Nota
Volver a las Madres de Plaza de Mayo, para fundar lo que viene: ¿quién toma la posta?

Cómo resuenan los cacerolazos del día del DNU. La protesta que no entra en los protocolos. Lo que no puede esperar. Las palabras de niñas, jóvenes y abuelas, y el traspaso generacional de la lucha por los derechos. Lo que dijo un sobreviviente de Cromañón en la ronda. La voz de Susy Shock en la marcha. Las palabras de Elia Espen y Nora Cortiñas, para vivir sin miedo y organizar la rabia: «El pueblo no está dormido, está tanteando qué hacer para salir todos a la calle. No abandonen la lucha porque cada vez se va a ir dando con más fuerza. Pensemos que atrás nuestro hay mucha gente que nos necesita”. Texto: Lucas Pedulla
Irupé, con ocho años, le pregunta a su abuela Patricia, que tiene setenta y dos, por qué hay una sola madre en la Plaza. Todavía no había llegado Nora Cortiñas, y por eso esta niña de nombre guaraní, que ahora solo ve a Elia Espen, lanza una pregunta que toca el corazón.
-Porque están grandes -responde su abuela.
Patricia llegó hace unos días de Misiones a una ciudad de la furia que explica cerrando los ojos. “Ya vine mal pero hace dos días es todo una angustia -dice-. Pero qué suerte lo de anoche”. Es que anoche fueron los cacerolazos que marcaron el estribillo de cierre de un día que arrancó con imágenes orwellianas en las estaciones de tren, se extendió con un despliegue coral de gendarmes y prefectos y federales para evitar una marcha que sucedió igual, y un anuncio de un megadecreto que encendió, entiende Patricia, una chispa.
“De repente tuve alegría cuando escuché y vi que la gente salía, porque pudo sacar su bronca y su angustia afuera”, cuenta esta mujer, que sabe lo que fue el exilio en dictadura, cuando tuvo que irse a España con su marido. “Ahora hay que esperar a ver qué hacen los legisladores, y confiar en que esta espontaneidad continúe”, expresa.
Irupé escucha.
–¿Por qué es importante venir, corazón? -le pregunta lavaca.
-Para recordar y respetar a las Madres. Acordarnos que están acá y saber que siempre nos van a acompañar.
Su abuela, Patricia, sonríe orgullosa.

El disparate político
Una de las personas que camina alrededor de la Pirámide de Mayo es Ana Longoni. Doctora en Artes, especialista en el cruce de arte y política en América Latina, hizo la curaduría de la muestra El futuro detrás, junto a la investigadora y especialista en fotoperiodismo Cora Gamarnik, que se estrenó a principios de mes en el Parque de la Memoria. La muestra presenta un conjunto de obras y registros (entre los que se encuentran el libro Sin patrón de lavaca y el testimonio de la fundadora de la cooperativa, Claudia Acuña) alrededor del estallido social del 2001 de una manera original en un contexto particular, con foco en las creaciones sociales de grupos artísticos, asambleas y fábricas recuperadas.
Hace mucho, dice, que no venía a una ronda. “Es el sostenimiento, la insistencia y la persistencia de un ritual fundante de un modo en el que el movimiento de derechos humanos argentino confrontó con la dictadura, y tomó el espacio público, en un lugar tan connotado, con una ronda como una forma de contradecir la orden policial de desalojo. Ahí se fundó un modo de ocupación muy valiente donde, al principio, eran un puñado de mujeres y después se fue haciendo masivo al final de la dictadura. Hay momentos particulares donde una se siente convocada a estar acá, y este es uno de ellos”.
Apunta que, en estas cuatro décadas y media, las rondas tuvieron “modulaciones”: “Momentos de mucha masividad como cuando volví del exilio: recuerdo que en el 84-85 éramos muchos jóvenes en esta plaza. Y otros momentos donde sufrió un remezón, como con los indultos en el menemismo. Pero siempre ese lazo se sostiene y está allí, y creo que una sabe que puede volver. Por eso es importante que se vuelva a construir como lugar de encuentro, asambleario: hay algo de la transmisión de una experiencia generacional. Las Madres están grandes, y es muy importante ese legado sostenido. Hay que abrazarlo”.
Ese legado sienten Verónica y Pía, madre e hija, que vinieron en transporte público desde Olivos, partido bonaerense de Vicente López. “Antes de las elecciones me agarró una necesidad de ir a ciertos lugares de la memoria -dice Verónica, 45 años, docente particular de música-. Fuimos a la ESMA, por ejemplo. Tuve la necesidad de estar en un lugar para no olvidar. Hablo de nuestra democracia, y de pensar cómo llegamos a lo que llegamos ayer”.
Pía, 16 años, estudiante de quinto año en escuela pública, lo sintió en el cuerpo: “Había lugares donde no podía respirar”.
Verónica también siente dolor por este contexto: “Tengo mucha gente alrededor que me dice que hay que esperar, que hay que aguantar, ¿pero qué? Y me dicen pesimista. Estoy peléandome con gente que hasta hace poco nos queríamos”.
Mabel es geógrafa, tiene 72 años, también siente tristeza, pero anoche hizo algo: “Salí con mi cacerola al balcón”. Después escuchó otras. Luego, a los de enfrente. Al instante, un vecino sacó un bafle y puso la marcha peronista en Caballito. No dudó: bajó y se fue a Acoyte y Rivadavia, una de las esquinas porteñas donde se congregaron vecinos y vecinas. “Fue un granito de arena -celebra-. Mucha gente salió a pesar a la amenaza de represión. Y eso es muy bueno. Hay que volver al eje, como argentinos, de esta cosa disparatada”.



Fundar nueva época
La artista Susy Shock también piensa en ronda. “La primera sensación desde que ganó Milei es que hay que repensarlo todo de nuevo -agita-. Cuando una mira todo el paisaje que nos constituye, volver a las Madres es un punto que siempre nos hace fundar nueva época. Es trayendo a las propias acá, a las viejas, a las infancias trans, como un punto de encuentro re potente, porque habla de memoria cuando se la pone en discusión de una forma muy violenta. Y también porque el 24 de Marzo tenemos que ser una plaza gigante. No podemos darnos el lujo de ser dos plazas, si no vamos a tener Milei ocho años. Hay que tener grandeza y humildad de no heredar las diferencias. Bancarnos y, en todo caso, ir contra el gobierno facho que viene por todo. Vengo para llevarnos la energía irreverente de las viejas pero también para apuntalar a las compañeras de los costados para asumir esa rebeldía y esa humildad. No lo podemos hacer en soledad. Ellos saben juntarse y comerse sus diferencias para tejer sus destrozos. Tenemos que hacer lo mismo”.
Susy también invita a pensar cómo activar en esta época: “No queremos que nos inviten a resistir de la misma manera. Eso ya fracasó. No quiero correr atrás de la izquierda. Quiero que se sumen con humildad y autocrítica, todos los partidos, a hacer todo de nuevo. Por eso la espontaneidad de anoche fue superadora, y ojalá no se apague, sino que crezca”.


¿Quién sigue?
Al terminar la ronda, habla una sobreviviente de Cromañón, recordando que el 30 de diciembre se cumplirán 19 años de la masacre que dejó 194 muertes.
Luego, dos recordatorios de la Madre Mirta Baravalle, que no está presente, pero manda una hojita para que los lean: Ezequiel María Cetrangolo, asesinado el 18 de septiembre por la Triple A, y Ana María Guzner, asesinada el 5 de septiembre de 1975.
Después, le pasan el micrófono a Elia Espen. “A nosotros nos tiran de todo, pero acá estamos: no les damos ni cinco de bolilla -dice y sonríe-. Vamos a seguir estando por más que ellos provoquen y quieran ser únicos. Pareciera que somos un agregado. No tengo mucho para decir hoy porque estoy con mucha bronca y me tengo que cuidar porque por ahí largo algo que no debe ser. No nos abandonen y no se abandonen, porque siempre resurgimos y volveremos a resurgir, aunque ellos no quieran. Cuando no estemos más las Madres, seguirán ustedes. Adelante y a cuidarse”.
Luego, habla Nora Cortiñas: “Me pasa como a Elia, después de que la marcha excepcional de ayer, donde no pudieron usar toda la cana que pagaron, ni hubo ningún desmán ni nada para reprimir. ¿Qué bronca tendrían, no? No pudieron. Desde luego a cada uno de nosotros nos dejó una dosis de bronca, de nervios, de indignación, de impotencia porque nos dijeron que va a haber más. Ayer regalaron el país: ¿qué más quieren hacer?”.
Celebra los cacerolazos, porque fue “el merecido” que tuvieron después del anuncio: “A la noche tuvieron su pago. El pueblo no está dormido, está tanteando cómo hay que hacer para salir todos a la calle. Y vamos a salir. Hay que estar atentos. Estamos poniendo la barrera para que este pueblo no se enferme. Hoy le preguntaba a una amiga psicoanalista cuántos pacientes tendrás hoy -dice-. Quieren enfermarnos, no les demos el gusto. Salgamos a la calle con convicción. Cuando veamos a nuestros amigos, hay que abrazarnos. No se contagia la bronca: la sacamos en la calle saliendo a pelear. No tengamos miedo. Con decretos no nos pueden vencer. Pusieron carteles por todos lados desde la mañana, pero no les sirvió de nada: la gente salió igual”.
Y cierra: “No abandonen la lucha porque cada vez se va a ir dando con más fuerza. Pensemos que atrás nuestro hay mucha gente que nos necesita”.
Nora pide terminar la jornada cantando La Cigarra, de María Elena Walsh.
El jueves que viene, a las 15:30, habrá ronda otra vez, como hace 46 años.

Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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