CABA
Feria Crece desde el pie: Yerba buena y cambio social
La Primera Feria Nacional de Organizaciones Populares y Solidaridad fue una oportunidad para conocer movimientos sociales que intentan salir de la oscuridad y la falta de reconocimiento. El lazo que puede unir a la basura, la concentración económica, las redes sociales, la producción y la solidaridad, entendida como una nada inocente construcción política.
La Argentina era un territorio oscuro, con cadáveres arrojados en las provincias, esqueletos en el mar, barcos hundiéndose, y una frase: «27 años de neoliberalismo». Sobre la frase, una calavera cruzada con dos huesos, símbolo pirata que cualquier niño entiende y -tal vez- algunos adultos también.
Sobre ese mapa lúgubre, colocado en plena Plaza Houssay, representantes de diferentes zonas del país fueron poniendo provincias coloridas y leyendas. Los de Buenos Aires escribieron: «Si el presente es lucha, el futuro es nuestro». Sobre una cartulina dibujaron símbolos de lo que creen es una reconstrucción. «Dignidad piquetera», «Ni olvido ni perdón» (con un pañuelo blanco), un dibujo de una manifestación con una pancarta que dice «Asamblea popular», otra con carteles de «Brukman». Otras leyendas: «Biblioteca popular», «Fábricas recuperadas», el dibujo de un incendio en la escuela Vucetich (de la que egresan los oficiales de la Policía Bonaerense), una tumba («RIP Fanchiotti», por el policía acusado por los homicidios de Santillán y Kosteki), otro cartel: «Darío y Maxi presentes», un mate sonriendo, «piquete y cacerola», «autogestión», una marcha pidiendo «educación, tierra y salud» y otra pidiendo «tierra y libertad».
Se trata de símbolos. Cada provincia colocó el suyo y así la Primera Feria Nacional de Organizaciones Populares y Solidaridad, llamada Crece desde el pie dejó señalado en la Plaza Houssay de Buenos Aires un programa de acción buscando la visibilidad de movimientos de todo el país. No siempre se logró.
En parte, porque el público no se enteró de la existencia de la feria pese a los avisos en los diarios (o quizás por eso mismo: puede dudarse sobre el efecto que tienen esos anuncios, y quizás otras formas de difusión menos rumbosas hubiesen sido más efectivas). Y además, porque en algunos casos los movimientos de base quedaron eclipsados por las organizaciones no gubernamentales que les funcionan como apoyo.
De todos modos, el encuentro resultó una oportunidad para que se registraran la riqueza de iniciativas productivas y solidarias que 27 años de neoliberalismo no han podido hundir, y para que los verdaderos protagonistas de esa resistencia se conocieran y se conectaran entre sí.
En los stands podían verse productos (una yerba misionera maravillosa, lanas de oveja y sobre todo de llama de una calidad sorprendente, productos orgánicos) y también historias y experiencias. Los chaqueños del Grupo Unión y Salud, por ejemplo, que trabajan en prevención no sólo de enfermedades específicas (sida, cáncer de mamas) sino a partir de la alimentación, la planificación familiar, y hasta el reciclado de basura.
El tema del reciclado de basura (para hacer posapavas, adornos e incluso buzos y toda clase de prendas a partir de botellas de plástico) se vio en varias mesas: puede sospecharse que representa una gran metáfora sobre la política argentina. Ejemplo: El Ceibo es una Cooperativa de Recuperadores de residuos sólidos urbanos, que reúne a 104 familias del barrio porteño de Palermo. Blanca Ortiz, una señora con nietos okupa de casas tomadas desde los tiempos de la dictadura, sostiene: «Yo fregaba pisos, pero me integré a este movimiento para aprender de mis compañeros, porque me parece más digno, más sufrido y más ejemplo que la gente antes de agarrar un arma busque en la basura algo para vender por unos pesitos. La vida digna: algo innovador en esta época ¿no le parece?» Blanca inesperadamente se abre el tapado gris para mostrarse a pleno, con un chaleco violeta y anaranjado. El violeta significa «transformación» y el naranja «servicio» según la jerga ecológica. ¿Transformación solo de la basura? «No -se ríe Blanca- en este país hay que transformar todo».
Detrás de Blanca, pasa el padre Pichi Messengeier, uno de los fundadores del movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo a fines de los ’60 y actual vicepresidente del Secretariado de Enlace de Comunidades Autogestionarias. También miraba los stands Eduardo Murúa, del Movimiento de Empresas Recuperadas. El puesto de Red Puna, con sus lanas, fue uno de los centros de atracción.
Martín Sosa pertenece a esa entidad. Es de Humahuaca, Jujuy. Con el bollo de hojas de coca inflándole un carrillo, cuenta: «Tenemos actvidad productiva frutihorícola (papa andina o papa criolla, orgánica, trigo, habas, arvejas, maíz, pera manzana y durazno), ganadería (ovejas y llamas) y artesanía. También trabajamos con organizaciones de comunicación. Nuestro objetivo es coordinar la actividad productiva en la Quebrada, lo frutihortícola, y en la Puna la ganadería y artesanías». El área de comunicación implica la publicidad de los productos y también la coordinación interna de los distintos movimientos que componen la Red. Hay un área de jóvenes, y un área de género: «Trabajamos con amas de casa, problemas familiares, para empezar a capacitar a toda la familia para que puedan llevar una vida mejor y salir del paso en esta situación en que estamos. Sin violencia». Violencia y planificación familiar, ahí están los «platos fuertes» de la Red. «Nosotros, además, estamos haciendo un cambio importante formando gente y agricultores de base. Tenemos técnicos, pero queremos formar a nuestra propia gente». La Red Puna reúne a 35 organizaciones, 1.300 familias, y 15 organizaciones más que están por sumarse. Tardaron 24 horas en llegar. Los que venían de La Quiaca, 27 horas. Martín lo cuenta sin quejarse.
La Asociación de Productores Agropecuarios de Misiones mostraba una yerba que -puesta en práctica- permite tomar unos mates de los cuales los consumidores han perdido la memoria. Don Argentino Almeyda, boina negra y anteojos de marco grueso, pertenece a la agrupación: «El nuestro es un movimiento que nace cuando se destruyó la Cámara Reguladora de Yerba. Se destruyó con el libre mercado, y quedamos indefensos. Hubo 10 años de política de resignación que nos metió la cultura. Pero las dirigencias en general dejaron de ser creíbles, charlamos entre nosotros, y el colono que estaba muy metido para atrás, aceptó hacer asambleas en cada localidad misionera».
Resultado: los serenos colonos salieron desde el año 2000 a cortar las rutas cada semana, lo que culminó con un tractorazo de 18 días. Don Argentino es productor yerbatero. «Pero yo decía que éramos piqueteros, y algunos se me enojaban. Sin embargo, fue una gran experiencia de lucha y los colonos empezaron a entender también a los que cortaban las rutas en otras provincias». Hicieron un campamento de 52 días en Posadas. «La sociedad nos apoyó. Y la verdad es que también nos daban comida». También acamparon frente al Congreso, todo para volver a regular el mercado. «Parece increíble luchar para que se regule y que no estemos en un medio tan salvaje».
En la plaza Houssay, a 100 metros de la Facultad de Ciencias Económicas, Don Argentino da una cátedra asombrosa sobre el origen de la desigualdad: «La torta yerbatera, lo que produce esta industria, son 600 millones de pesos. Nosotros somos de 18 a 20.000 productores, y hay además 20.000 tariferos, obreros rurales. Debemos ser unos 280.000 marginados que hay en Misiones. De los 600 millones, nos llevamos 20 millones. De lo que queda, unos 120 millones se van en impuestos. Quedan limpios 460 millones en el bolsillo de 10 grandes molineros. De esos 10, seis manejan el 80 por ciento de la comercialización». El 80 por ciento de los productores tienen cinco hectáreas de yerba, producen unos 30.000 kilos anuales cada uno. Su ingreso es, entonces, de unos 1.000 (sí: mil) pesos anuales. Con eso se pretende que viva cada familia productora.
Pero también hay un costado de este asunto que implica una estafa: «La ley dice que puede haber palito en la yerba hasta un 25 por ciento, 30 a lo sumo. Pero todo lo que se vende hoy ne el mercado tiene un 40, 50 y hasta 60 por ciento de palo. Así bajan el costo. Mezclan la yerba, alteran la calidad. Usted se habrá dado cuenta: no sale la espumita, no es sabroso, se lava enseguida». El truco implica además evasión impositiva, sin contar el liso y llano fraude a los consumidores.
Don Argentino reconoce que el antecedente de lo que hacen está en las Ligas Agrarias, el Movimiento Agrario Misionero y tantas otras experiencias de lucha. «Vea, buscar una alternativa al neoliberalismo no es sólo una cuestión económica, sino que hay que ir construyendo un poder popular entre todos» dice.
La feria, que parecía tan pequeña, resultó prácticamente inabarcable. El mapa negro de la Argentina siguió rellenándose con otras provincias de colores, y leyendas reclamando libertad, tierra, igualdad, derechos humanos, diversidad. Hubo discursos y música: todo resultó un apuro para apenas dos jornadas donde al menos los viajeros pudieron conocerse, en lo que puede ser el resultado más valioso de la feria. Don Argentino tuvo la delicadeza de regalar bolsitas de papel blanco a todos los que pudo, cuyo contenido demostraría que pese a los mapas con calaveras, yerba buena nunca muere.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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