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Quita de pensiones: la movilización que moviliza

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Miles de personas se manifestaron hoy en el Obelisco contra la quita de 83 mil pensiones por discapacidad en lo que va del año, más de 170 mil desde que asumió Cambiemos. Con carteles, canciones y cortando la 9 de julio expresaron con alegría que la pensión es un derecho, y que no se toca. Antes, una audiencia en el Senado juntó a asociaciones con legisladores que se comprometieron a consensuar una medida para frenar el ajuste. Historias, datos y rumores, del Congreso a la calle.

Foto: Nacho Yuchark


La mamá de Micaela Devicenzo empuja la silla que transporta a su hija de 15 años y sonríe de orgullo. Todavía la sala 3 del anexo del Senado está aplaudiendo su intervención en la audiencia con legisladores sobre la quita de pensiones por discapacidad que se celebró hoy, pero ellas se van al Obelisco. Allí las esperan sus amigos, muchos de los afectados por la baja de 83 mil pensiones por invalidez en lo que va del año (170 mil desde que asumió Cambiemos). Esto dijo: “Yo no sé de política como saben ustedes, les voy a hablar de mi experiencia: tengo 15 años y me duele mucho que les estén quitando la pensión a casi todos mis amigos discapacitados. Macri, si estás escuchando esto, ponete en el lugar nuestro: por favor devolvé las pensiones, te lo pido, hay gente que lo necesita. Las medicaciones, los tratamientos salen mucha plata y vos nos lo estás quitando. Nos estás quitando la vida, básicamente. Me duele mucho en el alma, yo soy una persona feliz, lo puede decir cualquiera que me conoce. Pero esto me duele demasiado. Muchas gracias”.

Micaela, 15 años, en el Obelisco. Antes intervino en la audiencia con legisladores. Foto: Nacho Yuchark

Historias salvajes

Micaela fue una de las cientos de jóvenes que convirtieron la plazoleta sobre 9 de julio en mar de gente que luego cortó la avenida. Algunos carteles preguntaban “¿por qué con nosotros?”, otros aclaraban “la discapacidad no es un gasto” y una canción entonó “las pensiones no se pueden ajustar/ defendemos los derechos de la discapacidad”.
Micaela no es una de las afectadas por la medida, pero Diego sí: “A mí me quitaron la pensión en mayo. Me enteré como todo el mundo: yendo al cajero. Pensé que había un atraso, me parecía extraño porque nunca había pasado. Volví a los 3 días: lo mismo. Entonces entré a la página de la Anses, por número de beneficio: nada. Entré con número de dni y me decía “usted no es beneficiario llame al número…”, que es un número automatizado. A mí con hipoacusia las conversaciones telefónicas se me dificultan”. ¿Cuál fue el argumento? “Me dijeron que fue porque 8 meses después de pedir la pensión me casé”. Diego, 50 años, sostiene que la medida del gobierno perjudica no sólo a él sino a todo una cadena: “Al quitarme a mí la pensión tengo que acudir a mi mama, o a mi hermano o a alguien que se perjudica”.
Yohanna sostiene en sus manos el carnet de discapacitado de su hijo Fabrizio, 4 años. Fabrizio padece una enfermedad rarísima que Yohana sintetiza como “ODD” y es otro de los afectados con la quita de pensión. Su madre: “Le quitaron la pensión de 4 mil pesos que los gastaba en kinesiología: no alcanza ni siquiera para cubrir sus gastos. Deberían haber revisado caso por caso”. ¿Y ahora? “Yo a mi hijo lo puedo bancar pero el día de mañana cuando yo no esté, no sé qué va a pasar”. ¿Sabe él? “Sí, sí, sabe todo. Hoy no vino porque está enfermo, pero es consciente de todo”.
A unos metros hay dos mujeres vestidas de payasos que sostienen, sin embargo, un cartel que dice “se nos acabó la alegría”. Sus nombres artísticos son Kunka y Dorotea y trabajan de estimular y divertir a los jóvenes con discapacidad del hospital Tornú. Con ese termómetro aportan: “Lo que está pasando es de terror, primero porque les sacan los derechos. Después hablemos de la pensión, que es mínima, pero lo que representa es un derecho internacional. Dejar a chicos que son cuadripléjicos, electrodependientes sin ese beneficio que no alcanza para nada… Son personas que necesitan traslados, medicaciones especiales, tratamientos especiales, estimulación, rehabilitación. Por respetar las normas del FMI están matando a los más necesitados”.
Kunka aporta: “Y quiero agregar una cosa más: esta gente se pone a decir cosas que son mentiras. Y utilizan a medios de comunicación, pagos, para que esas mentiras las crea todo el mundo. Canal 13, Lanata, Telefé”, enumera.

Yohana, la mamá de Fabrizio, con el certificado de discapacidad de su hijo. Foto: Nacho Yuchark

Mitos y realidades

Kunka se refiere a las justificaciones que ensayaron algunos funcionarios, y que luego se convirtieron en noticias periodísticas. Un caso, el ejemplo que otorgó el presidente de la Comisión Nacional de Pensiones Asistenciales, Guillermo Badino a Clarín: “Una persona con síndrome de down no es sujeto de derecho de esta pensión. Puede trabajar si lo deseara”. Luego el diario La Nación publicó una nota titulada “Se puede: tiene síndrome de down, trabaja y vive sola”. O el énfasis de Badino en el “manejo clientelar” de las pensiones y los dichos de la ministra de Desarrollo social, Carolina Stanley, sobre el “festival” de pensiones truchas.
Liliana, la payamédica Dorotea, asegura: “Los certificados de discapacidad los da una junta médica, hay que comprobar muy bien y la citan 20 veces a la persona, no te lo dan por correo. Nosotros hemos acompañado muchas veces a personas y sabemos lo que cuesta”.
Alejandro, de ATE Nacional – el gremio que convocó a la audiencia en el senado- trabaja en el área de pensiones del Ministerio. Dice: “Pensiones truchas por ahí hay alguna, las pensiones se manejan con médicos de lugares municipales que por ahí pasan un certificado, pero es lo menos. Si hacen una revisión que encuentren, pero no es lo mayoritario. En todo caso al revés: que primero inspeccionen y den de baja, no que den de baja todo y después inspeccionen”.
En la audiencia el diputado Federico Masso, integrante de la Comisión de Discapacidad, relató: “Entrevistamos en Tucumán a más de 80 personas que perdieron las pensiones y ninguno era un caso mal otorgado como plantea el gobierno. Si para llegar a la pensión tiene que haber un informe, la firma de un médico, ¿por qué no empezar por ahí?”
Eugenio Reati, ex director de la comisión nacional de pensiones (gestión 2011-2015) también desmintió a Badino y Stanley: “En primer lugar hablan de 2 millones de pensiones: nunca existieron 2 millones. Hay 1 millón y medio en el máximo momento en se liquidaron pensiones, de las cuales 1 millón son por discapacidad”. Sigue: “Mienten diciendo que hay demasiados discapacitados para ser verdad: el censo 2010 dice que hay 5 millones que tienen dificultades de algún tipo de limitación, dicho por las propias familias. Por otro lado se dice que nuestra gestión dio 168 mil bajas, también mentira: de mitad de 2014 a mitad de 2015 se produjeron 90 mil bajas, no 168 mil.Y mienten cuando dicen que en Guanaco Muerto, norte de Córdoba, hay más pensionados que población: tomaron mal las referencias».
Diego, hipoacúsico que perdió la pensión, agrega: “El monto que he visto 10 mil millones de pesos que se “ahorran”, no es ese monto, es más: hay que sumarle lo que se ahorran por medicamentos de enfermedades crónicas que dejan de dar, de prótesis que dejan de dar, acompañamiento asistencial, etcétera”.

Foto: Nacho Yuchark

La audiencia

La audiencia hoy organizada por ATE Pensiones reunió a distintos legisladores con asociaciones y afectados. La idea: “Llegar a un acuerdo para frenar esto”, dice Alejandro del gremio, mientras volantea en la puerta del anexo frente al Congreso.
Alejandro cuenta los números que manejan: 83 mil suspensiones y bajas este año, que dan un total de 183 mil pensiones entre suspensiones y bajas por invalidez y madre de 7 hijos desde diciembre de 2015. Dice que las bajas ya venían de 2016: “Pero entonces no pudimos llegar a los medios, fue camuflado, también era engañoso porque cuando cambió la gestión prometió que no iban a tocar nada. La realidad es que desde enero hasta junio arrasaron con todo”.
En la audiencia en el Congreso se habló de promover un proyecto de ley que plantee la inconstitucionalidad de la medida, se recordó que el Ministerio de Transporte canceló el beneficio de un acompañante en los viajes de personas discapacitadas, la presidenta de la comisión de Previsión y Seguridad Local dijo que se trata de una “persecución y control de todo el sistema previsional” y una mujer discapacitada sintetizó gritando: “Con la plata nuestra se van a Miami”.
Entre los datos que se aportaron hay uno de escándalo: del 4% de puestos de trabajo que deben ser asignados a personas con capacidades diferentes por ley, sólo se cumple el 0,97%. “Se está llevando adelante un manifiesto incumplimiento de una ley nacional”, aclaró Alberto Ciampini, presidente de la comisión de Discapacidad de la Cámara de Diputados, la cual no pudo sesionar por falta de quórum para tratar este tema hace tres días.
Graciela, una de las asistentes al Senado, puso en carne propia lo que deja el incumplimiento de  la ley: “Yo no puedo conseguir trabajo en ningún lugar. Voy a un negocio y no me dan, en cualquier lugar: lo primero que piden es la historia clínica y no te dan trabajo, esa es la verdad. Nombrás el 4% y tampoco le dan importancia”.

Foto: Nacho Yuchark

El falso metrobús

Además de dar marcha atrás con la quita generalizada, desde el gobierno salieron a plantear al revuelo como efecto de una “falla en la comunicación” de la medida. Una fuente del gobierno explicó a lavaca: “Se dieron de baja los casos donde se encontraron inconsistencias. El caso de la chica olímpica (Yanina Martínez, medalla de oro en los Juegos de Río 2016) por ejemplo, ahí se cruzaron 2 bases de datos que tenían sentido, pero como en la identificación tributaria y social no aparece que fue al juego paralímpico, se dio de baja. Eso se rehabilita inmediatamente con un botón”. Sin embargo, la madre de Yanina contó que le dieron de baja la pensión porque su hija consiguió un patrocinio.
Qué hay detrás: “La mejor noticia es que esto finalmente a partir de la crisis de comunicación que se creó es una oportunidad parar adecuar el sistema de pensiones que hoy es imperfecto en muchos sentidos. Hacia lo que estamos migrando es de avanzada y va en línea con la convención y no con el asistencialismo que fue lo que predominó en el modelo médico hegemónico durante tantos años”.
Según el funcionario – que ideó junto a Gabriela Michetti el Plan Nacional de Discapacidad- “después de la tormenta va a venir algo muy muy interesante”. “¿Qué? “No puedo adelantar, pero vendría a ser algo así como el Metrobús de la discapacidad”.
Alejandro, de ATE nacional, cuenta desde adentro. “Lo que interpreto es que con esta reforma a partir de echar trabajadores es meterse con la gente que menos tiene y reducir tareas en la parte laboral. Ahora quieren hacer un sistema todo electrónico y eliminar el papel, y nosotros trabajamos con expedientes: si me pasás el sistema electrónico a través del Ministerio de Modernización, en el paso de ese sistema se caen pensiones y trabajadores. Está pasando con los jubilados, los remedios del PAMI, la caja de la Anses la están vaciando. Es un engaño. Dicen que modernizan pero son políticas de estado que se basan en comentarios o supuestos como si el problema fuese que hay pensiones truchas”.
Mientras, la movilización decide cortar la 9 de julio.
Se arma una larga cola de autos y un motociclista muy alterado, al no poder pasar,  le pregunta a un policía: “¿Y ahora qué mierda quieren?” El oficial levanta los hombros. “¿Quiénes son?”, pregunta. “Los discapacitados”.
El tipo agacha la cabeza, y dobla la moto.

Foto: Nacho Yuchark


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Daniel Solano: la Corte Suprema confirmó la detención de los siete policías condenados por homicidio

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Los siete policías condenados a prisión perpetua por el asesinato de Daniel Solano, el joven salteño de 27 años desaparecido en Choele Choel el 5 de noviembre de 2011, fueron detenidos tras el rechazo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación a un recurso de queja de los efectivos, y así deberán empezar a cumplir la pena en prisión por primera vez desde la sentencia. El juicio concluyó el 1 de agosto de 2018, pero desde entonces los oficiales Sandro Berthe, Pablo Bender, Juan Barrera, Pablo Albarrán Cárcamo, Pablo Quidel, Diego Cuello y Héctor Martínez estaban en libertad, a la espera de la resolución de la Corte. “Nunca los sacaron de la policía: tenían libertad, cobrando sueldo y portando armas”, dice Leandro Aparicio, uno de los abogados de la familia Solano, que subrayó su “satisfacción” por el fallo: “Uno está golpeado, pero esto da energías para poder avanzar. No hay muchos casos que se detengan a 7 policías”.

La desaparición de Daniel se produjo tras un episodio de violencia policial en la vereda de un boliche de la ciudad. Antes había reclamado por su sueldo y el de sus compañeros como trabajadores rurales de la empresa Agrocosecha, tercerizada de Expofrut Argentina. Aparicio: “Fue un homicidio más allá de la desaparición, y fue un homicidio en un contexto de trata de personas, que está denunciada en la justicia federal de Roca, como está denunciado el narcotráfico, pero la causa no se mueve como se debería. Está parada. Pero esto va a servir para darle un impulso a toda esas cuestiones pendientes”.

Pedidos de justicia por Daniel Solano en 2012, a meses de su asesinato.

Entre esas cuestiones, en abril habrá audiencias por la acusación a otros cuatro policías, entre ellos Tomás Vega, a quien la familia lo señala como el “nexo” con la empresa: “Vega estuvo cuando le pegaban a Solano en el boliche. Vio todo eso. Y fue el que estuvo a cargo de la investigación los primeros día de la desaparición”.

Daniel sigue desaparecido. Gualberto, su papá, murió en medio del juicio, sin poder llegar a la sentencia por homicidio, y fue el principal motor de la causa que denunció la desaparición forzada y la connivencia judicial y estatal bajo un reclamo concreto que repitió una y otra vez a lo largo de seis años y medio: “Quiero encontrar el cuerpo y llevarlo”. No se detuvo un día: hizo huelgas de hambre, inició acampes y se encadenó al juzgado para exigir respuestas. Así reveló la trama de explotación laboral en Río Negro, la corrupción judicial que cubrió el caso y logró la detención de los oficiales que hoy están presos. Aparicio lo recuerda: “Nosotros tenemos esperanza de que el cuerpo aparezca. Algún policía capaz que se puede quebrar, o Vega mismo, sabiendo lo que se viene, puede dar información. Hemos hecho lo imposible para que aparezca el cuerpo”.

Compartimos la investigación de MU sobre este caso:

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Sí, podemos: 20 años del No a la Mina de Esquel

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Esquel está cumpliendo 20 años del histórico plebiscito en el que por más del 81% de los sufragios la comunidad votó «No a la Mina» y rechazó así la instalación de la megaminería en la región. A qué le dijeron que «Sí», desde la nota histórica que se hizo desde MU en uno de los tantos viajes, el primero, a la madre de muchas batallas.

El 23 de marzo se cumplieron 20 años del rechazo a la megaminería en Esquel, símbolo de lucha contra los proyectos contaminantes, inconsultos, impuestos en silencio y con violencia, y símbolo también de la democracia participativa, la organización y una lucha que se contagió a otros lugares del país.

En estos días hubo recitales, charlas, caminatas, marcha el 23 de marzo, y este domingo culminará la celebración con un ascenso al cerro Calfu Mahuida, un modo de simbolizar ese contacto permanente de la comunidad de Esquel con la naturaleza.

La historia viva cuenta que un puñado de vecinas y vecinos, que fueron cada vez más, comenzaron a reunirse, a estudiar la situación, a ir a escuelas, clubes, barios, difundiendo capilarmente, en una movilización a la vez inmensa, lo que se estaba tramando para hundir a Esquel en la megaminería. El 4 de diciembre de 2002 fue la primera marcha que reunió a más de 6.000 personas. Nunca desde entonces se dejó de marchar el 4 de cada mes.

Esa creación de movilización involucró otro hecho histórico: se había formado la Asamblea No a la Mina, grupo apartidario, horizontal, democrático, diverso, expresión de las nuevas formas de organización social que emergían en el país tras la crisis de 2001.  

El mecanismo asambleario en el que participaba todo el que quisiera, llevó a presionar la situación hasta obtener la posibilidad de la que se celebraron ahora 20 años: el 23 de marzo de 2003 se realizó un plebiscito en el que la comunidad rechazó por más del 81% de los votos al proyecto que intentaban imponer la empresa Meridian Gold y el Estado. Esquel hizo nacer aquel No, pero además generó un contagio en diferentes lugares en que se manifestaban  conflictos ambientales en todo el país (Gualeguaychú, Famatina, Andalgalá, como emblemas de una actitud ciudadana no ha dejado de crecer hasta hoy frente a diferentes situaciones territoriales, de salud, y hasta de derechos humanos). Se ponía en foco al modelo extractivo.

Desde aquellos años Esquel ha pasado por situaciones de todo tipo que han sido reflejadas tanto en lavaca.org como en la revista MU:

  • la intención de dar vuelta la decisión de la población a través de campañas de acción psicológica y desinformación;
  • el espionaje a vecinas y vecinos que integraban la Asamblea, por parte de la AFI, como forma de amedrentamiento y control social;
  • las presiones políticas y hasta laborales que sufría toda persona involucrada con el proceso asambleario;
  • el contagio fundamental de la acción de Esquel a toda Chubut, que se pobló de asambleas en todo el territorio, incluyendo a las comunidades de pueblos originarios, siempre rechazando los proyectos y negociados minero-estatales;
  • las trampas legislativas detectadas cuando se obtuvo la foto del diputado Gustavo Muñiz (del Frente para la Victoria) chateando por celular con el gerente Gastón Berardi de Yamana Gold, la empresa que había asumido el proyecto para impedir y ningunear la Iniciativa Popular presentada por la ciudadanía para que se convirtiera en Ley;
  • las represiones a los manifestantes en Rawson, cuando la lucha debió concentrarse en la capital provincial; el acoso mediático a toda esta movida en defensa de la naturaleza por parte de buena parte del sistema mediático, dependiente de pautas publicitarias estatales y privadas.
  • Y, por nombrar algo de lo más relevante en los últimos tiempos, el Chubutazo, o “Chubutaguazo”, con que la provincia movilizada logró dar vuelta de un modo comovedor en 2020 un nuevo intento de legislación que bajo el disfraz de una “zonificación” provincial buscaba lo de siempre: ir por la minería. La ciudadanía logró tumbar esa intentona y reponer la ley que prohíbe los megaproyectos extractivos.
  • Otro detalle de estos tiempos: ya hay una tercera generación de integrantes de las asambleas participando plenamente, un sub-17 que demuestra el alcance de todo lo que se ha realizado, también desde el punto de vista inter-generacional.

Esquel fue el nacimiento de la resistencia de Chubut, que no significa solamente un rechazo al saqueo y la contaminación, un No, sino también múltiples Sí:

  • Sí: sí a la vida.
  • Sí a la reivindicación por la positiva de otras formas de producción que no impliquen la destrucción.
  • Sí a la necesidad de licencia social para cualquier proyecto, de cuidado de ambiente como forma de preservación de la vida y el trabajo.
  • Sí a nuevas formas de relación entre lo humano y la naturaleza. A nuevas relaciones también entre las personas para plasmar la idea de que el agua vale más que el oro, y de que el futuro es posible.

Como homenaje a todo eso aquí puede verse la primera de las notas publicadas en MU sobre la asamblea de Esquel: “La madre del No”, para conocer esa experiencia histórica hecha de resistencia, inteligencia, generosidad y, también, alegría.  

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24 de marzo de 2023: Que la memoria (los) ilumine

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Crónica de un nuevo 24 de marzo desde la voz de la gente, que habla de todo: de cuánto estaba el chori la marcha pasada a cuánto está hoy; de la pesificación de los fondos jubilatorios y de las elecciones por venir; de las dos marchas, y de la realidad. La necesidad de seguir enfrentando al fascismo, ¿cada vez más presente?, y la energía que da la calle. El recuerdo de Hebe, la presencia y las palabras de Nora Cortiñas, la partida sin condena de Carlos Blaquier. Lo pendiente: los juicios aún en curso, la falta de respuestas del Poder Judicial y de la política, les desparecides de hoy. La presencia de niñas y niños como herencia de una sana costumbre: memoria, verdad y justicia, ahora y siempre.

Y si de vos
me dijeran que no exististe,
les gritaría que me quedan,
tus ojos tristes,
tu caminar lento,
tu sonrisa apenas esbozada,
tu caricia leve,
y una espera,
una larga espera
de la que no volveremos
nunca,
o tal vez sí…

“Octubre 1976”, de Ana María Ponce, desaparecida.
24 de marzo de 2023: una de las intervenciones callejeras con el Nunca Más como bandera. Foto: Sol Tunni

Ahora es marzo de 2023.

24 de marzo de 2023.

Un pibe alto camina lento, con ojos tristes; el frente y el dorsal de su musculosa negra, cuenta: “Son 30.000 y uno es mi abuelo”. Al lado, su mamá, camina lento, con una sonrisa apenas esbozada. Su musculosa gris, cuenta: “Son 30.000 y uno es mi papá”. Caminan lento porque hay un océano de cabezas, pies y corazones que se dirigen desde el Congreso de la Nación hacia Plaza de Mayo, a reivindicar la Memoria, la Verdad y la Justicia, a 47 años de la noche más sombría.

El pibe alto se llama Thomas Aballay y sostiene un cartel que contiene la foto de su abuelo, cuya sonrisa es tan ancha que parece desbordarse de la imagen. Se lee: “Jorge Oscar Tanco, detenido desaparecido, 16/09/1976”. Dice: “Pertenezco a la agrupación de Nietos de desaparecidos, conmueve un montón estar acá. El Nunca Más no debe quedar en el aire, por eso hay que seguir luchando”. Lo escucha su mamá, Maika Tanco, la hija de Jorge. Plantea deudas de esta democracia en relación a los castigos por los crímenes de lesa humanidad: “Necesitamos hablar no sólo del pasado, sino del presente y del futuro. La cárcel para los genocidas debe ser definitiva; cárcel común, no que estén en sus casas. Además, los juicios están retrasados. En los últimos cuatro años no hubo adelantos significativos y eso quedó manifiesto en que el empresario Carlos Blaquier acaba de morir sin ser juzgado por su complicidad con la dictadura. 47 años después, no es justicia. Y él ni siquiera la tuvo; falleció como inocente, y no lo fue”.

Lo que plantea Maika, minutos después lo confirman en números desde Sobrevivientes, Familiares Compañerxs y Amigxs del Centro Clandestino de Detención «El Olimpo”, emplazado en el barrio porteño de Floresta: “Hoy, 8 de cada 10 condenados por delitos de lesa humanidad están en sus casas cumpliendo las penas que debieran completar en cárcel común”. Desde que se reabrieron los juicios, entre 2006 y 2022 hubo 283 sentencias dictadas, 1115 personas condenadas y 171 absueltas. Hay 15 juicios en curso y 75 causas aguardan fecha de debate. En relación a la falta de celeridad, se debe a la escasez de tribunales orales disponibles. Un ejemplo es el proceso judicial por las violaciones de derechos humanos en el Centro Clandestino “Puente 12”, en La Matanza. El debate, pactado para principios de 2022, recién comenzará el próximo 3 de abril “por cuestiones de agenda”.

Como el mundial

El olor a humo que emana de decenas de parrillas acompañan toda la marcha. Hay olor a chori, hay olor a un pueblo que, pese a ser una fecha que evoca la peor de las crueldades, se hermana, se abraza. Se trata de una fecha para encontrarse y reencontrarse, con unx mismo y con el resto. El barro que se multiplica con el paso de las horas en varios sectores de la Plaza de Mayo refleja la masividad de la cita ineludible. Hay mil banderas de organizaciones sociales, de partidos, de sindicatos; pasacalles, stencils, graffitis viejos y que acaban de nacer; bombos, cánticos, intervenciones artísticas; hay sueños compartidos: “La importancia de estar acá es mostrar que la derecha, los milicos, la policía, no tiene la cancha libre; desearía que fueran menos, pero no lo son, siguen teniendo mucho poder. Entonces, la única defensa que tenemos es la calle”, alza Cecilia, 69 años, de Florida Norte. Y profundiza: “Hay que apuntar a la igualdad social como eje; tenemos alimentos para millones de personas, pero la mitad de nuestra población infantil es pobre. Alguien se la está llevando y es contra ellos que debemos pelear”.

Antes de empezar a marchar, Norita Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, le dice a la lavaca que está “con mucha fuerza para seguir pidiendo Memoria, Verdad y Justicia”; le dice que “el país está cada día peor, porque este gobierno, gobierna para los ricos, y hay que resistir en la calle”; le dice que pasó su cumpleaños (93, el 22 de marzo) “muy feliz, llena de abrazos y de afecto, pero la felicidad nunca es completa y será así hasta encontrar a Gustavo (su hijo, desaparecido)”; dice que el compromiso “debe ser hasta morir” y antes de terminar la charla, en medio de un intenso calor, propone ir tomar una cerveza al final de la jornada.

Lucía Iérmoli tiene 35 años y está embarazada de seis meses. “Las conquistas hay que defenderlas acá, contra el poder concentrado que sigue creciendo. No estar un día como hoy marcaría una ausencia. Que reviente de gente esta plaza es un logro de todas, de todos. No sé cuántos lugares en el mundo tienen un día que reivindique la memoria”, dice, con voz tierna y con Vera en la panza, que también sigue creciendo. A su lado, su amiga Alejandra Spinetta, 59 años, agrega: “No se puede no estar acá; si uno falta, si no se compromete, es dejarle el lugar para que avance la derecha”.

A unos metros, Laura, de 66, está contenta. Muestra una vitalidad que está recuperando, a medida que avanzan las horas: “Es mi primera movilización después de la pandemia; estuve muy enferma, durante muchos años, pero hoy sentía que debía estar con mi pueblo y no me arrepiento: me llena de energía”.

Detrás, una imagen bellísima que retrata a Hebe de Bonafini, en el primer 24 sin su presencia física. Está con sus dos hijos, chiquitos, ambos desaparecidos. Una frase acompaña el cuadro, a 40 años de la recuperación de la democracia: “El día que me muera no me tienen que llorar. Hagan una fiesta en la calle, porque hice lo que quise y peleé con todo como quise”.

Retrato de Hebe de Bonafini: símbolo de lucha y de una época. Foto: Sol Tunni

El 24 de marzo de 1995 a las 6 de la mañana llegó al mundo Victoria Rossi. “Victoria por la frase del Che, de ‘hasta la victoria siempre’, por el concepto del triunfo del pueblo”, rememora Viqui, a metros de la Catedral vallada, en su cumpleaños 28. “A partir de que empecé a militar en el centro de estudiantes del secundario, sentí que los 24 de marzo ya no había lugar para festejos personales, sí para abrazos, sí para estar con mi gente, pero desde un lado más colectivo”. Su mamá y su papá, militantes de izquierda, venían a las marchas mucho antes de que se decretara feriado, allá por 2022: “Desde chiquita fui consciente del valor que tenía esta fecha y me acuerdo que en cuarto grado fue el último cumple que festejé en la escuela. Sin embargo, estar acá es lo más importante en este día; un año no vine y algo me faltó. Decidí que esa sensación no la quiero sentir más”. Y asocia: “Más allá de que esto no sea una celebración, vivo un 24 de marzo como lo más parecido a ganar un campeonato del mundo, porque hay un gran motivo para juntarse: hay orgas, partidos, familias, parejas, gente que va de la mano con quien quiere y eso tiene que ver con la búsqueda de la libertad por la que peleaban las y los desaparecidos”.

Ideas de ayer a hoy

Un hombre cuarentón camina de la mano de su hija. Ambos tienen puesta el mismo modelo de remera que exige “Juicio y castigo”. La diferencia es que una es talle X y la otra es talle S. Expresa Lucas: “Estamos acá por dos motivos: por responsabilidad social y porque mi papá es uno de los 30 mil”. ¿Qué utopías de su viejo hay que traer al presente? “Nunca dejar de hacer política seria y trabajar mucho en los barrios”. Se va a seguir marchando, siempre de la mano de su hija. En su espalda, de su mochila cuelga un pañuelo blanco que denuncia: “Pablo Córdoba, desaparecido”.

Ana Valverde escucha atentamente el documento leído por el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. Tiene 72 años, milita hace 54 y lleva bien alto un cartel con la foto y el nombre de Patricia Gaitán, desaparecida por la última dictadura cívico militar eclesiástica. “La principal pelea de los 70 que hay que dar hoy es cómo lograr la unidad de las y los laburantes”. Dice que es jubilada y protesta porque “el gobierno nacional acaba de confiscar el fondo de garantía de sustentabilidad que estaba en dólares y que por un DNU lo pesificó. Esto no perjudica a quienes ahora somos jubilados, sino también a ustedes, los más jóvenes”.

–¿Vos aportás? –me pregunta.
–Sí.
–Bueno, te acaban de afanar.

Un pasacalle grita: “30.000 razones contra el FMI”; un cartel pegado con engrudo sigue la línea: “Basta de extorsiones del FMI”; desde arriba del escenario, en el documento que leen los organismos de derechos humanos, se agita: “El Poder económico es el gran ausente de este proceso, y su impunidad la seguimos pagando como pueblo, porque nos siguen sometiendo a la miseria, buscando un enriquecimiento sin límites y sin importar los costos”. Abajo, la inflación arrasa. Alberto es de Avellaneda y atiende una parrilla que instaló en la esquina de Avenida de Mayo y Carlos Pellegrini: “En la marcha pasada, el chori estaba 150 pesos, cobrándolo caro; hoy, yo lo tengo 700, como barato; en otros puestos está hasta 900”. A 50 metros, Viviana está sentada en un banquito. En el piso, sobre una lona, expone pañuelos blancos y azules, con la consigna “Nunca Más”. “El año pasado estaban 250 pesos, hoy 500”. Agrega: “Fue muy floja la venta, hoy se vendió mucho menos que en 2022”.

La primera actividad que arranca el 24, a media mañana, y la que cierra, a eso de las 20, se da en Plaza de los Dos Congresos. Es un festival por la memoria donde cantan bandas de heavy metal, que se organiza desde hace 16 años. Quien presenta a las bandas se llama Fernando Ricart, tiene 52 años, un pelo larguísimo y un padrino que estuvo detenido desaparecido: “Se lo llevaron por ser delegado, como si eso fuera un delito. Estuvo un mes y medio desaparecido, pero el daño que le hicieron fue para siempre. Se lo llevaron siendo uno, y me devolvieron a otra persona. Nunca se recuperó”. Andrés, 39 años, escucha la música pesada junto a su hijo de 6. Lleva una remera que se pregunta qué hicieron con Santiago Maldonado. Le pregunto qué ideas de la militancia de los 70 serían importantes que hoy sean prioridad: “Se perdió la perspectiva de un cambio revolucionario real; el peronismo tiene su eje en la Justicia, como si no fuera parte de este sistema que hay que cambiar de raíz; mientras que la izquierda partidaria sigue en la pelotudez, discutiendo en el Congreso sobre concepciones marxistas de hace tiempo, sin pensar en el cambio social actual”.

Rocío y Darío viajaron desde Tandil junto a su hijo Amadeo, de un año recién cumplido, para sentir en vivo y en directo la marcha que tantos años recorrieron cuando vivían en Buenos Aires. “La memoria se construye desde la cuna y las Madres y las Abuelas son la escuela”, recuerda ella. “La mejor manera de reivindicar a las y los desaparecidos es seguir su camino: el trabajo de base que se hacía en esos años”, recuerda él, que al igual que su bebé lleva puesta una remera de Diego Maradona. A su lado está Belén, una amiga de la pareja que por primera vez es parte de esta movilización: “En Tandil es diferente; hay un espacio fuerte y comprometido con los derechos humanos, pero es una ciudad mayormente oligarca; para mí es muy fuerte estar acá. Más que nunca debemos mantener viva la memoria y para eso hay que movernos”.

Memoria en este momento

Hay un graffiti recién pintado en la estación de subte Lima, de la línea A, que reza: “Memoria en este momento”.

Aparece también en paredes, en carteles y en diversos reclamos. Elizabeth tiene 70 años y lleva colgado un cartel que pide “Libertad a Assange, una verdad sin mordaza”. Lo relaciona con el 24 de marzo: “En el caso de Julian, se condena la libertad de expresión, no hay derecho a la información de la población y se expone cómo se persigue a la gente cuando se descubren los secretos de los gobiernos”. Detrás de ella, un stencil negro exhorta: “Abran los archivos secretos de la Dictadura”. Elizabeth tiene tres compañeros desaparecidos: Mónica Epstein, Hernán Abriata y Klaus Zleschank. “De ellos, además de recordarlos, hay que seguir su ejemplo: militar por una mejor redistribución de los ingresos”.

El recorrido desde la 9 de Julio hasta la Plaza de Mayo está acompañado por afiches de la organización La Poderosa con un encabezado: “40 años alimentando la democracia”. Se da en el marco de un proyecto de ley que impulsa el conglomerado de asambleas villeras para que se reconozca con un salario a las más de 70 mil cocineras comunitarias que trabajan en el país sin percibir un salario. ¿Qué implica el reconocimiento laboral? “Un salario ligado al Mínimo Vital y Móvil como base; acceso al aguinaldo, vacaciones, seguridad social, cobertura contra riesgos en el trabajo por enfermedades y maternidad, por invalidez y vida, retiro, acceso a la jubilación y guarderías”, expresan desde el movimiento.

Uno de esos afiches lo tiene a su lado Francisca, que vive en la calle y ahora está delante de un kiosco de diarios cerrado. Tiene una bandeja de arroz por la mitad y una voz que pide escucha: “Se la pasa muy difícil acá”. Y en un puñado de palabras, esgrime una deuda sustancial de la democracia: “Pensemos, ¿cuántos políticos en los últimos años hablaron de la situación de calle, de las villas? Eso dice mucho de cómo estamos”.

Detrás de su lente, la mirada de Oswald, colombiano de 41 años que hace 14 vive en Argentina, fotografía a un pueblo que recuerda sin parar. “Es imposible estar acá y no compararlo con mi país. Allá, pese a que no hubo una dictadura tan marcada, la serie de gobiernos de derecha y los paramilitares han desaparecido a más gente que en cualquier dictadura del cono sur”. Añade: “Por eso es tan importante valorar lo que se consiguió acá. En mi país, el miedo y la violencia aún imposibilita la unión de familiares de víctimas para reclamar en conjunto. En el último tiempo la juventud comienza a jugar un rol clave y para esto la Argentina es un ejemplo a seguir”.

Sobre Avenida de Mayo, un gazebo contiene a un grupo de “peruanos autoconvocadxs” que vocifera por la “dictadura que vive Perú”. Más de 60 caras se alternan con cintas de luto negro, en un antimemorial que estremece. Son las “víctimas del Estado Peruano”. Merly tiene 36 años, nació en Parcona Ica y hace 20 vive en Argentina. “Estamos acá porque también queremos decir Nunca Más. Las muertes tienen rostro y la mayoría son de pueblos originarios, del sur del país”.

Carolina, de 23, muestra su juventud caminando rápido, para no perderle pisada a sus amigos que van un poco más adelante. “Recordar a los desaparecidos de la dictadura es luchar por los desaparecidos de hoy. La derecha sigue avanzando y no lo podemos permitir”. A pocos metros de la Plaza de Mayo, donde desemboca la enorme movilización, Daniela, de 35, vende hamburguesas veganas. En el frente de su heladerita de telgopor está pegado un cartel con los colores de la diversidad, que se pregunta: ¿Dónde mierda está Tehuel? “No se puede aceptar tener desaparecides en democracia. El Estado define de quién se ocupa y de quién no, discriminando a las identidades trans. El racismo sigue, nunca se fue”.

¿Dónde está Tehuel?. Foto: Sol Tunni

Pablo está a pasos de la Pirámide de Mayo. Tiene 36 años, una militancia desde la juventud y un miedo que le recorre el cuerpo: “La democracia vuelve a estar en riesgo; las voces que la amenazan vuelven a tener más peso, que se traducen en persecución, en proscripción, en prohibición”. Suma: “Sufrimos salarios de miseria que sólo lo podremos dar vuelta con una transformación obrera y un pacto social que resguarde un piso que la derecha busca perforar. Para esto, hay que poner el cuerpo como en los 70, porque salvo en determinados momentos como el 2001 o la reforma jubilatoria del macrismo, no pudimos hacerlo en unidad”. A su lado, lo escucha Fidel, su hijo de 8 años.

–¿Por qué estás acá? –le pregunto a Fidel.

–Por la desaparición de los compañeros.

La tarde empieza a caer, la multitud a desconcentrarse y, mientras las paredes siguen pintando preguntas, también se escuchan versos que alimentan la memoria.

Se que algún día dejaré de pertenecer al mundo,
y nunca más podré escribir,
ni hacer el amor,
ni disfrazar la naturaleza con un poema,
ni viajar en los libros,
ni exponer mis ideas.
Por eso en este poema dejo, mar, cielo y luna
mariposas, besos y sirenas,
y me dejo a mí,
porque cuando muera seguiré viviendo en estos
versos.

“Poema para no morir”, de José Beláustegui, desaparecido.
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