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«Estamos orgullosos de sentir rabia contra los poderosos»

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Liz Torres, integrante de la Coordinadora de víctimas, sobrevivientes, familiares y personas amigas de la masacre de Ycua Bolaños


Símbolos: Buenas tardes amigos, amigas, hermanos, compañeros y compañeras de lucha. Venimos en representación de Ycua Bolaños y vamos a intentar transmitirles la voz y el pensar de nuestras organizaciones. A todas les doy ese abrazo que nos pidieron que les entreguemos.
También trataré de ser la voz de las víctimas, de los muertos, de los sobrevivientes, de los niños que quedaron sin padres. Estamos orgullosos de sentir rabia, ira, indignación contra los poderosos que andan sueltos por allí, y que permanentemente nos sentimos, seguro como ustedes, con ganas de encontrar señales que nos puedan dar coraje y dar fuerza.
Hoy, al llegar acá, ver este santuario, conocer este lugar, entrar al espacio tan sagrado, verles a ustedes, al conocer al compañero de Atocha, al vernos a nosotros intentando buscar símbolos que nos unan, encontramos señales de vida y esperanza.
Las garras: Tenemos la certeza a esta altura de que tenemos que ir más allá de Chaban y de Ibarra, de los Paiva, de los que gobiernan e invaden países y hacen que tanta gente muera en Atocha, tenemos que tratar de buscar que no se instale más la falta de respeto a la vida. Es un sistema que cada tanto muestra toda su garra con muertes colectivas.
El contexto político de Ycua Bolaños Aunque estoy segura que ustedes conocen nuestra historia, quiero compartir algunos elementos de ese contexto. Somos una sociedad con experiencia de largas dictaduras. La última de 35 años, con Stroessner, parte del plan Cóndor que mató y desapareció a tantos. Esa experiencia tan larga se vio truncada, creíamos, aquel 89, con un proceso de transición a la democracia. Pero ya en los primeros años después de la euforia del post-autoritarismo donde hubo algunas reformas formales, nos fuimos dando cuenta de que más allá de algunas libertades, quedaban muchas ataduras del pasado.
La más importante: seguía habiendo ricos y pobres y sobre todo para el Poder Judicial, que estaba a favor del poder de turno. Se fortaleció un sistema de corrupción y de impunidad. Cada gobierno de turno fue haciendo su trabajo. Siempre fueron gobiernos del Partido Colorado. Cuando ocurrió la masacre en la presidencia estaba Duarte Frutos, del Partido Colorado, y también un colorado, Riera, en la intendencia, Escudero, que viene muy seguido a Buenos Aires, y que tenía en esos momentos como perspectiva presentarse a las elecciones del 2008.
Nosotros no hemos podido tener una conquista tan grande como la que tuvieron aquí, con la destitución de Ibarra, una conquista que nosotros no pudimos tener, pero por lo menos hay condena social y Riera es un prófugo de la justicia.
Ese díaSoy sobreviviente, vivo a 2 cuadras del super. Era fin de mes, se festejaba el día de la amistad, la gente iba a comprar para festejar. Cuando yo llegué me tocó el antepenúltimo carrito, o sea que había más de 1.000 personas. Fuimos sin saber que eso iba a estallar minutos después. En verdad comenzó el incendio y luego estalló. El super se inauguró el 7 de diciembre de 2001 durante el gobierno de un liberal.
El fuego comenzó en el ducto de una chimenea de una parrilla. El ducto estaba con grasa, y según los peritajes desde las 9 comenzó el incendio, y a las 11 y 20 fue el primer estallido y el fuego expansivo. La jefa de la cocina estaba de 7 meses embarazada y salvó su vida. Entonces mucha gente podía haber salvado su vida si ella daba un grito. No lo hizo porque responde a la lógica de la relación patrón-empleado, donde se resguardan los bienes del patrón.
Lo mismo ocurrió después porque las puertas estaban cerradas por orden de los dueños del supermercado. El supermercado es un edificio enorme, ardió todo. No tenía salidas directas a la calle, todas las puertas tapadas con góndolas y mercaderías. Había puertas de blindes y de grueso metal, tipo cárcel y tuvieron que hacer boquetes para salvar nuestras vidas.
Sobrevivir. Los que sobrevivimos decimos que fue la peor experiencia de nuestras vidas. Hasta hoy sigo sintiendo el peso del cuerpo que tuve encima. A mí me sacaron, fuimos los dos únicos vecinos sobrevivientes de nuestra cuadra. Somos las voces de otros. Y en ese sentido pensamos que teníamos que organizarnos. Después de salir de la internación conformamos una de las organizaciones.
Responsabilidades Fue claro para nosotros de que una de las principales responsabilidades estaban en el Estado y en sus organismos, tanto antes, como durante y después de la masacre. En ese durante, mucha gente se podía haber salvado. Solo 10 máscaras de oxigeno tenían los bomberos. Pudimos salvarnos solamente los que estábamos cerca del boquete. Murió gente asfixiada y quemada. Un horno, una trampa mortal con dos aberturas que ni siquiera llegan directamente a la calle.
En orden de gradación de los responsables penales y civiles para nosotros es claro. Fue unánime nuestro posicionamiento sobre los dueños del supermercado: ellos tomaron las decisiones de construcción y cubrieron puertas con mercaderías. O sea que para ellos valía más la mercadería que la vida de la gente. ¿Cúal fue el argumento que, a 3 años del hecho, un empresario poderoso se atrevió a esgrimir para justificar esto? Que tienen derecho a proteger su propiedad privada. Y como no tenemos una ley justa, ya se animan algunas voces a levantar estas perlitas. Y esta es la consecuencia porque no hay un castigo ejemplar.
Otro responsable directo es quien diseñó y construyó la caja mortal. También hay que hacer una revisión profunda de la formación de nuestros arquitectos e ingenieros, que responde a una lógica de mercado.
Y en tercer lugar está la municipalidad, y allí están los prófugos de la justicia…. Fue la municipalidad la que habilitó el local en forma provisoria. Los planos no se corresponden con los planos de la construcción ni con la construcción en sí misma.El intendente dice que sí se cobraron las tasas contra incendios, y que nunca se hizo el control. Y aunque hubo una investigación interna, no pudimos lograr que haya juicio político. Se tendió un manto de protección y defensa. Por eso decimos que la responsabilidad está en quienes manejan y articulan este sistema judicial perverso.
El sistema impune Ellos ya tenían preparado el sistema para garantizar la impunidad. Hoy tenemos tres frentes jurídicos: una causa a los responsables dueños y accionistas, otra para la municipalidad y otra para el arquitecto. Todo para proteger políticamente al intendente de la ciudad. El desprecio a la vida se hace una vez más patente no solamente en lo que ocurrió sino en lo que siguió ocurriendo.
La clave Vemos que una forma clave para hacer frente es que estemos unidos y organizados. Que sea una herramienta de lucha, contención, salida y de cierre del duelo. Nuestro dolor no es individual. Esto no es solo para los afectados directos. Tenemos que involucrar a todos los actores sociales, en este país, y en el continente y el mundo, porque todos somos potenciales víctimas.
El sujeto político que pare el dolorCuando uno se organiza en muchos casos, lo hace por querer meterse en algo. Pero el dolor y la muerte hace a un nuevo actor que emerge. Nos encontramos personas heterogéneas que tenemos que aprender a construir una identidad como movimiento . Hoy día estamos dando un pasito más, y ese pasito es un frente contra la impunidad y el terrorismo de Estado.
Lecciones sobre derecho Cuatro meses duró ese juicio. Durante el cual nadie atentó contra sus vidas, nadie intentó lincharlos. Éramos muchísimas personas las que fuimos allí y lo que hicimos fue atentar contra el sistema de impunidad. Por eso la primera silla que voló fue contra la mesa del tribunal. Ahí se vino el resto (aplausos)
Con esto evidentemente lo que dejamos sentado es que no vamos a permitir dictaduras judiciales nunca mas en nuestro país. Y por tanto, cada vez que nos preguntan qué va a pasar si el segundo juicio vuelve a tener la misma sentencia, decimos: las instituciones tienen que respetarnos, sino ¿cómo quieren que nosotros respetemos las instituciones? Trataron a nuestro caso con la misma ley que castiga al que roba un celular. Vamos a seguir peleando hasta que consigamos que se haga justicia. Sino, Hitler hubiera estado en el poder, Videla en el poder y muchos otros si es que la cosa pasara por respetar instituciones que no respetan los derechos ciudadanos. Todo derecho fue conquistado con lucha.
Las acusaciones Nosotros tenemos ahora denuncias por perturbar, somos los desestabilizadores, nos llaman comunistas, nos asocian con secuestradores, pero vamos a hacerles la pelea. Decimos que venceremos, que tenemos que construir esto y vamos un paso más allá.
El desafío Tenemos el desafío de construir este tipo de organización, construir alianzas con otros que luchan contra la impunidad, construir nuevos saberes a partir de las preguntas que nos dejan y articular nuestros saberes más allá de las fronteras.
Imaginar cómo hacemos para que a partir de las coincidencias tan lindas, los símbolos -las zapatillas, los santuarios, el hacer público nuestro dolor, de tener consignas como “Todos ibamos en ese tren”, “Argentina República de Cromañón”- tenemos que hacer de que se reinstale una cultura de la vida. 191 muertos de atocha, 400 en Ycua, 194 en Cromañón, eso no se olvida y no se queda impune. Eso no se olvida… Gracias.

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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

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Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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