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Inédito Foro Agrario: el campo popular

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Los lemas son: “ni un campesino menos”, “alimentos sanos y accesibles para el pueblo” y “tierra para producir”. El 1º Foro Agrario que se reunirá el 7 y 8 de mayo incluye a organizaciones de productores, gremios y movimientos campesinos e indígenas que proponen debatir, por primera vez, un plan agrario que resulte una propuesta concreta en un año electoral. La agroecología en lugar del modelo transgénico, la soja, el vaciamiento de los campos, la soberanía alimentaria, la distribución de la tierra. Lo que plantea hacia el futuro la verdadera sociedad rural.
“El 8 de mayo tendremos un Programa que sintetice el rumbo agrario que presentaremos a quienes aspiren a gobernar durante los próximos años. El Estado debe cooperar con los pequeños y medianos productores si pretende que todo el pueblo argentino pueda acceder a alimentos saludables, libres de químicos nocivos y a un precio justo”.
La frase forma parte de la convocatoria al Primer Foro Nacional por un Programa Agrario, Soberano y Popular que se realizará en el microestadio de Ferrocarril Oeste de Buenos Aires.
“Pero discutir un programa agrario no es una cuestión particular del campo, sino que es un tema de toda la sociedad, porque la sociedad come y consume gracias a lo que se produce en el sector agropecuario” plantea Nahuel Levaggi, uno de los fundadores de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) el mayor gremio de productores y campesinos en el país, y una de las promotoras y convocantes a este evento junto con casi 30 organizaciones más.

Soja y transgénicos

“El Foro no es para hablar de las reivindicaciones o las necesidades de los pequeños productores,  sino para discutir qué debe hacer el próximo gobierno con el campo argentino” explica Levaggi.
“Una de las grandes victorias de los sectores oligárquicos ha consistido en hacernos pensar que el campo es uno solo, como si fuese lo mismo alguien con 5.000 hectáreas que alguien con media hectárea. Y que las cuestiones del campo las discute y decide el propio campo. Pero no es así. Nosotros entendemos que el campo tiene que estar en función del pequeño productor y de producir alimentos sanos y baratos para el conjunto del pueblo, por eso pensamos que hay que plantear un programa integral para el sector agrario”.
El planteo de la UTT: “Eso significa políticas para los pequeños productores, pero también qué hacemos con las millones de toneladas de soja que mandan a China para que entren divisas. ¿Es un vale todo? No. Es algo que tiene que estar regulado, enmarcado en un modelo que nosotros proponemos agroecológico, y en el marco también de una ley de suelos que determine cuántas hectáreas pueden ser utilizadas para monocultivos, entre muchas otras cuestiones”. Levaggi cree que habría que subirle impuestos a la soja que se exporta para alimentar animales, y bajarlos al trigo, maíz o cebada, por ejemplo que se consumen en el mercado interno argentino.
¿Al hablar de agroecología está planteando la posibilidad de una soja no transgénica? “Obviamente tenemos que fortalecer la innovación en tecnología no transgénica, así como rechazar la Ley de Semillas que promueven el gobierno y las grandes corporaciones, para recuperar el trabajo con las semillas nativas y no transgénicas que garantice también la libertad y la soberanía del productor. Y del país: porque hoy cada poroto de soja que se planta depende de las grandes multinacionales para ser producido. Desaparece la soberanía”.

Historia criolla, biotecnología y agroecología

Este tipo de eventos resulta un envión de ideas, por lo queLevaggi agrega: “Proponemos una reforma agraria integral y popular. Es necesario transformar la matriz productiva del país, y también la matriz de tenencia y apropiación de la tierra. Más del  50% de la tierra del país fue adquirida de forma ilegítima, mediante matanzas, masacres, robos  y ocupaciones de parte del Ejército. Después, en los 70 y reforzado en los 90 con la revolución verde yla revolución biotecnológica, con aplicación del paquete del agronegocio, la tierra se concentró cada vez más. Entonces lo que decimos es que tiene que haber una redistribución de las tierras en función de algo muy claro: producir alimentos para el pueblo”.
Otro elemento que plantea Nahuel es defender los territorios que sí están en manos de los campesinos. “Están permanentemente acosados, pero la defensa de esos territorios además garantiza la biodiversidad, la defensa de los bosques. Pero todo este tema forma parte de la historia argentina. El Grito de Alcorta (1912) que fue el nacimiento de la Federación Agraria fue de la mano de pequeños chacareros hartos de pagar alquileres de usura y plantearon la necesidad del acceso a la tierra, y de controlar los alquileres: lo mismo que proponemos hoy desde la UTT”.
Diversas organizaciones campesinas y de productores ya están explorando de modo creciente la producción agroecológica, con policultivos en lugar de monocultivos y sin uso de agrotóxicos. Levaggi: “Creemos que no se puede habalr de soberanía desde el agronegocio. No se puede hablar de un programa agrario popular desde el agronegocio, que significa grandes corporaciones multinacionales que  fabrican agroquímicos y concentran las semillas y la comercialización de granos en el mundo. No se puede hablar tampoco de sobreranía alimentaria, si no hablamos de agroecología, y sin soberanía alimentaria no se puede hablar de transformar la mattriz productiva. Una cosa va con la otra. Claro que esa es nuestra propuesta, veremos cuáles son las conclusiones del  Foro”.

¿Cuánta tierra tienen los campesinos?

El Foro es inédito: “Nunca tuvieron los sectores populares un programa agrario” informa Levaggi. “Pero además nunca tuvieron propuestas los candidatos”. En general, solo hablan de subir o bajar retenciones. “Pero no discuten un programa agrario, por lo cual lo agrario termina siendo definido por la Sociedad Rural, Crea, Aapresid, Coninagro. El desafío es mostrar que hay otro campo. El campo que produce alimentos en función de la gente, y no de los intereses de los poderosos. Al discutir un programa agrario le podemos garantizar al pequeño productor lo justo, y a doña Rosa, de un barrio perdido de Valentín Alsina, que pueda acceder a alimentos sanos y precios justos”.
El Foro tendrá 23 mesas de trabajo que martes y miércoles elaborarán las propuestas que confluirán en ese Programa Agrario.
Carlos Vicente coordina Acción por la Biodiversidad, otra de las entidades convocantes: “Es histórico que organizaciones tan  diferentes logren confluir con una agenda clara de puntos en común. Hay una convergencia de pequeños productores familiares, organizaciones  campesinas, trabajadores rurales, sindicatos, todos los vinculados a la producción  de alimentos, y por primera vez hemos llegado a trabajar juntos planteando la presentación de un Programa Agrario a todos los candidatos”.
Vicente diseña tres ejes: “La soberanía alimentaria  como camino político, la producción agroecológica abandonando el modelo del agronegocio, y la redistribución de la tierra. Todo atravesado por el rechazo a que se modifique la Ley de Semillas”.
Carlos considera que la opción agroecológica no está en discusión: “Lo que sí se sabe es que hace falta una transición, recursos, capacitación, recuperar formas de producción. Hay pequeños productores que continúan con el modelo convencional, pero la idea de una transición a la agroecología es la que permite pensar en una tendencia diferente hacia adelante”.
Sobre la tenencia de la tierra, Vicente recuerda que según cifras oficiales menos del 5% está en manos campesinas o de pequeños productores (de menos de 200 hectáreas). A nivel mundial, la FAO calcula que el 25% de las tierras está en manos de agricultores familiares y campesinos, con lo cual Argentina rompe récords en contra. “A largo plazo es una necesidad absoluta una reforma agraria e integral para poder seguir produciendo alimentos. Pero antes, a corto plazo, podría facilitarse el acceso a la tierra, el otorgamiento de tierras fiscales, el apoyo a colonias agrícolas de producción local, algo que se está haciendo en Uruguay, por ejemplo, creando colonias para jóvenes que quieran trabajar la tierra, o personas expulsadas de los campos a las ciudades, que quieran volver”.
“En Argentina este tipo de ideas va a chocar con intereses fuertes –sabe Vicente- pero el Foro es una oportunidad de construir poder frente a ese tremendo poder que representa el agronegocio”. Apoyan la convocatoria también el Movimiento Nacional Campesino Indígena, el MOCASE, ATE, la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la UBA, la Unión de Trabajadores Rurales de Córdoba, la Unión de Pequeños Productores de Jujuy y Salta, entre muchas otras organizaciones.
El miércoles 8 las propuestas serán planteadas a los candidatos que acepten la invitación y lleguen hasta el Foro. Aclara Vicente: “Pero no será el cierre, sino que habremos construido un espacio de articulación que funcione a partir de ahí”.
Inédito Foro Agrario: el campo popular

La convocatoria

El texto completo de la convocatoria:
El 7 Y 8 de mayo en el microestadio de Ferro
Las Organizaciones agrarias, junto a representantes de organismos educacionales, de investigación, gremiales y sociales convocamos a los pequeños y medianos productores de todo el país, organizados e independientes,  a discutir y elaborar un programa agrario para el sector y el conjunto de la sociedad.
 
Luego de que las políticas del gobierno de Mauricio Macri nos den la espalda decidimos avanzar y diseñar un Programa Agrario Soberano y Popular. Propondremos medidas de corto y mediano plazo para resolver la emergencia del sector, así como  medidas de largo plazo con cambios estructurales y productivos profundos. Nuestro objetivo no es simplemente sobrevivir; somos el actor económico activo responsable de producir la mayoría de los alimentos que consume el mercado local. Exigimos políticas que estén orientadas a garantizar nuestra calidad de vida y la de nuestra producción.
El 8 de mayo tendremos un Programa que sintetice el rumbo agrario que presentaremos a quienes aspiren a gobernar durante los próximos años. El Estado debe cooperar con los pequeños y medianos productores si pretende que todo el pueblo argentino pueda acceder a alimentos saludables, libres de químicos nocivos y a un precio justo.
La política del gobierno de Macri, que profundiza modelos económicos y productivos al servicio de los grandes terratenientes y monopolios cerealeros, ha conducido a las economías regionales a la crisis de más profunda de nuestra historia. Miles de familias campesinas, de pequeños y medianos productores y pueblos originarios están desapareciendo, y quienes sobreviven lo hacen en la miseria o al borde de la ruina.
Las políticas del actual gobierno están al servicio de los grandes terratenientes, quienes concentran el 85 % de las tierras productivas. Asociados con el capital financiero, los monopolios exportadores y del agronegocio envenenan el campo y la ciudad, expulsan de la tierra a los agricultores familiares y son responsables de los aumentos de precio, a todo esto debemos sumar el vaciamiento de los organismos estatales que llevaban adelante políticas para el sector como INTA y Agroindustria, este último sufrió despidos masivos en 2018 vinculados principalmente a la Subsecretaría de Agricultura Familiar. Este modelo somete la producción a los intereses del mercado internacional, actualmente liderado por China, en perjuicio del pueblo y la soberanía.
Frente a esta política se ha generado un torrente de luchas campesinas y de pueblos originarios sin precedentes: verdurazos, frutazos, feriazos, cortes de rutas, ocupación de tierras y resistencia a los desalojos. Enfrentamos este modelo para plantear rumbos diferentes y reivindicaciones puntuales. Nuestras luchas han puesto de manifiesto que no hay un solo campo y que el esquema agroexportador salvaje no es lo mejor para los intereses del pueblo en su conjunto. En este camino se fortalecieron organizaciones de productores con una larga trayectoria de lucha y se han generado nuevas agrupaciones.
Esto ha creado las condiciones para que, en unidad, sintetizando la experiencia de estas luchas sectoriales, se concrete un programa que exprese los cambios del modelo, históricamente reclamados por el sector.
El Programa Agrario Soberano y Popular que propondremos partirá de la urgente necesidad de que miles de familias no abandonen la producción de alimentos, dato que la información preliminar del último censo agropecuario ya confirmó: en los últimos años hemos perdido más de 100.000 explotaciones.
Alguno de los puntos que discutiremos en el Primer Foro Nacional por un Programa Agrario Soberano y Popular son:
La soberanía alimentaria, la ley de semillas, la situación de los pueblos originarios, la comercialización de nuestros productos, la producción y elaboración de alimentos más sanos para la población, el respeto y el cuidado de la madre tierra y del agua.
Impulsamos cambios profundos que jerarquicen económicamente los organismos que imparten políticas públicas de producción, educación, investigación, comercializadores para la Agricultura Familiar.
Exigimos desde la unidad, para impulsar antes, durante y después de las próximas elecciones, un Programa que contemple la necesidad de una reforma agraria integral y popular que garantice el acceso a la tierra a millones de pequeños productores. Que, a su vez, con el impulso de la agroecología, elimine uno de los factores que nos esclaviza bajo pautas productivas dictadas por las grandes corporaciones internacionales. De esta manera se beneficiará al conjunto de la sociedad con alimentos más sanos y económicos.
Invitamos especialmente a las familias de productores familiares de las distintas economías regionales y a los pueblos originarios a participar, discutiendo democráticamente qué es lo que necesitamos para hacer realidad las consignas de:
NI UN CAMPESINO MENOS
ALIMENTOS SANOS Y ACCESIBLES PARA EL PUEBLO
TIERRA PARA PRODUCIR

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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