CABA
Feminismo y año electoral: los tres peligros
Por Claudia Acuña.
La confusión
Se trata de que no entiendas exactamente qué significa el feminismo. Y que ese “entender” quede en manos de expertas explicadoras, aleccionadoras y educadoras-evangelizadoras. Tal como explica María Galindo en A despatriarcar, es una técnica de captura de los sentidos sociales que comenzó en los 80 con el advenimiento del neoliberalismo y en la Cumbre Mundial de la Mujer, en Pekin, donde se consagró el concepto de “género” para desplazar el término “feminismo” y con esa operación, se comenzó a confundir uno con otro, aunque refieren a cosas completamente diferentes, no sólo en términos conceptuales, sino fundamentalmente, políticos. “Género tienen las telas”, nos advirtió hace años una compañera de los barrios y esa alusión a lo textil es muy ilustrativa de la función que ha tenido esa operación semántica: desplazar el eje de las banderas del feminismo.
La confusión es una política que se instala desde arriba hacia abajo a través de dos grandes ordenadores del sentido social del poder patriarcal: el saber y el dinero. Aquellas que “saben” son las financiadas, ya sea a través del sistema oenegenario, que terciariza las obligaciones de los Estados, o a través de las jerarquizaciones académicas, que consagran expertas. Son mecanismos que quieren determinar agendas de luchas y lenguajes políticos. Los modos de hacer y de decir. Y también, quién habla. Los Estados lograron así crear interlocuciones válidas, con los resultados que están a la vista: leyes sin presupuesto, retórica electoral y programas que convierten en prebendas derechos universales.
Todas sabemos algo que desconoce la otra. Ocultar esta red de saberes de subsistencia y resistencia e impedir, obstaculizar o mediar el intercambio es un objetivo del poder patriarcal.
La democratización de la voz del feminismo es una tarea compleja, porque de silencios está hecha la trama de la violencia patriarcal. Hablar y escuchar es una tarea que implica hoy el posicionamiento político del feminismo. “Uno de los actos del poder es devorárselo todo, ser el todo y que nada tenga sentido por fuera del sentido que el poder asigna a las cosas, por eso la necesidad de apropiarse de la palabra, de cooptarla, devorarla y despojarla de su sentido subversivo e inquietante”, nos advierte Galindo.
Sin esa confusión sistémica y sistemáticamente establecida no es difícil comprender que las banderas del feminismo son aquellas que el modelo neoliberal más teme: la lucha contra el hambre, la injusticia, la violencia y el saqueo.
La des-abortización electoral
¿Puede haber feminismo sin pañuelo verde? Lo estamos viendo: hay. Incluso vemos cómo referentes del feminismo y/o la lucha por el aborto legal acompañan en este proceso electoral a candidatos que pretenden eludir esta batalla para no perder votos. O, incluso, que se han manifestado a favor de mantenerlo clandestino.
En los últimos años hemos visto este mismo proceso en diferentes escenarios (el zapatista es uno para analizar), pero durante el último debate parlamentario ha quedado explícito dónde se origina: en el supuesto de que “las pobres no abortan”. Y aunque la realidad desmiente cotidianamente esta afirmación, hay que detenerse en su origen para desarmar la trama que la sostiene.
“Volveré y seré millones” fue el grito final de Tupac Atari que repitió Eva Perón hasta hacerlo parte del mito argentino. La maternidad como resistencia crea así un horizonte de lucha e instala en el cuerpo de las mujeres la capacidad para enfrentar al exterminio. Coinciden así, fatalmente, la necesidad de resistir al genocidio colonial con la necesidad del capital de contar con mano de obra, transformando ambas obligaciones a los cuerpos de las mujeres en territorios donde librar una batalla estratégica. Estamos hablando de siglos en los cuales a ese sujeto político central se le negó esa importancia. Y se hizo de todas las maneras posibles, incluso las más crueles y elementales: negándole desde la voz hasta el voto.
El derecho al aborto es la lucha por decidir sobre nuestros cuerpos. Es una lucha política existencial: se trata de convertir la maternidad no es un destino, sino en una pregunta. Lo que está en juego entonces es quién la responde. ¿Nuestra voz, nuestros deseos, nuestros sueños?
Responderla en voz alta no es fácil, en un contexto en el cual la condena al aborto no ha bajado su intensidad, así como tampoco la presión cultural en torno a la maternidad como forma de realización personal de las mujeres, incentivada hasta con planes sociales implementados por todos los gobiernos progresistas de la región. Mucho menos en territorios donde los fundamentalismos religiosos se han instalado cómodamente, para administrar las desgracias sociales sembradas en las periferias por la crueldad neoliberal.
El derecho al aborto, entonces, revela una trama y una deuda extraordinaria que tienen los Estados y las ideologías progresistas con las mujeres. Una deuda enorme y brutal que solo ha podido sostenerse durante tantos años en base al silencio, la vergüenza y la humillación.
Las pobres abortan en secreto: esa es la realidad. Y ese secreto ha sido la base del sostenimiento del poder patriarcal en todos los artefactos políticos y organizaciones sociales patriarcales, de izquierda a derecha.
Eludir el debate sobre el aborto en los movimientos sociales es una forma de sostener un sistema de opresión que hoy está resquebrajándose. Suturarlo para que siga funcionando.
Sin duda, crear las condiciones para que esas voces silenciadas hablen con la verdad y el deseo de este tema no es fácil ni sencillo, pero evitarlo no es una opción. Y mucho menos, que en nombre del feminismo se eluda o postergue.
¿Por qué es un debate clave?
Porque estamos hablando del poder.
Y porque es tarea del feminismo romper los silencios que sostienen al poder patriarcal.
El debate es la herramienta y para llevarla a cabo es necesario prepararse, adentrándose en las partes más oscuras y escondidas de las ideologías patriarcales. No estamos preparadas para hacerlo sino nos despojamos de lo aprendido, de las consignas, de los guiones y de las órdenes que dividen lo estratégico de lo táctico, lo principal de lo secundario, lo fundamental de lo accesorio. Es ahora, es urgente y nos toca construir ese saber entre nosotras, sin tutelajes.
La idiotización
El término acuñado por María Galindo es una cachetada con la que intenta hacernos reaccionar. Denuncia la banalización como forma de desjerarquizar no sólo los reclamos del feminismo, sino la importancia política del movimiento como masa crítica y desafiante del momento actual del neoliberalismo patriarcal.
En tiempos en que en el horizonte asoma el peligro de la etapa fascista de este modelo de despojo y acumulación, la idiotización es un método para sacarle su filo, porque es la punta de la lanza que apunta al centro de su sistema de opresión.
Estamos hablando de un proceso que no es sutil, pero no es fácil de distinguir porque en sí mismo resulta pueril. El ejemplo paradigmático: posteamos todas a la misma hora idéntico mensaje, con el mismo hashtag, en las mismas redes sociales que son propiedad de las corporaciones a la que los Estados pagan para alterar los sentidos sociales con falsos algortimos creados por bots y fakes. Respondemos provocadoras frases de fascistas sin notar que así contribuimos a la difusión de mensajes de odio que no conseguirían de otra manera mayor atención. Nos sentimos parte de una mayoría cuando repetimos el guión sin agregarle una coma, con la ilusión de ser parte de algo más importante que nosotras mismas. Nos privamos así de sumar nuestro pequeño aporte a la cadena infinita que necesitamos crear para reemplazar a la robótica producción de mensajes domesticadores.
Repetir como forma de pertenecer y de estar en un escenario mayor y más importante que el cotidiano desplaza hacia la virtualidad las fuerzas de transformación sacándolas de su contexto político esencial: el ring del feminismo es el que habito todos los días. La cama, la mesa familiar, el aula y, fundamentalmente, el espacio público: la calle. Al desplazar hacia la figuración virtual la importancia de estos espacios sociales perdemos eje, fuerza y realización concreta de cambios posibles, ineludibles y concretos que podemos producir aquí, ahora y acá. Y, luego, si queremos y tenemos ganas y nos conviene, podemos refregárselos en la cara al sistema en sus redes, sus paredes y sus medios de (in)comunicación.
La idiotización incluye el sostenimiento de aparatos que nos obligan a repetir guiones, nos exigen poner el cuerpo en acciones que no decidimos y señala como falta, dispersión o traición aquellas iniciativas que no se someten a sus demandas de monopolizar el hacer, decir y pensar qué estrategias usar para librar nuestras batallas. Los fracasos que conseguimos están repletos de ejemplos que ilustran lo inútil que resulta la lucha contra la autogestión de la resistencia social, así como las victorias están llenas de lo contrario.
No hay batalla imposible más exitosa que la de las Madres de Plaza de Mayo. Ni más desobediente, desafiante y desobecedora de todos los y las órdenes de los aparatos, de derecha a izquierda. Analizar esa lucha, aprender sus lenguajes y la riqueza de sus contradicciones, la dimensión de sus utópicas consignas y la enormidad que representó ponerse en el pecho la foto de su familiar desaparecido y desde esa identidad individual reconocerse sujeto social de la batalla contra un genocidio, es una tarea urgente para el feminismo. Agradecernos ser hijas, hermanas y nietas de esa batalla es algo que les debemos a ellas, a nosotras y a las generaciones que nos sobrevivan.

Las chicas que quedaron registradas por Lina Etchesuri durante la votación de la Ley de Aborto en Diputados pasaron por MU y rememoraron el momento: siguen esperando que sea ley.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

- Revista MuHace 2 semanas
Mu 205: Hay futuro
- CABAHace 1 semana
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”
- ActualidadHace 1 semana
Mendoza movilizada: sábado de caravanazo contra la minera San Jorge
- ActualidadHace 2 semanas
Mapuches en Neuquén: 10.000 personas movilizadas contra la represión y en apoyo a las comunidades originarias
- #NiUnaMásHace 1 semana
Femicidios en julio: la noticia es el horror