Sigamos en contacto

#NiUnaMás

Femicidio de Estado: Nunca Más

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

¿Cuántas y cuáles son las mujeres asesinadas el primer mes de 2020? ¿Qué significa Femicidio de Estado? ¿Cuáles son las historias de violencia e impunidad detrás de cada familia destruida? Familias Sobrevivientes de Femicidios es una nueva organización que generó un encuentro conmocionante y conmovedor en plena Plaza de Mayo este miércoles. Las voces que describen el rol de la violencia, de la policía, del poder judicial apostando, pese a todo, a crear un futuro más allá de la impunidad y la muerte.

A las dos de la mañana en la puerta de la Catedral de Mar del Plata cincuenta y cuatro personas se reúnen para esperar un micro que pagaron con lo recaudado en un festival artístico y vendiendo mermeladas caseras que preparó Marta, la mamá de Lucía Pérez.

Femicidio de Estado: Nunca Más

Lo primero que enseñan así es que a esta lucha la sostiene la autogestión.

Viajarán durante toda la madrugada para estar a las once de la mañana en Plaza de Mayo donde los segundos miércoles de cada mes se reúne el colectivo Familias Sobrevivientes de Femicidios. El encuentro consiste en dos acciones:

  • que las familias puedan hablar sobre sus historias, sus experiencias en la justicia, las estrategias que tuvieron que desarrollar, lo que necesitan, lo que falta, lo que duele;
  • y que todo el resto de los presentes escuchen, escuchemos.

Los espacios diagramados para la voz y la escucha son claros: las familias están sentadas en semicírculo, en bancos rojos. A sus espaldas una bandera dice “Estado femicida nunca más”, atrás la Casa Rosada; alrededor de ellxs, con banderas, las personas que escuchamos.

Están sentadxs: Marta y Guillermo, mamá y papá de Lucía Pérez; Rosana, mamá de Carla Soggiu, Mónica, mamá de Araceli Fulles; Gustavo, papá de Natalia Melmann; Ana, mamá de Analia Aros; Blanca, mamá de Agustina Fredes; y Jesica, hermana de Nancy Segura.

Tienen algo en común: sus hijas o hermanas fueron víctimas de femicidios. Saben que el femicidio es un tipo de violencia que destroza un cuerpo y, a la vez, a una familia. Saben también que esa violencia afecta a toda la trama social: el colegio, el barrio, la opinión pública.

Conocen qué rol cumplen el aparato policial y judicial para dejar a estos crímenes impunes, sin condenas justas. Y también saben que no hay políticas completas y concretas para contener, acompañar y facilitar el acceso a la justicia ni a programas de asistencia social, psicológica y legal, entre otros derechos negados.

Construyeron ese saber desde sus propios dolores y con su propio cuerpo. Desde ahí hablan, eso escuchamos.

Lo que cuentan

Femicidio de Estado: Nunca Más

Lucía Pérez, 16 años. El 8 de octubre de 2016 Matías Farías, 23 años, y Juan Pablo Offidani, 41, la llevaron a la sala de salud de Playa Serena: llegó muerta. Los apresaron un día después en una camioneta Fiat Strada gris donde se encontraron 38 gramos de cocaína y 250 de marihuana. Los registraron en su parada habitual: la puerta del colegio a donde concurría Lucía. Hubo un tercer detenido, Alejandro Maciel, 61 años, acusado de encubrimiento agravado por ayudar al lavado del cuerpo muerto. En el juicio oral Farías y Offidani fueron condenados por tenencia de drogas con intención de venta, y Maciel sobreseído.

Nadie fue condenado por el femicidio, los jueces consideraron que a Lucía no la mataron -se murió- y no la violaron: conjeturaron que la actividad sexual comprobada en la autopsia había sido consentida. Todas las partes apelaron el fallo y la audiencia será el próximo 5 de marzo a las 10 horas en La Plata. En paralelo, la familia de Lucía impulsó junto a legisladores de distintos bloques el juicio político a los jueces que dejaron impune el crimen de Lucía: Facundo Gómez Urso, Pablo Viñas y Aldo Carnevale del Tribunal en lo Criminal N°1 de Mar del Plata, aunque ante el juicio político comparecerán solos dos jueces, ya que Carnevale pidió la jubilación anticipada, la cual le fue concedida por la ex gobernadora María Eugenia Vidal.

El Estado y los extraterrestres

Femicidio de Estado: Nunca Más

Quien habla en la ronda de Plaza de Mayo es Marta Montero, su mamá, enfermera del Hospital Interzonal de Mar del Plata: “De nuevo estamos juntas visibilizando cosas que no ven o no pueden ver. Queremos que nos vean la cara. Después del femicidio de nuestras hijas, esto es como quedamos: familias desmembradas, destruidas. Esto es lo que podemos juntar. ¿Qué venimos a hacer a esta plaza? Venimos a sembrar conciencia. ¿Qué es lo que está pasando que el Estado no está presente? No está con las familias. Es como si fuésemos extraterrestres. Y a todas nos pasa lo mismo. No es casual que a todas nos traten igual. No es casualidad: es causalidad, de no hacerse cargo. Venimos acá para que haya política social. Porque esto nos atraviesa a todos, acá se destruye todo el tejido social. Nos matan en vida a nosotras mismas, porque después de la muerte de una hija quedamos como podemos, quedamos en hilachas. La que puede trabajar, trabaja, la que no, no consigue. Porque hasta eso tenés: la discriminación de ser la hermana de, la madre de, el padre de. Queremos que este Estado ausente empiece a visualizar esto. No sé de qué manera tenemos que hacerlo: si tenemos que traer el cadáver de nuestras hijas o el cadáver nuestro acá a la Plaza. Para todas las que estamos acá es un gran sacrificio: desde las 2 de la mañana estamos levantadas para venir desde Mar del Plata”.

Natalia y los policías

Femicidio de Estado: Nunca Más

Natalia Melmann, 15 años. Desapareció el 4 de febrero de 2001, cuatro días después se encontró su cuerpo en las afueras de Miramar. Fue violada, torturada y luego asesinada. La autopsia reveló presencia de cinco perfiles genéticos distintos en el cuerpo. Los policías bonaerenses Ricardo Suárez, Oscar Echenique y Ricardo Anselmini fueron condenados por “privación ilegítima de la libertad agravada, abuso sexual agravado y homicidio triplemente calificado por ensañamiento, alevosía y en concurso de dos o más personas” y el policía Gustavo Fernández como entregador. Diecisiete años después fue juzgado y absuelto el ex sargento de la bonaerense Ricardo Panadero, pero a fines del año pasado Casación resolvió revocar la absolución.

Habla en Plaza de Mayo Gustavo, su papá: “Estamos presentes porque queremos impulsar un cambio en la sociedad. Un cambio cultural y un cambio en la justicia. Cada uno de nosotros venimos de marcha en marcha, y principalmente venimos a pedir un freno a los casi 30 femicidios mensuales que tiene la Argentina. Venimos a pedir Ni Una Menos, políticas de Estado que protejan a la mujer. Queremos respuesta rápida e inmediata”.

Nancy Segura, 27 años. Fue asesinada el 19 de junio de 2017 por su ex pareja Rafael Inglera a puñaladas. Su hija de 3 años estaba presente. Nancy tenía también un hijo de 11 años. Ambos están al cuidado de su tía. En agosto del año pasado un jurado popular en el Tribunal Oral en lo Criminal N°3 de Mar del Plata encontró culpable a Inglera por “homicidio agravado por el vínculo mediando circunstancias extraordinarias de atenuación”. La jueza Mariana Irianni estableció 20 años de prisión.

Habla Jesica, su hermana: “A Nancy la mató el exmarido el 19 de junio de 2017. Tuvimos el juicio, le tiraron 20 años. Nada. Estoy criando a mis dos sobrinos. Me hice cargo. Ahora con la nena estoy peleándola porque tiene el apellido de él: él la mató y yo tengo que seguirla peleando para tenerla definitivamente. Para que se queden conmigo. Es lo único que me deja mi hermana. Ellos me dan fuerza para seguir peleando y que lo de mi hermana ni lo de ninguna de las chicas quede en la nada. Muchas gracias”.

Agustina, Analia, Araceli

Femicidio de Estado: Nunca Más

Agustina Fredes, 19 años. Fue violada y torturada física y psicológicamente por Matías José Acevedo, hechos que fueron denunciados ante la justicia. El 18 de abril de 2017 su familia toma conocimiento de que está embarazada como consecuencia de estas violaciones. Le realizaron una cesárea donde le extrajeron el bebé, también el vaciamiento de su útero y ovarios. El 23 de abril del 2017, su familia la llevó desvanecida al hospital Materno Infantil, pero luego fue trasladada al H.I.G.A. Allí, les informan que por la demora del traslado y la falta de oxígeno Agustina tenía muerte cerebral. El informe de las autoridades establece que Agustina falleció por embarazo ectópico. En junio de 2017 la familia pidió que se realizara una autopsia, que fue negada porque consideraron que no era necesaria. Ocho días después del primer encuentro de Familias Sobrevivientes de Femicidios en el diciembre pasado fue detenido Acevedo.

Habla en Plaza de Mayo Blanca, su mamá: “Cuando estuvimos acá en diciembre, a los ocho días, recién ahí, detuvieron al asesino de mi hija. En abril ella cumple tres años de fallecida. Está detenido con la preventiva, recién el lunes me van a detallar cómo sigue. Espero que sea todo para bien, que sea una condena sin beneficios. Porque van a ser tres años que mi hija está bajo tierra, y ella no tiene beneficios. Quiero y exijo que sea lo mismo para él. Porque nosotros nos quedamos sin las chicas, ellos la siguen disfrutando, se burlan de la familia, porque la Justicia los ampara a ellos. Nosotras pasamos a ser madres descartables. Nos matan a nuestras hijas y tenemos que venir de tan lejos a estar acá sentadas llamando la atención e informando de lo que pasa a la gente. Y no es fácil venir acá. Es muy triste. Gracias”.

Analía Aros, 36 años. El 21 de marzo de 2017 su ex pareja Hugo Orlando Gutiérrez la golpeó en la cabeza y estranguló con un cable de luz. En octubre de 2018 fue condenado a prisión perpetua en el Tribunal Oral en lo Criminal N°2 de Mar del Plata.

Quien habla en Plaza de Mayo es Ana, su mamá: “Yo siempre no puedo hablar, pero trataré. Mi hija Analía fue asesinada por su pareja. Ahora en marzo se van a cumplir tres años. Tiene perpetua, según dicen son 35 años. La perpetua también es para nosotras las madres y para las hijas que quedaron. Él está vivo, y dentro de la cárcel se burla de nosotras. Tiene un celular donde lo vemos. Se casó dentro de la cárcel, tiene un bebé ahora y se saca fotos con los deditos con la V de victoria en Facebook. Lo vemos. Son tres años de sufrimiento. Seguimos sufriendo al ver esas fotos. Mi sufrimiento es perpetuo, mi hija nunca más volverá. Estoy a cargo de su hija más chica, 13 años, que es una preadolescente que estamos con todos los tratamientos habidos y por haber. Y yo con 70 años tengo que volver a empezar de nuevo. Y me está costando muchísimo. Muchísimo. Me está costando pensar que mi hija está muerta. Y esto de llorar es todos los días, porque así nos dejan: emocionalmente destrozadas. Nos dejan hechas pedazos a todas las hermanas, las hijitas. No sé cuánto estaré yo criando una nena de 13 años. Y ese es mi miedo: llegar a que esa nena pueda ser criada lo mejor posible. Trato de hacer lo mejor posible con la fuerza que puedo sacar de mi dolor”.

Femicidio de Estado: Nunca Más

Araceli Fulles, 22 años. El 1º de abril de 2017 a las 7 de la mañana le envió un audio a su mamá, Mónica, diciéndole que estaba en camino a su casa y que pusiera la pava para tomar juntas unos mates. Nunca llegó. Su cuerpo fue encontrado 23 días después, destrozado, enterrado y cubierto de cal. Al día siguiente del hallazgo Asuntos Internos de la Policía Bonaerense separó de sus cargos al subcomisario Hernán Humbert, el oficial principal José Gabriel Herlein y el numerario Elián Ávalos, hermano de uno de los implicados en el femicidio. Todos pertenecían a la Comisaría 5ª de San Martín, la misma en la que la familia de Araceli presentó la denuncia de su desaparición. El cuerpo de la joven fue encontrado en la casa de la madre de Darío Badaracco. La orden de requisar esa casa fue dada por el juzgado al comienzo de la investigación, pero la policía dijo no haber encontrado nada. Badaracco declaró tres veces ante la fiscal Graciela López Pereyra, la última en la misma mañana del hallazgo del cuerpo, y a pesar de que resultó sospechoso, no fue detenido. Escapó y fue apresado por una mujer embarazada que lo reconoció, lo corrió y alertó a las fuerzas de seguridad. Badaracco estaba detenido en el penal de Sierra Chica cuando, en abril de 2019, lo mataron: le hicieron tragar agua hirviendo. Los otros implicados en el femicidio de Araceli son Carlos Cazals, y sus empleados Marcelo Ezequiel Escobedo y Hugo Martín Cabañas. Badaracco también formaba parte de su plantel. Mónica, mamá de Araceli, fue quien logró que se detenga a Carlos Cazals, pero por otro delito relacionado con el femicidio: había amenazado a una testigo que conocía su participación en el hecho; quedó libre el pasado setiembre. La familia está amenazada y con custodia policial permanente. El juicio oral ya tiene fecha: mediados de mayo de 2020

Habla Plaza de Mayo Mónica, su mamá: “Ella desapareció un 2 de abril. La encontré a los 27 días violada, quebrada. La habían puesto en un freezer. Estuvieron 27 días sin saber dónde meter el cuerpo, hasta que la enterraron en un pozo con cal. Esa carita que ven acá no se veía. Fui a reconocer el cuerpo de mi hija, nada más estaban los dientitos y los ojitos. Cuesta. Yo también estuve donde está la gente afuera, nunca me paré a preguntar por qué estaba reunida la gente, a veces en la plaza o con carteles, porque yo era muy ignorante en ese momento. Ignoraba lo que estaba pasando. Hoy me tocó a mí. Lo de mi nena fue hace 3 años ya. Fue una herida mortal para nosotros. Esa herida es como que se engangrenó. Cada día duele más. Estamos muertos en vida. No hay un día en que una no piense en su hija. Cada vez duele más y más y más, y yo sé que en algún momento nos va a llevar a la muerte. Estamos muertas en vida. Destruyeron a toda una familia. Tengo dos hijos. Mi hija tenía 22 años, hoy mis hijos tienen 23 años, y tengo que seguir luchando por ellos dos. El que encontró el cuerpo de su hermana no hay un día que no se levante y me diga: ´Ma, me duele acá´. Hicimos tratamiento, todo, y no tiene nada. Me dijeron que es psicológico. Y tiene miedo de quedar como quedó su hermana. Él, cuando vio el piecito, pensó que era un chancho, pero era el pie de su hermana: todo comido. El más chico intentó dos veces matarse. Una vez me lo trajeron porque se había tirado a las vías del tren y dijo que no quería vivir, que quería volver con su hermana. Un día llegamos y estaba ahorcado. Ya estaba morado. Le hicimos primeros auxilios y gracias a Dios reaccionó. Y yo lamentablemente estoy sola, porque mi marido cayó en una depresión. No quiere vivir. No hace mucho le preguntaron si se le aparecía la imagen de su hija, qué le diría, él dijo: `Que me lleve con ella. Que no quiero vivir más´. Entonces yo les pregunto a todos: ¿por qué tenemos que estar acá a pesar de nuestro sufrimiento?  ¿Por qué no hacen nada? En enero hubo 35 femicidios. Hacen oídos sordos o se hacen los ciegos. No estamos acá porque queremos estar: queremos que haya justicia, que se termine toda esta impunidad, que nos ayuden y que la gente que pasa no ignore nuestro dolor. Estamos acá luchando por nuestras hijas y por los hijos de ustedes. Ayuden a que tengamos justicia”.

Concluyó con una frase que sonó amable, y extraña: “Que tengan buen día. Gracias”.

Almas rotas

Femicidio de Estado: Nunca Más

Carla Soggiu, 28 años. El 26 de diciembre de 2018, Sergio Nicolás Fuentes, su ex marido, la secuestró, ató, violó y golpeó. Ella tenía hidrocefalia, y los golpes destrozaron la válvula. Hizo la denuncia en la Oficina de Violencia Doméstica: completarla le llevó horas. Le dieron un botón antipánico y una orden de restricción y se abrió una causa por la que en diciembre del año pasado se lo condenó a seis años de prisión. Veinte días después de la violación, el 20 de enero de 2019, Carla activó tres veces en un lapso de noventa minutos el botón antipánico para avisarle a la Policía que estaba perdida y necesitaba ayuda. La lesión por la golpiza en el cráneo, según sus padres, derivó en una desestabilización y desorientación tiempo-espacio. La ayuda no llegó. Los padres de Carla aseguran tener el dato de que, justo por esos días, el GPS del botón antipánico no funcionaba. Sin obtener respuesta adecuada y a tiempo Carla murió. Su cuerpo fue encontrado tres días después. Tenía dos hijos que quedaron a cargo de sus abuelos maternos. La familia pide que, dada la condena por violación que lograron en la causa que precedió a su crimen, se cambie la carátula de la que investiga su muerte por “femicidio”.

Habla en Plaza de Mayo Rosana, su mamá: “Sigo pidiendo justicia por mi hija. Toda mi familia con el alma rota. Ya hay una condena al asesino. Están comprobados los golpes que le dieron en la cabeza, en la válvula. Ahora seguimos por el femicidio, porque a raíz de los golpes que le ocasionó es que está muerta. Vamos a seguir luchando hasta el final, para que paguen los que tengan que pagar. El asesino y el Gobierno de la Ciudad también, ya que no ayudó a Carla”.

La carta

Femicidio de Estado: Nunca Más

Luego de la ronda Marta, mamá de Lucía, leyó la carta que el colectivo redactó para presentar en Casa Rosada. Luego, todos los familiares presentes la firmaron y quien entró a entregarla fue Mónica, mamá de Araceli. Lo hizo con la remera y la bandera con la foto de su hija.

En la carta, la segunda que entregan tras la que redactaron en diciembre, las Familias Sobrevivientes de Femicidios exigieron “que se reconozca el estado de dolor e indefensión en el que nos deja el asesinato de nuestras hijas, y esa forma de reconocimiento es concreta” y detallaron a continuación lo que necesitan.

Reproducimos el texto:

Femicidio de Estado: Nunca Más
  1. Contener y reparar el daño que la violencia produjo en nuestras familias, afectando vital, psicológica y económicamente a huérfánxs, hermanxs, padres. Estamos padeciendo depresiones, intentos de suicidio y exclusiones del mercado laboral por ser “el hermano o hermana de” o “el padre o la madre de”, estigma que muchas veces ayudan a construir la impunidad que produce el Poder Judicial al dejar sin condena ejemplar estos crímenes.
  2. Hacer justicia en un sistema que favorece la impunidad de los femicidios, lo cual implica para las familias dedicar mucho tiempo, recursos y energía, además de tener que trasladarse cientos de kilómetros para las audiencias de apelaciones, por lo cual debemos  abonar pasajes, estadía y comidas; además de hacernos cargo de los honorarios de abogados penales, que como es tradición en ese fuero, deben pagarse antes de iniciarse el trámite judicial, es decir, en plena conmoción familiar y cuando tenemos que pagar hasta el sepelio de nuestras hijas masacradas.
  3. Reparar el daño en el tejido social que estos femicidios producen, dejando secuelas de las que ninguna autoridad se hace cargo, ya que en ningún barrio o escuela del territorio donde se produjo el femicidio de nuestras hijas se implementó ningún programa ni se aplicó ningún protocolo para elaborar comunitariamente el trauma de estas violencias y, por lo tanto, intentar así prevenirlas.

Agrega el texto: “Son muchos más los factores que podemos enumerar, pero en esta oportunidad nos centramos en estos tres aspectos para reclamar tres medidas:

  1. Que se implemente un programa para contener a las familias víctimas de violencia machista, que incluya a todos los miembros afectados. Este programa debe proporcionar asistencia psicológica adecuada y de ser necesario, recursos económicos, hasta que ese núcleo familiar este nuevamente en condiciones de insertarse en el mercado laboral.
  2. Que se implemente la asistencia jurídica gratuita y, en caso de ser necesario, se proporcionen los pasajes necesarios para seguir el trámite judicial, tal como se corresponde con el pleno ejercicio del acceso a la justicia.
  3. Que se implemente un protocolo de actuación territorial y especialmente en el ámbito de la educación para aplicar inmediatamente en casos de poblaciones afectadas por femicidios”.

Crímenes 2020

Femicidio de Estado: Nunca Más

Las familias habían llegado a Plaza de Mayo con una bandera de tela negra en la que se leía: “enero” y 34 carteles con un dato en cada caso: “una menos”.

Cada cartel llevaba un nombre. Son las mujeres asesinadas durante el primer mes de 2020: Inés, 56 años; Sabrina, 35 años; Valentina, 19 años; Analía, 27 años; Florencia, 27 años; Luciana, 24 años; María, 25 años; Claudia, 44 años; Gabriela, 33 años; Silvia, 32 años; Marisa, 44 años; Noelia, 42 años; Alejandra, 28 años; María Mercedes, 46 años; Mariela, 40 años; Bárbara, 20 años; Florencia, 21 años; Ana Beatriz, 52 años; Isabel, 25 años; Francisca, 44 años; Bárbara, 29 años; Natalia, 16 años; Dámaris, 23 años; Romina, 17 años; Olga, 30 años; Natasha, 24 años; Deborah, 26 años; Rita, 27 años; Valeria, 28 años; Ayelén, 15 años; Antonela, 22 años; Gladys, 37 años; Antonella, 30 años y Maria Laura, 35 años.

Marta y Mónica leyeron la lista en voz alta, mientras la bandera giraba en torno a ellas, y sonaba la percusión aportada por artistas que llegaron desde Mar del Plata.

Después se hizo la performance del colectivo chileno Las Tesis que recorre el mundo y grita: “El Estado opresor es un macho violador”. Desde el Colectivo Familias Sobrevivientes de Femicidios plantean “Estado femicida nunca más” llamando Femicidios de Estado a “aquellos crímenes contra mujeres y personas trans cuyas condiciones para que se produzcan, concreten y queden impunes forman parte del escenario previo y garantizado por las políticas de Estado, tanto las que se llevan adelante como las que se dejan de hacer”.

El próximo encuentro será el segundo miércoles de marzo, a las 11 horas, en Plaza de Mayo.

#NiUnaMás

La tesis del gran bonete

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

¿Cómo informar sobre femicidios? ¿Quién sabe cómo hacerlo? Una polémica tesis promocionada por Rita Segato desliza la responsabilidad del Estado a los medios, en momentos en los que el gobierno pretende derogar la figura legal de femicidio. Las falacias y generalizaciones que construyen una orden de silencio. 

Por Claudia Acuña

Las periodistas somos responsables de los femicidios. Mientras tipeo esta frase me invade un sentimiento que solo explica el clásico «no sé si reírme o llorar”.  Desde que la escuché pòr primera vez en el año 2020, de boca del entonces gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, hasta ahora, que la repite una integrante del movimiento transfeminista del Valle de Punilla, en Córdoba, han pasado varios años, pero aquella primera vez y esta última tienen un contexto en común: esas provincias habían sufrido en poco tiempo una serie de femicidios que sembraron protestas sociales importantes. En el caso de Jujuy, estaban todas sus rutas cortadas con adolescentes que sostenían cartulinas escritas a mano exigiendo justicia, mientras las fuerzas de seguridad disparaban gases para dispersarlas. En esta ocasión, en Punilla la movilización también fue masiva.

Lo que cambió, y no es poco, es otro contexto: en estos momentos el Estado argentino intenta imponer la derogación de la figura jurídica de femicidio.

Otro cambio: el ex gobernador Morales, por entonces interesado en que no se difundan las protestas –que por cierto fueron las primeras que azotaron su gobierno– citó a Rita Segato como autora de la tesis que responsabiliza a los medios de comunicación de sembrar femicidios, ya que al informar sobre ellos los contagiaba. En plena pandemia de coronavirus esa palabra significaba meter el dedo en una herida social. Investigué entonces de qué galera había sacado Morales ese argumento: había escuchado a Segato en una capacitación que la académica le dio a su gabinete, por zoom y en el marco de un programa financiado por ONU Mujeres. Cuatro años después ya tenemos un libro que lo justifica, con prólogo de Segato y suscripto por su alumna, la brasileña Daniela Gontijo. Tuve la oportunidad de conocerla en La Paz, Bolivia, cuando intenté conversar con ella sobre su tesis. Le pregunté si sabía que la Organización Mundial de la Salud había comunicado su autocrítica por solicitar a los medios que no informen sobre suicidios, un argumento que en su tesis es basal para extenderlo a los femicidios. Sigo esperando su respuesta.

La principal diferencia, sin embargo, es que ahora esa frase es repetida por una comunicadora y activista que ha participado de la organización de la protesta en el Valle de Punilla. Está preocupada, angustiada diría, por su rol. Y lo que es peor, insegura. Es ella, entonces, quien motiva esta nota, que escribo con hartazgo.

Las raíces de la información

¿Cómo se informa “bien” un femicidio? ¿De eso se trata este debate? No. Y por varios motivos. El primero es el primero: el término femicidio tiene una larga y dolorosa historia política y social. Resumo: la palabra encuentra sus orígenes en la expresión feminicide, “desarrollada inicialmente en el área de los estudios de género y la sociología por Diana Rusell y Jane Caputi a principios de la década de los 90 (…) concepto que surge con una intención política: desvelar el sustrato sexista o misógino de estos crímenes que permanece oculto cuando se hace referencia a ellos a través de palabras neutras como homicidio o asesinato” (Toledo 2009: pp23-24).

Tal como advirtió la antropóloga Marcela Lagarde al aplicarlo a la situación desesperada de Ciudad de Juárez, México, “femicidio no es solo una palabra: es toda una teoría”. ¿Qué teoría sostiene la palabra femicidio? La responsabilidad del Estado en estos crímenes. Explica Lagarde: “Son crímenes que no responden a una problemática derivada de la mal llamada violencia doméstica o intrafamiliar, sino que es parte de una problemática mucho más grave y compleja. La conexión entre el género y la clase social en los femicidios de Ciudad Juárez es clara: sus torturadores y asesinos actuaban porque querían y porque podían hacerlo, amparados por unas estructuras sociales y gubernamentales que propiciaban la impunidad de sus actos.” Esto decimos cuando decimos “femicidio”: lo sistémico de lo biográfico.

Esta concepción teórica y política aplicada a Ciudad de Juárez tuvo su consecuencia jurídica cuando el Estado de México fue condenado por la Corte Interamericana con el fallo conocido como Campo Algodonero. De ahí derivan todas y cada una de las herramientas legales que cada país latinoamericano fue obligado a adoptar para prevenir, erradicar y hacer justicia por la violencia que sufrimos mujeres, travestis, trans y diversidades sexuales.

¿Cómo señalar entonces en cada femicidio la responsabilidad estatal que lo propicia? De eso se trata este debate. La respuesta, digámoslo rápido y fácil, es el territorio.

Como marco teórico a esta territorialización de la información sobre la violencia femicida propongo leer Capitalismo Gore, de Sayak Valencia, escritora, filósofa y artista performática mexicana. Es su tesis doctoral de la Universidad Complutense de Madrid y, por eso mismo, es interesante conocer su origen porque leída hoy resuena como una respuesta contundente a esta otra tesis: “Originalmente la iba a hacer sobre epistemología feminista. Para mí era muy importante revisar cómo se producen ciertos grados de verdad o ciertas ficciones políticas que encumbran el conocimiento como algo que parece incuestionable si está mediado por el sello cientificista”. En eso estaba, entonces, cuando en un alto en sus estudios viajó a visitar a su familia a su Tijuana natal y en el camino que la llevaba del aeropuerto a su casa vio desde el auto y a la vera de la autopista un cadáver descuartizado. Así decidió cambiar el tema de su tesis y así nació un término –Capitalimo Gore– para  denominar aquello que la había sacudido: “el capitalismo gore sería la forma material de explotación que va atravesada de colonialismo, machismo, sexismo, crimen organizado, y corrupción”, sintetiza en una entrevista que le realizaron diez años después de la primera publicación.

Dirá también en esa entrevista Sayak Valencia: “El pensamiento es siempre contextual y si tratamos de hacer universalizaciones tajantes de ese pensamiento ya estaremos cayendo en una tentación solipsista, al considerar que tenemos las verdades absolutas sobre fenómenos que no serían explicables de manera sencilla en primera instancia. La necropolítica, la biopolítica y el uso de la violencia se dan de manera contextual porque su intensidad depende de los países, las condiciones económicas, lo gubernamental, lo social, lo cultural, en suma, dependiendo de la regionalización del mundo. No es igual de explícita la violencia racista contra ciertas poblaciones en territorios indígenas en México y la violencia racista que se da en Estados Unidos contra la población afro, que otro tipo de violencias como el negar servicios de salud a las poblaciones trans o a crear condiciones hostiles que provocan violencia y que terminan en una especie de necroadministración, o como dice Ariadna Estévez, en una administración del sufrimiento para que ciertas poblaciones sean dejadas de lado y mueran en ese apartamiento de lo social”. Esta última frase resuena especialmente en la actualidad y en la lucha de cada miércoles de las y los jubilados.

Reitera Sayak: “Creo que hay que seguir pensando lo biopolítico y lo necropolítico de manera contextual”.

¿Cuál es entonces el contexto en el que debemos fijar la atención ante cada femicidio y, mucho más, ante su reiteración producida en pocos días? El territorio. En el Jujuy gobernado por Gerardo Morales, en el Valle de Punilla azotado por la sistemática impunidad de los femicidios que allí se padecen, en las tramas de complicidad policial y judicial que han sembrado el terreno propicio para que la mimesis suceda, una y otra vez, sin sanción, ni contención ni reparación, que es finalmente aquello que expresa el grito de justicia que sin descanso nos hace oír el movimiento transfeminista organizado que también habita esas tierras, porque ya sabemos: donde hay criminalidad organizada en este país también hay resistencia.

En estos contextos, las órdenes de silencio no solo son peligrosas: suenan cómplices.

Emitirlas en nombre del saber es, además, perverso.

¿Quién sabe y quién no sabe informar sobre la violencia femicida? ¿De eso se trata este debate? No. Lo que tenemos que discutir es quién tiene autoridad sobre el saber. Y el saber es saber hacer resistencia a estas violencias.

¿Cuáles son las fuentes de información adecuadas, especialmente en tiempos en los que el poder se vuelve opaco e inaccesible? La narcocriminalidad ha impuesto esa barrera a la verdad del poder. Su privilegiada posición de economía “en negro” e “informal” ni siquiera nos permite conocer las cifras con las que maneja el mundo, en general, desde cada territorio en particular, pero sí alcanza para reconocer que aquello que llamamos ultraderecha tiene entre sus patrocinadores estos oscuros capitales que la promueven. ¿Hay entonces una relación entre la motosierra que destroza los pocos programas de contención de víctimas de violencia, la iniciativa de la administración Milei de erradicar la figura jurídica de femicidio y la manifiesta violencia misógina de la narcocriminalidad? Es pregunta.

También sabemos que eso que llamamos Academia, aquí en Latinoamérica, no ha producido investigaciones, estudios y publicaciones que relacionen la violencia femicida con el crecimiento de la narcocriminalidad, que en los territorios siempre tiene la forma de narcomenudeo porque esa es la lógica de gestión del negocio. Sí ha producido, y lo sigue haciendo, mucho análisis sobre los medios de comunicación que, en tiempos de redes virtuales, agigantan el rol de los formatos clásicos, en una operación que produce una restauración por repetición de marcos desactualizados –descontextualizando alcances de tiradas y audiencias, por ejemplo– y, a la vez, deslizan el eje del debate central: del Estado hacia los medios.

Ante cada femicidio hablemos del Estado. Narremos por ejemplo, el marco social-económico que afectó a víctimas y victimarios, nombremos los crímenes impunes sucedidos en ese territorio, los antecedentes de los fiscales encargados de investigar esos femicidios, los servicios y programas desmantelados en esa zona para prevenir y contener violencias, los funcionarios denunciados por violencia sexual, la cantidad de denuncias realizadas y cómo fueron atendidas, etcs y etcs.

Hablemos incluso de aquello que la política etiqueta como “inseguridad”, palabra detrás de la cual se esconden las tramas de complicidad policial-judicial (eso es el Estado) que alientan y sostienen las violencias.

Luego, si nos sobra tiempo, charlamos sobre el rol de los medios en la producción y reproducción de los femicidios.

Recién entonces, diré lo que puedo aportar al respecto, tras más de treinta años de informar, investigar y reflexionar sobre el tema y compilar información sobre casi 6.000 femicidios producidos en este país:

  1. Cuando era editora del principal diario de la Argentina recibí la recomendación de la Organización Mundial de la Salud sobre el peligro de informar sobre casos de suicidios, ya que provocaban contagio: resumo así la larga instrucción que señalaba ese peligro. En aquel momento el director del diario era Roberto Guareschi y encontré en él un aliado para imponer esa orden de silencio. Me pareció adecuada. Creí ser responsable de aplicarla y controlar que se lleve adelante, no solo en ese diario: enseñé a mis estudiantes a no informar. Cuando veinte años después leí la autocrítica de la OMS, admitiendo el contundente fracaso de esa restricción, aprendí la lección: en el periodismo el silencio nunca es opción. Tampoco lo es para una víctima de violencia.
  2. Cuando vi la tapa de un diario de México con la foto a toda página de una mujer colgada de un árbol, con la cabeza encapuchada, desnuda y con la leche maternal emanando todavía de su cuerpo destrozado comprendí aquello que escribió Sayek Valencia sobre la espectacularidad de la violencia: los medios completaban el trabajo de los sicarios. Ellos mataban a una mujer, los medios amenazaban a todo el resto. Estamos en Argentina, muy lejos de esa horrorosa maquinaria mediática de reproducción de la violencia. Estamos, además, en un oficio de periodistas profesionales, organizadas, formadas, muchas de ellas orgullosamente feministas y en gran parte, abrazadas a los movimientos sociales que las sostienen más que los medios donde trabajan en condiciones precarizadas, injustas, brutales. Ellas no lo son. Y es todo un esfuerzo no dejarse impregnar por la decadencia de la producción de noticias que hoy padecemos.
  3. Por último, hago mía las palabras de Helen Álvarez, la periodista boliviana integrante de Mujeres Creando, cuando en una mesa de debate con la autora de la Tesis del Gran Bonete, refutó: “No pienso dedicar un minuto de mi vida a discutir cómo mejorar medios comerciales, porque puede que logres que se escriba allí sobre un femicidio tal como pretendes que está bien, pero cuando das vuelta la página te vas a encontrar con un reportaje al jugador de fútbol que hizo el gol de la semana, sin mencionar que fue acusado de violación la anterior, y en la sección Economía, la noticia del ministro anunciando recortes de los programas sociales”. Como siempre, hay que contextualizar la frase: Helen fue la editora de la sección Economía del principal diario de Bolivia y es la mamá de Andrea, víctima de femicidio. Helen sabe.
  4. Por último, una noticia que nos da una pista sobre por dónde ir: en qué anda Sayek Valencia ahora. “Actualmente me encuentro investigando algo que denomino política post mortem, que son los agenciamientos prácticos que vienen de las personas que han sobrevivido a acontecimientos traumáticos y violentos. Es decir, son las prácticas, agenciamientos y acciones puestas en marcha por personas que han sufrido el asesinato, el femicidio o la desaparición de alguien que aman y que a partir de ese acontecimiento violento se han organizado para exigir justicia. Política post mortem sería esta forma de agenciamiento político que viene después de la masacre, después del trauma, después de la muerte de un ser querido, y que sigue luchando por esos muertos a través de las resistencias, de las búsquedas y de la dignificación del reclamo de justicia social”.
Seguir leyendo

Nota

57 femicidios en el año, infancias huérfanas cada dos días: Informe mensual del Observatorio Lucía Pérez

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Según datos del Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez, hubo 26 femicidios durante febrero, contabilizando un total de 57 en los dos primeros meses del año. Estos crímenes dejan, a la vez, un saldo de 35 infancias huérfanas. Si bien existe una ley que obliga al Estado a brindarles una protección integral económica, de acompañamiento y de acceso a la salud, desde que asumió la actual gestión no se otorgó ninguna: la Ley Brisa no se cumple. Los otros indicadores de la violencia patriarcal de este 2025: 43 intentos de femicidio, 15 desaparecidas, 595 funcionarios denunciados.

El cuerpo de Carolina Ríos, 43 años, fue encontrado por una de sus diez hijas. Maite y Carolina, las mayores, le pidieron luego a la prensa que difundiera este mensaje : “Necesitamos ayuda para poder criar, vestir y mandar a nuestros hermanitos a la escuela. Hoy estamos destruidas, y hacemos todo lo posible para seguir adelante y no quebrarnos ante nuestros hermanos menores». 

Tres días antes asesinaban a Ailén Oggero, de 32 años, delante de sus hijos de 11  y 4 años. El mayor fue quien avisó del crimen a los vecinos. 

A Otilia Cubilla Jara, de 65 años, también la encontró asesinada su propio hijo. 

Estos son solo tres de los 26 femicidios y travesticidios que ocurrieron durante febrero. 

Una síntesis de la violencia que marca los dos primeros meses del año:

Toda la información sobre cada uno de estos casos está disponible en la web del Observatorio Lucía Pérez, el primero y único autogestionado y público.

Una herramienta de información, análisis, debate y acción creada por nuestra cooperativa. 

www.observatorioluciaperez.org

Seguir leyendo

#NiUnaMás

Arte contra la impunidad femicida

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

«Hoy, en el día del cumpleaños de nuestra hija, nos enteramos por los medios de una nueva injusticia. Es otra violencia institucional más que sufre nuestra familia y el tercer fallo que pretenden imponer a un mismo crimen: el femicidio. Hoy inauguramos El cuarto de Lucía, arte contra la violencia femicida. Durante mucho tiempo estuvimos preparando este momento. Queremos invitarlos a que nos acompañen. El camino de conseguir justicia es demasiado largo. Gracias por estar. Familia de Lucía Pérez».

Con ese comunicado Marta Montero y Guillermo Pérez, los padres de Lucía, respondieron desde Mar del Plata al fallo del Tribunal de Casación Penal que, el día en el que Lucia cumpliría 25 años, dieron a conocer (sin informar a la familia ni a sus abogados) su decisión de revocar el fallo por femicidio contra Matías Farias, dejándolo solo en el marco del abuso sexual.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

«Es el Estado narco cubriéndose» dijo Guillermo Pérez a lavaca. La referencia: los imputados son probadamente narcos que vendían droga a menores en la puerta de la escuela a la que concurría Lucía. Pero al anular el delito de femicidio, la pena de perpetua se reduce de manera drástica. Todo esto, debería pasar por la decisión final de la Corte provincial.

«Es una provocación para afectar a la familia, el día del cumpleaños de su hija» sostuvo Gustavo Melmann, el padre de otra joven asesinada, Natalia, hace 24 años.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Sobreponiéndose a la sorpresa, la familia inauguró en Mar del Plata El Cuarto de Lucía, visitado por cientos de personas que quisieron conocerlo, interiorizándose con la situación general de violencia contra las mujeres. «No nos van a hacer callar» dijo Marta.

Así, la noche del viernes se llenó de arte para reencontrar lo que Marta llamo «luz»: capacidad para recordar a Lucía y a miles de mujeres asesinadas, y seguir transitando todos los caminos contra la impunidad. Participaron 20 grupos de música y danza.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Marta diálogó con lavaca.

–¿Por qué se inaugura hoy la Casa de Lucía?
–Porque hoy es el día que nació hace 25 años; a esta hora estaba con contracciones; ella nació a las 20. Fue tan lindo como padres; teníamos a Matías y tener una hija fue re lindo. Por eso hoy estamos festejando la luz, que es ella; la luz en la cual está ella. El festejo de hoy es la luz de Lucía.
Presentamos el cuarto de Lucía, donde vamos a trabajar desde todos los sentidos; todo lo que nos atraviesa como mujeres, como madres, como víctimas. El cuarto va a estar para eso. Se ha transformado en una obra de arte en donde trabajamos, hacemos los informes, donde ponemos el foco en lo mal que hace las cosas la Justicia.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

–Hoy recibieron justamente una noticia de la Justicia con una nueva medida de impunidad.
–Sí, como ya estamos acostumbrados, y es triste decir eso porque después de 8 años deberíamos tener una condena como corresponde, y no seguir luchando de esta manera.Se le pierde el respeto totalmente a la vida del ser humano que se ha ido y a las familias que quedamos. Pero seguiremos trabajando y no bajaremos los brazos. Hoy más que nunca este lugar debe ser de abrazo de amor, de contención por todo esto que nos pasa también.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

–¿Por qué creen que recibieron la noticia hoy?
–Porque la Justicia es perversa. Es tan grande la perversión que tienen, que también eligen con quién hacerlo. Porque también hay que acallar a estas víctimas, pero estas víctimas no se van a callar jamás. Jamás. Entonces, estoy segura que lo hacen para destruirnos, pero lejos de eso, estamos cada vez con más fortaleza, con más lucha y ayudándonos entre todos.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Guillermo Pérez agregó:

“En estos momentos tan crueles que estamos pasando no hay que dejar de hacer cosas humanas. Tenemos que hablar de las cosas que podemos hacer juntos”.

Marta: «Hay una industria judicial, donde te siguen haciendo ir para atrás, mientras la gente como nosotros tiene que seguir trabajando y pagando abogados, buscando justicia y que no haya impunidad. Por eso también es algo perverso lo que nos siguen haciendo».

El Cuarto de Lucía podrá ser visitado como parte de la actividad marplatense de la Campaña Somos Lucía, que incluye entre otras cosas, cursos, talleres, encuentros, y seminarios de capacitación a personal judicial.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente.