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Feminismo sin patrón

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(lavaca en Guatemala) En un salón repleto de blusas bordadas con colores bellísimos, sonrisas cómplices y miradas ávidas, la guatemalteca Ana Patricia Castillo abre la primera jornada del encuentro Economía Feminista para la vida definiendo en pocas palabras todo un plan de acción: “Nos preocupa el patriarcado como orden jerárquico y los mitos e interpretaciones que de allí derivan sobre la realidad económica. Nos preocupa el sistema de pensamiento en el cual el machismo y el racismo están imbricados. Nos preocupa la invisibilidad de las mujeres en los modelos macroeconómicos. Nos preocupan los modelos de desarrollo basados en el extractivismo, la contaminación y la pérdida de diversidad. Nos preocupa la ecología y la conservación de recursos. Nos preocupa la discriminación y segregación laboral de las mujeres. Nos preocupa que en las estadísticas no aparecemos: en las cuentas del mundo no aparecemos. Nos preocupa nombrar el trabajo que hacemos las mujeres”. Completa luego Tita Godinez: “Las mujeres somos topía, no utopía. Constituimos la prueba concreta de que se puede producir de otra manera y con otras lógicas”.
A partir de allí esas preocupaciones se convirtieron en ocupaciones que fueron hilvanando la jornada desde las 8 de la mañana hasta las 6 con conversaciones que tuvieron tres capítulos en los cuales quince expositoras compartieron sus investigaciones, experiencias, datos y proyectos. Estos son algunos de los conceptos compartidos en el primer round de intercambio:
Abrir la cancha
Ana Silvia Monzón, de FLACSO, fue la encargada de desplegar qué significa la Economía Feminista como disciplina y como herramienta. Luego, la economista Natalia Quiroga tiró estas primeras piedras:

  • “La economía feminista es un campo de reflexión e investigación en el cual señalar la condición racista y patriarcal de la economía occidental que se sostiene, entre otras cosas, a partir de negar el trabajo femenino”.
  • “Desde su irrupción, la arena de la economía feminista era la desigualdad, hasta que desde América Latina pateamos ese tablero como único espacio de disputa política y teórica”. En términos menos académicos, lo que plantea Natalia Quiroga es que el gran aporte de América Latina a la teoría económica feminista consiste en agrandar la cancha porque así lo están haciendo nuestras luchas. “Hablar sólo de igualdad en las condiciones de explotación no nos resuelve hoy la batalla principal contra este sistema”. Y esa batalla es nada menos que contra la muerte. “Lo teórico, entonces, se resuelve al poner en el centro a la vida” para responder así a la necesidad urgente de nuestra época, que es la de “garantizar la vida de todes, no solo la humana”.
  • Se trata, también, de “no pensar en garantizar la vida en términos individuales, sino en términos territoriales. El feminismo que surge desde esa perspectiva platea que en nuestro continente se está llevando ahora mismo una batalla por las condiciones de reproducción. Eso expresan las protestas en Chile, Honduras o Ecuador: no son manifestaciones contra la explotación laboral, sino para defender condiciones de vida indispensables, que se expresan como defensa de la salud y la educación pública, por ejemplo, pero que implican una disputa central sobre los destinos sociales que dictan el FMI o el Banco Mundial y que los gobiernos garantizan con ocupaciones militares de territorios y represiones cada vez más brutales. Se trata de una batalla por el control de cuerpos y territorios”.
  • “Cuando hablamos de feminismo hablamos de un sujeto político que nunca fue reconocido como portador de un proyecto emancipador, al que se le ha negado conocimientos, soberanías y pensamiento crítico. Son las mujeres indígenas y afro las que nos han legado este feminismo sin patrón, alimentado con los proyectos de vida de cada comunidad. No podemos, entonces, decirles a las compañeras mayas cómo deben luchar. Lo que podemos es intercambiar experiencias para así darles fuerzas a nuestras luchas”.
  • “El neoliberalismo triunfa cada vez que nos convence que cómo vivimos es un problema privado. Triunfa cada vez que convierte a nuestros Estados en una herramienta de cuidado de los monopolios. Un ejemplo es Argentina, en la cual el Estado dedica sus esfuerzos a pagar el 80% de interés a la renta especulativa -la tasa más alta del mundo- y aumenta en forma sideral las tarifas de gas, luz y agua, servicios indispensables para la vida”.
  • “Politizar la producción de las mujeres es la forma de que se caiga este modelo de saqueo porque este modelo solo se puede sostener si se invisibiliza nuestra explotación. Politizar significa decir: las mujeres no vamos a seguir siendo la zona de sacrificio. Politizar significa asumir que vivimos en un continente rico, sin recursos escasos: el extractivismo es el que produce la pobreza que padecemos”.

 
Nuestro tiempo y nuestra vida
Feminismo sin patrón
 
¿Qué es el tiempo? comienza preguntando Karina Peruch, guatemalteca experta en estadísticas. Didácticamente, explica el sentido cultural, sexual y productivo que tiene ese tiempo en nuestra época: “Cualquiera de nosotras puede decir exactamente cuál en su horario de trabajo en una oficina, pero difícilmente podrá decir cuánto tiempo le insume por mes lavar los trastos”.
“El tiempo es un recurso escaso”, dirá Peruch para explicar cómo las mujeres si lo gastan en tareas cotidianas (10 mensuales horas en lavar trastos, precisa) lo pierden de invertir en conocimiento (estudiar, leer, capacitarse), descansar o participar de la vida política. Eso, explica, tiene nombre: se llama desigualdad.
¿Qué es la vida? interroga luego la economista Sonia Escobedo. La respuesta llega de su larga experiencia con mujeres de comunidades originarias guatemaltecas con las que ha reflexionado sobre las consecuencias de los modelos neoliberales, los cuales describe como una “macro opresión con múltiples e imbricados procedimientos extractivos”. Nos recordará Sonia que ya hemos aprendido duramente qué significa para nuestras vidas la reducción del Estado o las privatizaciones de servicios, pero que nos es más difícil reconocer cómo la prédica neoliberal “arrasó con nuestra capacidad de soñar otras formas de producción y de vida y la esperanza de transformación. El despojo incluye no poder imaginar un mundo diferente”.
Para recuperar esos horizontes las comunidades hicieron memoria. Y desde esa memoria comenzaron a analizar las batallas actuales. “el patriarcado nos quiere en casa, pero el capitalismo nos quiere trabajando para otros.” No es una paradoja, porque el resultado es la acumulación de explotaciones. Para escapar a esta encerrona, hay que abrir la postal y mirar nuestras vidas como parte de algo enorme. Sonia lo llama “la red de la vida” y la muestra en una diapositiva que describe el tejido que nos une a todo lo vivo. “Lo que se mueve y lo que no se mueve, lo visible y lo invisible”.
“Como Humanidad no somos ni todo ni lo más importante”, nos recordará Sonia, antes de compartir cómo han trabajado un concepto ancestral y eterno, aquel en que “los tiempos no tienen tiempo ni el orden, orden”. Son los tiempos comunitarios, aquellos que nos crian, nos sacuden y nos mecen.
 
Palabra clave: autonomía
 
La mexicana Patricia Rodríguez, integrante del Instituto de Estudios Económicos de la UNAM, señala lo inútil que es hablar de “la brecha salarial” en estos tiempos. Para demostrarlo comparte unos gráficos que demuestran que la pobreza no tiene sexo: los salarios peor pagos son los más igualitarios. “Sabemos, también, que aquellas mujeres que pueden lograr un mejor salario no siempre tienen soberanía sobre el manejo de ese dinero”. Propone entonces que la Economía Feminista proclame la autonomía económica como bandera, porque de esa forma pone el dedo en las llagas a drenar: no solo en la producción, sino en la distribución; no solo en la igualdad, sino en el poder. “Proclamar ´igual trabajo, igual pago´ no es lo mismo que exigir una redistribución de la riqueza social, un concepto que incluye -además de la equidad salarial- el reconocimiento del trabajo de cuidados, por ejemplo”, apunta Rodríguez. Y concluye: “Reconocimiento y retribución: eso es autonomía”. La economista Natalia Quiroga completa: “Estamos hablando de una autonomía comunitaria y territorial porque la autonomía nunca es individual, siempre es colectiva”.
Es la hora de la pausa y de las frutas. Bananas, ciruelas y manzanas.
Luego, el segundo round, que incluye enseñanzas para politizar la olla, entre otras sabrosas recetas.
 
Masticando resistencia
Feminismo sin patrón
Gladys Alfaro llega desde Chiapas, México, para compartir su experiencia con la Red de Mujeres, un tejido bordado por trece organizaciones que batallan contra la violencia femicida y el despojo de sus territorios. “Nuestro aporte es cómo vivimos. Tenemos una concepción del tiempo contraria a las manecillas del reloj capitalista. Lo menos importante para el sistema es lo más importante para nosotras. Es vital para nosotras indagar qué pasa con nuestros cuerpos, así como qué pasó con nuestras comunidades antes de nosotras. No somos cuadradas ni verticales. Nuestra tarea es politizar la vida cotidiana de las mujeres. Preguntarnos todos los días: qué queremos hacer y qué no queremos. Y responderla pensando en el bien común. Queremos justicia, paz, democracia, sí. Y comenzamos a construirla en lo concreto: en la olla. Comer sanamente es nuestra resistencia. Producir nuestra comida comunitariamente, procesarla y compartirla todas juntas. No alimentar ni al patriarcado ni al capitalismo es politizar la olla porque eso representa disputar la reproducción de la vida. Comemos sanamente y estamos más sanas.  Nos enfermamos menos porque comemos mejor. Eso lo vemos y lo sentimos: es un indicador de que estamos caminando hacia una vida digna”.
Alejandra Bonilla integra una organización de mujeres mayas campesinas. De allí trae una pregunta: “ ¿Por qué a las empresas no les importa fumigarnos con veneno?.”
Comienza entonces a trazar el recorrido de cómo llegamos a este desquicio y también señalando la trinchera para resistirlo: la cocina.

  • “El concepto colonial sobre cómo ubicaron nuestros espacios: centro/periferia. En esa concepción nos ha afectado nuestra forma de pensar. Por ejemplo, necesitamos referentes para pensar lo que nos pasa, o nos da temor pensar rompiendo. Asi posicionan nuestros territorios y nuestros pensamientos. Ubicaron nuestros pensamientos en oposición al desarrollo, al progreso. Lo moderno son los otros. Ese centro tiene la verdad, y todo lo que se por fuera es subordinado”.
  • “Otro concepto colonial: lo importante, lo válido es una visión del mundo los bienes. Las vidas deben estar al servicio de esos centros. Los territorios deben ser sacrificados para construir una hidroeléctrica: el progreso dice que ahí tiene que vivir una hidroeléctrica y no nosotras”.
  • “Desde la gran invasión colonial empezó el gran despojo que tiene hitos o momentos donde el centro absorbe los bienes, cuerpos, vidas. Hay resistencia también. Pero algo está pasando ahora. Las compañeras me preguntan: ¿por qué ahora estamos sufriendo esta avanzada contra nuestros espacios? Esas relaciones se dieron antes, pero no tan agresivas. Se trata de una gran avanzada, muy agresiva, de despojo. Quieren tragrarse todo: nadie puede quedar afuera de la reproducción del capital trasnacional”.
  • “Las comunidades son peligrosas por eso: porque no reproducen el capital transnacional. Y el punto es que esa autonomía es resistencia e insubordinación”.
  • “Las poblaciones ven destruir sus territorios todos los días, pero el resto lo nota recién cuando es noticia que arde el Amazonas, aunque todos los días en nuestra América se talan árboles, se contaminan las aguas y se envenenan los suelos”.
  • “Hay una relación directa entre las políticas que padecemos y lo que hacen las mineras, petroleras y el agronegocio, que son las prácticas de esa economía de muerte. En esa economía de muerte nos va quitando no solo la tierra o bienes, sino nuestras formas de pensar y de hacer”.
  • “Nosotras tenemos otra relación con la naturaleza. En todas las comunidades tuvimos prácticas de producción colectivas. ¿Cuántas quedaron? Pocas. Las actividades colectivas van desaparecieron porque se fomenta la individualización Y así, de poco, se produce la destrucción del conocimiento: el uso medicinal de las plantas, el cultivo de ciertos alimentos, la forma de producir agricultura sana. Hemos visto cómo en zonas dónde hasta hace diez años se producía maíz sano hoy ya no se sabe cómo hacerlo. Son conocimientos que si no se transmiten durante tres generaciones, se pierden. Ese conocimiento, nos dicen, no es ciencia”.
  • “Nuestros cuerpos, nuestras vidas, son expresión de conflicto en los territorios. Son cuerpos de campesinas e indígenas enfermas por los niveles de contaminación, por tomar agua contaminada, por haber deteriorado la dieta, por comer en lugar de frijoles, pan de trigo. Son cuerpos que sufrieron la violencia de las avionetas fumigando venenos”.
  • “Las políticas y el despojo de recursos hoy tienen una manera agresiva de terminar con lo poco que nos queda. Por ejemplo, el sistema que controla la salud animal (Senasa), persigue nuestra producción de gallinas y cerdos bajo el supuesto de que contamina las producciones agroindustriales. Otra: el Estado promueve una ley de registro de todas las semillas. Significa entregarle a ese Estado protector de monopolios la base de datos genética de todas nuestras comunidades. Es la desaparición de los bienes comunitarios. Las semillas deben ser libres como las mujeres: esa es ahora nuestra consigna.”
  • “¿Qué hacemos entonces? Organizamos intercambio de semillas. Altares de semillas. Y en esta batalla, la cocina es nuestra trinchera: todas las personas deben cocinar. La cocina es un espacio muy importante para la vida y hay que darle el valor político que realmente tiene. Cocinamos para fortalecer la siembra en defensa de la biodiversidad”.

 
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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