Nota
Clarín y la Masacre de Avellaneda: Mala praxis periodística
Un documental reconstruye la cobertura del diario con más recursos de la Argentina el día de la ejecución, por parte de la policía, de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. “La crisis causó 2 nuevas muertes” fue el título de tapa aquella vez, y el que bautiza ahora el trabajo que recoge los testimonios de los responsables de esa frase increíble: una muestra de la brecha entre la realidad y la práctica periodística. lavaca presenta, junto a la nota, un avance del documental preparado especialmente por sus realizadores.
La crisis causó 2 nuevas muertes es el nombre de un documental que se propone observar el trabajo de los medios de comunicación en la Masacre de Avellaneda, ocurrida el 26 de junio de 2002. Toma su nombre del título de tapa que publicó el diario Clarín el día posterior a los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Una frase increíble –en más de un sentido- con la que se pretendió eludir las responsabilidades sobre esos homicidios. Dirigida por Patricio Escobar y Damián Finvarb, la producción –que se exhibe todos los jueves de septiembre en el Centro Cultural de la Cooperación- intenta dilucidar, entre otras cosas, por qué la prensa no publicó ese día las fotografías que mostraban a la policía disparando a matar.
La investigación para La Crisis… demandó tres años y buena parte del material de archivo debió obtenerse de fuentes extraoficiales. El resultado final es un documental de 85 minutos que comienza con un testimonio del editor jefe del diario Clarín, Julio Blanck (51 años, 28 de periodista):
-«¿Alguna vez estuviste en una redacción? ¿Sabés cómo se trabaja en un diario?». Son las primeras preguntas que le hace el entrevistado a su entrevistador, apostando a invertir los roles.
-«Yo soy un tonto, a mí explicame todo», dice Escobar a lavaca cuando devela la técnica empleada para filmar.
En la pantalla aparecen el fotógrafo independiente Sergio Kowaleski y su colega de Clarín, José ‘Pepe’ Mateos. Ambos registraron con sus cámaras la secuencia del asesinato de Santillán en la estación de trenes de Avellaneda, aunque recién se publicaron de manera completa 48 horas después de los acontecimientos. Kowaleski entregó sus fotos a la organización Correpi y ésta las llevó al diario Página/12 para demostrar que la versión oficial –según la cual esas muertes habían sido el resultado de un enfrentamiento entre grupos piqueteros antagónicos- era una infamia. El diario Clarín tenía una secuencia similar registrada por Mateos, que también publicó recién dos días después.
En esas imágenes se ve a la policía ingresando a la estación, a Santillán haciendo gestos de clemencia, y luego huyendo ante la inminencia de los tiros, a los policías apuntando, a Santillán herido mortalmente y, después, cómo era arrastrado por los uniformados mientras se iba desangrando. Los testimonios y las imágenes de Kowaleski y de Mateos resultaron determinantes en el juicio que condenó a cadena perpetua al ex comisario Alfredo Fanchiotti y al cabo Alejandro Acosta por las responsabilidades materiales de las muertes, así como también a otros seis policías por su encubrimiento.
En el documental, los relatos de distintos testigos recrean los hechos mientras las imágenes de archivo se vuelven cada vez más violentas: disparos, corridas y gases terminan de delinear un paisaje de caos. En el punto más dramático se ve a Fanchiotti arrastrando el cuerpo de Santillán hacia una camioneta policial. Lo mismo había hecho minutos antes, pero con el cuerpo de Kosteki. Tanto horror funde en otra declaración de Blanck:
-«En una manifestación el periodista es un curioso que mira. No alguien que toma parte».
«Clarín tenía la secuencia completa de fotos la misma noche de la masacre. ¿Por qué las ocultó? Un medio de comunicación ¿puede reprimir a sus periodistas?”, se pregunta Escobar y asegura que son esos cuestionamientos los que impulsaron su documental.
Según revela La crisis causó 2 nuevas muertes José Mateos obtuvo la secuencia de fotos con su cámara digital. Luego las llevó hasta la redacción en donde el editor de fotografía, Diego Goldberg, las recibió junto a Cecilia Profético. Ambos seleccionaron cuáles se publicarían en la edición del día siguiente. Además, como no había ningún cronista de Clarín en el lugar de los hechos, Mateos tuvo la misión de relatar lo sucedido a los editores periodísticos. Así comienza a desnudarse cómo es la labor periodística en el diario con mayores recursos de la Argentina.
>>>Obediencia debida
Tal como anticipaban en las jornadas previas los mismos medios, los funcionarios y los desocupados, se sabía que la movilización del día 26 no sería una más. Sin embargo, la prensa gráfica –excepto Página/12- no envió periodistas al Puente Pueyrredón. El gobierno – con el entonces jefe de Gabinete Alfredo Atanasoff como principal vocero- había subrayado que no iba a permitir el corte a los accesos a la Capital Federal y que haría todo lo que fuera necesario para evitarlo. En el delicado contexto político de aquellos días, tamaña afirmación equivalía casi a una declaración de guerra. Sin embargo, Virginia Messi –periodista de Clarín- admite en el documental que ella y sus compañeros fueron enviados al lugar cuando ya todo había terminado y sólo quedaban las manchas de sangre. ¿Una falta de reflejos periodístico en las redacciones? ¿Un renunciamiento explícito a cubrir acontecimientos políticamente relevantes? ¿El periodista es un curioso que mira, como afirma Blanck, o un mero reconstructor de los hechos a través del relato posterior de fuentes siempre vinculadas al poder? La respuesta de Messi:
-A mi me mandan a hacer la nota, yo voy, la hago y ya está. Ahora, qué pasa con Clarín, cómo titulan y eso, yo no tengo nada que ver.
En el documental aparecen algunas contradicciones en los testimonios de los periodistas y sus editores: Messi señala que, al cierre de la edición de ese día, estaba claro que los que habían disparado eran policías. Mateos opina lo mismo. Es más, en una imagen televisiva que se proyectó en el juicio contra Fanchiotti, se ve –y escucha- al ex fotógrafo de Clarín gritándole al entonces comisario que dejara de sacudir el cuerpo de Santillán: “Te estoy sacando fotos”, le advertía como forma de clamar algún gesto de piedad para con el piquetero herido mortalmente.
En los testimonios que aportaron a la película, los editores Goldberg y Blanck insisten en otra versión: alegan que en ese momento no podían saber lo que había pasado. Pero nada dicen de por qué ni siquiera los movilizó la pasión periodística por hallar la verdad, que yacía en sus propias fotografías. Había dos muertos y nadie buscó ni en el material fotográfico ni en ninguna otra parte alguna pista que desentrañase el enigma.
«Cometimos un error con este título. ¿Qué tengo que hacer? ¿Cortarme las venas?», pregunta Blanck mientras señala la tapa del diario del 27 de junio de 2002 que descansa sobre su escritorio. Cuatro años después de los hechos, por primera vez los lectores de Clarín son anoticiados de semejante error. Aunque por cierto la situación de Blanck y Golberg cambió desde entonces. Blanck ya no es editor de la sección Política Nacional: fue ascendido ocho meses después de titular aquella tapa a editor jefe. Bajo sus órdenes están ahora las secciones de Política y Economía. En una charla pública organizada por la secretaría de Cultura de la Nación, Blanck se pronunció sobre los desafíos del periodismo actual y señaló lo que consideraba una fortaleza de los medios gráficos:
-“Somos los únicos que tenemos en nuestro ADN la obligación de tamizar la información que se recibe por alguna cantidad de filtros, esto se llama praxis profesional. Tenemos cierta obligación de comprobar cuán de cierta es la información que vamos a difundir, tenemos la obligación de ponerla en cierto contexto”.
Goldberg, por su parte, dejó su puesto. Trabaja en forma independiente y acaba de recibir el Premio Nuevo Periodismo, de la Fundación que preside Gabriel García Márquez. En los fundamentos del jurado destaca que la serie de fotos presentadas por Goldberg al concurso “tiene un excelente trabajo de edición”.
>>>El valor de la verdad
En el documental es Claudio Pandolfi, abogado de varios movimientos sociales, quién introduce la idea de que esta tapa no fue el simple resultado de un error: «Fue una decisión no publicar la secuencia entera de fotos», acusa el abogado, que además de dar su testimonio aportó material a los realizadores del documental. Laura Vales, periodista de Página/12, es otra de las entrevistadas que apuntala esa afirmación. «Llamaban a la redacción los voceros de (el entonces presidente Eduardo) Duhalde. No presionaban directamente, sino que decían su versión: que los piqueteros se habían matado entre ellos», explica.
La cobertura sobre la masacre que realizó Vales fue la única que aseguró que los policías dispararon contra los manifestantes, la única además que descartó de plano la posibilidad de que los piqueteros hubieran tirado (había habido 150 detenidos y a ninguno se le había secuestrado arma alguna), y además restó entidad a la conferencia de prensa en la que Fanchiotti explicaba que los manifestantes se habían matado entre ellos. Vales también fue la única que describió cómo había sido la participación de Santillán en la manifestación, simplemente porque se lo había cruzado minutos antes de la represión. Su crónica tenía un valor insuperable: había estado en el lugar de los hechos. “Ese día –se la escucha en el documental-, yo corrí con los manifestantes.”
Finvarb y Escobar egresaron de la Escuela de Cine de Avellaneda y de la Carrera de Comunicación de la UBA, respectivamente. Forman parte de un grupo de amigos que decidieron, por inquietudes personales, investigar y filmar la actuación de los medios de comunicación durante la Masacre de Avellaneda. Compraron una cámara y armaron Foco Producciones, pequeña productora independiente que por ahora suma sólo este documental, pero que promete más. Después de sus trabajos formales, se reunían todos los días desde las 18 hasta las 24 en una isla de edición para sumergirse en esta película reveladora que podrá verse todos los jueves de setiembre a las 19.30 y 21.30.
Nota
Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.
Por Claudia Acuña
Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.
Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.
Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.
A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Hasta lograrlo.
Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.
Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.
Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.
Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.
Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.
Quizá.
Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.
Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.
La presentación
Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.
Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.
Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».
El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.
Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Nota
La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.
Por Francisco Pandolfi
Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.
La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”.
Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».
Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.
Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.
Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”.
En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.
La causa, sin avances
Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.
Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”.
La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.
Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.
Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.
Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.
Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.
Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.
Nota
La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.
Por Franco Ciancaglini.
La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo.
En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso.
“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.
La que habla es una de sus hijas, Paula.
El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10.
Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.
El arma y la palabra
Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.
Es jubilada.
Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.
Tiene tres hijas.
Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.
Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.
Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.
La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.
Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.
El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.
Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.
Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.
Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.
“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.
Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.
Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.
Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.
Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.
La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”.
¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.
La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.
¿Necesitan algo? “Sí: paz”.
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