Nota
Hola Pajarito
Un flamante mito urbano, surgido un sábado frío de agosto, sostiene que falleció Rogelio García Lupo, Pajarito, uno de los grandes periodistas que ha dado este oficio tantas veces infausto, y algunas veces maravilloso. Pero en lugar de los clásicos «adiós», o “hasta siempre”, tal vez convenga decir “hola”, como un gesto en defensa propia que permita conocer y reconocer su trabajo, sus ideas y sus andanzas.
La noticia parece confirmar cierta estadística que nos confió hace muchos siglos una maga llamada María Elena Walsh: “Muere mucha gente buena, pero pocos hijos de puta”. Pajarito, que en noviembre debería cumplir 85 años, era poseedor de tecnologías escasas en el gremio: humor, seriedad, talento, profundidad, generosidad, estilo. Nos honró como lector de Mu, pero mucho más, y desde mucho antes, nos honró con su afecto. Aquí, la nota que hicimos con él en 2009: la publicamos hoy para celebrar una vida y, quién sabe, para escaparle al frío.
Diario sin motocicleta
Testigo de la historia en tiempo real, formó parte del grupo de jóvenes que ingresó al nacionalismo, pasó por la Cuba revolucionaria, y se conmovió con el peronismo en resistencia. Ese fue el trayecto que Rogelio “Pajarito” García Lupo compartió con Rodolfo Walsh, su amigo, a quien recuerda como un periodista ético e interesado en temas que los medios ignoraban. Perón, Frondizi, Scalabrini Ortiz, John William Cooke, Jauretche, la noche del 17 de octubre, lo que los jóvenes nacionalistas pensaban de Evita, Jorge Masetti, Operación Masacre, Héctor Ricardo García, el Che Guevara, García Márquez, el diario de la CGT de los Argentinos… algunos de los nombres y temas en esta recorrida por la vida de un maestro. Por Sergio Ciancaglini.
Hay un periodista que vive.
Sé qué es lo que consigue atraerme en esa historia difusa, lejana, erizada de improbabilidades. Rogelio García Lupo mira desde atrás de sus cejas, que caen sobre esos ojos cómplices que han seguido la historia en tiempo real. Va a hablar sobre Rodolfo Walsh, y sobre él mismo. Cada uno decidirá en qué medida va a hablar sobre una historia que nos toca, nos acaricia o nos golpea a todos.
Nació en 1931. Walsh en el 27. En 1944, cuando Rogelio estaba en 1º año y Walsh en 5º, se conocieron en las reuniones de una de las organizaciones más estridentes de la derecha, la Alianza Libertadora Nacionalista. “Había una inyección de juventud producto de la crisis mundial, la guerra, el interés por la política. En el 45 el nacionalismo llenaba el Luna Park con 25.000 personas. Y los partidos de la Unión Democrática marchaban con grandes retratos de Churchill, Roosevelt y Stalin. Los aliados que habían ganado la guerra traían el triunfo de la democracia, con el comunismo adentro. La Alianza era antibritánica, y tenía un núcleo de irlandeses y descendientes –más antibritánicos todavía- entre los que estaban Walsh y tipos peligrosos como Guillermo Patricio Kelly”. El niño Rogelio miraba asombrado, por ejemplo, a un personaje apodado El Capitán que narraba sus peripecias con Pancho Villa en México: “Contaba cómo habían invadido Estados Unidos, nosotros escuchábamos embelesados”. Muchos los consideraban fascistas: “Había fascistas sin duda, con ideología elaborada, y gente joven que no lo era, pero estaba contra el capitalismo y el comunismo. Era un ideario no muy democrático, más bien autoritario. Un punto clave era el neutralismo con relación a la guerra, idea en la que se encuentran los nacionalistas no fascistas, pero también gente de izquierda y de FORJA”.
FORJA, el grupo de jóvenes radicales yrigoyenistas creado por Arturo Jauretche tenía un lema: los argentinos queremos morir aquí. “Pero la Liga Obrera Revolucionaria Troskista que presidía Liborio Justo planteaba algo parecido. Liborio me ha contado que ellos planteaban no ir a la guerra, pero sí jugarse la vida por la revolución social”. En la ALN el adolescente Rogelio conoció a dos chicas cuyos novios de entonces militaban allí, Silvina Bullrich y Beatriz Guido. Con Walsh, un joven flaco de anteojos, se empezaban a reconocer en los actos. “Nos tratábamos de usted. Hola compañero, hola camarada”. El flujo de la época les hizo dirigir la atención hacia la figura de Juan Domingo Perón. “Pero para decírtelo brevemente, nos gustaba el coronel Perón, y no nos gustó el general Perón”. El coronel fue preso en 1945 y se produjo el 17 de octubre. Gente pobre, obreros, trabajadores cruzando el Riachuelo. No se trató de multitudes de leyenda, pero aquella movida cambió la historia al poner en el centro, frente al poder, a los nuevos protagonistas de la política: “Serían unas 25.000 personas. Nosotros, los nacionalistas, fuimos desde Belgrano en tranvía. Después ocurrió el tiroteo del diario Crítica, las balas rompieron vidrieras, nos estábamos desbandando, y nos metimos en Las Delicias, una bombonería frente al Castelar Hotel. Nos quedamos escondidos hasta las 6 de la mañana, cuando el ejército nos hizo salir. Pasamos la noche comiendo bombones de fruta”. Tras esa jornada entre las masas y las masitas, Perón fue liberado y en febrero de 1946, ya era el general que ganó las elecciones a presidente.
El entusiasmo por Perón se les esfumó rápido. “En el 47 se suscribieron las actas de Chapultepec, todo un acercamiento a Estados Unidos, restricciones a la soberanía nacional. Fuimos a protestar al Congreso y nos metieron a todos presos”. Eran unos 150, los pusieron en un patio interno del propio Congreso. Llegó un diputado para saludarlos: “Era un flaco vestido de negro, John William Cooke, que venía de una formación también nacionalista y después sería el Gordo Cooke, ya como delegado de Perón y nexo con la revolución cubana”. Otro que se acercó a los jóvenes antinorteamericanos fue Arturo Frondizi. “Todo era interesante” dice Rogelio.
Muchos de sus amigos y compañeros de andanzas ya eran empleados públicos. ¿Hoy se hablaría de cooptación? “Sí, cooptados, no sé si resignados, pero haciendo un esfuerzo por defender lo que para nosotros era indefendible”. Hubo un tiempo de dispersión que incluyó a varios de los que no se resignaban a ese peronismo que acaso estaba en su mejor momento. La ALN desbarrancó entre los que se convirtieron en empleados públicos, y el ingreso del sector fascista conducido por Guillermo Patricio Kelly al ministerio del Interior que manejaba Ángel Borlenghi. “Se convirtió en una oficina del ministerio, con empleados a sueldo, una institución no sé si parapolicial, pero sí parapolítica”.
Rodolfo y Rogelio se encontraban de vez en cuando “sabiendo que esa película no era para nosotros”. No eran gorilas, pero eran antiperonistas. ¿Cuál era, por ejemplo, la percepción sobre Evita, la mujer del puño crispado? “Yo tenía la idea de que esta señora hacía un tipo de filantropía propia de lo que mi abuelo contaba que hacían los conservadores en la provincia de Buenos Aires. Mi abuelo había sido boticario en Avellaneda. Conocía el mundo de Alberto Barceló. Veía a Eva como una prolongación de los conservadores. Para mí era un paternalismo llevado a un nivel inaceptable, y también Rodolfo la veía así”.

Evita, Jauretche y Gelbard
Eva muere en 1952. Rogelio fue exonerado como escribiente de Tribunales por no usar la corbata de luto. Simultáneamente iban conociendo a otras personas que pensaban parecido, y que aún no eran calles: Raúl Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche, por ejemplo. “Eso me motivó un realineamiento, una nueva visión del nacionalismo como cosa democrática. Pero además, eran esas personas de conducta. Scalabrini Ortiz vivía modestamente. Y Arturo también aunque tenía más dinero porque su mujer era una heredera. La honradez tenía mucha importancia para nosotros, porque el peronismo de pronto se encontró reproduciendo lo que se había criticado de la década infame”. Jauretche venía siendo perseguido por Evita. “Ella pensaba, y supongo que Perón también, que al respaldar al coronel Domingo Mercante (gobernador bonaerense) como candidato a vicepresidente, Jauretche planteaba una sucesión que no pasaba por Eva, lo cual era cierto. Jauretche creía que colocar a Eva en la fórmula traería un inevitable golpe militar. Terminó dejando la presidencia del Banco Provincia”.
Rogelio, echado por el peronismo, recaló en dos revistas peronistas. De abogado en potencia, a periodista. Trabajó en Continente y en Opinión Económica, órgano de la Confederación General Económica que acababa de fundar José Ber Gelbard (que sería ministro de Economía en 1973). Rogelio hizo campaña contra los contratos petroleros con la California Standard Oil acompañando a Adolfo Silenzi de Stagni (hombre de batirse a duelo defendiendo ideas como la de la soberanía sobre los recursos naturales). Rogelio fue preso en 1955. Después de un mes en Devoto, Gelbard pidió por García Lupo al ministro Borlenghi: “Que se quede un poco más. La cárcel educa a los jóvenes” fue la respuesta. Rogelio ríe: “tenía razón, me tocó estar preso con los comunistas y pude hacer una cantidad de amigos”.
Tanto Walsh como García Lupo apoyaron el golpe de 1955. “Rodolfo estaba influido por el hermano, que era oficial de la Armada y estaba en la conspiración contra Perón”. Las revistas peronistas cerraron, Rogelio entró a Noticias Gráficas, su primera experiencia en diario, en el que ubicó a Osvaldo Bayer –con quien habían hecho una amistad epistolar- como corresponsal en Berlín. Recupera la relación con otro amigo de la ALN, Jorge Masetti. Se sistematizó un lugar de encuentro, el bar La Paz de avenida Corrientes. “Íbamos nosotros, el periodista peronista, Rubén Arbo y Blanco, y como al lado estaba la revista Así, venía Héctor Ricardo García, que nunca consumía nada. Sólo escuchaba”. Discutían sobre periodismo, libros, películas, todas cosas que parecen esfumadas en etapas más actuales del trabajo de prensa: “Esta es una época cínica”.
Walsh en 1957 comienza el trabajo y la experiencia de Operación Masacre. “En realidad yo iba enterándome del trabajo a medida que se publicaba en las revistas. Rodolfo estaba en pareja con Estela Poupée Blanchard que era muy amiga mía, así que nos veíamos mucho”. Operación Masacre sólo pudo ser publicada en el periodismo nacionalista (Mayoría) y la primera edición la realizó otro hombre de la derecha, Marcelo Sánchez Sorondo. “También publicó algunas notas Leónidas Barletta en Propósitos, periódico paralelo del Partido Comunista. Es muy difícil explicar estas cosas a los que hacen investigaciones sobre los orígenes ideológicos de Rodolfo, pero era lo que pasaba”. A Rodolfo le interesaba publicar lo que estaba denunciando, y valoraba a quien se animara a hacerlo.
¿Cuánto de raciocinio metódico, cuánto de primicia, y cuánto de sensibilidad por las víctimas hubo en Operación Masacre? “Creo que lo principal fue su emoción frene a una gran injusticia. Un gran tema periodístico, y un gran tema ético”. Walsh se encontró con uno de los sobrevivientes de los fusilamientos de José León Suárez, y vio las cicatrices: “Me sentí insultado” escribiría luego. Rogelio: “Le hizo tomar una posición, pero además cortó cualquier expectativa que pudiéramos tener en la Revolución Libertadora. Los fusilamientos te hacían reencontrar con la historia argentina del siglo XIX, la violencia expuesta a lo bestia”.
¿Querés conocer al Che?
El curso acelerado sobre decepciones continuó con la llegada de Arturo Frondizi al poder. Rogelio trabajó para esa campaña, también Jauretche. García Lupo y Walsh se dedicaron juntos al trabajo con la comisión parlamentaria que investigó el crimen de un abogado, historia que merece todo un capítulo aparte y que Walsh transformó en libro: El caso Satanowsky.
Jorge Masetti fue a La Habana como enviado de Radio El Mundo, logró subir a la Sierra Maestra. Entrevistó a Fidel Castro y a Ernesto Guevara. Masetti había trabajado para el peronismo, que había creado Agencia Latina. El Che había trabajado para la misma agencia como fotógrafo de los Juegos Panamericanos de México. Masetti y Guevara criaron una amistad y una idea inspirada en la Agencia: Prensa Latina. La toma del poder fue en 1959, Masetti viajó a La Habana y volvió con la misión de formar un equipo para la agencia. Lo planteó en la mesa de La Paz. “Los peronistas de la mesa decían. Esos barbudos son todos gorilas, y ustedes que los defienden también. Claro, la revolución había sido aplaudida por La Prensa y por La Nación. Pero Masetti decía que la revolución era nacionalista y democrática. Y los comunistas estaban en contra”. El embrollo absoluto: “Lo que pasa es que Fidel venia de la falange española, y nosotros de la ALN, había amplias posibilidades de entenderse”.
Rogelio vivió en La Habana con Rodolfo y Poupée. “Fue una etapa muy atractiva, trabajábamos mucho y siempre había algo de qué maravillarse”. Rogelio había llegado junto a Carlos Infante, propietario de Radio Rivadavia. “Me instalé en lo de Rodolfo y al rato me llama Infante. ¿Querés conocerlo al Che? A la medianoche te paso a buscar. Fuimos al ministerio de Industria. Infante llevaba una bolsa. La puso arriba del escritorio. Eran cinco kilos de yerba Flor de Lis que la hermana de Infante le mandaba a Guevara. Nos quedamos hablando hasta las cuatro de la mañana”. ¿Primera impresión? “El Che era amable, seductor. Un argentino de clase alta bien educado y muy cálido. Totalmente igualitario, conversabas como charlamos vos y yo ahora. Creo que hablamos de las idas y venidas de los militares en el continente. Era un tipo con una atracción imposible de resistir, y convencido de que estaba embarcado en una revolución más allá de Cuba”. El Che no andaba con boina. “Mucho calor, imaginate, la boina era para los viajes a Praga. Venía siempre a Prensa Latina a informarse y charlar un poco”.
Se ha conocido cierto tono pasional con que Walsh describe a La Habana, y sus contactos a veces como prostituyente con mujeres cubanas. Rogelio elige la elegancia: “Bueno, Poupée a veces viajaba”.
Conocieron a Fidel en el centro de una especie de planicie blanca, como nevada. “Había estallado un polvorín, fuimos con Rodolfo, y cuando llegamos todo era blanco. En el medio estaba Fidel con el hermano de Camilo Cienfuegos, caminamos hacia ellos y Fidel nos empezó a gritar: ¡no enciendan candelas! Si prendíamos un fósforo íbamos a parar al Océano Pacífico”.
La vida cubana empezó a tornarse políticamente pesada. “Tomaban fuerza los comunistas y se creó una situación donde el Che era incómodo, con un proyecto continental que no encajaba con lo que quería la Unión Soviética. Al Che era difícil limarlo. Era un intocable. Pero Prensa Latina era un lugar de poder que el Partido Comunista quería controlar. Eso no tenía solución, porque además en la interna podían decirte, fatalmente: oye chico, tú eres extranjero. Creo que fue algo que a la larga funcionó también contra el Che. Me volví en octubre del 60. En marzo siguiente volvió Rodolfo. Masetti ya no estaba en la agencia, reemplazado por un español que era un soldado del PC que ordenó incinerar todo el archivo de los dos años de trabajo. Eso enfureció al corresponsal en Nueva York, Gabriel García Márquez. El español hacía higiene ideológica. Pero fue una operación doble, donde también los comunistas argentinos operaban contra el Che”.

Los muchachos peronistas
García Márquez ha elogiado a Walsh por su descubrimiento de las claves secretas de los mensajes del gobierno de Guatemala al de Estados Unidos, para coordinar acciones contra Cuba. De vuelta en Argentina, Walsh publicó una nota –y las claves- en Che, revista que dirigían Pablo Giussani y Julia Chiquita Constenla. Rogelio viajó a Punta del Este en 1961 a la reunión de la OEA con Jacobo Timerman, enviados ambos por Alejandro Romay de Canal 9. Allí se reencontró con Guevara, que confundió a Rogelio con Rodolfo y le dijo con más ánimo de broma que de reproche: “Este melenudo nos echó a perder una clave muy bonita que teníamos”. Rogelio advierte: “Yo tenía pelo en esa época”.
En tiempos de Onganía, Rogelio fue prohibido y trabajó en lo que consideraba su segundo oficio: la publicidad. “En 1968 Rodolfo hizo un viaje a Europa y cuando volvía, en Madrid, pudo ir a visitar a Perón, quien lo presentó con Raymudo Ongaro, de los gráficos, y creador de la CGT de los Argentinos. Nació la idea del semanario CGT de los Argentinos”. Walsh había sufrido una transformación a partir de Operación Masacre. ¿Se había incorporado al peronismo? “Yo creo que nuestra generación ya no estaba para meterse en el peronismo. Pero mucha gente que venía de la Federación Juvenil Comunista apareció cantando la marcha peronista porque era una estrategia de entrismo político”. ¿Fue el caso de Rodolfo? “Fue más bien la idea de contribuir a un proceso donde, confirmando la heterogeneidad ideológica del peronismo, se podía empujar en la misma dirección sin mezclarse demasiado”. Rogelio se levanta, busca y entrega para publicar en Mu sus ejemplares originales del semanario. “Rodolfo me llamó a mí, y a Horacio Verbitsky. No había que uniformizar el estilo. Cada uno escribía como quería, pero lo más claro posible, nadie quería pasar por intelectual y la idea era llegar a los trabajadores”. No había jerarquías en el grupo. “Todos escribíamos, titulábamos, o llevábamos paquetes de periódicos si hacía falta”. Eran tiempos de dictadura, y de internas gremiales feroces, donde del otro lado rugía el metalúrgico Augusto El Lobo Vandor. Walsh, denunció al vandorismo en el periódico, en una serie de notas que culminaron en otro libro, ¿Quién mató a Rosendo? Por lo tanto a veces iba armado al taller. Cuando el semanario, tras 50 números de 35.000 ejemplares cada uno, fue prohibido por los militares, el grupo decidió editarlo clandestinamente. “Yo todo esto lo hacía gratuitamente, así que iba muy trajeado desde mi trabajo publicitario, al taller clandestino que me había recomendado Jorge Abelardo Ramos. Hicimos cinco números clandestinos, de mil ejemplares cada uno. Era simbólico, para demostrar que podíamos eludir la prohibición”. ¿Por qué la decisión de entrar al semanario? “Y… era muy interesante estar ahí, pese a todos los problemas”.
Rogelio traza un retrato de su amigo Walsh “Un tipo discreto. No le gustaba demasiado exteriorizar sus estados de ánimo. Era muy fácil convivir y trabajar con él. Te imaginás que en La Habana uno se podía levantar con cara de palo, pero con él era todo llevadero. Yo lo veía como un tipo muy abierto. No sé cómo lo verían los demás. Leía mucho, pero siempre pensando que podía servirle para el trabajo, más que por placer. Tenía un humor irlandés, muy irónico, pero además tenía un nivel cultural superior al medio. En Cuba fue a entrevistar a Ernest Hemingway, porque era el único que podía hablar en inglés con él. Se formaba pensado en su inserción posterior en el mercado de trabajo”.
Rogelio pasó a Primera Plana en 1970 firmando con seudónimo porque seguía prohibido, y Walsh se acercaba cada vez más al Peronismo de Base que había creado Ongaro, luego a la Juventud Peronista, y a Montoneros. “Yo intuyo que debe haberle influido la decisión de su hija Vicky de participar en política. No digo que haya sido determinante, pero la idea de acompañar a la juventud tenía que ver con que en esa juventud estaba su propia hija”. Para Rogelio, había otro razonamiento en la propuesta armada que jamás logró digerir: “Nunca entendí la idea de asimilar la experiencia cubana a la Argentina. Este era un ejército muy estructurado, un aparato tremendo de control de la sociedad. En Latinoamérica, el único ejército que desentonaba porque no era fuerte ni profesional, era el cubano, con el liderazgo de Fulgencio Batista, sargento estenógrafo ascendido a general en jefe. Era una fuerza más bien policíaca. Los dirigentes cubanos tienen responsabilidad en haber alentado la idea de que en otros países los ejércitos podían ser derrotados del mismo modo”. Fracasó hasta Guevara. “Llevó a la práctica la idea y lo pagó con su vida en 1967. Pero la guerrilla argentina mantenía esa lógica cubana”.

La opción armada
Rogelio cuenta que habló mucho en esos años sobre la opción armada con Arturo Jauretche, que ya en 1973 dirigía Eudeba y llevó a García Lupo con él. “Analizábamos las noticias en tiempo real. Muertos todo el tiempo, enfrentamientos y esta lógica de la lucha armada. Jauretche decía que luchar contra el aparato represivo del Estado era absurdo. Se trataba en todo caso de ver cómo fragmentar el frente cívico militar de la derecha, pero no de modo armado. Había participado en 1933 del al alzamiento radical en Paso de los libres. Terminó preso, y presenciando el fusilamiento de sus compañeros. Decía que nadie imagina el grado de barbarie de la represión y de la burocracia del Estado aplicada a matar enemigos, si no lo vivió alguna vez”.
¿Cómo comprender hoy las razones de la generación del 70 para elegir aquellas opciones políticas? “Creo que esa generación participó de una revolución cubana recalentada, con un mito: si ellos pudieron, por qué no nosotros. Eso se juntó con la obsesión de Perón por volver. Hay un momento en que Perón parece un revolucionario cubano. Todo se mezcla. Tal vez algunos grupos de izquierda marxista analizaban las cosas con más frialdad, pero también ellos se embarcaron en ese torrente”.
En 1973 cae Salvador Allende en Chile. “¿Cuál es el balance de la generación setentista? Otro dogma. Esa era la demostración de que por las urnas no se va al socialismo, sino que hay que tomar las armas. Ese golpe funcionó como una vitamina militarista en la generación del 70. Lo que pasa es que todo es más fácil de ver ahora que en el momento”. Pero Walsh mismo había comenzado a cuestionar el militarismo y la lucha armada encerrada en su propia lógica y su propio discurso. “Efectivamente, él terminó planteando manejar la crisis políticamente y no intentar romper el cerco militarmente, porque no había la menor posibilidad”.
Nota
Daniel Solano: la Corte Suprema confirmó la detención de los siete policías condenados por homicidio

Los siete policías condenados a prisión perpetua por el asesinato de Daniel Solano, el joven salteño de 27 años desaparecido en Choele Choel el 5 de noviembre de 2011, fueron detenidos tras el rechazo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación a un recurso de queja de los efectivos, y así deberán empezar a cumplir la pena en prisión por primera vez desde la sentencia. El juicio concluyó el 1 de agosto de 2018, pero desde entonces los oficiales Sandro Berthe, Pablo Bender, Juan Barrera, Pablo Albarrán Cárcamo, Pablo Quidel, Diego Cuello y Héctor Martínez estaban en libertad, a la espera de la resolución de la Corte. “Nunca los sacaron de la policía: tenían libertad, cobrando sueldo y portando armas”, dice Leandro Aparicio, uno de los abogados de la familia Solano, que subrayó su “satisfacción” por el fallo: “Uno está golpeado, pero esto da energías para poder avanzar. No hay muchos casos que se detengan a 7 policías”.
La desaparición de Daniel se produjo tras un episodio de violencia policial en la vereda de un boliche de la ciudad. Antes había reclamado por su sueldo y el de sus compañeros como trabajadores rurales de la empresa Agrocosecha, tercerizada de Expofrut Argentina. Aparicio: “Fue un homicidio más allá de la desaparición, y fue un homicidio en un contexto de trata de personas, que está denunciada en la justicia federal de Roca, como está denunciado el narcotráfico, pero la causa no se mueve como se debería. Está parada. Pero esto va a servir para darle un impulso a toda esas cuestiones pendientes”.

Entre esas cuestiones, en abril habrá audiencias por la acusación a otros cuatro policías, entre ellos Tomás Vega, a quien la familia lo señala como el “nexo” con la empresa: “Vega estuvo cuando le pegaban a Solano en el boliche. Vio todo eso. Y fue el que estuvo a cargo de la investigación los primeros día de la desaparición”.
Daniel sigue desaparecido. Gualberto, su papá, murió en medio del juicio, sin poder llegar a la sentencia por homicidio, y fue el principal motor de la causa que denunció la desaparición forzada y la connivencia judicial y estatal bajo un reclamo concreto que repitió una y otra vez a lo largo de seis años y medio: “Quiero encontrar el cuerpo y llevarlo”. No se detuvo un día: hizo huelgas de hambre, inició acampes y se encadenó al juzgado para exigir respuestas. Así reveló la trama de explotación laboral en Río Negro, la corrupción judicial que cubrió el caso y logró la detención de los oficiales que hoy están presos. Aparicio lo recuerda: “Nosotros tenemos esperanza de que el cuerpo aparezca. Algún policía capaz que se puede quebrar, o Vega mismo, sabiendo lo que se viene, puede dar información. Hemos hecho lo imposible para que aparezca el cuerpo”.
Compartimos la investigación de MU sobre este caso:
Nota
Sí, podemos: 20 años del No a la Mina de Esquel

Esquel está cumpliendo 20 años del histórico plebiscito en el que por más del 81% de los sufragios la comunidad votó «No a la Mina» y rechazó así la instalación de la megaminería en la región. A qué le dijeron que «Sí», desde la nota histórica que se hizo desde MU en uno de los tantos viajes, el primero, a la madre de muchas batallas.

El 23 de marzo se cumplieron 20 años del rechazo a la megaminería en Esquel, símbolo de lucha contra los proyectos contaminantes, inconsultos, impuestos en silencio y con violencia, y símbolo también de la democracia participativa, la organización y una lucha que se contagió a otros lugares del país.
En estos días hubo recitales, charlas, caminatas, marcha el 23 de marzo, y este domingo culminará la celebración con un ascenso al cerro Calfu Mahuida, un modo de simbolizar ese contacto permanente de la comunidad de Esquel con la naturaleza.
La historia viva cuenta que un puñado de vecinas y vecinos, que fueron cada vez más, comenzaron a reunirse, a estudiar la situación, a ir a escuelas, clubes, barios, difundiendo capilarmente, en una movilización a la vez inmensa, lo que se estaba tramando para hundir a Esquel en la megaminería. El 4 de diciembre de 2002 fue la primera marcha que reunió a más de 6.000 personas. Nunca desde entonces se dejó de marchar el 4 de cada mes.
Esa creación de movilización involucró otro hecho histórico: se había formado la Asamblea No a la Mina, grupo apartidario, horizontal, democrático, diverso, expresión de las nuevas formas de organización social que emergían en el país tras la crisis de 2001.
El mecanismo asambleario en el que participaba todo el que quisiera, llevó a presionar la situación hasta obtener la posibilidad de la que se celebraron ahora 20 años: el 23 de marzo de 2003 se realizó un plebiscito en el que la comunidad rechazó por más del 81% de los votos al proyecto que intentaban imponer la empresa Meridian Gold y el Estado. Esquel hizo nacer aquel No, pero además generó un contagio en diferentes lugares en que se manifestaban conflictos ambientales en todo el país (Gualeguaychú, Famatina, Andalgalá, como emblemas de una actitud ciudadana no ha dejado de crecer hasta hoy frente a diferentes situaciones territoriales, de salud, y hasta de derechos humanos). Se ponía en foco al modelo extractivo.
Desde aquellos años Esquel ha pasado por situaciones de todo tipo que han sido reflejadas tanto en lavaca.org como en la revista MU:
- la intención de dar vuelta la decisión de la población a través de campañas de acción psicológica y desinformación;
- el espionaje a vecinas y vecinos que integraban la Asamblea, por parte de la AFI, como forma de amedrentamiento y control social;
- las presiones políticas y hasta laborales que sufría toda persona involucrada con el proceso asambleario;
- el contagio fundamental de la acción de Esquel a toda Chubut, que se pobló de asambleas en todo el territorio, incluyendo a las comunidades de pueblos originarios, siempre rechazando los proyectos y negociados minero-estatales;
- las trampas legislativas detectadas cuando se obtuvo la foto del diputado Gustavo Muñiz (del Frente para la Victoria) chateando por celular con el gerente Gastón Berardi de Yamana Gold, la empresa que había asumido el proyecto para impedir y ningunear la Iniciativa Popular presentada por la ciudadanía para que se convirtiera en Ley;
- las represiones a los manifestantes en Rawson, cuando la lucha debió concentrarse en la capital provincial; el acoso mediático a toda esta movida en defensa de la naturaleza por parte de buena parte del sistema mediático, dependiente de pautas publicitarias estatales y privadas.
- Y, por nombrar algo de lo más relevante en los últimos tiempos, el Chubutazo, o “Chubutaguazo”, con que la provincia movilizada logró dar vuelta de un modo comovedor en 2020 un nuevo intento de legislación que bajo el disfraz de una “zonificación” provincial buscaba lo de siempre: ir por la minería. La ciudadanía logró tumbar esa intentona y reponer la ley que prohíbe los megaproyectos extractivos.
- Otro detalle de estos tiempos: ya hay una tercera generación de integrantes de las asambleas participando plenamente, un sub-17 que demuestra el alcance de todo lo que se ha realizado, también desde el punto de vista inter-generacional.
Esquel fue el nacimiento de la resistencia de Chubut, que no significa solamente un rechazo al saqueo y la contaminación, un No, sino también múltiples Sí:
- Sí: sí a la vida.
- Sí a la reivindicación por la positiva de otras formas de producción que no impliquen la destrucción.
- Sí a la necesidad de licencia social para cualquier proyecto, de cuidado de ambiente como forma de preservación de la vida y el trabajo.
- Sí a nuevas formas de relación entre lo humano y la naturaleza. A nuevas relaciones también entre las personas para plasmar la idea de que el agua vale más que el oro, y de que el futuro es posible.
Como homenaje a todo eso aquí puede verse la primera de las notas publicadas en MU sobre la asamblea de Esquel: “La madre del No”, para conocer esa experiencia histórica hecha de resistencia, inteligencia, generosidad y, también, alegría.
Nota
24 de marzo de 2023: Que la memoria (los) ilumine
Crónica de un nuevo 24 de marzo desde la voz de la gente, que habla de todo: de cuánto estaba el chori la marcha pasada a cuánto está hoy; de la pesificación de los fondos jubilatorios y de las elecciones por venir; de las dos marchas, y de la realidad. La necesidad de seguir enfrentando al fascismo, ¿cada vez más presente?, y la energía que da la calle. El recuerdo de Hebe, la presencia y las palabras de Nora Cortiñas, la partida sin condena de Carlos Blaquier. Lo pendiente: los juicios aún en curso, la falta de respuestas del Poder Judicial y de la política, les desparecides de hoy. La presencia de niñas y niños como herencia de una sana costumbre: memoria, verdad y justicia, ahora y siempre.

Y si de vos
“Octubre 1976”, de Ana María Ponce, desaparecida.
me dijeran que no exististe,
les gritaría que me quedan,
tus ojos tristes,
tu caminar lento,
tu sonrisa apenas esbozada,
tu caricia leve,
y una espera,
una larga espera
de la que no volveremos
nunca,
o tal vez sí…

Ahora es marzo de 2023.
24 de marzo de 2023.
Un pibe alto camina lento, con ojos tristes; el frente y el dorsal de su musculosa negra, cuenta: “Son 30.000 y uno es mi abuelo”. Al lado, su mamá, camina lento, con una sonrisa apenas esbozada. Su musculosa gris, cuenta: “Son 30.000 y uno es mi papá”. Caminan lento porque hay un océano de cabezas, pies y corazones que se dirigen desde el Congreso de la Nación hacia Plaza de Mayo, a reivindicar la Memoria, la Verdad y la Justicia, a 47 años de la noche más sombría.
El pibe alto se llama Thomas Aballay y sostiene un cartel que contiene la foto de su abuelo, cuya sonrisa es tan ancha que parece desbordarse de la imagen. Se lee: “Jorge Oscar Tanco, detenido desaparecido, 16/09/1976”. Dice: “Pertenezco a la agrupación de Nietos de desaparecidos, conmueve un montón estar acá. El Nunca Más no debe quedar en el aire, por eso hay que seguir luchando”. Lo escucha su mamá, Maika Tanco, la hija de Jorge. Plantea deudas de esta democracia en relación a los castigos por los crímenes de lesa humanidad: “Necesitamos hablar no sólo del pasado, sino del presente y del futuro. La cárcel para los genocidas debe ser definitiva; cárcel común, no que estén en sus casas. Además, los juicios están retrasados. En los últimos cuatro años no hubo adelantos significativos y eso quedó manifiesto en que el empresario Carlos Blaquier acaba de morir sin ser juzgado por su complicidad con la dictadura. 47 años después, no es justicia. Y él ni siquiera la tuvo; falleció como inocente, y no lo fue”.


Lo que plantea Maika, minutos después lo confirman en números desde Sobrevivientes, Familiares Compañerxs y Amigxs del Centro Clandestino de Detención «El Olimpo”, emplazado en el barrio porteño de Floresta: “Hoy, 8 de cada 10 condenados por delitos de lesa humanidad están en sus casas cumpliendo las penas que debieran completar en cárcel común”. Desde que se reabrieron los juicios, entre 2006 y 2022 hubo 283 sentencias dictadas, 1115 personas condenadas y 171 absueltas. Hay 15 juicios en curso y 75 causas aguardan fecha de debate. En relación a la falta de celeridad, se debe a la escasez de tribunales orales disponibles. Un ejemplo es el proceso judicial por las violaciones de derechos humanos en el Centro Clandestino “Puente 12”, en La Matanza. El debate, pactado para principios de 2022, recién comenzará el próximo 3 de abril “por cuestiones de agenda”.
Como el mundial
El olor a humo que emana de decenas de parrillas acompañan toda la marcha. Hay olor a chori, hay olor a un pueblo que, pese a ser una fecha que evoca la peor de las crueldades, se hermana, se abraza. Se trata de una fecha para encontrarse y reencontrarse, con unx mismo y con el resto. El barro que se multiplica con el paso de las horas en varios sectores de la Plaza de Mayo refleja la masividad de la cita ineludible. Hay mil banderas de organizaciones sociales, de partidos, de sindicatos; pasacalles, stencils, graffitis viejos y que acaban de nacer; bombos, cánticos, intervenciones artísticas; hay sueños compartidos: “La importancia de estar acá es mostrar que la derecha, los milicos, la policía, no tiene la cancha libre; desearía que fueran menos, pero no lo son, siguen teniendo mucho poder. Entonces, la única defensa que tenemos es la calle”, alza Cecilia, 69 años, de Florida Norte. Y profundiza: “Hay que apuntar a la igualdad social como eje; tenemos alimentos para millones de personas, pero la mitad de nuestra población infantil es pobre. Alguien se la está llevando y es contra ellos que debemos pelear”.
Antes de empezar a marchar, Norita Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, le dice a la lavaca que está “con mucha fuerza para seguir pidiendo Memoria, Verdad y Justicia”; le dice que “el país está cada día peor, porque este gobierno, gobierna para los ricos, y hay que resistir en la calle”; le dice que pasó su cumpleaños (93, el 22 de marzo) “muy feliz, llena de abrazos y de afecto, pero la felicidad nunca es completa y será así hasta encontrar a Gustavo (su hijo, desaparecido)”; dice que el compromiso “debe ser hasta morir” y antes de terminar la charla, en medio de un intenso calor, propone ir tomar una cerveza al final de la jornada.

Lucía Iérmoli tiene 35 años y está embarazada de seis meses. “Las conquistas hay que defenderlas acá, contra el poder concentrado que sigue creciendo. No estar un día como hoy marcaría una ausencia. Que reviente de gente esta plaza es un logro de todas, de todos. No sé cuántos lugares en el mundo tienen un día que reivindique la memoria”, dice, con voz tierna y con Vera en la panza, que también sigue creciendo. A su lado, su amiga Alejandra Spinetta, 59 años, agrega: “No se puede no estar acá; si uno falta, si no se compromete, es dejarle el lugar para que avance la derecha”.
A unos metros, Laura, de 66, está contenta. Muestra una vitalidad que está recuperando, a medida que avanzan las horas: “Es mi primera movilización después de la pandemia; estuve muy enferma, durante muchos años, pero hoy sentía que debía estar con mi pueblo y no me arrepiento: me llena de energía”.
Detrás, una imagen bellísima que retrata a Hebe de Bonafini, en el primer 24 sin su presencia física. Está con sus dos hijos, chiquitos, ambos desaparecidos. Una frase acompaña el cuadro, a 40 años de la recuperación de la democracia: “El día que me muera no me tienen que llorar. Hagan una fiesta en la calle, porque hice lo que quise y peleé con todo como quise”.

El 24 de marzo de 1995 a las 6 de la mañana llegó al mundo Victoria Rossi. “Victoria por la frase del Che, de ‘hasta la victoria siempre’, por el concepto del triunfo del pueblo”, rememora Viqui, a metros de la Catedral vallada, en su cumpleaños 28. “A partir de que empecé a militar en el centro de estudiantes del secundario, sentí que los 24 de marzo ya no había lugar para festejos personales, sí para abrazos, sí para estar con mi gente, pero desde un lado más colectivo”. Su mamá y su papá, militantes de izquierda, venían a las marchas mucho antes de que se decretara feriado, allá por 2022: “Desde chiquita fui consciente del valor que tenía esta fecha y me acuerdo que en cuarto grado fue el último cumple que festejé en la escuela. Sin embargo, estar acá es lo más importante en este día; un año no vine y algo me faltó. Decidí que esa sensación no la quiero sentir más”. Y asocia: “Más allá de que esto no sea una celebración, vivo un 24 de marzo como lo más parecido a ganar un campeonato del mundo, porque hay un gran motivo para juntarse: hay orgas, partidos, familias, parejas, gente que va de la mano con quien quiere y eso tiene que ver con la búsqueda de la libertad por la que peleaban las y los desaparecidos”.

Ideas de ayer a hoy
Un hombre cuarentón camina de la mano de su hija. Ambos tienen puesta el mismo modelo de remera que exige “Juicio y castigo”. La diferencia es que una es talle X y la otra es talle S. Expresa Lucas: “Estamos acá por dos motivos: por responsabilidad social y porque mi papá es uno de los 30 mil”. ¿Qué utopías de su viejo hay que traer al presente? “Nunca dejar de hacer política seria y trabajar mucho en los barrios”. Se va a seguir marchando, siempre de la mano de su hija. En su espalda, de su mochila cuelga un pañuelo blanco que denuncia: “Pablo Córdoba, desaparecido”.

Ana Valverde escucha atentamente el documento leído por el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. Tiene 72 años, milita hace 54 y lleva bien alto un cartel con la foto y el nombre de Patricia Gaitán, desaparecida por la última dictadura cívico militar eclesiástica. “La principal pelea de los 70 que hay que dar hoy es cómo lograr la unidad de las y los laburantes”. Dice que es jubilada y protesta porque “el gobierno nacional acaba de confiscar el fondo de garantía de sustentabilidad que estaba en dólares y que por un DNU lo pesificó. Esto no perjudica a quienes ahora somos jubilados, sino también a ustedes, los más jóvenes”.
–¿Vos aportás? –me pregunta.
–Sí.
–Bueno, te acaban de afanar.
Un pasacalle grita: “30.000 razones contra el FMI”; un cartel pegado con engrudo sigue la línea: “Basta de extorsiones del FMI”; desde arriba del escenario, en el documento que leen los organismos de derechos humanos, se agita: “El Poder económico es el gran ausente de este proceso, y su impunidad la seguimos pagando como pueblo, porque nos siguen sometiendo a la miseria, buscando un enriquecimiento sin límites y sin importar los costos”. Abajo, la inflación arrasa. Alberto es de Avellaneda y atiende una parrilla que instaló en la esquina de Avenida de Mayo y Carlos Pellegrini: “En la marcha pasada, el chori estaba 150 pesos, cobrándolo caro; hoy, yo lo tengo 700, como barato; en otros puestos está hasta 900”. A 50 metros, Viviana está sentada en un banquito. En el piso, sobre una lona, expone pañuelos blancos y azules, con la consigna “Nunca Más”. “El año pasado estaban 250 pesos, hoy 500”. Agrega: “Fue muy floja la venta, hoy se vendió mucho menos que en 2022”.



La primera actividad que arranca el 24, a media mañana, y la que cierra, a eso de las 20, se da en Plaza de los Dos Congresos. Es un festival por la memoria donde cantan bandas de heavy metal, que se organiza desde hace 16 años. Quien presenta a las bandas se llama Fernando Ricart, tiene 52 años, un pelo larguísimo y un padrino que estuvo detenido desaparecido: “Se lo llevaron por ser delegado, como si eso fuera un delito. Estuvo un mes y medio desaparecido, pero el daño que le hicieron fue para siempre. Se lo llevaron siendo uno, y me devolvieron a otra persona. Nunca se recuperó”. Andrés, 39 años, escucha la música pesada junto a su hijo de 6. Lleva una remera que se pregunta qué hicieron con Santiago Maldonado. Le pregunto qué ideas de la militancia de los 70 serían importantes que hoy sean prioridad: “Se perdió la perspectiva de un cambio revolucionario real; el peronismo tiene su eje en la Justicia, como si no fuera parte de este sistema que hay que cambiar de raíz; mientras que la izquierda partidaria sigue en la pelotudez, discutiendo en el Congreso sobre concepciones marxistas de hace tiempo, sin pensar en el cambio social actual”.

Rocío y Darío viajaron desde Tandil junto a su hijo Amadeo, de un año recién cumplido, para sentir en vivo y en directo la marcha que tantos años recorrieron cuando vivían en Buenos Aires. “La memoria se construye desde la cuna y las Madres y las Abuelas son la escuela”, recuerda ella. “La mejor manera de reivindicar a las y los desaparecidos es seguir su camino: el trabajo de base que se hacía en esos años”, recuerda él, que al igual que su bebé lleva puesta una remera de Diego Maradona. A su lado está Belén, una amiga de la pareja que por primera vez es parte de esta movilización: “En Tandil es diferente; hay un espacio fuerte y comprometido con los derechos humanos, pero es una ciudad mayormente oligarca; para mí es muy fuerte estar acá. Más que nunca debemos mantener viva la memoria y para eso hay que movernos”.
Memoria en este momento
Hay un graffiti recién pintado en la estación de subte Lima, de la línea A, que reza: “Memoria en este momento”.
Aparece también en paredes, en carteles y en diversos reclamos. Elizabeth tiene 70 años y lleva colgado un cartel que pide “Libertad a Assange, una verdad sin mordaza”. Lo relaciona con el 24 de marzo: “En el caso de Julian, se condena la libertad de expresión, no hay derecho a la información de la población y se expone cómo se persigue a la gente cuando se descubren los secretos de los gobiernos”. Detrás de ella, un stencil negro exhorta: “Abran los archivos secretos de la Dictadura”. Elizabeth tiene tres compañeros desaparecidos: Mónica Epstein, Hernán Abriata y Klaus Zleschank. “De ellos, además de recordarlos, hay que seguir su ejemplo: militar por una mejor redistribución de los ingresos”.
El recorrido desde la 9 de Julio hasta la Plaza de Mayo está acompañado por afiches de la organización La Poderosa con un encabezado: “40 años alimentando la democracia”. Se da en el marco de un proyecto de ley que impulsa el conglomerado de asambleas villeras para que se reconozca con un salario a las más de 70 mil cocineras comunitarias que trabajan en el país sin percibir un salario. ¿Qué implica el reconocimiento laboral? “Un salario ligado al Mínimo Vital y Móvil como base; acceso al aguinaldo, vacaciones, seguridad social, cobertura contra riesgos en el trabajo por enfermedades y maternidad, por invalidez y vida, retiro, acceso a la jubilación y guarderías”, expresan desde el movimiento.
Uno de esos afiches lo tiene a su lado Francisca, que vive en la calle y ahora está delante de un kiosco de diarios cerrado. Tiene una bandeja de arroz por la mitad y una voz que pide escucha: “Se la pasa muy difícil acá”. Y en un puñado de palabras, esgrime una deuda sustancial de la democracia: “Pensemos, ¿cuántos políticos en los últimos años hablaron de la situación de calle, de las villas? Eso dice mucho de cómo estamos”.

Detrás de su lente, la mirada de Oswald, colombiano de 41 años que hace 14 vive en Argentina, fotografía a un pueblo que recuerda sin parar. “Es imposible estar acá y no compararlo con mi país. Allá, pese a que no hubo una dictadura tan marcada, la serie de gobiernos de derecha y los paramilitares han desaparecido a más gente que en cualquier dictadura del cono sur”. Añade: “Por eso es tan importante valorar lo que se consiguió acá. En mi país, el miedo y la violencia aún imposibilita la unión de familiares de víctimas para reclamar en conjunto. En el último tiempo la juventud comienza a jugar un rol clave y para esto la Argentina es un ejemplo a seguir”.
Sobre Avenida de Mayo, un gazebo contiene a un grupo de “peruanos autoconvocadxs” que vocifera por la “dictadura que vive Perú”. Más de 60 caras se alternan con cintas de luto negro, en un antimemorial que estremece. Son las “víctimas del Estado Peruano”. Merly tiene 36 años, nació en Parcona Ica y hace 20 vive en Argentina. “Estamos acá porque también queremos decir Nunca Más. Las muertes tienen rostro y la mayoría son de pueblos originarios, del sur del país”.
Carolina, de 23, muestra su juventud caminando rápido, para no perderle pisada a sus amigos que van un poco más adelante. “Recordar a los desaparecidos de la dictadura es luchar por los desaparecidos de hoy. La derecha sigue avanzando y no lo podemos permitir”. A pocos metros de la Plaza de Mayo, donde desemboca la enorme movilización, Daniela, de 35, vende hamburguesas veganas. En el frente de su heladerita de telgopor está pegado un cartel con los colores de la diversidad, que se pregunta: ¿Dónde mierda está Tehuel? “No se puede aceptar tener desaparecides en democracia. El Estado define de quién se ocupa y de quién no, discriminando a las identidades trans. El racismo sigue, nunca se fue”.

Pablo está a pasos de la Pirámide de Mayo. Tiene 36 años, una militancia desde la juventud y un miedo que le recorre el cuerpo: “La democracia vuelve a estar en riesgo; las voces que la amenazan vuelven a tener más peso, que se traducen en persecución, en proscripción, en prohibición”. Suma: “Sufrimos salarios de miseria que sólo lo podremos dar vuelta con una transformación obrera y un pacto social que resguarde un piso que la derecha busca perforar. Para esto, hay que poner el cuerpo como en los 70, porque salvo en determinados momentos como el 2001 o la reforma jubilatoria del macrismo, no pudimos hacerlo en unidad”. A su lado, lo escucha Fidel, su hijo de 8 años.
–¿Por qué estás acá? –le pregunto a Fidel.
–Por la desaparición de los compañeros.
La tarde empieza a caer, la multitud a desconcentrarse y, mientras las paredes siguen pintando preguntas, también se escuchan versos que alimentan la memoria.
Se que algún día dejaré de pertenecer al mundo,
“Poema para no morir”, de José Beláustegui, desaparecido.
y nunca más podré escribir,
ni hacer el amor,
ni disfrazar la naturaleza con un poema,
ni viajar en los libros,
ni exponer mis ideas.
Por eso en este poema dejo, mar, cielo y luna
mariposas, besos y sirenas,
y me dejo a mí,
porque cuando muera seguiré viviendo en estos
versos.

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