#NiUnaMás
Entrevista a la madre de María Julieta Riera: las pruebas de un femicidio y los beneficios a un hijo del poder
María Julieta Riera murió tras caer de un octavo piso en Paraná, Entre Ríos. La familia sospecha de su pareja, hijo de una funcionaria judicial de Entre Ríos, y según la reconstrucción del fiscal ella tenía marcas de haberse defendido. Tras estar 4 meses preso, el joven fue beneficiado con la prisión domiciliaria. «Por más dolorosa que sea, necesitamos saber la verdad», asegura la madre de Julieta, Ana, en esta entrevista en la que recuerda a su hija y analiza cómo lograr justicia desde la calle en una ciudad que clama justicia también por Fátima Acevedo: «Julieta iba a las marchas por Fátima: uno escucha los casos y nunca te imaginás que te vaya a tocar a vos».
Por Lucrecia Raimondi
“Te amamos. No te olvidamos ni te vamos a olvidar nunca. Estás siempre presente con nosotros. Y donde estés ilumina con tu luz”.
Esas palabras le dedicó Ana Brugo a su hija María Julieta Riera.
El domingo 6 de septiembre hubiera cumplido 25 años. Ana cuenta que se juntaron en familia para recordarla con mucho amor: “Le preparamos una torta y le cantamos al cielo su feliz cumple”.
La violencia machista le arrebató la vida. Según la reconstrucción del fiscal, María Julieta fue empujada desde un octavo piso por su ex pareja, José Julián Crhiste, en la madrugada del 30 de abril. El hombre intentó hacer pasar el hecho como producto de un accidente.
Christe estuvo cuatro meses detenido. Hasta la semana pasada cuando la Justicia aceptó el beneficio de la prisión domiciliaria, a cumplir por 60 días con una tobillera electrónica en la casa de su madre, una ex camarista de Entre Ríos. La familia recibió esta noticia con dolor y tristeza: “Él tendrá su derecho, pero a mí no me cabe la menor duda, porque soy su mamá, que no fue un accidente. Ella tenía muchos proyectos”.
El beneficio procesal dispuesto por la vocal de Apelaciones Carolina Castagno abrió la puerta para que la defensa del femicida de Fátima Acevedo, encontrada en Paraná el 8 de marzo después de estar una semana desaparecida, también solicite la prisión domiciliaria. El defensor oficial de Jorge Martínez analiza el fallo de Christe como precedente para su representado. El acusado de asesinar a Fátima cumple prisión preventiva en la Unidad Penal Nº1 de Paraná, la misma donde estuvo detenido Christe. “Hemos planteado los mismos argumentos, el argumento principal es que todavía no ha sido condenado y estamos hablando de una persona inocente, a veces, cuesta pensarlo pero, técnicamente, es así”, aseveró el defensor de Martínez, Jorge Sueldo, al medio local La Calle sobre pedir la morigeración de la prisión a partir de la resolución de Castagno en relación a Julián Christe.
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¿Quién es Julieta Riera?
Sus familiares cuentan que Julieta era “sensible, solidaria, buena persona”. Iba a la casa de su mamá y con sus dos hermanos menores hacían las tareas de la casa. Todos los días iba a la casa de su abuela, enferma de diabetes, para ayudarla a bañarse, cambiarse y a mantener la casa. Quería terminar las materias del secundario para el año que viene empezar la carrera de abogacía. Cuenta su mamá: “El año pasado había empezado de nuevo el secundario, estaba terminando sus materias del colegio para continuar con abogacía. Tenía un proyecto armado para su vida: hacer a full las materias que le quedaban y ponerle onda con todo para el año que viene empezar la carrera. Ella quería luchar por los derechos de las personas y de los niños. Era muy justiciera. Le gusta mucho la abogacía en ese sentido”.
Su madre habla en presente. Y remarca que Julieta tenía proyectos, planes, sueños a largo plazo. “Le encantaban los elefantes, amaba los animales, los rescataba”, sigue. Ahora Ana cuida a Mía, la gatita que Julieta rescató de la calle y con la que sale en las fotos con las que se pide justicia. “Mirá como son los animales que cuando falleció Juli la gatita se vino a los pies de mi cama y estuvo tres días sin comer, ni levantarse, ni nada”. Ana cuenta la anécdota de que les habían regalado un pajarito que estaba en una jaula y Julieta no podía verlo así, encerrado: “Ella decía que los animales tenían que estar en libertad. Abrió la jaula y el pajarito voló”.
Ana es maestra de primer grado. Al proceso pandémico de adaptarse al teletrabajo y la educación a distancia, se sumó el duelo de perder a una hija por femicidio. “Mi hija participó de las marchas pidiendo justicia por Fátima, la chica que mataron en Paraná antes que a Julieta. Uno escucha los casos y nunca te imaginás que te vaya a tocar a vos, es tremendo – relata Ana – Siempre digo que la vida nos prepara primero para que se vayan nuestros abuelos, después nuestros padres. Nunca para que se te vaya un hijo antes que vos y menos en un caso de violencia tan terrible como le pasó Juli. Creo que como madre, es inexplicable. Hay días que yo me despierto y no puedo entender que nos pasó esto”.
Por gestión de la fiscalía a cargo de Ignacio Aramberry, Ana y su familia están con tratamiento psicológico. Se siente acompañada por sus compañeras de trabajo y sus amistades, de quienes recibe apoyo constante. Son una familia católica muy creyente y Ana cuenta que rezar le da fuerzas: “Ponerme en manos de Dios me ayuda muchísimo en todo momento, cuando estoy mal prendo una velita y rezo, enseguida como que aparece la fuerza. También cuando me siento muy triste llamo a mis nietos, miro a mis hijos que están acá. Y por supuesto mis amigos y familia que me llaman, están cerca siempre”.
¿Qué pedís cuando rezas por Julieta?
Pido por su alma, que esté en paz, que sane su almita. Que vaya con los seres de luz, que se deje cuidar por los ángeles. Que nosotros acá vamos a estar bien, que vamos a hacer justicia por ella. Que la ame, la amo y la amaré toda mi vida. Que algún día nos volveremos a ver pero que esté ahora en paz, que vaya con los ángeles. Y le pido protección a la Virgen para que nos cuide, a mis hijos, a mis padres, a mis hermanos y mis sobrinos, porque esto nos descolocó, nos afectó a todos.
¿Qué cambió como familia?
Sentimos dolor, tristeza y angustia. Pero cuando hablamos con mis hijos sentimos que tenemos que aprender de los errores, tenemos nosotros ahora la posibilidad de revertir que si les pasa algo poder hablarlo. Juli callaba mucho, era muy introvertida, muy tímida. Aprender de los errores en ese sentido de tener más diálogo, hablar las cosas, de qué gusta, que no gusta, si les pasa o no algo. No cometer el error de callarse.
La pandemia invisible
Julieta conoció a Christe por amigos en común, y convivían hacía un año y medio. A su familia le contaba muy poco de su vida privada; casi siempre era sobre qué comían o a dónde salían a pasear. Ana percibió que su hija cambió: “Ella tenía muchos amigos, era muy amiguera. Pero se juntó con este chico y como que se aisló de sus amigos. Al principio de nosotros también nos comunicábamos solo por mensajes”.
¿Qué decía Julieta de Christe?
Que él estaba muy solo, que ella era lo único que él tenía. Obviamente ella lo quería muchísimo. Pero yo como madre, por lo que hablábamos, veía que estaba queriendo poner fin a la relación.
¿Qué actitud tenía Christe?
Él la dejaba en casa y después la venía a buscar. Yo lo saludaba en la puerta. Ella lo invitó varias veces pero nunca entró. Al departamento de ellos nunca fui, ella venía a comer a mi casa sola, sin él. Y a la casa de la mamá de él a ella no le gustaba ir porque era diferente, decía que no era su casa, no eran sus cosas, que se sentía encerrada. Acá tenía más libertad si quería comer algo o tomar un mate lo agarraba.
¿Julieta cambió su actitud cuando empezó a salir con Christe?
Si, empezó a aislarse, retrotraerse. O por ejemplo tenia marcas. Es cierto que ella no veía muy bien, tenía mucho aumento en los anteojos. Pero una vez le pregunté porque tenía unas marcas en las muñecas y dijo que se había caído de la moto en el campo. Mi mamá le preguntaba y ella decía que no veía bien, que se chocaba con las cosas. Y como no veía bien yo lo entendí así.
¿Notaste que podía sufrir violencia?
Ella hablaba muy poquito de su relación con él. Era muy tímida y como dice mi psicóloga no debe haber sido fácil para ella poder decir lo que le pasaba, que la maltrataba. Y yo no la veía triste o mal como para decir que le estaba pasando algo porque estaba siempre bien, con una sonrisa, contenta, positiva. Creo que ella pensaría que la situación que estaba viviendo iba a cambiar.
¿Porque pensás que no fue un accidente?
Ella tenía muchas ilusiones y expectativas puestas en el año que viene. Este año estaba poniendo todo para terminar el colegio. Estaba con tantas expectativas y tantas ganas de revertir cuestiones. Ella sentía que había perdido mucho tiempo por no terminar las materias, estaba a full con todo, contenta porque le iba bien. Una persona con esas ganas de vivir no piensa en esas cosas.
¿Crees que él la mató intencionalmente?
Sinceramente, no sabría qué pasó por su cabeza. Tampoco sé qué pasó esa noche. Obviamente me gustaría saberlo como madre, y lo voy a saber en algún momento. Pero no me parece normal que si fue un accidente no pidió ayuda, se fue a la casa de su mamá que vive en el centro y en el camino está lleno de policías. Cualquier persona se desespera, pide auxilio a los gritos, sale corriendo a pedir ayuda. Actuó de una manera muy fría, con poca empatía, desinteresado con la situación.
La investigación
El fiscal Aramberry presentó al juez de garantías Mauricio Mayer los resultados de la autopsia: según la reconstrucción Julieta sufrió maltrato físico y falleció por los golpes al caer de un balcón a 19 metros de altura. En la primera audiencia de instrucción, el representante del Ministerio Público Fiscal relató: “Jorge Julián Christe le dio muerte a su pareja María Julieta Riera, con quien convivía en un vínculo caracterizado por la violencia de género, habiéndola sometido a maltrato físico, agresiones sexuales, daños a la propiedad y agresiones psicológicas. Para producir su muerte, Christe agredió físicamente a Riera y le comprimió manualmente el cuello hasta dejarla en estado de inconsciencia. Aprovechando ese estado, y sin ningún riesgo para sí, la arrojó con vida desde el balcón”. Christe será juzgado por “homicidio triplemente agravado por el vínculo, alevosía y violencia de género”.
¿Cómo pensas que está avanzando la investigación?
Yo creo que están haciendo todo lo humanamente lo más rápido que pueden. Calcular la trayectoria que el cuerpo hace al ser arrojado y la caída desde el balcón lleva su tiempo. Estudian para decir milimétricamente lo que pasó según cómo cayo el cuerpo y eso es prueba para el juicio. Todavía investigan la criminalística, están haciendo todo para informar con precisión lo que sucedió. Lo que piensan es según lo que encontraron. Y el forense dijo que ella tenía marcas en su cuerpo como que se había defendido. Pero hasta que no tengan todo no me informan nada.
Que la madre de Christe haya sido funcionaria judicial, ¿influye en su situación procesal?
No me preocupa eso porque confío en que se va a hacer justicia. Si ella tiene influencias, allá ella. Pero no creo que tenga tanto poder para con un caso como este revertir la situación. Y como siempre digo, tengo un excelente fiscal, una excelente abogada que están atentos, firmes al lado mío en todo momento, siempre cuidándonos. Confío en que esto va a ser un juicio justo y se va a saber, él va a tener su merecido. Si tiene ahora la prisión preventiva la jueza sabrá porque lo hizo. Pero le ponemos énfasis a que se resuelva en el juicio.
¿Cómo están encarando la lucha por justicia para Julieta?
Si hay que hacer marchas las haremos respetando los protocolos, porque entendemos que estamos en pandemia. Así nos manejamos nosotros, con honestidad y respeto, sin violencia. Queremos que se haga un juicio justo, equitativo, y que sepa la verdad: por más dolorosa que sea, merecemos saber la verdad.
Violencia machista
En las últimas semanas, Entre Ríos hizo gala de dos medidas judiciales polémicas. El Tribunal Superior de Justicia excarceló a Néstor Pavón, uno de los implicados en el femicidio de Micaela García. Y el juez de Garantías Mauricio Meyer, el mismo de la causa de Julieta, refrendó hace pocos días el pedido de juicio abreviado a Rubén Retamar, ex funcionario del Consejo Provincial de Niños, Niñas y Adolescentes que reconoció haber abusado sexualmente de una niña en la sede central del organismo: La fiscalía, la defensa oficial y el juez acordaron condenar a 8 meses de prisión condicional más dos años de tareas que prueben su conducta.
En la provincia tampoco olvidan el caso de Fátima Acevedo, que ha sido emblemático porque denuncian las activistas que desde la Justicia taparon pruebas e información respecto a ese femicidio, además de haberla desprotegido.
¿Qué analizás sobre la situación de los femicidios en la provincia?
Me da mucha angustia. Desearía que haya un cambio de mentalidad, que empecemos a cambiar la educación. Creo en cambiar estas cuestiones muy machistas que están generadas en el pueblo. No solo en Paraná, sino que en muchos lados están y son muy difíciles de sacárselas. Pero con educación es posible, dialogando, escuchándolos. Por ahí es una utopía pero desearía que todo esto cambie para que no haya más chicas muertas, niñas violadas y violentadas.
¿Cómo se puede trabajar esto?
El año pasado que tuve un sexto grado estuvimos trabajando en educación sexual hablando, escuchando, porque dialogar no es solamente hablar uno sino escuchar el otro, comprenderlo, entenderlo y ponerse en el lugar, tratar de ayudarlo, ver lo que no entiende, buscar la forma de cómo hacer para revertir.
¿Cómo abordás el tema en tu familia?
Tengo un hijo varón, el más chico, criado entre cuatro mujeres y nunca se le dijo que levantara la mano a una mujer. Y mis nietos son varones. Les enseñé que todo se resuelve por medio del diálogo, hablando las cosas con la verdad, escuchándolos, con cero violencias. Yo pienso que los chicos de la edad que tienen mis nietos, todos varones, de 4, 5, 7 años, van a revertir muchas cosas en esta sociedad.
#NiUnaMás
Arte contra la impunidad femicida
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«Hoy, en el día del cumpleaños de nuestra hija, nos enteramos por los medios de una nueva injusticia. Es otra violencia institucional más que sufre nuestra familia y el tercer fallo que pretenden imponer a un mismo crimen: el femicidio. Hoy inauguramos El cuarto de Lucía, arte contra la violencia femicida. Durante mucho tiempo estuvimos preparando este momento. Queremos invitarlos a que nos acompañen. El camino de conseguir justicia es demasiado largo. Gracias por estar. Familia de Lucía Pérez».
Con ese comunicado Marta Montero y Guillermo Pérez, los padres de Lucía, respondieron desde Mar del Plata al fallo del Tribunal de Casación Penal que, el día en el que Lucia cumpliría 25 años, dieron a conocer (sin informar a la familia ni a sus abogados) su decisión de revocar el fallo por femicidio contra Matías Farias, dejándolo solo en el marco del abuso sexual.
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Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.
«Es el Estado narco cubriéndose» dijo Guillermo Pérez a lavaca. La referencia: los imputados son probadamente narcos que vendían droga a menores en la puerta de la escuela a la que concurría Lucía. Pero al anular el delito de femicidio, la pena de perpetua se reduce de manera drástica. Todo esto, debería pasar por la decisión final de la Corte provincial.
«Es una provocación para afectar a la familia, el día del cumpleaños de su hija» sostuvo Gustavo Melmann, el padre de otra joven asesinada, Natalia, hace 24 años.
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Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.
Sobreponiéndose a la sorpresa, la familia inauguró en Mar del Plata El Cuarto de Lucía, visitado por cientos de personas que quisieron conocerlo, interiorizándose con la situación general de violencia contra las mujeres. «No nos van a hacer callar» dijo Marta.
Así, la noche del viernes se llenó de arte para reencontrar lo que Marta llamo «luz»: capacidad para recordar a Lucía y a miles de mujeres asesinadas, y seguir transitando todos los caminos contra la impunidad. Participaron 20 grupos de música y danza.
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Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.
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Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.
Marta diálogó con lavaca.
–¿Por qué se inaugura hoy la Casa de Lucía?
–Porque hoy es el día que nació hace 25 años; a esta hora estaba con contracciones; ella nació a las 20. Fue tan lindo como padres; teníamos a Matías y tener una hija fue re lindo. Por eso hoy estamos festejando la luz, que es ella; la luz en la cual está ella. El festejo de hoy es la luz de Lucía.
Presentamos el cuarto de Lucía, donde vamos a trabajar desde todos los sentidos; todo lo que nos atraviesa como mujeres, como madres, como víctimas. El cuarto va a estar para eso. Se ha transformado en una obra de arte en donde trabajamos, hacemos los informes, donde ponemos el foco en lo mal que hace las cosas la Justicia.
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Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.
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Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.
–Hoy recibieron justamente una noticia de la Justicia con una nueva medida de impunidad.
–Sí, como ya estamos acostumbrados, y es triste decir eso porque después de 8 años deberíamos tener una condena como corresponde, y no seguir luchando de esta manera.Se le pierde el respeto totalmente a la vida del ser humano que se ha ido y a las familias que quedamos. Pero seguiremos trabajando y no bajaremos los brazos. Hoy más que nunca este lugar debe ser de abrazo de amor, de contención por todo esto que nos pasa también.
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Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.
–¿Por qué creen que recibieron la noticia hoy?
–Porque la Justicia es perversa. Es tan grande la perversión que tienen, que también eligen con quién hacerlo. Porque también hay que acallar a estas víctimas, pero estas víctimas no se van a callar jamás. Jamás. Entonces, estoy segura que lo hacen para destruirnos, pero lejos de eso, estamos cada vez con más fortaleza, con más lucha y ayudándonos entre todos.
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Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.
Guillermo Pérez agregó:
“En estos momentos tan crueles que estamos pasando no hay que dejar de hacer cosas humanas. Tenemos que hablar de las cosas que podemos hacer juntos”.
Marta: «Hay una industria judicial, donde te siguen haciendo ir para atrás, mientras la gente como nosotros tiene que seguir trabajando y pagando abogados, buscando justicia y que no haya impunidad. Por eso también es algo perverso lo que nos siguen haciendo».
El Cuarto de Lucía podrá ser visitado como parte de la actividad marplatense de la Campaña Somos Lucía, que incluye entre otras cosas, cursos, talleres, encuentros, y seminarios de capacitación a personal judicial.
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Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.
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Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.
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Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.
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Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.
#NiUnaMás
Otoño Uriarte: cuando el tiempo que pasa es la verdad que huye
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Por Dolores Reyes y Camila Vautier. Este miércoles 5 a las 13.30 se conocerá la sentencia sobre el crimen de Otoño Uriarte en Cipolleti, Río Negro. “Una vez más, una chica hermosa y bienamada descartada entre ramas y restos de basura” escriben Dolores y Camila sobre el caso de la menor asesinada en 2006: tenía 16 años.
Dolores Reyes es una de las más relevantes escritoras argentinas del momento y una mujer capaz de entender como pocas estos tiempos tormentosos. Fue además perseguida por el oficialismo y sus trolls por su tremendo y maravilloso libro Cometierra. Camila Vautier se define como periodista feminista, socorrista y sureña.
Ambas han trabajado juntas este artículo para lavaca. Los detalles de lo que pasó. La movilización y los testimonios. Los niveles de impunidad que suman en muchos casos más años que los que tenía la víctima. La expectativa sobre el tribunal (María Florencia Caruso Martin, Amorina Liliana Sánchez Merlo y Juan Pedro Puntel) y la posibilidad de lograr un bien siempre esquivo: justicia.
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Fotos desde Cipolletti: Silvina Ojeda.
Pasaron 18 navidades sin Otoño Uriarte
18 cumpleaños sin Otoño
18 años se cerraron sin Otoño e infinitos están por comenzar
18 años de impunidad es mucho tiempo, demasiado, y una constante que abruma: En nuestro país la impunidad es más larga que la vida de nuestras chicas muertas: 17 años Melina Romero, 9 años Nair Mustafá, 16 Lucía Pérez. La injusticia eterna para todas ellas se ha convertido en nuestra gran vergüenza nacional.
En la sala 6 de la Oficina Judicial de Cipolletti, el calor es agobiante. Son las 9:40 de la mañana del 26 de diciembre de 2024 y la audiencia lleva cuarenta minutos de demora por la ausencia de uno de los acusados. En esa sala se están por escuchar los alegatos finales del proceso judicial que debía sacar a la luz la verdad sobre el femicidio de Otoño Uriarte, desaparecida la noche del 23 de octubre de 2006 en Fernández Oro, hallada sin vida seis meses más tarde en el desarenador de un canal de riego. Una vez más, una chica hermosa y bienamada descartada entre ramas y restos de basura.
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Roberto Uriarte, el padre de Otoño, frente al Tribunal que este miércoles dictará sentencia sobre el crimen de la menor asesinada. Fotos desde Cipolletti: Silvina Ojeda
La tensión en el aire se siente al respirar. De un lado, espera sentado Roberto Uriarte, el papá de Otoño. Con su remera negra y el pelo largo y canoso, parece haberse vuelto un experto de la espera. Ya hace tiempo que no cree en la justicia, en ese poder judicial al que denuncia como parte del “entramado de complicidad y encubrimiento que hubo en estos 18 años”. Pero ahora en sus ojos hay un dejo de tristeza todavía más profundo: la verdad, esa esperanza última que es tanto su derecho como el de su hija, amenaza también diluirse.
Aun así, se aferrará a ella hasta el final y se lo verá siempre presente, exclamando ante quien preste un micrófono o un oído, que todos están esperando la verdad para Otoño, porque justicia sería que ella continuase entre los suyos invenciblemente viva.
Las audiencias son tan largas, densas y dolorosas que en cada una de ellas el tiempo parece detenerse. En la sala declararon los testigos –varios de ellos bajo amenazas–, los vecinos que la vieron por última vez, las amigas que estuvieron con ella el último día, su familia, los expertos, los peritos, el médico forense.
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Algunos de los acusados. Fotos desde Cipolletti: Silvina Ojeda
Algunos, pocos, policías. Como el comisario ahora retirado Ives Vallejos, jefe de la comisaría local en ese entonces, quien, pese a la relevancia del caso, dijo casi no recordar prácticamente nada de él. Vallejos no pudo explicar cómo supo la vestimenta que llevaba Otoño el día de su desaparición para describirla al detalle en el radiograma emitido minutos después de que el padre realizara la exposición policial. El papá de Otoño no se lo había dicho porque ese día se había ido a trabajar temprano, sin siquiera ver a su hija.
O el actual ministro de Seguridad y Justicia de Río Negro, Daniel Jara, quien declaró luego de que Roberto Uriarte fuera a pedirle personalmente, durante el acto por el día de la Policía, que se presentara a declarar de manera presencial y no por escrito, como iba a hacerlo, amparado en una acordada del Superior Tribunal de Justicia. Jara encabezó la comisión policial investigadora del caso y sostuvo que “la evidencia siempre apuntó a los acusados como responsables del crimen”.
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También desfilaron por el juicio los cuatro imputados que se dijeron inocentes o se echaron culpas entre ellos e incluso hacia la cúpula policial, sombríos, llegando tarde o quedándose dormidos en pleno juicio. La abogada de la familia Uriarte, que hizo lo imposible por juntar testigos y pruebas, presentando los elementos que posibilitaron este juicio por Otoño un día antes de que el caso prescribiera para siempre, y los abogados defensores, algunos ya con historial de representar acusados por violencia de género, con sus trajes y su indiferencia como escudo.
Afuera, en las puertas del juzgado, el amor y el deseo de que este feminicidio brutal se esclarezca de una vez juntaba a las amigas de Otoño, a sus hermanas, a su familia, a sus profesoras de la escuela. Se pasaban el mate en ronda mientras empapelaban las paredes con la cara de Otoño, con los ojos de Otoño, con las ilustraciones de Otoño que llevan casi dos décadas pidiendo verdad. También se pasaban consejos para soportar. La injusticia multiplica el daño y para todas ellas el juicio fue revivir todo eso que desde hace 18 años habían tratado de guardar muy adentro, hecho una bolita detrás del corazón, para de alguna manera poder seguir con sus vidas. Pero abajo de las montañas de bronca y de la tristeza que se vuelve insoportable, Otoño hecha carne en sus cuerpos sigue ahí. Algunas tomaban té de valeriana, tilo. Otras llegaron hasta el clonazepam. Soportar es difícil y Otoño vuelve hasta hecha pesadillas.
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La abogada de la familia Gabriela Prokopiw. Fotos desde Cipolletti: Silvina Ojeda
En la sala a Roberto lo sigue Gabriela Prokopiw, abogada querellante, y en el otro extremo, la fiscal Teresa Giuffrida. Enfrente, con los rostros entre las manos, los cuatro acusados de secuestrar, ultrajar y torturar a Otoño hasta su muerte, parecen hacer envejecido por portar una maldad infinita, que niega no ya la vida a sus víctimas, sino el simple derecho a la verdad.
La audiencia de alegatos finales es la última oportunidad de la acusación para demostrar la responsabilidad penal de los cuatro: Néstor Ricardo Cau, su hermano José Iram Jaffri, Maximiliano Lagos y Germán Ángel Antilaf, como coautores de la “privación ilegítima de la libertad agravada por la duración, participación de más de tres personas, por ser la víctima menor y por el resultado muerte”, de Otoño Uriarte. No feminicidio porque en 2006 esa figura no existía en el Código Penal argentino –se incorporó recién en el 2012– y, además, porque la escasez de pruebas contundentes impediría una condena bajo esa calificación legal. Sólo hay indicios, dirá la fiscal.
Y la justicia, una vez más, se nos escapa.
En ocho horas el juicio por Otoño llegará a su fin, Un proceso que parece no juzgar solo a sus asesinos, sino desdoblarse sobre sí mismo para demostrar cómo funciona en nuestro país la justicia para las mujeres.
O cómo no funciona…
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Otoño tenía 16 años cuando fue desaparecida mientras volvía a su casa en la zona de chacras de Fernández Oro, un pequeño pueblo del Alto Valle de Río Negro que en ese entonces no tenía más de 6.000 habitantes y en el que sus vecinos decían conocerse “todos con todos”.
Tras su desaparición, gran parte de la comunidad se movilizó para encontrarla. Marcharon todos los días durante seis meses, empapelaron el pueblo y las ciudades cercanas con un cartel que decía “se busca” y la cara de una Otoño sonriente, desbordante de posibilidades de futuro, absolutamente viva. Rastrillaron cada chacra, cada pastizal y cada descampado. Dieron vuelta cielo y tierra en busca de cualquier indicio que les dijera que esa pesadilla no podía ser cierta, que Otoño tenía que volver.
En la parroquia del padre Pancho se organizaba la logística y se reunían a rezar. El polideportivo del pueblo era el punto de encuentro tras la jornada de búsqueda para escuchar el parte policial. “Sin novedad”, era la respuesta. “Sin novedad”, como se repite un mantra indiferente que adora a algún dios que hace tiempo nos ha abandonado.
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La fiscal Teresa Giuffrida viste un blazer color crema y una pollera tubo, es la primera en hablar. “El paso del tiempo conspira para que tengamos detalles certeros de todo lo que ocurrió en este hecho entre el 23 de octubre de 2006, que es cuando desaparece Otoño, hasta el 24 de abril de 2007 que es cuando se encuentran sus restos”. Así comienza su alegato y continúa: “Pero más allá de que no podamos tener todo por acreditado, detalles certeros de lo que ha ocurrido, hemos podido acreditar circunstancias que permiten establecer la responsabilidad penal de cada uno de los imputados que ha llegado a este juicio”.
Algo importante, dice: “El día 23 de octubre de 2006, cuando Otoño sale de su casa para ir a la escuela, no pasaba por su cabeza que no iba a regresar”.
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Ese lunes Otoño se sentó donde lo hacía siempre: sobre la ventana, tercera fila de su aula, la primera que se ve al entrar. Había salido de su casa temprano, había dejado a su hermano menor en la parada del colectivo, se había encontrado con su amiga Leire –quien la esperaba para ir juntas a la escuela–, había dejado la bicicleta en lo de su compañera Ercilia para seguir caminando rumbo al CEM 14, donde cursaba el tercer año de secundaria.
Después se quedó contraturno a la clase informática, fue a educación física, asistió a la clase de voley y a eso de las nueve de la noche pasadas, se encontró con Federico Saavedra en la Plaza María Elena Walsh. Caminaron juntos por la avenida Cipolletti, llegaron hasta la rotonda y siguieron por la ciclovía paralela al ferrocarril.
“Cruza la vereda. La veo cruzar de una vereda a la otra y seguir caminando como a una cortada a la calle Libertad. No veo si ella sigue o dobla. En la pista había chicos jugando a la pelota, se viene la pelota a los pies de mi marido. Me doy vuelta riéndome. Camino para atrás, levanto la cabeza y veo a una persona. Iba cruzando el puente. Es lo último que veo: ella caminando con su colita alta” declaró Silvina Troncoso, una de las últimas personas en verla desde la pista de atletismo.
Esa noche, Federico Saavedra volvió a su casa, pero Otoño nunca regresó.
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Desde un principio, se pensó que la desaparición podía estar ligada a la trata de personas para la explotación sexual. El 9 de abril de 2007 esa conjetura cobró fuerzas cuando el diario Río Negro publicó unas escuchas telefónicas, halladas en el marco de la investigación por el paradero de Otoño, que dejaban al descubierto la connivencia entre efectivos policiales de la Comisaría 8° de Choele Choel y proxenetas.
Recién en ese momento la jueza a cargo del caso, María del Carmen García García, tomó la decisión de cambiar la carátula de la causa de “averiguación de paradero” a “privación ilegítima de la libertad”, una medida que era reclamada desde siempre por la familia.
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En ese momento comenzaron a llegar llamadas anónimas que indicaban haber visto a Otoño en prostíbulos de distintos puntos del país. Dijeron que estaba en la Triple Frontera, en Posadas, Concordia, Córdoba, Tucumán, Córdoba. El 24 de abril de 2007, día que el cuerpo de Otoño fue hallado sin vida dentro del canal de El Treinta, en Cipolletti, Roberto Uriarte se encontraba en Santa Cruz siguiendo una de estas pistas. Hay quienes dudan de que ese llamado, que resultó contener información falsa, haya sido una casualidad.
El subjefe de la Policía de Río Negro en ese entonces era Víctor Ángel “Tito” Cufré, quien fue el primero en declarar ante los medios estar “convencido de que Otoño se fue de su casa por su propia voluntad”. Cuatro años después, el gobernador Saiz lo ascendió a secretario de Seguridad y Justicia de la Provincia. Actualmente, Cufré se encuentra con prisión domiciliaria por las muertes de Sergio Cárdenas y Nicolás Carrasco, de 29 y 16 años respectivamente, ocurridas durante la represión policial del 17 de junio de 2010 en Bariloche, tras el asesinato, también en manos de la Policía, de Diego Bonefoi.
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En este juicio, no se juzgó ningún tipo de complicidad, mal desempeño o responsabilidades de policías y funcionarios judiciales sino que se focalizó únicamente en los cuatro imputados. Para ampliar responsabilidades habría que esperar a un segundo juicio y el cansancio de los 18 años se hace sentir.
Mientras tanto, los restos de Otoño, finalmente en manos de quienes la amaban, volverán a las montañas, las playas y los lugares que ella conoció y supo querer, libres de las sombra putrefacta de sus asesinos y libres también de la impunidad exasperante de una justicia lenta e inficaz: [1] de más de veinte feminicidios en Cipolletti solo el de Agustina Fernández obtuvo una condena ejemplar.
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“No hay prueba directa pero sí hay indicios”, dijo la fiscal. “Y el valor que se le tiene que dar, pido que sea el que dice el Superior Tribunal de Justicia: los indicios, de manera concatenada y ordenados entre sí en base a los principios de la lógica, la experiencia y el sentido común permiten afirmar responsabilidad penal. No debe haber un análisis de los indicios por separado, el análisis es global”.
¿Cuáles son esos indicios? “Primero, el acoso, los imputados la estaban acosando”, aseguró la querellante Gabriela Prokopiw. Luego, la desaparición de la bicicleta de la casa de Ercilia y posterior aparición en casa de los hermanos Cau-Jafri, las pericias odorológicas que indicaron la presencia de olor de Cau, Jaffri y Lagos en el nylon hallado en cercanías a la usina donde fue encontrado el cuerpo, la presencia de perfil genético de Jaffri en la bombacha de Otoño. La declaración de Héctor Candia, ex amigo y compadre de Maximiliano Lagos, quien contó que este en una cena le confesó “que su tío el Cacha Pelada y su tía la Turca le habían pagado para ir a buscar a Otoño a un lugar especificado y que él la había llevado a la casa de unos hermanos, que ahí la habían tenido a la chica forzada unos días hasta que el Cacha Pelada le dijo que tenía que deshacerse de ella porque se le había complicado todo”. El nombre real del “Cacha Pelada” es Luis Miguel Ayala, uno de los narcotraficantes más conocidos de Allen, asesinado en 2011.
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Roberto Uriarte durante el juicio. Fotos desde Cipolletti: Silvina Ojeda
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A las seis de la tarde de un día extenso hasta la crueldad, en las puertas de la Oficina Judicial de Cipolletti, se descuelgan las banderas en donde la imagen de Otoño se reproduce como un mantra. Familiares y amistades se abrazan, se consuelan, se dan fuerzas para el día siguiente. En las paredes quedará el rastro de estos días de espera y lucha. Ahora, la suerte está en manos de los jueces María Florencia Caruso Martin, Amorina Liliana Sánchez Merlo y Juan Pedro Puntel.
El 5 de febrero a las 13:30 darán su veredicto y en él, quizás resida la última oportunidad de que la justicia salve para sí misma algunas migajas de credibilidad.
Para los imputados esperamos la cárcel que los aleje de las calles y de las otras pibas.
Para Otoño, memoria viva en los corazones y las paredes de Fernández Oro, su verdad.
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Actualidad
Una marcha que hace Historia
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Por Claudia Acuña y María del Carmen Varela
Hay algo de revolución en este día que hará Historia y es una de las clásicas, que deja al mismo tiempo perplejas a las bibliotecas, sacude las cabezas, cuestiona a la política partidaria y enciende los sentimientos sociales. Es, además, de aquellas alegres y rabiosas, pero sobre todo, poética. Es lógico: si hay alguien a quien atribuirle la primera puntada que hizo posible esta jornada imposible es a una bordadora de esas bellas artes. Susy Shock fue quien comenzó a señalar el horizonte de esta utopía con precisión: un frente antifascista. Lo repitió tanto y en tantos lados y durante tanto tiempo, que cuando llegó el momento de escoger una palabra para esta convocatoria brotó ese término, como una flor que nace con el riego de los tiempos urgentes.
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A las trabajadoras sexuales de Constitución, en general, y en la voz de Georgina Orellano en particular –a quien días antes vimos azotada por las botas policiales– les debemos la puntada que la unió con la siguiente: antirracista.
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Susy Shock . Fotos Lina Etchesuri y Nacho Yuchark para lavaca.
A las travas históricas, el coraje y la memoria, que sonó como advertencia o como reto y que sintetizó la voz disonante expresada por Marlene Wayar: “Estamos cansadas de luchar porque sus manos son débiles”.
El reloj, en cambio, lo marcaron las infancias y adolescencias: el sufrimiento concreto con el que castigaron sus vidas esas palabras crueles infringidas desde lo más alto del poder institucional.
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Fotos Lina Etchesuri y Nacho Yuchark para lavaca.
Dirá hoy la actriz trans Flor de la V: “Ese es el límite. Desde que asumió este gobierno hace un año y meses, no paran de agredirnos, de decirnos cosas horribles sobre nuestras identidades y lo que sucedió en Davos fue la gota que rebalsó el vaso. Hasta ahí llegamos. Tenemos una ley de género que deben respetar y una de matrimonio igualitario que no pueden ignorar. La verdad es que hace décadas que nos bancamos el maltrato y el desprecio de una sociedad, pero hoy con leyes que nos reconocen, no lo vamos a permitir más”.
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Flor de la V Fotos Lina Etchesuri y Nacho Yuchark para lavaca.
Juana y Agos, de El Teje –una organización autogestiva dedicada al cuidado de las infancias trans y no binarias– lo sintetizan así: “Había que decir basta para demostrar que la calle nos pertenece, que la palabra libertad nos pertenece, por sobre todas las cosas, para demostrar que las personas a quienes no quieren dejarnos existir somos aquellas que más unimos a esta sociedad”.
Poetas, putas, travas, infancias, adolescencias y juventudes trans y no binarias, las más empobrecidas, las más castigadas, las últimas de la fila se pusieron al frente y convocaron a mover este mundo horrible al que nos quieren condenar.
Lo siguiente fue la marea que emerge, brava y colorida, para desafiar las violencias. Ese tesoro social que tiene la Argentina y que nadie, nada, nunca, puede ni predecir ni controlar.
Una vez más el Nunca Más.
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Fotos Lina Etchesuri y Nacho Yuchark para lavaca.
El plan
Otra vez Juana: “Este ataque es parte de un plan económico que impone quién accede al capital y quién no, quién accede al trabajo y quién no, quiénes acceden a qué tipo de trabajo y quiénes no. Quiénes tienen que hacerlo en la prostitución, quiénes tienen que empobrecerse para que unos pocos puedan tener mucho acceso al capital”.
Agos: “Para frenar el fascismo y estos discursos de odio poner el cuerpo es una estrategia eficaz, por eso estamos todes acá, pero formar parte de El Teje me hizo darme cuenta de que una buena forma de enfrentarlo es parar la bola, escuchar y bajar el ego”.
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Fotos Lina Etchesuri y Nacho Yuchark para lavaca.
Juana: “Y armar red. Lo que propone el fascismo, lo propone desde la individualidad. Si logramos combatir este plan económico que nos obliga a tener dos, tres trabajos que nos sostengan, es a partir de preguntarle a la persona que tenemos al lado –no importa si es de nuestra comunidad o no– cómo estás, qué necesitas, en qué te puedo ayudar”.
En la calle, los obreros de la UOCRA saludan eufóricamente a las columnas y los bancarios sacuden abanicos con los colores de la diversidad. Los jubilados y jubiladas bailan. Las parejas con canas sostienen carteles hechos con cartón que proclaman “Basta de fascismo” y un joven alza su cartulina escrita con marcador azul para recordar: “El pedófilo no era gay: era tu diputado”, en referencia a Germán Kiczka, el legislador de la oficialista La Libertad Avanza, cuya causa por abuso infantil fue elevada a juicio el 21 de enero.
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Fotos Lina Etchesuri y Nacho Yuchark para lavaca.
El balcón es para dos estrellas, María Becerra y Lali Espósito, que saludan a la multitud mientras le cantan “¿Quiénes son?”, una complicidad espontánea y profunda, que sólo se comprende con el resto de la letra:
“Yo tiro flores, bebé.
No tengo tiempo pa`nada,
menos para atajar tu agresividad”.
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Fotos Lina Etchesuri y Nacho Yuchark para lavaca.
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Fotos Lina Etchesuri y Nacho Yuchark para lavaca.
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Fotos Lina Etchesuri y Nacho Yuchark para lavaca.
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Fotos Lina Etchesuri y Nacho Yuchark para lavaca.
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