Nota
Impresiones desde Sol
Una lectura sobre el acampe en Puerta de Sol escrita por dos argentinos – Verónica Gago y Diego Sztulwark para y desde el blog Lobo Suelto- que pinta los matices de esa rebelión.
Para comprender un poco mejor Sol, sus condiciones de emergencia y arraigo, dicen varios amigos por acá, hay que asumir el contexto de soledad y disgregación organizada que lo impregna todo. Haríamos bien en mirar por ese lado para comprender la fuerza y la lucidez de los acampes. Flor, por ejemplo, joven egresada de filosofía, dice que ella misma y sus compañeros tratan la escritura de un modo nuevo, en relación a la generación de sus profesores. Ya no buscan hacer largas tesis librescas sobre algún pensador clásico sino que intentan ligar con artefactos culturales contemporáneos, pensar cruces, hacer una tarea menos solitaria. Pero el acampe no necesariamente es antídoto. Exige mucha energía, una entrega excesiva para quienes buscan combatir esa soledad cuidando de no repetir experiencias que unidimensionalizan la vida.
Otro rasgo de Sol es la apelación continua a los «jóvenes». El protagonismo juvenil es innegable y feliz. Pero el discurso que descarga todo sobre «lo joven» deja mucho por abarcar.
Un punto bastante señalado del acampe es el hecho de haberse convertido en una ciudad, otra ciudad. Sol como micro-ciudad. Campamento amoroso, con guardería, comida gratis, sitio para descansar, para cocinar, para leer. Lo de la lectura es insistente. Desde el inicio hay un cartel que dice «Lea más». En la biblioteca otro cartel advierte: «este no es un sitio para descansar sino para leer». Hay también un huerto con una leyenda: «si nos quedamos los meses suficientes comeremos de nuestra lechuga». Intercambios en abundancia y sin moneda, «chabolismo horizontal». O, como se preguntaba Alida Díaz: ¿ciudad (des)utópica que expresa de algún modo nuestro futuro? Sol como exhibición de muchos planos en movimiento produce imágenes, lanza preguntas, propone problemas.
Respeto
El campamento de Sol es pragmático, inteligente y unitario. Trabaja con decenas de voceros rotativos. De entre todas las comisiones hay una, la de respeto, que caracteriza mejor el tono de la movida. La comisión de respeto vela a toda hora porque en el territorio de la plaza se resguarde este espíritu de suma sin exclusiones. Ha habido decenas de conflictos con grupos y personas que beben alcohol o que llegan con una pancarta que a los ojos de los organizadores supone una demanda particular, que divide y excluye a otros. Entonces la comisión saca los carteles, calma a la gente, dialoga hasta el cansancio. Sol finalmente no busca el consenso sino la unanimidad. Y para ello se dota de una paciencia infinita. Las propias asambleas son de una curiosidad semiótica increíble. Hay gestos manuales -que vienen de larga tradición- que significan que alguien, por ejemplo, está en «objeción radical» con lo que se está decidiendo. Como no se vota, esta «objeción» debe ser total y además debe contar con un argumento de peso. Otro gesto solicita una interrupción puntual a un argumento. Así como no se vota, tampoco se puede aplaudir para evitar el ruido. Cuando el orador suscita simpatías -consenso- se alzan y agitan las dos manos. Otra comisión incansable: la de comunicación (que lleva la relación con la prensa, la comunicación interna y una incesante actividad de traducción con las más diversas lenguas). Una comisión -o grupo- curioso es el de análisis, que investiga en vivo la génesis del movimiento. Esta vocación de autoregistro es abrumadora. Existe un mapa conceptual del acampe en continuo desarrollo. Hay quien pide que no se tiren los carteles, insumo fundamental para la autoinvestigacion del movimiento.
¿Levantar el acampe?
El viernes por la mañana el nuevo gobierno de derecha atacó al acampe de Barcelona. Como se vio en directo por TV, la brutalidad fue gigante y numerosos los heridos, y en pocos minutos miles de personas se volcaron a la calle retomando la plaza. La noche del domingo el acampe de Barcelona manejó con mucha astucia cualquier provocación derivada de los festejos del triunfo futbolístico.
¿Quién querría, en este contexto, levantar el acampe? Hay al menos dos grandes filones argumentales entre quienes insisten en que es ya hora de abandonar la plaza, así sea para volver de otro modo. Un razonamiento dice así: la manifestación del 15-M fue un primer paso, un gesto muy bien pensado que supo identificar una coyuntura precisa para intervenir. Sol fue un segundo paso, un verdadero despliegue que agregó una potencia nueva al gesto inicial, introduciendo incertidumbre e inventando, al mismo tiempo, un «nosotros» incluyente antes unas elecciones que sólo iban a confirmar la urgencia de la gestión de la crisis. Pasada esa coyuntura, se argumenta, tenemos que crear otro paso, un tercer desplazamiento que dote de nuevo territorio y objetivo. Un pasaje del acontecimiento al movimiento.
Otro argumento para levantar el acampe registra condiciones muy reales de desgaste entre los propios acampantes. La comisión de comisiones argumentó ayer en la asamblea general narrando situaciones de «inseguridad»: una pelea con cuchillos, un intento de abuso sexual, cansancio, conflictos varios.
De otro lado, quienes argumentan por permanecer en la plaza sostienen que Sol es epicentro del movimiento. Que es cierto que la plaza desgasta, pero que levantar la acampada es diluir el símbolo y la potencia del movimiento. No es fácil el asunto de volver ahora a casa y al trabajo. El acampe espanta y enamora. No es poca cosa que mientras la asamblea debatía el último domingo cómo seguir, miles de personas tomaban la Bastilla, en París y otros miles tomaban la plaza de Atenas, motivados por Sol.
Ambos argumentos temen al desgaste y al encapsulamiento. E insisten en que es mejor irse solos por la puerta grande, en una suerte de marcha festiva, a que nos saque la policía.
Mientras tanto, el sábado, se hicieron decenas de asambleas en barrios y pueblos de Madrid, con más de 25.000 asistentes. El movimiento es un hecho, pero nadie sabe exactamente cómo acortar la brecha de tiempo entre el aguante en Sol y la invención de un sentido y unos mecanismos para su efectivo despliegue. Un amigo, Amador, que había estado en la asamblea de su barrio nos decía: «la asamblea fue grande, pero en el barrio falta el gesto radical que le de fuerza y motivo, un acampe local, algo que nos permita volver a los barrios, pero no a los barrios de siempre, sino a los barrios conmovidos por Sol».
Rafaela, migrante dominicana, integrante del colectivo Territorio Doméstico, nos decía que su asamblea (varios centenares de personas en Vallecas) mostraba un barrio distinto al que acostumbran las organizaciones vecinales. Sol le restó poder al modo más jerárquico y patriarcal de la vida barrial y da lugar a dinámicas horizontales y abiertas, más afines a su modo de entender la vida política. En esta perspectiva, el movimiento está elaborando, de manera intensiva, nociones trabajosas como consenso, duración, y eficacia de las redes.
La prueba del tiempo y las marcas de la crisis
La crisis que vive España, incluso el sur de Europa, no parece pasajera. Un amigo que se dedica a la venta de libros nos muestra un container con cientos de miles de libros de arte, arquitectura, cocina. Libros en los que deslumbran las fotos, el diseño, la tapa dura. «Estos libros fueron hechos para una España que no va a volver», dice.
Otra marca de la crisis: se vincula a Sol a una figura del «joven» ultra-capacitado pero incapaz de obtener empleo y con ello experiencia laboral. Muchos títulos y poca calle, o mejor, poca trayectoria en el mundo del trabajo, del mercado.
Jóvenes sin futuro.
La preocupación de Marta Malo parece ir en la misma dirección. La crisis afecta a personas de las más diversas condiciones, y el movimiento que se está fundando tiene el desafío de articularse con los migrantes y los sin papeles.
El movimiento está desafiado a atravesar la prueba del tiempo. Durar, en plena crisis, implica elaborar una alternativa para y desde estas subjetividades de -y en- crisis. Pero también: sólo la duración será signo de este arraigo.
Programa mínimo
Han salido cuatro puntos mínimos de la acampada/asamblea. Reforma de la ley electoral que fortalece al bipartidismo, lucha contra la corrupción, división de poderes, instauración de modos de control desde abajo. Es el resultado del trabajo esforzado de la unanimidad. Muchos celebran este resultado en términos de demandas realistas y casi subversivas en su aparente moderación. Previsiblemente hay críticas: democracia real es refundar la democracia y no sujetarse a la ley.
Lo cierto es que puntos mínimos, comisiones, códigos manuales para hacer fluida la asamblea, infinita paciencia, pragmatismo incluyente son algunas de las claves con que el movimiento se extiende a los barrios, para ganar tiempo, para seguir buscando el modo.
Marga Padilla, una amiga a la que hemos escuchado mucho estos días, dice que el movimiento del 15-M pasa del paradigma red al paradigma cadena. Entendemos que habla de la cadena en dos sentidos. De un lado, ningún eslabón puede faltar. Debemos estar todos, todos. De otro lado, tirando de una cadena como ésta se romperá en el eslabón más débil. Y este eslabón son los políticos. Los mercados, auténtico enemigo, no están tan débiles ni a la mano sino es a través del cuestionamiento al sistema de partidos.
¿Qué sería que el estado gestione mejor la crisis? Pues, no estatizar los mercados, sino (tal vez) que el estado trabaje para mejorar los mercados (laboral, de alimentos, de vivienda, etc.).
Mutación del mapa geográfico
Dice Marina Garcés, amiga catalana, que Sol no inventa la toma de la plaza sino que repite el gesto (de Plaza Tarhir). Y en cada repetición el gesto debe singularizarse. Sol dialoga con El Cairo. Si el mundo árabe era hasta hace poco cliché (para el turismo, el exotismo o las narrativas antiterroristas), ahora se convierte en imagen de inspiración e interés.
Guerra civil de los modos de vida
En la red y en la plaza hay problemas de todo tipo. Conflictos verbales, choques físicos, disidencias profundas. Circula el disgusto por la pluralidad de actividades y estéticas que pueblan la plaza. Del turismo al tai-chi. Para una parte de la plaza no hay que perder la línea política. Para otra se trata de mostrar la vida que queremos. Como sucede en todo verdadero acontecimiento resulta imposible contar/registrar todo lo que va ocurriendo. Porque lo que ocurre. ocurre en todas partes, todo el tiempo. Y existe una multiplicidad de perspectivas narrativas activas. Ellas mismas son más militantes, más nihilistas, o más espiritualistas, o chamánicas, etc. En todo caso, llama la atención -lo confirman algunas amigas de Las Lindes que trabajan en educación y ven a sus alumnos coordinando asambleas en la plaza- que los chicos más jóvenes se ocupen menos de contenidos ideológicos y reivindicativos y muchos más -y muy bien- de las mediaciones, las coordinaciones, los registros, etc.
spanish revolution. Política de los no politizados
Si una palabra fue clave en los movimientos sociales europeos de la última década fue «precarización». Y bien, esta palabra hasta el momento brilla por su ausencia. ¿Se trata, entonces, de politizar la plaza o bien de asumir que estamos ante un tipo de politización de nuevo tipo que algunos llaman «humanista»? Curioso: la plaza utiliza constantemente una palabra que los movimientos sociales europeos habían dejado de utilizar: «revolución». Política y vida se juntan de un nuevo modo. Diferente, por ejemplo, al antecedente del 11-M.
Y bien, ¿qué quiere decir «revolución» en este nuevo contexto? No está claro. Pero parece aludir a un corte subjetivo, a personas que rompen -o quieren romper- con la individualización de sus vidas. Si la vida es cooperación y competencia se apuesta por la cooperación, disminuyendo la competencia. La «spanish revolution» se conjuga en presente, y es generacional. Y esto es cierto aunque de hecho todo el mundo parece haberse activado. Camadas de activistas y militantes de todo tipo de tribu salen de sus cuevas -muchas de ellas en crisis- y se mezclan en las plazas y comisiones para aprovechar el momento. Así lo confirma la confluencia de viejos anarquistas radicales, gente que trabaja en laboratorios del procomún, personas que forman Democracia Radical Ya, los activistas de Cine sin autor, los amigos de la librería y editorial Traficantes de sueños, o del Patio de las maravillas, de Tabacalera, de la Uni-nómade y del Ferrocarril clandestino (que trabajan con sin papeles).
Hemos visto en la plaza clases públicas, presentaciones de libros, acto de presencia del movimiento por la recuperación de la memoria histórica, una curiosa comisión de pensamiento.
Democracia 2.0
El movimiento plantea la exigencia de una democracia a la altura de tanta inteligencia urbana. Una necesidad de actualizar las instituciones. Una necesidad de que lo vigente-legal se adecue a lo verdadero de la praxis. Suturar el desacople entre contemporaneidad de las prácticas y el anacronismo del sistema de legitimación y de reglamentación.
Por ahora no hay instrumentos hackers, tecno-políticos, para plantear una democracia más directa, pero esta cuestión está planteada muy claramente por el 15-M a través del ensamblaje de momentos virtuales-presenciales. Muchos parecen apostar a reactualizar la alianza hacker-movimiento social-trabajo del lazo y la subjetividad (pensando sobre todo en los momentos de bajón que sobrevendrán). Esta alianza se fundaría en puntos como: una pragmática, un horizonte común, y una «política de personas» (Los zapatistas decían un mundo en que quepan muchos mundos. Por momentos 15-M parece decir un mundo donde quepan todas las personas).
Clastres
El antropólogo brasileño Viveiros de Castro esquematiza la política indígena, la política salvaje, que teoriza su par francés Pierre Clastres del siguiente modo: hay un control político de la economía y un control social de la política. Es un modo de hacer tangibles los diversos niveles de la vida común. Algo semejante parece proyectar la asamblea de Sol.
Solo una posibilidad
¿Cómo podemos pensar la duración del 15-M? Quizás como el surgimiento de una posibilidad que sólo pueden elaborar aquellos que se hayan afectado por lo ocurrido. 15-M como condición de contemporaneidad del propio pensante. Su duración se juega, según esto, al menos en dos planos. En la mutación del modo de vivir-pensar, en donde todo esto se sigue elaborando, haciendo cambiar la vida y las ideas y por tanto haciendo transcurrir el proceso hacia nuevos momentos (una posibilidad!) de emergencia del común-político; pero esta vía se da junto a otra: la estrategia concreta de duración del movimiento en la acampada, en los barrios. ¿Cómo se mezclan estos dos procesos? Entre ambos planos parece jugarse el pasaje del acontecimiento al movimiento.
Impasse
Escuchamos decir estos días a Santiago López Petit que se trata de actuar políticamente en una época post-política. Cuando la política es un subsistema -si bien desbordante- del sistema más complejo de la era global, sólo actuando políticamente atravesaremos el impasse. Y esa política se pone en marcha con la emergencia de politizaciones por fuera de los códigos establecidos (como los códigos militantes de la conciencia de clase, etc.). Actuar a partir de que «tu vida ha sido sacudida». Una política de articulaciones como aproximación tierna a lo que se está viviendo. Al «es lo que hay» neoliberal, sumar un: «hay también lo imprevisible» («Democracia real ya!»). Hay que llevar el impasse lo más lejos posible. El impasse, como toda idea verdadera, es oscuro.
Alguien dijo estos días en una asamblea: «¡prisa y definición son nuestros enemigos!»
Desde Madrid y ya casi de vuelta, Verónica Gago y Diego Sztulwark
Publicado en el blog Lobo Suelto
Para Leer más:
https://www.anarquiacoronada.blogspot.com/
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

Nota
Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
- Revista MuHace 3 días
Mu 204: Creer o reventar
- Derechos HumanosHace 3 semanas
Memoria, verdad, justicia y Norita
- MúsicasHace 2 semanas
Susy Shock y Liliana Herrero: un escudo contra la crueldad
- #NiUnaMásHace 4 semanas
Caso Lucía Pérez: matar al femicidio
- Mu202Hace 4 semanas
Comunicación, manipulación & poder: política del caos