Nota
Malón de la Paz: reunión con Alberto Fernández, silencio de la clase política y judicial

Una conferencia de prensa del Tercer Malón de la Paz sin medios porteños, 22 días desde que llegaron desde Jujuy a Buenos Aires sin ser recibidos por la Corte ni por el poder Legislativo (salvo dos diputados), la espera en la Plaza Lavalle. Una frase para que se comprenda la discriminación: «Nosotros acá seguimos como patos y chanchos en medio del barro y el agua esperando que nos reciban autoridades que no funcionan para nada. Lo que está haciendo esta Corte de Injusticia es lamentable. Hoy cuando fuimos a exigir que nos reciban como lo hacemos cada día, los secretarios de los jueces sacaban la cabeza por la puerta como si fueran topos y mandaban a los policías a respondernos”.
Si es necesario llegará más gente de Jujuy para sumarse. Y una convicción: “De acá no nos vamos a ir”.

“En cinco minutos daremos inicio a la conferencia de prensa. TV Pública, Crónica, Canal 9, C5N, Telefé… en cinco minutos empieza la conferencia de prensa”.
La cadencia con la que el representante del malón va enumerando con su boca pegada al megáfono nombres de medios televisivos que no están ni estarán, sumado al silencio que le prosigue al finalizar su anuncio, es desolador. Desolador porque esa falta de interés mediático también es espejo y reflejo del desinterés de la política. De la política en casi todo el abanico que abarca la palabra. Partidaria y no partidaria. Sindical, social, ambiental.
En este caso, la espera no desespera. Quizá, por aquella frase que se le atribuye a César, en Egipto: «Quien nunca ha esperado nada, no podrá desesperar jamás».
Y la conferencia arranca, casi una hora después de la hora estipulada, con medios jujeños y comunitarios y autogestivos que sí le dan relevancia a temas territoriales que implican además la soberanía y el futuro de cuestiones tan delicadas como el litio, por poner un ejemplo.
Tres mujeres y dos hombres originarios se sientan alrededor de una mesa con un micrófono que gira según quien toma la palabra.
De espaldas, la Corte.
De frente, la escuela Presidente Roca y a su lado, el teatro Colón: la hostilidad está por todos lados.

Fotos: Sebastián Smok
Tercer Malón de la Paz: 22 días de soledad
Hoy es el día 22 desde que el Tercer Malón de la paz llegó a Buenos Aires con la esperanza de que los tres poderes les dieran soluciones concretas a sus reclamos. Desde aquel primero de agosto, Día de la Pachamama, en el mejor de los casos hubo reuniones sin ninguna solución de fondo a los tres puntos concretos que siguen exigiendo las más de 420 comunidades originarias jujeñas que integran el malón.
Los tres reclamos
1) Exigir a la Corte Suprema que se expida respecto de la inconstitucionalidad de la reforma “exprés” ejecutada por el gobernador jujeño Gerardo Morales.
2) Solicitar al Congreso de la Nación la intervención a la provincia de Jujuy.
3) Que el Congreso elabore y sancione la Ley de Propiedad Comunitaria Indígena.
Sobre el punto 1, la Procuración General de la Nación ya dictaminó que la Corte debe pronunciarse, pero no lo hace. El silencio, hasta ahora, es ensordecedor. Lo rompe a palabras María Eugenia: «Hoy volvimos a ir a la puerta de la Corte Suprema y hoy nos volvieron a ignorar».
Patos, chanchos y el cementerio
Quiebra también Salustriana ese silencio: «Nosotros acá seguimos como patos y chanchos en medio del barro y el agua esperando que nos reciban autoridades que no funcionan para nada. Lo que está haciendo esta Corte de Injusticia es lamentable. Hoy cuando fuimos a exigir que nos reciban como lo hacemos cada día, los secretarios de los jueces sacaban la cabeza por la puerta como si fueran topos y mandaban a los policías a respondernos; sí, hoy los policías fueron los secretarios de los jueces. Son traidores, se burlan de nosotros; todo el tiempo nos están faltando el respeto».
Lo tuerce a palabras Eloy: «Esta Corte Suprema que tenemos detrás lo que en realidad parece ser es un cementerio. Un cementerio donde nadie sale a responderle al pueblo”.
Sobre el punto 2 y el punto 3, que necesitan de la acción del Congreso Nacional, o de un decreto presidencial, cuentan las (no) novedades.
María Eugenia: “Tras no tener respuesta en la Corte Suprema nos fuimos al Congreso, donde ya habíamos quedado que a las 12 nos recibirían los diputados, pero nos recibieron menos todavía que la semana pasada. Solo dos: Juan Marino, de Unión por la Patria; y Alejandro Vilca, del Frente de Izquierda. Ambos se comprometieron a que mañana nos entregarán un papel donde los 118 diputados de Unión por la Patria, y los 4 del FIT, firmarán en contra de la reforma inconstitucional impuesta por Morales. Tenemos fe que será así”.
Lucas: “¿Dónde están los otros diputados? Que den la cara. Es ahora cuando los necesitamos. La gente los eligió para que trabajen, no para que estén de vacaciones. Les pregunto, ¿están en defensa de un pueblo o de un dictador?”.
Patricia: “Exigimos a los diputados del Partido Federal; a los de la LIbertad Avanza; a los de Avanza Libertad; a los de SER; a los del Movimiento Popular Neuquino, y a cada partido que tenga diputados, que aparezca. Lo mismo a los de Juntos por el Cambio, cuya ausencia es total. Es muy triste mirar para arriba, para abajo, a los costados, y no ver a nadie. Pónganse en nuestros zapatos, porque el futuro está en las manos de ustedes. Cumplan su función y hagan lo que tienen que hacer”.
Salustriana: “¿Cómo puede ser que nos reciban dos diputados siendo 256?. No funcionan; no hacen nada y no es lógico que esto sea así. Es una lástima que se hayan vendido, que sean cómplices vendepatria. No les importa de nosotros. Y el presidente también nos está faltando el respeto, no está haciendo nada de lo que podría. Me van a decir que un presidente no puede mandar carpas si así lo quiere. Siguen y siguen toreándonos a nosotros, pero no vamos a bajar los brazos”.
Con Alberto Fernández
El presidente Alberto Fernández recibió a una delegación del Tercer Malón de la Paz el viernes pasado en la Quinta de Olivos.
Cuenta Patricia: “El presidente nos aseguró que ya hizo las denuncias correspondientes a la Corte sobre lo que pasa en Jujuy”.
Cuenta Lucas: “El presidente se comprometió a que en el transcurso de esta semana firmará un decreto para avanzar en una comisión integrada por organismos nacionales e internacionales que investigará los hechos llevados a cabo en Jujuy”.
¿Sobre la intervención de la provincia y la ley de propiedad comunitaria? “No hay novedades”.
Este miércoles se cumplen 211 años del 23 de agosto de 1812 cuando comenzó el Éxodo jujeño, gesta en la que el pueblo, como parte de un plan táctico frente al ejército colonial español, abandonó su tierra, quemó sus campos y viajó hasta Tucumán por orden del general Manuel Belgrano. Eran mujeres y hombres. Eran niños, niñas, personas ancianas. Cualquier semejanza con la realidad, no es pura casualidad.
Dice Eloy: “Mañana desde la 14 concentramos en Avenida 9 de Julio y Avenida de Mayo para marchar al Congreso, donde conmemoraremos el Éxodo jujeño. Con la madre tierra no se juega. Con lo que se jura y se promete cuando se asume un cargo, no se juega. Que lo tenga claro Morales y el resto también”.
Cierra Salustriana: «En esta permanencia vendrá más gente desde Jujuy si es necesario. Nos obligan a hacer eso. Pasan los días, pero seguimos de pie; deben tener claro que a nosotros no nos arrodillan más. Les juro por la pacha y por el abuelo fuego que van a tener que respetarnos. Mañana conmemoramos el Éxodo jujeño y es importante para que se tenga en cuenta de lo que somos capaces. Nada han hecho hasta ahora, así que de acá no nos vamos a ir”.
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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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