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Jazmín Stuart: «Haber instalado esto públicamente le va a quitar peso a la vergüenza y al pudor»
Jazmín Stuart es otra de las de actrices que acompañaron a Thelma Fardin en la visibilización de su denuncia contra Juan Darthés. Jazmín fue, también, una de las primeras firmantes de la Carta dirigida a diputados por la legalización del aborto, que luego derivó en una organización inédita del movimiento de actrices que tuvo otra jornada histórica ayer. Un día después de la conferencia en el Multiteatro, Jazmín habló con lavaca sobre qué se rompió con la denuncia pública, cómo sigue el trabajo para erradicar las violencias machistas de los lugares de trabajo y cuáles son las estrategias para cambiar las cosas de fondo: «Ojalá también se logre que el proceso de denunciar no sea engorroso y torturante como lo es actualmente. Queremos que de verdad cambie el sistema, que cambie a nivel políticas de Estado».
“Desde siempre es el espacio de lo colectivo el que me estimula”, dice Jazmín Stuart, actriz y directora de cine, el día después de la conferencia de prensa de Actrices Argentinas donde se denunció públicamente a Juan Darthés por violación.
A fines de marzo, cuando el debate por la legalización del aborto copaba calles y se preparaba para entrar al Congreso, veinticuatro actrices se juntaron para firmar una carta pidiendo #AbortoLegalYa. Fue el puntapié inicial de la colectiva hoy conformada por más de 400 actrices de todo el país que acompañó a Thelma Fardin en el escenario del teatro en la calle Corrientes.
Jazmín estuvo ahí. Y todavía con el cuerpo temblando, dice: “A veces me puede tocar redactar un texto y estar atrás para que lo lea otra. A veces es poner el cuerpo y las palabras. Otras estoy atrás de la cámara. Es algo maravilloso que los roles sean móviles. Debe pasar en todas las organizaciones, sobre todo las de mujeres. Nos permite que vayamos probando distintos roles. Es un ejercicio transformador: aquel viejo prejuicio que las mujeres nunca nos podíamos juntar porque competíamos son dichos muy comunes dentro del espectáculo. Y ayer dimos una lección respecto a esto también. Somos distintas y somos iguales al mismo tiempo. Podemos ser distintas pero hay un núcleo que nos aúna”.
¿Qué se rompió ayer?
Creo que lo que se rompe era tan enorme que ni siquiera lo podíamos ver, y es raro: se rompe porque lo vemos y también lo vemos porque se rompe. Hay personas, muchas, en el mundo, que no advierten este orden preexistente hasta que hay algo que lo rompe y genera otro significado y otro ángulo desde donde ver esta realidad. Evidentemente primero se tiene que quebrar para que mucha gente advierta esta realidad. Me parece que ayer fue una toma de conciencia generalizada y además es la punta del iceberg. Sabemos que lo que sucedió ayer tuvo la difusión que tuvo porque hay personas del ámbito artístico involucradas, pero todavía me resulta inverosímil que tengamos que recurrir a algo tan inmenso para empezar a intentar un cambio de conciencia, en la sociedad, dentro del sistema judicial. Hay muchas cosas para trabajar y me resulta increíble que tengamos que hacer algo tan llamativo e inmenso para que se ponga el foco en estos temas, porque en realidad esto sucede en la calle constantemente. Esto y otras cosas más. Violencia, femicidios, culpables que son liberados por jueces después de haber cometidos los crímenes más aberrantes sobre el cuerpo de una mujer.
Lo que sucedió ayer, ¿lo inscriben en la genealogía del movimiento feminista?
Todo esto es como una bola de nieve. Hay algunos movimientos pioneros allá atrás en la historia argentina, pero en particular desde el surgimiento de Ni Una Menos empieza una onda expansiva que pega un salto muy grande a partir del debate por la legalización del aborto. Ayer subimos un escalón más. Me parece que son como oleadas que nos van empujando más cerca del objetivo y de la realidad que queremos construir, y cada oleada es mucho esfuerzo, pero al mismo tiempo recicla energías. Como movimiento -y no hablo de actrices, sino del feminismo- con cada marcha, cada acción, nos cansamos y al mismo tiempo nos reciclamos: eso hace que no logren agotarnos. Eso es lo más importante, sostener en el tiempo nuestras posturas y luchas, y para eso tenemos que hacer, porque en el hacer nos volvemos a juntar, a encontrar, a hacer catarsis, a reformular, a marcar el camino.
¿Cómo sigue ese camino?
Ayer abrimos una puerta y va a quedar abierta, y me parece que va a ser atravesada por muchas cosas, sin que siquiera nos lo propongamos. Se abrió algo que va a traer otras novedades, probablemente muchísimos otros casos. Nuestra tarea es seguir respaldando, seguir acompañando, y por otro lado en cuanto al ámbito de lo artístico empezar a formular protocolos respecto a estos episodios, cómo se acciona desde los canales, las productoras, producciones teatrales.
Buscar otros modos de hacer
Pensá que Thelma esto lo vivió hace 10 años. Tardó 10 años en poder decirlo, y es lógico porque cuando una mujer atraviesa una situación de abuso o violación, denuncia cuando puede y no cuando quiere. Haber instalado esto públicamente, y en detalle y con un apoyo tan enorme, también le va a quitar el peso a la vergüenza y el pudor. Ojalá también logre que el proceso de denunciar no sea engorroso y torturante como lo es actualmente. En esto sí hay una responsabilidad dentro del sistema judicial. Queremos que de verdad cambie el sistema, que cambie a nivel políticas de Estado. ¿Qué asistencia le estamos dando a las víctimas que se animan a denunciar una violación? ¿Por qué las mujeres optan por no denunciar? Tenemos que empezar a desarticular todo esto.
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Campaña: Encontremos a las/los nietos de Oesterheld
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Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
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5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.
Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
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