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Recuerdos de la Esma

Esta semana y en Tucumán se proyectará el documental Sonata en si menor, dirigido por Patricio Escobar sobre una investigación periodística de lavaca. Las actividades tienen una características especial: estarán presentes los protagonistas de la historia, sobrevivientes del secuestro y cautiverio en el centro clandestino ESMA durante la dictadura.

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Esta semana y en Tucumán se proyectará el documental Sonata en si menor, dirigido por Patricio Escobar sobre una investigación periodística de lavaca. Las actividades tienen una características especial: estarán presentes los protagonistas de la historia, sobrevivientes del secuestro y cautiverio en el centro clandestino ESMA durante la dictadura. La película toma esta historia para analizar el rol que tuvo la prensa. Jaime Dri llega desde Panamá, Rosario Quiroga y sus hijas, desde Venezuela. En Tucumán se suman a Miguel Ángel Estrella, quien los invitó especialmente a su concierto del 9 de julio. De regreso a Buenos Aires, el debate y la proyección con la presencia de los protagonistas será en Mu.Punto de Encuentro, el próximo miércoles 16 de julio, a las 18.30, con entrada libre. En esta nota contamos su historia.

Hacer historia

La primera noticia sobre el secuestro y traslado clandestino de un grupo de argentinos que estaba en Montevideo me llegó en forma casual, revisando el archivo en una editorial donde comencé a trabajar cuando agonizaba la dictadura. Yo era cronista y sentado a mi lado tenía al redactor especial Luis Castellanos, un petiso pelado y de anteojos, como George, el amigo de Seinfield, pero canchero y borracho. Poco después me enteré de que era uno de los periodistas que más frecuentaba la Esma.
Para conjurar ese asco que no tuve entonces porque “no sabía” (justamente yo, que venía de los bordes de la General Paz donde la dictadura era un retén cotidiano, un amigo chupado, un vecino metido a golpes en un baúl, un grito de auxilio ahogado en la madrugada), comencé a investigar esa noticia que no era noticia.
Recuerdo que me parecía obvio que había algo más. Recuerdo que las primeras en denunciarlo fueron las sobrevivientes de la ESMA que declararon en Francia en 1979 e incluso mencionaron a Castellanos como colaborador militar. Y recuerdo también que me pareció obvio que todo, al fin, había sido revelado en Recuerdos de la muerte, el libro de Miguel Bonasso, publicado en 1984.

Recuerdos de la Esma

Jaime Dri, el protagonista de Recuerdo de la Muerte, hoy. Vive en Panamá, tiene un hijo de 4 años y da clases de contabilidad en la universidad


Si la retomo ahora es porque no me parece obvio analizar qué rol jugó el periodismo en ese operativo que implicó secuestro, tortura, cárcel, muerte y desaparición forzada de 5 mujeres, 5 hombres y 5 niñas. Ellas, en especial, estuvieron en mí todos estos años, no sé si como un peso o un motor.
Fue Bonasso, entonces, el primero que nos dijo, como antes Walsh:
-Hay un fusilado que vive.
Nos contaba así la historia de Jaime Dri, el militante montonero que había sido secuestrado en Montevideo, trasladado al ESMA, sometido a “préstamo” al grupo de tareas que operó en la Quinta de Funes, bajo el mando del nefasto Galtieri en la periferia de Rosario, y devuelto a los sótanos de la Marina; él único que había logrado fugarse de allí y vivir para contarlo.
Dri es el muerto que habla en Recuerdos de la muerte, el Livagra de Operación Masacre.
Ahora que lo tengo enfrente, que lo he visto reírse a carcajadas y llorar con mocos, se lo digo con todas las letras y él se queda mirándome fijo, unos segundos eternos. Entiendo por qué.
Si retomo esta historia es porque tampoco parece obvio analizar qué valor tiene un sobreviviente del terrorismo de Estado. Digámoslo entonces rápido y claro: son la respuesta al grito de “Aparición con vida”. Son también el motor que encendió la justicia, la principal prueba, el dedo acusador. En la jerga judicial son testigos. En la historia social, son las víctimas que se ponen de pie y dicen “Yo acuso”. ¿Se puede entonces pedirles explicaciones sobre por qué están vivos?
Se puede.
Lo que no sabe el que los interroga es que la respuesta está en la pregunta: sobrevivir, nos interpela sobre cómo vivir después de una dictadura; pero fundamentalmente, sobre cuándo es ese después y cuánto su fin depende de nosotros.
Depende, nada menos, no del peso de nuestras preguntas, sino del motor que enciende nuestras respuestas.
La mía, ahora, es abrazar a Dri.
Recuerdos de la Esma

Dos de las hijas de Dri -María Virginia y María Paula- junto a su madre Rosario Quiroga. Todas fueron secuestradas en Montevideo y trasladadas ilegalmente al centro clandestino. Un día después, Astiz entregó a las nenas a una tía monja. Rosario fue una detenida-desaparecida hasta enero de 1979, cuando sus captores le permitieron viajar a Caracas, donde hoy viven todas.

Las personas

Jaime Dri, nacido en Chajarí, Entre Rios, 14 hermanos, uno cura, cinco monjas, hijo de un sobreviviente de los bombardeos del 55, padre de Vanesa y Fernando, que fueron secuestrados el de 10 enero de 1977, cuando tenían 6 y 4 años; posteriormente liberados y enviados a Panamá, de donde era oriunda su entonces compañera, Olimpia Díaz. Dri fue elegido diputado provincial por el Chaco, cargo que ejerció hasta el día del golpe y era responsable de la columna nordeste de Montoneros. Viajó a Montevideo, vía Concordia-Salto, para reunirse con su responsable político, Alejandro Barry, a quien sólo conocía por su apodo: El Sopita.
Alejandro Barry había llegado a Montevideo junto a su compañera, Susana Matta, y su hija, Alejandrina, de 4 años. A Susana, Dri la llamaba La Pelada y a su hijita, La Peladita.
Rosario Quiroga, sanjuanina, familia devota, tía monja (ya veremos qué milagro provocó). Trabajaba en la biblioteca de la Universidad de San Juan hasta que fue cesanteada por la Ley de Seguridad del Estado sancionada por la dictadura para perseguir activistas. Su primer compañero y padre de sus tres hijas fue José Luis Herrero, desaparecido en Mendoza el 9 de marzo de 1976. Formó pareja luego con Oscar De Gregorio, a quien todos llamaban El Sordo, responsable de otra de las columnas montoneras. Oscar tenía un hijo, Juan Manuel, por entonces de 7 años, y una compañera del movimiento. Cuando decidió separarse fue sancionado por la conducción: perdió su jerarquía en la organización, aunque no sus responsabilidades. Oscar y Rosario habían escapado de Argentina cuatro meses antes, esquivando la represión. Viajaron a Brasil y luego a Montevideo, donde alquilaron una casa en la zona céntrica, a pocas cuadras de la avenida 18 de julio y a dos del jardín de infantes a donde enviaron a las nenas: María Paula, de 5, María Elvira, de 4 y María Virginia, de 3.
Miguel Ángel Estrella, tucumano, nieto de árabes, pianista virtuoso, discípulo de la francesa Nadia Boulanger (ya veremos qué milagros provocó), joven viudo, padre de 2 hijos -Javier, de 11 años, y Paula, de 8- exiliado en Montevideo luego del golpe. En su chalet del coqueto barrio de Carrasco le dio refugio a una joven pareja que huía de la persecución de los militares argentinos: Jaime Bracony y Luisana Olivera. Otra joven estudiante entrerriana, Raquel Odasso, lo ayudaba cuidando a sus hijos.
María del Huerto Milesi y Rolando Pisarello habían llegado días antes, huyendo con su hija María Laura, por entonces una bebé de 4 meses.

Recuerdos de la Esma

1977, ESMA: foto tomada por el represor Jorge Tigre Acosta. Las nenas fueron secuestradas en Uruguay en un operativo del Plan Cóndor.

Los hechos

Esta historia comienza igual y para todos.
Y comienza con fe.
Primero como católicos, luego como militantes, finalmente como montoneros, cada mujer y cada hombre enredado en este ovillo siguió el hilo que tejía su tiempo y su convicción.
Esta historia no comienza con un secuestro sino con una militancia que hoy recuerdan con orgullo y autocríticas. Cuando llegó la tiniebla del golpe, la mayoría tenía responsabilidades en su militarizada organización y eso los sometió a rígidas disciplinas y aún más rígidas medidas de seguridad. Así llegaron a Montevideo, con documentos falsos y haciendo política clandestinamente.
Lo que comienza, entonces, el 16 de noviembre de 1977 es el horror.
Ese día Oscar De Gregorio regresaba de Buenos Aires a Montevideo. En el puerto de Colonia lo esperaba su compañera, Rosario, que había dejado a las nenas al cuidado de una vecina. Lo vio bajar a las 13.30 del aliscafo y caminar rumbo a Inmigraciones, donde lo detuvieron. Las versiones siempre hablaron de que le habían encontrado una granada dentro de un termo, pero Rosario no cree que sea cierto. Su hijo Juan Manuel me dice ahora que un funcionario del ministerio de Defensa de tiempos de Tabaré Vázquez le contó otra versión: en la guardia había un oficial que sospechó del nombre -Manuel del Corazón de Jesús Mántara, demasiado largo y complicado- y le pasó el documento a otro que, mala suerte, era experto en falsificación.
Rosario vio cómo se llevaban a Oscar hacia otro lado del esperado y decidió no perder tiempo. Tomó un micro, llegó a su casa y le confesó a su vecina la verdad: quién era y qué pasaba. La mujer la ayudó a levantar la casa y cargar a las nenas. Cuando volvimos a Montevideo este abril, buscamos sin suerte la casa. Rosario tenía la esperanza de encontrar a la vecina y agradecerle todo. Especialmente que no le haya preguntado nada.
Luego, se instaló en un 3 ambientes con jardín que alquiló en la zona balnearia de Lagomar, distante a sólo 22 kilómetros de Montevideo, y buscó contactarse con sus compañero. Fue entonces cuando visitó el coqueto chalet de Miguel Ángel Estrella.
Ellos no lo sabían, aunque todos los vecinos se los habían advertido: el chalet de Estrella estaba vigilado. Me lo cuenta ahora un cincuentón amable, que actúa incluso el diálogo que tuvo con Estrella en los días previos a la redada:
– Yo siempre estaba acá, sentado en este muro con mi mate, joven al cuete, cuando lo veo pasar Estrella y le digo: `Están dando vueltas unos tipos raros desde hace días. O te vienen a buscar a vos o me vienen a buscar a mí, así que hay que tener cuidado”.
Estrella recuerda el diálogo y sonríe. “Si hasta mis hijos me abrazaban y decían: ´no quiero perderte también a vos papá´. Por eso estábamos levantando la casa, con la idea de irnos a Europa aprovechando unos conciertos que tenía ya pactados”. La parsimonia de Estrella en medio de este clima de persecución no es solo producto de su filosofía tucumana, que también, sino de su lejana pertenencia a la organización que en esos días parecía ser el único objetivo de la represión. Parecía, pero no.

Recuerdos de la Esma

El abrazo de Dri con Estrella fue en la residencia del embajador argentino en Uruguay, donde compartieron desayuno y recuerdos.

El intento de fuga

Fue Martín Gras, otro detenido-desaparecido en la ESMA, hoy funcionario de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, quien declaró ante un juez uruguayo que fue trasladado clandestinamente a Montevideo y obligado por sus represores a reconocer a quien ilegalmente habían detenido. La declaración de Gras coincide con lo que le contó el funcionario de Tabaré a Juan Manuel, el hijo de De Gregorio: Gras llegó junto al represor argentino Antonio Pernía a un galpón que tenía el cuerpo de Fusileros Navales (FUSNA) en el puerto de Montevideo, donde lo recibió el capitán de navío Jorge Troccoli, un represor uruguayo que escapó a Italia y eludió un pedido de extradición, hoy prófugo de la justicia Ahí se enteró que minutos antes, Oscar había salido con unos militares en auto a marcar una cita. Pernía se puso furioso porque imaginó lo que vendría. Lo que sigue es el relato de Gras: “Pernía salió a buscarlos y en una calle reconoció el coche de los uruguayos sin nadie adentro. Escuchó un disparo: De Gregorio le había pegado al oficial uruguayo; escapó, corrió, entró a un zaguán y ahí el uruguayo le pegó un tiro. En el momento en que Pernía llegó al zaguán, el oficial iba a rematar a Oscar, que ya estaba malherido. Pernía se le tiró encima para evitarlo. El chofer casi le dispara también a él, que estaba de civil”.
Oscar fue trasladado al Hospital Militar en la mañana del 18 de noviembre de 1997. La bala le había perforado los intestinos y el bazo, que le terminaron extirpando, según consta en el parte médico de ese hospital y que forma parte de los documentos que le entregó la Armada uruguaya al presidente Tabaré Vázquez en setiembre de 2005.

Plan Cóndor en acción

Cuando fue al chalet de Estralla, Rosario no sabía que el secuestro de Oscar había puesto en marcha esa tenebrosa maquinaria llamada Plan Cóndor. El pianista estaba de viaje y la recibió Jaime Bracony y Luisiana Olivera, que la pusieron en contacto con Alejandro Barry. La cita fue en un restaurante céntrico y reunió a la mayoría de los protagonistas de esta historia. Dri, que había llegado a Montevideo ese día, María del Huerto y Rolando Pisarello, también recién llegados, más Rosario y Alejandro, que era el máximo responsable político del grupo. Fue él quien decidió que el matrimonio Pisarello y su bebé fueran a vivir con Rosario, porque le parecía segura esa casa de Lagomar, que el caído Oscar desconocía. También ahí se arregló que Dri iría a la casa que los Barry habían alquilado en Atlántida, aunque nadie en el grupo sabía en ese momento dónde vivían. Rosario partió con la pareja a Lagomar, Dri fue caminando con Rolando hasta la casa de Estrella, que tampoco estaba, y regresó a su hotel a esperar que llegue otro día y su cita: quedó en encontrarse con El Nariz en ese mismo restaurante a las 2 de la tarde.

La redada

El operativo comenzó el 15 de diciembre de 1977 y a las 8 y pico de la mañana, cuando Rosario y Rolando salieron de la casa de Lagomar y caminaron hasta la ruta. Rosario siempre creyó que habían sido 2 cuadras, pero son más de 500 metros los que separan la casa con 3 cuartos, jardín y patio trasero de la Avenida Giannattasio. Ahora que estamos allí, conversando con los vecinos de la época, nos enteramos que desde la noche anterior un grupo de militares uruguayos, de civil y armados, había obligado a la señora de enfrente a esconderlos, para vigilar desde allí los movimientos de la casa. Le dijeron que era una cuestión de drogas y la señora sospechó lo peor: no podía ser verdad porque ella había visto en el jardín jugar a las nenas.
A pocos metros de la parada del colectivo con el que pensaban llegar a Montevideo escucharon un grito. Alto. Comenzaron a correr, pero detrás del refugio de la parada se asomaron otros hombres armados. A Rosario la agarraron de los pelos, la encapucharon y la tumbaron en una camioneta, al igual que a Rolando.

Recuerdos de la Esma

La tapa de Mu 55, junio 2012

Recuerdos de la Esma

La emboscada

A las 2 de la tarde de ese mismo 15 de diciembre Jaime Dri se encontró con Alejandro Barry en la puerta del único restaurante que conoció en Montevideo. Subieron a la Mehari roja y cuando comenzaron a andar, Jaime cerró los ojos tal cual lo indicado: nadie podía ni quería ver el trayecto que lo llevaba a la casa de un compañero. “Habrá pasado un rato largo, una media hora quizá, cuando escuché el grito de El Nariz”, me dice ahora que está parado en el exacto lugar donde volcó la Mehari, emboscada por un auto al frente y otro atrás, que le dio el topetazo. “El Nariz me pasó por encima y yo salí como pude, corriendo hacia allá”. Señala en dirección a una esquina que en un primer momento lo desorienta porque hoy la ruta es doble mano, el terreno está levantado y él no recuerda haber tropezado con nada en la estampida, pero también por evocar la intensidad y el vértigo que tuvo aquel momento. Dri busca, necesita encontrar, la casa a la que entró en su desesperada fuga. “Era chiquita, precaria y en lugar de una puerta trasera me topé con una ventana chiquita y enrejada”. Ahí está, al fin, parado al lado de la ventana que le cerró la retirada, en la casa chiquita que hoy tiene adosada otra habitación, donde vive la nieta de la mujer que aquella tarde alcanzó a decirle solamente “Por favor, váyase de acá”, que era exactamente lo que ansiaba Dri. Esa señora, nos cuentan ahora, era la curandera del barrio.
Dri recibió en ese umbral dos tiros en las piernas, pero nunca menciona esas heridas ni tampoco da detalles de las torturas que padeció luego de que lo llevaran desde allí y a la rastra, en el piso trasero de un auto.
Las versiones indican que Alejandro Barry fue asesinado ahí mismo. Dri no lo supo hasta tiempo después y todavía se pregunta, parado en la ruta, para dónde habrá corrido El Nariz, como si el destino hubiera empujado a su compañero en dirección errada. Y a él no.

Recuerdos de la Esma

Dri con Patricio Escobar y Damián Finvarb, director y director de fotografia del documental, respectivamente, en Uruguay

Operativo Estrella

Esa misma tarde del 15 de diciembre Raquel Odasso volvía de comprar bizcochos, cuando a dos cuadras de la casa donde trabajaba cuidando a los hijos de Miguel Ángel Estrella la interceptó un auto. Los vecinos recuerdan ahora que era un Wolksvagen del que bajaron dos hombres que la tomaron de los pelos y la llevaron. La hija de Estrella estaba jugando en la casa de unas amigas, a pocos metros, y escuchó los gritos. Los bizcochos quedaron en el piso, desparramados.
Por los techos de la casa del vecino trasero irrumpió al chalet de Carrasco el grupo de tareas que se llevó a la rastra a Jaime Bracony y Luisana Olivera, mientras dejaba una guardia adentro, esperando la llegada de Estrella. Todo el tiempo que dura esa espera, el hijo de Estrella lo pasó en su habitación, enfermo y aterrado.
Alertada por los vecinos, llegó hasta la puerta del chalet una amiga del pianista. Llevaba un traje de cura y otro de mujer. “Pensó que así podía escaparme”, sonríe Estrella ahora, mientras unta una tostada del desayuno que sirve, sin ruido, la empleada de la embajada argentina en Uruguay. Estamos ahora en la residencia oficial, donde ayer, 25 de mayo, Estrella ofreció un recital que transformó las sonatas de Listz en un acto político.
Estrella tiene una forma especial de hablar. Cada palabra es una tecla con la que intenta tocarnos algo: un sentimiento, una sonrisa, una mirada. Cada pieza que ejecuta tiene un cuento de introducción. El de este día que se dice de la patria comienza con la historia de su secuestro en Carrasco. Lo está escuchando, sentado detrás de él, el presidente José Mujica que estuvo prisionero en el mismo penal al que fue a parar Estrella. En la platea hay más ex presos de la dictadura y referentes de derechos humanos que funcionarios. Está, además, la amiga que quiso disfrazarlo. Lleva bastón y renguea. Dice que todavía le duelen las manos por la picana que recibió cuando la llevaron, junto a Estrella, al Castillo de Carrasco. Ella es la única de todos los que estuvieron allí capaz de identificar donde queda ese centro clandestino de detención a donde llevaron a las mujeres, los hombres y las niñas secuestrados aquel 15 de diciembre.

Lagomar y después

Ninguno de los sobrevivientes sabe por qué llegó Susana Matta con Alejandrina a la casa de Lagomar, pero todos suponen que fue porque ni su compañero Alejandro Barry ni Jaime Dri llegaron el 15 a su casa. Tampoco saben porque se quedaron allí, tras la desaparición de Rosario y Rolando. Lo cierto es que en la madrugada del 16 de diciembre, cuando irrumpió la patota, ahí estaban durmiendo, en un cuarto las madres, Susana y María del Huerto, junto a su bebé de 4 meses, y en otro las 4 nenas: Alejandrina, la hija de los Barry, y las de Rosario: María Paula, María Elvira y María Virginia.
Fue María Elvira la que en su adolescencia tuvo un ataque de pánico que pudo conjurar cuando entendió su origen: había estado en una casa de verano y durmiendo en una habitación en la que se colaba en la noche una luz fuerte a través de una ventana. Recordó, así, que aquella madrugada las había sorprendido una luz similar (¿focos? ¿linternas?) que precedió el grito que despertó a los vecinos: “Salgan o disparamos”.
María del Huerto salió con su beba en brazos.
Susana Matta fue a la habitación de las niñas.
Las versiones cuentan que allí se tomó la pastilla de cianuro. Dri me dirá después que calcula que fueron 600 los militantes que cumplieron con la orden de Montoneros de tragar el cianuro antes de caer.
Ahora, la menor de las hijas de Rosario recuerda algo más: que Susana intentó vomitarla. También recuerda ahora que tuvieron que pasar por encima del cuerpo de Susana para salir de la habitación. Y que las taparon con unas mantas a cuadros que había en la habitación.
Solo eso.
Lo que pasó después, para las tres y desde entonces y hasta hoy, funde a negro.

Rezar a los gritos

Miguel Ángel Estrella es el único que habla, en su delicado tono, de lo que pasó después. A todos –las 4 mujeres, los 3 hombres y las 5 nenas- los llevaron al mismo lugar: el que ellos llaman el Castillo de Carrasco. “No sé si eran un castillo, pero parecía. El sótano donde fuimos a parar tenía paredes como esas que se ven en las películas”, dice Estrella. Todas y todas recuerdan el ruido del paso de aviones y autos, por eso hablan de Carrasco, el barrio donde está el aeropuerto de Montevideo.
En ese sótano, Estrella y Dri –que no se conocían- compartieron las sesiones de tortura. Colgados boca abajo, atados de las manos y encapuchados. Submarino y picana. “Había una mujer especialmente cruel, que se ensañaba especialmente con darme picana en el miembro. En un momento, no sé cuánto tiempo había pasado desde que llegué, pude hablar con ella. Le dije cómo me la imaginaba. Como un hembrón, de larga cabellera y buen escote. ¨Nada que ver¨, me contestó. ¨Soy bien fea¨. Me contó que vivía en un cantegrill, que era prostituta y que así había conocido a un milico que una vez le propuso: ´¿querés venir a ver algo que puede llegar a excitarte?´. Y ahí empezó. Ahora le pagaban, me decía, por torturar y le pagaban más cuándo más hija de puta era”.
Estrella cuenta que rezaba a los gritos mientras pensaba en su maestra, la francesa Nadia Boulanger. “No sé por qué, pero se me venía su imagen en esos momentos”. Nadia, justamente, fue una de las primeras en organizar una campaña mundial para denunciar el secuestro de Estrella.
Dri lo escucha en silencio, como lo escuchaba cuando vociferaba el padrenuestro en aquel sótano. Acaban de encontrarse en Montevideo, en la residencia del embajador, en ese comedor y en ese desayuno con tostadas. Acaban de estrujarse varias veces en varios abrazos y de decirse muchas más “Hermano querido”.

Represores negociando

Cuatro días calculan que pasaron en el Castillo de Carrasco, pero fueron 5, según consta en un informe “secreto e interno” firmado por director del Servicio de Información de Defensa, general Amauri E. Prantl, donde menciona a la totalidad de los secuestrados. El parte está en el Archivo de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia, en la Caja 8-2-1 y lleva la siguiente nomenclatura: “Parte de Información Nº 13/77”.
El dato es importante por lo que pasó ese quinto día.
Cuenta Dri: “Me sacan la capucha y delante de mí tengo a un grupo de hombres. Tiempo después pude identificar a tres de ellos, todos argentinos: el oficial del Ejército apellidado Coronel –luego supe que su nombre es Julio César, y lo apodaban Maco-; el miembro de la Prefectura Naval Héctor Febres, apodado Selva, y el integrante de la Armada Raúl Enrique Scheller, apodado Mariano o Pingüino. Uno de ellos me dijo: `Quedate tranquilo, ya pasó lo peor. Nosotros te vamos a tratar mejor que los uruguayos, te vamos a trasladar a Argentina´”.
El grupo de tareas de la ESMA había llegado hasta el Castillo luego de una negociación con la Armada uruguaya. Un documento oficial, con membrete de la Presidencia de la República Oriental del Uruguay, fechado el 2 de julio de 2003 informa que esa negociación fue bautizada “Cónclave de Solís” y que implicó que “el Comandante de la Armada” apruebe la entrega de Oscar De Gregorio a las autoridades argentinas.
El funcionario de Tabaré Vázquez que se entrevistó con el hijo de Oscar le contó que la negociación fue dura. “Los militares uruguayos se dieron cuenta de que tenían un pez gordo y no lo querían entregar así nomás. Los argentinos se impacientaron y amenazaron con sacarlo del Hospital Naval, donde estaba internado, a sangre y fuego. Se lo llevaron, pero a cambio les pidieron los 3 autos y el helicóptero en el que habían venido y el control de los uruguayos secuestrados en suelo argentino”, cuenta Juan Manuel que le contó el funcionario.
La negociación determinó también el destino de los secuestrados en el Castillo de Carrasco. Todos los detenidos en el chalet de la familia Estrella fueron legalizados. Esto es, sometidos a la justicia militar, que tras un simulacro de juicio, los condenó a prisión en el penal de Libertad. Allí fueron, entonces, Miguel Ángel Estrella, Jaime Bracony, Luisiana Olivera y Raquel Odessa.
El resto fue desaparecido. Esto es, trasladado ilegalmente a la ESMA en avión.
Allí fueron, entonces, Rosario Olivera, Jaime Dri, María del Huerto Milesi, Rolando Pisarello y la bebé de la pareja de 4 meses. Allí fueron también las tres hijas de Rosario: María Paula, María Elvira y María Virginia.
Para Alejandrina Barry los militares argentinos tenían otro destino.

La prensa terrorista

Sin duda, la campaña internacional que denunció el secuestro de Estrella y que llegó a mover influencias al embajador británico y hasta a la reina de Suecia, obligó a legalizar a todos los secuestrados en su chalet.
Sin duda, también, fue el vínculo entre el abuelo Barry y José Alfredo Martínez de Hoz, con quien compartía una cátedra universitaria, el que salvó a Alejandrina.
Sin embargo, lo que me interesa señalar en este punto de la historia es que en la misma instancia en la que se sella la suerte del grupo –quién va preso, quién desaparece- se urde la operación de prensa.
Esto es lo paradigmático de este caso: deja en claro cómo funcionó la máquina represiva, pero además cómo la prensa formó parte de ella.
La Armada uruguaya emitió sobre estos hechos cinco comunicados que fueron reproducidos por todos los diarios locales y varias agencias internacionales. Esos cables fueron publicados en la prensa argentina por lo menos en dos diarios: La Opinión y La Nación, en sus ediciones del 23 de diciembre de 1977.
En los días posteriores, los diarios uruguayos publicaron las fotos de los detenidos, las del asesinado Alejandro Barry y su esposa, Susana Matta. También las fotos de la Mehari emboscada, la casa de Lagomar y las supuestas armas encontradas y que nadie allí tenía. Publicaron además, muchas fotos de Alejandrina. Jugando con muñecas, sentada, parada, con un saquito de lana, sin el saquito de lana y un titulo: “Esta inocente está sola y quiere encontrar a su familia”.
El 29 de diciembre de 1977 el comunicado Nª 1380, emitido por “las Fuerzas Conjuntas” uruguayas informa que la pequeña Alejandrina “fue entregada en el puerto de Montevideo a sus abuelos paternos en presencia del Juez Militar de 2do. Turno”. En realidad, según la crónica publicada por el diario La Mañana en su edición del 30 de diciembre, la entrega se hizo en medio de una conferencia de prensa a la que fue expuesta la niña hasta que una mujer uniformada la cargó en brazos y la subió al barco donde la esperaban sus abuelos. La última foto de Alejandrina publicada por los diarios uruguayos es esa: en brazos y en la escalera.
En esta orilla, las fotos tomadas durante el operativo formaron parte de una operación de prensa que tuvo la Editorial Atlántida como escenario privilegiado.

  • La revista Somos muestra la foto de Alejandrina junto a la de la Mehari acribillada. También da cuenta de la detención de Miguel Ángel Estrella de una manera especial. Dice textualmente: “pianista tucumano, 33 años, homosexual”.
  • La revista Gente tituló: “Alejandra está sola”. Muestra fotos de la casa donde se produjeron los secuestros y de un supuesto botín de guerra, con grandes ametralladoras, “que se encontraba a pocos metros de la cuna de Alejandra”.
  • La revista Para Ti la presenta jugando con su muñeca, cabeza gacha. El título: “A ellos no les importaba”.

Las tres notas publicadas en los medios de Editorial Atlántida son posteriores a este parte oficial, pero ignoran el hecho de que Alejandrina ya estaba con su familia y en cada nota está escrita de acuerdo al estilo de cada publicación y todas persiguen lo mismo: según mi hipótesis, están destinadas a cortar los lazos de solidaridad o simpatía que podían ayudar a ocultar o escapar a los militantes montoneros de las garras de la dictadura.
Ni los medios uruguayos ni los argentinos mencionan al resto de los secuestrados.

Postales de la ESMA

La vecina de la casa de Lagomar cumple años. Es domingo y está esperando a la familia para dar inicio a la raviolada. Mira a las tres mujeres que están paradas en su puerta y las abraza, una por una. Las invita a sentarse, a charlar, a mirarlas. No pregunta qué pasó después de aquel operativo que conmocionó a todo el brrio. Le alcanza con verlas hoy sonriendo. “Hace años que me quedó una pregunta clavada en el corazón: ¿qué pasó con esas niñas? Porque cuando vi que el diario hablaba de una sola, me di cuenta que algo terrible les había pasado a las otras”. Ese comentario es lo que se llevan de regalo María Paula y María Virginia de su visita a la casa de Lagomar.
No pudieron entrar a la casa, como querían, porque ahora está viviendo un militar, que acaba de llamar a un patrullero para espantarnos.
Me cuentan que llegaron hasta ahí con la ilusión de que les pase los mismo que a María Elvira. Que querían despertar esa noche con alguna sensación, algo, que les permitiera recordar lo olvidado. No tienen ni una imagen del operativo, del Castillo, del vuelo clandestino, de nada. Lo único que recuerdan es el momento en que las llevaron a ver a Oscar De Gregorio. Ya estaban en la ESMA. “Lo vi tan flaco, tan lastimado que pregunté qué le había pasado –me cuenta María Paula- El hombre que nos acompañaba me contestó: ´se cortó con un vidrio¨. Me quedé fija en esa imagen: pensando cómo habría sido de grande el vidrio que lo había rebanado así”.
Oscar De Gregorio padeció una larga agonía de torturas que lo dejaron desquiciado. Rosario lo vio morir el 25 de abril de 1978 en la ESMA. Su cuerpo nunca fue entregado a su familia, aunque a Rosario le dijeron en la ESMA que había sido cremado y sepultado como N.N. en la fosa común del cementerio de la Chacarita. Formalmente, es todavía un desaparecido.
Rosario me muestra la foto que El Tigre Acosta les sacó en la ESMA a las nenas. Están sentadas en un sillón. María Paula, en el medio, sonríe. No es una sonrisa de alegría: es un desafío.
Fue Acosta, también, el que le dijo a Rosario que en la ESMA no podían quedarse niñas de esa edad. Ella pensó en su madre, pero vivía en San Juan y se negaron a llevarlas. Recordó, entonces, que su tía monja estaba en un convento del barrio del Belgrano. Hasta allí las llevó Alfredo Astiz.
Rosario volvió a reunirse con sus hijas cuando la dejaron salir de la ESMA, el 19 de enero de 1979 y con destino a Caracas, donde hoy viven.
Le pregunto a María Paula qué piensa de esta historia y lo resume con una carcajada que apunta a su madre: “Que estaban todos muy locos”. María Virginia elige las lágrimas, que contiene con fuerza. Dice simplemente: “Mis padres son mi héroes”.
Recuerdo ahora el final de Operación Masacre y de esas palabras que ahora hago mías: puedo sentarme a escribir porque ya he hablado con sobrevivientes, viudas, huérfanos, héroes anónimos. Me pregunto, entonces, si contar esta historia vale la pena, si la sociedad en que uno vive necesita realmente enterarse de cosas como éstas. La diferencia con Walsh es que tengo una respuesta.
Se comprenderá, de todas maneras, que haya perdido algunas ilusiones en lo que alguna vez fue mi oficio, y que gracias a vos, lector, aún lo es.
Entonces puedo sentarme, porque ya he hablado con sobrevivientes, viudas, huérfanos, héroes anónimos.

Fotos de Lina Etchesuri y Julieta Colomer

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Jubilados e hinchas: “No queremos que vengan a defendernos de la policía, tenemos que luchar juntos por los derechos de todos”

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En vísperas a la movilización del miércoles, que promete unir a jubilados con hinchas de todos los clubes, motoqueros y distintas organizaciones (hasta de kick boxing) que se siguen sumando al ritual semanal alrededor del Congreso, las y los jubilados cuentan por qué marchan: “No es solo para defendernos a nosotros, ni solamente por la situación de la jubilación. Nosotros luchamos por todo: por el trabajo en blanco registrado, por el cuidado integral del trabajador. No es solo por los medicamentos sino por el derecho a estar sano, a que no te contaminen, a que no te roben el agua, que no se pudra la comida: por todo”.
Mientras el gobierno nacional agita la idea de que las barrabravas son violentas, ellos informan: “Los barras cuidaron a Milei cuando hizo el acto en Parque Lezama. Los que vienen son hinchas. Y los hinchas son trabajadores que tienen los mismos problemas que nosotros”. 

La idea, y el trabajo de hormiga, de la unidad entre sectores que hacen de alianzas inesperadas una forma de quiebre horizontal a la sociedad, que empezará a verse este miércoles a las 16 horas.

Por Franco Ciancaglini. Foto de Nacho Yuchark

Desde hace más de un año Zulema -ex trabajadora telefónica, actual jubilada y masajista-, marcha todos los miércoles alrededor del Congreso, realizando junto a sus compañeros y compañeras el ya famoso “Semaforazo”, que empezó aprovechando los cortes de tránsito para agitar consignas de reivindicación salarial y para cambiar el sistema, y se fue desbordando, mes a mes, con el deterioro social que impulsa el gobierno de Milei, hasta tejer una trama de distintos sectores que tendrá como protagonista el próximo miércoles a una alianza inesperada: jubilados e hinchadas de fútbol. 

También se sumaron motoqueros autoconvocados, y al cierre de esta nota –cuenta Zulema- se conocían las adhesiones de sindicatos de actores o de la Asociación de Kick Boxing. Entre otras.

Zulema se encuentra justo en esta semana en Villa la Angostura, atendiendo problemas familiares en la zona de donde es oriunda, y desde esa distancia y con una mirada política lúcida y sin pelos titula lo que pasará en dos días como un “miércoles de solidaridad”. “Lo de las hinchadas es increíble, y lo de los motoqueros a mí me hace recordar al 2001”, comienza conectando con ciertas revueltas y climas de época. “Me suena que va a haber un cambio fundamental con la participación de ellos: los jubilados ya no vamos a estar más solos”.

La vanguardia

“¡Justo ahora que se pone lindo!” comienza lamentándose Zulema y esa ausencia – ella que es parte creadora y fundamental del grupo Jubilados Insurgentes- merece ser suplida por una breve autoreferencia: envía un video en el que, hace exactamente un año, irrumpe en una entrevista televisiva con palabras como éstas: “Necesitamos que vengan todos a Congreso a las 3 de la tarde. Necesitamos una gran unidad, porque no podemos contar con la CGT”.

El video nunca vio la luz pero el muchacho que lo tenía filmado, pre convocatoria de este miércoles, se lo envío ahora bajo el lema: “Al fin te hicieron caso”.

Ella se ríe: “No es a mí. Es un trabajo de muchos”, dice en relación a todo el resto de jubilados organizados en distintos grupos que durante muchos años se vienen movilizando, a veces –literal- en veredas opuestas. 

Cabe agregar otra autoreferencia: hace un año, también, publicamos esta tapa de MU con los jubilados y jubiladas.  

A nivel hinchadas, La vanguardia la llevó Chacarita, que tras difundirse un video en el que un jubilado con una camiseta de ese club lloraba en medio de una represión, fue el primer cuadro del cual sus hinchas convocaron abiertamente a movilizarse. “Nos sorprendimos gratamente porque los que vinieron eran jubilados. Y los jóvenes de Chacarita dijeron que ellos venían para que a sus abuelos no los hagan sufrir. Fue una cosa genuina y sencilla, no eran provocadores, ni venían con discursos”.

Algoritmo vs. acciones

La presencia de hinchas de Chaca que aguantaron los gases y los palos como siempre lo hacen las y los viejos funcionó en la práctica como una mojada de oreja a otros clubes que quisieron sumarse. Y no solo otros clubes: “Me llamó una vecina que yo nunca hubiera pensado, diciendo ‘me siento conmovida’”, revela Zulema sobre personas que no militan necesariamente los colores. “Es que a la gente le conmueven las buenas acciones y sienten que el apoyo de las hinchadas a los viejos es una cosa solidaria buena: nadie piensa que van a hacer lío. Fue un primer paso”.

En tiempos donde los algoritmos y el poder digitan el movimiento de odios y negatividades, el contagio de las buenas acciones del que habla Zulema tal vez sea otra de las fórmulas más políticas para cambiar el presente. Buenas acciones que no implican solo ayudar a los viejos en el sentido literal: en esta entrevista Zulema resume el contenido de la marcha de este miércoles, su relación transversal con los problemas de la sociedad toda, y deja definiciones dignas no de una pobre abuelita (ellos dicen: “no somos viejos meados”) sino de las personas que encabezan una forma de luchar y proyectar futuro. Porque como dijeron en la última nota de MU que les hicimos:

-Aunque estemos grandes, nosotras también tenemos sueños y tenemos tenemos esperanzas.

El aguante

¿Por qué marcharán este miércoles hinchadas y jubilados?

Nosotros siempre dijimos que el tema de los jubilados está íntimamente ligado al deterioro de los trabajadores activos, que están cada vez más precarizados, y no se van a poder jubilar porque está desfinanciando al sistema jubilatorio. Además de que no se van a poder jubilar, es una situación de deterioro general: el derecho al salario y al derecho a la jubilación están unidos. No hay derecho a medias, no es que vos podés tener medio derecho: revindicamos el derecho completo.

¿Cómo relacionar esos derechos de sectores distintos?

Cuando vos te jubilás por moratoria, algunos sí y a otros no, tenés que pasar un filtro: eso no es un derecho. El derecho tiene que ser una cosa completa a la cual accedés por haber trabajado toda tu vida. No sos empresario, no sos latifundista, viviste de tu trabajo: revindicamos eso. Por esa razón tenés derecho a que cuando cumplís la edad, tengas el derecho. No es un gasto para el Estado, es un pase de manos de divisas, es la clase trabajadora que se autosustenta. Nosotros luchamos por todo: por el trabajo en blanco registrado, por el cuidado integral del trabajador. No solo por los medicamentos, sino por el derecho a estar sano, a que no te contaminen, a que no te roben el agua, que no se pudra la comida: por todo. Por cosas que ni siquiera se puede resolver con dinero… Hay gente que no tiene dónde vivir, y la Canasta Básica no contempla el alquiler. Luchamos también, -como la Constitución dice- por el derecho a la vivienda. Por eso nos tenemos que ni unir para ponernos de acuerdo en qué país queremos y un plan de lucha hasta dónde queremos llegar y transformar la realidad nosotros mismos, porque somos las únicas personas que tenemos derechos.

Ustedes, militantes desde jóvenes, siempre pensaron en que se puede cambiar el mundo…

Lo seguimos pensando, incluso lo discutimos a raíz del volantito (que repartirán el miércoles) por la llegada de las hinchadas. Y algunos compañeros decían: no queremos que vengan a defendernos de la policía. Nosotros venimos resistiendo y no nos asusta, el tema es que nos apoyen en los reclamos, en un proyecto de país que sea beneficioso para todos. No queremos que vivir sea para una clase parasitaria a costa de los trabajadores.

¿Tuvieron contacto con representantes de hinchadas o de motoqueros, o es una relación por construir?

No tenemos mucha conexión. Fuimos a muchos conflictos planteando lo mismo, pero parece que el tema de la unidad para luchar juntos tiene otra maduración. Nosotros planteamos que la unidad tiene que ser una organización donde nadie quiera llevar al otro de las narices. Tiene que ser un plan que responda a las necesidades de todos los sectores. Y el plan de lucha que sea lo que estamos dispuestos a hacer todos. Que nadie se arrogue la representatividad, que no te manipulen, tiene que ser unidad en serio: si eso pasa, sería como un parlamento obrero, no necesitamos ni al Congreso. Queremos que los trabajadores decidan.

Eso pareciera que sí está un poquito más lejos…

Pero apunta para ese lado. Sabemos que vamos paso a paso. Por ejemplo, los motoqueros no tienen un lugar donde se reúnen, no sabemos cómo hacen. Porque nunca vinieron tampoco, nosotros sí hemos ido donde la gente luchaba. Ahora vamos a tener la posibilidad de quedar más relacionados.

¿Cómo se puede hacer más duradera estas alianzas, más allá del miércoles? 

Del miércoles tenemos que salir sabiendo a dónde va un trabajador que tiene dificultades, que  tenga a dónde ir; un lugar donde estén todas las organizaciones de trabajadores para articular un plan de lucha. No parecía que los jubilados tuviéramos esa atracción, ahora pinta distinto: no sabemos a dónde va a llegar, pero es interesante este momento. A diferencia de las hinchadas, las organizaciones a veces te vienen a conversar con un discurso que sabes de memoria, pero las hinchadas son trabajadores que tienen las mismas problemáticas. Y también el lugar que está dejando la CGT, lo están llenando. Porque después la CGT hace un paro y lo negocian ellos, y te dejan a gamba. Tener un espacio nuestro que tengamos decisión de que hacer es mucho más digno y duradero.

En este momento, Patricia Bullirch está preparando el operativo de seguridad. Hoy más temprano planteó la relación de las barrabravas como sectores violentos, para desacreditar lo que se está gestando. ¿Cómo se le contesta? 

Son capaces de traerse algún tanque. Si la semana pasada éramos 500 y pusieron 1.000 policías, ahora no sé. Estaba la Prefectura, la Federal, la de la Ciudad… faltan los tanques de guerra, los soldados, la artillería. Pero nosotros sabemos que si hay mucha gente hay menos posibilidades de represión, ya lo vimos en la Marcha Universitaria… Entonces yo confío en que si somos tantos, se van a quedar en el molde. Pero vienen cebados, la semana pasada agarraron a algunos hinchas para decir que los que no son jubilados vienen a hacer lío. Pero no es así. Ellos quieren asociarnos a los barrabravas, pero nos dimos cuenta que no tienen nada que ver con los que vinieron, que son hinchas: los barras cuidaron a Milei cuando hizo el acto en Parque Lezama. Los hinchas son autoconvocados, y la verdad que estuvieron tranquilos y resistieron como resistimos nosotros. Ojalá que sea lo mismo. Y que sea un quiebre. 

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Nota

Continúa el destierro mapuche: Desalojan a otra comunidad para favorecer a un empresario forestal

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La lof Quemquemtrew, en Cuesta del Ternero, El Bolsón, fue desalojada tras la denuncia del empresario Rocco, que ocupa esas tierras fiscales y goza de impunidad judicial, con aval político. El fallo que da la razón a la comunidad, versus las presiones que reconoció la fiscalía local a la comunidad mapuche. El testimonio de sus integrantes, y la relación con los recientes incendios. La voz de la abogada que desmiente las relaciones con la RAM y el «circo» montado para justificar el despojo con argumentos racistas. El post del gobernador Weretilneck, alineado a la bajada de Nación, y las amenazas a los pobladores locales. Una de terror que sucede en la Patagonia, donde las comunidades originarias se encuentran sin ley y sin derechos, y con cada vez menos territorios. «Vamos a presentar una medida cautelar para volver a nuestro territorio lo antes posible”.

Por Francisco Pandolfi

El 10 de diciembre pasado, Javier Milei derogó la ley de Emergencia Territorial Indígena dando así vía libre a los desalojos de las comunidades originarias y allanando el terreno para el destierro, sobre todo del pueblo mapuche y sobre todo en la Patagonia. Ayer, el Gobierno de Río Negro, mediante un despliegue de más de 150 agentes de la Policía provincial, dio un nuevo paso en ese sentido: desalojó de sus tierras a la comunidad Quemquemtrew, en el paraje Cuesta del Ternero, El Bolsón.

El operativo se realizó por orden judicial tras una denuncia del empresario forestal Rolando Rocco, que ocupa esas tierras fiscales desde hace años, gozando de beneficios tanto por parte del Ejecutivo como de la Justicia. En noviembre de 2021, dos empleados de Rocco atacaron a la comunidad y asesinaron a Elías Garay e hirieron de gravedad a Gonzalo Cabrera, dos de sus integrantes. 

La voz de la comunidad

Romina Jones es integrante del lof Quemquemtrew, pero no habla con lavaca desde ahí. “Nos dejaron sin nada”, comienza.

¿Qué hay detrás de este despojo?

Los intereses de un empresario forestal, Rolando Rocco, a quien la provincia prácticamente le regaló más de 2500 hectáreas en Cuesta del Ternero, en un proceso de muchísimas irregularidades. A un fiscalero (quien ocupa tierras fiscales) se lo obliga a vivir en el lugar, pero él vive incluso en otra provincia (Chubut); a un fiscalero se le otorga un terreno único, pero a él le dieron diferentes porciones de la Cuesta, un montón de parcelas. A un fiscalero también se le exige que tenga buena relación con sus vecinos, pero él tiene denuncias de varios por amenazarlos con armas de fuego y armas blancas. Y ni hablar que él fue quien contrató a las dos personas que entraron al territorio a matar a Elías (Garay, asesinado en noviembre de 2021). La Justicia lo eximió, pero la vinculación es evidente, no sólo por sus amenazas previas de que lo iba a hacer, sino que su abogado es el mismo que defiende a uno de los asesinos de Elías. En ese crimen también estuvo involucrado el Ministerio Público Fiscal y el Ministerio de Seguridad provincial, ya que los autores materiales eludieron, portando armas de fuego, varios retenes policiales, en un momento donde nadie podía pasar. Hubo una cadena de responsabilidades que nadie las paga, como las hay ahora también con el desalojo de ayer. Hicimos varios reclamos a la Dirección de Tierra de Río Negro, pero es un organismo que ha venido regalando grandes extensiones a distintos empresarios, como es el caso de Joe lewis (el magnate británico que tiene la llave de Lago Escondido). Nosotros teníamos todas las de ganar, pero sin embargo nos desalojaron.

¿Por qué tenían todas las de ganar?

Porque estamos en territorio mapuche y eso fue reconocido por la jueza Romina Martini en la sentencia del juicio. Habló de nuestra ancestralidad, nos reconoció como comunidad mapuche, el derecho a reagruparnos, la necesidad de desarrollar la espiritualidad, pero ni eso alcanzó. El fallo que ordena el desalojo es una gran ironía, que se explica por los aprietes que hay hacia el Poder Judicial, que no es autónomo, sino que se inclina según las presiones políticas. Desde la propia fiscalía nos reconocieron las presiones del gobernador y de su partido Juntos Somos Río Negro. 

Circo y mentiras

Andrea Raile integra la Liga Argentina por los Derechos Humanos y es la abogada que representa a la comunidad Quemquemtrew. Dice que le gustaría que algo quede bien claro: “Tiene que dejar de hablarse de desalojo porque aunque la sentencia de la jueza sí ordenó la desocupación del predio, lo que hizo la lof fue un cumplimiento voluntario de la sentencia”. Se pregunta y se responde: “¿Qué significa esto? Significa que tanto el operativo que hizo ayer la provincia de Río Negro llevando tantos policías, así como sus discursos que hablan de una vinculación con la RAM, es todo circo y pura mentira. No hay ninguna vinculación con la RAM y lo único que encontraron en la comunidad fueron banderas mapuche y cartelería de Eíias Garay, recordando su asesinato”.

El gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, ayer hizo una publicación en sus redes sociales en la que se jacta del magnífico operativo (cuando ya sabían que no habría nadie) y endilga a la comunidad de violenta y desobediencia judicial, así como de ser un sector radicalizado “que pretende imponer sus propios términos, desafiando al Estado y a la Justicia”. 

Andrea tiene muchísima bronca. Dice que la provincia siempre se escuda en un privado, pero es la que “tiene que dar la cara, porque es la dueña de la propiedad de la tierra”. Y aclara: “Esta comunidad siempre estuvo abierta al diálogo, aún después de que entraran en la comunidad y asesinaran a uno de sus integrantes, burlando dos retenes policiales. Lof Quemquemtrew siempre estuvo a derecho y cuando quedó firme la sentencia, la comunidad la cumplió y dejó su tierra, sin violencia. El circo que hicieron ayer no sé quién lo pagará, no era necesario”. 

Patagonia en venta

El desalojo de ayer se da en un contexto de persecución general al pueblo mapuche. A principios de este año el gobierno provincial desalojó a la comunidad Paillako; hace dos semanas comenzó el juicio a lof Lafken Winkul Mapu; todo en medio de monumentales incendios que desde el poder político buscaron culpabilizar al pueblo ancestral:

Romina Jones cuenta lo que percibe que sucede en la Patagonia: “Se están vendiendo todos los recursos naturales que todavía existen, a capitales extranjeros israelitas, cataríes, yanquis, a los amigos del poder. Y se va contra quienes defendemos estos bienes, sean del pueblo mapuche o no. Hace un mes, en el incendio de Mallín Ahogado, detuvieron a brigadistas a partir de mentiras, ensuciándolos, diciendo que en vez de apagar los incendios los prendían. Hoy sale a la luz, a punto de empezar las clases, que una escuela arranca con cuatro hectáreas menos en su predio, por habérselo vendido a terceros. El empresario Rocco tiene una plantación de pino, y justamente el pino es uno de los factores de incendios, porque además de secar la tierra, al prenderse el lugar se expande la pinocha, que vuela y genera distintos focos en poco tiempo. Entonces, el trasfondo de todo es la entrega de la tierra y para eso valen todos los hostigamientos, vale toda la campaña mediática que nos tilda de terroristas e incendiarios. Y esto se está extendiendo a cualquiera que nos acompañe”.

Romper el silencio

Daniela tiene 32 años y desde hace seis que se mudó de Buenos Aires a la Comarca Andina. Es productora hortícola y vive en Mallín Ahogado, paraje rural de El Bolsón. Integra la red de apoyo al lof Quemquemtrew. Daniela, anteayer, no dio más, y necesitó decir. Escribió un comunicado, en el que denunció: 

“Cómo es de público conocimiento, hoy jueves 6 de marzo 2025, durante la mañana se llevó adelante el nefasto operativo de desalojo en dicha Lof. Hoy también, alrededor de las 12hs, mientras el ministro de seguridad de la provincia (Daniel Jara) y el jefe de la policía de Río Negro (Daniel Bertazzo) daban una conferencia de prensa en la Comisaría N°12, se presentaron frente a la casa donde vivo junto a una amiga, un móvil y una 4×4, ambos de la policía de Río Negro. Desde hace un mes, en distintos momentos, venimos siendo amedrentadas por la policía. Empezó el 6 de febrero, cuando agentes subidos en tres motos señalaron nuestra casa desde el camino”. 

Horas después, Daniela habla con lavaca: “Desde que fue el desalojo a la comunidad Paillako, en el Parque Nacional Los Alerces, comenzó una campaña mediática acusando al pueblo mapuche de terrorista. Empezaron los incendios en Epuyén (noroeste de Chubut) e inmediatamente militarizaron la Cuesta del Ternero, donde está el territorio del Lof Quemquemtrew. Luego se prendió fuego Mallín y la solidaridad que empezó a gestarse entre la comunidad fue impresionante, para  gestionar donaciones, armado de viandas. Eso molesta mucho al poder, lo pone en jaque, así que en respuesta arrancó una embestida de medios de comunicación demonizándonos, se escrachó a gente que estaba ayudando a apagar el fuego para generar pánico y divisiones, que detonó en detenciones al voleo y una patota (de Joe Lewis) golpeándonos a quienes reclamábamos por las liberaciones. Ese circo que se armaba era alrededor de un montón de vecinos de a pie que pedían el linchamiento y la muerte de todos los que estábamos ahí. Desde ese día empiezo a notar el hostigamiento policial hacia mí y a otras personas”.

¿Qué tipo de hostigamiento? 

Al día siguiente, tres motos de las fuerzas especiales de la Policía rionegrina se apostaron frente a mi casa a señalarla. Yo estaba adentro. Me asusté, me paralicé; sabía que no era algo individual, sino un un mensaje para el conjunto. Para resguardarme, decidí apagar el celular, y a los diez días aproximadamente se me prendió. Estaba muy caliente y tenía la fecha cambiada: decía 24 de marzo, una fecha lo suficientemente sugerente para nuestro país. Una semana después, volviendo a mi casa una noche, me apuntaron con un láser hasta que me perdieron de vista. Y ayer fue el detonante, tras el desalojo de la comunidad, el apostarse en la puerta de mi casa. Primero le resté importancia, pero después uní todo y decidí salir a hablar, y en las próximas horas presentar un hábeas corpus para averiguar qué pasa, qué están haciendo realmente conmigo y por qué merodean mi casa”.

Cuando le pregunto a Daniela cómo está, cómo se siente, su primera respuesta es en llanto. Y después le sale la voz, un poco entrecortada pero le sale, porque decidió decir: “Tengo mucha bronca, mucha impotencia y si estoy así de mal es por mi vieja, que vive en Buenos Aires; ella fue presa en la dictadura, estuvo un año y tres meses detenida en Chaco y todavía no he podido contarle la situación para no asustarla. El llanto, en realidad, es porque no sé cómo abordar la situación con mi mamá. Pero otra enseñanza que nos dejó el periodo de la dictadura es que hay que decir, que si me llega a pasar algo, se sepa el por qué”.

Quemquemtrew, en mapudungún, significa el sonido que se produce con la corriente de un río y las piedras. Romina Jones, integrante de la comunidad, adelanta que presentarán una medida cautelar en resguardo al sitio ceremonial y al rewe (sitio sagrado) y para que la machi (guía sanadora y espiritual) pueda volver al territorio: “Como pueblo originario lo que reclamamos es recuperar nuestros sitios ceremoniales, que son de suma importancia para nuestro físico, para lo espiritual, lo emocional. Entendemos que gran parte de la sociedad no llega a comprenderlo, porque hay un trabajo muy fino del discurso oficial, con expresiones racistas de distintos gobiernos, que reforzado por los medios hegemónicos da como resultado que no haya ni un pequeño interés en nuestra cosmovisión, al punto de banalizarla. Pero quienes menos respeto nos tienen son los que toman las decisiones, y que en realidad están obligados a proteger nuestras creencias, como lo establece la Constitución Nacional. Porque si bien hay leyes que protegían nuestros derechos y que Javier Milei ha derogado, siguen vigentes la Constitución y varios convenios internacionales que nos amparan. Vamos a presionar, porque el objetivo es claro: volver a nuestro territorio lo antes posible”. 

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Alerta Lugano: a espaldas de la comunidad, AUSA y el GCBA avanzan con el Máster Plan 

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La obra que pretende modificar al barrio sin ningún beneficio vecinal, para colocar entre otras cosas un nuevo peaje, se estima que acabará con 70 mil metros cuadrados de espacio verde. Ayer la empresa concesionaria de la autopista Dellepiane comenzó con la tala, pese a que se había pactado una “mesa de trabajo” previo al inicio de las obras, que la comunidad rechaza. La voz de las y los vecinos, el silencio del gobierno porteño y la postura de AUSA: no dar entrevistas “en on”. Hoy por la tarde el barrio se autoconvoca a una ceremonia de reflexión y concientización: 18.30, en Cañada de Gómez y Riestra. 

Por Francisco Pandolfi

Ni el gobierno porteño ni la empresa AUSA (Autopistas Urbanas Sociedad Anónima) cumplieron lo que habían prometido: ayer, con la luz verde del Gobierno de la Ciudad, la empresa concesionaria de la Autopista Dellepiane empezó con la tala indiscriminada de árboles, incumpliendo la promesa de no comenzar la obra del Máster Plan Autopista Dellepiane hasta iniciar una mesa de trabajo conjunta con las y los vecinos autoconvocados de Lugano, que la vienen exigiendo desde noviembre pasado.

Silencios y engaños

El pedido de diálogo primero fue en una audiencia pública. Ante el silencio como respuesta, se exigió por escrito un pedido de información pública a AUSA, a APRA (Agencia de Protección Ambiental), al Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño. No hubo ninguna respuesta hasta el pasado jueves 20 de febrero, cuando en una reunión en la Junta Histórica de Lugano, el Gobierno de la Ciudad se comprometió a iniciar las mesas de trabajo previo al inicio de la obra. Los representantes gubernamentales en la reunión fueron Facundo Echeverría, de la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano de la Ciudad, y Jorge Fiorentino, asesor de la secretaría de Ambiente y Espacios Arbolados. “La obra empezó y de las mesas de trabajo no hubo noticias, hasta que hoy vinieron y arrasaron con los primeros siete árboles”, denuncia la comunidad. 

Desde AUSA, la semana pasada habían informado que hoy harían la extracción y posterior trasplante de cuatro especies (dos ceibos y dos aguaribay) en Dellepiane Sur, pero el accionar fue otro: no hubo trasplante, sino tala directa, tanto en Dellepiane Sur como en Dellepiane Norte.

‼️ Ahora, urgente. El Gobierno de la Ciudad empezó hace minutos con una tala indiscriminada de árboles, incumpliendo la promesa de no empezar la obra del Máster Plan Autopista Dellepiane hasta iniciar una mesa de trabajo conjunta con las y los vecinos autoconvocados de Lugano.

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-05T15:20:39.551Z

Sin beneficios

En esta nota publicada la semana pasada (https://lavaca.org/actualidad/lugano-resiste-al-master-plan-que-quiere-imponer-macri/), contamos los pormenores de una obra que modificará al barrio sin ningún beneficio vecinal, y de la que no está enterada (como figura por ley) la mayoría de los frentistas a la Dellepiane. Allí, a metros de la General Paz, el gobierno porteño pretende colocar un nuevo peaje, a sólo 4 kilómetros del ya existente en avenida Lacarra.

El “Máster Plan Autopista Parque Dellepiane” se emplazará sobre la traza de la autopista Dellepiane, desde el cruce de la avenida General Paz hasta el Peaje de Lacarra, y abarcará 4,6 km. La comunidad afirma que en ese tramo se talarán cientos de árboles, entre los cuales hay álamos, ceibos, ombúes, aguaribay, algunos de más de 100 años, que ahora están marcados con una cruz, como señal de la muerte anunciada. Dice Silvina Cammarotta, vecina: “Según un ingeniero de AUSA, 121 árboles los van a arrasar con una máquina y triturar, hasta convertirlos en aserrín”. 

El rediseño de la autopista incorporará dos carrilles exclusivos para metrobús y la terminación de las colectoras, por lo que se eliminarán de cada lado diez metros de espacio verde. Dice Néstor Muñoz, vecino de Villa Lugano: “El Gobierno de la Ciudad presentó esta obra de modernización de la autopista para poder cobrar un nuevo peaje, y para hacerlo, la ley obliga que cada camino con peaje debe tener un camino alternativo. La ampliación de las colectoras significa más asfalto, y la destrucción de 70 mil metros cuadrados de espacio verde”.

Policías y más policías

A sabiendas de la extracción que devino en tala, los vecinos autoconvocados fuera de toda bandera partidaria, se convocaron este miércoles a las 6 de la mañana, de manera pacífica, para registrar los movimientos de la empresa. Presagiaban que podía pasar lo que finalmente ocurrió: el aniquilamiento de los árboles. Cuando arribaron –todavía de noche–, ya había una camioneta de la Policía de Ciudad esperándolos. Luego llegó otra. Y luego otra. Y luego una más. 12 agentes uniformados y otros de civil se apostaron frente a la autopista, para garantizar que se llevara a cabo la tala, sin inconvenientes. 

Enzo es frentista de la Dellepiane. Le dicen el Tano. Mira la situación, con una docena de efectivos de un lado, con máquinas del otro. Y dice: “Es lamentable que destruyan, en vez de construir”. 

Recurso de amparo

Hace dos semanas, los vecinos y vecinas de Villa Lugano presentaron un amparo solicitando que el Gobierno porteño y AUSA detuvieran la obra hasta que se iniciaran las mesas de trabajo conjuntas. El amparo cuenta con el patrocinio del Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad de Buenos Aires y lo presentó la Defensora Oficial, Giselle Furlong Pader, que exigió convocar a un proceso participativo institucional y vinculante, previo al desarrollo de la primera etapa de la obra. 

Eso ya no se cumplió. 

La Defensoría también exhortó a que el gobierno porteño convoque a una audiencia “para facilitar el diálogo entre las distintas partes del proceso judicial”. Y solicita suspender la extracción de los árboles hasta que no se dé cumplimiento “con la obligación de brindar información pública y se otorgue la debida participación en asuntos ambientales”.

Esto tampoco se cumplió.

Qué democracia

Silvina tiene una angustia que se le nota en los ojos. Y en la voz: “Nos mintieron en todo y en la cara. No hicieron nada de lo que dijeron. Talaron en vez de trasplantar; dejaron los troncos al ras. Vamos a hacer una denuncia penal. Llamamos a Facundo Echeverría, de Vínculo Ciudadano de la Ciudad y nos re boludeó; dijo que la obra se iba a hacer igual y que nosotros éramos unos subversivos. Siento mucha impotencia, dolor, un nudo en el pecho, se manejan con muchísima impunidad. Hicimos todo lo que había que hacer, sin violencia, buscando todos los canales de diálogo y nada. No parece un gobierno democrático, sino una tiranía”.

Néstor: “Seguiremos exigiendo al gobierno un plan integral de ciudad, donde se contemplen espacios verdes necesarios de mantener. Internacionalmente se busca que las ciudades tengan un 12% por ciento de espacios verdes, y nosotros con suerte pasamos los 6. Nosotros no tomamos un camino de violencia para reclamar, pero en cambio, la violencia la está generando este gobierno, vallando los caminos, no conformando las mesas de trabajo y ahora talando los árboles. El artículo 1 de la Constitución lo dice muy claro, y parece que este gobierno no lo sabe: el sistema que desarrollemos en la Ciudad de Buenos Aires debe ser democrativo y participativo” 

Cecilia, también vecina: “Esperamos que el Jefe de Gobierno, Jorge Macri, entre en razón; lo que hicieron hoy es de sinvergüenzas. Hoy se llevaron puestos siete árboles. Hoy asesinaron siete árboles”. 

Que en esta nota hablen sólo vecinas y vecinos tiene un por qué. O dos, en realidad. Comunicarse a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano es una tarea titánica, que no da resultado. Nadie atiende. 

Con AUSA la cosa es distinta, aunque parecida: el prensa de la empresa le dice a lavaca que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”. 

Los vecindad organizada sigue en pie y para mañana jueves por la tarde (18.30, en Cañada de Gómez y Riestra) convoca a una ceremonia de reflexión y concientización ante el ombú centenario de Lugano. Es una más de las decenas de movidas que la comunidad viene haciendo desde noviembre, cuando se enteró del Máster Plan. Como la convocatoria casa por casa a los frentistas desinformados; como la repartición de volantes en los corsos de carnaval; como la juntada de firmas en los centros comerciales; como las innumerables reuniones presenciales y virtuales para organizarse; y hasta la creación de dos ideas fuera de lo común, pero bien dentro de lo comunitario: una cumbia que cuenta y canta la problemática (subir video) y un concurso donde se premiará (con una semana en San Clemente del Tuyú, gracias a una vecina que prestará su casa) a la pancarta más llamativa y original. Hay una en donde vuelan dólares, con el lema “Una obra que de verde, sólo tiene los billetes”; otra que muestra una topadora llevándose puesta un árbol; y hay otra que es una cartulina celeste, con letras rojas y negras, que dice: 

No hay peor 

Jorge Macri

que el que 

no quiere ver. 

Alerta Lugano: a espaldas de la comunidad, AUSA y el GCBA avanzan con el Máster Plan 

Silvina y Néstor, dos de los guardianes de los árboles. / Foto: Elena Gorocito.

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