que en cinco días tomó la causa, y las tres pruebas que justificaron la detención e incomunicación del periodista que más conocía las amenazas que recibía Griselda. El rol de la prensa en un crimen que se informa con más respuestas que preguntas.

El pasado viernes 26 de mayo, una delegación de Periodistas Argentinas compuesta por las periodistas Claudia Acuña y Nancy Pazos lleg a Curuzú Cuatiá, Corrientes, a las 10 de la mañana, tal como había acordado con la fiscal de la causa, María José Barrero Sahagún. Se encontraron entonces que a esa misma hora la funcionaria había convocado a los hijos de la víctima a una audiencia en la cual liberó a Armando Jara, al que había detenido e incomunicado cinco días antes bajo la acusación de femicidio, y a informar la detención de Darío Alfredo Holzweissig, un empresario dueño de boliches bailables de Curuzú Cuatiá.

Luego de esa audiencia y esa noticia la fiscal recibió a la comitiva de PA en una reunión formal, en la que además estuvieron presentes las máximas autoridades de la Policía Federal a cargo de la investigación y el comisario y subcomisario de la Comisaría n.º 1 de Curuzú Cuatiá. La primera pregunta la hizo la periodista Nancy Pazos: “¿Qué hace acá la policía provincial, cuando tenemos entendido que está apartada del caso?”. Sentado estaba Nicolás Romero, el comisario denunciado por Griselda como presunto autor de abusos sexuales.

Justamente la policía provincial, a pedido del Sindicato de Periodistas de Corrientes, había sido separada de la investigación ya que la víctima había denunciado que estaba siendo amenazada para revelar sus fuentes, y que había recibido la misma mañana del crimen una carta documento del comisario Romero.

La respuesta a la pregunta de Pazos llegó de parte del jefe departamental: explicó que le habían pedido ayuda para los rastrillajes que se habían realizado a la mañana, “ya que conocían la zona”; y que además estaban siguiendo una pista que ya no involucraba a la policía.

Pazos repreguntó: “¿Y si en el rastrillaje encontraban una prueba que los comprometiera?”

El comisario de la Federal respondió: “Estuvieron todo el tiempo bajo mi supervisión”.

La fiscal aclaró además que ella había dirigido al operativo.

Femicidio de Griselda Blanco: el informe de la comitiva de Periodistas Argentinas de su misión a Curuzú Cuatiá
Griselda junto a sus hijos. Foto: Sebastian Smok

Acuña preguntó por qué consideraban que la nueva línea de investigación no estaba relacionada con el trabajo periodístico de Griselda, ya que la periodista había dedicado varios programas a denunciar la connivencia de la policía local con los boliches bailables de los que el nuevo detenido era propietario. Fue entonces cuando la fiscal aseguró que por el contenido de las conversaciones de Whatsapp reveladas del teléfono de la víctima, existía un “vínculo personal” con el empresario detenido. Vínculo que calificó como una “relación tóxica”.

Sin embargo, dos días después, cuando formuló la imputación contra Darío Alfredo Holzweissig  pidió procesar al sospechoso por homicidio simple “ya que no se había probado el vínculo personal”. Tampoco lo calificó como agravado, ya que consideró que no había “alevosía”. Griselda tenía tres vueltas de cinta en la garganta y dos cuchilladas con Tramontina en el cuello; un diente roto y la cara notablemente golpeada.

Consultada por qué no calificó como “femicidio” el crimen de Griselda en esta nueva imputación, la fiscal respondió que “no tenía evidencia de violencia de género”.

No son éstas las únicas contradicciones que asoman en las declaraciones públicas de la fiscal.

La principal: la forma intaxativa en que habla de extorsión. Tres fuentes de la investigación aseguraron que en las conversaciones encontradas en el chat, la víctima y el ahora acusado “hablan de plata y él le propone relaciones sexuales, pero no hay una sola conversación en la que se diga taxativamente: si no me das plata, te escracho”.

Según confirmó la comitiva de PA, Griselda Blanco hace años que tenía como auspiciante al empresario, quien hacía tiempo que no abonaba la pauta, por lo cual hay que investigar si esa conversación sobre dinero no estaba relacionada con el vínculo comercial que tenía la víctima. Es decir: todavía resta mucho de la investigación como para que la fiscal descalifique a la víctima como “amante y extorsionadora”.

Otro punto conflictivo de la actuación fiscal es en relación a la detención del periodista Jara. Consultada sobre en qué pruebas basó su detención, incomunicación e imputación por cargos de “femicidio”, la fiscal respondió:

1) Que se habían encontrado pertenencias de él en la casa de Griselda; cuándo se le preguntó que pertenencias, respondió: “Una campera”;

2) que había una relación preexistente;

3) que el perito forense indicó que el asesino tenía un vínculo con la víctima por el tipo de violencia hallada en el cuerpo.

Jara no quedó desvinculado de la investigación ya que la fiscal espera el resultado del ADN; consideró que iban a estar listos “entre miércoles y jueves” de esta semana.

Así, este caso tuvo en menos de cinco días su tercer giro en la investigación fiscal: comenzó considerándolo un suicidio, siguió caratulándolo como “femicidio” – deteniendo arbitariamente a un periodista- y ahora lo califica de “homicidio simple” queriendo por dar cerrada la causa.

Ni las amenazas, ni las presiones que Griselda dejó grabadas en su audio fueron nunca una línea a investigar para la fiscal.

Ese es justamente el reclamo de todas las organizaciones de periodistas a las que la Comitiva de Periodistas Argentinas envió un informe detallado.

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El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

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“Una más y no jodemos más” fue el grito más atronador de toda la tarde en Plaza de Mayo, en referencia a una posible candidatura de Cristina Kirchner. Fue el signo más visible del «operativo clamor» con el que se había ideado el acto, aunque ella ya había aplacado las semana previas la hipótesis de ser candidata.

En un discurso que reivindicó tanto a Néstor Kirchner como a sus dos mandatos, CFK dejó el tema electoral sin definición. Terminado el acto Florencia, entre la multitud, brindó a lavaca un editorial políticos de la jornada en 9 palabras: “Nunca sabés cuándo va a ser la última plaza”.

Pese a truenos, rayos y tormentas, el encuentro más ansiado por el kirchnerismo simbolizó una medición actual de fuerza y movilización aunque no dejó definiciones sobre el enigma 2023: quién será el o la candidata del actual espacio oficialista, con todas sus diferencias. Los cálculos llevaron el termómetro movilizador a 500.000 personas, dato otros relativizan: en ambos casos, y como tantas cosas, el tema pasa a formar parte del sistema de creencias de cada persona. La ex presidenta hizo una pormenorizada defensa de su gestión, resaltando los altos salarios o el hecho de haber encontrado un Producto Bruto de 167.000 millones de dólares al asumir Néstor Kirchner, y llevarlo a 647.000 millones de dólares al finalizar el mandato en 2015. El gobierno de Macri, en cuatro años, bajó el Producto a 400.000 millones, dejando 120.000 millones de dólares de deuda que hoy sigue condicionando al país.

Definió a la Corte Suprema como un «mamarracho indigno», planteó la necesidad de un nuevo diseño institucional y pacto democrático y sugirió: «Basta de pedirle al otro que haga lo que no se está dispuesto a hacer».

Muchas mujeres escucharon el final del discurso de Cristina con las manos como en un rezo, esperando que definiera su propia candidatura, o la de alguien más, cosa que quedó pendiente. El acto, entonces, parece haber sido un posicionamiento en las negociaciones que se vienen para definir candidaturas ante el misterio que significan las PASO y luego los comicios. Y una demostración de apoyo frente a lo que llamó mamarracho, y frente a los pantanos de Comodoro Py. Con Cristina, aparte de sus nietos, tuvieron un rol televisivamente importante Alicia Kirchner, Axel Kicillof, Máximo Kirchner, Wado de Pedro y Sergio Massa, en medio de ese palco plagado de invitados que aplaudieron frases pertinentes, como “Se discuten muchas boludeces en los medios”. (Confirmando la teoría, luego se conocieron repercusiones de políticos y panelistas oficialistas y opositores sobre el acto, realizando piruetas verbales que rellenaron como suele ocurrir horas estériles de programación televisiva y tal vez cerebral).

Crónica de la jornada. La música que se escuchó, una teoría sobre el hambre y las ganas de comer. Las reflexiones entre pancartas, pastelitos y lluvia de quienes estaban abajo del palco, en la calle. Ideas y hallazgos de personas que se movilizaron y no se sienten necesariamente espectadoras. Lo que dijeron las personas movilizadas antes y después del acto.  

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

La Plaza, los reconfortados y las sorprendidas. (Fotos: lavaca/Sol Tunni).

Mujer anonadada y caritas feas

Gerardo, 56, comerciante, brindó a lavaca un primer signo saliendo de la Plaza en el atardecer tormentoso: «Vinimos a escucharla y nos vamos reconfortados, porque en estos tiempos en que la política pasa por otro carril venir a escucharla a ella nos nutre y nos hace seguir con fuerza para el mañana».

¿Y hacia adelante? «Vamos a acompañar al compañero que se decida o que decida Cristina».

Mariana, 55, bancaria estaba con otra sensibilidad menos conformista: «Estoy anonadada, porque me doy cuenta de que no sé quién va a tomar la posta y quién va a tener los huevos suficientes para hacer lo que dice Cristina, que es diseñar un programa y es poner caritas feas”. La vicepresidenta había planteado: «El problema que hoy tenemos acuciante es la distribución del ingreso. Creanme que para distribuir el ingreso muchas veces hay que ponerle carita fea a los que tienen mucho. Y no se trata de confrontar».

Mariana completa su idea caminando de salida por Avenida de Mayo: “¿Quién de los nuestros va a tener los huevos para hacerlo? Ella hoy tiró el encuadre que hay que seguir, ¿pero quién lo va a llevar a cabo? No sé”.

Se queda pensando sobre el asfalto mojado: “El único candidato que a mí me parece que podría ser el de Cristina, con todas las letras, sería Kicillof (gobernador bonaerense), pero no se lo puede sacar de donde está».

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Truenos, rayos y lluvia que no detuvieron a las familias que se acercaron. (Fotos: lavaca/Lucas Pedulla).

Todo puede pasar

Florencia e Inés son amigas, de Ituzaingó y Morón, 33 y 60, diseñadora gráfica y arquitecta. 

Explica Florencia: «Básicamente había ganas de venir porque hay como mucha incertidumbre. Yo venía a escuchar si había una fórmula, pero bueno: nunca sabés cuándo va a ser la última plaza… ya me puse un poco catastrófica: pero hace casi cuatro años ya pasamos por esto y la verdad que yo estoy con miedo, estoy con miedo por la oposición, no porque gane la oposición, no es por una cuestión de resultados, sino por los discursos que se vienen escuchando. No es solamente por una cuestión económica, sino por una cuestión social, se está viendo mucha violencia, ya no se respeta nada, todo puede pasar».

«A mi me gustaría que sea ella la candidata, pero tampoco la podemos exigir, pobre mujer. Ya dijo que no, ya está. La verdad me gustaría que sea Axel, no me gustaría que sea Massa, pero también soy consciente de que ayudaría a la elección porque hay mucha gente que no es del partido que a Massa lo votaría».

Mística y bastones

Alejandra, 48 años, es docente de música: «Estamos debatiendo lo que dijo. Ya tomó una decisión, pero deja como una mística, un relato a seguir construyendo, y el ejercicio es que ese relato lo tenemos que construir nosotros, más allá del candidato. Ella siempre está hablando del proyecto de país, eso es a lo que está apostando, no importa quién. De hecho, cuando asume Alberto, ella se lo dice: ‘Vuelva al pueblo para no confundirse, apóyese en el pueblo’. Me parece que ese es el ejercicio democrático que ella está planteando, entonces uno termina en los nombres, pero en realidad lo que hay que debatir acá es qué proyecto queremos. Lo de Colonia no, Patria sí, eso es lo de fondo que hay que seguir laburando y militando que es lo más difícil; eso justamente es lo que los medios de comunicación te sacan del centro todo el tiempo».

Martín, 35: «Ella es la conducción, una voz necesaria, sea candidata o no, ella representa a la mayoría y tiene una palabra convocante, ordenadora y tiró cuatro ejes de discusión, como la economía y la Corte; ella es muy dialoguista; la dibujan como que no pero es súper dialoguista y estadista».

Paula, también 35: «Sí, lo importante es el proyecto, aunque a mí me encantaría que sea ella porque nos representa, pero también estábamos hablando recién que nos gustaría Wado. O Grabois, aunque no sé si para presidente». Martín retruca: «Grabois se hace el purista con Massa, pero con los macristas se sienta a tomar el té, como con Carolina Stanley y Pepín Simón». Paula: «Bueno, no es momento de tirarnos con el bastón del mariscal”.

La Plaza de fue vaciando bajo la lluvia del 25 de Mayo.

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Pancartas que implican una certeza, y algunas incertidumbres electorales. (Fotos: lavaca/Sol Tunni).

La inteligencia colectiva en la previa

Todo había empezado mucho antes.

La noche anterior ya la Plaza se va ocupando de gente que quiere estar cerca del palco. Llegan, sobre todo, desde distintas provincias. Una señor de Salta dice: “Quiero ver qué puntos especiales, bien claritos, nos da Cristina sobre lo que hay que hacer de ahora en más”.

Durante la mañana comienza a verse el río de gente. Lavaca consulta deseos de quienes van por Avenida de Mayo hacia la Plaza. Todo es demasiado más interesante en forma y contenido que lo que se suele ver en televisión o escuchar en radios. Las respuestas de una señora de tapado, una pareja sub-20 y un hombre de gorrito de lana forman casi un programa político. 

“Reforma del Poder Judicial”.

“Inseguridad”.

“Que los pibes no se vayan del país”

“Recuperar la Ley de Medios”.

Todos tienen trabajo, tal vez por eso no hablen de inflación. O la inflación es un problema tan obvio que desear que termine es algo que no hace falta siquiera mencionar.

Una mujer lleva una remera con una pregunta para diferenciar palabras: “¿Justicia o Poder Judicial?”

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Los colores contra el gris de la tarde (Fotos lavaca/Sol Tunni).

Dos hombres portan una bandera: “Cristina el pueblo te ama y te necesita”.

Por Twitter alguien lanza otra definición política, sobre certezas y sobre incertidumbres:

“Con Cristina hasta la luna. Con los demás, hasta donde ella diga”.

Que nombre al candidato

A las 11.30 de la mañana la Plaza de Mayo ya está llena. «Es que viajamos toda la noche» explica una joven que hace de cordón de La Cámpora, que vino desde Córdoba. «Hoy es más que bancar a Cristina, es recordar a Néstor. Es mostrar fuerza para que la derecha agrandada sepa que estamos fuertes y en la calle».

Otra joven de veintipico le propone otro final a la frase, en tono irónico, medio chiste-medio en serio: «Unidos y organizados».

Algunos pasacalles se animan a proponer nombres: figuran carteles de Grabois, de De Pedro y de Katopodis, tal vez los más ligados a las militancias territoriales; no se ven carteles de Scioli, Rossi ni otros que han mostrado su voluntad electoral, que habrá que ver en qué queda tras las palabras de la vicepresidenta.

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Letanías y aspiraciones en Plaza de Mayo. (Fotos: lavaca/Sol Tunni).

Todo parece fluir: las columnas separadas por cordones, acomodándose en sus lugares indicados o ganados en la plaza, van poniéndole límites a la posibilidad de circular por el lugar.

Cada 100 metros sobre Avenida de Mayo hay grandes pantallas que mostrarán a Cristina hablando. Se espera que la Plaza se colme rápido y las personas puedan seguir la conferencia desde donde estén, hasta donde lleguen. Quienes se acerquen a Avenida de Mayo tendrán transmisión privilegiada, no así en las otras arterias o en los bordes de la plaza, donde se espera que la voz de Cristina suene bien fuerte.

«Es un evento bastante pautado, se convocó a las dos y Cristina dijo que habla a las 4. Nosotros estamos acostumbrados a actos mucho más  largos» responde alguien veterano sobre la convocatoria temprana.

No llueve. Y eso es toda una noticia. Hace calor, muchos aprovechan para hidratarse, ponerse en cuero, cantar y tocar: hay clima de hinchada.

¿Qué se espera que diga Cristina? «No me importa lo que diga, hay que bancarla: la quisieron matar» dice una señorita. Al lado suyo un joven: «Que diga quién va a ser candidato «. Otro postula: «Wado». Pero son propuestas tímidas, esperando lo que defina ella.

El otro protagonista del día es Néstor, presente en fotos, banderas y hasta tatuajes. A 20 años de asumir, otra mujer espera que se explique todo lo que se logró en esos años de gobierno, «para recordarle a los pibes que no lo vivieron» casi como una clase de historia. Y que se analice el presente, «el acuerdo con el FMI, la pandemia» y las dificultades que, cree, hicieron que estos 3 años y medio con ella como vicepresidente no fueran los mejores, o los esperados.

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Esperando definiciones, ejerciendo el aguante (Fotos: lavaca/Sol Tunni)

¿Dónde queda Plaza de Mayo?

La banda sonora de la tarde es primordialmente la cumbia. Suena Rosalía, suena Trueno con “Tierra Zanta”, y Los Palmeras con “Soy Sabalero”.

Junto al Cabildo un joven de la mano de su la novia consulta intrigado: «¿Dónde queda Plaza de Mayo?». “Es esto” le contestan señalando alrededor, y él sale feliz y apurado hacia el palco. No sabe dónde está pero sí para qué vino, por primera vez. Y eso a algunos les da esperanza. Algo que empieza.

Se escucha “Universo Paralelo” de La Konga.

Entre la gente hay quienes vienen desde Trelew, Tucumán y Chaco, otros de Florencio Varela o Lomas del Mirador. Viviana tiene 54 años y es de Pilar. Olina tiene 61 y es de Villa Martelli. Ambas son trabajadoras de casas particulares y dicen que gracias a Cristina están recibiendo aportes: «40 años trabajando y descubro que nadie me había aportado». Quieren que vuelva Cristina y sea candidata.

Pero ya dijo que no: «Tiene que ser ella. La esperanza es lo último que se pierde. Gracias a ella volvimos a tener todo lo que nos sacaron. Hizo muchas cosas por las mujeres, los jubilados, las asignaciones. ¿Que hicieron los otros? Nos dejaron sin trabajo».

¿Qué falló para que ahora las cosas sean tan inciertas? Cuestionan que faltó unidad y respeto para estar en una situación como la actual: «Unidad, porque cada uno hoy piensa en su parte. Y respeto, porque las Canosa y los Baby Etchecopar dicen cualquier cosa abusando la confianza de la gente». Cuentan a lavaca un deseo fraguado mientras limpiaban vidas ajenas: «Que se vayan todos los jueces corruptos» dice sobre ciertos universos paralelos.

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Familia movilizada (Fotos: lavaca/Sol Tunni).

¿Fin o principio?

Unas mujeres en la era de la cincuentena se sacan selfies con la notera de C5N y de paso le preguntan si sabe “bien-bien” a qué hora hablará Cristina. La joven responde que sabe lo mismo que todos: que dijo a las 4 y que si bien suele demorarse, esta vez el clima apremia. ¿O será una cuestión de pronósticos? Los canales oficialistas están en etapas complejas, oscilando entre una suerte de depresión por el supuesto “no” de Cristina a una postulación, y reacciones exaltadas por solo pensar que una resurrección política puede darse a partir de este acto.

El dilema es si lo de hoy es un fin, o un principio.

Celeste (21) dice que “llueve, nieve o truene” iba a estar acá: se queja de que, al final, hace un calor de verano y ella vino toda emponchada. Pasa como con el clima político: no se entiende si hace frío o demasiado calor. Pero Celeste armó un rancho a una cuadra de la Plaza –porque ahí, a las 12, ya no se puede ni caminar– con su pila de ropa en el medio y algunos bizcochitos para tirar hasta que hable Cristina. “Me muero por un chori pero no hay un mango” se justifica y el precio del embutido (600 pesos, 2 por mil) obliga a pensarlo. Y a juntarse con alguien más para aprovechar la rebaja.    

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Recuerdos de la Ley de Medios (Fotos lavaca/Sol Tunni)

La oferta gastronómica de hoy incluye, además de choris y bondiolas, empanadas fritas y pastelitos, a tono con el 25 de Mayo. El local cooperativo Lo de Néstor, a tres cuadras de la Plaza sobre la calle Bolívar, reabrió después de unos meses difíciles porque hoy es su día: se especializan en locro. Tienen lleno el local, están tomando reservas y pedidos. “A las 3.30 los echo a todos” avisa el mozo, avisando que él también querrá hacer esas cuadras hasta llegar a la Plaza. El lugar se define como «Un bar para seguir discutiendo el proyecto» aunque por ahora se nota más apetito locrero que ganas de debatir.

También hay vendedores de escarapelas y otros artilugios con motivos patrios que inundan Avenida de Mayo como una góndola en el asfalto: gorros, banderas, pilusos, pins, stickers, imanes. La mayoría con Néstor y de Cristina. No hay más imágenes.

No parece ser un día para asomar demasiado la cabeza, aunque el partido está en marcha: “Hoy se lanza un nuevo Frente de todos” dice un dirigente a la tevé. En Lo de Néstor nadie está mirando la pantalla.

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Definiciones sobre el operativo clamor. (Fotos lavaca/Lucas Pedulla).

El problema adentro

Sebastián y Olga vinieron desde Chubut específicamente para este acto. «Venimos para que nos diga algo que pueda ser», dice Olga, 69 años, jubilada. «Aunque ella ya hizo mucho. Los mejores años de mi vida fueron kichneristas. Venimos a acompañarla y defenderla porque hasta matarla quisieron».

¿Qué faltó? Olga y un profundo editorial político callejero: «No se cumplió con el compromiso que tenían. Hay que ayudar más al de abajo que al de arriba». Él tiene 41, es comerciante: «Nos peleamos entre nosotros. Nuestras internas son difíciles. El problema lo tenemos más adentro que afuera». Un deseo: «Transformar la Corte urgente, volver a la Ley de Medios, redistribuir la riqueza» dice Olga. Sebastián lo explica desde su oficio: «Manejar los precios de los alimentos. Si me llega caro, tengo que vender caro. Si solucionamos eso vamos a poder proyectar para adelante».

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Fotos: lavaca/Sol Tunni

“Salís pero no sabés si volvés”

Ruth Aredes vino de Tucumán con otras 15 mujeres que gritan al celular grabando: «Vamos Cristina». Son parte de la red nacional de mujeres, de curas villeros y monjas por opción por los pobres. «Hoy queremos escuchar un grito de esperanza. Con ella sea cual sea la decisión, vamos a acompañar. Con ella vivimos en una Patria. Queremos soberanía y trabajo genuino. Que dejen de vender nuestros commodities, no puede ser que venga cualquiera y se quede con la Patagonia».

¿Y qué es lo que pasó para que se esté en una situación tan para atrás?

«Formación política. Queremos despegar de nuevo y enamorarnos de un proyecto nacional y popular». Un deseo: «Echar a todos esos cortesanos corruptos. No creemos en esta justicia».

Carla tiene 44 y Rosana, 51. Son promotoras de salud del Movimiento Evita en diversos barrios de La Matanza. «Anhelo que diga que se va a presentar ella, aunque ya dijo que no. Me gustaría que sea quien sea, se comprometa de verdad con el pueblo», dice Carla.

¿No pasó eso ya con Alberto?

Rosana: «Al principio sí, pero después esquivó el bulto. Se abrió de gambas. No nos mandó comida a los merendederos. Y eso es el Estado. Además de ser militantes somos amas de casa, y tuvimos que exprimir los bolsillos para que no falte el plato de comida».

¿Qué faltó para llegar a este nivel de incertidumbre?: «Faltó trabajo. La mayoría fuimos madres solteras y tuvimos que salir a buscar. Y lo otro muy grave es la inseguridad: con mi familia nos despedimos todos los días como si no nos volviéramos a ver. En los barrios salís pero no sabés si volvés. Hay que enfocarse seriamente».

¿Un deseo? Carla se emociona: «Que los jóvenes no se vayan del país. Hoy mi hija tiene 18, se está profesionalizando y se quiere ir. Y a veces tengo que darle la razón. Me cruzo con taxistas que son abogados o médicos. No por desmerecer, pero ahí hay familias que bancaron titulos que hoy se desmerecen». Rosana también frota su lámpara de los deseos: «Pensar en los jóvenes y futuro».

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Remera con definiciones. Fotos: lavaca/Sol Tunni.

Voy a olvidarme de mí

Agustina tiene 24 años y vino de Rosario con dos amigas. «Se generó mucha expectativa por este momento. Hay esperanza e ilusión, pero también bastante incertidumbre. Hoy hay una crisis económica que genera un nivel de individualización, que rompe espacios. Pero estos encuentros nos convocan a reunificarnos de nuevo. Se juega nuestro futuro en términos políticos, económicos y culturales». Un deseo: «Fortalecer lo colectivo»

lena tiene 33, Pablo 31, son pareja, se aman y se besan frente a la cámara de lavaca. Él es administrativo en una escuela, ella en una empresa privada. «Vinimos a bancar a la jefa», dicen. Vienen de Rosario. Elena: «Nos encantaría que nos digan que va a ser candidata, algo imposible por la Corte corrupta que tenemos. Pero esperamos una guía, un ‘es por acá’. El peronismo está dividido, sabemos que la patria es el otro, pero hoy esperamos su claridad y su conducción».

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Danzando bajo la lluvia. (Fotos lavaca/Sol Tunni).

Sigue la cumbia con Mario Luis con un título un tanto zen: “Voy a olvidarme de mí”. La letra podría estar simbolizando mucho de lo que se percibe en el ánimo de la multitud. “Voy a sentarme al frente de la calle, para esperar a ver si tú regresas”.

Pablo piensa en los goles en contra de la política: «Falló que hay mucho ego. Y falta empatía. Si a vos te va mal, a mí no me puede estar yendo bien. Es así». Elena tiene un deseo claro sobre lo que se necesita: «Lo principal es la vivienda. Yo soy de Salta y hay tierra de sobra, nomás que está acumulada en pocas manos». Pablo habla de los alimentos y en pocas palabras dice demasiado: «En un país productor no puede ser que la mitad de la población tenga hambre. Y en un gobierno peronista».

La cumbia suena cada vez más fuerte. Guadalupe (25) y Ariel (27) vinieron de Avellaneda con su bella hija Delfina de 9 y su bello hijo León, de 3. Él trabaja en la administración del puerto y ella es estudiante de abogacía.

«Venimos por respeto a la familia, que siempre fue peronista», dice Ariel. Delfina completa: «Y por respeto a la patria». Como muchas personas, esperan que Cristina se postule, aunque sea solo una expresión de deseos: «La gente lo piensa igual porque sabe que ella pasó cosas que ningún presidente o persona pasó. Cristina tiene mucho huevo para enfrentar todo lo que está enfrentando hoy. Mucho huevo. Por eso estamos acá: para bancarla».

Sobre qué faltó, piensan: «Faltó tiempo. Venimos de 8 años donde tuvimos macrismo y pandemia. Sin esos años de pérdida capaz hoy estaríamos en otra cosa como país. Hablo por la juventud, porque los grandes ya pasaron muchos gobiernos, pero hoy la juventud la está peleando. La gente de pueblo, ¿no?, porque los que no están acá hoy están en la costa». ¿Con qué la están peleando?: «Hoy hace falta que la gente llegue a fin de mes para comprarse un plato de comida al mediodía y a la noche. Nosotros somos inquilinos también, y el tema vivienda está complicado. Ojalá podamos repuntar». La cumbia se sazona con Charly García, siempre Hablando a tu corazón. 

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Pastelitos e indicadores de la época

Virginia es peronista, tiene 56 años y se vino en colectivo desde Quilmes con cuatro cajas con pastelitos que vende a 250 pesos y tortafritas que vende a 300. «Espero escuchar algo bueno, que nos de trabajo a todos, que cambie esta miseria». Tiene un radar callejero para entender mejor que nadie esos vaivenes económicos: «Antes la gente estaba más suelta con la billetera, ahora le cuesta más el pesito. A mí me bajan mercadería más cara, y yo un poquito tengo que subir, pero tampoco mucho. Pierdo, pero también gano».

¿Cuál es su indicador? Virginia dice algo que debería enseñarse en las autopercibidas «ciencias sociales»: «Me pongo en el lugar de la gente que tiene hambre y ganas de comer”. Encadena el siguiente razonamiento: “Entonces pienso: ¿cómo le voy a cobrar tanto?»

Se acercaba la hora de escuchar la palabra crucial de la convocatoria de una tarde gris y llena de colores.

Entre el hambre y las ganas de comer.

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Femicidio de Griselda Blanco: Periodistas Argentinas y Fatpren reclamaron una investigación seria y responsable

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Las dos organizaciones encabezaron una conferencia para reclamar que se investigue las amenazas y presiones que recibió la víctima por ejercer su profesión. Adelantaron que viajarán a Curuzú Cuatiá este viernes y que solicitarán que la Secretaría de Derechos Humanos se constituya como querellante. Durante el encuentro se repartieron cintas negras de luto. A horas de terminar la conferencia se conoció la noticia de que la fiscal ordenó acceder a la información guardada en la nube del celular perdido, uno de los reclamos expresados en la conferencia.

Femicidio de Griselda Blanco: Periodistas Argentinas y Fatpren reclamaron una investigación seria y responsable

Griselda Blanco, la periodista que denunció amenazas y presiones, y fue víctima de un femicidio.

El colectivo Periodistas Argentinas y la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa brindaron este miércoles una conferencia en la cual expresaron su preocupación por el femicidio de la periodista Griselda Blanco en Curuzú Cuatiá, Corrientes, y reclamaron que se investiguen las denuncias de amenazas, las presiones por revelar sus fuentes de información y el celular que desapareció de la escena del crimen. ”Hacemos nuestra la preocupación de Griselda por sus fuentes. Necesitamos saber qué pasó y quiénes protegen hoy a las personas que están en riesgo» dijeron en la conferencia y solicitaron «que se sigan todas las líneas de investigación y se cumpla el debido proceso».

La conferencia de prensa estuvo conducida por Silvia Martínez Cassini, de Periodistas Argentina acompañada por Claudia Acuña, fundadora de esa asociación, y por la Secretaria General de Fatpren, Carla Gaudensi. También se sumaron a la conferencia dos integrantes del Observatorio de Libertad de Expresión de Fopea.

Acompañaron la presentación dos centrales de trabajadores –Jorgelina Sosa, de CTA y Leonor Cruz y Silvia de León de CTA Autónoma), Claudia Rodríguez, secretaria de Género de ATE, la ministra bonaerense Estela Díaz, dos subsecretarias del ministerio de las Mujeres de Nación –Carolina Varsky y Natalia Chinetti– María Julia Naddeo, de la APDH, Araceli Ferreyra (ex diputada correntina e integrante del Movimiento Evita) y Agustina Lecchi de SiPreBA.

Femicidio de Griselda Blanco: Periodistas Argentinas y Fatpren reclamaron una investigación seria y responsable

La conferencia y los abrazos (Fotos: Lina Etchesuri)

Griselda: “Recibo mucha presión, amenazas”

La periodista Silvia Martínez Cassina planteó: «Lo que nos une hoy es una misma consigna: Justicia por Griselda Blanco. Más allá del deseo de que se aclaren rápidamente su femicidio hay muchísimos indicadores que no se pueden dejar afuera. Y le pedimos a la justicia que actúe rápido y transparentemente. Porque estamos hablando del trabajo que hacía Griselda, que venía denunciando a distintos sectores del poder, de los cuales sufrió amenazas».

A continuación presentó a la víctima como “una periodista sin medio y sin miedo, precarizada, pero sindicalizada, que informaba pese a todo y para todos”. Luego se escuchó la voz de Griselda desde uno de los 15 audios que Periodistas Argentinas puso a disposición de quienes quieran escucharlo o reproducirlos y que fueron grabados pocas horas antes de su asesinato.

«Yo lo único que hago es mi trabajo, comunicar, siempre con la verdad. Pero recibo mucha presión, amenazas”, expone Griselda en el audio.

Días antes de ser asesinada, le había entregado a su hijo el teléfono de su abogada, «por si me pasa algo».

Las organizaciones de periodista comunicaron: 

  1. Solicitarán a la Secretaria de Derechos Humanos que se constituya como querellante.
  2. Viajarán este viernes a Curuzú Cuatiá en una misión destinada a escuchar a la familia de la víctima y a colegas con el fin de realizar un informe que compartirán con todas las organizaciones de la red.
Femicidio de Griselda Blanco: Periodistas Argentinas y Fatpren reclamaron una investigación seria y responsable

Se anunció en la conferencia que la policía correntina fue separada de la investigación del femicidio. (Fotos: Lina Etchesuri)

“La investigación judicial empezó muy mal”

Claudia Acuña sintetizó los motivos de la conferencia: «Estamos muy preocupadas por las Griseldas de este país, las compañeras que están ejerciendo la profesión en sus provincias, jugándosela. Ellas son las primeras a las que les tiene que llegar nuestro mensaje: no están solas. Estamos acá, también,  para ser la voz de Griselda: hacemos nuestra su preocupación por sus fuentes de información y que haya desaparecido su teléfono en ese contexto convierte a ese hecho en un atentado  a la libertad de expresión. Estamos acá, unidas todas las organizaciones de periodistas de este país, para decir que estamos comprometidas en seguir paso a paso esta causa judicial. Porque esta investigación arrancó muy mal: vimos las fotos del cuerpo y no deja dudas: se trata de una muerte violenta. Pero nos matan y las fiscales nos suicidan. Afortunadamente, como Griselda era muy buena periodista dejó mucha información, entre ellas el teléfono de una abogada de Corrientes Capital con la que se comunicaron sus hijos y que aportó los audios y contextos necesarios para que, rápidamente, el sindicato de Prensa de Corrientes hiciera los más de 300 kilómetros hasta Curuzú Cuatiá, contuviera a los dos hijos de Griselda y se entrevistara con la fiscal, que aceptó el pedido de apartar a la policía local y caratular la causa como homicidio”.

Concluyó: “»Necesitamos construir una justicia que garantice investigaciones serías sobre los femicidios, y necesitamos que protejan a las personas que están en riesgo».

Carla Gaudensi, de Fatpren, federación que incluye al Sindicato de Periodistas de Corrientes: «Debemos dar un mensaje claro a la sociedad. Nosotras venimos tejiendo redes contra la violencia, que incluye la violencia económica. Y el femicidio de Griselda muestra esa violencia: era una trabajadora precarizada, algo que conocemos muy bien en este gremio, sobre todo las mujeres, que nos genera un marco de indefensión. En este momento la precarización nos está imponiendo una lógica individual, sin embargo Griselda sabía que no estaba sola; era parte de un sindicato, y como organización sindical tenemos que dar esta discusión: el miedo no nos tienen que desorganizar. Contra el miedo y las amenazas tenemos que estar juntas. Y no solamente lo tenemos que hacer entre nosotras, por eso este es un llamado a toda la sociedad».

Gaudensi también señaló la necesidad de seguir de cerca el proceso judicial: “Si no investigan todas las líneas en una causa como el atentado a la Vicepresidenta imagínense lo que pueden pasar con nosotras”.

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