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Feminismo y año electoral: los tres peligros

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Por Claudia Acuña.

La confusión

Se trata de que no entiendas exactamente qué significa el feminismo. Y que ese “entender” quede en manos de expertas explicadoras, aleccionadoras y educadoras-evangelizadoras. Tal como explica María Galindo en A despatriarcar, es una técnica de captura de los sentidos sociales que comenzó en los 80 con el advenimiento del neoliberalismo y en la Cumbre Mundial de la Mujer, en Pekin, donde se consagró el concepto de “género” para desplazar el término “feminismo” y con esa operación, se comenzó a confundir uno con otro, aunque refieren a cosas completamente diferentes, no sólo en términos conceptuales, sino fundamentalmente, políticos. “Género tienen las telas”, nos advirtió hace años una compañera de los barrios y esa alusión a lo textil es muy ilustrativa de la función que ha tenido esa operación semántica: desplazar el eje de las banderas del feminismo.
La confusión es una política que se instala desde arriba hacia abajo a través de dos grandes ordenadores del sentido social del poder patriarcal: el saber y el dinero. Aquellas que “saben” son las financiadas, ya sea a través del sistema oenegenario, que terciariza las obligaciones de los Estados, o a través de las jerarquizaciones académicas, que consagran expertas. Son mecanismos que quieren determinar agendas de luchas y lenguajes políticos. Los modos de hacer y de decir. Y también, quién habla. Los Estados lograron así crear interlocuciones válidas, con los resultados que están a la vista: leyes sin presupuesto, retórica electoral y programas que convierten en prebendas derechos universales.
Todas sabemos algo que desconoce la otra. Ocultar esta red de saberes de subsistencia y resistencia e impedir, obstaculizar o mediar el intercambio es un objetivo del poder patriarcal.
La democratización de la voz del feminismo es una tarea compleja, porque de silencios está hecha la trama de la violencia patriarcal. Hablar y escuchar es una tarea que implica hoy el posicionamiento político del feminismo. “Uno de los actos del poder es devorárselo todo, ser el todo y que nada tenga sentido por fuera del sentido que el poder asigna a las cosas, por eso la necesidad de apropiarse de la palabra, de cooptarla, devorarla y despojarla de su sentido subversivo e inquietante”, nos advierte Galindo.
Sin esa confusión sistémica y sistemáticamente establecida no es difícil comprender que las banderas del feminismo son aquellas que el modelo neoliberal más teme: la lucha contra el hambre, la injusticia, la violencia y el saqueo.

La des-abortización electoral

¿Puede haber feminismo sin pañuelo verde? Lo estamos viendo: hay. Incluso vemos cómo referentes del feminismo y/o la lucha por el aborto legal acompañan en este proceso electoral a candidatos que pretenden eludir esta batalla para no perder votos. O, incluso, que se han manifestado a favor de mantenerlo clandestino.
En los últimos años hemos visto este mismo proceso en diferentes escenarios (el zapatista es uno para analizar), pero durante el último debate parlamentario ha quedado explícito dónde se origina: en el supuesto de que “las pobres no abortan”. Y aunque la realidad desmiente cotidianamente esta afirmación, hay que detenerse en su origen para desarmar la trama que la sostiene.
“Volveré y seré millones” fue el grito final de Tupac Atari que repitió Eva Perón hasta hacerlo parte del mito argentino. La maternidad como resistencia crea así un horizonte de lucha e instala en el cuerpo de las mujeres la capacidad para enfrentar al exterminio. Coinciden así, fatalmente, la necesidad de resistir al genocidio colonial con la necesidad del capital de contar con mano de obra, transformando ambas obligaciones a los cuerpos de las mujeres en territorios donde librar una batalla estratégica. Estamos hablando de siglos en los cuales a ese sujeto político central se le negó esa importancia. Y se hizo de todas las maneras posibles, incluso las más crueles y elementales: negándole desde la voz hasta el voto.
El derecho al aborto es la lucha por decidir sobre nuestros cuerpos. Es una lucha política existencial: se trata de convertir la maternidad no es un destino, sino en una pregunta. Lo que está en juego entonces es quién la responde. ¿Nuestra voz, nuestros deseos, nuestros sueños?
Responderla en voz alta no es fácil, en un contexto en el cual la condena al aborto no ha bajado su intensidad, así como tampoco la presión cultural en torno a la maternidad como forma de realización personal de las mujeres, incentivada hasta con planes sociales implementados por todos los gobiernos progresistas de la región. Mucho menos en territorios donde los fundamentalismos religiosos se han instalado cómodamente, para administrar las desgracias sociales sembradas en las periferias por la crueldad neoliberal.
El derecho al aborto, entonces, revela una trama y una deuda extraordinaria que tienen los Estados y las ideologías progresistas con las mujeres. Una deuda enorme y brutal que solo ha podido sostenerse durante tantos años en base al silencio, la vergüenza y la humillación.
Las pobres abortan en secreto: esa es la realidad. Y ese secreto ha sido la base del sostenimiento del poder patriarcal en todos los artefactos políticos y organizaciones sociales patriarcales, de izquierda a derecha.
Eludir el debate sobre el aborto en los movimientos sociales es una forma de sostener un sistema de opresión que hoy está resquebrajándose. Suturarlo para que siga funcionando.
Sin duda, crear las condiciones para que esas voces silenciadas hablen con la verdad y el deseo de este tema no es fácil ni sencillo, pero evitarlo no es una opción. Y mucho menos, que en nombre del feminismo se eluda o postergue.
¿Por qué es un debate clave?
Porque estamos hablando del poder.
Y porque es tarea del feminismo romper los silencios que sostienen al poder patriarcal.
El debate es la herramienta y para llevarla a cabo es necesario prepararse, adentrándose en las partes más oscuras y escondidas de las ideologías patriarcales. No estamos preparadas para hacerlo sino nos despojamos de lo aprendido, de las consignas, de los guiones y de las órdenes que dividen lo estratégico de lo táctico, lo principal de lo secundario, lo fundamental de lo accesorio. Es ahora, es urgente y nos toca construir ese saber entre nosotras, sin tutelajes.

La idiotización

El término acuñado por María Galindo es una cachetada con la que intenta hacernos reaccionar. Denuncia la banalización como forma de desjerarquizar no sólo los reclamos del feminismo, sino la importancia política del movimiento como masa crítica y desafiante del momento actual del neoliberalismo patriarcal.
En tiempos en que en el horizonte asoma el peligro de la etapa fascista de este modelo de despojo y acumulación, la idiotización es un método para sacarle su filo, porque es la punta de la lanza que apunta al centro de su sistema de opresión.
Estamos hablando de un proceso que no es sutil, pero no es fácil de distinguir porque en sí mismo resulta pueril. El ejemplo paradigmático: posteamos todas a la misma hora idéntico mensaje, con el mismo hashtag, en las mismas redes sociales que son propiedad de las corporaciones a la que los Estados pagan para alterar los sentidos sociales con falsos algortimos creados por bots y fakes. Respondemos provocadoras frases de fascistas sin notar que así contribuimos a la difusión de mensajes de odio que no conseguirían de otra manera mayor atención. Nos sentimos parte de una mayoría cuando repetimos el guión sin agregarle una coma, con la ilusión de ser parte de algo más importante que nosotras mismas. Nos privamos así de sumar nuestro pequeño aporte a la cadena infinita que necesitamos crear para reemplazar a la robótica producción de mensajes domesticadores.
Repetir como forma de pertenecer y de estar en un escenario mayor y más importante que el cotidiano desplaza hacia la virtualidad las fuerzas de transformación sacándolas de su contexto político esencial: el ring del feminismo es el que habito todos los días. La cama, la mesa familiar, el aula y, fundamentalmente, el espacio público: la calle. Al desplazar hacia la figuración virtual la importancia de estos espacios sociales perdemos eje, fuerza y realización concreta de cambios posibles, ineludibles y concretos que podemos producir aquí, ahora y acá. Y, luego, si queremos y tenemos ganas y nos conviene, podemos refregárselos en la cara al sistema en sus redes, sus paredes y sus medios de (in)comunicación.
La idiotización incluye el sostenimiento de aparatos que nos obligan a repetir guiones, nos exigen poner el cuerpo en acciones que no decidimos y señala como falta, dispersión o traición aquellas iniciativas que no se someten a sus demandas de monopolizar el hacer, decir y pensar qué estrategias usar para librar nuestras batallas. Los fracasos que conseguimos están repletos de ejemplos que ilustran lo inútil que resulta la lucha contra la autogestión de la resistencia social, así como las victorias están llenas de lo contrario.
No hay batalla imposible más exitosa que la de las Madres de Plaza de Mayo. Ni más desobediente, desafiante y desobecedora de todos los y las órdenes de los aparatos, de derecha a izquierda. Analizar esa lucha, aprender sus lenguajes y la riqueza de sus contradicciones, la dimensión de sus utópicas consignas y la enormidad que representó ponerse en el pecho la foto de su familiar desaparecido y desde esa identidad individual reconocerse sujeto social de la batalla contra un genocidio, es una tarea urgente para el feminismo. Agradecernos ser hijas, hermanas y nietas de esa batalla es algo que les debemos a ellas, a nosotras y a las generaciones que nos sobrevivan.

Feminismo y año electoral: los tres peligros

Las chicas que quedaron registradas por Lina Etchesuri durante la votación de la Ley de Aborto en Diputados pasaron por MU y rememoraron el momento: siguen esperando que sea ley.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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