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Isabel Sarli: La verdadera historia de la morocha

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Más allá del mito que ella construyó dentro y fuera del set, esta es la historia de Coca Sarli, un arquetipo con escote.

Isabel Sarli: La verdadera historia de la morochaToma 1: Isabel en la ducha. Isabel tirada en el pasto. Isabel bajándose el escote. Isabel acariciándose los pechos. Isabel violada por una docena de hombres. Isabel golpeada por su marido… Isabel Sarli entregada a la mirada astuta del director de cine Armando Bó, para quien protagonizó veintiocho películas en las que aparece maravillosa y definitivamente desnuda.

Su primer filme, Un trueno entre las hojas, resultó un viaje iniciático para las fantasías de los jóvenes –y no tanto– de fines de los 50. “No nos dejemos emborrachar por ella, una mujer como ésa es peor que la muerte”, advierte uno de los personajes: Isabel deslizándose por el lago, Isabel da vueltas y brazadas, Isabel deja asomar sus pechos sobre la superficie del agua… Sarli fue la primera mujer en mostrarse de frente y sin ropas en la pantalla argentina. “Me habían bautizado ‘la higiénica’ porque siempre aparecía bañándome”, confiesa ella, risueña.

A principios de los 60, la edición norteamericana de la revista Playboy dedicó –hecho inédito hasta entonces– cuatro páginas a una figura no europea ni estadounidense: “La bella salvaje de las pampas” se titulaba la producción fotográfica en la que la Coca aparecía con el vestido desgarrado de Sabaleros, su segunda película. Ya se delineaba entonces lo que fue una constante en la filmografía Sarli-Bo: las funciones a sala llena, las críticas demoledoras de los especialistas y la censura.

Prácticamente todas las películas de la dupla sufrieron algún tipo de prohibición por atentar contra ”la moral y las buenas costumbres”. O los perseguía el Ente de Calificación Cinematográfica, o les iniciaban juicios penales, o el director pasaba el fin de semana encarcelado. «Y todo era por los desnudos de Isabel. ¿Se puede creer?. Ni que yo hubiera sido un degenerado –argumenta el director en Los filmes de Armando Bo con Isabel Sarli, de Jorge Abel Martin– ¡tengo familia, creo en Dios!. Siempre he dicho que desde la época de los griegos se exaltó la belleza del desnudo a través de la pintura, a través de la escultura. Si fuera por los acusadores argentinos, el David de Miguel Angel no podría estar en la plaza de Florencia”

Hubiera sido digno de alguna de sus películas el viaje en ascensor de Isabel con el integrante del Ente de Calificación Ramiro de la Fuente. La cabina era tan pequeña y el escote de ella tan inmenso que el censor no tuvo más remedio que fijar la mirada en ese abismo que tantas veces había podado con la tijera, según ella misma contó en un reportaje para la edición argentina de Playboy.

Para eludir a los censores debían cambiar los títulos y modificar las tomas. “Muchas escenas las teníamos que filmar dos veces –cuenta Isabel–. En Fiebre, por ejemplo, yo me tenía que tirar desnuda y revolcar en la alfalfa. Armando me decía: ‘Coca, vos ahora te sentís yegua. ¡Sos una yegua! ¡Tenés que comer alfalfa., vamos, comé alfalfa! ¡Las yeguas comen alfalfa!’. Esa era una versión. Después filmamos otra, para la Argentina, en la que yo me retorcía entre gasas blancas. Para la versión nacional yo era una señora desesperada entre tules. Para la versión exterior era una yegua que comía alfalfa”.

Las negociaciones, con cada nueva película eran largas y tediosas. Tanto que, durante la última dictadura militar, fue prohibida La insaciable, director y actriz iniciaron una huelga de hambre sentados en un banco en Plaza de Mayo hasta que el edecán presidencial los intimó a retirarse.

No menos irritantes les resultaban los comentarios negativos de los periodistas y los críticos. Una vez, el director se presentó sin aviso previo a un canal de televisión y se trenzó a cachetazos antes las cámaras con quienes, unos minutos antes, había hablado duramente de la Coca, un producto al que defendía con uñas y dientes.

Bó era impulsivo, furioso, directo. Y nunca dejó de sangrar por la herida.

Ese era Armando.

Esa es la Coca.

Nace la diva

Isabel Sarli: La verdadera historia de la morochaToma 2: Isabel sola, alejada de las cámaras y recluida en su casa de Martínez. Isabel adopta decenas de animales (­papagayos, tortugas, perros, gatos) y a todos les da su apellido. Isabel habla, por la noche, con las dos estrellas desde donde brillan sus muertos más queridos: María Elena, su madre, y Armando, el amor ­ –repite– de su vida.

Sarli y Bo compartieron 25 años y cuatro meses de una relación que era un secreto a voces pero nunca fue oficializada, porque durante esos 25 años y cuatro meses el director de cine vivió con Teresa Machinandiarena, su legítima esposa, sus dos hijas María Inés y María

Jesús y su hijo Víctor, que fue también partenaire de la Coca en varias de las películas filmadas por su padre. En una, incluso, Armando y Víctor se disputan a la misma mujer en un relato que dispara la fantasía pecaminosa del incesto en el inconsciente de los espectadores.

“Nosotros no tuvimos hijos porque a mí me hacía estremecer el dolor de las mujeres en los partos, que vi en el cine. Pero también porque él decía que no podía haber una sexy embarazada y que nuestros hijos eran las películas. Y tenía razón, ¿no? Porque yo tenía que trabajar, trabajar y trabajar”

La diva construyó la versión oficial de su propia vida.

Dice: que nunca fue a bailar, que no tuvo novios durante la adolescencia, que no aceptaba que los actores le dieran besos en la boca, que en las escenas de desnudos quedaba solo el personal indispensable, que fue durante el rodaje de La dama regresa –la película de Jorge Polaco que la devolvió al cine luego de más de diez años– cuando entró por primera vez a un hotel de alojamiento.

Dice también: que aceptó quedarse sin ropa porque lo único que le interesaba era hacer plata, que no quería que su mamá siguiera sacrificándose, que odia a su papá porque la abandonó, que se casó antes de los 20 con Ralph Heinlein, un señor de familia alemana, y que el matrimonio resultó un fracaso, pero que de eso prefiere no hablar

Es lo que repite, invariablemente, en cada uno de los reportajes que concede. El escote lo repite también.

Esa es la Coca

Buenas mujeres

Toma 3: Isabel que regresa. Isabel de nuevo en un set de filmación. Isabel en el escenario de un teatro de revistas. Isabel protagonista de una campaña de ropa de moda. Isabel con escote, otra vez.

En 1996 Sarli aceptó protagonizar La dama regresa, la película de Jorge Polaco y a partir de entonces abandonó su papel de “dama de su casa” para actuar frente al público. “Isabel es una tramposa –hace un guiño el director, que es su amigo– ¿Es solamente una buena mujer que cuida gatos y perros? ¿Será una demagoga? Y si así lo fuera, ¿qué hay de malo? Lo importante es que conforma un personaje alrededor de su figura sin pedir nada prestado. Y eso pocas personas lo logran”.

En el filme, aparece –higiénica– en un jacuzzi, cubierta de espuma. Y cuentan que, al rodar otra de las escenas, en la cancha de Boca, le sugirieron delicadamente que sacara pecho “Si estas lolas me hicieron famosa…¿por qué esconderlas?”

Según Polaco, la grandeza de esta estrella reside en “vivir cinematográficamente lo cotidiano”: Isabel baja por la escalera de su casa con tacos aguja. Isabel deja asomar un par de piernas hermosas. Isabel sostiene a un perro caniche en uno de sus brazos. Isabel mueve su antológica melena.

Sarli, que había sido modelo publicitaria antes de dedicarse al cine, fue recientemente tomada como figura para la campaña Americana al Sur de la firma de ropa Ona Saez, contra todos los preceptos del modelaje de los 90; ese ideal de cuerpos espigados, exageradamente flacos y compensados con cirugías y siliconas. “Isabel siempre transmitió autenticidad, rebeldía –sostiene Santiago Saez, responsable de la marca– Fue una vanguardista que con sus desnudos se adelantó todo lo que después sería la belleza femenina. Con las mujeres argentinas y, en general, con las sudamericanas, pasa lo mismo que con ella: a primera vista parecen un infierno y después aparece su sensibilidad”.

Una de las cosas que la Coca ya no dice es su edad. Pero si los archivos no mienten, Isabel filmó la primera película cuando tenía 21 años; a los 33 fue sucesivamente violada por una docena de empleados de un frigorífico en una secuencia ampliamente recordada de Carne y a los 44, hizo el último filme junto a Bó. Y su cuerpo podía, todavía, más.

En 1992 el cirujano Raúl Matera le extirpó un tumor cerebral. Y se recuperó. Ha engordado y envejecido un poco. Sin embargo ronda los 65 años, hizo temporada todo el verano en un teatro de revistas en Córdoba, y basta verla para darse cuenta que su cuerpo casi no se gasta, la sobrevive de impecable escote.

¿Quién es, entonces, la Coca?

La verdadera Coca

Hilda Isabel Gorrindo Tito –la Coca– nació morocha el 9 de julio de 1936, justo cuando los productores de cine comprendieron que la mujer tenía asistencia perfecta a las salas y en Estados Unidos comenzaba el reinado de las rubias de la Fox. (Shirley Temple, Sonja Henie, Alice Faye).

Las películas, los radioteatros y las novelas populares eran, por entonces, los tres pilares culturales de un sector femenino numéricamente importante en la Argentina. Producciones de ese universo paralelo, todavía difuso y ajeno a la crítica de los especialistas, que se volvió un fenómeno masivo incluso mientras era ignorado por la cultura consagrada y oficial: las historietas, las fotonovelas, las revistas de hobbies y divulgación, los cursos por correspondencia, las historias por entregas y otros resabios del folletín que circulaban en los quioscos. Ese subterfugio llamado “literatura popular” era también el lugar de pertenencia de las películas de la dupla Bó-Sarli.

La matriz sobre la que se edifica la narrativa clásica del cine latinoamericano es el melodrama. –explica Ricardo Manetti en Cien años de cine–. En la Argentina, el modelo, en los años iniciales de la industrialización cinematográfica, deriva de la fórmula de la letra de tango. El guión despliega los tópicos románticos de la canción en la que generalmente se habla de un bien perdido: la mujer, a quien se representa como causante de todos los males (la devoradora) o como la muchachita buena capaz de simbolizar en el futuro el espacio seguro significado por la madre”. Estos modelos son parte del imaginario que cruza los filmes de la pareja.

El éxito de la dupla, a partir de fines de los 50, coincide con la renovación cinematográfica que los franceses exportaron al mundo, con el nombre de nouvelle vague. En

Gran Bretaña se llamó Free Cinema, en los Estados Unidos New American Cinema, en Brasil Cinema Novo y en la Argentina Nuevo Cine.

Bó no desconocía a esos vanguardistas en el manejo del montaje, las técnicas de rodaje y la libertad creadora, nucleados en torno del mensuario francés Cahiers du Cinéma (Claude Chabrol, Francois Truffaut, Jean Luc Godard, Eric Rohmery

Pero su universo de pertenencia era otro.

No obstante, con gran picardía comercial, tomó como modelo a un precursor de la Nouvelle Vague para hacer un contrapunto nacional. En 1956, Roger Vadim filmó Y Dios creó a la mujer , la película que conmocionó a Europa con el desnudo de la jovencísima Brigitte Bardot. El director creó un nuevo sex symbol femenino que –según la escritora Simone de Beauvoir– desafía ciertos tabúes aceptados por la generación precedente, particularmente aquellos que niegan a la mujer su autonomía sexual”. El filme, que provocó escándalos en cada lugar donde fue exhibido, fue estrenado en la Argentina con 18 minutos menos.

Y el demonio creó a los hombres, se tituló Bó a la versión autóctona, protagonizada –quién si no– por la Coca.

En 1957, el mismo año que comenzó el rodaje de El trueno entre las hojas, se editó en Barcelona el libro Belleza. Sea atractiva, siempre joven y más feliz, de Rosalía Vander, un compilado de feminidad predigerida, cuyo espíritu no difería de las revistas que pautaban los sueños de las mujeres argentinas cada semana.

“¿Cómo nos pondremos pues de acuerdo sobre lo que es la belleza femenina? – se pregunta y se responde Rosalía– Creo que, para comprenderla debidamente, convendrá considerar tres aspectos fundamentales de ella que son los siguientes:

1. Los dones naturales de la belleza femenina, o sea los que tendría la mujer tal como fue creada, es decir, en estado sano, normal y sin taras.

2.Los atributos que a la mujer natural añaden la educación y la cultura.

3. El realce que le da el arte de embellecerse (cosmética, peinado, arte de vestirse) que en realidad no debe cambiar la belleza de la mujer sino darle mayor relieve, a la vez que mejor presentación”.

Por lo menos en el caso de la Coca, los mandatos bíblicos de Rosalía se hicieron verdad:

“El cabello abundante y largo es una de las características de feminidad. De ahí que una mujer poseedora de una hermosa cabellera tenga mucho en su favor para su atractivo femenino, aunque modernamente predomine la moda del cabello corta”.

Efectivamente Isabel tenía el pelo por arriba del cuello cuando azarosamente –se había enfermado la modelo contratada– empezó su carrera publicitaria. Fue fotografiada para los anuncios de calefones, cocinas, agencias de turismo, jabones, arroces y soutiens. Pero fue sin dudas su modo de acomodarse y acariciarse esa cabellera morocha y larga en las películas, el que comenzó a inquietar al imaginario masculino, que ya intuía la proximidad de su soberbio desnudo en la pantalla.

Por los 50, el platinado de las chicas de la Fox fue travestido en ícono por Marilyn Monroe, esa rubia bella, y un poco tonta, que surgió de la pantalla y se volvió el mito erótico más universal y perdurable del siglo XX. Para la misma época, la Argentina exportaba al mundo a una morocha de pelo largo con una sensualidad que ni era blonda, ni glamorosa, ni cantaba Happy Birthday Mister President.

Si bien no todas las películas dirigidas por Bó se desarrollaron en ambientes marginales, el erotismo que consagró a Sarli estaba rodeado de hombres de piel curtida, de obreros, de frigoríficos, de caballerizas, de violencia. Tenía cuerpo –carne–, era real: “nacional y popular”, por decirlo con los términos peronistas de la época.

El general Juan Domingo Perón fue elegido presidente de la Nación en 1946 Y un año después consagraba el voto femenino en la Argentina, que se implementó por primera vez en el 51, por impulso de su esposa Eva Duarte: esa figura mítica, tan idolatrada como odiada.

Bó conoció a Evita antes de que fuera primera dama, durante el rodaje de La cabalgata del circo (un trabajo de Mario Soffici), cuando ella, morocha, todavía no se había teñido el pelo de rubio ni se lo ataba con su emblemático rodete. Era su enamorado secreto en ese filme donde la estrella era Libertad Lamarque. Cuentan que la diva le dio un cachetazo a Evita, harta de sus llegadas tarde, ocasionadas por sus incursiones políticas, los tres radioteatros en los que trabajaba y –sobre todo– su romance con el entonces coronel (1944).

Perón, en cambio, ya estaba en la Casa Rosada cuando recibió en su despacho a Sarli, flamante ganadora del concurso para Miss Argentina. La morocha Isabel (90-58-90) reemplazó en el podio a Ivana Kislinger, una rubia de tipo nórdico.

“Usted es la más importante de mis embajadores”, le dijo el mandatario antes de que Miss Perón viajara a disputar el puesto de la primera belleza del mundo. No lo consiguió y, a su vuelta, el general había sido derrocado por el golpe militar encabezado por ….

Pero la Coca siguió siendo justicialista más allá de todo. “Antes que nada, soy peronista”, declaró cuando hizo campaña a favor de la primera elección de Carlos Menem, en 1989. Y cuando el filme de Polaco –su película retorno– estuvo a punto de perder el crédito del Instituto del Cine, Sarli recurrió a Jorge Antonio, íntimo del entonces presidente de la Nación.

Sacar pecho

Isabel se incorporó al universo del cine en la época “de las grandes divas, de las mujeres que sacan pecho, que beben champan para calmar la jaqueca y miran a los hombres desde arriba”, al decir del crítico Claudio España. Sus escotes corazón intentaban reanimar una industria que, aunque a poco de andar, estaba ya en crisis. En esos años 50, Bó fue el principal exportador de películas argentinas: los desnudos de la actriz llegaron hasta Rusia, llevados de contrabando desde Cuba y hasta inspiraron los versos de un poeta chino en Beijing.

En 1931 se estrenó en Buenos Aires la primera película argentina sonora: Muñequitas porteñas, escrita y dirigida por José Ferreira. Surgieron, a partir de entonces, las grandes estrellas nacionales (Tita Merello, Libertad Lamarque, Mercedes Simone) de actuación y canto simultáneo. La voz pasó a ser condición fundamental para el séptimo arte. Pero cuando –años después– Isabel apareció en la pantalla, no sabía hablar ni bailar.

El guión de Y el demonio creó a los hombres indicaba que la protagonista debía ejecutar una danza sumamente sensual en un escenario natural, en Punta del Este.

–Pero Armando, yo no sé bailar, se desesperó la Coca.

–Si no sabés, aprendé, fue la respuesta que la dejó sin opciones.

En Un trueno entre las hojas sus parlamentos aparecen doblados por Eva Dongé y, aunque frente a ese colosal desnudo en cámaras pocos espectadores repararon en su voz, los críticos pusieron en duda desde el vamos sus dotes actorales: un erotismo básico y de movimientos estereotipados.

“Soy pavota, pero no tanto como para creerme una actriz”, repite Isabel cada vez que le preguntan y jura que actuó una sola vez en su vida, cuando engañó a Bó respecto de la enfermedad terminal que padecía. Es una vieja astuta, porque sabe que no dice poca cosa.

Lo que consiguió, lo logró a la fuerza. “Armando me explicaba. O me tiraba por una escalera, para darme susto. O me metía la cabeza en un tacho donde estaban quemando hojas húmedas, para que medio me ahogara y diera congestionada y con miedo. Bueno, ahora he mejorado un poco: ya me puedo asustar mejor, y sola”.

La primera película de Sarli está basada en un cuento del reconocido escritor paraguayo Augusto Roa Bastos. También tuvo a su cargo el guión del filme. “Armando era un poco diablo para poner a la gente en aprietos. Una vez me llevó a una radio en Buenos Aires y dijo: ‘acá el señor Roa Basto vino para hablar de los progresos que ha hecho últimamente Isabel Sarli como actriz”, recuerda el escritor en El trueno entre las páginas, un libro de diálogos con Alejandro Maciel, de próxima aparición. “Yo me defendí diciendo que mi cultura cinematográfica era muy precaria. Pero observé -y ahí vino mi pequeño desquite- que Isabel Sarli antes se bañaba desnuda y ahora se enjabonaba. Porque en la última película usaba un pan de jabón Federal del tamaño de un ladrillo”.

El autor estaba radicado en Buenos Aires cuando, en 1953, publicó El trueno entre las hojas, su primera colección de cuentos. Y es por ese libro (junto a La Babosa de Gabriel Casaccia y Follaje en los ojos de José Rivarola Matto) que la narrativa paraguaya empieza a adquirir distinción y atención internacional. No por casualidad estas ficciones, de realismo crítico, fueron escritas por exiliados que habían abandonado un país que tras la sangrienta guerra civil de 1947 soportó –entre 1955 y 1989– la dictadura del general Alfredo Stroessner, una de las más largas de la historia americana.

Entre la versión original de Roa Bastos, el guión que él mismo escribió y la historia que finalmente quedó plasmada en el filme hay diferencias sustanciales. El cuento, que denuncia la explotación de trabajadores en la zafra, no tiene la carga erótica que le indicó la intuición comercial de Bó. “La película está hecha ‘a la sua cadenza’ como diría un italiano. Una tarde, como tantas veces sucede en estos climas subtropicales, de un cielo a pleno sol pasamos a un nublado cerrado, oscuro. Él pensaba filmar varias secuencias ese día pero el tiempo no daba porque esas escenas eran diurnas y en exteriores. Entonces de un golpe arrancó las diez páginas del guión que no se podían filmar y pasó a otra cosa. Yo primero creí que era una broma pero no, era en serio. Armando -le dije- ahí va uno de los episodios más terribles de la obra. No, no importa -me dijo él- igual esto es muy largo y no hay sol”, recordó el escritor en un mail enviado especialmente a Gatopardo.

La historia era, en verdad, un pretexto para aplicar la fórmula del éxito: un poco de sexo, algo de violencia, música, paisajes nacionales o latinoamericanos y ciertos toques kitsch. Siempre el mismo cóctel. El de un erotismo primario, naif y moralizante.

El trueno entre las hojas fue estrenada en 1958 pero ya durante su rodaje –iniciado un año antes– había comenzado a tejerse el mito Sarli. Isabel viajó a filmar a Misiones? con su madre, la primera en poner el grito en el cielo cuando Bo sugirió filmar el primer desnudo real del cine argentino. “El de Olga Zubarry en La Casa del Ángel fue trucado”, aclara el periodista de la farándula Néstor Romano en Isabel Sarli al desnudo.

Cuenta la leyenda que Bó le aseguró a la actriz que iba a filmarla de lejos y que casi no se la vería y que hasta la hizo asomarse por el ojo de la cámara para que lo comprobara por sí misma. Eligieron un lago alejado, dejaron a María Elena en el campamento y para envalentonar a la Coca, Bó le dio whisky en una cantimplora. Y ella que –asegura- nunca había bebido se mareó al instante. El mito detrás de bambalinas.

–Anda sacándote la ropa –le dijo Armando e Isabel sintió que le temblaba todo el cuerpo.

–Metete al agua, Coca– le ordenó mientras, detrás de cámara, se deleitaba por las imágenes que le anticipaban la gloria.

En la privada le mostraron a Isabel la película cortada recién la vio entera en el estreno y ahí pasó lo del cenicero. Cuando descubrí la mentira me enojé tanto que le rompí el escritorio de vidrio con un cenicero

La película fue prohibida para menores de 18. “Su cuerpo es demasiado insinuante, provocativo, es casi indecente por los sentimientos que provoca”, argumentó uno de los censores.

Bó –que antes de El trueno Armando ya había producido mas de una decena de películasno sólo dirigió a Sarli sino que actuó en casi todos los filmes. Como redentor de la diva, por supuesto.

Isabel se negó a ser dirigida por otro que no fuera él: le dijo que no a Daniel Tinayre y a Lucas Demare. Solo fue forzada a aceptar, por el propio Bo, la propuesta de Leopoldo Torre Nilsson –uno de los pocos que defendía a la dupla frente a los críticos– para trabajar en Setenta veces siete. ”Entonces no me voy a desnudar”, fue la condición que puso Isabel Probablemente fue entonces cuando, para convencerla, Torre Nilsson le pidió prestadas las manos a Armando para acariciar a la diva.

Hacerse valer

Toma final: La historia es como la del huevo o la gallina: ¿Quién fue primero: Sarli o Bó? ¿Quién creó a quién?

La Coca es una mujer de presencia y carácter: para pelear precios de los diseños de Paco Jamandreu, para defender su porcentaje en las ganancias y hasta para repartir alguna cachetada o tirarle una taza de café en la cara al propio Bó. Sin embargo ella siempre aceptó mostrarse como sumisa frente a la severa María Elena y, luego, ante el amor de su vida. “A lo mejor yo, por dentro, era más libre que mi mamá y que Armando, pero me dejé someter para que me quisieran”, dejó entrever alguna vez. Cada tanto, como al pasar, deja filtrar algunas verdades a su historia oficial: “A mí me gusta proteger niños y animales, pero hombres no”, “hay que desconfiar de los tímidos: somos capaces de proezas inimaginables”.

¿Quién es entonces la Coca? Según la mitología griega, la belleza está tutelada tanto por Afrodita, la diosa armónica y dulce, como por Pandora, pérfida y fatal. Entre esos dos arquetipos fue construida, históricamente, la feminidad.

Isabel supo que para salvar sus desnudos debía darle tranquilidad moral a los espectadores. Ella podía mostrarse sin ropas frente a las cámaras, sí, pero además tenía que ser una mujer de su casa, que cuidara de sus animales, que resultara maternal y fiel de por vida. Por eso el público la ama.

“Eres una mezcla de ángel y demonio”, le dice a Isabel la actriz Bárbara Mujica a Isabel en Fuego (1968), mientras la acaricia sin pudor. Y en esa escena de lesbianismo –una de las primeras filmadas en el cine argentino– se explicita el entramado del mito Sarli: desnudarse para quedar oculta tras esos pechos inabarcables. El escote, pues.

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El escenario y la vida: el universo Cárdenas

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Dos obras teatrales de un mismo autor nos invitan conectar con su universo personal: Martín Flores Cárdenas, dramaturgo y director, no se define como actor pero actúa, o como prefiere decirlo “está en escena”. El duelo por la muerte de su abuelo, la propuesta para montar una obra en Brasil y lxs amigxs como tesoro y sostén son algunos de los temas que aborda en No hay banda; mientras que en La fuerza de la gravedad el desafío fue escribir una obra y dedicársela a una amiga actriz, que se convierte en la protagonista. Cómo llevar la vida al escenario —o el escenario a la vida— para que la experiencia traspase la propia piel.

Fotos: Nora Lezano

“No creo que sea teatro documental. Tampoco una conferencia performática. En realidad, no es nada”, afirma el dramaturgo y director Martín Flores Cárdenas. Se refiere a su obra No hay banda, primera entrega del ciclo Obras Truncas, que está actualmente en cartelera junto a La fuerza de la gravedad, otra de sus producciones. Ambas transcurren en Casa Teatro Estudio, tres palabras que definen lo que sucede en Guardia Vieja 4257. Martín vive en la parte de arriba, pero aclara que la sala teatral es como si fuera una extensión de su casa: “Como lo son las obras, también, forman parte de uno: extensiones o sucursales de uno”.

Desde 2019 y junto al escenógrafo brasileño Ruslan Alastair Silva coordina esta sala artística del barrio de Almagro. “Es un espacio —cuenta Martín— que da la posibilidad de experimentar, sobre todo, nuevas formas de producción. Y eso, a veces con suerte, genera cosas reveladoras en el lenguaje escénico. Reveladoras para nosotros. Lo que más nos interesa es ir por caminos alternativos a los que ofrece la lógica de ´el mercado´. O al menos, tratar de producir sin que esas lógicas contaminen lo que hacemos. Es una sala re chiquita que permite crear sin presión de fechas ni, no sé… de objetivos económicos”.

No hay banda y La fuerza de la gravedad podrían encuadrarse en las clasificaciones de teatro documental o de “conferencia performática”. También como un biodrama, docuficción o teatro autobiográfico. Vamos a hacerle caso a Martín y dejaremos de lado las etiquetas que definen el género de una obra teatral. Sí vamos a decir que ambas abren una puerta —en sentido literal y simbólico— y nos permite instalarnos allí con agrado. Son invitaciones a navegar por un rato en el universo personal de quien las sintió, las escribió y puso el cuerpo en escena para contarnos parte de su vida. Y esa parte incluye la muerte de un ser querido: su abuelo.

El escenario y la vida: el universo Cárdenas

Banda sonora

Imposible no identificarse con este duelo y sus reflexiones, incluso las más bizarras en un contexto de pérdida reciente, porque también hemos tenido esos pensamientos absurdos que dispara el dolor. Martín utiliza recursos eficientes para su narrativa, nos distrae, nos distiende, y nos vuelve a traer a una zona donde la piel se eriza y el corazón cruje. “No hay banda apareció como posibilidad de desobturar la escritura. Por más que quisiera escribir otras cosas, siempre aparecía aquella obra trunca como un tapón. Un duelo mal hecho que esta nueva obra me ayudó a atravesar. Como me parecía imposible ensayar solo, busqué un dispositivo que me contuviera. Me junté con amigos a armar los videos, a grabar los audios. Y, texto en mano, empecé a leer la obra a amigas, amigos. A mostrar lo que había pensado. Algo de esa combinación entre lo ultrapremeditado o realizado y la fragilidad del estar ahí y lo improvisado se volvió lo que es hoy la obra”.

La muerte de su abuelo y una llamada para proponerle montar una obra en Brasil. Ambas circunstacias sucedieron casi al mismo tiempo. El fin de una vida, el comienzo de un proyecto. “Me interesaba problematizar el concepto de existencia. Suena re pretencioso, ya sé. Un clásico. Pero bueno… Traté de ser honesto cuando la escribía y pensaba y trato de ser honesto ahora respondiendo esta entrevista. La existencia de una obra primero ¿Qué hace que una obra exista? ¿Dónde o cómo existe lo que imaginamos? ¿En qué momento una obra empieza a ser y cuando muere o termina? Y desde ahí poder dialogar con la relación entre existencia y materia. La existencia de aquellos que murieron y cuya falta generó una obra. Y la materialidad del cuerpo en general y del autor en particular que, bueno, en este caso soy yo. Que no soy actor pero estoy en escena. Me gusta decirlo así: estar en escena. Porque de alguna manera plantea o propone algo ¿Qué es estar en escena? ¿No es actuar acaso? Pensar el cuerpo en escena. Autor que escribe e interpreta. No hay límites o bueno… Esa es otra pregunta. Son muchas: no hay un sólo tema o eje, como verás”.

En los próximos meses No hay banda se va a presentar en Madrid, en el Festival Iberoamericano de Cádiz y en Alicante, España. “Tanto No hay banda como La Fuerza de la gravedad se hacen cuando se puede. El público tiene que estar atento a las fechas que aparecen en Alternativa Teatral. Porque como tenemos estos viajes pueden estar una semana sí y a la siguiente no y así”. Martín asegura que ambas obras tuvieron procesos muy diferentes y comparten dos elementos en común: el lugar desde donde fueron creadas y que no se puede determinar una fecha de estreno ya que comenzó a mostrarlas y se fue sumando público.

El otro como un territorio a descubrir

La fuerza de la gravedad es una pieza teatral cuya materia prima es la ternura. Un abrazo que nos incluye a quienes estamos sentadxs frente a la actriz Laura López Moyano y su pila de hojas A4 de las que irá descubriendo hilos de vivencias con la amistad como protagonista. Martín: “Apareció primero como una idea. Yo hacía mucho tiempo quería hacer una obra para mis amigos. Y tenía la idea de este dispositivo en la cabeza. Pero recién cuando se me ocurrió que Laura podía ser la amiga que pondría el cuerpo me puse a escribir. Es una obra dedicada a mis amigxs pero sobre todo a ella. Las ideas son ideas… Están ahí. Gracias a ella, a que existe y es mi amiga, existe esta obra”. La amistad como territorio a descubrir, como un vínculo necesario y elegido. “Quería hablar del vínculo con la otredad. No me gusta cómo suena esa palabra pero creo que es la que le hace más justicia. No hablar sólo de la amistad. En todo caso, usar ese vínculo misterioso para mí, para hablar de otros vínculos. La relación con la naturaleza, el planeta o el espacio. Poder pensar al otrx como un territorio desconocido. Y que mi relación con ese cuerpo me constituye”.

Sin espoilear diremos que el final de esta obra es un momento infinitamente disfrutable, de regresión al universo infantil, ese paraíso que puede no estar perdido si se lo sabe buscar. ¿Cómo se elabora en la escena lo personal y lo ficcional? ¿Te sentís cómodo trabajando con esos elementos? “No sé si es cómodo. Justamente por eso es divertido, supongo. O útil para hacer algo. Lo pienso en relación a mí pero también a Laura. Para ella no fue fácil ni cómodo. Pero lo quiso hacer, lo encontró o encontramos necesario. Forma parte del trabajo. Cómodo no era y justamente por eso nos dieron ganas de encararlo. Esa decisión nos permite meternos en lugares nuevos, propios o bueno… singulares, me gusta decir. Claro que hay otras de formas de hacerlo. No sé: nosotros elegimos esta”.

En ambas obras lxs amigxs están presentes, colaboran, aconsejan, observan, actúan. ¿Qué significan en tu vida tus amigxs?

Difícil responder esta pregunta. Todo lo que pienso suena mal. Me gusta la idea del amigo como algo que también es uno. Una parte de mí. Soy mis amigos, también. ¡No! Soy con mis amigos. Sin ellos no soy. Eso. Pero también con los otros. Los desconocidos. Estamos todos comprometidos. Los gravísimos problemas ambientales, sociales, económicos que sufrimos deberían hacernos tomar consciencia. Te lo digo a vos y me lo digo a mí que como ciudadano o terrícola no soy ejemplo de nada, la verdad. Pero bueno. Tenerlo presente, pensarlo me ayuda a hacer algo… Por el otro, otra. Hacer un poco más. Algo que nos vuelva menos mierda. Como amigos, como habitantes de este mundo.

Casa Teatro Estudio

Guardia Vieja 4257, CABA

No hay banda

Lunes, 20.30 hs, hasta el 9/10/23

La fuerza de la gravedad

Sábados, 18 y 20.30 hs, hasta el 7/10/23

@tatofc

@moyanolaura

@casateatroestudio

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Radiografía de un Estado autoritario: Jujuy y los derechos humanos bajo la lupa

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Limitación en el acceso a la justicia. Modificación de la estructura jurídica. Represiones y cacerías que violan derechos humanos, y estándares internacionales. Persecución a la protesta. Impunidad de las fuerzas policiales. Violación a los derechos indígenas. Compartimos aquí un resumen del informe final sobre la violación a los derechos humanos en Jujuy, que llevó a cabo la Misión de Solidaridad Internacional y de Derechos Humanos en visita a cinco localidades. Un diagnóstico de un Estado local anti democrático y autoritario: “El Estado se constituye como una organización que controla y organiza todo, legitimando la destrucción de cualquier organismo de control y/o de participación ciudadana, asumiendo el poder casi absoluto”. La descripción de las violencias, y el llamado al juzgamiento de la cúpula del gobierno por la comisión de graves delitos. Mientras, el Malón sigue en Buenos Aires, con sus integrantes encadenados al Congreso de la Nación a la espera de respuestas.

El domingo se cumplirán 100 días de aquel viernes 16 de junio en que el Tercer Malón de la Paz se constituyó como tal y partió desde Abra Pampa hacia la capitalina San Salvador para impedir que se vote la reforma constitucional, que no había sido consultada con las comunidades originarias, ni con el resto de la población jujeña. 

Anteayer, integrantes del Malón que se encuentra en Buenos Aires desde el 1 de agosto, se encadenaron al Congreso de la Nación e iniciaron una huelga de hambre para exigir que los reciban y, sobre todo, que desde el Poder Legislativo se dé una respuesta al reclamo de la intervención federal de la provincia, “por haber impuesto una nueva constitución y para que cese la represión”. 

En este sentido, en las últimas horas se conoció el informe final sobre la violación a los derechos humanos en Jujuy, que llevó a cabo la Misión de Solidaridad Internacional y de Derechos Humanos, integrada por un conjunto de organismos de Derechos Humanos como el SerPaJ, la CORREPI, la Convención Americana sobre Derechos; además de organizaciones sociales y sindicales. La comisión estuvo presente en las localidades de Abrapampa, Tilcara, Maimará, Purmamarca, San Salvador de Jujuy y Perico, desde el 16 al 26 de junio de 2023, para “hablar directamente con las víctimas; escuchar los reclamos que dieron lugar a la protesta y ser testigos presenciales de situaciones concretas de violación a los derechos humanos por parte del gobierno jujeño y a protocolos nacionales e internacionales en el accionar de las fuerzas policiales”. 

CONTEXTO

En el documento recientemente presentado a la sociedad, se busca contextualizar el presente, yendo hacia unos años atrás: “Eduardo Alfredo Fellner, se desempeñó como gobernador de Jujuy, entre 1998-2007 y 2011-2015. Durante su última gestión se desarrollaron importantes protestas sociales. En diciembre del 2014, como respuesta política a las protestas en curso, la legislatura de Jujuy sanciona la ley 5806, conocida popularmente como Código Contravencional. El Código Contravencional comenzó a regir durante el gobierno de Cambia Jujuy, con Gerardo Morales como gobernador, en enero del 2016”. Esa legislación reconoce como contravenciones formas históricas de ejercer el derecho a la protesta social, como la permanencia en el espacio público y la obstaculización del tránsito vehicular. Afirman: “Desde su aprobación, fue utilizada como instrumento para labrar actas contra quienes se organizan y protestan. Desde la llegada de Cambia Jujuy al gobierno de la provincia se fue incrementando la violencia estatal hacia la protesta social, lo que se puede verificar en los siguientes hechos”. Enumeran: 

1. Persecución y encarcelamiento a opositores políticos, particularmente a dirigentes sociales. 

2. Modificación de la superestructura jurídica provincial con el claro objetivo de limitar el ejercicio a la protesta y favorecer una importante cantidad de negocios. 

3. Impunidad de las fuerzas policiales provinciales como forma de garantizar cohesión interna, lo que se evidenció en el crecimiento de violencia política, institucional y de género en la vida cotidiana. Su peor exponente fue el crecimiento de femicidios impunes. 

4. Violaciones a derechos propios de las comunidades originarias. 

FUERA DE CONTEXTO

En relación al despliegue represivo del Estado provincial, “la misión pudo constatar que impera entre los mandos y la tropa una lógica bélica impropia de las fuerzas de seguridad de un Estado que se pretende democrático, inclusivo y respetuoso de los Derechos Humanos”. Reafirman: “No fue difícil corroborarlo. Si el objetivo inmediato de la guerra es la eliminación del oponente, la manera en que actúan las fuerzas represivas en Jujuy remite inmediatamente a ese concepto. Se impone reiterar el carácter probadamente pacífico de las movilizaciones populares, que a lo sumo cuentan con poderío defensivo como toda ‘arma’. Esto en evidente diferencia a lo que ocurre desde las líneas de las fuerzas de seguridad”. Sintetizan lo que ocurre: 

a) El incumplimiento de los estándares internacionales para el uso de armas letales y no letales, durante las movilizaciones y detenciones. 

b) Atentados contra la vida y la integridad física. 

Profundizan: “En territorio la misión pudo constatar claramente dos formas de atentar contra el bien jurídico más importante que posee cualquier ordenamiento legal: la vida. En primer lugar, la utilización de armas no letales (término relativo, lo correcto sería pensar en armas de menor lesividad) disparadas a distancias mortales. La Misión identificó que durante las protestas se empleó uso de perdigones (de goma) y bombas lacrimógenas a la cabeza y tórax, a corta distancia, incumpliendo con los estándares internacionales en materia de uso de armas. Se acudió al empleo de la fuerza y armas de fuego no letales en contextos de pacificidad, donde las movilizaciones transcurrían normalmente su curso sin ningún tipo de disturbios, como primer recurso a la hora de intentar disuadir disturbios, es decir, no se priorizó la elección de medios no violentos. También se verificó que se utilizaron motos y caballos para imponer verdaderas cacerías humanas, corriendo y acorralando a los manifestantes, para luego golpearlos, pisarlos y finalmente detenerlos”. Sentencian: “Es decir que la implementación de medidas extraordinarias fue utilizada como plafón para violar los derechos humanos y las libertades civiles. Se ha perforado el piso mínimo indispensable de derechos fundamentales al atentar contra la vida y la integridad física de población civil indefensa”- 

La inhumanidad recolectada, continúa: “Reiterados testimonios referían a la imposibilidad de asistir a centros de salud o de atención médica por temor a ser detenidos o imputados por participar de las movilizaciones. La misión constató la presencia de 28 agentes policiales en hospitales, luego de las represiones, lo que tuvo como consecuencia que las personas heridas no se acercaran a solicitar un servicio de salud, pasando días sin ser atendidos agravando su salud. Mayor gravedad reviste la decisión del gobierno jujeño de impedir la atención de heridos por parte de las ambulancias presentes donde se desarrollaron las represiones. Tanto en Purmamarca como en San Salvador, los servicios de ambulancias tenían la indicación de no atender heridos”. Agregan: “Constatamos heridos que sufrieron mala praxis, que no han sido registrados y que se ha negado información a los familiares cuando se acercaban a preguntar por ellos”.

Desde la Misión de Solidaridad Internacional y de Derechos Humanos concluyen que “atento a los testimonios y las pruebas recolectadas, esta forma de represión no se encontró dirigida hacia aquellos actos que causaban daño intolerable a terceros, sino al propio acto de la protesta social o la adopción de un plan de vida solidario que implica la participación en acciones de protesta. La declaración de una testigo que narra cómo desde la legislatura salen personas de civil encapuchadas que prenden fuego autos y luego regresan a refugiarse junto a las fuerzas policiales, es un ejemplo de lo manifestado. Esto también puede constatarse en todas las intervenciones represivas de las fuerzas policiales, donde sin mediación previa se iniciaron acciones represivas sobre los manifestantes, con prácticas generalizadas para provocar lesiones sobre los mismos”. Complementan: “Otro hecho que reviste extrema gravedad es la presencia de personal policial de civil infiltrado en las manifestaciones. La sistematicidad en la utilización de este recurso, quedó irrefutablemente confirmada a través de diversos testimonios e incluso fotos y videos, donde se puede identificar a personal del servicio penitenciario. La intervención de estos grupos en las protestas se caracteriza por la ausencia de identificación, es decir, visten de civil, y se infiltran generando disturbios e incitando a contextos violentos durante las manifestaciones. Estas acciones generan motivo suficiente para la utilización arbitraria de la fuerza. Una vez iniciada la represión, los grupos cambian de tareas, pasando a funcionar como refuerzos para las fuerzas policiales en las calles”.

LA (IN)JUSTICIA Y LOS TRES PODERES ALINEADOS

El informe considera que la represión y la criminalización de la protesta son las dos formas violentas en las que las autoridades provinciales se encuentran reaccionando de forma sistemática ante aquellos que participan en las manifestaciones. “Entendemos por criminalización a la utilización del sistema penal contra la protesta social, como parte de una estrategia política que utilizan los tres poderes de Jujuy para presentar ante la sociedad la lucha por los derechos sociales como delitos y a los sectores que las promueven como delincuentes o pertenecientes a facciones políticas que atentan contra el sistema democrático, con el fin de inmovilizar y amedrentar a aquellos que se organizan y se manifiestan”. Vuelven a enumerar: 

1–detenciones arbitrarias sin comunicación de las mismas a los familiares o sin paradero durante más de 10 horas; 

2–rechazo a recibir denuncias por parte del Ministerio de la acusación; 

3–ausencia de defensores oficiales o coerción a los detenidos por parte de los mismos para que firmen acusaciones y hechos en el Penal de Alto Comedero; 

4–incriminación a los manifestantes de delitos de sedición, tentativa de homicidio, resistencia a la autoridad, etc, por el solo hecho de estar presentes y con imposición de multas millonarias; 

5–allanamientos sin órdenes judiciales; 

6–habeas corpus que devienen en abstractos por no ser contestados en tiempo y forma;

7–violación a procedimientos judiciales,

La investigación deja a la vista que la imputación de cargos a manifestantes y dirigentes políticos “constituye una clara expresión de violencia política”. Ponen un ejemplo concreto: “Las y los defensores de los derechos humanos, incluyendo a las y los abogados defensores que prestan asistencia jurídica a otros defensores o a las víctimas de violaciones de derechos humanos, reciben continuamente amenazas, y se ven imposibilitados muchas veces del acceso a las comisarías donde se encuentran detenidos sus defendidos”. Y entonces manifiestan: “El Estado Argentino resulta responsable de la represión y criminalización de la protesta, atento al uso de la fuerza de manera ilegal, en forma innecesaria y desproporcionada, mediante ataques generalizados y sistemáticos hacia la población civil. Estas prácticas violentas del Estado no sólo violan los derechos humanos fundamentales de quienes participan en las protestas, sino que también son contrarias a los principios democráticos que deben guiar la convivencia social en un Estado de derecho. La institucionalización de la represión y la criminalización de la protesta social es la manera que ha desarrollado el Gobierno jujeño, en connivencia con los poderes Legislativo y Judicial, de castigar las manifestaciones sociales y políticas por reclamos gremiales y contra la reforma de la Constitución”. 

CONCLUSIONES FINALES

Este documento no es la primera expresión del horror vivido y que se perpetúa en Jujuy. La mismísima Comisión Interamericana de Derechos Humanos allá por el 20 de junio había llamado al Estado “a respetar el derecho a la libertad de expresión, los estándares interamericanos del uso de la fuerza”, y a llevar a cabo un proceso de “diálogo efectivo, inclusivo e intercultural, en que se respete los derechos sindicales y de los pueblos originarios”.

El diálogo, sin embargo, no fue tal. El Informe Final de la Misión denuncia los ataques, las agresiones y las vulneraciones constatadas:

–Uso irregular de armamentos “no letales o de letalidad reducida” en contra de los

cuerpos de las personas manifestantes para dispersar protestas.

–Disparos horizontales de largo alcance en lugares residenciales y en contra el cuerpo de

los de manifestantes

–Lanzamiento de gases lacrimógenos al interior de viviendas.

–Detenciones ilegales, arbitrarias e infundadas de personas por la mera participación en

las protestas

–Tormentos y malos tratos, crueles, inhumanos y degradantes sobre personas detenidas

en el marco de las protestas y movilizaciones.

–Incumplimiento de la obligación de publicidad de los procedimientos policiales

–Uso irregular de facultades procesales para la detención y traslado arbitrario de

personas.

–Montaje de causas penales y posterior persecución judicial contra los/as participantes de

las protestas.

La Misión Internacional de Solidaridad y Derechos Humanos afirma que “el Estado argentino es responsable por la grave violación de derechos humanos de la población civil en el marco de la actuación represiva desplegada desde el 7 de junio del 2023 por las autoridades de la provincia de Jujuy en el territorio Jujeño. Gran parte de las vulneraciones, por su carácter sistemática y/o generalizada y dirigidas contra la población civil, tipifican delitos de lesa humanidad, previstos y sancionados por el derecho internacional de los DDHH en los tratados, convenciones y estatutos reseñados precedentemente, los cuales el Estado argentino ha suscrito y ratificado”. 

Y concluye: 

–El Estado de Derecho y el orden democrático en Jujuy se han visto gravemente limitados y afectados, suspendiendo garantías judiciales básicas y elementales. 

–Al pueblo jujeño le asiste el derecho (constitucional y convencional) de protesta, de petición ante las autoridades y de ocupar el espacio público para ello. Así lo intentó ejercer, de forma pacífica. El ejercicio de la soberanía popular es inalienable y es un elemento constitutivo del Estado de Derecho y condición de la convivencia democrática. 

–La existencia de un marco normativo que declare y/o reconozca los derechos ciudadanos implica inexorablemente las obligaciones del Estado de garantizar su pleno y efectivo goce. Las autoridades de la Provincia de Jujuy no sólo no los garantizó, sino que además llevó adelante una sistemática y generalizada acción lesiva contra la población civil. 

–Las autoridades utilizaron de manera abusiva, arbitraria e ilegal de sus competencias, dirigiendo, ordenando y ejecutando acciones violatorias de los DDHH. El monopolio del uso de la fuerza que legalmente ostenta, fue desplegado abusivamente sin observar los criterios de proporcionalidad, racionalidad, legalidad y necesidad que les son exigidos a todo Estado de Derecho, democrático y respetuoso de los DDHH. 

–El despliegue represivo del Estado ha significado la comisión de graves delitos tanto por acción u omisión de sus órganos ejecutivos y judiciales. No sólo no previno, sino que además propició graves violaciones a los derechos humanos y no inició las investigaciones correspondientes, ni mucho menos sancionó a sus responsables. 

–Las autoridades de la Provincia de Jujuy deben ser investigadas por tormentos, abusos, persecuciones, amenazas, intimidaciones y otras conductas delictivas cometidas por sus fuerzas de seguridad regulares. 

–Las autoridades deben ser investigadas ya que impidieron, limitaron y condicionaron deliberada y violentamente la participación política, el derecho de reunión y el derecho a la protesta. 

–Las autoridades de la Provincia de Jujuy y sus agentes deben ser investigadas atento a que las graves violaciones a los derechos humanos constatadas, configuran delitos de lesa humanidad. 

Y así finalizan el Informe Final de 75 páginas, que compartimos debajo en su totalidad: “Nos encontramos con un Estado Provincial que modifica su superestructura jurídica y política en clara coalición con el marco establecido por la Constitución Nacional y los tratados internacionales suscriptos por el Estado Nación. Y no solo eso. El Estado se constituye como una organización que controla y organiza todo, legitimando la destrucción de cualquier organismo de control y/o de participación ciudadana, asumiendo el poder casi absoluto. Limita el acceso a la justicia a la par que acusa casi sin necesidad de tener prueba alguna, o lo que es peor aún, convirtiendo en delito el ejercicio de la democracia plena. El gobierno de Cambia Jujuy, con Gerardo Morales a la cabeza, ha iniciado un proceso de balcanización objetivo. Con sus acciones está fragmentado el Estado Nación, con una supremacía étnica que coloca a las comunidades originarias en un estado de sumisión absoluta o lo que es peor, como objetos decorativos para turistas interesados en ver un indígena en vivo y en directo. Sentado arriba de las importantes reservas de litio, se erige como un intermediario nativo al servicio del capital extranjero interesado en los recursos naturales de la región. Para lograrlo, organiza el Estado de acuerdo a intereses foráneos; prepara las fuerzas represivas para custodiar esos negocios y ubica familiares y amigos para controlar cada milímetro de la sociedad jujeña. Estas afirmaciones podrían ser tomadas como subjetivas por aquellos que no quieran ver lo que está a la vista de todos: la gente de a pie está atemorizada frente a un gobierno que avasalla todos y cada uno de los derechos que nuestro pueblo, con sus históricas luchas, con sus resistencias a dictaduras, y con 30.000 desaparecidos, supo conquistar. Hay fotos, videos, notas periodísticas, decretos, acciones de gobierno, que se suceden unas a otras siguiendo una única lógica: la entrega de recursos naturales con la vida de los que habitan esas tierras”.

Radiografía de un Estado autoritario: Jujuy y los derechos humanos bajo la lupa
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Femicidio de Iara Rueda: confirman las condenas a perpetua

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El Tribunal de Revisión de Jujuy confirmó la sentencia que condenó a prisión perpetua a Mauricio Esteban Abad y Raúl Arnaldo Cachizumba por el femicidio de Iara Rueda. Además hay un tercer implicado: Tomás Fernández, que fue declarado como autor y que por ser menor de edad al momento de los hechos su pena debe ser resuelta por una jueza de menores. La familia aún espera otra resolución judicial que busca condenar a los policías que no investigaron el femicidio.

Por Natalia Aramayo

desde San Salvador de Jujuy

El Tribunal de Revisión de Jujuy confirmó la pena de prisión perpetua por el femicidio de Iara Rueda que había sido dictada el 12 de mayo de 2023 por el Tribunal en lo Criminal Nº 3.  

Así quedó confirmado lo que en el pasado mayo habían establecido las juezas María Margarita Nallar y Ana Carolina Pérez Rojas, y el juez Mario Ramón Puig del Tribunal Oral en lo Criminal N°3: dos condenas a perpetuas y una declaración de responsabilidad penal con remisión al juzgado de menores para que se le establezca pena. 

El Tribunal de Revisión, compuesto por las juezas Gisela Rita Macina, presidenta de trámite, y Claudia Cecilia Sadir y el juez Cristian Torres Magallanes, redactó el fallo con estas palabras: «El Tribunal rechaza los recursos de apelación interpuesto por la defensa y confirma la sentencia a Raúl Cachizumba y Mauricio Abad como autores materiales y responsables del delito de “homicidio doblemente agravado por alevosía y de una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género”; como así también, la declaración de responsabilidad del menor al momento del hecho Tomas Fernández, del delito de “Homicidio triplemente agravado por el vínculo, por alevosía y de una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género”, en carácter de autor». 

https://twitter.com/obserluciaperez/status/1703855541821333528?s=48

En la calle se repitió la misma postal que se vio durante todo el juicio: la Multisectorial de Mujeres y Disidencias de Jujuy -compuesta por una multiplicidad de organizaciones, y otras familias- acompañó a la familia de Iara durante el proceso. Por eso Mónica, mamá de Iara Rueda, expresó al salir del Tribunal: «Quiero darles las gracias a todas ustedes, que nunca me dejan bajar los brazos, a ustedes y a las otras familias. Estas dos audiencias fue como revivir el asesinato de Iara de nuevo, pasamos el fin de semana teniendo confianza que se iba a hacer justicia, pero al mismo tiempo con angustia».

Sobre la confirmación de la condena Mónica dijo: «Se hizo justicia, quedó firme la condena y ahora a no bajar los brazos, falta la condena para Tomas Fernández, esperamos que la jueza de menores le de la máxima».

La historia de Iara Rueda

Iara Rueda tenía 16 años cuando el miércoles 23 de septiembre de 2020 salió de su casa para llevarle un trabajo práctico a un compañero de la escuela. Fue la última vez que su familia la vio con vida. Después de las 5 de la tarde no hay imágenes de ella: según las versiones oficiales las cámaras de seguridad no funcionaban por apagones de luz.  

Cuando esa tarde Mónica llegó a su casa y no vio la bicicleta de su hija supo que algo le había pasado. Fue a la comisaría: no le tomaron la denuncia. La policía evadió todos los protocolos de búsqueda.

Ante la inacción policial, los y las vecinas del barrio se autoconvocaron para ayudar a la familia Rueda a buscar a Iara, y lo hicieron en intensos rastrillajes, de noche, sin luz.

En distintos puntos de la provincia se replicaron los cortes de ruta (algunos fueron reprimidos) que exigían que la busquen.  

El cuerpo fue encontrado días después, el 28 de septiembre. Estaba atada de pies y manos. En ese lugar su familia construyó un altar. 

El otro juicio

Además del juicio por el femicidio, la familia de Iara impulsó desde el primer momento la denuncia contra los funcionarios policiales que no aplicaron los protocolos de búsqueda tal como la legislación lo establece. 

Mauro Cortez, Fabio Cruz, Hernán Vargas, Pablo López, Walter Ramos, Emanuel Valdiviezo, Daniel Ramírez y Laura Tapia, miembros de la policía y brigada de investigaciones de Palpalá, estaban imputados por “incumplimiento de los deberes de funcionario público” tras la denuncia de la familia de Iara. Hasta que a principios de este mes el juez Rodolfo Nino Fernández, del Juzgado Especializado de Control en lo Penal Económico y Delitos contra la Administración Pública, dictó el sobreseimiento. La familia de Iara Rueda presentó recientemente un recurso de apelación del que se espera resolución.

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