Nota
La marcha hacia el Primer Encuentro Internacional Feminista
La primera cumbre feminista convocada por el movimiento zapatista ya se puso en marcha, agitando las calles de San Cristóbal de las Casas con cantos contra el machismo y el terrorismo neoliberal. En un México destrozado por la violencia de Estado, el reclamo de las mujeres apunta también contra la ley de seguridad que profundiza la militarización de un país con 30 mil desapariciones en democracia y masacres políticas. El hit que contagiaron las argentinas.
(lavaca en el Encuentro Internacional de Mujeres en Lucha, por Lucía Aita, desde San Cristóbal de las Casas)
Feministas contra la guerra,
feministas contra el capital,
feministas contra el machismo
y contra el terrorismo neoliberal.
Este fue uno de los cantos que las columnas de mujeres indígenas, mexicanas y de distintos estados del mundo, entonaron por las calles de San Cristóbal, ciudad en el Estado mexicano de Chiapas.
Chiapas es un Estado formado en su mayoría por comunidades indígenas y con un 74,7 por ciento de su población bajo el nivel de pobreza, a pesar de tener una gran variedad de recursos naturales.
Chiapas es también el territorio en el que se encuentra el movimiento zapatista que invitó al Primer Encuentro Internacional de Mujeres en Lucha. En este marco de actividades, dos días antes del Encuentro -que tendrá su comienzo el 8 de marzo para sintonizar con el Paro Internacional de Mujeres que recorre el mundo- se organizó una movilización que recorrió las calles de San Cristóbal. La movilización que ya da su apoyo desde sus carteles a la gran huelga internacional de mujeres, se pronunció con dos gritos fuertes: Porque vivas se la llevaron, vivas las queremos y No a la Ley de Seguridad Interior, una forma de legalizar la violenta militarización de un México destrozado por las desapariciones y asesinatos.
Mujeres en lucha
En el escenario final de esa jornada internacional organizada por una comisión de distintas comunidades y acompañada por mujeres de dist intos Estados mexicanos y del mundo, frente a la intendencia, habla Rosalinda, fundadora de la cooperativa Jolomayaetik, una cooperativa de 250 mujeres tejedoras que tienen un espacio en su comunidad en el que alberga mujeres antes del encuentro y son parte de las organizadoras de la movilización. Rosalinda, con su vestimenta típica indígena, se para sobre el camión con sonido, toma el micrófono y sin titubear, denuncia: “En México hay miles de desapariciones forzadas, asesinatos y persecuciones. Queremos aprovechar que hay mujeres de otros Estados y países del mundo para denunciar que somos víctimas de una organización criminal que desde el Estado busca acallar con violencia a las mujeres y los pueblos organizados. Ante esto queremos asegurar que las mujeres seguiremos con nuestra lucha y seguiremos diciendo: ni perdón ni olvido, castigo a los asesinos”
Después de decir eso en castellano, volvió a decirlo en toltec que es la lengua de su comunidad.
Luego se menciona como ejemplo el caso de Nadia Vera, mujer asesinada el 1° de agosto de 2015. Las mujeres organizadoras de la movilización dan un motivo para ese crimen: a Nadia la
mataron por luchar. “Nadia fue una joven activista de los derechos humanos, comprometida con todas las luchas de Chiapas y México. Estaba en contra de la militarización del territorio y por eso fue asesinada”, nos dice Rosalinda. Y se escucha desde el camión un audio con la voz de Nadia que nos dice: “Hemos encontrado el ojo del huracán en la autoorganización de los pueblos y la resistencia”.
Entre las mujeres que participaron y organizaron la acción se encuentra Elvira Gómez López, que pertenece a la misma comunidad y cooperativa textil y que explica el porqué de la marcha de la siguiente manera: “Es para pedir justicia por todas nuestras desaparecidas, que son muchas. Es también en contra de Ley de Seguridad Interior, porque esta ley autoriza a las fuerzas de seguridad irrumpir en las comunidades, en cualquier momento y sin dar explicaciones. El pueblo es el afectado por la ley y eso no puede ser así”. Elvira agrega que la cooperativa también es una forma no sólo de organizarse económicamente , sino políticamente. Y que marchan, a su vez, contra el machismo en todas sus formas: “En las comunidades sigue habiendo mucha violencia hacia las mujeres y es un tema del que no se habla mucho, pero lo tenemos que hablar para que no pase”.
Cancionero feminista
Otra de las organizaciones convocantes es el colectivo Chamanas que es una organización de lesbianas en Chiapas. Claudia Rosas Ríos que es una de las referentes. Cuenta que las primeras jornadas de visibilización lésbica se hicieron en Chiapas en 2014 y que aún reciben mucha violencia. “Este es un espacio públicamente lésbico, tema que acá es muy difícil. Todavía no se habla abiertamente y es un punto de ataque, generalmente. A veces, hasta compañeras mujeres nos dicen ‘yo soy feminista, pero no lesbiana’ como aclaración. Los hombres acá son muy machistas y es fuerte los ataques que recibimos en la calle”.
También participó el Bloque Papelera Transhumante, que reúne afinidades trans y lésbicas a través de la actividad gráfica y la poesía. Julia Torrente, una de sus miembros, plantea que ellas marchan y se organizan “en contra de la desaparición de mujeres, niñas y cuerpos trans, porque está sucediendo mucho. Queremos combatir las políticas de guerra que promueve el patriarcado”.
Marisa Rebilla es periodista en el Distrito Federal y viajo a Chiapas a cubrir esta marcha del movimiento feminista. Dice que le parece fundamental que una de las banderas sea contra la ley de seguridad Interior. “ La ley los habilita a detenernos en cualquier momento con la excusa de que estamos atentando el orden. Puede suceder ahora mismo y sería legal. Generalmente hay detenciones cuando el grupo se difumina”.
La batucada estuvo a cargo de un grupo llamado La Tremenda Revoltosa, de Colombia , que se define como un colectivo que activa, desde la visión política feminista y antiracial, contra todo tipo de opresiones del sistema y lo hacen a través de los tambores y los cantos.
Entre los cantos que entonan con facilidad las mujeres de distintas partes del mundo que acompañaban se escucha:
Alerta que camina, América Latina va ser toda feminista.
Vea, vea que cosa más bonita, las jóvenes se unen a la lucha feminista.
Las argentinas contagiaron el hit del aborto legal que terminó cantando toda la columna: “Si el Papa fuera mujer, el aborto sería ley”.
Las mujeres caminaron así bajo el lema: “Al asesinar sus cuerpos, lo que se está asesinando es una esperanza de transformación del mundo”.
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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar: