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#NoALaUnicaba: lo que hay que hacer para defender la educación pública

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La acción en la feria del Libro por parte de los estudiantes que rechazan la UniCABA culminó una semana de clases públicas, vigilias, semaforazos y movilizaciones que aún continúan. En esta nota los estudiantes le responden al Ministro de Cultura de la Nación («Es mentira que hay diálogo») y cuentan qué sintieron a ver sus caras en la tapa del diario comercial La Nación: «Una angustia impresionante: la criminalización del movimiento estudiantil y docente es terrible». Cuáles son los puntos oscuros del proyecto y las próximas movilizaciones que buscan dar vuelta los votos en la Legislatura.

Después de la interrupción del acto de inauguración de la Feria del Libro, de una marcha de 15 mil personas, de vigilias, clases públicas y asambleas en cada institución, la semana que viene comenzarán en la Legislatura porteña las exposiciones sobre el proyecto conocido como UniCABA (Universidad de la Ciudad) que el oficialismo busca aprobar y que desintegrará 29 terciarios e institutos de formación docente para concentrarlos en esa institución. Si bien aún el gobierno no consultó a la comunidad educativa y contesta con evasivas las razones detrás del proyecto, Verona Giardinieri, presidenta del centro de estudiantes del Normal 9, asegura que los estudiantes tienen en claro las motivaciones del proyecto. “Claro que se necesita una reforma del sistema educativo público, pero no inconsulta y con administradores de empresas. Cada normal y cada instituto tiene una cultura que le es propia porque hay profesorados de entre 70 y 100 años de historia, que tienen espacios de definición institucional y una cultura que le son propias. Y acá quieren intervenir, mandar a todos un único espacio, sin contemplar condiciones dignas de trabajo ni cursada. Tampoco dicen qué va a pasar con los empleos no docentes de mantenimiento, porteros, secretarios. No sólo son los docentes, sino toda la comunidad educativa”.
Giardineri fue uno los rostros que publicó en su portada web el diario La Nación como una de las “activistas que protagonizaron los incidentes” en la Feria del Libro. Responde: “Sentí una angustia impresionante porque la criminalización del movimiento estudiantil y docente es terrible. Me asusté muchísimo: trabajo en una escuela privada y pensé que podían tomarlo a mal. Se te vienen a la cabeza las peores cosas que te contaban tus padres de otras épocas de persecución. Pero el miedo se te va cuando llegas a la escuela y ves a cientos de rectores, docentes y estudiantes con un cartel que sólo dice: “Todos somos activistas”.

Escuchar a quien escucha: la lección de Claudia Piñeiro en la apertura de la Feria del Libro.

Romper la barrera

Los “incidentes” a los que se refirió el matutino ocurrieron cuando en la inauguración de la Feria del Libro se anunció al ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro. Lo que era un evento cuasi privado se interrumpió por el canto de docentes y alumnos que habían logrado entrar a la sala: “Señor, señora, no sea indiferente, nos cierran los terciarios en la cara de la gente”. Avogadro no pudo hablar. Los estudiantes sólo hicieron silencio cuando habló la escritora Claudia Piñeiro que, antes de dar una clase magistral de literatura y política (haciendo eje en el aborto legal), aclaró: «Yo fui al profesorado de matemáticas y por eso digo lo mismo que ustedes: retiren el proyecto”.
Los cantos se reactivaron cuando subió el ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, que fue directo al choque “Los fascistas que gritan se pueden callar así podemos seguir con el acto”, ordenó. Lo abuchearon. Y le gritaron que «fascista» es una medida inconsulta como la UniCABA. Avelluto anunció: “Uno de los fascistas va a hablar por el micrófono, así podemos continuar con el acto”.
Quien habló fue Juan Manuel Sánchez, consejero de Graduados del Instituto Lenguas Vivas. Fue breve: “Les pedimos que defiendan a los profesorados de formación docente. Les pedimos que defiendan la educación pública”.
Avelluto intentó, entonces, advertir a los presentes que así se procede en democracia. La respuesta fue un grito: “Esto no es democracia”.
El secretario de Cultura, ya desbordado, replicó: “No me vas a enseñar vos, maleducado, lo que es la democracia”.
Y se fue.

Buscados

El rostro de Sánchez, como el de Giardineri, también ilustró la penosa portada del diario comercial. “En ese lugar Alfonsín les dijo fascistas a los de la Sociedad Rural, ahora el Gobierno se lo dice a estudiantes”, dice a lavaca. “Fuimos a todas las reuniones de la Comisión de Educación en la Legislatura y uno de los argumentos era que querían dialogar. Es mentira. Estaban mudos. No hacían preguntas. El diálogo allí es inexistente. Y como nos vimos invisibilizados, salió la idea de hacer un cartelazo a la presentación de la feria. Negociamos hablar un minuto. Luego, Avelluto hizo una recorrida mediática sosteniendo lo que dijo. Nosotros no tuvimos la chance”.
Giardineri cuenta que sólo estaban cantando canciones educativas sin ningún nivel de violencia. “Lo que hizo el Gobierno fue convencer a la gente con encuestas tendenciosas. Y, por primera vez, pudimos romper la barrera y decir que esa no es la discusión”.
¿Cuál es entonces? Ambos responden lo mismo: “La defensa de la educación pública”.

Los puntos oscuros

Sánchez marca como el punto de quiebre el 22 de noviembre de 2017. “Por los medios de comunicación nos enteramos que el Gobierno había presentado un nuevo proyecto para desintegrar los 29 terciarios y armar una universidad para darle ´jerarquización´, según ellos. Fue presentado en una conferencia con sillones y parafernalia, pero era un texto de dos carillas con 16 puntos que no explican nada. Desde ese día ya generó rechazos”.
El Consejero sintetiza algunos puntos oscuros del proyecto:

  • “Afecta a 29 terciarios que incluyen a 1000 docentes y unos 28 mil estudiantes de todas las carreras”.
  • “No aclara qué va a pasar con tecnicaturas, ni traductorados, ni postítulos o especializaciones. No menciona tampoco que ningún docente se va a quedar sin trabajo. Ni que la gran población docente mayoritaria es interina en terciarios».
  • “Deja a la Legislatura y al jefe de Gobierno intervenir en caso de algún conflicto que no puede resolverse. Y designa a un rector normalizador que se va a encargar de hacer un nuevo estatuto. También todos los planes curriculares. Todo a dedo”.
  • “De los 29 rectores pasaría a haber uno solo normalizador. Eso afecta también a los equipos de cada institución, que forman rectores, docentes, estudiantes y en algunos casos no docentes que conforman un consejo que se reúne una vez por mes y tratan los temas de cada profesorado”.
  • “Otra cuestión son los títulos: mientras se crea la UniCaba, que tiene que tener el aval de la Coneau (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria), los títulos van a ser mientras solo para Capital. Alguien de acá no podría dar en Avellaneda, por ejemplo”.

Sánchez subraya que el rechazo es heterogéneo y cruza todos los ámbitos educativos. “El exministro de Educación, Mariano Narodowski (que fue procesado por el escándalo de las escuchas ilegales), dijo que el proyecto es una responsabilidad. El director de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés (UDESA), Axel Rivas, dijo que es inviable y que el equipo del Ministerio no tiene conducción. Y el investigador de Sociología de la Educación de la UDESA, Jason Beech, dijo que el plan es un salto al vacío y que si un alumno suyo le lleva el proyecto que presentó el Ministerio lo desaprueba. Todavía no sabemos quién está a favor”.

#NoALaUnicaba: lo que hay que hacer para defender la educación pública

Una movilización reunió, por primera vez, a los 29 profesorados afectados.


 

Diario de lucha

Sánchez reconoce que los terciarios no tienen una cultura de movilización como otros sectores educativos, y en ese dato se explica el impacto de esta medida que grafica en dos cifras precisas: “Pasamos de ser 100 personas en la primera marcha a 15 mil en la última”.
Hicieron asambleas en los colegios, vigilias, clases públicas, semaforazos. Un estudiante del Lenguitas, Martín Zubiaur, dijo a lavaca: “Vinieron muchos profesores. También graduados. Por primera vez los vecinos de Palermo vieron que había un conflicto a cuadras de su casa y que significaba que hay una escuela que quieren cerrar. Todos pedían más información”. Las columnas cantaban. Luego, para espantar los prejuicios que genera la resistencia estudiantil en ciertos sectores, fueron a cursar. “Transpirados, afónicos y cansados, pero contentos”.
Ese día decidieron hacer pañuelos de cara a las clases públicas. Las telas decían: “Educar es combatir”, junto a una tiza y un lápiz. Zubiaur: “La rectora se quedó toda la noche en la institución. Durmió en un sillón de oficina. La principal diferencia entre una toma y una vigilia es que la toma desentiende a la autoridad. Acá no, estamos juntos. El centro tiene cuatro años y nunca tuvo participación como ahora. Generó mucha integración entre las carreras como el traductorado, el profesorado de portugués y de inglés, por ejemplo”.
La agenda de los próximos días continúa con semaforazos, asambleas, bicicleteadas. El martes habrá clases públicas el martes en el comienzo de las exposiciones y, el miércoles, una marcha a las 17 desde el Ministerio de Educación de la Nación hasta la Legislatura porteña. La movilización tendrá el apoyo de sindicatos como UTE y ADEMYS, entre otros.
Sánchez: “Después de la visibilización del conflicto en la Feria del Libro, del escrache, de los cánticos, en el último día de la Comisión de Educación se planteó la posibilidad de que, después de tanto revuelo, podrían coexistir la UniCABA con los profesorados. Estamos atentos a ver si en verdad, no es otra trampa”.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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