Nota
Ex Petinari: Diputados aprobó la expropiación
Los trabajadores de la cooperativa Acoplados del Oeste consiguieron la media sanción en la Cámara de Diputados bonaerense que declara a la fábrica metalúrgica de utilidad pública y sujeta a expropiación. “Falta un paso”, dicen los obreros, que tras resistir más de seis meses en la ruta, ahora van por la sanción en el Senado.
Los trabajadores de la cooperativa Acoplados del Oeste (ex Petinari) consiguieron la aprobación de la media sanción en la Cámara de Diputados bonaerense que declara a la fábrica metalúrgica de utilidad pública y sujeta a expropiación. “Falta un paso”, dicen los obreros, que tras resistir más de seis meses en la ruta, ahora van por la sanción en el Senado.
“¿Entraste alguna vez a la Cámara?”, pregunta Fernanda Lizarraga, la única mujer que tras 18 años de trabajar en la empresa de carrocerías y semirremolques Pedro Petinari e Hijos conforma la cooperativa Acoplados del Oeste, hoy recuperada y autogestionada por sus obreros.
La respuesta es no.
“Yo tampoco”, dice.
Walter Romero -48 años, 12 en la empresa- adhiere: “Nunca entré”.
En una hora saldrá llorando.
Son las 16:18 cuando los 40 trabajadores de Acoplados del Oeste ingresan a los palcos de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires en La Plata. Se sientan y observan hacia abajo, curiosos, el abanico legislativo. En ese momento, según marca un cambiante contador, hay presentes sólo 18 diputados de los 92 en total. En instantes comienza la sesión donde se decidirá si Acoplados del Oeste recibe media sanción que declare a la fábrica de utilidad pública y sujeta a expropiación. Es el paso para que los trabajadores, después de 237 días de conflicto -sueldos impagos, aguinaldos inexistentes, vacaciones fantasmas, despidos, desalojos y seis meses a la vera de la durísima ruta 200, en pleno Merlo, en pleno conurbano bonaerense-, respiren un poco de paz.
El ambiente de la Cámara de Diputados es de bullicio. Sobre el estrado, el presidente Horacio González (FpV) pide un poco de orden y silencio para comenzar la sesión. Son exactamente las 16:30 y el contador aumentó a 31 diputados. “Tenemos público que está esperando”, apura González. Suena una campana. Hay 39 diputados. González pide silencio por segunda vez. Desde los palcos, baja un canto de tribuna: “Ponga huevos huevos Acoplado, ponga huevos huevos sin cesar, esta tarde cueste lo que cueste, esta tenemos que expropiar”. La acústica de la Cámara juega a favor. Los diputados miran, algunos ríen.
González, por tercera vez, pide orden.
“Son peores que los chicos. Dan más vuelta que la mierda”, dice un trabajador, visiblemente nervioso.
A las 16:37, finalmente, se abre la sesión. Hay 51 diputados.
González avisa que se tratarán dos proyectos “sobre tablas”. El primero es una reforma a la reglamentación sobre la jubilación de excombatientes de Malvinas. El segundo es el proyecto de expropiación que presentó el diputado Miguel Funes (FpV) que, al pedir la palabra, destaca la “lucha” de los trabajadores para resguardar sus fuentes de trabajo. “No creo en el deporte de formar cooperativas”, sostiene, y critica a los empresarios. Luego, valora el aporte del diputado del FIT Guillermo Klein, que acompañó el proyecto. Klein, por su parte, critica a los políticos municipales por “aconsejar abandonar la lucha” (se refiere, entre otros, al candidato a intendente del FpV Gustavo Menéndez) y apunta que el vaciamiento de empresas “no es un caso aislado”.
Y cierra: “Viva Petinari, viva esta expropiación”.
González llama a votar.
Pasó en un segundo: todos los bloques aprobaron la ley.
Los palcos rompen en gritos y abrazos.
Estos hombres metalúrgicos, de manos curtidas y dolores en la espalda, rompen en llantos.
La tierra se mueve
En la previa, el clima era un mar de nervios y expectativa. La cita fue a las 10 de la mañana en la fábrica, que desde afuera ya tiene otra impronta: lo que antes era una bandera hoy es un cartel formal. Y dice: “Acoplados del Oeste. Bateas, volcadoras, semis, carretones, volquetes, repuestos, reparaciones. Nextel: 905 6256 218 7743”. Adentro, las paredes están pintadas y los pisos limpios: no es fácil mantener un predio de 33 mil metros cuadrados. “Todo esto es el esfuerzo de los compañeros”, describió Luis Becerra, 32 años, 9 en la empresa.
“La carpa quedó para la historia”, saludó contento Armando Etcheverría -60 años, 9 en la fábrica, tornería-, sobre el sitio donde los trabajadores resistieron durante seis meses sobreviviendo con lo recaudado de los automovilistas que circulaban por la ruta 200. Es cierto: sólo es una huella del tiempo. Etcheverría se frotaba las manos: “Vamos a ver qué pasa hoy”.
Antes de la partida a La Plata llegó monseñor Fernando Maletti, obispo de Merlo, que bendijo a los trabajadores. Días atrás recibieron una carta del nuncio apostólico Emil Tscherrig en nombre del Papa Francisco. Pasadas las 11 llegó un micro que estacionó en la puerta de la fábrica. De una ventana a otra desplegaron una bandera que cubrió el perfil derecho del ómbibus: “Acoplados del Oeste. Luchando por el trabajo y la dignidad de nuestras familias”. La mayoría de los trabajadores viajaron allí. Otro grupo fue en la camioneta del presidente de la cooperativa, Jorge Gutiérrez -38 años, 11 como obrero-, que cerca del mediodía enfiló por la Ruta 6 hacia La Plata (107 km marcaban los carteles).
Los Redondos y Sumo musicalizaron el viaje.
La voz de Luca Prodan era profética: “Sería bueno que pidieras que la tierra se mueva”.
La canción: Lo quiero ya.
Los trabajadores, al contrario que Luca, sabían lo que querían.
El desalojo que no fue
En La Plata, en diagonal a la legislatura, los obreros fueron operativos. Sacaron una garrafa, armaron una cocina, encendieron las hornallas y colocaron arriba un fuentón. Luis Blasetti -35 años, 7 en la fábrica- desparramó aceite con una servilleta de papel. Cortaron cebollas, morrones, zanahoria, y pusieron todo a cocinarse con chorizos y carne. Taparon la fuente con cartón.
Cuentan los obreros que en la semana tuvieron una nueva amenaza de desalojo. Fueron rumores que circularon fuerte en la fábrica y que intentaron instalar la idea de la llegada intepestiva del fiscal con una orden firmada por el juez. “Nos querían asustar”, dice Eber Moreno -21 años en la empresa, encargado de viga- con una sonrisa desde La Plata esperando la media sanción. Los rumores, de todos modos, no eran infundados: el fiscal de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N°5 de Morón, Claudio Oviedo, intentó realizar el “lanzamiento” de los trabajadores (así de literal y de romántica es la jerga jurídica para hablar de “desalojo”) por “usurpación”, pero el juzgado de Garantías N°2 del doctor Ricardo Fraga no hizo lugar. “Le dejó en claro que el conflicto ya no es de corte penal y se declaró incompetente”, explica Claudo Caponera, uno de los abogados de los obreros. Además, el juez le reciminó al fiscal la solicitud de la medida por basarse únicamente en la denuncia del personal de seguridad de la propia fábrica, sin tener en cuenta la postura de los trabajadores que desde enero no cobran un peso. “Prácticamente, el juez le dice al fiscal que no cumplió con las garantías del debido proceso”, expresa Caponera.
Eran las 15:52 cuando sonó un Nextel. “En media hora, masomenos, entramos”, avisó el trabajador que atendió. “Bueno, comamos rápido”, apuraron todos. Uno gritó: “¡Hagan fila!”. Se obedeció por unanimidad. “¿Chori o carne?”, era la pregunta. Se comió rápido.
A las 16:08 comenzó la entrada al Congreso.
Una hora despúes los trabajadores salieron con media expropiación en el bolsillo.
Definición sin penales
“No…”, atina a decir Fernanda Lizarraga.
Pregunta: ¿No qué?
“No reacciono”
.
Toma un respiro: “Es muy raro, todo fue muy rápido. Todos a nuestro favor. No me di cuenta cuando se votó: me di cuenta con el llanto de mis compañeros”. Lizarraga era una de las administrativas de la fábrica que no estaba de acuerdo con el reclamo de los trabajadores al comienzo del conflicto: será la secretaria administrativa de la cooperativa. “Anoche pensaba en eso. Gracias a mis compañeros aprendí que hay otras maneras de pelear y que nada es imposible”.
Hernán Noir -31 años, 10 como trabajador- también recordó imágenes, diálogos. “Pensaba cuando, hablando entre nosotros, decíamos: ´¿Te imaginás si llegamos a formar una cooperativa? Soñar no cuesta nada´. Me fui acordando de eso en todo el viaje. Es una revancha, por todo, pero no termina siendo venganza porque esto es nuestro laburo. No es que estamos haciendo una maldad. Ellos no nos dieron nada y nosotros les dimos todo. Uno entraba en Petinari y no sabía si al día siguiente te iban echar a la mierda. Y este día a día nos llevó a no relajarnos: empezamos a ir a todos lados. Cuando nos dimos cuenta teníamos la media sanción. Podemos respirar un poco”.
Los trabajadores saben cómo moverse, y no pierden de vista que aún falta la otra media sanción del Senado. Ni bien concluyó la sesión en Diputados, con lágrimas aún húmedas y en medio de fervorosos abrazos, la planificación era qué pasos seguir para mantener el tema en agenda y que Acoplados del Oeste sea cien por cien obrera. “Se viene otra etapa”, apunta Luis Becerra. “La resistencia contra Petinari va dando sus frutos. Ahora empieza la lucha de sacar esto adelante. Peor de lo que estuvimos no vamos a estar. Fue mucha la incertidumbre: fue un camino que nunca transitamos y nunca sabíamos dónde íbamos a terminar. Pero confirmamos que es posible”.
A Jorge Gutiérrez también le cuestan las palabras: “Se me vino a la cabeza todo: mis hijos, mi señora, mi familia y las caras de felicidad de mis compañeros. Por ellos es la lucha. Estábamos todos con el corazón en la boca. Ojalá ahora se sumen más compañeros. La empresa nos decía locos, que la cooperativa no se iba a hacer. Bueno: acá tienen la respuesta. Falta un paso”.
Falta un paso, sí, pero la media sanción es como ir ganando 1 a 0.
Gutiérrez la clava en el ángulo: “Ya está: estamos seguros que penales no va a haber”.
Nota
Mía: Cuando el arte abraza

Mía es una obra de teatro que podríamos encuadrar dentro del biodrama o autoficción. Y es mucho más: es grito, es abrazo y, también es un espejo. La actriz y médica psquiatra Mercedes Bertuzzi expone en escena su propia historia: una situación de violencia machista que sufrió por parte de una ex pareja. Este sábado 18 de marzo y en el marco del 8M, esta obra testimonial se presenta en MU Trinchera Boutique a las 21 hs, entradas a la gorra.
“Los primeros años, luego de salir, fueron de mucha confusión, angustia y mucha bronca. Escribir me permitía depositar esas emociones en el texto. El primer objetivo fue descargar. Siempre estuvo el deseo de poder denunciar a través de ese texto que iba escribiendo, pero no estaba segura de si iba a encontrarle la forma. En el proceso empecé a entrenar con Marina Otero, ella hace autoficción, y ahí algo se destrabó, la vi, vi la obra”, cuenta Mercedes. Al terminar de escribir el texto, tomó conciencia de que no era exclusivamente autorreferencial sino que involucraba la historia de muchas otras. Así tomó coraje para llevarla a la escena. “En cada función se me acercan decenas de mujeres emocionadas a abrazarme diciéndome ‘somos muchas’. Todas pasaron por una situación de violencia o acompañaron a otra mujer que la pasó. Siempre termino la función con ganas de gritar cada vez más fuerte el texto de esta obra. Siento que estoy entregando mi historia al colectivo y eso hace que ya no me pese, ya no lucho contra ella. Cada mujer que se identifica con la historia se la apropia un poquito y le va dando más cuerpo al personaje de Mía”.
Con sus herramientas artísticas, Mercedes logró una obra poética, sin golpes bajos, con ironía y momentos muy divertidos.
En una escena, dos niñas juegan a ser actrices, prueban vestuario y declaman en nombre del amor. Las palabras son extraídas de las típicas canciones románticas de cantantes famosos, las que hemos aprendido y cantado a lo largo de los años. “Para quienes fueron víctimas, no es fácil hablar. La violencia nos deja mudas, vacías, solas, no hay palabras que alcancen para explicar. El arte nos habilita un lenguaje a través del cual poder decir lo indecible, nos devuelve la voz, en la forma que cada una elija expresarse. Y para quienes son público, adentrarse a la temática desde una propuesta artística creo que les permite hacerlo sin tantas resistencias. Te permite escuchar con otra disponibilidad. El relato atravesado por la dramaturgia, la música, los cuerpos. Mantiene su fuerza y su crudeza, pero es amortiguado de ternura, poesía, risa. Y eso permite que hablemos de violencia con personas que quizás no se acercarían de otras formas”.

Cada vez que Mía fue presentada en distintos teatros —Mercedes quiere que la obra circule y abra a la reflexión— los comentarios de personas del publico se multiplican: “Presencié ese mismo diálogo”, “sentí exactamente eso”, “estuve en pareja con un tipo igual”. No solo es reparador para ella sino para muchas. “Romper el silencio es imprescindible. Me sigue sorprendiendo la cantidad de mujeres que se acercan después de la función a abrazarme emocionadas por haber ‘contado su historia’, estuvieron ahí mismo o acompañaron a otra. De todas las edades, todas las clases sociales. Es escalofriante, es triste. Pero es también esperanzador encontrarnos. Ya no nos estamos quedando calladas, estamos denunciando y estamos convencidas de cambiar esa realidad. El haber sido víctima de violencia ya no queda solo como una herida que duele y mejor callar y olvidar. Hoy somos víctimas enojadas, creativas y sobre todo, en red. Compartir Mía me abrió los ojos a eso… Es mi historia, es la de muchas otras y, por suerte, es parte de la historia que estamos modificando”.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143
Sábado 18 de marzo a las 21 hs
Actúan: Mercedes Bertuzzi, Juliana Gotta, Gonzalo Pungitore, María Tibi
Entradas “a la olla”.
Podés reservar en este link:
Nota
Punitivismo y feminismo en el caso de Lucía Pérez: una mirada sobre esa falsa dicotomía

La abogada trans Cristina Montserrat Hendrickse analiza por qué es falsa la dicotomía que pretenden instalar sectores que siempre trabajan para categorizar las divisiones del movimiento feminista. Así crean grietas sociales que les permiten alentar congresos, investigaciones y polémicas de las cuales viven.
Por Cristina Montserrat Hendrickse
Una corriente muy minoritaria de los feminismos entiende que reclamar la sanción penal del femicidio es una actitud punitivista.
Llegan a tal conclusión partiendo del concepto de que el castigo refuerza la violencia.
Evidentemente la idea de la que se parte es correcta, pero el error de la conclusión reside en asociar pena a castigo. En no distinguir la finalidad de la pena que impone nuestro Derecho de la triste realidad de castigo que significa la ejecución efectiva de las penas privativas de libertad.
Los feminismos en nuestro país se encuentran justificados jurídicamente en la Convención Contra Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) incorporada a nuestra Constitución en 1994; la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra La Mujer (Convención de Belem do Pará) que es un tratado internacional de jerarquía superior a las leyes; y las leyes nacionales y provinciales que reglamentan a estos tratados.
Nótese que la convención de Belem do Pará obliga a los Estados a “sancionar” la violencia de género, además de prevenirla y erradicarla. El marco jurídico “sancionatorio” por excelencia es el Derecho Penal.
De allí que en nuestro sistema de derecho pretender eludir o abolir la punición de la violencia de género resulta jurídicamente anticonvencional, y por tanto anticonstitucional.
No por ello se deja de valorar el aporte del antipunitivismo feminista en cuanto sostiene que el castigo refuerza la violencia. Pero el problema del antipunitivismo reside en cuestionar al sistema (de origen convencional interamericano) de sanción de la violencia de género, y no al sistema de castigo que en los hechos (y apartándose del Derecho) sucede con la aplicación de la pena.
En efecto, la finalidad esencial de las penas privativas de la libertad es la reforma y la readaptación social de los condenados (art. 5.6. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, también incorporada a nuestra Constitución en 1994), sin olvidar el mandato de que “…Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas…” (artículo 18 de la Constitución Nacional). De ambas reglas de jerarquía superior surge que la finalidad jurídica de las penas no es el castigo, como erradamente lo entiende cierta expresión del feminismo antipunitivista, sino la resocialización.
De allí que se impone una diferenciación entre “antipunitivismo” y “abolicionismo” que permita distinguir: si se pretende que la pena no se constituya en castigo sino como resocialización (antipunitivismo); o si se pretende abolir todo tipo de pena (abolicionismo penal).
La primera debería hacer foco en una reforma penitenciaria feminista, que lejos de reforzar el patriarcado lo deconstruya, no aboliendo las penas, sino modificando su ejecución a la finalidad que el impone el Derecho.
La segunda implicaría la abolición de todas las prisiones; y además, el desafío de construir respuestas ante los crímenes o lo que cada sociedad considera crímenes.
Evidentemente el castigo refuerza la violencia. Por lo que el mismo debe ser eliminado del sistema de ejecución penal, pero no el sistema de sanción; salvo que se sostenga el abolicionismo, teoría también respetable, pero que resulta anticonstitucional en nuestro sistema de Derecho, al menos en materia de violencia de género ya que la República Argentina se obligó ante la comunidad interamericana a sancionarla.
Toda decisión que se aparte de ese compromiso violentaría el sistema jurídico argentino y comprometería a nuestra Nación frente a la Comunidad Interamericana exponiéndonos a ser destinatarios de reclamos, cuando no de sentencias condenatorias, ante el sistema interamericano de Derechos Humanos.
En resumen: debatamos sobre las cárceles, no sobre las penas.
Cristina Montserrat Hendrickse
Nota
Pergamino: sentencia contra los agrotóxicos y triunfo de la comunidad frente a un intendente

La Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó la distancia de 1.095 metros dentro de las cuales están prohibidas las fumigaciones terrestres con agrotóxicos, y de 3.000 metros para las aéreas. De ese modo denegó el recurso de amparo presentado por el intendente pro agronegocio de Pergamino, Javier Martínez. La denuncia original había sido presentada por Sabrina Ortiz (en la foto principal), vecina de Pergamino, que en su reclamo contra el envenenamiento cotidiano que sufrían ella, su familia y sus vecinos, y sin encontrar quien la defendiera legalmente, terminó recibiéndose de abogada para encarar sus propias causas. La sentencia de primera instancia había sido dictada por el juez del juzgado penal 2 de San Nicolás Carlos Villafuerte Ruzo.
Frente a la ratificación de la Corte dijo a Sabrina Ortiz a lavaca, entre otras cosas:
- “Se me vinieron a la mente un montón de recuerdos de personas que la pasaron muy mal, personas que ya no están incluso, que fueron víctimas de este modelo y que perdieron la vida por esta causa”.
- “Celebro por duplicado porque cada batalla que damos tenemos oponentes muy fuertes, corporaciones, intereses políticos, corrupción, sectores del agronegocio. Entonces, en parte estoy feliz porque aunque sabemos que la solución sería que sea agrotóxicos cero para todo el mundo, no sólo para esta región, podemos decir que es un pasito más que estamos dando hacia el buen vivir”.
Publicamos además la nota completa realizada en la revista MU.
Por Francisco Pandolfi

Un fallo de la Corte Suprema de Justicia ratificó la distancia de 1.095 metros de prohibición de fumigaciones terrestres y de 3.000 metros para las fumigaciones aéreas, denegando el recurso de amparo que había presentado nada menos que el intendente de Pergamino, Javier Martínez, pretendiendo fumigar en todas partes, pese a las denuncias sobre los efectos de los agrotóxicos en la comunidad, el suelo, el aire y el agua.
El fallo en primera instancia, apelado por Martínez, había sido del Juez Carlos Villafuerte Ruzo, titular del Juzgado Penal Número 2 de San Nicolás, en septiembre de 2019, como medida protectoria paliativa urgente frente a las masivas fumigaciones.

Quien realizó la denuncia original ante la justicia federal fue la activista ambiental y abogada Sabrina Ortiz, también víctima de los agrotóxicos. Ante este fallo de la Corte Suprema de la Nación, explica a lavaca: “Esperábamos la resolución desde hace bastante tiempo, con muchas expectativas, pese que los últimos fallos que ha tenido la Corte en materia ambiental no han sido para nada alentadores. Sin embargo, para nosotros era casi seguro que iba a fallar a favor. Se me vinieron un montón de situaciones a la cabeza, sobre todo por cómo comenzó esta causa, por la salud de mis hijos, por las afectaciones que tuvieron, con las afectaciones que tuve en mi cuerpo; se me vinieron a la mente un montón de recuerdos de personas que la pasaron muy mal, personas que ya no están incluso, que fueron víctimas de este modelo y que perdieron la vida por esta causa. Fueron recuerdos muy tristes, muy angustiantes, dolorosos, del vivir cotidiano, de hecho todavía están en controles mis hijos y hay un montón de gente que la sigue sufriendo”.

Relata también con asombro: “Me da mucho dolor, que sea el propio municipio el que intenta ir en contra de la salud de las personas. Me da mucha impotencia que el intendente Javier Martínez sea quien quiere que nos fumiguen en la cabeza. Al mismo tiempo, celebro por duplicado porque cada batalla que damos tenemos oponentes muy fuertes, corporaciones, intereses políticos, corrupción, sectores del agronegocio. Entonces, en parte estoy feliz porque aunque sabemos que la solución sería que sea agrotóxicos cero para todo el mundo, no sólo para esta región, podemos decir que es un pasito más que estamos dando hacia el buen vivir”.
Aquí, el viaje, la investigación y la nota completa sobre la situación en Pergamino publicada en la revista MU: La capital del veneno.
https://lavaca.org/mu163/mu-en-pergamino-la-capital-del-veneno/

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