CABA
Progresistas vs. desesperanzados
«Quizá escrutando la arena como arena,
las palabras como palabras,
podamos acercarnos a entender cómo y en qué medida
el mundo triturado y erosionado
puede todavía encontrar fundamento y modelo».
Italo Calvino
Si hubiera elecciones mañana, ¿a quién votaría?
Si pudiera rescatar los ahorros que le secuestraron los bancos, ¿en qué los invertiría?
Si tuviera que señalar a un culpable de la monumental crisis argentina ¿a quién señalaría?
Es probable que las tres preguntas tengan infinidad de respuestas, pero ninguna de ellas tiene más relevancia que la de señalar una preferencia personal, porque son las preguntas -y no sus posibles respuestas- las que refieren a una lógica de terapia intensiva: cómo mantener a un paciente terminal con respirador automático.
No es un candidato, sino un sistema el que ha dejado a la mitad de la población debajo de la línea de pobreza.
No es el corralito, sino el crack monetario el que ha vaciado de sentido toda especulación sobre la salud futura de la economía capitalista en la Argentina.
Ni siquiera las sucesivas troupes de presidentes, ministros y dirigentes que han ocupado cargos desde el 84 hasta hoy pueden justificar esta caída al vacío sostenida, implacable e imparable.
No. Problemas tan complejos no tienen respuestas tan simples.
Sin embargo, no es mi intención contribuir a la sobreoferta actual de diagnósticos, sino dar vuelta la hoja y avanzar un renglón.
Desde el 22 de diciembre -día en que se derrumbó De la Rúa, murieron 35 personas y se reimplantó el estado de sitio, entre otras cosas- hasta hoy, comenzaron a hacerse visibles alternativas que poco y nada tienen que ver con aquel modelo de país conectado al respirador. Si prosperan o fracasan, tampoco será culpa de los forajidos de siempre, sino de quienes por acción u omisión, han contribuido a resucitarlos.
Aquellos que hoy tienen la oportunidad y responsabilidad de plantear una alternativa.
Aquellos que deberían responder, clara y contundentemente, qué significa ser progresista aquí y hoy.
LA TEORÍA. Imperio es probablemente uno de los éxitos editoriales mundiales más curiosos de los últimos tiempos. Es un libro largo, complejo y caro. Sin embargo, se convirtió en un boom traducido a más de diez idiomas, que se agotó rápidamente en librerías y circula libremente por Internet: solo en la Argentina vendió ya unos nueve mil ejemplares.
Imperio es un ensayo redactado a cuatro manos por Michael Hardt, un profesor universitario estadounidense de 41 años, y por Tony Negri, un pensador marxista italiano que cumple actualmente prisión domiciliaria. Negri fue acusado de ser el mentor intelectual de las acciones terroristas de las Brigadas Rojas (incluido el asesinato del ex primer ministro italiano Aldo Moro) y condenado a la cárcel en 1979. Cuatro años después resultó elegido diputado y eso le permitió salir de prisión, pero cuando la mayoría oficialista del Parlamento le quitó la inmunidad, partió al exilio en París. Allí comenzó a elaborar Imperio, hipótesis que terminó de definir en Italia, donde -luego de pasar un corto tiempo en la prisión de Rebibbia- obtuvo la posibilidad de pasar el día en su casa en el trastevere romano y, cada noche, dormir entre rejas. Desde esa realidad, teorizó.
Publicado originariamente en inglés por la Universidad de Harvard, Imperio tiene la estructura y el tono de una clase magistral. Como cualquier clase, entonces, es un pensar en voz alta, un ida y vuelta algo errático, con repeticiones, con ideas sueltas, incluso con contradicciones. Pero con el enorme valor de revisar teorías, enlazar antecedentes, citar autores, integrar miradas. Desde una postura definida, claro. Negri y Hardt eligieron una entre cientos de posibilidades y eso supone un riesgo que asumieron: replantear, discutir, rebatir esas ideas es el desafío que se abre con las páginas del libro.
Imperio es, entonces, una teoría filosófico-política que se convirtió en best seller. Esa situación inusitada abre un panorama interesante: el de acercar el universo académico a las preocupaciones más cotidianas. Algo que revela la proliferación de foros de discusión que se armaron en torno a Imperio en la Internet. Son puntos de encuentro de militantes, intelectuales, lectores no especializados y los propios autores. Todos opinan, discuten, preguntan y responden en igualdad. Como en cualquier clase, una vez más.
Así, el libro se convirtió -a la vez- en centro de análisis y cuestionamiento de muchos intelectuales y bandera de los movimientos antiglobalizadores que encontraron en él un título acertado y la síntesis de varios conceptos difíciles de enunciar.
El ensayo de Negri y Hardt apareció en el 2000, luego de un largo período de investigación. Fue escrito después del fin de la guerra del Golfo y terminado bastante antes de que comenzara la guerra de Kosovo. «De modo que el lector debería situar el argumento en un punto intermedio entre aquellos dos acontecimientos trascendentes para la construcción del Imperio», explican los autores en el prólogo. Aclaran, además, que el libro les quedó «viejo», luego del estallido de las Torres Gemelas, el 11 de septiembre pasado.
¿Qué es Imperio, entonces?
La hipótesis básica de Hardt y Negri es que junto con el mercado global y los circuitos globales de producción surgieron un nuevo orden, una lógica y una estructura de dominio nuevas. «La soberanía ha tomado una nueva forma, compuesta por una serie de organismos nacionales y supranacionales unidos bajo una única lógica de mando. Esta nueva forma global de soberanía es lo que llamamos Imperio».
Quizá el punto más polémico es el hilván con que encandenan esta visión del nuevo orden, ya que enumeran como factor primordial lo que llaman «el derecho imperial» y ponen como ejemplo de esta jerarquía jurídica la ONU. Es cierto que el libro no deja reducido a este ejemplo la cuestión ( seguramente les hubiese encantado citar los avatares de la ley de quiebras argentina), pero sí que antepone el ordenamiento jurídico a las relaciones económicas como factor distintivo del nuevo entramado del poder. Semejante transgresión es lo que más ofende e irrita a los teóricos tradicionales y, mucho más, a los marxistas.
Este nuevo poder que gobierna el mundo no tiene centro, fronteras ni territorios nacionales. El dominio del Imperio es ilimitado y, en este esquema global, los Estados nacionales son meros instrumentos de las corporaciones. La verdadera geografía del mercado mundial está trazada con otros mapas delineados por «el complejo aparato que selecciona las inversiones y dirige los movimientos financieros y monetarios».
Según los autores, la desaparición de los estados nacionales no es el único cambio que produjo este nuevo orden. «El trabajo productivo tiende a hacerse cada vez menos material. El lugar central en la producción del superávit, que antes correspondía a la fuerza laboral de los trabajadores de las fábricas, hoy está siendo ocupado progresivamente por una fuerza laboral intelectual, inmaterial y comunicativa».
Si en otras épocas, la categoría del proletariado se centraba en la clase obrera industrial, hoy -arriesgan- «esa clase obrera casi ha desaparecido del panorama. No es que haya dejado de existir, sólo que ha sido desplazada de la posición privilegiada que ocupaba en la economía capitalista «.
Este Imperio tiene, además, una máquina responsable de producir y reproducir la imagen de autoridad imperial. Esa verdadera Matrix es responsabilidad de la industria de las comunicaciones. «La máquina imperial que construye tramas sociales que evacuan o tornan ineficaces cualquier contradicción», además disuelve las identidades locales y organiza los consensos del poder. Por eso, «la industria de la comunicación es el espacio político del poder imperial.»
Negri y Hardt se preocupan, también, por la salud actual de este modelo. Y se preguntan ¿Debemos concebir que éste es un Imperio decadente o es un Imperio de corrupción, no solo moral sino jurídica y política? Es decir: ¿esto es el principio del fin o así es el Imperio en todo su esplendor? Páginas antes, los profesores formulan otra pregunta cuya respuesta plantea una inquietud semejante. ¿qué es justicia y qué es paz en este Imperio? Y contestan: «nuestro rol como ciudadanos y nuestra responsabilidad ética, nuestro poder y nuestra impotencia se miden en el abismo de estas respuestas».
Tanto Hardt como Negri sostienen que de nada sirve ponerse nostálgico en relación con las viejas estructuras de poder; resucitar el Estado Nación no es un antídoto de protección contra el capital global. «Somos plenamente conscientes de que al afirmar esta tesis nadamos contra la corriente de nuestros amigos y camaradas de la izquierda -se atajan-.La estrategia de la resistencia local identifica mal al enemigo y, por lo tanto, lo enmascara (…) El enemigo es un régimen específico de relaciones globales que llamamos Imperio. Y esta estrategia de defender lo local es perniciosa porque oscurece y hasta niega las alternativas reales y el potencial para la liberación que existe en el interior del Imperio».
Para los autores, el propio monstruo lleva dentro de sí su destrucción. Cuanto más extienda el capital sus redes globales de producción y control, más vulnerable se volverá frente al agente encargado de llevar a cabo la sublevación: la multitud.
La lectura de Imperio aquí en Buenos Aires ha producido otro tipo de reflexiones. En principio, Imperio & Imperialismo, de Atilio Borón, es el primer texto argentino que crítica con dureza la obra de Hardt y Negri. Así lo explica el propio Borón:
-¿Por qué lo enojó tanto Imperio?
-Porque el libro me parece un dechado de errores. Plantean un esquema absolutamente abstracto, axiomático, que no tiene ningún contacto con la realidad. Por ejemplo: una de las ideas principales de Hardt y Negri es que los estados nacionales están en proceso de disolución. Yo le puedo demostrar con cifras en la mano que este fenómeno puede haberse verificado en los países de la periferia, pero no en los países centrales, donde el Estado ha adquirido una fortaleza extraordinaria, cuantitativa y cualitativamente. Si, como ellos dicen, el Estado es una cosa virtual, desterritorializada y sin centro, ¿por qué Estados Unidos se preocupa por intervenir de manera tan abierta en América latina? ¿Por qué, entonces, España no le concede la separación a los vascos? ¿Por qué no se resuelve la creación de un Estado Palestino? Si el Estado es algo tan irrelevante, Inglaterra podría resolver el problema con Irlanda del Norte de una buena vez.
-De todas formas, el planteo de Imperio parece explicar mejor la realidad mundial actual que la clásica oposición empresario-obrero…
-Es cierto que ellos responden a una necesidad objetiva y que muchos de nosotros nos venimos planteando desde hace tiempo: la necesidad de repensar creativamente las categorías clásicas, que provienen del marxismo. Ahora, una cosa es pensar categorías acuñadas en los debates previos a la Primera Guerra Mundial y otra es tirar por la borda al niño junto con el agua sucia. Es importante tirar el agua sucia, pero no el niño. No, si como hacen Hardt y Negri, para redefinir lo que es el imperialismo hoy, terminan por decir que se acabó el imperialismo. La Argentina, sin ir más lejos, es una evidencia de lo contrario. En un país donde las misiones del FMI se reúnen en los despachos oficiales y bajan línea a los gobernadores, no se puede sostener que el imperialismo ha terminado. Para nosotros, este libro es una burla.
-¿Por qué, en todo caso, una redefinición de categorías equiparable a la de Negri y Hardt no se se piensa en función de la crisis Argentina?
-Creo que lo que ocurrió es que ha habido un proceso muy rápido de reconstrucción económica capitalista en el último cuarto de siglo, junto con una crisis teórica fenomenal del pensamiento de izquierda producto de la frustración del experimento socialdemócrata de los 80 -Francois Miterrand en Francia, Bettino Craxi en Italia, Felipe González en España-, la implosión de la URSS, el colapso de la Revolución Sandinista… Todo eso dejó a la intelectualidad de izquierda muy debilitada, muy a la defensiva. Y sin recursos.
-¿Es posible reconstruir un discurso progresista en este contexto?
-Es posible y es necesario para salir de la trampa del pensamiento único y del posibilismo en que nos han ahogado. Hay que articular la función intelectual con los movimientos sociales, pero sin hacer seguidismo. Veo con alarma a mis colegas, que apoyan las tesis de Hardt y Negri, hacer una exaltación candorosa e ingenua de la multitud, cuando la multitud muchas veces requiere de una claridad y una organización que no tiene, pero que se va a ir dando a ella misma. Un error es el seguidismo y otro, el inverso: suponer que los intelectuales tenemos la llave del futuro y que podemos llevar a la multitud de las narices cuando los intelectuales no somos una vanguardia esclarecida. En oscilación entre estos riesgos, el papel que tenemos que cumplir es muy delicado.
LA PRÁCTICA. El debate planteado por la lectura de Imperio no es tan solo un tema ameno para la tertulia intelectual, sino una manera de enfocar las preguntas correctas que -quizá y por qué no- posibiliten las respuestas adecuadas. ¿Es este Imperio global una etapa superior del imperialismo? ¿Ha logrado, en su despliegue, destruir la fuerza de trabajo como factor económico central? Y en ese caso, ¿es la multitud de desocupados -y no los pocos que aún conservan un salario- aquellos que deben protagonizar la resistencia? ¿Es esa multitud global -a la que refieren Hardt y Negri-, sin más bandera que la protesta, sin más organización que la necesaria para proclamar un par de consignas ni más dirección que la oposición directa la fuerza indicada para jaquear a este capitalismo tribal? ¿El resurgimiento del nacionalismo es un síntoma de progreso o de reacción frente al pánico?
Lo cual, traducido al dialecto argentino de la crisis, podría reducirse a otras preguntas más directas:
¿Piqueteros y vecinos asambleistas o trabajadores y estudiantes?
¿Qué se vayan todos o rescatamos algo? (según los gustos, las opciones morales, del estilo de Elisa Carrió, Luis Zamora o Alicia Castro)
¿Cacerolazo global o himno nacional?
Y, fundamentalmente ¿este el fin de un sistema o la consagración de un modelo, en todo su patético esplendor?
Desde hace cinco meses, todos los días y a cada hora, la realidad dicta estas preguntas y sus consecuencias directas. Los partidos de izquierda ya han formulado sus respuestas de rigor y, quizá por eso, han cosechado más de lo que incluso esperaban sembrar en plena tormenta. Se han quedado con las ahora raquíticas estructuras de las asambleas barriales, que en pleno verano llegaron a convocar a más de seis mil personas en Parque Centenario, la mayoría de las cuales han huido ante los discursos incendiarios que poco tenían que ver con sus necesidades puntuales. Como sintetizó mi vecino aquel domingo que le pregunté que había pasado en la asamblea interbarrial a la que no había podido asistir: «Pasó lo de siempre: un señor planteó que no tenía plata para pagar la luz y se terminó votando no pagar la deuda externa». En dos mesas redondas que se realizaron en la Feria del Libro, en abril pasado, varios intelectuales citaron burlonamente el ejemplo de la asamblea de Lugano, donde los activistas del MST propusieron realizar una bicicleteada en repudio al ataque norteamericano a Afganistán.
Sin embargo, reducir a estas cuestiones el rol de la izquierda argentina en estos días es mirar la realidad con un solo ojo. El otro podría enfocar, por ejemplo, al triunfo que ha tenido una coalisión liderada por el Partido Obrero al frente de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), aquel bastión de Franja Morada desde el cual se maneja no sólo el destino de la protesta de la más importante masa de estudiantes universitarios de la Argentina, sino un presupuesto de más de seis millones de pesos anuales. El ahora presidente de la FUBA es Iván Lendl, un estudiante con 8 de promedio, fundador de un movimiento que lleva el significativo nombre de Tontos, pero no Tanto. En el poco tiempo que lleva en su cargo ha logrado mejorar la calidad de los apuntes y bajar sus precios, concursar aquellos puestos de trabajo que siempre quedaban en manos de los adeptos y organizar, en plena Plaza Houssay, una verdadera puesta en escena en defensa de la universidad pública. Al asumir Lendl declaró: «Somos la Fuba piquetera». El Partido Obrero, justamente, cumple eficientemente su rol en el movimiento piquetero y ha organizado el pasado mayo una reunión nacional para proclamar su plan de acción: imaginen cual.
También es cierto que, en busca de soluciones prácticas, las asambleas derivaron -entre otras cosas- en los clubes de trueque, donde hoy se negocia -a espaldas de todo el sistema capitalista imperial- el 10 por ciento de las transacciones económicas argentinas. Una cátedra de la Facultad de Economía se ha dedicado no sólo a estudiar, sino a asesorar a la Red del Trueque Solidario. Según los datos del profesor Jorge Marchini, en el Gran Buenos Aires, «un 58% de los concurrentes habituales a los nodos de intercambio son desocupados y un 66% de ellos indican que el trueque tiene una importancia central para el aprovisionamiento de los alimentos básicos de sus hogares». Sin bien, como señala Marchini » esta economía de subsistencia no es en sí misma una solución o alternativa para el desarrollo social y productivo del país», conforma al menos un fenómeno que merece ser analizado no solo desde el punto de vista económico, sino cultural, ya que se basa esencialmente en el rescate de valores tales como «el trabajo, la iniciativa, la participación, la gestión democrática y la colaboración» y hasta en un sistema primitivo de intercambio en donde la necesidad manda. Conozco incluso a varios expertos en marketing, verdaderos gurúes del ramo, que están realizando seguimientos pormenorizados sobre los clubes del trueque y cuyas conclusiones oscilan entre el espanto y el encanto.
Conozco, también, la tarea de Luis Perego, un ingeniero químico, diplomado en gestión en Chile y master en administración de empresas de la Universidad de La Plata, responsable de una cooperativa que reúne a una docena de profesionales con la misión de gerenciar empresas en terapia intensiva. Su gran éxito tiene un nombre legendario: SIAM.
Perego y su equipo idearon un sistema que hoy produce 1.200 cocinas por mes. El 40% de los ingresos que generan (entre cien mil y ciento cincuenta mil pesos por mes) se destina al pago del quiebra de Aurora. El resto permite el funcionamiento de la planta y el pago de un salario de entre 400 y 500 pesos por mes a los 70 miembros de la cooperativa que hoy es SIAM. Cada producto -en este país de inflación impredecible- se vende en cuotas. Las dos primeras, cubren los costos; con la tercera se entrega el aparato y el resto, es rentabilidad. Ahora están diseñando un complejo industrial en el mismo predio, para reunir allí a los proveedores y compartir costos operativos con ellos. Ya sumaron diez empresas. El proyecto es que, en seis meses, el complejo SIAM reúna a 1.500 trabajadores, todos organizados horizontal y democráticamente en cooperativas, sin gerentes ni jefes. Para Perego, el éxito no depende ni del futuro de la macroeconomía argentina, ni de la destreza con que diseñen el plan. «El gran secreto es que nadie estafe a nadie. Eso es lo que nos permitirá hacer historia o ser historia», sintetiza.
LAS PALABRAS. Fue Nicolás Casullo quien en plena crisis confesó: «La globalización nos plantea como nunca la dificultad de explicarnos a nosotros mismos. Es imposible explicarle a nadie el drama argentino. La idea de una multitud global o de un ciudadano global como plantea Tony Negri no nos sirve absolutamente para nada. Creo que si tendríamos que pensar una nueva política, tendríamos que pensarla desde las absolutas carencias en las que estamos situados. Estamos condenados a la barbarie de tener que pensar lo económico y nada mas que lo económico. Sin embargo, desde esa circunstancia se habilita la posibilidad de pensar por qué no ha quedado nada en términos políticos. Tenemos el recorrido no de lo lleno, sino de lo absolutamente vacío».
El vacío, entonces, es algo que es necesario llenar, pero para hacerlo no solo hay que saber cómo, sino acertar dónde. No encuentro mejor ejemplo de un desacierto que el editorial de la revista Punto de Vista de febrero en donde se señala: » Es interesante notar que desde las primeras manifestaciones hasta el estado de virtual asamblea general que se ha desarrollado en estas semanas en los barrios de Buenos Aires, el repudio por la política de estos grupos los ha hecho identificarse sólo como «vecinos»: podríamos decir, la reducción de la idea de ciudadanía a su mínima expresión, la sociedad de fomento o, mejor, el consorcio. Un consorcio que cuando piensa la crisis lo hace con una visión autoindulgente de su rol en ella, y que cuando piensa la democracia, piensa en la expresión sin mediaciones de la suma simple de sus demandas».
Tampoco encuentro un mejor ejemplo de sensibilidad que las palabras pronunciadas por el filósofo Alejandro Rotzichner, en un debate realizado en la Feria del Libro. Allí Rotzichner -a quién no leo habitualmente ni conozco personalmente- proclamó. «La nueva cultura política necesita que los ciudadanos -intelectuales o no-, seamos más diseñadores de situaciones que analistas de lo social. No pretendo que el análisis sea eliminado, sino que sea puesto en función de una acción. Esta nueva militancia no debe crítica, sino creativa. No está basada en el sacrificio, sino en el entusiasmo. No describe catástrofes, sino que ama el mundo. No se obsesiona con el pasado, sino que apuesta al futuro y quiere el presente. Y se centra únicamente en nuestro deseo: ¿Qué queremos que pase en la sociedad? Ser mas osados, más plásticos, con menos miedo, menos fatales y más confiados».
Quizá ser progresista hoy signifique tan solo y nada menos que tener esperanza.
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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