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Foro Social Temático 2002: propuestas y conclusiones
La cita era a las 9 de la mañana de un domingo. Pero a esa hora en el lugar convenido no había nadie. La batalla parecía perdida. Y lo que es peor, en manos de una tentadora almohada. Sin embargo, poco a poco, fue cayendo gente al baile. O mejor dicho, a la asamblea. Porque en el aula magna de la Facultad de Medicina se realizó la asamblea abierta de las organizaciones sociales, donde cada uno de los talleres realizados en el Foro Social Temático de la Argentina expuso sus propuestas y sus conclusiones. Seiscientas personas escucharon a un centenar de oradores. La contundencia de sus palabras demostró, en verdad, que el despertador sonó y ya se empezó a construir otro mundo posible. La batalla recién comienza.
A lo largo de casi cuatro horas de minidiscursos hubo tres temas que sobresalieron: la militarización de América latina, el Alca y la deuda externa. Ninguno parece prioritario en la agenda política y mediática argentina. Pero sí lo fueron en los debates del Foro.
«Ahora tiene la palabra el señor de chaleco negro y bigotes que está a la izquierda», dijo la coordinadora que no tenía otra manera de distinguir a quienes se habían anotado en la lista de oradores. De todas formas, no eran los nombres lo importante, sino sus palabras. Fue así como este ese hombrecito resaltó que la presencia de militares norteamericanos no es un patrimonio exclusivo de los colombianos. «También están en la Triple Frontera y pronto habrá un operativo en Misiones», dijo por dar solo un ejemplo. A continuación, le tocó a una señora de camisa celeste, entrada en canas. Señaló la importancia de abordar esta trilogía de manera conjunta, como distintas partes de un mismo plan sistemático que persigue la exclusión de buena parte del mundo. Por eso propuso una gran campaña de información sobre lo que significa el ALCA y llamó a impulsar un plebiscito, como el que está próximo a realizarse en Brasil. Fue la primera de tantas que convocó a la unidad latinoamericana.
En la otra punta del auditorio, un colombiano advirtió que en los 70 esos llamados a la unidad originaron un sistema de represión continental alentado desde los Estados Unidos y que ahora ocurre algo similar cuando «se busca la excusa de la lucha contra el narcotráfico para reprimir cualquier voz disidente». Fue un integrante
del movimiento Alejandro Olmos quien explicó por qué la Argentina lleva pagado más dinero que el que tomó prestado: «Nosotros no somos acreedores sino víctimas», sentenció y propuso impulsar una presentación en el tribunal internacional de La Haya. También hubo propuestas para realizar presentaciones en las Naciones Unidas, exigir una auditoría de la deuda y construir una red nacional que presione para la suspensión de todos los pagos.
Estos grandes temas geopolíticos fueron permanentemente ligados a problemáticas concretas que hoy padece el país. Así se mezclaron estos debates con las propuestas para que distintos organismos públicos fabriquen medicamentos genéricos y para que se difundan los cuestionamientos que le caben a la producción agrícola transgénica. A los temas políticos los atravesaron permanentemente las discusiones organizativas.
¿Cómo pasar de la catarsis a la construcción?
¿A la globalización hay que enfrentarla con la resistencia global o local?
¿Cómo hacer para que converjan los movimientos horizontales con aquellos que son territoriales, como los piqueteros o las asambleas barriales?
Como si fuera poco también estuvo presente la falsa dicotomía entre «lo político» y «lo social», que por fin pareció saldada con el reconocimiento colectivo de que todo aquel acto que busque una transformación social implica una acción política. En este balance, la diversidad de oradores fue inusual. Hubo argentinos de casi todas las provincias, representantes de comunidades originarias, peruanos, colombianos, ecuatorianos, mexicanos, brasileños, entre otros. Algunos eran campesinos, otros eran profesionales, sindicalistas, pequeños empresarios, maestros, médicos o simples vecinos. Fue el representante de los quilmes uno de los más ovacionados, cuando hizo flamear la wiphala -el emblema indígena que lleva los colores del arco iris- y pidió no sólo eliminar el enemigo exterior sino también el interior. Fue el primero que habló de las victorias culturales que obtuvo el capitalismo y apeló a los presentes a renunciar a todo acto de individualismo y egoísmo.
Otra ovacionada fue la tandilense Guillermina, de la Biblioteca de Mujeres, que apeló a todos los hombres presentes para desterrar cualquier conducta discriminatoria y les exigió que acompañen a las
mujeres pidiendo «anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir». En las exposiciones, también hubo espacio para la autocrítica. Los representantes de los estudiantes universitarios reconocieron su escasa participación en el Foro debido a la imposibilidad de resolver su fragmentación política. Un representante de los piqueteros de Barrios de Pie reconoció cierta dificultad inicial para juntarse con gente que peticionaba por problemáticas en apariencia ajenas. Finalmente concluyó que se trata de falsas divisiones y que en este Foro aprendieron que lo importante es sumar, que son más importantes las coincidencias que las disidencias. Un aplauso que estuvo a punto de durar cinco minutos sintetizó cuáles son esas coincidencias. Se produjo cuando Nora Cortiñas pidió un homenaje para Felipe Vallese, las víctimas de la Masacre de Trelew, los 30.000 desaparecidos, los asesinados el 19 y 20 de diciembre y los caídos en el piquete de Avellaneda. Todos precursores de una lucha global que está en plena efervescencia.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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