CABA
Qué pasa en la Villa 31: Del desastre estatal a la organización barrial
Crónica de otro sábado de pandemia en la Villa 31, tras las medidas oficiales que aseguraron «priorizar» a los barrios populares. El testimonio de una joven que volvió del aislamiento tras dar negativo al Covid, en una familia con tres casos positivos. En qué estado están las instalaciones del gobierno porteño. El aumento de la demanda de comida. La asociación entre empresarios y la iglesia para desembarcar en el barrio. Cómo se acomoda la solidaridad con referentes barriales confinados. Y por qué lo único que contiene y salva a las y los vecinos es la organización social.

Desde arriba se oyen dos voces que, contentas, gritan: “¡Eh, Javi! ¡Hola!”. Son Laura y su tía cruzando la pasarela que las devuelve a la Villa 31, después de pasar dos días en el Hotel Ibis de Congreso. Ambas van cargadas de bolsas de plástico con ropa y, si bien llevan los respectivos barbijos, la sonrisa se les nota en sus ojos achinados: “Volver a casa”, titula la más grande de ellas, acaso aliviada tras estar aislada bajo sospecha de tener coronavirus, con una diabetes y otras enfermedades encima.
Van pasando la canchita de fútbol –un deporte que ha vuelto a practicarse en Alemania y en la 31- y saludan a un hombre que vende pollos en el baúl de su auto. “No cambió nada esto”, dicen medio en broma medio en serio, ya que tampoco se fueron hace tanto. “No podemos malagradecer cómo nos trataron – dice Laura sobre los días de hotel- pero ya necesitábamos estar acá”.
Después de doblar algunos pasillos se adivina el por qué: varios metros antes de su casa sus ahijados, nietos e hijos salen a recibirlas.
Y entonces los abrazos ya dejan de esperar.

Falsos positivos
Después de dos días de espera tras el hisopado, Laura y su tía dieron negativo de coronavirus. Por eso vuelven. Según definen, están “desconcertadas”: el novio de Laura tiene el virus y, entre el estudio de él y la certeza del positivo, compartieron besos y mates en esta casa donde viven dos familias juntas: 8 adultos, 5 chicos. “Yo ya no entiendo nada”, dice Laura sobre esa distancia entre lo que se dice y lo que le pasó a ella. Ya no busca explicaciones, sino tranquilidad.
Es la segunda vez que parte de la familia estuvo en aislamiento solo durante mayo. Antes, a su prima –hija de la tía que acaba de volver- y a su ex pareja, confirmados de Covid, les tocó estar 21 días en una clínica.
Ahora es el novio de Laura, que pese a no tener síntomas se hizo el test presionado por la empresa de seguridad donde trabaja: positivo.A diferencia de aquella primera ocasión familiar, esta vez el Gobierno de la Ciudad las hizo esperar el resultado del hisopado a Laura y su tía en el Hotel Ibis: negativos, pese a los besos y los mates compartidos.
Laura: “Nosotros esperábamos que sea negativo el resultado de él, porque no tenía ningún síntoma. Encima, nos enteramos después de cinco días. Mientras, estuvo acá todo el tiempo, fue a trabajar, tomamos mate… ¡Hasta este martes tomamos mate!”, repite incrédula.
Una vez confirmado el positivo, el novio se acercó a la sala de salud del barrio y fue derivado a un hotel. Laura asegura que su novio está bien, sin síntomas, aunque aburrido del encierro y preocupado por el trabajo. La diferencia: “Para mí no fue tan dramático (el aislamiento) porque tengo mi grupo de contención. Gente de (la organización social) El Hormiguero me contuvo, mi profesora, mis compañeras, mis amigas. Pero él recién se está incorporando al barrio: es más duro para él por no tener compañeros”.

Foto: Nacho Yuchark
Laura cursa en el profesorado Dora Acosta que El Hormiguero mantiene dentro de la 31. Y gracias a algunas lecciones que aprendió dentro y fuera del aula, asegura: “Te voy a ser sincera: las organizaciones sociales son las que están conteniendo. La Secretaría (de Salud porteña) me dijo que iba a traer artículos de limpieza: jamás trajeron. Trajeron sí una caja de comida para dos personas, aunque sabían que éramos ocho acá. Yo tengo la suerte de tener contención, pero también pienso: hay gente que no tiene esto. ¿Cómo hace? Nosotros tenemos la ventaja de tener agua. ¿Y las personas que no tienen? ¿Y si no tenés trabajo? Está muy difícil la situación del barrio y si vamos a depender del gobierno, te morís adentro, como le pasó a mucha gente”.
Ahora que volviste, ¿cómo te imaginás los días que se vienen?
Se vienen días difíciles, más difíciles de los que ya pasamos. Por la economía, porque hay gente que no se cuida… ¿Cuántos casos habrá en dos semanas? Va a llegar un momento en que no den abasto: ese es mi miedo.
“Hasta que no te toca, no creés”, dirá Laura acaso sin saber aún si a ella le tocó o le espera algo peor, antes de subir una escalera espiralada para desensillar sus cosas en su cuarto-casa, siempre custodiada por dos gatos que también parecen haberla extrañado mucho.

¿Quiénes gobiernan?
En el fondo de la 31 –hacia el Norte- no se ven tantos agentes del gobierno –algunos vecinos los denominan por sus trajes “los astronautas”, en una metáfora que reviste varias interpretaciones- como sí en la zona lindera a la estación de Retiro. “Es porque allá está la Secretaría (de Salud porteña)”, explican. La otra razón es que ésta es -aún- la parte con menos contagios.
Acaso una síntesis entre esta sub división del barrio es el “arco de desinfección” instalado en una de las tantas entradas que tiene la 31, como si fuera la única entrada. Según promocionaron desde el Gobierno porteño, la estructura tiene la misión de desinfectar autos, pero aún no funciona. Su escenografía habla por sí misma:

Según se anunció en los medios – pero escasamente en el barrio- se sumarán otros dos arcos iguales en otros accesos y una serie de cámaras térmicas para detectar la temperatura corporal de las personas. Todo es parte de un operativo de desinfección y “búsqueda activa de febriles”: según datos difundidos el viernes por la mañana por el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, se hicieron 2.085 hisopados y 1.249 dieron positivos. Aun no se confirmó el número total, pero teniendo en cuenta este dato y estimando los anteriores, se debe suponer que los habitantes de la 31 hoy superan los 2 mil casos, sobre un total de 60 mil habitantes.
Una vez “detectados” el procedimiento para los sospechosos y/o contagiados sigue en uno de los búnkers que instaló el Gobierno de la Ciudad cercano al barrio, en donde paradójicamente funcionaba la “Terminal de Cruceros”. Allí dos guardias parecen tener órdenes de eyectar a “la prensa” y, mientras lo único que se ve hacia adentro son postas de salud detrás de un edificio vidriado, llega otro micro escolar que se sigue usando para trasladar a los pacientes de la villa.

Hoy el gobierno porteño, intimidado por el juez Darío Reynoso, presentó el protocolo sanitario para aplicar en los barrios populares de la Ciudad. El juez lo intimó a hacerlo luego de dictaminar que no existía tal cosa. Intentaron demorar la presentación, pero el juez disuadió la demora con un argumento motivador: el plazo era hoy a las 11 o deberían pagar una multa de 30 mil pesos diarios por cada día de retardo, que deberían abonar los titulares de las carteras de Salud, Desarrollo y Hábitat, Espacio Público e Higiene Urbana. “Las circunstancias que se plantean en este proceso revisten importancia, gravedad y urgencia, en tanto se trata de la protección de los derechos y garantías de las personas que conforman un colectivo vulnerable en el marco de la emergencia sanitaria por COVID-19”, argumentó.
Esta mañana el protocolo fue entregado a la justicia.

A algunos metros, por esa misma vía olvidada de la Capital que bordea el Puerto de Buenos Aires y sus conteiners hoy varados, está el otro puesto sanitario que el gobierno porteño instaló en su lugar fetiche: Costa Salguero, histórico bunker electoral de Cambiemos. Sus guardias aseguran que “con este día” ( quizá porque es sábado, quizá porque hace frío) no hay nadie para conversar ni mostrar las instalaciones, que abrieron para la prensa el miércoles pasado. “Vino hasta la CNN”, comenta el guardia sobre la inauguración mediática de esas instalaciones que los vecines de la 31 aún no registran con precisión.
De ollas y CEO´s
En el barrio se nota que lo urgente hoy, más allá o más acá del virus, es la comida. Las viandas que llegan hoy sábado son principalmente producto de donaciones y se reparten a través de las organizaciones sociales o de las distintas iglesias, que a hacen a su vez puente con las empresas. Un ejemplo: las cajas con el sello de la campaña “Seamos Uno”, eslogan estampado en cada cartón que reparte la parroquia Cristo Obrero.

Foto: Nacho Yuchark
Seamos Uno se autodefine como “un grupo de personas, entidades y organizaciones religiosas, sociales y empresarias argentinas” que aspiran a “cubrir 4 millones de argentinos con el armado de un millón de cajas con productos alimenticios y de higiene”. Según relatan sus voceros, la idea nació “en un chat entre un empresario y un sacerdote” y creció hasta involucrar “directamente a más de 30 CEOs –muchos competidores entre sí– a las iglesias, a las organizaciones de la sociedad civil, a los referentes barriales y al Estado, todos coordinados y sin una sola reunión física”. En su web llevan los logos de quienes participan, incluyendo bancos como Itaú, empresas líderes como Mercado Libre, y medios como Clarín.
Otro ejemplo: la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra (UTT, organización que agremia a unas 15 mil familias productoras de alimentos) entregó esta semana mil bolsones de verduras a vecinos y vecinas de Villa Azul, el barrio que linda entre los municipios de Quilmes y Avellaneda, al sur del conurbano bonaerense, y que desde esta semana se encuentra aislado ante un brote de más de 200 contagios de Covid 19.
La organización La Poderosa, por su parte, lanzó una campaña con artistas y referentes sociales que logró una recepción de 6.000 viandas calientes para lxs 5000 vecinos y vecinas de esa misma villa, mientras siguen exigiendo justicia tras la muerte de su compañera de la 31, Ramona Medina.

Entre muchas otras, este tipo de acciones dejan otras huellas del trabajo que los movimientos y las organizaciones sociales están desarrollando en los territorios, visibilizando la dimensión política y económica que implica el mecanismo solidario: otros sistemas de producción, comercialización y de consumo, sustentados con una organización que nace desde los propios barrios.
No estampan logos en las cajas de comida.
Ni se parecen a favores o licencias disfrazadas de ayudas.
Construcción social
El barrio parece en silencio, pero no para. Dentro de cada escuela, comedor o casa se teje una estrategia de sobrevivencia que implica cocinar, cuidar, contener, ayudar, pensar y actuar, todo al mismo tiempo: “A veces tenemos miedo, pero enseguida lo sacudirnos, porque el miedo paraliza”, asegura Sandra, una de los motores de las distintas redes que confluyen en el jardín Sueños Bajitos, hoy convertido en centro de donaciones.
Otro ejemplo: hoy son pañales producidos por una donación autogestionada por la cooperadora del jardín de infantes Florencio Escardó y la escuela Leopoldo Lugones –que lavaca ayudó a coordinar- y viandas que facilitó la organización El Hormiguero, de la que Sandra es parte. La sala amarilla está convertida en un depósito de donaciones; Sandra señala las que son del gobierno, y las que llegaron vía organizaciones y personas: los montículos solidarios triplican a los estatales. No es solo una cuestión de cantidad, aunque también.
Sandra explica que cada vez más gente necesita donaciones ya que, por ejemplo, muchos comedores reciben del Estado mercadería para preparar comida solo para quienes estaban registrados antes de la pandemia. Ahora, con el trabajo parado, esa necesidad aumentó y, ante la demora de respuesta estatal, surgieron las respuestas sociales: “Acá repartimos unas 150 viandas para madres y padres de la escuela”, comenta, acaso como un hormiguero que se replica en cada manzana y que va cubriendo, poco a poco, la demanda que desborda y que estas últimas semanas sumó otro problema: muchas de las encargadas de cocinar y atender comedores y merenderos o están infectadas o están aisladas a la espera del resultado del hisopado, ya que estuvieron en “contacto estrecho” con algún infectado, algo muy probable dado el puesto que ocupan en esa trinchera.
El resultado es que faltan manos para hacer llegar las viandas y bolsones a quienes están encerrados en sus casas y la única forma de reunir hambre con alimento es acercarse al comedor, hacer cola y llevar la comida para toda la familia, e incluso, vecinos que no pueden moverse. Se sacrifica el contagiado menos dañado – en la jerga pandémica podría llamárselo “asintomático”- por el resto.

En otro comedor se encuentra Elbita, revolviendo un guiso de verduras al que luego le echará varios paquetes de fideos y que calcula que alcanzará para 170 personas, igual que la polenta con albóndigas del sábado pasado. Son las 15 y calcula que estará listo a las 19, para la cena.
La escena se repite en cada pasillo, se repite en cada manzana.
El barrio parece en silencio, pero no para.
No puede parar.
Otra de las actividades que no se detiene pese al encierro y, hasta es motivada por eso, es la construcción. “Sirve para calmar las ansias de los chicos”, asegura Laura, sobre dos niñes de 5 y 7 años que están acarreando ladrillos, de su casa a la de enfrente. “La familia se agrandó”, explica la madre de los acarreadores y de Taiana, una niña que no se despega de su abuela, que acaba de llegar del aislamiento.
Esos ladrillos serán parte de la pared del cuarto de esos mismos niños.
“Acá la construcción es colectiva o no es”, sintetiza Laura.
En cualquier otro contexto podría parecer una frase hecha.
Acá, este sábado y en la villa 31, es literal.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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