Nota
Emperador Botana
Natalio Félix Botana es el primer periodista desaparecido de la Argentina. No el único, sino el primero. El más poderoso, también. Y el más polémico.
Su gloria -inmensa, temeraria- iluminó como un rayo veintiocho años de la historia criolla y se consumió como tal: rápida y vertiginosamente. Hoy nadie recuerda a Natalio Botana, de la misma manera que en los años ’20 o ’30 nadie podía olvidarlo.
Sin embargo, ese silencio desproporcionado dice algo. Oculta, debajo de los escombros de la memoria, un mensaje tácito, sutil.
Nacido uruguayo, nacionalizado argentino, criado periodista, fundó a los 25 años y en 1913 un mito de proporciones inauditas: el diario Crítica, del que llegó a vender más de trescientos mil ejemplares por día, lo que equivale a decir tres veces más que el periódico de mayor circulación actual.
A sus órdenes y caprichos, trabajaron los mejores escritores de la época, esos que su exquisito olfato de lector descubría mucho antes que el mezquino y pacato mundillo literario porteño.
Padre de un estilo periodístico impactante, fue pionero en todos los géneros: fue el primero en incorporar grandes fotos y dibujos; el primero también en colocarles epígrafe; el primero en incluir un suplemento deportivo, inventar secciones, imprimir en color, incorporar una revista a la edición, enviar un periodista de gira, denunciar un hecho de corrupción y anunciar las noticias con una sirena que hacía bramar desde la azotea del edificio de siete pisos, que ordenó construir a medida de sus sueños en la Avenida de Mayo, y que albergaba su propia rotativa, además de un gimnasio, un bar y hasta una peluquería para uso exclusivo de su personal.
Fue, también, el creador del primer multimedio latinoamericano, capaz de unir en una sola empresa todos los recursos tecnológicos disponibles en ese momento: prensa escrita, radio, noticiero cinematográfico y productora de cine. Una audacia empresaria que empalidece las modernas fusiones de hoy, ya que tenía una incomparable ventaja: toda la empresa dependía de un solo y único dueño. Natalio Botana, amo y señor de la opinión pública argentina.
Sin embargo, ninguna de sus muchas virtudes superan lo escrito sobre sus múltiples pecados. Acusado de embustero, extorsionador, populachero, sensacionalista, manipulador, mafioso, snob y soberbio, la figura de Botana fue mirada en diagonal y con desprecio por casi todos los que se le acercaron. Es cierto: Botana no tiene aún su propia biografía porque nadie, hasta ahora, quiso escribirla. Es más: el año pasado una historiadora le dedicó 280 páginas de su libro al diario Crítica y solo cuatro a su fundador, bajo el pretexto de la «ausencia de fuentes documentales que impiden desmontar el mito». Como una bomba que nadie se atreve a desactivar, la historia de Botana es todavía un tic tac amenazador, que late bajo el bronce de todos los próceres contemporáneos que se refirieron a él con idéntico desdén.
Jorge Luis Borges lo recuerda en plena redacción del diario, sacando la billetera del bolsillo del saco de cashimire inglés para tirar al aire montones de billetes. Luego, un Botana desdeñoso, observaba cómo sus empleados se tiraban al suelo para recogerlos. Una de esas veces, descubrió a Borges que, petrificado en el otro extremo de la redacción, miraba abochornado el espectáculo, y por encima de los cuerpos que se arracimaban por el piso, lo invitó a tomar un café. La elegante ironía de Borges detiene allí el relato. Prefiere rematarlo con una frase lapidaria: «En lo sucesivo, si alguien me avisaba que venía el director, corría a encerrarme en el baño para evitar el mal rato».
Leopoldo Marechal prefirió inmortalizar a Botana, en su maravillosa novela Adán Buenosayres, como un condenado al séptimo círculo del infierno, el último y más lastimero. Lo presenta como el jefe absoluto de una rotativa gigante cuyos rodillos devoran y aplastan hombres hasta convertirlos en papel. Lo obliga a confesar cómo, en una de esas tantas noches de póker, aburrido por su mala suerte, se dedicó a contar los fósforos que contenía una inocente cajita de cartón. Descubrió que contenía uno menos que los 45 prometidos. Así logró que la empresa fabricante pagara fortunas con tal de que la noticia no llegara a la primera plana del diario. Ante este Botana que se ríe como un chico travieso, Marechal reprocha con desprecio su fórmula periodística infernal: «Era preciso basurear en el crimen, recoger la inmundicia de los cadáveres mutilados y arrojarle por último a la bestia el manjar impreso en cuerpo siete, con grabados de anatomía patológica y abundantes lágrimas de cocodrilo».
Otro escritor, Roberto Arlt, también rememora con asco el único año que trabajó para Botana, al presentarse como «uno de los cuatro encargados de la nota carnicera y truculenta, obligado testigo de cuanto crimen, robo, asalto, violación, venganza, incendio, estafa y hurto se cometía».
Pablo Neruda, en cambio, no escribe ya sobre el Botana-editor, sino sobre el Botana-anfitrión, referente obligado de las tertulias porteñas de la época. En un capítulo de su libro Confieso que he vivido, Neruda narra una aventura «cósmico-erótica» que tuvo como escenario la majestuosa quinta de Botana en Don Torcuato. Testigo privilegiado de ese encuentro amoroso a cielo abierto fue Federico García Lorca. Los dos habían sido invitados a una cena (de la que se escabulle Neruda con una dama cuyo nombre no revelará jamás, pero que muchos suponen como la poetisa Norah Lange, esposa de Oliverio Girondo) por ese hombre que Neruda retrata así: «rebelde y autodidacta, había hecho una fortuna fabulosa con un diario sensacionalista. Su casa era la encarnación de los sueños de un vibrante nuevo rico. Centenares de jaulas de faisanes de todos los colores y todos los países orillaban el camino. La biblioteca estaba cubierta sólo de libros antiquísimos que compraba por cable en las subastas de bibliógrafos europeos. Pero lo más espectacular era que el piso de esta enorme sala de lectura se revestía totalmente con pieles de pantera cosidas unas a otras hasta formar un solo y gigantescos tapiz. Supe que el hombre tenía agentes en Africa, en Asia y en el Amazonas destinados exclusivamente a recolectar pellejos de leopardos, ocelotes, gatos fenomenales, cuyos lunares estaban ahora brillando bajo mis pies en la fastuosa biblioteca. Así eran las cosas en la casa del famoso Natalio Botana, capitalista poderoso, dominador de la opinión pública de Buenos Aires».
Todos y cada uno, a su manera, mienten. Ni Borges, ni Marechal, ni Arlt ni Neruda escribieron toda la verdad sobre Botana. Lo único verdadero es el registro del sentimiento que era capaz de generar, en su momento de máximo esplendor, un personaje cuya ideología se reducía a una sola consigna: «quiero y puedo».
Es tan difícil imaginar a la orgullosa redacción de Crítica gateando en cuatro patas para recoger del piso los billetes de Botana, como al mismo Botana desparramando el contenido de la billetera a sus pies. En principio, porque allí se ganaban el salario escritores como Conrado Nalé Roxlo, Ulises Petit de Murat, los hermanos González Tuñón, Homero Manzi o César Tiempo, por citar solo algunos ejemplos. Pero también porque Botana cosechó fama de hombre generoso. Petit de Murat llegó a decir «si estoy vivo es gracias a Botana, que pagó todos los gastos de mi internación cuando estuve enfermo de tuberculosis». El jefe de redacción del diario escribió que un día llegó a su escritorio un sobre con cinco mil pesos (el equivalente al precio de un auto en esa época) solo porque a Botana le había gustado la edición de ese día. Muchos de sus redactores dieron testimonio de las periódicas amnistías de vales y adelantos que decretaba el patrón y hasta confesaron públicamente su salario: 900 pesos al mes para el cronista de menor calificación. El doble de lo que pagaba cualquier otro diario.
Sin embargo, la anécdota referida por Borges esconde algo peor: lo que significó en su vida literaria el trabajo en Crítica.
Borges fue codirector, junto a Petit de Murat, de la Revista multicolor de los sábados, nacida un 12 de setiembre de 1933 para acercar a los lectores, por el precio de 10 centavos, la producción literaria de autores hasta entonces desconocidos por el público masivo. Notas del pintor Xul Solar, de los escritores uruguayos Juan Carlos Onetti u Horacio Quiroga, relatos de Kipling, trabajos de Ezequiel Martínez Estrada o cuentos de Chesterton desfilaron por las páginas que Borges editó con pasión y dedicación. Su biógrafa, María Esther Vázquez -la misma que acusa a Botana de populachero- asegura que fue gracias a esa tarea que Borges «encontró su verdadero destino dentro de la literatura». Su compañero de entonces, Petit de Murat, fue aún más allá: «en esos dos años a Borges se lo veía feliz», escribió. Mucho tiempo después, Borges se atrevió a confesar cómo terminaron aquellos días felices. Fue el día que cumplió 35 años, cuando decidió suicidarse.
Borges cuenta que compró un revólver, una novela de Ellery Queen (El misterio de la Cruz egipcia, que ya había leído), una botella de ginebra y alquiló un cuarto en un hotel de Adrogué. Se tiró vestido en la cama, colocó el revólver en su sien y lloró. Lloró porque no tenía coraje para vivir, pero tampoco para matarse. La revelación la tuvo aquel triste 24 de agosto de 1934. Pocos días después, apareció el último número de la mítica revista de CríticaM, su revista. Allí Borges había publicado, en capítulos, uno de sus libros fundamentales: Historia universal de la infamia. Allí Borges había probado por primera y única vez la cocaína, que por entonces se vendía en las farmacias. Allí había descubierto un mundo nuevo: linotipistas, matriceros, diagramadores, cronistas callejeros, que hablan el lenguaje de sus orilleros de fantasía, pero que festejaban su humor y admiraban sus conocimientos. Allí, encontró, incluso, el impulso necesario para vivir un amor clandestino, al que le dedicó, en secreto, sus poemas. Allí, Borges, que hasta hacía poco tiempo escondía ejemplares de sus libros en los sobretodos de los críticos literarios, se había encontrado al fin con miles de lectores que comenzaban a admirarlo. ¿Quiso ese Borges suicidarse porque ese mundo lo agobiaba o porque ese mundo tenía decretado un fin? La pregunta no tiene respuesta. Solo una cosa es absolutamente verdadera: Borges dejó Crítica en setiembre de 1934. Y nadie sabe si fue él quien dijo adiós.
Marechal y Arlt, en cambio, patean el corazón mismo de Botana. Las crónicas policiales de Crítica – que él inventó, con una alquimia exquisita, escogiendo no sólo a quién, sino dictando el cómo, el cuándo y dónde- laten a un ritmo único. Es el pulso con que Botana mide la temperatura social de la Argentina, un electrocardiograma que nadie, hasta entonces, había trazado. Desde sus crónicas policiales, Crítica extiende las fronteras periodísticas hasta alcanzar a los inmigrantes, los obreros recién paridos por un país todavía pre-industrial, los marginados del modelo, los apaleados por los poderosos de turno, los excluidos. Los huele en su propio hedor, los reconoce en sus miserias y les otorga lo único que sólo él les puede dar: épica. Para narrarla, escoge la pluma de los elegidos; talentos todos de exquisita cultura que jamás se hubieran encontrado con las postales que traza la injusticia si él -el gran sabelotodo de los infiernos terrenales- no los hubiese obligado a mirar de cerca esos crímenes.
El horror de Marechal, el asco de Arlt, más que un insulto a Botana deben interpretarse como la repulsión que alcanza a toda una época y salpica a toda una elite. El jefe de redacción de Botana, Francisco Luis Llano, lo explica así: «El periodismo que nació con Crítica no era amarillo, sino escandaloso, como escandaloso fue el Watergate. Era verdadero, aunque oliera a podrido. En un medio nada impaciente por primicias y medroso de herir a tal o cual político, cualquier noticia que se aparte de estos cánones era escandalosa».
En cualquier caso, a Botana nunca le importó lo que opinaran de él. Huía de los aduladores como de la peste. Y cuando le comentaban lo que sus enemigos murmuraban a sus espaldas, daba por terminada la reunión con una frase:
-La única opinión sobre mi persona que me interesa es la del Negro Cipriano. Y no creo que sea muy buena.
Cipriano era Cipriano Arrúe, su fiel valet, lacayo o guardaespaldas. El negro que lo acompañó a la guerra en su adolescencia y lo siguió hasta Crítica, después, y al que Botana llamaba con un humillante silbato.
Neruda, por último, nos obliga a mirar a Botana con los ojos de su época. ¿Quién era ese millonario excéntrico, capaz de sentar a su mesa a dos celebridades literarias y refregarles en la cara como símbolo de riqueza no ya autos, propiedades o mujeres, sino una majestuosa y envidiable biblioteca?
Botana tenía tres Rolls Royce -uno negro, uno gris y otro celeste- una quinta con treinta dormitorios, quince salas de baño y una bodega cuyas paredes había pintado el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, durante una larga estadía que culminó cuando lo dejó plantado su mujer, la escritora Blanca Luz Brun. Tiempo después, en la dedicatoria de un libro, Blanca reveló los motivos de su deserción matrimonial. Sólo escribió: «para unos es un santo, para otros Al Capone, pero para mí será siempre mi emperador». Hablaba de Botana, por supuesto, el hombre que jamás se jactó en público de sus romances, simplemente porque en público nunca habló. Escuchó.
Todas las noches, ese mismo hombre sentaba a su mesa -redonda, porque odiaba definir con una silla la cabecera- no menos veinte personas que al menos una vez a la semana compartían su plato favorito: faisán. Los criaba en su quinta de Don Torcuato – que no era grande, sino grandiosa, como bien la definió Llano- luego de enviar a su secretario privado a la India para comprar los casales. Tras la cena -que salvo la noche dedicada a los faisanes, los comensales podían elegir a la carta, como en el mejor restaurante de la ciudad- Botana ofrecía coñac y puros. Los suyos -los que porta en cada una de las pocas fotos que lo recuerdan- no los compartía con nadie. Eran un centímetro más grandes que cualquiera y, según él mismo se jactaba, de mejor calidad que los Partagas con los que convidaba a sus invitados. Se los fabricaban especialmente en La Habana, a medida de sus caprichos y con sus iniciales.
En las paredes de la quinta de Don Torcuato, un friso de mayólicas reproducía escenas de El Quijote que él mismo había seleccionado y que había hecho copiar en Talavera de la Reina, España. Dos leones de yeso se imponían en la entrada y dos leones de sangre y garra rugían en su zoológico privado, donde también había exquisitos ejemplares de geografías lejanas. Sin embargo, de todos los habitantes de Don Torcuato, la fiera más exótica era su mujer, Salvadora Medina Onrubia de Botana, una anarquista, poeta, dramaturga, adicta al éter, el whisky caro, la magia negra y la pasión sin sexo definido, a la que jamás logró domesticar. La llamaban «la Venus roja» y había llegado a la vida de Botana en los primeros días de Crítica, con un hijo natural en los brazos (apodado Pitón) y una belleza desafiante que lo fascinó. Con ella tuvo dos hijos varones (Helvio y Jaime), pero solo logró convencerla de formalizar el matrimonio cuando nació una mujer, Georgina Nicolasa, a la que llamaban La China.
Salvadora dejó a todos en claro que nunca fue feliz con Botana y todos sus hijos hicieron saber que jamás sintieron el menor aprecio por su madre. La más dura fue La China, quien mandó una carta a un diario porteño para decirle a su madre: «Haría cualquier cosa por librar a mis hijos del clima en que nosotros crecimos, de la amargura y el asco a la vida que nos hiciste sentir desde que tuvimos uso de razón». Sin embargo, no fue esta la idea que rescató de su abuela el hijo preferido de La China. Dramaturgo y dibujante de talento, heredó de Salvadora su mordaz e incisiva visión de la vida. También esa amargura y ese asco. Se llamaba Raúl Damonte Taborda Botana, aunque todos lo conocieron por el seudónimo que le inventó su abuela: Copi.
Botana, en cambio, siempre calló. Ni siquiera cuando Pitón se pegó un tiro, a los 17 años y en Don Torcuato. Sobre el episodio hay tres versiones. La oficial, que se encargó de difundir Crítica, dice que el arma se disparó accidentalmente, mientras los hermanos Botana jugaban inocentes. Helvio, testigo del episodio, cuenta en su libro Los diente del perro que su hermano se suicidó, tras una discusión con Salvadora, en donde ésta le revela que no era hijo de Botana, sino de un prominente abogado entrerriano de apellido Pérez Colman. La secretaria privada de Salvadora, Emma Barrandeguy, da otra versión: Helvio fue quien le reveló su origen, celoso porque su padre prefería a Pitón y los hermanos se trenzaron «en un juego violento que terminó con un disparo». En cualquier caso, esta muerte quebró definitivamente el delicado equilibrio de la familia Botana y liberó a Salvadora a su suerte, que fue escasa aunque intensa. Desde entonces y hasta su fin, ocurrido en 1972, se le atribuyeron romances con hombres y mujeres y, por último, con un sacerdote de nombre Fernando Giménez, al que su hijo Helvio recuerda, con saña, haberle dicho:
-No sé si llamarlo Padre o padre.
Helvio también cita la última palabra que pronunció su madre: «odio».
Los que lo conocieron de cerca dicen que Botana tuvo otros amores: Crítica, sus hijos y la timba. En ese orden. Aunque su verdadera pasión fue la lectura. Se la inculcó -como una religión, un vicio o una condena- su madre Nicolasa Millares, una cubana, nieta de venezolanos y pariente directo de Simón Bolívar, que le enseño a leer también inglés, francés y latín y que lo obligó a internarse en un seminario uruguayo para ordenarse cura, con el que pretexto de que encontraría así más tiempo para su formación intelectual. De allí se escapó a los 16 años. Vendió la sotana para financiarse el viaje hasta Gualeguay, a donde llegó en 1904 para pelear a las órdenes de su tío abuelo, el general Basilio Muñoz. De regreso a Montevideo, se inscribió en Derecho hasta que la guerra civil que estalló en 1909 lo devolvió a la acción con el grado de teniente. Fue derrotado en Concordia y confinado en Corrientes, donde aseguran que se convirtió en mercenario, peleando para paraguayos o brasileños, según la paga. La aventura terminó cuando vendió su sable para financiarse el viaje a Buenos Aires. El mito narra que aquí se empleó como hombreador de bolsas en el puerto, aunque no llegó a levantar más que dos. A la tercera se cruzó en su vida Adolfo Berro, hijo de un ex presidente uruguayo, quien le presentó al hombre que se convirtió en su protector: Marcelino Ugarte. Un político conservador que le consiguió el primer empleo en un diario y quien, después, le facilitó los contactos para obtener el dinero necesario para fundar Crítica, el diario que popularizó el socrático lema «Dios me ha puesto sobre vuestra ciudad como a un tábano sobre el noble caballo, para picarlo y mantenerlo despierto».
Fue ese tábano el que le permitió, entre otras cosas, apoyar primero y destruir después al presidente Hipólito Yrigoyen, para quien hacía imprimir todos los días un único ejemplar con noticias falsas que alababan su mandato. El mismo tábano que un general golpista ordenó silenciar, decretando la clausura primero, y la prisión después del propio Botana, su esposa Salvadora y otros quince periodistas. El tábano que saludaba la lucha de los republicanos españoles, proclamaba a Hitler demente, difundía los artículos del rebelde Sandino y agobiaba con primicias a un lector fascinado con el fatal destino de la huerfanita de un conventillo de la Boca o la última columna de Bernard Shaw. «Nosotros le tenemos que decir al público lo que le gusta», repetía a sus redactores Botana, como un verdadero tábano que les chupaba el talento a cambio de mantenerlos con los ojos bien abiertos.
Así logró, finalmente, acumular la fortuna y el poder suficiente como para cumplir con los sueños de su madre. Compró más de mil ejemplares de incunables que acumuló en la más grande biblioteca privada de Latinoamérica y se sentó a leerlos en camisa de seda, el puro en los labios y el revólver en la cintura. Una inmensa, monumental biblioteca que hoy está -literal y trágicamente- desaparecida.
La primera muerte de Natalio Botana se produjo la tarde del 6 de agosto de 1941, en Jujuy, víctima de su omnipotencia o su soberbia. El día anterior se había escapado con un grupo de amigos al casino de Termas de Río Hondo, en la provincia de Santiago del Estero, en donde había apostado y ganado una fortuna. Al levantarse de la mesa, escuchó al groupier decir:
-No hay porqué preocuparse. En un rato vuelve a apostar todo lo que ganó.
Cuentan que entonces Botana ordenó partir, para desmentir la predicción del groupier. Señaló como destino otro casino, ubicado en las Termas de Reyes, a treinta kilómetros de la capital de la provincia de Jujuy. Por allí paseaba cuando su Rolls Royce negro se estrelló en los pilares de la ruta. El asfalto le rompió dos costillas, que él quiso que nadie toque hasta que llegara su médico personal desde Buenos Aires. Botana murió cuatro horas después. Había logrado que todos obedezcan su última, estúpida orden.
Hoy, en su envidiado despacho de la Avenida de Mayo, está sentado el comisario mayor Carlos Alberto Moyano, a cargo de la Superintendencia de la Policía Federal, actual propietaria del edificio. No es una metáfora, sino un dato de la realidad argentina, la misma que hacía estallar de melancolía a otro periodista de cuento, el gran Jacobo Timerman, fundador de la revista Primera Plana y el diario La Opinión. Fue él, nada menos él, quien me hizo notar hasta qué punto Botana era un desaparecido. Fue después de una cena en su departamento de la calle Posadas, al que había llegado con el director de cine Eduardo Mignogna, quien trabajaba en un guión sobre la vida de Botana y ansiaba conocer un editor tan macizo, polémico y legendario como él. Jacobo escuchó con interés cómo Mignogna había resuelto el más sutil y obvio acertijo escrito en Crítica: tábano era un anagrama perfecto del apellido Botana. Sin embargo, Jacobo lo desalentó. Todos, dijo esa noche, prefieren recordar la historia triste de un perdedor. Nadie, insistía, prefiere a ese Botana audaz, indomable, desafiante, cuyo único fracaso consistió en contratar un chofer torpe.
-A veces pienso: si este país se olvidó del verdadero Botana, ¿cómo creen que va a recordarme?
Descubrí la respuesta muchos años después, el día que la portada del diario Clarín anunció: «Murió el mejor editor del siglo». Con este homenaje, el periodismo moderno despedía a Jacobo. Y decretaba, definitiva, tácita y sutilmente, la segunda muerte de Natalio Botana.
Nota
Jubilados e hinchas: “No queremos que vengan a defendernos de la policía, tenemos que luchar juntos por los derechos de todos”

En vísperas a la movilización del miércoles, que promete unir a jubilados con hinchas de todos los clubes, motoqueros y distintas organizaciones (hasta de kick boxing) que se siguen sumando al ritual semanal alrededor del Congreso, las y los jubilados cuentan por qué marchan: “No es solo para defendernos a nosotros, ni solamente por la situación de la jubilación. Nosotros luchamos por todo: por el trabajo en blanco registrado, por el cuidado integral del trabajador. No es solo por los medicamentos sino por el derecho a estar sano, a que no te contaminen, a que no te roben el agua, que no se pudra la comida: por todo”.
Mientras el gobierno nacional agita la idea de que las barrabravas son violentas, ellos informan: “Los barras cuidaron a Milei cuando hizo el acto en Parque Lezama. Los que vienen son hinchas. Y los hinchas son trabajadores que tienen los mismos problemas que nosotros”.
La idea, y el trabajo de hormiga, de la unidad entre sectores que hacen de alianzas inesperadas una forma de quiebre horizontal a la sociedad, que empezará a verse este miércoles a las 16 horas.
Por Franco Ciancaglini. Foto de Nacho Yuchark
Desde hace más de un año Zulema -ex trabajadora telefónica, actual jubilada y masajista-, marcha todos los miércoles alrededor del Congreso, realizando junto a sus compañeros y compañeras el ya famoso “Semaforazo”, que empezó aprovechando los cortes de tránsito para agitar consignas de reivindicación salarial y para cambiar el sistema, y se fue desbordando, mes a mes, con el deterioro social que impulsa el gobierno de Milei, hasta tejer una trama de distintos sectores que tendrá como protagonista el próximo miércoles a una alianza inesperada: jubilados e hinchadas de fútbol.
También se sumaron motoqueros autoconvocados, y al cierre de esta nota –cuenta Zulema- se conocían las adhesiones de sindicatos de actores o de la Asociación de Kick Boxing. Entre otras.
Zulema se encuentra justo en esta semana en Villa la Angostura, atendiendo problemas familiares en la zona de donde es oriunda, y desde esa distancia y con una mirada política lúcida y sin pelos titula lo que pasará en dos días como un “miércoles de solidaridad”. “Lo de las hinchadas es increíble, y lo de los motoqueros a mí me hace recordar al 2001”, comienza conectando con ciertas revueltas y climas de época. “Me suena que va a haber un cambio fundamental con la participación de ellos: los jubilados ya no vamos a estar más solos”.
La vanguardia
“¡Justo ahora que se pone lindo!” comienza lamentándose Zulema y esa ausencia – ella que es parte creadora y fundamental del grupo Jubilados Insurgentes- merece ser suplida por una breve autoreferencia: envía un video en el que, hace exactamente un año, irrumpe en una entrevista televisiva con palabras como éstas: “Necesitamos que vengan todos a Congreso a las 3 de la tarde. Necesitamos una gran unidad, porque no podemos contar con la CGT”.
El video nunca vio la luz pero el muchacho que lo tenía filmado, pre convocatoria de este miércoles, se lo envío ahora bajo el lema: “Al fin te hicieron caso”.
Ella se ríe: “No es a mí. Es un trabajo de muchos”, dice en relación a todo el resto de jubilados organizados en distintos grupos que durante muchos años se vienen movilizando, a veces –literal- en veredas opuestas.
Cabe agregar otra autoreferencia: hace un año, también, publicamos esta tapa de MU con los jubilados y jubiladas.
A nivel hinchadas, La vanguardia la llevó Chacarita, que tras difundirse un video en el que un jubilado con una camiseta de ese club lloraba en medio de una represión, fue el primer cuadro del cual sus hinchas convocaron abiertamente a movilizarse. “Nos sorprendimos gratamente porque los que vinieron eran jubilados. Y los jóvenes de Chacarita dijeron que ellos venían para que a sus abuelos no los hagan sufrir. Fue una cosa genuina y sencilla, no eran provocadores, ni venían con discursos”.
Algoritmo vs. acciones
La presencia de hinchas de Chaca que aguantaron los gases y los palos como siempre lo hacen las y los viejos funcionó en la práctica como una mojada de oreja a otros clubes que quisieron sumarse. Y no solo otros clubes: “Me llamó una vecina que yo nunca hubiera pensado, diciendo ‘me siento conmovida’”, revela Zulema sobre personas que no militan necesariamente los colores. “Es que a la gente le conmueven las buenas acciones y sienten que el apoyo de las hinchadas a los viejos es una cosa solidaria buena: nadie piensa que van a hacer lío. Fue un primer paso”.
En tiempos donde los algoritmos y el poder digitan el movimiento de odios y negatividades, el contagio de las buenas acciones del que habla Zulema tal vez sea otra de las fórmulas más políticas para cambiar el presente. Buenas acciones que no implican solo ayudar a los viejos en el sentido literal: en esta entrevista Zulema resume el contenido de la marcha de este miércoles, su relación transversal con los problemas de la sociedad toda, y deja definiciones dignas no de una pobre abuelita (ellos dicen: “no somos viejos meados”) sino de las personas que encabezan una forma de luchar y proyectar futuro. Porque como dijeron en la última nota de MU que les hicimos:
-Aunque estemos grandes, nosotras también tenemos sueños y tenemos tenemos esperanzas.
El aguante
¿Por qué marcharán este miércoles hinchadas y jubilados?
Nosotros siempre dijimos que el tema de los jubilados está íntimamente ligado al deterioro de los trabajadores activos, que están cada vez más precarizados, y no se van a poder jubilar porque está desfinanciando al sistema jubilatorio. Además de que no se van a poder jubilar, es una situación de deterioro general: el derecho al salario y al derecho a la jubilación están unidos. No hay derecho a medias, no es que vos podés tener medio derecho: revindicamos el derecho completo.
¿Cómo relacionar esos derechos de sectores distintos?
Cuando vos te jubilás por moratoria, algunos sí y a otros no, tenés que pasar un filtro: eso no es un derecho. El derecho tiene que ser una cosa completa a la cual accedés por haber trabajado toda tu vida. No sos empresario, no sos latifundista, viviste de tu trabajo: revindicamos eso. Por esa razón tenés derecho a que cuando cumplís la edad, tengas el derecho. No es un gasto para el Estado, es un pase de manos de divisas, es la clase trabajadora que se autosustenta. Nosotros luchamos por todo: por el trabajo en blanco registrado, por el cuidado integral del trabajador. No solo por los medicamentos, sino por el derecho a estar sano, a que no te contaminen, a que no te roben el agua, que no se pudra la comida: por todo. Por cosas que ni siquiera se puede resolver con dinero… Hay gente que no tiene dónde vivir, y la Canasta Básica no contempla el alquiler. Luchamos también, -como la Constitución dice- por el derecho a la vivienda. Por eso nos tenemos que ni unir para ponernos de acuerdo en qué país queremos y un plan de lucha hasta dónde queremos llegar y transformar la realidad nosotros mismos, porque somos las únicas personas que tenemos derechos.
Ustedes, militantes desde jóvenes, siempre pensaron en que se puede cambiar el mundo…
Lo seguimos pensando, incluso lo discutimos a raíz del volantito (que repartirán el miércoles) por la llegada de las hinchadas. Y algunos compañeros decían: no queremos que vengan a defendernos de la policía. Nosotros venimos resistiendo y no nos asusta, el tema es que nos apoyen en los reclamos, en un proyecto de país que sea beneficioso para todos. No queremos que vivir sea para una clase parasitaria a costa de los trabajadores.
¿Tuvieron contacto con representantes de hinchadas o de motoqueros, o es una relación por construir?
No tenemos mucha conexión. Fuimos a muchos conflictos planteando lo mismo, pero parece que el tema de la unidad para luchar juntos tiene otra maduración. Nosotros planteamos que la unidad tiene que ser una organización donde nadie quiera llevar al otro de las narices. Tiene que ser un plan que responda a las necesidades de todos los sectores. Y el plan de lucha que sea lo que estamos dispuestos a hacer todos. Que nadie se arrogue la representatividad, que no te manipulen, tiene que ser unidad en serio: si eso pasa, sería como un parlamento obrero, no necesitamos ni al Congreso. Queremos que los trabajadores decidan.
Eso pareciera que sí está un poquito más lejos…
Pero apunta para ese lado. Sabemos que vamos paso a paso. Por ejemplo, los motoqueros no tienen un lugar donde se reúnen, no sabemos cómo hacen. Porque nunca vinieron tampoco, nosotros sí hemos ido donde la gente luchaba. Ahora vamos a tener la posibilidad de quedar más relacionados.
¿Cómo se puede hacer más duradera estas alianzas, más allá del miércoles?
Del miércoles tenemos que salir sabiendo a dónde va un trabajador que tiene dificultades, que tenga a dónde ir; un lugar donde estén todas las organizaciones de trabajadores para articular un plan de lucha. No parecía que los jubilados tuviéramos esa atracción, ahora pinta distinto: no sabemos a dónde va a llegar, pero es interesante este momento. A diferencia de las hinchadas, las organizaciones a veces te vienen a conversar con un discurso que sabes de memoria, pero las hinchadas son trabajadores que tienen las mismas problemáticas. Y también el lugar que está dejando la CGT, lo están llenando. Porque después la CGT hace un paro y lo negocian ellos, y te dejan a gamba. Tener un espacio nuestro que tengamos decisión de que hacer es mucho más digno y duradero.
En este momento, Patricia Bullirch está preparando el operativo de seguridad. Hoy más temprano planteó la relación de las barrabravas como sectores violentos, para desacreditar lo que se está gestando. ¿Cómo se le contesta?
Son capaces de traerse algún tanque. Si la semana pasada éramos 500 y pusieron 1.000 policías, ahora no sé. Estaba la Prefectura, la Federal, la de la Ciudad… faltan los tanques de guerra, los soldados, la artillería. Pero nosotros sabemos que si hay mucha gente hay menos posibilidades de represión, ya lo vimos en la Marcha Universitaria… Entonces yo confío en que si somos tantos, se van a quedar en el molde. Pero vienen cebados, la semana pasada agarraron a algunos hinchas para decir que los que no son jubilados vienen a hacer lío. Pero no es así. Ellos quieren asociarnos a los barrabravas, pero nos dimos cuenta que no tienen nada que ver con los que vinieron, que son hinchas: los barras cuidaron a Milei cuando hizo el acto en Parque Lezama. Los hinchas son autoconvocados, y la verdad que estuvieron tranquilos y resistieron como resistimos nosotros. Ojalá que sea lo mismo. Y que sea un quiebre.
Nota
Continúa el destierro mapuche: Desalojan a otra comunidad para favorecer a un empresario forestal

La lof Quemquemtrew, en Cuesta del Ternero, El Bolsón, fue desalojada tras la denuncia del empresario Rocco, que ocupa esas tierras fiscales y goza de impunidad judicial, con aval político. El fallo que da la razón a la comunidad, versus las presiones que reconoció la fiscalía local a la comunidad mapuche. El testimonio de sus integrantes, y la relación con los recientes incendios. La voz de la abogada que desmiente las relaciones con la RAM y el «circo» montado para justificar el despojo con argumentos racistas. El post del gobernador Weretilneck, alineado a la bajada de Nación, y las amenazas a los pobladores locales. Una de terror que sucede en la Patagonia, donde las comunidades originarias se encuentran sin ley y sin derechos, y con cada vez menos territorios. «Vamos a presentar una medida cautelar para volver a nuestro territorio lo antes posible”.
Por Francisco Pandolfi
El 10 de diciembre pasado, Javier Milei derogó la ley de Emergencia Territorial Indígena dando así vía libre a los desalojos de las comunidades originarias y allanando el terreno para el destierro, sobre todo del pueblo mapuche y sobre todo en la Patagonia. Ayer, el Gobierno de Río Negro, mediante un despliegue de más de 150 agentes de la Policía provincial, dio un nuevo paso en ese sentido: desalojó de sus tierras a la comunidad Quemquemtrew, en el paraje Cuesta del Ternero, El Bolsón.
El operativo se realizó por orden judicial tras una denuncia del empresario forestal Rolando Rocco, que ocupa esas tierras fiscales desde hace años, gozando de beneficios tanto por parte del Ejecutivo como de la Justicia. En noviembre de 2021, dos empleados de Rocco atacaron a la comunidad y asesinaron a Elías Garay e hirieron de gravedad a Gonzalo Cabrera, dos de sus integrantes.
La voz de la comunidad
Romina Jones es integrante del lof Quemquemtrew, pero no habla con lavaca desde ahí. “Nos dejaron sin nada”, comienza.
¿Qué hay detrás de este despojo?
Los intereses de un empresario forestal, Rolando Rocco, a quien la provincia prácticamente le regaló más de 2500 hectáreas en Cuesta del Ternero, en un proceso de muchísimas irregularidades. A un fiscalero (quien ocupa tierras fiscales) se lo obliga a vivir en el lugar, pero él vive incluso en otra provincia (Chubut); a un fiscalero se le otorga un terreno único, pero a él le dieron diferentes porciones de la Cuesta, un montón de parcelas. A un fiscalero también se le exige que tenga buena relación con sus vecinos, pero él tiene denuncias de varios por amenazarlos con armas de fuego y armas blancas. Y ni hablar que él fue quien contrató a las dos personas que entraron al territorio a matar a Elías (Garay, asesinado en noviembre de 2021). La Justicia lo eximió, pero la vinculación es evidente, no sólo por sus amenazas previas de que lo iba a hacer, sino que su abogado es el mismo que defiende a uno de los asesinos de Elías. En ese crimen también estuvo involucrado el Ministerio Público Fiscal y el Ministerio de Seguridad provincial, ya que los autores materiales eludieron, portando armas de fuego, varios retenes policiales, en un momento donde nadie podía pasar. Hubo una cadena de responsabilidades que nadie las paga, como las hay ahora también con el desalojo de ayer. Hicimos varios reclamos a la Dirección de Tierra de Río Negro, pero es un organismo que ha venido regalando grandes extensiones a distintos empresarios, como es el caso de Joe lewis (el magnate británico que tiene la llave de Lago Escondido). Nosotros teníamos todas las de ganar, pero sin embargo nos desalojaron.
¿Por qué tenían todas las de ganar?
Porque estamos en territorio mapuche y eso fue reconocido por la jueza Romina Martini en la sentencia del juicio. Habló de nuestra ancestralidad, nos reconoció como comunidad mapuche, el derecho a reagruparnos, la necesidad de desarrollar la espiritualidad, pero ni eso alcanzó. El fallo que ordena el desalojo es una gran ironía, que se explica por los aprietes que hay hacia el Poder Judicial, que no es autónomo, sino que se inclina según las presiones políticas. Desde la propia fiscalía nos reconocieron las presiones del gobernador y de su partido Juntos Somos Río Negro.
Circo y mentiras
Andrea Raile integra la Liga Argentina por los Derechos Humanos y es la abogada que representa a la comunidad Quemquemtrew. Dice que le gustaría que algo quede bien claro: “Tiene que dejar de hablarse de desalojo porque aunque la sentencia de la jueza sí ordenó la desocupación del predio, lo que hizo la lof fue un cumplimiento voluntario de la sentencia”. Se pregunta y se responde: “¿Qué significa esto? Significa que tanto el operativo que hizo ayer la provincia de Río Negro llevando tantos policías, así como sus discursos que hablan de una vinculación con la RAM, es todo circo y pura mentira. No hay ninguna vinculación con la RAM y lo único que encontraron en la comunidad fueron banderas mapuche y cartelería de Eíias Garay, recordando su asesinato”.
El gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, ayer hizo una publicación en sus redes sociales en la que se jacta del magnífico operativo (cuando ya sabían que no habría nadie) y endilga a la comunidad de violenta y desobediencia judicial, así como de ser un sector radicalizado “que pretende imponer sus propios términos, desafiando al Estado y a la Justicia”.
Andrea tiene muchísima bronca. Dice que la provincia siempre se escuda en un privado, pero es la que “tiene que dar la cara, porque es la dueña de la propiedad de la tierra”. Y aclara: “Esta comunidad siempre estuvo abierta al diálogo, aún después de que entraran en la comunidad y asesinaran a uno de sus integrantes, burlando dos retenes policiales. Lof Quemquemtrew siempre estuvo a derecho y cuando quedó firme la sentencia, la comunidad la cumplió y dejó su tierra, sin violencia. El circo que hicieron ayer no sé quién lo pagará, no era necesario”.
Patagonia en venta
El desalojo de ayer se da en un contexto de persecución general al pueblo mapuche. A principios de este año el gobierno provincial desalojó a la comunidad Paillako; hace dos semanas comenzó el juicio a lof Lafken Winkul Mapu; todo en medio de monumentales incendios que desde el poder político buscaron culpabilizar al pueblo ancestral:
Romina Jones cuenta lo que percibe que sucede en la Patagonia: “Se están vendiendo todos los recursos naturales que todavía existen, a capitales extranjeros israelitas, cataríes, yanquis, a los amigos del poder. Y se va contra quienes defendemos estos bienes, sean del pueblo mapuche o no. Hace un mes, en el incendio de Mallín Ahogado, detuvieron a brigadistas a partir de mentiras, ensuciándolos, diciendo que en vez de apagar los incendios los prendían. Hoy sale a la luz, a punto de empezar las clases, que una escuela arranca con cuatro hectáreas menos en su predio, por habérselo vendido a terceros. El empresario Rocco tiene una plantación de pino, y justamente el pino es uno de los factores de incendios, porque además de secar la tierra, al prenderse el lugar se expande la pinocha, que vuela y genera distintos focos en poco tiempo. Entonces, el trasfondo de todo es la entrega de la tierra y para eso valen todos los hostigamientos, vale toda la campaña mediática que nos tilda de terroristas e incendiarios. Y esto se está extendiendo a cualquiera que nos acompañe”.
Romper el silencio
Daniela tiene 32 años y desde hace seis que se mudó de Buenos Aires a la Comarca Andina. Es productora hortícola y vive en Mallín Ahogado, paraje rural de El Bolsón. Integra la red de apoyo al lof Quemquemtrew. Daniela, anteayer, no dio más, y necesitó decir. Escribió un comunicado, en el que denunció:
“Cómo es de público conocimiento, hoy jueves 6 de marzo 2025, durante la mañana se llevó adelante el nefasto operativo de desalojo en dicha Lof. Hoy también, alrededor de las 12hs, mientras el ministro de seguridad de la provincia (Daniel Jara) y el jefe de la policía de Río Negro (Daniel Bertazzo) daban una conferencia de prensa en la Comisaría N°12, se presentaron frente a la casa donde vivo junto a una amiga, un móvil y una 4×4, ambos de la policía de Río Negro. Desde hace un mes, en distintos momentos, venimos siendo amedrentadas por la policía. Empezó el 6 de febrero, cuando agentes subidos en tres motos señalaron nuestra casa desde el camino”.
Horas después, Daniela habla con lavaca: “Desde que fue el desalojo a la comunidad Paillako, en el Parque Nacional Los Alerces, comenzó una campaña mediática acusando al pueblo mapuche de terrorista. Empezaron los incendios en Epuyén (noroeste de Chubut) e inmediatamente militarizaron la Cuesta del Ternero, donde está el territorio del Lof Quemquemtrew. Luego se prendió fuego Mallín y la solidaridad que empezó a gestarse entre la comunidad fue impresionante, para gestionar donaciones, armado de viandas. Eso molesta mucho al poder, lo pone en jaque, así que en respuesta arrancó una embestida de medios de comunicación demonizándonos, se escrachó a gente que estaba ayudando a apagar el fuego para generar pánico y divisiones, que detonó en detenciones al voleo y una patota (de Joe Lewis) golpeándonos a quienes reclamábamos por las liberaciones. Ese circo que se armaba era alrededor de un montón de vecinos de a pie que pedían el linchamiento y la muerte de todos los que estábamos ahí. Desde ese día empiezo a notar el hostigamiento policial hacia mí y a otras personas”.
¿Qué tipo de hostigamiento?
Al día siguiente, tres motos de las fuerzas especiales de la Policía rionegrina se apostaron frente a mi casa a señalarla. Yo estaba adentro. Me asusté, me paralicé; sabía que no era algo individual, sino un un mensaje para el conjunto. Para resguardarme, decidí apagar el celular, y a los diez días aproximadamente se me prendió. Estaba muy caliente y tenía la fecha cambiada: decía 24 de marzo, una fecha lo suficientemente sugerente para nuestro país. Una semana después, volviendo a mi casa una noche, me apuntaron con un láser hasta que me perdieron de vista. Y ayer fue el detonante, tras el desalojo de la comunidad, el apostarse en la puerta de mi casa. Primero le resté importancia, pero después uní todo y decidí salir a hablar, y en las próximas horas presentar un hábeas corpus para averiguar qué pasa, qué están haciendo realmente conmigo y por qué merodean mi casa”.
Cuando le pregunto a Daniela cómo está, cómo se siente, su primera respuesta es en llanto. Y después le sale la voz, un poco entrecortada pero le sale, porque decidió decir: “Tengo mucha bronca, mucha impotencia y si estoy así de mal es por mi vieja, que vive en Buenos Aires; ella fue presa en la dictadura, estuvo un año y tres meses detenida en Chaco y todavía no he podido contarle la situación para no asustarla. El llanto, en realidad, es porque no sé cómo abordar la situación con mi mamá. Pero otra enseñanza que nos dejó el periodo de la dictadura es que hay que decir, que si me llega a pasar algo, se sepa el por qué”.
Quemquemtrew, en mapudungún, significa el sonido que se produce con la corriente de un río y las piedras. Romina Jones, integrante de la comunidad, adelanta que presentarán una medida cautelar en resguardo al sitio ceremonial y al rewe (sitio sagrado) y para que la machi (guía sanadora y espiritual) pueda volver al territorio: “Como pueblo originario lo que reclamamos es recuperar nuestros sitios ceremoniales, que son de suma importancia para nuestro físico, para lo espiritual, lo emocional. Entendemos que gran parte de la sociedad no llega a comprenderlo, porque hay un trabajo muy fino del discurso oficial, con expresiones racistas de distintos gobiernos, que reforzado por los medios hegemónicos da como resultado que no haya ni un pequeño interés en nuestra cosmovisión, al punto de banalizarla. Pero quienes menos respeto nos tienen son los que toman las decisiones, y que en realidad están obligados a proteger nuestras creencias, como lo establece la Constitución Nacional. Porque si bien hay leyes que protegían nuestros derechos y que Javier Milei ha derogado, siguen vigentes la Constitución y varios convenios internacionales que nos amparan. Vamos a presionar, porque el objetivo es claro: volver a nuestro territorio lo antes posible”.
Nota
Alerta Lugano: a espaldas de la comunidad, AUSA y el GCBA avanzan con el Máster Plan

La obra que pretende modificar al barrio sin ningún beneficio vecinal, para colocar entre otras cosas un nuevo peaje, se estima que acabará con 70 mil metros cuadrados de espacio verde. Ayer la empresa concesionaria de la autopista Dellepiane comenzó con la tala, pese a que se había pactado una “mesa de trabajo” previo al inicio de las obras, que la comunidad rechaza. La voz de las y los vecinos, el silencio del gobierno porteño y la postura de AUSA: no dar entrevistas “en on”. Hoy por la tarde el barrio se autoconvoca a una ceremonia de reflexión y concientización: 18.30, en Cañada de Gómez y Riestra.
Por Francisco Pandolfi
Ni el gobierno porteño ni la empresa AUSA (Autopistas Urbanas Sociedad Anónima) cumplieron lo que habían prometido: ayer, con la luz verde del Gobierno de la Ciudad, la empresa concesionaria de la Autopista Dellepiane empezó con la tala indiscriminada de árboles, incumpliendo la promesa de no comenzar la obra del Máster Plan Autopista Dellepiane hasta iniciar una mesa de trabajo conjunta con las y los vecinos autoconvocados de Lugano, que la vienen exigiendo desde noviembre pasado.
Silencios y engaños
El pedido de diálogo primero fue en una audiencia pública. Ante el silencio como respuesta, se exigió por escrito un pedido de información pública a AUSA, a APRA (Agencia de Protección Ambiental), al Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño. No hubo ninguna respuesta hasta el pasado jueves 20 de febrero, cuando en una reunión en la Junta Histórica de Lugano, el Gobierno de la Ciudad se comprometió a iniciar las mesas de trabajo previo al inicio de la obra. Los representantes gubernamentales en la reunión fueron Facundo Echeverría, de la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano de la Ciudad, y Jorge Fiorentino, asesor de la secretaría de Ambiente y Espacios Arbolados. “La obra empezó y de las mesas de trabajo no hubo noticias, hasta que hoy vinieron y arrasaron con los primeros siete árboles”, denuncia la comunidad.
Desde AUSA, la semana pasada habían informado que hoy harían la extracción y posterior trasplante de cuatro especies (dos ceibos y dos aguaribay) en Dellepiane Sur, pero el accionar fue otro: no hubo trasplante, sino tala directa, tanto en Dellepiane Sur como en Dellepiane Norte.
Sin beneficios
En esta nota publicada la semana pasada (https://lavaca.org/actualidad/lugano-resiste-al-master-plan-que-quiere-imponer-macri/), contamos los pormenores de una obra que modificará al barrio sin ningún beneficio vecinal, y de la que no está enterada (como figura por ley) la mayoría de los frentistas a la Dellepiane. Allí, a metros de la General Paz, el gobierno porteño pretende colocar un nuevo peaje, a sólo 4 kilómetros del ya existente en avenida Lacarra.
El “Máster Plan Autopista Parque Dellepiane” se emplazará sobre la traza de la autopista Dellepiane, desde el cruce de la avenida General Paz hasta el Peaje de Lacarra, y abarcará 4,6 km. La comunidad afirma que en ese tramo se talarán cientos de árboles, entre los cuales hay álamos, ceibos, ombúes, aguaribay, algunos de más de 100 años, que ahora están marcados con una cruz, como señal de la muerte anunciada. Dice Silvina Cammarotta, vecina: “Según un ingeniero de AUSA, 121 árboles los van a arrasar con una máquina y triturar, hasta convertirlos en aserrín”.
El rediseño de la autopista incorporará dos carrilles exclusivos para metrobús y la terminación de las colectoras, por lo que se eliminarán de cada lado diez metros de espacio verde. Dice Néstor Muñoz, vecino de Villa Lugano: “El Gobierno de la Ciudad presentó esta obra de modernización de la autopista para poder cobrar un nuevo peaje, y para hacerlo, la ley obliga que cada camino con peaje debe tener un camino alternativo. La ampliación de las colectoras significa más asfalto, y la destrucción de 70 mil metros cuadrados de espacio verde”.
Policías y más policías
A sabiendas de la extracción que devino en tala, los vecinos autoconvocados fuera de toda bandera partidaria, se convocaron este miércoles a las 6 de la mañana, de manera pacífica, para registrar los movimientos de la empresa. Presagiaban que podía pasar lo que finalmente ocurrió: el aniquilamiento de los árboles. Cuando arribaron –todavía de noche–, ya había una camioneta de la Policía de Ciudad esperándolos. Luego llegó otra. Y luego otra. Y luego una más. 12 agentes uniformados y otros de civil se apostaron frente a la autopista, para garantizar que se llevara a cabo la tala, sin inconvenientes.
Enzo es frentista de la Dellepiane. Le dicen el Tano. Mira la situación, con una docena de efectivos de un lado, con máquinas del otro. Y dice: “Es lamentable que destruyan, en vez de construir”.
Recurso de amparo
Hace dos semanas, los vecinos y vecinas de Villa Lugano presentaron un amparo solicitando que el Gobierno porteño y AUSA detuvieran la obra hasta que se iniciaran las mesas de trabajo conjuntas. El amparo cuenta con el patrocinio del Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad de Buenos Aires y lo presentó la Defensora Oficial, Giselle Furlong Pader, que exigió convocar a un proceso participativo institucional y vinculante, previo al desarrollo de la primera etapa de la obra.
Eso ya no se cumplió.
La Defensoría también exhortó a que el gobierno porteño convoque a una audiencia “para facilitar el diálogo entre las distintas partes del proceso judicial”. Y solicita suspender la extracción de los árboles hasta que no se dé cumplimiento “con la obligación de brindar información pública y se otorgue la debida participación en asuntos ambientales”.
Esto tampoco se cumplió.

Qué democracia
Silvina tiene una angustia que se le nota en los ojos. Y en la voz: “Nos mintieron en todo y en la cara. No hicieron nada de lo que dijeron. Talaron en vez de trasplantar; dejaron los troncos al ras. Vamos a hacer una denuncia penal. Llamamos a Facundo Echeverría, de Vínculo Ciudadano de la Ciudad y nos re boludeó; dijo que la obra se iba a hacer igual y que nosotros éramos unos subversivos. Siento mucha impotencia, dolor, un nudo en el pecho, se manejan con muchísima impunidad. Hicimos todo lo que había que hacer, sin violencia, buscando todos los canales de diálogo y nada. No parece un gobierno democrático, sino una tiranía”.
Néstor: “Seguiremos exigiendo al gobierno un plan integral de ciudad, donde se contemplen espacios verdes necesarios de mantener. Internacionalmente se busca que las ciudades tengan un 12% por ciento de espacios verdes, y nosotros con suerte pasamos los 6. Nosotros no tomamos un camino de violencia para reclamar, pero en cambio, la violencia la está generando este gobierno, vallando los caminos, no conformando las mesas de trabajo y ahora talando los árboles. El artículo 1 de la Constitución lo dice muy claro, y parece que este gobierno no lo sabe: el sistema que desarrollemos en la Ciudad de Buenos Aires debe ser democrativo y participativo”
Cecilia, también vecina: “Esperamos que el Jefe de Gobierno, Jorge Macri, entre en razón; lo que hicieron hoy es de sinvergüenzas. Hoy se llevaron puestos siete árboles. Hoy asesinaron siete árboles”.
Que en esta nota hablen sólo vecinas y vecinos tiene un por qué. O dos, en realidad. Comunicarse a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano es una tarea titánica, que no da resultado. Nadie atiende.
Con AUSA la cosa es distinta, aunque parecida: el prensa de la empresa le dice a lavaca que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.
Los vecindad organizada sigue en pie y para mañana jueves por la tarde (18.30, en Cañada de Gómez y Riestra) convoca a una ceremonia de reflexión y concientización ante el ombú centenario de Lugano. Es una más de las decenas de movidas que la comunidad viene haciendo desde noviembre, cuando se enteró del Máster Plan. Como la convocatoria casa por casa a los frentistas desinformados; como la repartición de volantes en los corsos de carnaval; como la juntada de firmas en los centros comerciales; como las innumerables reuniones presenciales y virtuales para organizarse; y hasta la creación de dos ideas fuera de lo común, pero bien dentro de lo comunitario: una cumbia que cuenta y canta la problemática (subir video) y un concurso donde se premiará (con una semana en San Clemente del Tuyú, gracias a una vecina que prestará su casa) a la pancarta más llamativa y original. Hay una en donde vuelan dólares, con el lema “Una obra que de verde, sólo tiene los billetes”; otra que muestra una topadora llevándose puesta un árbol; y hay otra que es una cartulina celeste, con letras rojas y negras, que dice:
No hay peor
Jorge Macri
que el que
no quiere ver.

Silvina y Néstor, dos de los guardianes de los árboles. / Foto: Elena Gorocito.
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