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Miguel Benasayag en MU: tecnocracia, arte, cuerpo y saber

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Antes de volver a Francia, el filósofo Miguel Benasayag pasó por MU y dejó pincelazos de su teoría. Alternando coyuntura e historia, teoría y práctica, explica los alcances de la revolución digital y cómo contrarrestar la colonización de la vida. El arte como creador de nuevos imaginarios y la humildad filosófica como claves para bancarse la complejidad y el desequilibrio: “Es importante saber que no vamos a ningún lado y abocarse a un saber bordeado de un no saber”.

La tercera revolución

La digital es la tercera revolución antropológica: la primera es el encuentro de la especie humana con el lenguaje, luego con la escritura y ahora con lo digital. La rapidez de lo digital es muy importante. La escritura aparece hace 4 mil años en la Mesopotamia con la misma promesa que lo digital- el mundo es la escritura, la vida está en la escritura- pero hoy en día hay muchos analfabetos o semianalfabetos y en ese entonces también lo había. Lo digital, en un tiempo mínimo, se desarrolló por todos lados colonizando todo lo vivo. Esa es la diferencia. A lo digital hay que poder oponerle una complejidad que venga desde los cuerpos. En ese sentido, todas acciones de resistencia de la vida hoy tienen que tener un diálogo muy cercano con la actividad artística, porque es desde el arte que se producen nuevas imágenes, nuevos imaginarios.

 Desde adentro

Todas las disciplinas que operaban sobre el cuerpo lo hicieron siempre desde afuera, como una cartografía que impone al territorio. En el mundo digital, la disciplina sobre el cuerpo se ejerce desde adentro, eso es lo que cambia. La práctica digital modifica la materia misma del mundo. La potencia del digital es que hace posible transformaciones genéticas, nanotecnologías, cosas que ya no disciplinan desde afuera sino que se acatan a la modificación misma de la materialidad del territorio.
https://www.youtube.com/watch?v=Ra11mAPN06s

El arte

En ese sentido, el trabajo artístico es fundamental. Los científicos comprenden el mundo pero no pueden intuirlo. Los artistas pueden intuir el mundo sin comprenderlo. Ahí está su potencia: porque la intuición está antes que la comprensión. Lo que pasa es que las transformaciones digitales están siendo capturadas por la macroeconomía y la tecnociencia con una idea aumentativa, pero los artistas también investigan estas nuevas formas y su trabajo consiste en ver cómo pueden quedar del lado de la vida, de la cultura, de lo limitado. Ese es el desafío mayor de esta época: la hibridación y las transformaciones son inevitables. El asunto es si eso puede hacerse sin caer en el olvido de los cuerpos.

Un nuevo imaginario

Yo estoy convencido de que las nuevas posibilidades científicas dependen de un nuevo imaginario. A su vez, el imaginario que permite nuevas posibilidades de investigación nunca es producido dentro de la ciencia. Cuando un científico se permite tener otro paradigma de investigación no es porque lo encontró dentro de su investigación científica, sino que lateralmente su imaginario científico fue contaminado por el desarrollo artístico de formas sociales que le permiten pensar de otra manera. La biología molecular, por ejemplo, que es la que piensa lo vivo como un lego, como partes modulares, hubiera sido imposible que naciera dentro de la biología sin que previamente el arte no figurativo, con su deconstrucción de los arquetipos, no haya disuelto en módulos las formas. Artísticamente, estéticamente, se había creado un imaginario de modularización y dislocación de las formas que en los laboratorios de biología hace emerger la hipótesis de la biología molecular.
https://www.youtube.com/watch?v=Qbw6P-H9c-c

La vida como colador 

Un paciente vino a mi estudio y me dijo: me siento un colador, no me queda nada, todo se me escapa. Y me gustó esa metáfora, ahora la uso siempre. Toda acción tiene que ser como un colador. Todo tiene que irse, nada tiene que quedar. No se trata de capitalizar, fijar, cristalizar. ¿Para qué sirve lo que hacés? Ojalá tenga muy pocas respuestas. Ahí entra el tema de la humildad, en un sentido no católico. Se trata de circular con la vida, no querer capitalizar cosas. No querer comprender cosas. El trabajo intelectual consiste en acompañar ese devenir donde la comprensión debe ser limitada. El no-saber no es enemigo del saber, está en el corazón del saber.

Depresión militante

Me molesta la depresión militante, los que dicen que «volvimos atrás» y esas cosas. Nada vuelve atrás y adelante. Creo que hay que amigarse con la vida y no querer una solución final. La solución final fue un concepto utilizado en la crisis de la racionalidad occidental por Hilbert, que dice: no logramos echar las contradicciones de la lógica, cómo hacemos para llegar a una lógica cerrada.
https://www.youtube.com/watch?v=uCdCXzq1MLg

Sin solución

Nos la pasamos queriendo la solución final. ¿Cómo luchas contra la injusticia sin una solución final? Y bueno, mejor no tenerla. Hay que amigarse con la vida y odiar a los militantes tristes que se la pasan proponiendo soluciones finales. Ellos quieren militar si hay una solución final. Si la militancia sigue atada a la idea de solución final, mejor que nadie milite. Porque la idea de solución final es un horror. El colador es lo opuesto. Ahí está la humildad filosófica.

A ningún lado

La vida es un proceso alejado del equilibrio, lo propio de todo organismo vivo es perder las partes que lo componen. Cuando un organismo empieza a dejar de perder esas partes es que está por morir. Y cuando no pierde más es porque está muerto. Entonces hay algo que tiene que ver con la dinámica de la vida. Y cuando hablan de la inutilidad del arte, la están elogiando. La verdad es que la inutilidad es efectivamente el punto de sabiduría mayor al cual nadie puede llegar completamente. Debería ser el horizonte general de nuestras prácticas. No sabemos «hacia a dónde vamos». Es importante saber que no vamos a ningún lado y abocarse a un saber bordeado de un no saber.
https://www.youtube.com/watch?v=wqWCSEm4j4k

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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