Nota
Qué pasa en la Villa 31: Del desastre estatal a la organización barrial
Crónica de otro sábado de pandemia en la Villa 31, tras las medidas oficiales que aseguraron “priorizar” a los barrios populares. El testimonio de una joven que volvió del aislamiento tras dar negativo al Covid, en una familia con tres casos positivos. En qué estado están las instalaciones del gobierno porteño. El aumento de la demanda de comida. La asociación entre empresarios y la iglesia para desembarcar en el barrio. Cómo se acomoda la solidaridad con referentes barriales confinados. Y por qué lo único que contiene y salva a las y los vecinos es la organización social.
Desde arriba se oyen dos voces que, contentas, gritan: “¡Eh, Javi! ¡Hola!”. Son Laura y su tía cruzando la pasarela que las devuelve a la Villa 31, después de pasar dos días en el Hotel Ibis de Congreso. Ambas van cargadas de bolsas de plástico con ropa y, si bien llevan los respectivos barbijos, la sonrisa se les nota en sus ojos achinados: “Volver a casa”, titula la más grande de ellas, acaso aliviada tras estar aislada bajo sospecha de tener coronavirus, con una diabetes y otras enfermedades encima.
Van pasando la canchita de fútbol –un deporte que ha vuelto a practicarse en Alemania y en la 31- y saludan a un hombre que vende pollos en el baúl de su auto. “No cambió nada esto”, dicen medio en broma medio en serio, ya que tampoco se fueron hace tanto. “No podemos malagradecer cómo nos trataron – dice Laura sobre los días de hotel- pero ya necesitábamos estar acá”.
Después de doblar algunos pasillos se adivina el por qué: varios metros antes de su casa sus ahijados, nietos e hijos salen a recibirlas.
Y entonces los abrazos ya dejan de esperar.
Falsos positivos
Después de dos días de espera tras el hisopado, Laura y su tía dieron negativo de coronavirus. Por eso vuelven. Según definen, están “desconcertadas”: el novio de Laura tiene el virus y, entre el estudio de él y la certeza del positivo, compartieron besos y mates en esta casa donde viven dos familias juntas: 8 adultos, 5 chicos. “Yo ya no entiendo nada”, dice Laura sobre esa distancia entre lo que se dice y lo que le pasó a ella. Ya no busca explicaciones, sino tranquilidad.
Es la segunda vez que parte de la familia estuvo en aislamiento solo durante mayo. Antes, a su prima –hija de la tía que acaba de volver- y a su ex pareja, confirmados de Covid, les tocó estar 21 días en una clínica.
Ahora es el novio de Laura, que pese a no tener síntomas se hizo el test presionado por la empresa de seguridad donde trabaja: positivo.A diferencia de aquella primera ocasión familiar, esta vez el Gobierno de la Ciudad las hizo esperar el resultado del hisopado a Laura y su tía en el Hotel Ibis: negativos, pese a los besos y los mates compartidos.
Laura: “Nosotros esperábamos que sea negativo el resultado de él, porque no tenía ningún síntoma. Encima, nos enteramos después de cinco días. Mientras, estuvo acá todo el tiempo, fue a trabajar, tomamos mate… ¡Hasta este martes tomamos mate!”, repite incrédula.
Una vez confirmado el positivo, el novio se acercó a la sala de salud del barrio y fue derivado a un hotel. Laura asegura que su novio está bien, sin síntomas, aunque aburrido del encierro y preocupado por el trabajo. La diferencia: “Para mí no fue tan dramático (el aislamiento) porque tengo mi grupo de contención. Gente de (la organización social) El Hormiguero me contuvo, mi profesora, mis compañeras, mis amigas. Pero él recién se está incorporando al barrio: es más duro para él por no tener compañeros”.
Laura cursa en el profesorado Dora Acosta que El Hormiguero mantiene dentro de la 31. Y gracias a algunas lecciones que aprendió dentro y fuera del aula, asegura: “Te voy a ser sincera: las organizaciones sociales son las que están conteniendo. La Secretaría (de Salud porteña) me dijo que iba a traer artículos de limpieza: jamás trajeron. Trajeron sí una caja de comida para dos personas, aunque sabían que éramos ocho acá. Yo tengo la suerte de tener contención, pero también pienso: hay gente que no tiene esto. ¿Cómo hace? Nosotros tenemos la ventaja de tener agua. ¿Y las personas que no tienen? ¿Y si no tenés trabajo? Está muy difícil la situación del barrio y si vamos a depender del gobierno, te morís adentro, como le pasó a mucha gente”.
Ahora que volviste, ¿cómo te imaginás los días que se vienen?
Se vienen días difíciles, más difíciles de los que ya pasamos. Por la economía, porque hay gente que no se cuida… ¿Cuántos casos habrá en dos semanas? Va a llegar un momento en que no den abasto: ese es mi miedo.
“Hasta que no te toca, no creés”, dirá Laura acaso sin saber aún si a ella le tocó o le espera algo peor, antes de subir una escalera espiralada para desensillar sus cosas en su cuarto-casa, siempre custodiada por dos gatos que también parecen haberla extrañado mucho.
¿Quiénes gobiernan?
En el fondo de la 31 –hacia el Norte- no se ven tantos agentes del gobierno –algunos vecinos los denominan por sus trajes “los astronautas”, en una metáfora que reviste varias interpretaciones- como sí en la zona lindera a la estación de Retiro. “Es porque allá está la Secretaría (de Salud porteña)”, explican. La otra razón es que ésta es -aún- la parte con menos contagios.
Acaso una síntesis entre esta sub división del barrio es el “arco de desinfección” instalado en una de las tantas entradas que tiene la 31, como si fuera la única entrada. Según promocionaron desde el Gobierno porteño, la estructura tiene la misión de desinfectar autos, pero aún no funciona. Su escenografía habla por sí misma:
Según se anunció en los medios – pero escasamente en el barrio- se sumarán otros dos arcos iguales en otros accesos y una serie de cámaras térmicas para detectar la temperatura corporal de las personas. Todo es parte de un operativo de desinfección y “búsqueda activa de febriles”: según datos difundidos el viernes por la mañana por el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, se hicieron 2.085 hisopados y 1.249 dieron positivos. Aun no se confirmó el número total, pero teniendo en cuenta este dato y estimando los anteriores, se debe suponer que los habitantes de la 31 hoy superan los 2 mil casos, sobre un total de 60 mil habitantes.
Una vez “detectados” el procedimiento para los sospechosos y/o contagiados sigue en uno de los búnkers que instaló el Gobierno de la Ciudad cercano al barrio, en donde paradójicamente funcionaba la “Terminal de Cruceros”. Allí dos guardias parecen tener órdenes de eyectar a “la prensa” y, mientras lo único que se ve hacia adentro son postas de salud detrás de un edificio vidriado, llega otro micro escolar que se sigue usando para trasladar a los pacientes de la villa.
Hoy el gobierno porteño, intimidado por el juez Darío Reynoso, presentó el protocolo sanitario para aplicar en los barrios populares de la Ciudad. El juez lo intimó a hacerlo luego de dictaminar que no existía tal cosa. Intentaron demorar la presentación, pero el juez disuadió la demora con un argumento motivador: el plazo era hoy a las 11 o deberían pagar una multa de 30 mil pesos diarios por cada día de retardo, que deberían abonar los titulares de las carteras de Salud, Desarrollo y Hábitat, Espacio Público e Higiene Urbana. “Las circunstancias que se plantean en este proceso revisten importancia, gravedad y urgencia, en tanto se trata de la protección de los derechos y garantías de las personas que conforman un colectivo vulnerable en el marco de la emergencia sanitaria por COVID-19”, argumentó.
Esta mañana el protocolo fue entregado a la justicia.
A algunos metros, por esa misma vía olvidada de la Capital que bordea el Puerto de Buenos Aires y sus conteiners hoy varados, está el otro puesto sanitario que el gobierno porteño instaló en su lugar fetiche: Costa Salguero, histórico bunker electoral de Cambiemos. Sus guardias aseguran que “con este día” ( quizá porque es sábado, quizá porque hace frío) no hay nadie para conversar ni mostrar las instalaciones, que abrieron para la prensa el miércoles pasado. “Vino hasta la CNN”, comenta el guardia sobre la inauguración mediática de esas instalaciones que los vecines de la 31 aún no registran con precisión.
De ollas y CEO´s
En el barrio se nota que lo urgente hoy, más allá o más acá del virus, es la comida. Las viandas que llegan hoy sábado son principalmente producto de donaciones y se reparten a través de las organizaciones sociales o de las distintas iglesias, que a hacen a su vez puente con las empresas. Un ejemplo: las cajas con el sello de la campaña “Seamos Uno”, eslogan estampado en cada cartón que reparte la parroquia Cristo Obrero.
Seamos Uno se autodefine como “un grupo de personas, entidades y organizaciones religiosas, sociales y empresarias argentinas” que aspiran a “cubrir 4 millones de argentinos con el armado de un millón de cajas con productos alimenticios y de higiene”. Según relatan sus voceros, la idea nació “en un chat entre un empresario y un sacerdote” y creció hasta involucrar “directamente a más de 30 CEOs –muchos competidores entre sí– a las iglesias, a las organizaciones de la sociedad civil, a los referentes barriales y al Estado, todos coordinados y sin una sola reunión física”. En su web llevan los logos de quienes participan, incluyendo bancos como Itaú, empresas líderes como Mercado Libre, y medios como Clarín.
Otro ejemplo: la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra (UTT, organización que agremia a unas 15 mil familias productoras de alimentos) entregó esta semana mil bolsones de verduras a vecinos y vecinas de Villa Azul, el barrio que linda entre los municipios de Quilmes y Avellaneda, al sur del conurbano bonaerense, y que desde esta semana se encuentra aislado ante un brote de más de 200 contagios de Covid 19.
La organización La Poderosa, por su parte, lanzó una campaña con artistas y referentes sociales que logró una recepción de 6.000 viandas calientes para lxs 5000 vecinos y vecinas de esa misma villa, mientras siguen exigiendo justicia tras la muerte de su compañera de la 31, Ramona Medina.
Entre muchas otras, este tipo de acciones dejan otras huellas del trabajo que los movimientos y las organizaciones sociales están desarrollando en los territorios, visibilizando la dimensión política y económica que implica el mecanismo solidario: otros sistemas de producción, comercialización y de consumo, sustentados con una organización que nace desde los propios barrios.
No estampan logos en las cajas de comida.
Ni se parecen a favores o licencias disfrazadas de ayudas.
Construcción social
El barrio parece en silencio, pero no para. Dentro de cada escuela, comedor o casa se teje una estrategia de sobrevivencia que implica cocinar, cuidar, contener, ayudar, pensar y actuar, todo al mismo tiempo: “A veces tenemos miedo, pero enseguida lo sacudirnos, porque el miedo paraliza”, asegura Sandra, una de los motores de las distintas redes que confluyen en el jardín Sueños Bajitos, hoy convertido en centro de donaciones.
Otro ejemplo: hoy son pañales producidos por una donación autogestionada por la cooperadora del jardín de infantes Florencio Escardó y la escuela Leopoldo Lugones –que lavaca ayudó a coordinar- y viandas que facilitó la organización El Hormiguero, de la que Sandra es parte. La sala amarilla está convertida en un depósito de donaciones; Sandra señala las que son del gobierno, y las que llegaron vía organizaciones y personas: los montículos solidarios triplican a los estatales. No es solo una cuestión de cantidad, aunque también.
Sandra explica que cada vez más gente necesita donaciones ya que, por ejemplo, muchos comedores reciben del Estado mercadería para preparar comida solo para quienes estaban registrados antes de la pandemia. Ahora, con el trabajo parado, esa necesidad aumentó y, ante la demora de respuesta estatal, surgieron las respuestas sociales: “Acá repartimos unas 150 viandas para madres y padres de la escuela”, comenta, acaso como un hormiguero que se replica en cada manzana y que va cubriendo, poco a poco, la demanda que desborda y que estas últimas semanas sumó otro problema: muchas de las encargadas de cocinar y atender comedores y merenderos o están infectadas o están aisladas a la espera del resultado del hisopado, ya que estuvieron en “contacto estrecho” con algún infectado, algo muy probable dado el puesto que ocupan en esa trinchera.
El resultado es que faltan manos para hacer llegar las viandas y bolsones a quienes están encerrados en sus casas y la única forma de reunir hambre con alimento es acercarse al comedor, hacer cola y llevar la comida para toda la familia, e incluso, vecinos que no pueden moverse. Se sacrifica el contagiado menos dañado – en la jerga pandémica podría llamárselo “asintomático”- por el resto.
En otro comedor se encuentra Elbita, revolviendo un guiso de verduras al que luego le echará varios paquetes de fideos y que calcula que alcanzará para 170 personas, igual que la polenta con albóndigas del sábado pasado. Son las 15 y calcula que estará listo a las 19, para la cena.
La escena se repite en cada pasillo, se repite en cada manzana.
El barrio parece en silencio, pero no para.
No puede parar.
Otra de las actividades que no se detiene pese al encierro y, hasta es motivada por eso, es la construcción. “Sirve para calmar las ansias de los chicos”, asegura Laura, sobre dos niñes de 5 y 7 años que están acarreando ladrillos, de su casa a la de enfrente. “La familia se agrandó”, explica la madre de los acarreadores y de Taiana, una niña que no se despega de su abuela, que acaba de llegar del aislamiento.
Esos ladrillos serán parte de la pared del cuarto de esos mismos niños.
“Acá la construcción es colectiva o no es”, sintetiza Laura.
En cualquier otro contexto podría parecer una frase hecha.
Acá, este sábado y en la villa 31, es literal.
Nota
Rosario y el asesinato de “Pillín” Bracamonte: las hipótesis, la pelea entre bandas y un corte de luz antes de las balas
En el atentado número 30 contra su vida, Andrés “Pillín” Bracamonte –líder de la barra brava de Rosario Central desde hace al menos 25 años– fue asesinado a balazos este sábado junto a su segundo, Daniel “Rana” Atardo. Ocurrió en el marco de un partido de Central contra San Lorenzo. Hubo una posible zona liberada, luces cortadas en la zona, y un crimen que se veía venir pese a la aparente calma de la violencia en Rosario en los últimos meses. Publicamos aquí las crónicas del medio cooperativo rosarino El Ciudadano, que dan cuenta del hecho, las primeras hipótesis, un perfil de Bracamonte y el contexto. Todo puede seguirse además en El Ciudadano (elciudadanoweb.com). Y agregamos una reflexión del periodista y diputado Carlos del Frade quien anticipa que estos asesinatos tendrán igual o mayores efectos que todo lo que ocurrió tras el crimen del “Pájaro” Cantero.
La muerte de Pillín: las hipótesis detrás del crimen que agita la pelea entre bandas y un sugestivo corte de luz antes de las balas
Quizás por haber sido víctima de 29 ataques a balazos, estaba regalado en una calle donde tampoco le llamo la atención que la luz estuviera cortada antes de que lo asesinaran. Por El Ciudadano (elciudadanoweb.com).
Con 29 ataques a balazos en el lomo, Andrés Bracamonte, único barrabrava capaz de sostenerse 25 años en el paravalancha canalla sabía que lo querían matar. Desde antes del último ataque, en agosto pasado, tenía esa certeza. Pero igual estaba regalado en la esquina de Avellaneda y Reconquista, con la luz cortada, sin sospechar lo que vendría. Algunos aseguran que contaba dinero de la recaudación.
El asesinato de Samuel Medina, el Gordo Samu, yerno del Guille Cantero abrió una serie de hipótesis que hoy desembocan en la muerte de Pillín. Una daba cuenta de una pelea entre Los Monos y Bracamonte que sus allegados desmienten. El Gordo Samu era allegado a Pillín, viajaban juntos y su muerte está orientada hacia una banda de un barrio periférico manejada desde Buenos Aires que la fiscalía tenía entre manos, según allegados a la investigación. Uno de los integrantes de esa banda fue golpeado personalmente por Pillín, algo que en la jerga se considera una especie de humillación. Pillín lo sabía, pero llama la atención que estuviera tan regalado en la esquina de Reconquista y Avellaneda. También llama la atención que un rato antes del ataque a balazos cortaran la luz de la calle en el marco de un partido de Central. Lo mataron a oscuras; a él y a su sucesor. Una versión da cuenta de que la pelea con el grupo del barrio periférico fue para evitar comercialización de sustancias en la cancha: Pillín no quería la Federal encima de ellos.
La escena del crimen, en las afueras del estadio de Rosario Central.
La banda señalada, que ya fue allanada, está vinculada directamente con una banda contraria a Los Monos. Si esta hipótesis se confirma habrá dos sectores en disputa, por un lado las dos grandes bandas que operan en Rosario y por otro lado la sucesión del paravalancha.
El perfil de un duro: a Pillín lo habían intentado matar 29 veces en los 25 años que estuvo al frente de la barra de Central
Andrés Bracamonte estuvo al frente de la barra canaya desde fines de siglo pasado, cuando era uno de los 7 jefes de fracciones internas y se quedó con todo. Desde entonces hubo plomos contra él: lo hirieron, lo rozaron, pero logró reponerse una y otra vez. Esta vez no pudo. Por El Ciudadano (elciudadanoweb.com).
—¿Es verdad que a Pillín lo balearon 29 veces?
—Sí, de locos, pero sí. Espero que podamos festejar las 30 con él sentado a mi lado.
Así confirmaba el número de gambetas a la muerte que llevaba Andrés Bracamonte un amigo que había ido a acompañar al hospital donde lo revisaban por heridas menores y roces de bala. Era el sábado 10 de agosto y Rosario Central acababa de vencer 1 a 0 en el Gigante de Arroyito a su archirrival Newell’s Old Boys. Y en medio de un torrente de personas a pie que caminaban por los bordes del parque Alem iba Pillin en su auto, despacio, junto a su pareja, y en avenida de los Trabajadores y José María Drago rociaron a ambos a balazos.
No habían ido a ver el partido, Pillín tenía restricción para entrar.
Según contaron testigos, un motociclista se acercó al auto y disparó ocho veces. Escapó. El entorno del jefe de la barra reaccionó rápido, pero no logró dar con el tirador. A Pillín una bala le entró en la espalda; también salió. No afectó ningún órgano, dijeron después en el hospital. A su pareja las balas le dieron en la zona costal derecha y en el codo derecho. También la atendieron sin que su vida estuviera en riesgo.
Pillín un cuarto de siglo al frente de la barra de Central. Había llegado a la cima antes del año 2000: era 1999 cuando quedó como jefe indiscutible de todas las fracciones. Y en los 25 años que se mantuvo fue acusado, condenado, detenido, liberado y baleado 29 veces.
De esos ataques, hay pocos registros en las crónicas policiales. Pero en el entorno del mandamás los tienen contados.
En julio de 2002, Pillín atacado por un desconocido que logró impactarle tres balas en el cuerpo. Fue en la puerta de un gimnasio ubicado en Ovidio Lagos al 1000. Pillín estaba en la puerta y vio a un desconocido cruzar la calle. Ese hombre extrajo un arma y le efectuó cuatro disparos, tras lo cual escapó a la carrera hacia la esquina donde al parecer lo aguardaba un auto.
Pillín recibió tres impactos de bala, dos en cada brazo y un tercero en la pierna derecha; el tirador falló el cuarto, que tenía como destino la otra pierna. Un balazo le provocó una fractura y el que recibió en el otro brazo le cortó una vena, lo que le produjo una importante pérdida de sangre.
En 2006 fue baleado por desconocidos en la puerta de su casa donde vivía entonces, en la zona norte. Recibió cuatro balazos: uno en el abdomen con orificio de salida, uno en cada pierna y otro en un tobillo. Rápidamente recibió el alta.
En febrero de este año, desconocidos balearon el frente de Los Álamos Club de Campo, el country de Ybarlucea donde vivía actualmente. Dejaron una nota amenazante contra el líder de la pesada.
Mediático
Pillín no pudo entrar a la cancha desde 2018. Antes del partido que Central disputó ante Talleres por la Copa Argentina, Bracamonte fue detenido mientras repartía entradas de protocolo, destinadas a dirigentes, en las inmediaciones del estadio de Lanús, donde se disputó el partido. Sólo quedó unas horas demorado. Pero la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (Aprevide) dispuso su prohibición de ingreso a los estadios.
En junio de 2010 fue uno de los diez barrabravas argentinos que no pudieron ingresar a Sudáfrica y fue deportado a la Argentina. Bracamonte, quien tenía tres causas judiciales en trámite, había sido autorizado por la Justicia local a salir del país.
Tres años antes el programa Crónicas Extremas del canal América filmó desde adentro a Los Guerreros, la barra canalla, con Pillín como estrella principal. Eso incluyó una visita a La Carpita, que el capo de la pesada también administra.
Causas judiciales
En diciembre pasado, Pillín pasó una semana preso, pero recuperó la libertad antes de la Navidad. Fue por una causa que involucra a un dirigente de la Uocra local por asociación ilícita, pero finalmente logró que sólo pesara sobre él una causa por extorsión.
Esa causa contra el gremio de albañiles reflotó un caso por lavado de activos que pesaba sobre Bracamonte, a raíz de la incautación de un cheque por el pase de un futbolista en su vivienda de Ybarlucea. Tras la imputación cuatro años atrás la causa quedó congelada, pero en diciembre la Justicia local decidió pasarla al fuero federal. Ante la apelación, la Cámara definió, finalmente, que la causa debía seguir bajo la órbita provincial.
Parecía intocable desde cualquier arista. Pero la suerte, si de tal cosa se trataba, esta vez le falló.
Daniel “Rana” Atardo, segundo de Pillín. Ambos asesinados ayer en Rosario.
Vienen días bravos
Este es el texto que escribió y distribuyó el periodista y diputado provincial santafesino Carlos del Frade, que este domingo a las 21 organizará un vivo en su Instagram @defradecarlos sobre las causas y consecuencias del asesinato de Pillín.
Por Carlos Del Frade
El asesinato del Pillín corta en dos la historia del presente criminal en Rosario.
Tendrá la misma o una mayor profundidad de lo que sucedió después del asesinato del Pájaro Cantero.
Era el único jefe de una barrabrava de primera división que permaneció por treinta años liderando esos negocios que surgen desde la cancha chica del fútbol y se expanden en la cancha grande de la realidad.
Más allá de las primeras informaciones, es claro que los últimos tres atentados contra él y su gente en los partidos de Central como local exhibían una voluntad manifiesta de matarlo.
Vienen días bravos en la ex ciudad obrera.
Portada
Hasta siempre, Mirta
Lo dijo con una sonrisa, amorosa, y con la mirada encendida, directo a los ojos: “El miedo es para los cobardes”. Fue un jueves de puro sol, cuando le preguntamos si tenía miedo en este contexto, antes de comenzar una nueva ronda que justo ella, con otras trece madres, fundó el 30 de abril de 1977, cuando buscaban con desesperación a sus hijos e hijas.
Mirta Acuña de Baravalle buscaba, además, a un nieto o nieta: su hija Ana María, a quien secuestraron el 26 de agosto de 1976 junto a su compañero Julio César Galizzi, estaba embarazada. Mirta murió este viernes sin saber qué pasó con ellos.
Su despedida será de 16 a 19 en el hall del Municipio de San Martín, el partido donde ella vivía, donde jugaba al scrabble sin cansarse, y donde seguía todos los jueves las rondas de Madres Línea Fundadora por las transmisiones de medios comunitarios, mandando saludos en vivo y recordatorios que una hermana leía sobre otras personas desaparecidas.
Tenía 99 años, la mirada encendida y la sonrisa amorosa, para indicarle a nuevas generaciones que la lucha sigue.
Gracias, Mirta.
Presente, ¡ahora y siempre!
Mirta en las marchas masivas del 24 de Marzo, marchando por la memoria, la verdad y la justicia junto a sus compañeras de Madres Líneas Fundadora. Foto Lina Etchesuri para lavaca
24 de Marzo de 2017. Mirta acompañada por Victoria Moyano, nieta recuperada. Foto Lina Etchesuri para lavaca
Esta foto fue tomada el 29 de febrero de este año y fue el último jueves de ronda donde estuvieron las tres Madres Líneas Fundadora juntas: Nora Cortiñas (fallecida el 30 de mayo), Mirta Baravalle (en el centro) y Elia Espen. Consultada sobre si tenía miedo en un contexto de discursos de odio y negacionistas, Mirta respondió a Lavaca con una sonrisa: “El miedo es para los cobardes”. Foto Lina Etchesuri para lavaca
Nota
S.O.S. Garrahan: el desfinanciamiento del hospital modelo
Un guardapolvo blanco, pintado de letras rojas en el dorso: “Salud en lucha”. Una pancarta naranja, con letras negras, que grita: “El Garrahan es insalubre”. Lo que adorna a las instalaciones del centro pediátrico de referencia en salud pública, gratuito, de altísima calidad y de máxima complejidad donde se atiende a infancias de todo el país, refleja el contexto de lucha: seis paros en diez semanas. Una movilización el martes pasado a Plaza de Mayo. Otros paros por venir. Y un festival que se está organizando para el 8 de noviembre. Seis mil laburantes que dijeron basta, que ya no se puede, que así no se sigue. Los reclamos son tan centrales como diversos: salario, condiciones laborales y presupuesto. Todos, repercuten en un problema tan primordial como poco tenido en cuenta: la salud mental de sus trabajadoras y trabajadores.
Por Francisco Pandolfi
Lo que pasa puertas adentro de esta entidad emplazada al sur de la Ciudad de Buenos Aires llevó a que en 2019 se creara la Comisión de Condiciones de Trabajo Insalubres y Agotamiento Prematuro del Hospital Garrahan.
Ivone Malla tiene 55 años y es, desde hace 12, médica hepatóloga del hospital e integra la comisión desde su nacimiento. Le cuenta a lavaca por qué surgió la necesidad imperiosa de organizarse y de ponerle ese nombre: “En 2019 empezamos a notar la situación compleja en la que estábamos. El grado de sufrimiento que padecíamos por estar expuestos durante tanto tiempo, todos los días, muchas horas por día, bajo una presión insoportable un tercio de nuestra vida. Armamos un grupo de whatsapp, primero entre cinco, seis personas, y en menos de una semana éramos 200. Hicimos reuniones y armamos la comisión con integrantes de distintas áreas del hospital. Y decidimos armar un informe que es contundente por los datos que denuncia. El documento de 40 páginas tiene cifras como estas: “En el Garrahan muere casi un paciente por día. La mayor parte es menor de un año y un cuarto menor a un mes”.
La salud de quienes cuidan la salud
Ivone actualiza algunos datos del informe presentado en marzo de 2020:
–El 26 por ciento de las licencias que se piden en el hospital se deben a trastornos de depresión y problemas de salud mental.
–Hicimos una encuesta y uno de cada 2 trabajadores del hospital toma psicofármacos.
–Otro dato alarmante tiene que ver con la tasa de suicidios. El hospital duplica a la tasa del país, que es de uno cada 12 mil personas por año. En el Garrahan somos 6 mil laburantes y tenemos un trabajador por año que se suicidó. De hecho, cuando empezó este reclamo se mató un compañero. Obviamente este no es un número oficial, porque pedimos el registro a las autoridades y no brindan la información, pero nosotros sabemos bien lo que pasá acá.
Frente a este escenario, desde la Comisión proponen medidas concretas: “Demostramos con datos fehacientes que el trabajo que realizamos afecta nuestra salud física y mental y amerita la aplicación de un régimen especial que contemple las condiciones de trabajo insalubres y/o agotamiento prematuro a los que estamos expuestos, y limite la exposición con reducción horaria sin afectar nuestros salarios (de ocho a seis horas el área médica y de siete a seis la enfermería), licencias por estrés (de cinco a quince días anuales) y reducción de nuestros requisitos jubilatorios (25 años de servicio, mínimo 50 años de edad y 82% móvil).
Ivone sentencia: “Se habla mucho del modelo Garrahan, que la manera de sostenerlo es que pasemos más horas en el hospital y debe suceder todo lo contrario. Un motivo por el que se están yendo muchos profesionales es por los bajos salarios, porque aunque siempre cobramos poco el ajuste de los últimos meses es feroz, pero otro factor es por ese mismo modelo Garrahan que te obliga a quemarte, a dejar la salud, porque te exprime a tal punto de ser expulsivo. No podemos continuar un sistema que no cuida la salud de quienes cuidamos la salud pediátrica de mayor complejidad del país”.
La situación de insalubridad de las y los trabajadores del Garrahan es gravísima.
El sueldo más bajo de la historia
Norma Lezana es la Secretaria General de la Asociación de Profesionales y Técnicos. Tiene 62 años y hace 36 que trabaja en el hospital, cuando ingresó meses después de la inauguración del Garrahan, el 25 de agosto de 1987. “Estudié en la universidad pública y recuerdo cómo mi sueño era trabajar en ese lugar que se estaba construyendo. Yo armé mi vida en paralelo a este hospital de tanto prestigio, que sigue solucionando las enfermedades más graves y raras de los niños y niñas de Argentina, que no son números. Cada historia es un pacientito, un nombre, una familia. Cada caso requiere una reunión, un equipo interdisciplinario detrás, esa siempre fue la intención acá, así nos formamos y así creció el Garrahan”, dice Norma, ya con los ojos vidriosos.
Esa labor en equipo, hoy la replican para otro tipo de lucha: “Ahora nos toca defender la importante misión que tiene esta institución, en un momento en el que quienes trabajamos estamos cobrando el sueldo más bajo de la historia. En menos de un año, la inflación fue de 236% y nuestro salario apenas subió el 100. Este cambio fue de golpe, entonces no hubo manera de acomodarnos, porque no podés de un día para el otro dejar de pagar internet, de mandar a tu hijo al colegio, ya no pagar los impuestos. Es angustiante lo que estamos viviendo. Una compañera el otro día me dijo que empezó a pagar el alquiler con el crédito que te da Mercado Pago, que te cobra mucho interés y en poco tiempo ya no va a tener sueldo. Otra me dijo que no tenía de dónde sacar para el campamento escolar de su hijo. Yo gastaba 5 mil pesos de luz y me vinieron 100 mil. Es muy estresante, esto antes no pasaba”.
Desde las distintas organizaciones que forman la vida política del hospital dan números concretos: los operarios y técnicos no llegan a 500 mil pesos. De enfermería a 750 mil. 900 mil del área médica con aproximadamente 15 años de experiencia. Ivone expresa: “Necesitamos una recomposición salarial del 100% y un sueldo inicial igual a la canasta familiar, que hoy está en 1.500.000 mil pesos”. Completa Norma: “Los sueldos más bajos están bajo la línea de la pobreza y los de la mayoría, salvo los de los médicos más antiguos y los cargos de conducción, tampoco llegan a cubrir la canasta básica. Frente a esto, nuestro sueldo subió un 1 y un 2% en las últimas paritarias, que es lo que firmó UPCN con el gobierno nacional. Por eso denunciamos al sindicato, a la CGT y a la CTA, porque firmaron esto calladitos, como si no se dieran cuenta la situación que vivimos”.
Norma es licenciada en nutrición y pone el foco en lo que compra (o no) la gente y en lo que mira (o no) el Gobierno nacional: “Veo changuitos vacíos, poca fruta, verdura y lácteos. El salario no es algo que nos puedan recortar, porque no es un gasto. Pero este gobierno es insensible, cruel, lleno de mercenarios. Pueden hablar de déficit cero, de que Caputo es el mejor ministro, pero la realidad es que varios enfermeros después de trabajar diez horas, cuando salen a las 7 de la mañana de acá se van a otro trabajo y no a descansar. Puede ser libertario o no libertario, pero si esta es la realidad sólo queda claro que es un gobierno pésimo”.
Mientras tanto, la perspectiva del Ejecutivo: “El Ministro de Salud Mario Lugones acaba de presentar un plan estratégico de recorte del 20% en la salud. Es criminal esta decisión. Y sólo se explica con el lobby que está haciendo la gestión privada. Los funcionarios son sus gerentes y nos están llevando a un retroceso tremendo”.
Hay salarios iniciales que no llegan a los 500 mil pesos.
El éxodo de trabajadores
Josmar Flores Arnéz es licenciado en bioimágenes, tiene 36 años y hace 15 que trabaja en el servicio de neurointervencionismo del hospital. “Desde hace varias semanas luchamos por una recomposición salarial y por mejores condiciones de trabajo. Este año convivimos con un presupuesto congelado que duró los primeros seis meses. El Ministerio de Salud mandó una ampliación de ese presupuesto, pero es insuficiente. Por eso exigimos la apertura de paritarias y un porcentaje acorde que por lo menos nos empate con la inflación. Las categorías más bajas no pueden cubrir ni lo básico, como vestirse, comer, educarse”.
Josmar es delegado de la junta interna de ATE y comparte un dato que refleja la situación extrema: “No nos quisieron decir el número concreto, pero desde la propia Dirección confesaron que en los últimos 9 meses renunció la misma cantidad de profesionales que en los últimos 9 años. Si bien esta situación no empezó con este gobierno, sí la profundizó muchísimo y potenció el éxodo de profesionales. Esa pérdida no se recupera”.
Guido Gromadzyn es neurocirujano y parte de Trabajadores Autoconvocados del Garrahan. Tiene 40 años y desde 2009 recorre estos pasillos. Su cumpleaños de 15 no está siendo el más feliz: “Nunca estuve tan preocupado, porque la salud pública está peor que nunca. El hospital hasta ahora, había sido un oasis al realizarse las técnicas más avanzadas y nunca nos faltó nada. Si bien muchas veces tuvimos conflictos de sueldo, es muy preocupante sentir cómo el hospital de a poco se va debilitando y desmantelando desde el recurso humano, y desgranando todo el trabajo interdisciplinario tan característico del Garrahan. Siempre tuvimos los mejores profesionales y ahora están renunciando porque no llegan a fin de mes, profesionales que tienen alquilar y les es imposible, hipermegaespecialistas que ya no les conviene hacer las jornadas extendidas de 8 horas cobrando un sueldo miserable y entonces se van a trabajar a otro lugar o directamente fuera del país”.
Guido mira el futuro: “Es lo que más me preocupa. Somos un hospital escuela y va a llevar años y décadas formar este tipo de profesionales. Esto va a repercutir directamente en la salud de los chicos y si sigue así va a empeorar, porque muchos compañeros nos dicen: ‘Yo estoy hace 15 años, siempre me puse la camiseta, pero más allá de marzo no aguanto’. Es desesperante saber que en poco tiempo el gobierno está rompiendo todo y que nos va a llevar muchísimo reconstruirlo”.
Sobre el financiamiento freezado, Norma Lezana pone números: “Al presupuesto que teníamos de 60 mil millones del año pasado, que estuvo congelado todo el año y que en junio se acabó, llegó un refuerzo de 90 mil millones de pesos, o sea, un tercio más. Pero eso no tiene nada que ver con la realidad. Solo por poner un caso: el medicamento gammaglobulina aumentó 10 veces, y lo mismo sucede con el resto de los remedios, insumos y obras. Por eso en salud no se puede ajustar, pero el ministro Lugones es el hombre manos de tijera, solo piensa en recorte, recorte y recorte”.
Hay motosierra, licuadora y también organización como defensa de la salud pública.
El ministro que nunca pisó el hospital
El Juan Pedro Garrahan lleva ese nombre por un reconocido pediatra. En cuanto a su sostenimiento, depende un 80% del Ejecutivo nacional y un 20% del gobierno porteño. Cuando a principios de octubre asumió el ministro Lugones, una de sus primeras decisiones fue echar a todos los integrantes del Consejo de Administración, al otorgar un bono por única vez de $500 mil pesos a las y los trabajadores. Contextualiza Ivone: “El bono no fue una dádiva, sino el producto de varios meses de reclamo y además se obtuvo con recursos genuinos que producimos con nuestro trabajo, ya que ese dinero salió de una caja donde va la plata que se recauda de las obras sociales de los pacientes. Esa caja sigue existiendo, pero el mensaje de la patronal fue que ya no se repartirá entre las y los trabajadores”.
Josmar agrega: “Cuando Lugones se reunió hace 15 días con el nuevo Consejo de Administración (presidido por Soraya Anis El Kik) dijo públicamente que el presupuesto del hospital garantizaba su total funcionamiento, pero nosotros sabemos que no es así”. Da un ejemplo: “En una de las terapias especializadas en pacientes inmunosuprimidos donde sí o sí debe haber una determinada ventilación, en estos últimos días de calor los aires acondicionados no funcionaron. Y no funcionan desde hace varios meses porque dicen que no hay plata para arreglarlos. Da otro: “No solamente se nota en las habitaciones de los pacientes, también en los entrepisos técnicos donde está toda la maquinaria, hay mucha precariedad en el ambiente, con paredes, techos y pisos rotos”. Otro más: “En los vestuarios del personal hay humedad, hay ratas, hay baños clausurados”. Y explica el por qué de las palabras del ministro Lugones: “Nunca pisó el hospital”.
A 37 años de su inauguración, sus trabajadores denuncian cómo lo están desmantelando.
La resistencia
Por año, el Garrahan atiende 660 mil consultas. Realiza 12 mil cirugías. Trata el 40% del cáncer infantil del país. Hace más de 100 trasplantes pediátricos de órganos, lo que representa al 50% de toda la Argentina.
Eso, y muchísimo más, es lo que está en juego.
Tras la marcha blanca del martes pasado, donde confluyeron con las clases públicas universitarias, ayer se consensuó en la asamblea del Garrahan continuar el plan de lucha. Se votaron dos paros: el jueves 31 de octubre, con permanencia y distintas actividades. Y el viernes 8 de noviembre, con un abrazo cultural y social en defensa del hospital, y con el cierre de un festival musical.
Guido Gromadzyn: “Hace meses que reclamamos y, aunque esto nos está llevando un montón de desgaste mental y emocional, vamos a seguir organizándonos para que esto le llegue a toda la comunidad y así evitar que esto se desbande aún más. Vamos a seguir, porque aunque este gobierno parezca que nunca escucha, siempre sirve hacer ruido”.
Cierra Norma Lezana: “Hay mucho en riesgo y no sé si la población es consciente de lo que se puede llegar a perder si no hay un cambio de rumbo en un gobierno que no dialoga, que no entiende lo evidente. Acá estamos preparados para resistir, porque si no resistimos nosotros, no lo va a hacer nadie. Estamos fortalecidas y convencidos de que vale la pena defender todo lo que significa nuestro hospital Garrahan”.
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