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Grecia desde abajo: “No sacrifico la vida y la dignidad de ningún hombre o mujer ni por la Acrópolis”

Dos instantáneas, sin más comentarios:
1- 12 de febrero, siete de la tarde, calle de Ermou, en Sintagma: una señora, con la bandera griega en sus hombros, su rostro blanco por el Rioplan (crema que utilizamos para suavizar los efectos por los químicos), obviamente cansada, está sentada tranquilamente en la peatonal.

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Carta enviada por los amigos griegos. Fue escrita una día después de que ardiera Atenas y publicada originalmente en el blog https://molisxypnisa.wordpress.com/ y traducida por E.M.



Dos instantáneas, sin más comentarios:
1- 12 de febrero, siete de la tarde, calle de Ermou, en Sintagma: una señora, con la bandera griega en sus hombros, su rostro blanco por el Rioplan (crema que utilizamos para suavizar los efectos por los químicos), obviamente cansada, está sentada tranquilamente en la peatonal. De repente suena su celular. Al contestar, se levanta y empieza a bailar y a dar saltos gritando con toda su fuerza: “Sí, sí ¡que quemen al mismo Latsis (griego, una de las más ricas personas del mundo y propietario de EuroBank)… ¡Ojalá que lo quemen!”… Alguien acerca a la señora y le pregunta qué pasa. Y ella siguiendo el baile absurdo contesta: “está quemándose Eurobank! Se ha quemado todo… ¡Qué alegría!”. Y explica sin preguntarle nadie: “A mí me ha quemado mi vida Latsis y el Eurobank. He construido mi casa con mis ahorros, le he pagado al triple el préstamo y ahora que no puedo pagar quieren quitarme la casa. Mi casa”.
Grecia desde abajo: “No sacrifico la vida y la dignidad de ningún hombre o mujer ni por la Acrópolis”
2-13 de Febrero. En una mesa está sentada toda la dirigencia del Ministerio de Orden y Seguridad Pública; da conferencia de prensa, abogándose para sí a los periodistas-loros de los canales. La respuesta (entre comillas y sic) del Coronel del Cuerpo de Bomberos, ante el reproche de los periodistas de que no se ha movilizado el Cuerpo de Bomberos para salvar los edificios del centro que se estaban quemando: “Teníamos en el centro toda nuestra fuerza. Todos los coches de bomberos estaban preparados. Pero se observó un fenómeno increíble: ciudadanos simples, que no participaban en los disturbios, impedían a los bomberos llegar a los edificios que se quemaban gritando ‘que se quemen todos los bancos’”.
Es verdad, así pasó.
La derrota de la democracia representativa
El 12 de febrero representó la derrota de la democracia representativa, de su democracia. No hablo del hecho de que un gobierno “elegido” ha impuesto como primer ministro a un banquero que no se ha elegido por el pueblo. Tampoco quiero hablar del hecho de que el partido que ha impuesto a dicho primer ministro ya ha perdido la mayoría en el Parlamento y sin embargo sigue gobernando.
Sin embargo no puedo cerrar mis ojos al hecho de que el 12 de febrero los ciudadanos han elegido claramente a los anarquistas pare pedir protección. A los anarquistas y no a la policía que se supone que, por su papel institucional, es la que protege a los ciudadanos, para eso la pagan. Tampoco puedo quedarme sin voz cuando veo y leo que lo único que se publica de la majestuosa concentración del pueblo se refiere a las cenizas de los edificios y de los bancos.
Vamos, me pongo más concreto: el 12 de febrero, por primera vez en la historia de tales movilizaciones (incluyendo las decenas de concentraciones que se han realizado los 10 últimos meses) la gente no se reunió en Syntagma (plaza central de la vida política griega, frente al Parlamento) dos horas después de la hora que era la convocatoria. Otras veces la convocatoria era para las 5 y la mayoría de la gente llegaba después de las seis y media. El 12 de febrero ocurrió algo único: Syntagma estaba llenísimo de gente antes de las 5. A las cinco y media no cabía ni un alfiler en la Plaza, tampoco en las calles de alrededor.
Pues… hasta las cinco la cosa era linda, todo pacífico y cualquiera podría decir que la democracia triunfaba en toda su grandeza. Sin embargo, a las cinco y sin la más pequeña provocación, las fuerzas represivas empezaron a echar químicos a la multitud, a todos. Para disolver a la gente antes que llegara la concentración a su zenit. No es casualidad que ni siquiera eran las seis cuando las teles ya insistían en que la gente se disolviera y saliera de Syntagma. El intento de provocar miedo a la gente se había empezado hace dos días por periódicos y teles. Manolis Glezos (figura emblemática de la resistencia en Grecia durante la ocupación alemana y la guerra civil, ex diputado de izquierda, hoy en día de 89 años) y Mikis Theodorakis (famosomúsico griego de 88 años) son solo dos, conocidos, que sufrieron por los químicos, pero son miles de miles de gente que pueden hablar de la asfixia que sufrieron.
Grecia desde abajo: “No sacrifico la vida y la dignidad de ningún hombre o mujer ni por la Acrópolis”
El anarquista amigo
Y entonces ocurrió algo imprevisto: un grupo de jóvenes vestidos de negro que estaban en la Avenida Panepistimiou, empezó a gritar consignas y se dirigió a donde los antidisturbios atacaban sin motivo a la multitud. La gente se hizo al lado, empezó a aplaudirles y gritaba “BRAVO!” “JÓDANLES!” “DÁLES!” y cosas así. Los anarquistas llamaban a la gente a que fueran con ellos. Vale… cuando toda, pero TODA, la gente te aplaude y apoya, no te queda más que seguir con mayor impulso en lo que querías hacer.
Lo mismo se repitió cuando la gente asfixiada, después de un nuevo ataque con químicos, bajaba la Panepistimiou y ancianos caían sin poder respirar (como testigos, la gente misma, las abumlancias y la motos del Servicio Urgente Médico que recogían a quienes no aguantaron el ataque). Y el apogeo de esta situación en la que la gente animaba a los jóvenes vestidos de negro, era cuando prendieron fuego al café STARBUCKS: un aplauso y miles de aclamaciones se levantaron hasta el cielo llenando el espacio desde la plaza de Klaftmonos y a lo largo de las Avenidas Panepistimiou y Stadiou. En los incendios de los bancos, la gente que no participaba enérgicamente estaba tocando rítmicamente las rejas de la Avenida Stadiou, haciendo ruido y animando los que atacaban a los bancos, mientras padres de familia de 50 y más años recogían mármoles y piedras y se los daban a los anarquistas que estaban en la primera fila de batalla.
Y no sólo esto. Desde el primer momento, a las cinco de la tarde, que empezó el ataque de los Cuerpos Antidisturbios hasta muy tarde de la noche, la consigna que dominó a los labios de cientos de miles de manifestantes no era por el Memorandum o por la política económica, sino el conocido “Cerdos, asesinos”. La rabia de la gente, por el ataque sin motivo que sufrió, se había inundado. . En la Plaza de Monastiraki la gente tocaba las campanas de las iglesias, todas las calles que se definen por el Acropolis, Athinas, Plaza de Omonia, Akadimias y Plaza de Syntagma rebosaban de gente que se negaba a retirarse y resistía como podía a la asfixia que provocaban los químicos y al terror que dispersaban los ataques de los antidisturbios. Los policías de DELTA atacaban con sus motos, sin discreción alguna, a la gente y la gente respondía con piedras. Hasta las once y media de la noche miles de personas estaban todavía en las calles. En la Avenida de Amalias al menos 10.000 se retiraron, a las doce, por una marcha hacia Sigrou para evitar los químicos que ya no se aguantaban. En Syntagma se reunió otra vez gente. En Monastiraki los DELTA rompían los escaparates de la tiendas y atacaban a la gente. Hay videos que muestran los ataques con las motos contra la gente.
Grecia desde abajo: “No sacrifico la vida y la dignidad de ningún hombre o mujer ni por la Acrópolis”
¿Quién nos protege de la violencia de Estado?
Sin embargo, la derrota de la “democracia” no es que ya el pueblo se ha dirigido a los anarquistas para que les protejan de la violencia del Estado. Es verdad que la absoluta mayoría de la gente no quiere y no participa en acciones de violencia. Pero el hecho de que no sólo muestran tolerancia sino que aceptan a dicha violencia como la única que les protege contra la del Estado, demuestra la victoria de los anarquistas y sus acciones.
El argumento principal de los anarquistas es que “pacíficamente no podemos lograr algo y tenemos que provocar con cada medio la confrontación”. La consigna “que se queme el burdel del Parlamento” ya no es de los anarquistas. Después de decenas de manifestaciones pacíficas, después de luchar por lo de “no violencia”, la gente a pesar de saber que va a recibir químicos, lacrimógenos y violencia, sigue saliendo a las calles pero ya no cree que puede vencer pacíficamente en el marco de “democracia” o “por la democracia”.
Sabe ya la gente que su opinión nada vale para las élites, económicas y políticas, del país. Sabe ya la gente que nos “tienen escritos en sus zapatos viejos”. Ninguno de los políticos ha sido castigado por la corrupción y los escándalos, ningún suceso de violencia policiaca se ha castigado, hasta el policía que apoyó al asesino de Grigoropoulos está fuera de la cárcel hace unos meses. La demanda judicial de cientos de ciudadanos contra la violencia y la guerra química de los días 28 29 de junio pasado, todavía no han encontrado su camino para el Tribunal y nadie da cuentas nunca por los tantos heridos –ciudadanos que pacíficamente protestaban- en cada manifestación. La gente ya no confía en las instituciones “democráticas” porque ya se siente y sabe que están burlándose de ella: pide elecciones y le imponen un gobierno no elegido, exige que no se vote el Memorandum y lo votan con mayoría absoluta en un Parlamento que no hay ni la más pequeña posibilidad de re-elegirse y que no representa a nadie.
Y en este punto llegamos a la responsabilidad y el papel sucio que juegan los medios masivos de comunicación, ya desde hace dos años, desde el primer momento de esa historia con los memorandum (o desde siempre, como dicen los anaquistas y tienen razón). Por toda la noche los medios masivos enfocaban en los incendios y los “vandalismos”.
Dispersaban el miedo y desorientaban a la gente del tema principal que es la aprobación por el Parlamento de un ley-monstruo inconstitucional (no lo digo yo que es inconstitucional, 5 sintgamtologos-proferores de Universidad argumentan eso). Los medios se han encargado de jugar el papel de difundir el terror por “no perderse” la “última” oportunidad de nuestra –una vez más- “salvación”. Intencionalmente confunden la negación de pago que puede hacer Grecia, con la bancarrota, con la quiebra. Intencionalmente conectan la negación del pago de la deuda con la salida de la EuroZona, cosa que hasta Barufakis (que no es algún economista de izquierdas) denuncia como falsa y fuera de realidad. Y ayer durante la magnífica protesta, pusieron sus videocámaras no entre la gente que por miles de miles había ocupado la ciudad, sino frente a los edificios quemados.
El rol de los medios
Los mismos canales que reprochan a toda la sociedad como culpable -ese famoso “todos juntos comemos el dinero”-, los mismos que no dan una moneda por la arquitectura y la ciudad, los mismos que recuerdan los edificios históricos sólo cuando se habitan por emigrantes “que van a contaminar la ciudad” mientras todo el resto del tiempo están en silencio cuando los señores de “real estate” -que por casualidad son propietarios de esos mismos canales- hacen sus buisnes… esos mismos canales llaman ahora a la gente para “gritar un NO contra los vandalismos de los edificios históricos”.
En Atenas y toda Grecia miles de edificios que pertenecen al Estado, a la Iglesia y a los bancos, edificios de especial valor arquitectónico, están abandonados o derrumbados poco a poco por sus propietarios y cuando ya están medio-derrumbados, como por una manera mágica, se desmorona el estado especial de protección en una noche y en su lugar se levantan plantas y plantas de cemento.
En ciudades enteras se derrumbaron en una noche los neoclásicos y se construyeron monstruos de cemento. Un montón de edificios públicos se construyen sin reglas ni seguridad y están inundándose con la primera lluvia (como recientemente el Hospital de Pirgos). Carreteras nuevas se hacen trocitos y no se mueve hoja. Construcciones por las Olympiadas –estadios, teatros, carreteras, hostales etc. – pagadas por millones -que ahora se llaman “deuda”- están abandonadas a su suerte hasta perder su valor y liquidarse por un trocito de pan a empresas y a quienes se enriquecen con nuestro dinero. Precisamente aquella parte de la sociedad que está indiferente por el espacio urbano si no le asegura ganancias, precisamente ellos son los que descubrieron que “los anarquistas están destruyendo “edificios históricos”: Y por eso se calla e intenta hacer invisible el hecho de que cientos de miles de gente gritaron el NO a la miseria que les reservan como destino sus gobernantes bien educados, bien vestidos, bien alimentados.
Estimados señores y señoras: digamos que la mitad de los anarquistas son provocadores como les nombran. El asunto no es esto. Los más grandes provocadores son los medios de comunicación y su espejo deformable. Si quisieran enfocar a la esencia lo habrían hecho, era muy fácil mostrar escenas del ataque bruto policiaco. Si quisieran, levantarían sus helicopteritos y mostrarían las multitudes de personas que estaban luchando contra su empobrecimiento, contra la anulación de sus derechos laborales y sus sueldos que solo a los grandes empresarios va a servir.
La perversión de la realidad, las luces sólo en los edificios quemados, los comentarios parapolíticos del culo y la picota de la lógica común son la regla en los telenoticias. En estos momentos tan cruciales los medios de comunicación se controlan absolutamente por empresarios y políticos –o viceversa- despiadados, para quienes el ataque a los salarios de los pobres es una oportunidad por ganancias innumerables. Y jugarán todas sus cartas para no perder sus ganancias. Y algunos ciudadanos sensibles por los “edificios históricos”, sentados en su tele o en su ordenador, atrapados en una realidad virtual y controlada, seguirán insultando a los anarquistas y a todos que tienen corazón y están resistiendo al desastre de sus vidas.
La diferencia es que, quien ve los hechos por la televisión, no conoce los hechos. Quien no fue perseguido por la policía y no encontró una mano de ayuda por un joven vestido de negro, no sabe que es policía. Quien no cayó semi-desmayado por los químicos y no recibió las primeras ayudas por un anarquista no sabe que es solidaridad. Los anarquistas levantan redes de solidaridad y de apoyo y se preparan para los días de pobreza y quiebra que ocurrirá cuando los poderosos decidan que sirve a sus intereses. ¿Y Uds. estimados señores y señoras, siguen creyendo en la televisión? ¿Seguirán aún cuando el hambre toque a su puerta? ¿Seguirán creyendo a quienes les dicen que la culpa la tienen los anarquistas, las izquierdas, los indignados, el burro que está volando y no quienes están robándose a sus vidas hace cuatro décadas y más?
Apaguen las televisiones, tiren a la basura los periódicos del culo, busquen información alternativa y, por favor, piensen un poco más allá de lo “obvio”. Quizás entonces pueden construir una democracia verdadera en lugar del “error de imprenta” que es esta democracia de los arriba.
PD1: No soy anarquista, tampoco “anarquista”, no he tirado nunca una piedra, tampoco iba a prender fuego. Sin embargo, en esta lucha, los que se confrontan en directo con mis enemigos –y mis enemigos son los que protegen a quienes me quieren esclavo, los que desinforman a las personas que quiero transformándoles en zombis de televisión- son para mí más cercanos que cualquier acomodado y “griego”. Y sí, lo siento yo también por los edificios que se quemaron, estaba buscando y adorando la arquitectura de esta ciudad mucho tiempo antes de descubrir cualquier periodista del culo el nombre de Tsiler, sin embargo NO SACRIFICO LA VIDA Y LA DIGNIDAD DE NINGÚN HOMBRE O MUJER NI POR LA ACROPOLIS.Los edificios con dinero en seis meses se reconstruyen. ¿Las vidas de millones de seres humanos?
PD2: PAME (Frente del Partido Comunista) y por lo tanto KKE (Partido Comunista de Grecia) perdió ayer una gran oportunidad para “encabezar la batalla contra el poder capitalista de la plutocracia”, como nos repite continuamente: cuando vio los difíciles y los lacrimógenos se dio la vuelta, con disciplina absoluta y con una pirueta que hasta el Ejército Griego envidiaría. Ignorando los abucheos y gritos de la gente que le convocaban a quedarse en la lucha…
PD3: Quienes de los políticos y los “sensibles” de repente recordaron que se pierden puestos de trabajo en una de las tiendas quemadas, ¿quizás recuerdan que cada mes se pierden miles de puestos de trabajo y que los desempleados han superado el millón hace meses? ¿Encendieron velas por los despedidos y los obreros que están en huelga hace más de cien días en la Metalurgia de Grecia? ¿O por los trabajadores de ELEFTEROTYPIA (gran periódico de Grecia) y ALTER (canal de televisión) que siguen en huelga y sin cobrar hace meses? ¿O sólo por el ATTICON (cine que se destruyó su entrada durante las manifestaciones de 12 de Febrero) saben encender velas?
 

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Romo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”. José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, profesores, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Romo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Romo y Ricargo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

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La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando fue el atentado fue este hospital el que recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

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Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El Hospital Escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimentan la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

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Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

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La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de 150$ por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo: -No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

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Una muela, zapatos blancos y un charco. Un edificio llamado Máquina de escribir. Flores amarillas frente al mar, un dibujo de puño y letra. Lo narco las drogas. Su paso por Buenos Aires y la señora que venía de la verdulería. La memoria, lo real, las mujeres, el ambiente, el fin de la humanidad. El Nobel, los diluvios, las pestes, las guerras eternas. Las respuestas de la vida frente a los sordos poderes de la muerte. La cordialidad, la generosidad, el humor. Hace diez años murió Gabriel García Márquez, dicen. Lavaca publicó esta nota -estos recuerdos- aquel día, cuando se conoció la última noticia sobre ese escritor que nunca dejó de sentirse cronista, y decía que el periodismo es el mejor oficio del mundo.

Texto: Sergio Ciancaglini, lavaca.org
El señor Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo:
-No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

Yo sabía que García Márquez había rechazado contactos con un enviado de Times, con periodistas de la televisión japonesa, y con suecos indescifrables. Un humilde cronista argentino quedaba naturalmente fuera de juego. Le respondí que lo compadecía, y que frente a un dolor de muelas no había argumento, clemencia, ni ruego que esgrimir de mi parte. Cuando me estaba despidiendo desolado, me detuvo:
-Pero a las 3 de la tarde puede ser. Voy antes al dentista, a ver si lo soluciona.
Esa historia revolotea en mi cabeza desde hoy, cuando estaba con Osvaldo Bayer grabando el programa de radio Decí Mu, y nos interrumpió el teléfono. Osvaldo atendió, dio media vuelta, anunció: “Murió García Márquez”, y me dejó alborotados los ojos, las neuronas y el corazón.
Revolotea la historia porque aquella tarde me encontré con un escritor que cambió la historia de la literatura, que había ganado el Nobel, pero que fue capaz de decirme: “Todo eso está muy bien, pero yo me siento periodista”. Quisiera contar lo que aún no he olvidado de aquel encuentro para mí inolvidable.
García Márquez volvió efectivamente a las 3 de la tarde, bajó de su Mercedes, y miró preocupado el charco oceánico que un aguacero de Cartagena de Indias, Colombia, le había instalado en la playa de estacionamiento. Llevaba zapatos blancos, pantalones blancos y guayabera blanca, como cantante de sábado televisivo. Cruzó el charco apoyándose en los tacos. Al llegar a la otra orilla nos dijo “pasen por favor” a mí y al fotógrafo, enviados por una de las autodenominadas “revistas de actualidad” a cubrir las noticias sobre un asunto entonces llamativo, letal para los colombianos e incomprensible para nosotros: el narcotráfico.
No existían los celulares ni Internet, o sea que todo esto se ubica en la prehistoria de 1984, con la carambola de estar en el charco correcto, y de que un dentista providencial había rescatado del dolor a su paciente. García Márquez nos hizo subir. El edificio tenía balcones escalonados hacia la playa: lo llamaban Máquina de escribir. El departamento tenía dos ambientes, con vista al mar, una verdadera máquina de escribir (¿Olivetti, Remington, dónde estará la revista donde publiqué la nota?). El escritorio miraba al mar. Y había flores amarillas que siempre conviene tener a mano, explicó, para ahuyentar a la mala suerte.
Me planteó que no aceptaba hablar si lo grababa o si tomaba notas. Me dijo algo más o menos así: “No me gustan los grabadores, prefiero que conversemos con libertad, y que todo dependa de tu atención. Luego tú escribirás lo que te parezca, y eso es un beneficio para mí: los periodistas me mejoran. La memoria mejora a la realidad”.

Gabo en Argentina
La publicación original de Cien años de soledad ocurrió en Argentina gracias a una editorial llamada Sudamericana, que ya no existe. Fue en mayo de 1967, plena dictadura de Juan Carlos Onganía, y el lanzamiento fue acompañado por una entrevista realizada por Ernesto Schóo, editada por Tomás Eloy Martínez y publicada en tapa por la revista Primera Plana que dirigía Jacobo Timerman.
García Márquez me contó que el éxito del libro fue inmediato. “Ahí, en Buenos Aires, empezó todo”, me dijo. Sudamericana había dispuesto editar 5.000 ejemplares, lo que para Gabo era un despropósito y el augurio de un fracaso para el libro de un desconocido escritor colombiano. Pero esa primera edición se vendió en 15 días, y la segunda fue de 10.000 ejemplares. En junio Gabo llegó a Buenos Aires. Me contó que viajó con Mercedes Barcha, su esposa: “Estábamos en un café y vimos pasar a una mujer que llevaba la bolsa de sus compras, con lechugas y tomates y Cien años de soledad”. La pareja fue al Instituto Di Tella a ver una obra de Griselda Gambaro, y el público los ovacionó de pie. Mientras él me lo contaba, todavía asombrado, yo recordaba que eran tiempos de The Beatles, revolución cubana, hippies, peronismo clandestino, rebeliones nacientes y todos los embriones de cambio, desventuras y utopías que se desplegarían en los años siguientes.
Cien años de soledad fue el libro de la época, y de varias generaciones. Tengo las dos ediciones que mis padres compraron para poder leerlo en simultáneo. Macondo era una patria. Entre la feria y la intelectualidad, miles de libros seguían vendiéndose y además se exportaban. El éxito se contagió en Europa, esto avivó el interés por otros autores (Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa) y estalló el llamado boom de la literatura latinoamericana. “Buenos Aires fue generosa conmigo. Nunca volví. No sé por qué. Tal vez por una superstición: a un lugar donde todo fue tan perfecto, quizás convenga no volver” me dijo, o creo que me dijo, mirando el Caribe.

Periodismo, droga y entusiasmo
Aquel día de 1984 García Márquez me contó una novela que estaba intentando escribir. No tenía título. Al año siguiente la reconocí ya publicada: me había anticipado El amor en los tiempos del cólera. Pero me dijo que pese a todo se seguía sintiendo fundamentalmente un periodista. “Escribo literatura como periodismo, con método. Todos los días intento tener dos páginas listas” me dijo sobre algo que hoy habría que traducir a unos 5.000 caracteres. “Tienen que estar impecables, sin tachaduras. Y tengo un truco: siempre dejo escrito el comienzo de lo que pienso escribir al día siguiente, para que me resulte más fácil comenzar”. Pero varias veces explicó esa idea de no diferenciar ambos oficios. “La crónica es como un cuento o una novela sobre algo real”. Algo más: “Tanto en la literatura como en el periodismo hay que ganarse al lector, capturarle el interés para que se quede leyendo”.
Planteó una teoría sobre las redacciones de periódicos y revistas: para él están puestas de cabeza, invertidas. El staff de las publicaciones ubica en el rol principal a directores y jefes que engordan junto a un escritorio y editorialistas que monologan desde su propia jaula.
“Pero ese esquema debería ser exactamente a la inversa. Los cronistas son quienes cumplen la labor principal porque son los que están afuera, donde las cosas ocurren”. En vista del contexto colombiano le pregunté si alguna vez se había drogado para escribir y me contestó: “No me hace falta. Yo nací drogado”.
Un detalle: fue la única vez en mi vida que pedí un autógrafo. En Cartagena sólo conseguí un ejemplar de El coronel no tiene quien le escriba. Le expliqué que no era para mí sino para mi novia. “¿Se llama la señorita?” Se lo dije. Dibujó un tallo, cinco pétalos, y escribió: “Para Claudia, con una flor. Gabo 84”.

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Aquel día, además, me regaló los seis tomos de su obra periodística, publicados por la editorial Oveja Negra. Y organizó todo para que, una vez en Bogotá, un auto con su chofer fuera a buscarnos al hotel para llevarnos al aeropuerto. “Así van más tranquilos” dijo, y nunca supe si se le había cruzado alguna sombra para disponer ese viaje. Nunca pude evitar recordarlo como una persona amable, entusiasta, alegre, generosa.
Con el tiempo entendí que esa cordialidad, ese entusiasmo, ese interés por el otro, era un modo ético y hasta político de pararse frente a la vida.

Ideas
En sus obras periodísticas pude leer las primeras crónicas que publicó en El Universal, de mayo de 1948, cuando era un chiquilín de 21 años. La primera celebra que se suspendió el toque de queda militar, al que define como símbolo de una decadencia. “Con este mundo materializado donde los peces de colores tienen que abrirle agua a los submarinos, con esta civilización de pólvora y clarines, ¿cómo se nos puede pedir que seamos hombres de buena voluntad?” y plantea que quizás ahora la gente pueda ir a dormir mansamente “antes de que los relojes doblen la esquina de la medianoche”. Luego escribe sobre indios, negras, retratos de la ciudad y de la época. Escribió sobre cine, sobre deportes, sobre todo. La pasión por conocer y por contar lo que el mundo estaba desplegando ante sus ojos.
A fines de los 50 García Márquez participó en Cuba con los argentinos Jorge Massetti, Rodolfo Walsh y Rogelio García Lupo en los primeros pasos de Prensa Latina, idea que puso en marcha Ernesto Guevara, hasta que el lado soviético de la vida isleña desplazó a este elenco por otro más dócil.
García Márquez nunca perdió la afinidad con el propio Fidel Castro. El director argentino Eduardo Mignogna contaba que cierta vez, invitado a La Habana, estaba comiendo con García Márquez cuando el propio Fidel cayó de improviso y comenzó a hablar con sabiduría de crítico sobre la historia del cine argentino, mientras Gabo se quedaba irremediablemente dormido en un rincón. Pero más allá del sueño o de los discursos de Fidel, García Márquez se plantó en defensa de Cuba como una cuestión cultural y estratégica frente a los Estados Unidos y la densa idea de controlar vida y obra del resto del continente.

Las ventajas de la vida
Cuando me contó la noticia, le pregunté al propio Osvaldo Bayer sobre Gabo: “Tenía mi edad, pero yo aprendí de él. Es el mejor escritor que ha tenido Latinoamérica. Aprendí con él a amar la literatura, ver las cosas que se pueden hacer y crear. Para mí fue un hombre que luchó por la libertad, o sea un libertario, y cumplió la misión que tiene un intelectual: escribir para todos, para mejorar la sociedad, y para seguir soñando”.
De todas las ideas y escritos de Gabo, frecuentemente abominados por las academias, no resulta demasiado conocida su exposición al recibir el Nobel de Literatura en 1982, llamado La soledad de América Latina, que resulta un manifiesto por la descolonialidad, para usar términos actuales. “La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia” dijo ante la academia sueca. Repasa los golpes de Estado, crímenes y matanzas ocurridos en el continente. “Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”.
Al recibir el Nobel de Literatura, García Márquez hacía periodismo sobre la realidad del continente, incluyendo la situación argentina: “Ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto, 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi 120 mil, que es como si hoy no se supiera donde están todos los habitantes de la cuidad de Upsala. Numerosas mujeres encintas fueron arrestadas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aun se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 muertes violentas en cuatro años”.
Otro concepto: “La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios”.
Y otro: “Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte”.
Se preguntó por qué le habrían dado a él semejante distinción, y postuló que se trató de un homenaje a la poesía: “En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte”.

Mujeres, aborto y ambiente
Cuando le preguntaron sobre las prioridades de la humanidad para las próximas décadas, propuso que las mujeres asuman el manejo del mundo. “Alguien dijo: ‘si los hombres pudieran embarazarse, el aborto sería casi un sacramento’. Ese aforismo genial revela toda una moral, y es esa moral lo que tenemos que invertir. Sería, por primera vez en la historia, una mutación esencial del género humano, que haga prevalecer el sentido común –que los hombres hemos menospreciado y ridiculizado con el nombre de intuición femenina- sobre la razón –que es el comodín con que los hombres hemos legitimado nuestras ideologías, casi todas absurdas o abominables”.
Y luego plantea: “La humanidad está condenada a desaparecer en el siglo XXI por la degradación del medio ambiente. El poder masculino ha demostrado que no podrá impedirlo por su incapacidad de sobreponerse a sus intereses. Para la mujer, en cambio, la preservación del medio ambiente es una vocación genética. Es apenas un ejemplo. Pero aunque sólo fuera por eso la inversión de poderes es de vida o muerte”.
Son solo ideas sueltas para pensar, discutir, y leer, ahora que el reloj dobló no sé qué esquina, tras la malparida noticia sobre la muerte de Gabriel José de la Concordia García Márquez, hace unas cuantas horas de soledad.  

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Nota

La Ronda en la mirada de Lucía Prieto

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Sexta entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa Lucía Prieto. Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Cuando Alejandra López y Claudia Acuña me propusieron hacer este registro pensé  en el concepto de ronda, en la perfección del circulo, en lo mandálico de la continuidad, que no se distingue dónde termina y dónde comienza otra vez. Pensé en los jueves a lo largo de los años, en lo infinito, en la necesidad de lo grupal para que su movimiento sea fluido, en la potencia de lo colectivo. Las madres convirtieron la orden de circular en una astuta rebeldía infinita, que como todo lo que conlleva movimiento, es también transformadora. 

Fue, entonces, la idea de continuidad y de legado la que me hizo construir mi relato en el diálogo entre la juventud y las madres.

Entre esxs jóvenes están NIETES que así ,en inclusivo, se definen cómo la tercera generación en lucha: “Somos nietes de los 70 e hijes de la lucha de los 90“. Nacieron desde la necesidad de mantener viva la memoria y como las madres, entendieron que la fuerza de la resistencia reside en lo colectivo.

La Ronda en la mirada de Lucía Prieto

Sobre Lucía Prieto

Nací en 1984 en la ciudad de Buenos Aires, pero crecí y me crié en el Oeste del conurbano

bonaerense. Desde 2004 resido y trabajo en CABA. Me dedico a la fotografía hace más de 12

años y, aunque mi formación fue primariamente autodidacta, tuve la suerte de encontrarme con muchxs  maestrxs en el camino. Mis ejes de trabajo y mis intereses se centran en los feminismos, los derechos humanos y las problemáticas socioambientales.

La Ronda en la mirada de Lucía Prieto
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LA NUEVA MU. La vanguardia

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