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La pregunta del millón: ¿Quién es el dueño de Página 12?

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Las primeras referencias se remontan a los años de la dictadura. Un joven Fernando Sokolowicz, preocupado por esa Argentina brutal, se acerca a los organismos de derechos humanos, llevado por sus convicciones y su fe: integra el Movimiento Judío por los Derechos Humanos. Así fue como Fernando Sokolowicz comenzó a trabajar en el área de presos políticos y a frecuentar, con esa misión, cárceles, abogados, políticos y periodistas; los mismos que hoy lo recuerdan más por sus gestos que por sus palabras.

Los inicios de Página 12 y su editor responsable

La llegada de la democracia lo encontró al frente de un negocio aserradero próspero, pero sin proyectos épicos. Fue allí cuando Jorge Lanata y Ernesto Tiffenberg lo invitaron a convertirse en financista de un diario. Tendría ocho páginas, saldría de martes a sábado y contaría con el entusiasmo de un grupo de jóvenes periodistas que ya habían compartido la experiencia de la revista El Porteño. Sokolowicz dio el sí y se convirtió en el principal accionista. A cambió, sólo reclamó un lugar en las marquesinas: desde el primer día Página 12 lo presentó como su editor responsable.

Sin embargo, Sokolowicz nunca abandonó sus oficinas -ubicadas a apenas dos cuadras de la primera redacción del diario- y su bajísimo perfil, que por entonces fue interpretado como una virtud escasa: su rol no interferiría en los contenidos del diario.

Pasó un año, varios levantamientos carapintadas, , pasó un Alfonsín, pasó un Yoma Gate, y tantísimas cosas más que convirtieron a aquella aventura en un negocio inimaginable. Página 12 se transformó en el tercer diario de venta a nivel nacional (rozando con sus ventas los 100 mil ejemplares) y sus efectos en el resto de la prensa no solo eran inmensos, sino imprevisibles. Y, por lo tanto, incontrolables.

El copamiento del Regimiento de La Tablada selló la grieta que todavía hoy sacude los cimientos de esa postal de una Argentina cuyos secretos son todavía inconfesables. La cercanía de algunos de los integrantes del Movimiento Todos por la Patria con Sokolowicz nunca quedó totalmente revelada. ¿Eran relaciones criadas en aquellos años de militancia humanitaria? ¿Eran, tal vez, acuerdos económicos cuyas implicancias Sokolowicz jamás sospechaba? Las dos preguntas fueron formuladas por varios responsables periodísticos del diario, al día siguiente del copamiento, ante un Sokolowicz de gesto adusto, incómodo, pero imperturbable. Contestó con el estilo que más lo representa: pocas palabras, todas vacías.

El desenlace llegaría años después, cuando la hiperinflación y las cíclicas crisis sumaron a aquella grieta en la confianza, un problema económico que dejó, no sólo al diario, sino al país al borde del colapso.

«Estamos de rodillas», dijo entonces y premonitoriamente Roberto Dromi, aquel ministro de Obras y Servicios Públicos, a cargo de todo el incipiente negocio de las privatizaciones. Y Sokolowicz se arrodilló, como todos, en secreto.

La negociación con su principal competidor, el diario Clarín, en el reparto del negocio y el mercado nunca estuvo clara. Nadie sabe cómo, ni por cuánto, ni por qué, pero nos consta que el acuerdo se realizó e incluyó dejar en la marquesina a Sokolowicz, inmutable en su rol de editor responsable.

Despidos, conflictos, ajustes y después, la operación fue un éxito desde todo punto de vista. Nadie se enteró de nada, excepto los lectores que lo fueron abandonando, quizá por ya no encontraban en sus páginas lo más importante: no un escándalo o dos, sino un concierto de libertad de expresión al frente del cual brillaba una docena de tenores inolvidables. Las cifras son claras: la principal empresa de pautas publicitarias, Latin Track, le adjudicaba antes de la crisis del 2001 una venta de 35.700 ejemplares. Algunos distribuidores aseguran que esa cifra cayó este año a la mitad. Y la ong Poder Ciudadano en su informe sobre el reparto de la pauta oficial de publicidad dado a conocer a fines de 2004 le atribuye una venta de apenas 10.000.
Luego del acuerdo con Clarín, Sokolowicz se refugió en la realización de videos, documentales y la producción de películas. Formó, para eso, una empresa (otra y diferente a la responsable de Página, llamada Aleph Producciones) y desde allí se entretuvo con proyectos puntuales, pequeños, olvidables: la vida del Che, dirigida por Juan Carlos Desanzo, y Operación Fangio, de Alberto Lecchi formaron parte de sus coproducciones cubanas.

Hacia finales de los 90, la guerra de los medios tenía dos grandes protagonistas: en este rincón, Clarín, poderoso y absoluto; en el otro el CEI, con un Raúl Moneta desafiante, que había acumulado, entre otras cosas, Editorial Atlántida y Telefé. Curiosamente, la única columna firmada por Sokolowicz en Página fue contra un Moneta que lanzó -en un programa televisivo- comentarios antisemitas. Fue publicada el 13 de diciembre de 1996 y comenzaba así: «Raúl Moneta cree que todo se consigue con dinero. Con dinero, y hay que reconocerlo, con la nunca despreciable ayuda de su amigo Carlos Menem».

Poco tiempo después, el dinero fue justamente lo que llevó a Sokolowicz a asociarse con Daniel Vila, principal responsable del Grupo Vila, propietario de la señales de cable de Supercanal (con negocios en varias provincias argentinas, la República Dominicana y Bolivia), el Diario Uno, de Mendoza, La Capital de Rosario y varias radios. Uno de los accionistas de este grupo era Jorge Mas Canosa, miembro de una familia de larga tradición anticastrista, residente en Miami. El director del grupo Vila era José Luis Manzano.

Sokolowicz vendió su empresa productora al grupo Vila, quien lo dejó al frente como director general. La noticia fue publicada por el ya desaparecido diario Perfil y muy pocos pudieron leer su significado entre líneas. En realidad, Vila por entonces era un aliado estratégico de Moneta en su Mendoza natal. Apenas unos días después, la plana mayor del CEI concurrió a un acto en el Salón Blanco de la Casa Rosada, con Carlos Menem como anfitrión y Richard Handley y Raúl Moneta sonrientes en la primera fila. Una butaca más atrás, podía verse en las fotos a Daniel Vila. Y a su lado, a Fernando Sokolowicz, incómodo por tantos flashes. Un empresario presente calificó la postal como una verdadera puesta en escena, dedicada al Grupo Clarín.

La ruta del Grupo Vila con el poderoso conglomerado económico que representa el Grupo Mas Canosa parece estar trazada por la mano de Manzano. Mas Canosa representaba a la familia líder de la línea dura anticastrista, antidialoguista y sostenedora del bloqueo económico a ultranza. Su pater familia murió y, con él, comenzó el debate postergado: ¿Cuánto tiempo le queda a Fidel? ¿Cuándo, entonces, conviene acercarse? ¿Conviene mostrar los dientes o usar las guantes, para desembarcar con empresas a la isla ahora, que está quebrada y desesperada?
Esta discusión no es tan lejana. Si la respuesta partía de la línea «blanda», el dinero de las inversiones tendría como prioridad la ruta cubana. Si, en cambio, triunfaba la oposición rabiosa, el dinero estaba disponible para invertir en aquellos negocios que más les interesaba: la comunicación, las campañas, la opinión pública. Un estratégico know how en el que el grupo necesitaba entrenar. Un experto en el tema simplificó así la cuestión: «el grupo solo tiene una condición: invertirá en aquel país que demuestre, siempre que haga falta, que Cuba con Fidel permanecerá aislada. El resto, son business».

Business, entonces, lo llevaron a invertir en radios y periódicos argentinos, apostando una ficha acá y otra más allá hasta acumular en un mismo tablero varias líneas. Sin embargo, los negocios se complicaron. Así lo sintetiza la revista Poder, de Miami:

«En octubre de 1995, MasTec (propiedad de los Mas Canosa) adquirió una participación del 33 por ciento en Supercanal S.A., una empresa de televisión por cable en Argentina de propiedad de Daniel Vila -un empresario de la ciudad de Mendoza- y José Luis Manzano -ex ministro del Interior del gobierno de Carlos Menem. Manzano había sido acusado de corrupción durante su paso por el gobierno y estuvo en los Estados Unidos en un autoexilio durante el cual estableció lazos estrechos con la familia Mas Canosa. A su regreso a la Argentina se vinculó con la empresa de Vila y comenzó una compra frenética de empresas de comunicación que llevó a Supercanal a convertirse en el tercer operador más importante de Argentina. Vila y Manzano están ahora demandados en un juzgado de Mendoza por lavado de dinero. Además, la Sindicatura General de la Nación -Sigen- concluyó una investigación sobre el entramado de compañías adquiridas por Supercanal en la que señala la «posible existencia de hechos con presuntas derivaciones de orden tributario», y la «presencia de actos jurídicos que entrañan interrogantes sobre el origen de los fondos de las personas jurídicas que celebraron los contratos obrantes en los expedientes analizados». Y presentó una denuncia ante la justicia argentina. La Sigen analizó 51 expedientes que se encontraban en poder del Comité Federal de Radiodifusión. También el Grupo Vila fue analizado en el Informe Carrió. Los legisladores documentaron las sucesivas compras, ventas y fusiones de sus empresas y concluyeron que constituyen una operación sospechosa de lavado.

A fines de 2000, Supercanal Holding entró en concurso de acreedores por 500 millones de dólares. A las investigaciones sobre el origen de sus fondos sumó un juicio iniciado por el tradicional propietario de La Capital de Rosario, quien los denunció por desviar préstamos y recursos del diario hacia empresas fantasmas, hasta dejarlo totalmente endeudado.
A esta altura, las apariciones públicas de Sokolowicz tuvieron otro escenario oficial: concurrió a la asunción como vicegobernador del que luego se convirtiera en intendente de Córdoba, Germán Kammerath, el ex secretario de Comunicación de Menem, responsable de las adjudicaciones de licencias que, entre otras cosas, le permitieron obtener Radio 10 a Daniel Hadad.

Hadad vendió su participación en esa radio a un consorcio norteamericano y luego, concretó una sociedad para adquirir el diario económico BAE, junto a Sergio Spolski, el ex miembro del Banco Patricios. Fue en noviembre del 2001 cuando esta sociedad adquirió el paquete minoritario de las acciones, con opción a quedarse con la totalidad en un año y medio. En ese momento esos fueron las datos que se anunciaron, pero luego Hadad informó que de esa sociedad también participó Sokolowicz.

Con Spolski, Sokolowicz estuvo relacionado cuando adquirió la señal de cable El Aleph, dedicada a la comunidad judía.

La compra de Azul Televisión dejó finalmente al descubierto las alianzas que teje y desteje el dinero. La operación se concretó de la siguiente manera:

  • La compra del canal fue por un total de 34 millones de dólares. Al contado se pagaron 3 millones, 9 se pactaron a desembolsar a 4 años y el resto era el pasivo de esa emisora, que alcanzaba los 22 millones de dólares.
  • La sociedad que adquiría de esta manera Azul Televisión estaba compuesta en un 50% por Daniel Hadad y en otro 50% por Sokolowicz y Benjamín Vijnovsky.

El nombre de Benjamín Vijnovsky recién fue revelado el 13 de julio de 2002, cuando Página 12 publicó una nota de Horacio Vertbisky donde reveló quién era el tercer integrante de la sociedad HFS S. A., flamante adjudicataria de Azul: Vijnovsky era gestor de negocios del Grupo Meller «rostro visible del menemismo en las privatizaciones de agua y gas». Verbitsky menciona que los interlocutores oficiales del socio de Hadad y Sokolowicz eran Eduardo Bauzá, Humberto Toledo y José Luis Manzano.

Poco tiempo después, en un reportaje publicado por la revista Noticias, Sokolowicz da la siguiente versión de su relación con Hadad:

-¿Cómo conoció a Hadad?

-Lo conocí a través de Sergio Szpolski (actual editor del diario universitario La U), hará unos ocho meses. Sergio estaba en el BAE desde hacía un año, me contó el proyecto y le dije que, a mi juicio, era un diario muerto. Volvió a los meses, planteando que tenía a Hadad y a Laje interesados y le dije que ahí le podía cerrar más, por la llegada que ellos tienen al establishment y la capacidad de Hadad en los negocios radiales. Ahí me lo presentó, en el Caesar Park. No invertí en el diario (N de R: se refiere a BAE). Sí se incorporó mi hijo Gastón, con algunas acciones, desde su empresa independiente.

A los pocos meses, Sokolowicz abandonó la sociedad con Hadad en Canal 9.

En agosto de 2003 una noticia publicada en España informó acerca de sus nuevos planes:
«El sitio español ElConfidencial.com reveló que el empresario de medios Fernando Sokolowicz integró la comitiva oficial que viajó a Europa con el objetivo de entablar negociaciones con el Grupo Telefónica para la compra de Telefé y Radio Continental. Al mismo tiempo que el presidente Néstor Kirchner se reunía con los empresarios españoles en la sede de la CEOE y les echaba las culpas de las crisis por la que atraviesa el país, un grupo de empresarios argentinos, también en Madrid, se entrevistaba con ejecutivos de Telefónica de España para, una vez más, tratar de averiguar si el canal de TV abierta (el de mayor audiencia en la Argentina) estaba en venta y cuál era su precio. Liderados por Sokolowicz, este grupo de empresarios habría participado de un encuentro que, según admitieron fuentes cercanas, dejaron las puertas abiertas para avanzar en las tratativas».

Pero lo más interesante de esta información es la opinión que recoge ElConfidencial.com del empresario Sokolowicz y para qué le sirvió exhibir durante ese viaje su relación con el presidente Kirchner:

«Al otro lado del Atlántico, en un principio, no dieron mucha credibilidad a las intenciones del empresario argentino. Pensaron que era un farol. Por este motivo, se sorprendieron al enterarse de que Sokolowicz y sus acompañantes habían formado parte de la delegación que acompañó a Kirchner en su visita a España (también habían estado junto al presidente argentino en la escala francesa). Con este aval, las acciones de Sokolowicz suben en su cotización. Además, el empresario aprovechó la oportunidad para insinuar que el gobierno de Kirchner vería con buenos ojos el regreso de Telefé y Radio Continental a manos argentinas».
Radio Continental fue vendida, finalmente, en diciembre de 2004. La empresa Telefónica confirmó la venta al grupo Prisa (conocido por ser el editor del diario El País) por 10.5 millones de dólares. Mediante un comunicado la compañía española afirmó que:

«En cumplimiento del principio de acuerdo alcanzado entre las partes, el Grupo ATCO, filial de Telefónica de Contenidos, S.A., ha suscrito en el día de hoy el contrato de venta del 100 % del capital social de las compañías Radio Continental LS4, S.A. y Radio Estéreo, S.A.- sociedades operadoras de radio en Argentina del Grupo Telefónica- a las compañías del Grupo PRISA, GLR Services Inc. y Corporación Argentina de Radiodifusión S.A., por el precio de 10,5 millones de dólares».

Antes de concretarse esta operación se había hecho público el interés del diario La Nación de participar de la sociedad. Esta fue la versión publicada por el Cronista Comercial acerca de el pre acuerdo entre La Nación y el grupo Prisa:

«Los propietarios del diario La Nación de Argentina quieren ser socios del grupo español PRISA, para adquirir juntos a Radio Continental, actualmente en manos de la empresa Telefónica. La empresa de telecomunicaciones está esperando que Prisa arme el andamiaje legal para concretar la operación. Y, en ese sentido, La Nación formará parte del consorcio comprador.

´Tenemos voluntad de entrar en medios. Hubo reuniones con Prisa. Nuestro interés es tener participaciones minoritarias en radio y televisión´, explicaron fuentes de la compañía de los Saguier al diario El Cronista. Una vez saneada la empresa, la intención es volver a armar un multimedios. En la operación, podría haber un tercer empresario de los Estados Unidos, que las partes no identificaron.

De esta manera, al estar amparados en el Tratado de Protección Mutua de Inversiones, la Ley de Bienes Culturales, que impediría la adquisición de medios argentinos por parte de empresas extranjeras, no sería un inconveniente.

El multimedios de Polanco, que ya ganó la licitación para operar cinco radios en el interior del país y tiene participaciones en Chile, Colombia y otros mercados de América latina, cuenta con la bendición del Gobierno, gracias a la aceitada relación entre el presidente Néstor Kirchsner y su par europeo José Luis Rodríguez Zapatero.

La intención de Prisa es armar un multimedios que pueda competirle al grupo Clarín».
A esta altura, está claro que el laberinto de intereses hace difícil contestar preguntas que deberían cosechar respuestas sencillas. Por ejemplo y solo para volver a centrarnos en este caso:¿quién es el dueño de Página 12?.

Es una de las tantas preguntas que revelan la falta de información con la contamos para saber quiénes son los dueños de la verdad en esta increíble Argentina.

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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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