Nota
Clarín y la Masacre de Avellaneda: Mala praxis periodística
Un documental reconstruye la cobertura del diario con más recursos de la Argentina el día de la ejecución, por parte de la policía, de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. “La crisis causó 2 nuevas muertes” fue el título de tapa aquella vez, y el que bautiza ahora el trabajo que recoge los testimonios de los responsables de esa frase increíble: una muestra de la brecha entre la realidad y la práctica periodística. lavaca presenta, junto a la nota, un avance del documental preparado especialmente por sus realizadores.
La crisis causó 2 nuevas muertes es el nombre de un documental que se propone observar el trabajo de los medios de comunicación en la Masacre de Avellaneda, ocurrida el 26 de junio de 2002. Toma su nombre del título de tapa que publicó el diario Clarín el día posterior a los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Una frase increíble –en más de un sentido- con la que se pretendió eludir las responsabilidades sobre esos homicidios. Dirigida por Patricio Escobar y Damián Finvarb, la producción –que se exhibe todos los jueves de septiembre en el Centro Cultural de la Cooperación- intenta dilucidar, entre otras cosas, por qué la prensa no publicó ese día las fotografías que mostraban a la policía disparando a matar.
La investigación para La Crisis… demandó tres años y buena parte del material de archivo debió obtenerse de fuentes extraoficiales. El resultado final es un documental de 85 minutos que comienza con un testimonio del editor jefe del diario Clarín, Julio Blanck (51 años, 28 de periodista):
-«¿Alguna vez estuviste en una redacción? ¿Sabés cómo se trabaja en un diario?». Son las primeras preguntas que le hace el entrevistado a su entrevistador, apostando a invertir los roles.
-«Yo soy un tonto, a mí explicame todo», dice Escobar a lavaca cuando devela la técnica empleada para filmar.
En la pantalla aparecen el fotógrafo independiente Sergio Kowaleski y su colega de Clarín, José ‘Pepe’ Mateos. Ambos registraron con sus cámaras la secuencia del asesinato de Santillán en la estación de trenes de Avellaneda, aunque recién se publicaron de manera completa 48 horas después de los acontecimientos. Kowaleski entregó sus fotos a la organización Correpi y ésta las llevó al diario Página/12 para demostrar que la versión oficial –según la cual esas muertes habían sido el resultado de un enfrentamiento entre grupos piqueteros antagónicos- era una infamia. El diario Clarín tenía una secuencia similar registrada por Mateos, que también publicó recién dos días después.
En esas imágenes se ve a la policía ingresando a la estación, a Santillán haciendo gestos de clemencia, y luego huyendo ante la inminencia de los tiros, a los policías apuntando, a Santillán herido mortalmente y, después, cómo era arrastrado por los uniformados mientras se iba desangrando. Los testimonios y las imágenes de Kowaleski y de Mateos resultaron determinantes en el juicio que condenó a cadena perpetua al ex comisario Alfredo Fanchiotti y al cabo Alejandro Acosta por las responsabilidades materiales de las muertes, así como también a otros seis policías por su encubrimiento.
En el documental, los relatos de distintos testigos recrean los hechos mientras las imágenes de archivo se vuelven cada vez más violentas: disparos, corridas y gases terminan de delinear un paisaje de caos. En el punto más dramático se ve a Fanchiotti arrastrando el cuerpo de Santillán hacia una camioneta policial. Lo mismo había hecho minutos antes, pero con el cuerpo de Kosteki. Tanto horror funde en otra declaración de Blanck:
-«En una manifestación el periodista es un curioso que mira. No alguien que toma parte».
«Clarín tenía la secuencia completa de fotos la misma noche de la masacre. ¿Por qué las ocultó? Un medio de comunicación ¿puede reprimir a sus periodistas?”, se pregunta Escobar y asegura que son esos cuestionamientos los que impulsaron su documental.
Según revela La crisis causó 2 nuevas muertes José Mateos obtuvo la secuencia de fotos con su cámara digital. Luego las llevó hasta la redacción en donde el editor de fotografía, Diego Goldberg, las recibió junto a Cecilia Profético. Ambos seleccionaron cuáles se publicarían en la edición del día siguiente. Además, como no había ningún cronista de Clarín en el lugar de los hechos, Mateos tuvo la misión de relatar lo sucedido a los editores periodísticos. Así comienza a desnudarse cómo es la labor periodística en el diario con mayores recursos de la Argentina.
>>>Obediencia debida
Tal como anticipaban en las jornadas previas los mismos medios, los funcionarios y los desocupados, se sabía que la movilización del día 26 no sería una más. Sin embargo, la prensa gráfica –excepto Página/12- no envió periodistas al Puente Pueyrredón. El gobierno – con el entonces jefe de Gabinete Alfredo Atanasoff como principal vocero- había subrayado que no iba a permitir el corte a los accesos a la Capital Federal y que haría todo lo que fuera necesario para evitarlo. En el delicado contexto político de aquellos días, tamaña afirmación equivalía casi a una declaración de guerra. Sin embargo, Virginia Messi –periodista de Clarín- admite en el documental que ella y sus compañeros fueron enviados al lugar cuando ya todo había terminado y sólo quedaban las manchas de sangre. ¿Una falta de reflejos periodístico en las redacciones? ¿Un renunciamiento explícito a cubrir acontecimientos políticamente relevantes? ¿El periodista es un curioso que mira, como afirma Blanck, o un mero reconstructor de los hechos a través del relato posterior de fuentes siempre vinculadas al poder? La respuesta de Messi:
-A mi me mandan a hacer la nota, yo voy, la hago y ya está. Ahora, qué pasa con Clarín, cómo titulan y eso, yo no tengo nada que ver.
En el documental aparecen algunas contradicciones en los testimonios de los periodistas y sus editores: Messi señala que, al cierre de la edición de ese día, estaba claro que los que habían disparado eran policías. Mateos opina lo mismo. Es más, en una imagen televisiva que se proyectó en el juicio contra Fanchiotti, se ve –y escucha- al ex fotógrafo de Clarín gritándole al entonces comisario que dejara de sacudir el cuerpo de Santillán: “Te estoy sacando fotos”, le advertía como forma de clamar algún gesto de piedad para con el piquetero herido mortalmente.
En los testimonios que aportaron a la película, los editores Goldberg y Blanck insisten en otra versión: alegan que en ese momento no podían saber lo que había pasado. Pero nada dicen de por qué ni siquiera los movilizó la pasión periodística por hallar la verdad, que yacía en sus propias fotografías. Había dos muertos y nadie buscó ni en el material fotográfico ni en ninguna otra parte alguna pista que desentrañase el enigma.
«Cometimos un error con este título. ¿Qué tengo que hacer? ¿Cortarme las venas?», pregunta Blanck mientras señala la tapa del diario del 27 de junio de 2002 que descansa sobre su escritorio. Cuatro años después de los hechos, por primera vez los lectores de Clarín son anoticiados de semejante error. Aunque por cierto la situación de Blanck y Golberg cambió desde entonces. Blanck ya no es editor de la sección Política Nacional: fue ascendido ocho meses después de titular aquella tapa a editor jefe. Bajo sus órdenes están ahora las secciones de Política y Economía. En una charla pública organizada por la secretaría de Cultura de la Nación, Blanck se pronunció sobre los desafíos del periodismo actual y señaló lo que consideraba una fortaleza de los medios gráficos:
-“Somos los únicos que tenemos en nuestro ADN la obligación de tamizar la información que se recibe por alguna cantidad de filtros, esto se llama praxis profesional. Tenemos cierta obligación de comprobar cuán de cierta es la información que vamos a difundir, tenemos la obligación de ponerla en cierto contexto”.
Goldberg, por su parte, dejó su puesto. Trabaja en forma independiente y acaba de recibir el Premio Nuevo Periodismo, de la Fundación que preside Gabriel García Márquez. En los fundamentos del jurado destaca que la serie de fotos presentadas por Goldberg al concurso “tiene un excelente trabajo de edición”.
>>>El valor de la verdad
En el documental es Claudio Pandolfi, abogado de varios movimientos sociales, quién introduce la idea de que esta tapa no fue el simple resultado de un error: «Fue una decisión no publicar la secuencia entera de fotos», acusa el abogado, que además de dar su testimonio aportó material a los realizadores del documental. Laura Vales, periodista de Página/12, es otra de las entrevistadas que apuntala esa afirmación. «Llamaban a la redacción los voceros de (el entonces presidente Eduardo) Duhalde. No presionaban directamente, sino que decían su versión: que los piqueteros se habían matado entre ellos», explica.
La cobertura sobre la masacre que realizó Vales fue la única que aseguró que los policías dispararon contra los manifestantes, la única además que descartó de plano la posibilidad de que los piqueteros hubieran tirado (había habido 150 detenidos y a ninguno se le había secuestrado arma alguna), y además restó entidad a la conferencia de prensa en la que Fanchiotti explicaba que los manifestantes se habían matado entre ellos. Vales también fue la única que describió cómo había sido la participación de Santillán en la manifestación, simplemente porque se lo había cruzado minutos antes de la represión. Su crónica tenía un valor insuperable: había estado en el lugar de los hechos. “Ese día –se la escucha en el documental-, yo corrí con los manifestantes.”
Finvarb y Escobar egresaron de la Escuela de Cine de Avellaneda y de la Carrera de Comunicación de la UBA, respectivamente. Forman parte de un grupo de amigos que decidieron, por inquietudes personales, investigar y filmar la actuación de los medios de comunicación durante la Masacre de Avellaneda. Compraron una cámara y armaron Foco Producciones, pequeña productora independiente que por ahora suma sólo este documental, pero que promete más. Después de sus trabajos formales, se reunían todos los días desde las 18 hasta las 24 en una isla de edición para sumergirse en esta película reveladora que podrá verse todos los jueves de setiembre a las 19.30 y 21.30.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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